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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria</U></FONT><BR><FONT color=#800000 size=6><EM>Correspondencia de
Prensa</EM></FONT><BR>Año V - 28 de octubre 2007<BR>Redacción y suscripciones:
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Estados Unidos</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>La tortura
legalizada</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify></FONT><FONT face=Arial><STRONG>“Nos sacamos los
guantes”[1]</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG>Juan Luis Berterretche *</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>Revista Desacato</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial><A
href="http://www.alquimidia.org/desacato/"><STRONG><FONT
size=2>http://www.alquimidia.org/desacato/</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT size=2> <BR>El notable artista colombiano
Bottero creó una serie de pinturas sobre las torturas, abusos y humillaciones en
Abu Ghraib que sin lugar a duda ocuparán en la historia del arte del siglo XXI
el lugar de denuncia de la barbarie, que el Guernica de Picasso simbolizó en el
siglo pasado.<BR> <BR>Cuando la prensa internacional divulgó videos y fotos
mostrando los suplicios, degradaciones sexuales y otras perversidades a que los
prisioneros iraquíes eran sometidos en la prisión de Abu Ghraib, el gobierno de
EUA, de inmediato, quiso calificar los hechos como excepcionales y resultado de
inclinaciones retorcidas de algunos pocos soldados del ejército usamericano.
</FONT></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Tanto las torturas en las cárceles de Afganistán e Irak,
como el brutal tratamiento en el campo de concentración de Guantánamo provienen
de una decisión aprobada por el ex secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, con
el objetivo de extraer de los prisioneros más informaciones sobre Al Qaeda y la
resistencia en Irak. Y el Departamento de Justicia, en agosto de 2002, admitió
en un memorando a la Casa Blanca que torturar terroristas de Al Qaeda, en el
exterior, “puede justificarse”; que las leyes internacionales contra la tortura
“pueden ser inconstitucionales si se aplican a interrogatorios” en la guerra
contra el terrorismo; y que la necesidad de autodefensa “podía proveer una
justificación que eliminaría toda responsabilidad
criminal”.<BR> <BR> Después de múltiples condenas del Congreso y del
Tribunal Supremo, incluso después de una rectificación formal del presidente,
George W. Bush, el Gobierno estadounidense ha seguido autorizando el uso de
torturas contra detenidos por medio de documentos secretos emitidos por el
Departamento de Justicia y conocidos por la Casa Blanca. Según la información
publicada en exclusiva por el diario The New York Times, y no desmentida
oficialmente, esos documentos fueron elaborados en tiempos de Alberto González
en la Fiscalía General y siguen todavía en vigor.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El periódico afirma, citando a funcionarios que tuvieron
información sobre este asunto, que las autorizaciones hechas en secreto por el
Departamento de Justicia suponen "un masivo respaldo de las más crueles técnicas
de interrogatorio usadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA)".
[2]<BR> <BR>Esas autorizaciones daban luz verde para que los presos
interrogados en las cárceles secretas de la CIA en África, Asia y el este de
Europa pudieran ser sometidos a castigos como golpearles en la cabeza, simular
intentos de asfixia, someterlos a temperaturas heladas o dejarlos en largos
periodos de aislamiento. Similares técnicas fueron utilizadas, de acuerdo a los
permisos emitidos, en Guantánamo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La Administración estadounidense suspendió formalmente,
en diciembre de 2004, los poderes que el presidente Bush había concedido después
del 11 de septiembre para utilizar las más extremas técnicas de interrogatorio
contra los sospechosos de terrorismo. Poco después de la llegada de Alberto
González al Departamento de Justicia, en febrero de 2005, empezaron a emitirse
de forma secreta nuevos documentos autorizando los métodos que oficialmente se
rechazaban, pero que algunos responsables de la lucha antiterrorista seguían
creyendo necesarios.<BR> <BR>Los argumentos legales para autorizar las
torturas fueron escritos por Steven Bradbury, que desde 2005 ocupa la poco
conocida pero muy influyente Oficina de Consejo Legal del Departamento de
Justicia, cuya misión es sencillamente la de asegurarse de que la actuación del
Gobierno está dentro de la ley. <BR> <BR>Con González como fiscal general,
sin embargo, tanto la oposición demócrata como varios expertos aseguran que la
Oficina de Consejo Legal y todo el Departamento de Justicia se convirtieron en
un mero instrumento al servicio de la criminal política de la Administración en
su “lucha contra el terrorismo”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Alberto Gonzáles, abogado de George W. Bush cuando éste
era gobernador de Texas, lo ayudó a ejecutar un número récord de 150 condenados
a muerte, no aceptando ningún pedido de perdón. En ningún caso registró
circunstancias que habrían debido ser suficientes para detener las sentencias.
Uno de los casos más terribles es el de Terry Washington, un hombre que al
momento de ser sometido a la inyección venenosa tenía la capacidad expresiva de
un niño de siete años. O el de Carl Johnson, cuyo defensor de oficio se quedó
dormido en la sesión en la que el acusado fue condenado a muerte. Instalado
después como secretario de Estado y juez de la suprema corte del Estado de
Texas, acompañó a su jefe cuando éste ganó la presidencia para ser su abogado de
la Casa Blanca. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, y en su calidad
de consejero legal del presidente, el hijo del inmigrante albañil mexicano
redactó la Orden Ejecutiva 13233, que recortó severamente la libertad de
información y tiñó de clandestinidad toda la esfera presidencial. Finalmente,
con estos óptimos antecedentes llegó a ser el primer “hispano” en encabezar el
Departamento de Justicia como fiscal general.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En un memorando, fechado el 25 de enero de 2002, sostuvo
que la llamada guerra contra el terrorismo “deja, a mi juicio, obsoleta las
limitaciones estrictas de Ginebra sobre la interrogación de prisioneros
enemigos”. También argumentó que los derechos básicos garantizados por las leyes
nacionales, incluso el habeas corpus, no eran aplicables a detenidos extranjeros
e incluso estadounidenses declarados como “combatientes enemigos”. El meollo de
su razonamiento era que las disposiciones de ese instrumento internacional que
prohibían las ofensas a la dignidad y el trato inhumano a los prisioneros eran
demasiado ambiguas y ponían en riesgo a los militares estadounidenses de ser
procesados bajo los términos del Acta de Crímenes de Guerra de 1996. Para
entonces, los campos de concentración de Guantánamo y Abu Ghraib funcionaban a
plena capacidad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Discurrió entonces en favor de las “torturas light” y
forjó el argumento central del actual gobierno estadounidense para legitimar sus
masivas violaciones a los derechos humanos en el mundo: la tortura era una
práctica aceptable siempre y cuando no se le llame tortura. El hombre que fue el
operador central de la aprobación de la Ley USA Patriot, que descartó la validez
de las Convenciones de Ginebra, colaboró en legalizar la tortura, implementó el
espionaje de ciudadanos sin autorización judicial, negó todo derecho legal
básico a sospechosos detenidos en la “guerra al terrorismo”, expulsó fiscales
que no comulgaban con su malévola interpretación de la justicia y quien ahora es
acusado de engañar al Congreso, anunció el 27 de agosto del 2007 su renuncia
como procurador general de Estados Unidos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Parece evidente que la actuación de Gonzales estuvo
coordinada por la oficina del vicepresidente D. Cheney, que siempre defendió en
reuniones privadas la necesidad de las torturas y buscó los medios para
continuarlas, pese a todos los obstáculos encontrados.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Entre estos obstáculos está una decisión del Tribunal
Supremo en 2006 que asegura que todos los sospechosos de Al Qaeda detenidos en
cárceles secretas o en Guantánamo están protegidos por la Convención de Ginebra.
El Congreso aprobó también en diciembre de 2005 y en noviembre de 2006 dos leyes
distintas prohibiendo el "trato cruel, inhumano o degradante" en los
interrogatorios.<BR> <BR>Frente a esas objeciones, la Administración trató
de maniobrar para seguir adelante con su política original. Según un experto en
interrogatorios de la CIA, Paul Kelbaugh, las técnicas aplicadas hasta ese
momento "habían permitido obtener muy buena información" y el Gobierno no quería
renunciar a ellas. Necesitaba, sin embargo, la base legal para justificarlas.
Ahí es donde entraron en juego Gonzales, viejo amigo de Bush, y Steven Bradbury.
Bradbury aconsejó, entre otras cosas, al presidente que los métodos de
interrogatorio de la CIA no contradecían las condiciones de "trato cruel,
inhumano o degradante" impuestas por el Congreso, ni violaban la Convención de
Ginebra, como pedía el Supremo.<BR> <BR>Fue seguramente sobre esa base
legal sobre la que Bush dictó en julio de 2007 un decreto en el que autorizaba a
la CIA el uso de métodos de interrogatorio prohibidos por el Ejército. Aunque
nunca se informó, porque no está obligado a hacerlo, qué métodos eran ésos. Es
fácil deducir ahora que los métodos autorizados son las torturas que el
Departamento de Justicia había considerado previa y secretamente
legales.<BR> <BR>El ex presidente Jimmy Carter sostuvo que Estados Unidos
tortura a sus prisioneros, [3] a quienes, subrayó, se les niega en las cárceles
estadounidenses como la de Abu Ghraib en Irak y la de Guantánamo los derechos de
la Convención de Ginebra.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ante esta denuncia Bush afirmó que su “gobierno no
tortura a la gente. Respetamos la ley estadounidense y nuestros compromisos
internacionales”, en respuesta a un artículo del New York Times según el cual
hay documentos del Departamento de Justicia que dicen que la ley no impide
pegarle a un detenido ni someterlo a temperaturas extremas o a un simulacro de
ahogamiento.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El ex mandatario demócrata de 83 años, Carter, en
entrevista con CNN afirmó: "Yo no creo" que el gobierno de Bush torture, sino
que "lo sé con certeza “Y agregó que el actual gobierno estadounidense cree
tener el derecho de torturar a los prisioneros y negarles derechos
fundamentales. El también Premio Nóbel de la Paz señaló que Bush creó su propia
definición de derechos humanos y acerca de la tortura, lo cual le ha permitido
afirmar que Estados Unidos no viola los derechos fundamentales y que tampoco
practica apremios ilegítimos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En 1991, el entonces presidente George Bush (padre)
propuso a un hombre con el nombre de Robert Gates para que fuera el nuevo
director de la CIA. Esto sacó a la luz, sin embargo, algunos recuerdos y
menciones del escándalo Irán-Contra que estalló a fines de los años ochenta. El
New York Times informó que: “Mr. Gates ha hecho lo posible por disipar las dudas
que lo obligaron a retirarse cuando fue propuesto por primera vez en 1987. Ha
parecido contrito y de mente abierta y cita su amplia experiencia y visión
futura. Pero los senadores deberían tener en cuenta por lo menos tres criterios:
Si su desempeño en el pasado muestra que justifica su confianza... si ha
conquistado la confianza de los empleados de la agencia... y, sobre todo, si él,
alguien de dentro del organismo, es la persona adecuada para dirigir la agencia
hacia tiempos inciertos. En cada uno de estos aspectos, Mr. Gates se queda
corto,” y además indicó: “David Boren, presidente del comité, elogia a Mr. Gates
por su franqueza. Pero pasa por alto las ocasiones en las que Mr. Gates ayudó a
tergiversar evaluaciones de inteligencia y se mostró evidentemente ciego ante la
ilegalidad. La ilegalidad concierne al escándalo Irán-Contra. Mr. Gates afirma
que estuvo fuera de dicha operación en cuanto a decisiones. Y defiende su
pretendida ignorancia sobre la base de la negación – de que estaba protegiendo a
la CIA de ser involucrada. Esas afirmaciones son inverosímiles.” El artículo
explica además: “El testimonio de otros ubica a Mr. Gates, en por lo menos dos
ocasiones, directamente en el centro de las decisiones. Supervisó la preparación
del engañoso testimonio del director [de la CIA] William Casey ante el Congreso
sobre el escándalo. Y un analista de la CIA, Charles Allen, dice que él informó
a Mr. Gates, antes de que salieran a la luz, de tres detalles inolvidables: La
participación de Oliver North, (condenado en el escándalo Irán-Contra) el
encarecimiento de los precios de armas vendidas en secreto a Irán, y el desvío
de los ingresos a un fondo para operaciones clandestinas. En un desliz
contundente de su supuesta formidable memoria, Mr. Gates no pudo recordar los
detalles cuando el Congreso le preguntó dos meses después.”
[4]<BR> <BR>Este personaje es el que en septiembre del 2007 sustituyó a
Alberto González como Fiscal General del Departamento de Justicia de George W.
Bush. Por lo visto sus antecedentes en engaño e ilegalidad están a la altura de
los del deplorable hispano, que se fue agradeciendo haber vivido “el sueño
americano.”<BR> <BR>Isla de Santa Catarina, Brasil, octubre 2007</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* Juan Luis Berterretche, escritor y periodista uruguayo.
Integra el Frente Social y Político y la redacción de la revista Desacato.
Colaborador de Correspondencia de Prensa en Brasil. </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U></U></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U>Notas<BR></U></STRONG><BR>[1] El 13 de
septiembre del 2001 Cofer Black, recién elegido para dirigir el centro de
contraterrorismo de la CIA, dijo abiertamente al Congreso la célebre frase que
caracterizó toda esta nueva etapa de intervenciones militares abiertas o
clandestinas usamericanas: “Hubo un antes del 11-S, y después del 11-S nos
sacamos los guantes.”<BR>[2] Antonio Cañi, El País, 0ctubre 2007,
Madrid, España.<BR>[3] Dpa, Afp y The Independent Bush pide al
Congreso autorización para extender el espionaje doméstico, www.starmedia.com
octubre 2007.<BR>[4] Kerr, Richard. The Once and Future C.I.A. The New York
Times: October 18, 1991.<BR><A
href="http://www.fas.org/irp/congress/1991_cr/s911031-gates.htm">http://www.fas.org/irp/congress/1991_cr/s911031-gates.htm</A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#000080 size=4>Correspondencia de
Prensa - boletín informativo - red solidaria<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></EM></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
color=#000080 size=4>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify></FONT> </DIV></BODY></HTML>