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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U><FONT size=5>boletín informativo - red
solidaria</FONT></U><BR><FONT color=#800000 size=6><EM>Correspondencia de
Prensa</EM></FONT><BR>Año V - 3 de diciembre 2007<BR>Redacción y suscripciones:
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Venezuela</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Por escaso margen, ganó el “No”
</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Hugo Chávez sufrió ayer su primera
derrota en siete elecciones y su revolución bolivariana para instalar lo que él
llama el Socialismo del Siglo XXI sufrió un severo revés, cuando la mayoría de
los votantes rechazaron sus propuestas para reformar la
Constitución.</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Santiago O’Donnell, desde
Caracas</FONT></STRONG></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG>Página/12, Buenos Aires, 3-12-2007</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.pagina12.com.ar/"><STRONG>http://www.pagina12.com.ar/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>En contra de los pronósticos que sólo le daban chances al No
si los votantes concurrían masivamente a las urnas, el triunfo opositor se dio
en una jornada llamativamente tranquila para todo lo que estaba en juego. La
Junta Nacional Electoral demoró ocho horas para anunciar los resultados. A
medida que pasaba el tiempo, crecía el rumor de que el oficialismo había
perdido. Pero el gobierno hacia demorar el anuncio. Y las fuerzas militares
ocuparon la sede de la junta electoral. En las primeras horas de la madrugada,
el Consejo Nacional Electoral anunció que el “No” había obtenido el 50,7 por
ciento de los votos, en tanto que el “Sí” había recibido el 49,3. Enseguida
Chávez salió a reconocer los resultados en un clima de tensión.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A pesar de los masivos actos de cierre tanto del Si como
del No en la emblemática avenida Bolívar, ayer se extrañaron en esta capital la
tensión, las movilizaciones, y las largas colas frente a los centros de votación
que marcaron los escrutinios del 2006 y del 2003, cuando la concurrencia alcanzó
el setenta por ciento del padrón de 16 millones de electores.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La carta magna que se rechazó ayer contiene una serie de
medidas que centraliza el poder y socializa las relaciones políticas y
económicas. Permitiría la reelección indefinida del presidente y les quitaría
recursos y poder a los alcaldes, intendentes y rectores de las universidades
públicas para trasladárselas al gobierno y los consejos comunales creados por la
nueva Constitución. Los más de sesenta artículos que serían reformados, casi un
cuarto del total de la Constitución chavista de 1999, incluyen la reducción del
horario de trabajo de ocho a seis horas, la universalidad del seguro social y el
derecho alimentario, y la elevación a rango constitucional de los programas
sociales de salud, educación y comida, las llamadas misiones. Además, le quita
autonomía al Banco Central y limita el derecho de propiedad, aunque garantiza la
propiedad de la vivienda y los emprendimientos productivos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Según los encuestadores, la oposición debía lograr que
cerca del 70 por ciento de la población vote para vencer al Sí chavista, ya que
muchos opositores se han abstenido de votar en el pasado al no aceptar la
legitimidad del acto eleccionario, o no creer que pudieran torcer la voluntad
mayoritaria, que hasta ahora siempre había favorecido a Chávez. Esta vez los
líderes opositores confiaban en el desgaste del proceso revolucionario,
alimentado por las recientes defecciones del ex ministro de Defensa Raúl Isaías
Baduel, la ex esposa de Chávez Marisabel Rodríguez y del partido PODEMOS; que
fueron ampliamente difundidas por los diarios y noticieros opositores. Además
apostaron al surgimiento del movimiento estudiantil opositor para motivar a los
votantes jóvenes de clase media, que en el pasado habían mostrado cierta apatía
a la hora de votar. El lleno de Avenida Bolívar que habían logrado en el acto de
cierre había avivado esas expectativas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El chavismo venía golpeado en las encuestas por las dudas
generadas sobre la reelección indefinida del presidente, algunos problemas de
gestión, acusaciones de favoritismo y corrupción, y el rechazo que el tono
crispado del presidente produce en algunos sectores de la clase media. Pero en
los últimos días Chávez había repuntado al convertir el referéndum en un
plebiscito. En sus últimos discursos dejó de lado la defensa de la reforma para
concentrarse en temas de política exterior y vincular la elección con una
supuesta ofensiva del imperialismo. “El que vota por el No vota por Bush”,
resumió en su acto de cierre de campaña.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ayer la capital amaneció a las cuatro de la mañana
sacudida por un toque de diana ensordecedor que entraba por la ventana desde los
amplificadores instalados en los centros de votación. Fue prácticamente la única
emoción del día, más allá del botellazo en el parabrisas que se comió el ex
ministro Baduel, a quien Chávez había tildado públicamente de traidor. En una
larga recorrida por Caracas, no se escucharon cánticos, ni gritos, ni petardos,
ni se vieron concentraciones partidarias frente a los centros de votación.
Apenas caras expectantes en Altamira, bastión del No, y moderado optimismo en el
barrio 23 de enero, reducto del Sí.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>23 de Enero</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Chávez votó a las seis de la mañana con su nieta recién
nacida en brazos en la escuela Angélica Martínez, humilde pero recién pintada de
verde agua, enclavada en el morro de la 23 de Enero. La barriada, que habitan
unos 700.000 personas repartidas entre casitas enrejadas, monoblocks construidos
en los ‘50 por el dictador Pérez Jiménez y casillas de chapa y ladrillo, recibió
a su hijo pródigo con una fiesta popular, con música en vivo sobre un escenario
alzado para la ocasión. Cerca de las nueve, las familias se acercaban para
disfrutar del día de sol, algunos con paraguas, casi todos vestidos de rojo. Por
los parlantes sonaban canciones llaneras de Simón Díaz. Los vecinos chusmeaban y
los chicos jugaban al béisbol en una canchita de básquet de cemento. Las mamás
paseaban a sus bebés en el parque junto al camino.<BR>Un poco más arriba del
morro, en el Centro de Poder Popular, una especie de unidad básica, un perro
gordo color mostaza dormía la siesta bajo la sombra del zaguán. Frente a él,
sentada en un banco junto a una pila de cajas de agua mineral y otra de latas de
atún, María Victorino, de 52 años, esperaba noticias. Victorino es la encargada
de la Misión Ribas, un programa social para llevar la enseñanza secundaria a los
barrios pobres. Pero ayer estaba pendiente de mover gente al centro de
votación.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cada tanto alguien se acercaba a consultarla y ella los
despachaba con frases cortas, en un alarde de eficiencia. “José Antonio está
esperando que lo pasen a buscar, ya sabes, está con la silla de ruedas”, la
requerían. “Ya está. Ya mandamos el vehículo”, contestaba ella.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ese día el Centro de Poder Popular estaba vacío. No
estaban los de las misiones de salud, ni educación ni alimentación. Toda la
atención estaba puesta es el voto. “Estamos acá desde las tres y media de la
mañana, trabajando para la revolución. Se busca el vehículo para votar, si es
auto o moto, se acerca a la gente que necesita, nada más.” Victorino parecía
confiada, pero no descartaba una derrota.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Si perdemos será un retroceso no sólo para el país sino
para toda Latinoamérica, ya que ésta es la punta de lanza de todo el proceso
bolivariano en Sudamérica y el Caribe”, explicó seria, como si le pesara la
responsabilidad. “Es un orgullo que Chávez sea de acá. Ya lo es que sea
venezolano, así que imagínate lo que representa para el 23 de Enero.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>El morro estaba pintado de rojo. Bolívar, Martí, Chávez y
el Che cubrían sus paredes. Por las calles pasaban zumbando en motos los
Tupamaros, jóvenes vestidos con boinas rojas, anteojos negros y remeras negras
del Che, que suelen andar armados, las milicias del ultrachavismo. En la punta
del morro, frente al centro de votación de la Unidad 45, el vocero de los
Tupamaros, Osvaldo Canica, explicó que él estaba en contra de la violencia,
salvo la violencia revolucionaria, y que por eso estaba encantado de participar
del acto eleccionario. “Esto es una lucha de clases. Venezuela sigue siendo una
sociedad capitalista y estamos en la puerta de una invasión imperialista, por
eso nos preparamos. Pero mientras exista la vía política, la vía democrática, no
apoyamos la violencia. La violencia revolucionaria es distinta.” Canica dijo que
hay 175.000 Tupamaros en todo el país preparados para defender la revolución.
“Si gana el No volveremos a intentarlo. El presidente hará la propuesta, la
Asamblea la aprobará y habrá que votar de nuevo, porque esto no tiene marcha
atrás.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Canica dijo que su ocupación era “militante social”.
Consultado sobre quién le paga el sueldo, Canica dijo que nadie, pero que recibe
dinero estatal. “Si tú construyes un juego de muebles y se lo vendes al
gobierno, el gobierno te paga por eso. Bueno, es así, te pagan cuando haces
algo.” El vocero no se mostró preocupado porque las colas para votar en su
escuela se habían acortado considerablemente desde la última elección. “Lo que
pasa es que hay más mesas, se descentralizó todo”, justificó.<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Altamira</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>A lo largo de la Avenida Francisco Miranda, que une el
centro de la ciudad con el coqueto barrio de Altamira, pasando por el distrito
financiero, los pasacalles azules cubren los postes de luz. Cada veinte metros
aparece la silueta de Simón Bolívar vestido de general, o alguna consigna del
No. La alcaldía del Chacao, que abarca la avenida, está en manos de la
oposición. De las seis alcaldías de Caracas tres son rojas y tres son azules.
Todo eso podría cambiar si se aprueba la reforma, ya que las alcaldías pasarían
a ser “gobernaciones federales” ocupadas por delegados del Ejecutivo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La Francisco Miranda desemboca en la floreada y señorial
Plaza Francia, donde se alza el Obelisco venezolano y donde el antichavismo se
ha congregado para dar inicio a sus marchas de protesta. Ayer, cerca del
mediodía, lucía semidesierta, limpia de cotillón partidario. A seis cuadras de
ahí, subiendo la loma entre chalets ocultos detrás de grandes muros de cemento,
un grupito de personas se arremolinaba en la puerta de Colegio Cristo Rey, donde
funciona un centro de votación. A un costado del patio de baldosas negras y
blancas, instaladas sobre la mesa de votación, cinco modernas laptops con sus
respectivos operadores controlaban el ingreso al cuarto oscuro. Más allá, cuatro
monjas ancianas vestidas todas de blanco cuchicheaban bajo el sol. En otra punta
del patio, los líderes estudiantiles que controlaban el voto miraban la puerta y
sacudían la cabeza con evidente preocupación. Afuera, una encuestadora que medía
el boca de urna contaba más de 1700 votos, de los cuales menos de diez había
sido para el Sí. Pero la concurrencia apenas arañaba el 50 por ciento, una cifra
decepcionante para el corazón del No.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Todo el mundo habla de la abstención, mucha gente no
quiso participar por considerar que el proceso es ilegítimo, pero éste es el
último cartucho que tenemos para frenar la revolución, la última esperanza”,
opinó Ana María Benedetti, abogada recién recibida de la Universidad Andrés
Bello.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Más que socialismo, si gana el Sí vamos a una dictadura
que no respeta los derechos principales, como la información y la propiedad
intelectual”, dijo María Celeste Melo, 21 años, estudiante de sociología de la
Universidad Católica.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Yo entiendo que el proceso es ilégitimo, por eso voté
bajo protesta, pero si no ganamos Venezuela va a ser Cuba”, dijo Jorge Nevett,
estudiante de abogacía de la Católica de 21 años. La mamá de Melo, una rubia de
ojos celestes, escuchaba el diálogo asomada a una ventana desde un aula que daba
al patio. Los tres estudiantes coincidieron en que si perdían la lucha ya no
tenía sentido y que era tiempo de irse del país. Y coincidieron en el
destino.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Yo me voy a hacer un posgrado a Boston, así que me voy
pase lo que pase”, dijo Benedetti.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“A donde la acepten. Yo también me iría a Estados
Unidos”, aprobó Melo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Yo también. A cualquier lado si perdemos. Debajo de un
puente en Colombia estaría mejor que acá”, terció Nevett, camisa de polo negra,
pantalones caqui y mocasines haciendo juego con el cinturón marrón. La mamá de
Melo asintió su aprobación.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cuando faltaban dos horas, para el cierre de la votación
el líder opositor Julio López salió al aire con una súplica desesperada.
“Hacemos este llamado no para pedirle, sino para exigirle al pueblo venezolano
que salga a votar.” Al caer la noche, mucho antes de que aparecieran los
primeros resultados, una pandilla de Tupamaros surcó las avenidas del centro
tocando sus bocinas en señal de advertencia o festejo. Todavía faltaban horas
para que se conociera el resultado. Quedaba por delante una larga noche cargada
de tensión.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#000080 size=4>Correspondencia de
Prensa - boletín informativo - red solidaria<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></EM></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
color=#000080 size=4>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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</DIV></FONT></BODY></HTML>