<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META http-equiv=Content-Type content="text/html; charset=iso-8859-1">
<META content="MSHTML 6.00.2900.2523" name=GENERATOR>
<STYLE></STYLE>
</HEAD>
<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5>boletín informativo - red
solidaria</FONT><BR><FONT color=#800000 size=6><EM>Correspondencia de
Prensa</EM></FONT><BR>Año V - 11 de diciembre 2007<BR>Redacción y suscripciones:
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Irak</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Reportaje en las entrañas de la
guerra (I)</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Última baza en
Irak<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Jon Lee
Anderson, desde Bagdad</FONT></STRONG> <BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>The New
Yorker</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.newyorker.com/"><STRONG>http://www.newyorker.com/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>El País,
Madrid<BR></STRONG><A
href="http://www.elpais.com/"><STRONG>http://www.elpais.com/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV><STRONG><FONT face=Arial size=2>Traducción de María Luisa Rodríguez
Tapia</FONT></STRONG></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><BR>La Estación Mixta de Seguridad Thrasher, situada en
el barrio de Ghazaliya, en la zona oeste de Bagdad, está alojada en una mansión
de la época de Sadam con columnas de siete metros y una fuente, hoy seca, que
parece una tarta de cemento y piedra caliza. Alrededor de la mansión y otras dos
casas adyacentes se han levantado muros acorazados. La estación Thrasher se
estableció el pasado mes de marzo y forma parte del refuerzo de tropas diseñado
por el general David Petraeus, el jefe supremo estadounidense en Irak. La
decisión de sacar a las unidades de las bases de gran tamaño para trasladarlas a
las estaciones mixtas de seguridad -pequeños puestos de avanzada, en las zonas
más peligrosas de Bagdad- es un elemento fundamental de la estrategia contra la
insurgencia de Petraeus, y Thrasher alberga en la actualidad a 100 soldados
estadounidenses y unos cuantos centenares de iraquíes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este otoño, en la azotea de la mansión, entre sacos de
arena, material de comunicaciones y aparatos de ejercicios protegidos por un
toldo de francotirador, el capitán Jon Brooks, responsable de Thrasher, me
señaló algunos de los puntos locales más importantes. "Se escogió este
emplazamiento porque era el lugar de Ghazaliya en el que más cadáveres
aparecían", explicó, mientras indicaba una extensión de hierba cercana. "Había
hasta 11 cuerpos cada semana. La mayoría, brutalmente mutilados".</DIV>
<DIV align=justify><BR>La mezquita de la Madre de Todas las Batallas, con su
inconfundible falange de minaretes con forma de misiles Scud, está próxima.
Sadam Husein se escondió en Ghazaliya durante los bombardeos estadounidenses en
la primera guerra del Golfo y construyó la mezquita para mostrar su gratitud al
barrio. ("En Ghazaliya había -y sigue habiendo- muchos militares retirados de la
época de Sadam", dice Brooks). En abril de 2004, unos hombres armados y heridos
que participaban en la batalla de Faluya se refugiaron en la mezquita. Ghazaliya
limita con el borde oriental de la provincia de Anbar, el centro de la
insurgencia suní, y era una puerta estratégica de entrada y salida en Bagdad
para rebeldes y yihadistas extranjeros.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En una visita anterior a Ghazaliya, en diciembre de 2003,
conocí a unos insurgentes en un piso franco del barrio. Me dijeron que su
objetivo era matar estadounidenses. Desde entonces, con escasas excepciones,
Ghazaliya había sido un área prohibida para los occidentales, incluidos los
periodistas, que corrían el riesgo de ser secuestrados y asesinados. Las
patrullas estadounidenses en la zona eran objeto habitual de emboscadas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El capitán Brooks tiene 28 años, es de altura media y
fornido, y lleva el pelo castaño cortado a cepillo. Desde el tejado, me indicaba
el lugar en el que el sargento Robert Thrasher, en cuyo honor se dio nombre a la
estación, murió asesinado por un francotirador el pasado mes de febrero. En
aquel entonces, la compañía se encontraba estacionada en Camp Victory, la base
estadounidense establecida a lo largo de una gran parte de Bagdad, incluido el
aeropuerto. Thrasher tenía 23 años y había entrado en el ejército nada más salir
del instituto.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Al principio, pese a la influencia de los insurgentes,
Ghazaliya siguió siendo lo mismo que era desde hacía muchos años, un barrio de
clase media de Bagdad en el que las tensiones sectarias estaban más o menos
controladas. La gran mayoría de los aproximadamente 100.000 residentes estaba
formada por suníes, pero, explica Brooks, "había muchos profesionales, suníes
con educación universitaria, y también chiíes, y mezquitas para los dos
grupos".</DIV>
<DIV align=justify><BR>El barrio cambió a partir de febrero de 2006, cuando unos
militantes suníes hicieron estallar una bomba en Samarra, en el santuario de
Askariya, un monumento del siglo IX y uno de los lugares más sagrados para los
chiíes; la violencia entre facciones se extendió a todo Irak. Las milicias
chiíes, sobre todo el Ejército de Mahdi, penetraron aún más en Ghazaliya desde
Shula, un barrio pobre chií que está justo al norte. La reacción de los suníes
consistió en recurrir a los rebeldes más intransigentes y a los yihadistas
extranjeros de Al Qaeda en Mesopotamia, lo que el Ejército de Estados Unidos
llama Al Qaeda en Irak.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Antes de Samarra había extremistas suníes en la zona.
Sin embargo, después, empezó a predominar Al Qaeda en Irak", dice el capitán
Brooks. "Tenían escuadrones de la muerte. Escogían sistemáticamente a personas
en función de la situación de sus casas o sus relaciones. Les torturaban de
forma brutal, les mataban y arrojaban sus cuerpos". Las familias chiíes y muchas
suníes -las que tenían el dinero necesario- huyeron del barrio. A comienzos de
este año, el sur de Ghazaliya estaba, en la práctica, bajo el control de Al
Qaeda en Mesopotamia, mientras que la parte norte sufría el acoso de milicianos
chiíes. "Veinte dólares y una tarjeta telefónica podían hacer que te colocaran
un IED", cuenta el capitán Brooks; IED son las siglas en inglés de Dispositivos
Explosivos Improvisados, los causantes de la mayoría de las muertes de soldados
estadounidenses en Irak. "La gente se dio cuenta de que había abierto las
puertas a algo que no podía controlar".</DIV>
<DIV align=justify><BR>El presidente Bush, después de obtener la dimisión del
secretario de Defensa Donald Rumsfeld en noviembre, dio a su nuevo equipo de
guerra -el secretario de Defensa Robert Gates y el general Petraeus- la
oportunidad de cambiar de estrategia en Irak, y en febrero se puso en marcha el
refuerzo. El plan requería 30.000 soldados más; se calcula que, en realidad, esa
cifra ha ascendido a unos 50.000. Se abrieron en Bagdad 34 estaciones mixtas de
seguridad, tres de ellas en Ghazaliya: la primera, Casino, en el norte del
barrio; la segunda, Thrasher, en el suroeste, y la última, Maverick, creada el
pasado mes de mayo en el sureste.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Brooks me indica una gran casa con las ventanas rotas,
enfrente de la base. Sus hombres la llaman la Casa de las Rondas de Botes de
Metralla, porque, cuando estaban instalándose, les dispararon unos
francotiradores desde su interior, y ellos respondieron arrojando unos cuantos
proyectiles de carro de combate. "Ya no nos disparan", dice. Los hombres de
Brooks empezaron a patrullar de forma intensiva por el día y a hacer incursiones
agresivas de noche. William Bushnell, un sargento de su compañía, murió durante
una de esas patrullas en el mes de abril. En épocas anteriores, su unidad
regresaba a Camp Victory, con todas sus defensas, después de recorrer
Ghazaliya.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Con el refuerzo, los norteamericanos se convirtieron en
una presencia permanente en el barrio. Después de su instalación, el Ejército
estadounidense construyó 30 kilómetros de muros de cemento en la zona, para
separar a los residentes chiíes y suníes y para establecer perímetros seguros.
Brooks explica que todo lo que ha logrado hacer su unidad ha sido gracias a sus
colegas de la estación Casino, que consiguió mantener a los milicianos chiíes de
Shulla apartados del barrio.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A mediados de verano, la violencia se había apaciguado
bastante en Ghazaliya. Este otoño, cuando estaba de pie en el tejado de la
estación Thrasher, de noche, podía ver alguna que otra explosión a lo lejos,
bolas de fuego que iluminaban por un momento las calles. Pero, en general, las
explosiones eran tan distantes que ni siquiera podía oírlas. El número de
cadáveres abandonados en el barrio ha disminuido drásticamente, "prácticamente a
cero, a los niveles anteriores a Samarra", dice Brooks. Su compañía no ha
perdido a ningún hombre más. Cuando Petraeus habló ante el Congreso en
septiembre, citó Ghazaliya como ejemplo de los avances que estaba haciendo el
ejército en Irak.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La nueva estrategia pretende además preparar el terreno
para que las fuerzas de seguridad iraquíes sustituyan a las norteamericanas, y
en todas las Estaciones Mixtas de Seguridad, tal como sugiere el nombre,
participan estadounidenses e iraquíes. No obstante, no todos los iraquíes
pertenecen a las fuerzas oficiales y gubernamentales. Con la ayuda de Estados
Unidos, varios centenares de voluntarios armados suníes están empezando a asumir
funciones de policía, bajo el nombre de Guardianes de Ghazaliya. Este tipo de
fuerzas suníes que cuentan con la aprobación estadounidense ha empezado a surgir
en todas partes. Muchos de sus miembros, para desolación de algunos chiíes, son
antiguos rebeldes. Un oficial de uno de los principales partidos políticos
chiíes me decía: "Algunos de esos grupos armados eran, hasta ayer, fuerzas
hostiles que atacaban al Gobierno iraquí, a las fuerzas de la Coalición y a
cualquiera que tuviera algo que ver con el Gobierno. Se les consideraba
terroristas. ¿Qué ha pasado?".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es una pregunta que oigo muchas veces en Irak. El coronel
J. B. Burton es un hombre grandullón y bienhumorado que está al mando de la
Brigada Dagger del Primero de Infantería, encargada de cubrir la mayor parte del
noroeste de Bagdad, con 14 estaciones de seguridad, entre ellas, las tres de
Ghazaliya. "Lo primero que hicimos fue preguntarnos: ¿qué es lo que está
facilitando la entrada de Al Qaeda en una zona habitada por árabes laicos
moderados?", se interroga. La respuesta, dice, era el miedo a las milicias
chiíes. "Creo que estamos en un momento en el que cada vez hay más posibilidades
de traer a gente deseosa de trabajar para encontrar una solución. El secreto
está en hablar con la gente. Qué demonios, no es tan distinto de Tullahoma,
Tennessee, que es mi pueblo. Es cuestión de sentarse en el porche trasero a
tomar té, oír a los grillos y hablar". Y prosigue: "¿Hablamos con personas que
han disparado contra soldados estadounidenses? ¡Por supuesto que sí! Porque
todos luchamos contra un enemigo común: Al Qaeda".</DIV>
<DIV align=justify><BR>La misión de su brigada, dice Burton, es "derrotar a Al
Qaeda y llevar a cabo la transición a las autoridades iraquíes, y ésa es una
operación muy amplia, que incluye desde combatir el terrorismo hasta arreglar
alcantarillas". Que se alcancen o no esos objetivos dependerá, en última
instancia, de los avances políticos hacia la reconciliación nacional entre los
iraquíes, asegura Burton. "Disponemos de una ventana muy estrecha y tenemos que
tomar varias decisiones importantes. La dirección que emprenda Irak dependerá de
lo que hagamos".</DIV>
<DIV align=justify><BR>En Thrasher, el capitán Brooks me dice: "La palabra que
está ahora de moda es sostenibilidad. Hemos aprendido de la experiencia; para
tener un desarrollo sostenible necesitamos seguridad. Si conseguimos contar con
una fuerza de seguridad local capaz de hacer el trabajo, podremos volver a
casa".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ghazaliya no es la única zona de Irak en la que ha
cambiado el panorama. En mi visita anterior al país, hace 10 meses, la violencia
parecía incontrolable: secuestros en masa y asesinatos que se producían a plena
luz del día. Casi todos los iraquíes a los que conocí contaban, resentidos, que
los estadounidenses y los líderes políticos iraquíes vivían a resguardo en la
zona verde mientras el caos reinaba a su alrededor.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Según el Pentágono, en febrero, la guerra costó la vida a
casi 2.000 civiles iraquíes; en octubre fueron menos de mil. Como ocurre con
todas las estadísticas sobre el número de muertes en Irak, son cifras
discutidas, pero nadie niega que la violencia ha amainado de forma considerable
en el país. Las muertes de soldados estadounidenses también se han reducido
enormemente, desde un máximo de 126 en mayo, con la intensificación del
refuerzo, hasta 38 el mes pasado. Por ahora, al menos, parece que el refuerzo
está sirviendo de algo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En cierto sentido, el refuerzo ha consistido en una
selección de emergencia hecha con retraso. Se han ocupado de algunos de los
barrios suníes más peligrosos de Bagdad, como Ghazaliya y Amiriya, mientras que
gran parte de la provincia de Diyala, que se extiende desde el noreste de Bagdad
hasta la frontera con Irán, y Kirkuk, que ha pasado a ser un punto peligroso por
las reivindicaciones kurdas sobre la ciudad y su petróleo, siguen siendo
horribles campos de batalla. El 29 de octubre, el mismo día que se encontraron
los cuerpos decapitados de 20 hombres en las afueras de Baquba, en Diyala, un
terrorista suicida que iba en bicicleta mató a 29 policías en dicha
ciudad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y no hay todavía ninguna presencia significativa de
tropas estadounidenses en barriadas chiíes de Bagdad como Ciudad Sáder y Shula,
controladas por milicianos chiíes. Muchos de ellos aseguran ser miembros del
Ejército de Mahdi, dirigido por Múqtada al Sáder, que, con su política suicida y
su empleo táctico de la violencia, ha mantenido constantemente desconcertados a
los estrategas del Pentágono. En realidad, en buena medida, los analistas
atribuyen la reciente disminución de las bajas civiles en Irak, más que al
refuerzo, a la decisión que tomó Al Sáder en agosto de ordenar al Ejército de
Mahdi -considerado responsable de gran parte de los asesinatos sectarios de
suníes a manos de chiíes en Bagdad y sus alrededores- que congelara sus
actividades durante seis meses. El propósito de Al Sáder era evitar que hubiera
una escalada tras un tiroteo de dos días de duración entre Mahdi y otra milicia
chií y reafirmar el control sobre sus hombres.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Además, el refuerzo coincidió con el llamado despertar
suní, la decisión de varias tribus Anbar de aliarse con los estadounidenses y
luchar contra Al Qaeda en Mesopotamia; un paso que el plan de Petraeus no había
previsto. Desde entonces se les han unido suníes de otras áreas, aunque también
hay muchos que no han querido; Al Qaeda en Mesopotamia sigue en activo, y
todavía hay yihadistas extranjeros en el país.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El 13 de septiembre, Abu Risha, el dirigente tribal suní
considerado catalizador de la alianza, y con el que el presidente George Bush se
había entrevistado 10 días antes en Anbar, murió asesinado. Abu Risha era un
personaje influyente y carismático, y, aunque su hermano se apresuró a ocupar su
puesto, casi todos los iraquíes con los que he hablado creen que su muerte ha
sido una grave pérdida y se preguntan cuánto sobrevivirá el hermano. No
obstante, existe la esperanza de que sea posible acabar neutralizando a Al Qaeda
y, de esa forma, se elimine, por lo menos, un aspecto pernicioso de esta guerra
de tantas facetas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El refuerzo, el despertar suní y la paralización de Al
Sáder, combinados, han contribuido a estabilizar las zonas más problemáticas de
la capital y Anbar; no está claro si será posible ampliar -ni siquiera mantener-
esa ventaja con menos tropas, pero sí que el envío de más soldados, por sí solo,
no va a servir para ganar la guerra. Y no está previsto enviar más tropas; al
contrario, el presidente Bush ha prometido retirar, antes de julio, un número de
soldados casi igual al empleado en el refuerzo. El futuro de Irak, por el
momento, está en el aire. Lo mejor que se puede decir es, tal vez, que Estados
Unidos ha comprado o ha tomado prestado cierto margen de maniobra. Pero eso ha
tenido costes, algunos más visibles que otros.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Unos días antes de que el general Petraeus testificara
ante el Congreso, me entrevisté con el jeque Zaidan al Awad, un destacado
dirigente tribal suní de Anbar. La última vez que le había visto, en 2004, no
hacía más que vociferar palabras hostiles contra Estados Unidos, y no ocultaba
en absoluto su identificación con la "resistencia", como llamaba al núcleo duro
de los rebeldes suníes. El jeque Zaidan era un fugitivo, al que los
estadounidenses consideraban sospechoso de patrocinar la insurgencia, y vivía un
exilio voluntario en Jordania. Sin embargo, cuando hablé con él de nuevo este
otoño, en un apartamento de Ammán, Zaidan me dijo que se había reunido hacía
poco, de manera informal, con militares y miembros de los servicios de
inteligencia norteamericanos, porque aprobaba lo que están haciendo ahora:
permitir que los miembros de las tribus suníes se encarguen de ser su propia
policía.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Le pregunté qué tipo de acuerdo era el que había
desembocado en el despertar suní. "No es un acuerdo", me contestó, irritado. "La
gente se ha dado cuenta de que nuestra suerte está ligada a la de los
americanos, y la suya, a la nuestra. Su éxito en Irak dependerá de Anbar.
Siempre lo hemos dicho. Se ha perdido tiempo. Estados Unidos estaba perdido,
pero por fin se ha despertado; ahora sabe lo que hace. Por primera vez, está
haciendo lo que debe".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Zaidan dijo que las tribus suníes de Anbar ya no sienten
la necesidad de vengarse con sangre de las fuerzas estadounidenses. "Ya nos
hemos vengado", afirmó. "Somos nosotros quienes les hemos hecho arrastrarse y
ahora somos los que les ayudamos a levantarse". Y añadió: "Cuando Anbar esté
tranquilo, debemos hacernos con el control de Bagdad, y lo haremos". Tendrá que
haber mucha más lucha antes de poder arrebatar la capital a los chiíes, dijo.
"Los anbaríes se encargarán de la limpieza. Lo que el mundo entero no supo hacer
en Anbar, nosotros lo hemos conseguido de la noche a la mañana. Bagdad será
mucho más fácil".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Da la impresión de que muchos de los actores en Irak
están, como Zaidan, tomando posiciones para la próxima batalla. Aunque los
chiíes han lanzado advertencias sobre las intenciones de los suníes, los
estadounidenses hablan, sobre todo, del Ejército de Mahdi y su presunto
patrocinador, Irán, país al que Petraeus acusa de librar una "guerra por
delegación" en Irak; también se hacen referencias despectivas a Al Qaeda como
fuerza que ya está agotada.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Así habla el coronel Burton: "Combatir contra Al Qaeda es
relativamente fácil. No hay más que luchar contra ellos, impedirles el acceso".
El Ejército de Mahdi, dice, "es más difícil". Según todas las fuentes, el
Ejército de Mahdi y otras milicias se han introducido en las fuerzas de
seguridad iraquíes, y el partido de Al Sáder es socio ocasional en el Gobierno
de coalición del primer ministro, Nuri al Maliki, de predominio chií. "Hemos
empezado a investigar las fuerzas de seguridad iraquíes y a sus dirigentes, así
como a miembros del Gobierno iraquí", explica Burton. (Un caso notable de
participación oficial en los asesinatos entre facciones es el del ex
viceministro de sanidad y el jefe de seguridad del ministerio. En febrero, estos
dos hombres, que son chiíes y leales a Múqtada al Sáder, fueron detenidos por
organizar el asesinato de cientos de suníes en los hospitales de Bagdad:
pacientes, familiares y personal médico).</DIV>
<DIV align=justify><BR>El coronel Burton, que se refiere al Ejército de Mahdi
con las siglas de su nombre en árabe, Jaish al Mahdi, continúa: "Yo hablo con
algunos de esos tipos de JAM. Tengo contacto por correo electrónico con algunos
de ellos. Hace poco, un jeque de JAM en Jadamiya me dijo que, si dejaba en
libertad a tres de sus hombres, no habría más agresiones contra soldados
estadounidenses allí". Burton levanta las cejas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El hecho de que las autoridades chiíes controlen
numerosos servicios del Gobierno significa que hay una gran discriminación
institucional contra las comunidades suníes. Por ejemplo, cuando estaba en
Ghazaliya, los residentes se quejaban de que recibían la mitad de luz que una
zona chií vecina. Los estadounidenses hacen mucho politiqueo para calmar la
situación, pero no es fácil. "En el lado chií, hay un montón de dinero en
circulación y los servicios esenciales funcionan muy bien", dice Burton. "En el
lado suní, las cosas no van tan bien".</DIV>
<DIV align=justify><BR>La nueva estrategia, como la mayoría de las estrategias
anteriores empleadas en Irak, tiene el inconveniente de que son los
estadounidenses los que la han impuesto. Muchos políticos chiíes del Gobierno
iraquí están indignados por las decisiones norteamericanas de amurallar barrios
de Bagdad y reclutar y armar, sin consultarles, a organizaciones de voluntarios
suníes. Hay temores de que lo que está haciendo Estados Unidos sea armar una
nueva serie de milicias que van a debilitar la autoridad del frágil Gobierno de
coalición. Quizá ése era uno de los objetivos. Irak, con 170.000 soldados
estadounidenses en su suelo, no es un país soberano, y Estados Unidos utiliza su
poder militar para determinar el panorama político iraquí. Al reforzar a los
suníes, Estados Unidos ha obligado al Gobierno de Maliki a incorporar a más
suníes a las fuerzas de seguridad, un paso hacia la reconciliación
nacional.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los partidos políticos y las milicias chiíes están tan
relacionados entre sí que no parece probable un equivalente al despertar suní;
seguramente haría falta una escisión en la comunidad chií, una guerra civil
dentro de la guerra civil. Irán también sería un factor importante. Dados los
supuestos vínculos de Al Sáder con los partidarios de la línea dura en Irán, y
dada la creciente hostilidad entre Irán y Estados Unidos, es prácticamente
imposible prever los próximos pasos que vaya a dar el clérigo. Ya existe un
conflicto encubierto entre iraníes y estadounidenses. Irán ha intervenido en
Irak mediante la ayuda económica y militar a las milicias chiíes y, de forma más
directa, con el envío de agentes y funcionarios. Los líderes chiíes de Irak
tienen desde hace mucho tiempo estrechos lazos con Irán, país en el que vivieron
exiliados en la época de Sadam, y tanto ellos como los kurdos han intentado, sin
ningún éxito visible, que haya una mayor cooperación entre Irán y Estados Unidos
en materia de seguridad en Irak. Mientras tanto, muchos suníes desconfían de
cualquier trato con Irán y muestran su hostilidad sin reservas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El jeque Zaidan ofrece su visión de una posible escalada
del conflicto en Irak que beneficiaría a los suníes: "Creo que Estados Unidos
podría iniciar una guerra civil entre chiíes en el sur, en el que los
norteamericanos apoyarían a los chiíes árabes, las tribus, e Irán, a los chiíes
persas". Dice que sería la oportunidad para los estadounidenses de "descabezar
el Gobierno de Irán y sus milicias en Irak". Los suníes, sugiere, podrían
contribuir a esta lucha.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La probabilidad de lo que apunta Zaidan depende, en gran
medida, de cómo decidan abordar los iraníes, los estadounidenses y los chiíes de
Irak la disputa que mantienen por la hegemonía. Los moderados quizá puedan hacer
de intermediarios para lograr un acuerdo. Pero las opiniones de Zaidan las
comparten muchos en la comunidad suní, donde las posiciones extremistas todavía
tienen mucha fuerza.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En un control policial de Ghazaliya, hablo con un
guardián de Ghazaliya, un suní de 26 años que se identifica como oficial Ahmed.
Me dice que, en su opinión, una purga de chiíes para expulsarles del poder en
Bagdad, tal como propone Zaidan, es una buena idea. Cuando le pregunto cómo es
posible que su barrio haya pasado de ser un bastión de la insurgencia a ser un
modelo de cooperación, su respuesta es vaga. "Cuando empezaron a actuar los
Guardianes de Ghazaliya, los terroristas desaparecieron", afirma. "Ahora no
sabemos dónde están". Cuenta que durante los combates estuvo en otro sitio, y
cuando volvió ya había terminado todo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La versión del pasado reciente que me da el joven
guardián -que él se limitó a mantenerse a cubierto hasta que pasaran las cosas-
me parece poco convincente. En la mayoría de las conversaciones que he tenido
con los iraquíes que colaboran con los estadounidenses, me resulta imposible
averiguar sus motivos. Los norteamericanos, sin duda por la acuciante necesidad
de implantar una seguridad mayor, de poder retirar tropas, parecen demasiado
dispuestos a creerse lo que les cuentan sus nuevos aliados. </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Reportaje en las entrañas de la
guerra (II)<BR></FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>10 muertos por cada dedo de mi
hermano<BR> </FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>El chií Amar prometió matar a 100
hombres por el asesinato de Jafaar <BR></FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Jon Lee Anderson, desde
Bagdad</FONT></STRONG><BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Por casualidad, un iraquí al que conozco bien había empezado
a trabajar para los estadounidenses en una base que se encuentra bajo la
jurisdicción del coronel J. B. Burton. Le llamaré Karim. Es chií y vive en un
barrio de Bagdad en el que hay gran mezcla, justo al este de Ghazaliya. Karim me
contó que él y un amigo suyo, al que llamaré Amar (también he cambiado otros
nombres que aparecen en su relato), han dado pistas para más de 40 redadas de
los estadounidenses, con el resultado de varias docenas de terroristas
capturados.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Según dice Karim, al principio recibió con gran
satisfacción al Ejército de Mahdi, porque proporcionaba cierta protección contra
los extremistas suníes. Sin embargo, la milicia se transformó en una especie de
mafia que extorsiona dinero y secuestra y asesina a sus vecinos, tanto chiíes
como suníes. Los hombres del Ejército de Mahdi en su zona consideran a Karim y
Amar sus amigos y no tienen ni idea de que se dedican a delatarlos. Pero Karim
dice que no sólo engaña al Ejército de Mahdi, sino también a los
norteamericanos.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Amar es amigo de Karim de toda la vida. Hace tres meses, Amar
y su hermano mayor, Jafaar, iban en la furgoneta de un amigo, Sayeed, cuando un
grupo de hombres armados les hicieron detenerse. Amar reconoció que eran
miembros del Ejército de Mahdi y supuso que iban a saludarlos. Cuando Sayeed
frenó, el vehículo recibió una lluvia de disparos. Amar se agachó todo lo que
pudo, mientras los pistoleros vaciaban sus Kalashnikovs. Salió ileso, pero
Jafaar y Sayeed murieron.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esa noche, Amar le dijo a Karim que, en el depósito de
cadáveres, había jurado por el cadáver de su hermano que se vengaría. Prometió
matar a cien hombres de Mahdi, 10 por cada uno de los dedos de Jafaar. Su madre,
Um Jafaar, estaba de acuerdo, y le pidió a Karim que ayudara a su hijo. Él
aceptó.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Su primera preocupación era asegurarse de que los
milicianos de Mahdi no sospechasen de ellos. Durante el entierro de Jafaar,
dieron grandes voces en contra de una tribu suní que vivía cerca. Pronto se
corrió la voz de que los familiares y amigos de Jafaar culpaban de su muerte a
los suníes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Además, Karim y Amar decidieron que sería más fácil
cometer los asesinatos si se ganaban la confianza de los estadounidenses. Karim
fue a una base militar próxima y habló con un capitán. "Le dije al capitán: 'Si
me ayuda, le ayudo. Amo mi país y a mis vecinos. Los Mahdi han matado a muchos
amigos míos, y también a soldados americanos. Quiero cooperar'". Karim le dio al
capitán los nombres de dos de los hombres que habían matado a Jafaar. El capitán
respondió que, si les detenían, Karim cobraría algo de dinero. Él se negó: "Si
cojo el dinero, eso me convierte en espía, y yo soy un caballero, no un
espía".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Karim puso al capitán en contacto con Amar, que encaminó
a los soldados estadounidenses hacia las casas en las que se encontraban los dos
pistoleros. La operación fue todo un éxito. "Encontraron muchos fusiles y
pistolas", explica Karim. "Los detuvieron, investigaron y quedaron convencidos
de lo que eran: unos asesinos. Uno era joven, 15 ó 16, y había matado a cinco o
seis personas. Estaba empezando. Ahora está en Bucca", un campo de prisioneros
de EE UU en el sur de Irak.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Entonces empezamos a matar", dice Karim. Su primera
víctima fue el padre del pistolero más joven. Cuando le pregunté si el padre
había tenido algo que ver con el asesinato de Jafaar, se quedó desconcertado, y
dijo que no, pero que había sido agente de los servicios de espionaje con Sadam
y que seguramente también había matado a alguien (en las vendettas tribales de
Irak, es frecuente considerar a los familiares varones como blancos legítimos).
Ahora, el padre era taxista. Karim le dijo a la hermana de Amar que, cuando le
viera salir de su casa, le hiciera señas para parar y pidiera que le llevase
hasta un almacén a las afueras de un barrio suní. "Amar y yo le seguimos",
cuenta. "Ella se bajó y cruzó la calle. Yo le indiqué a Amar: 'Ahora".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Amar se colocó con su coche delante del taxista. "Amar se
bajó del coche y le disparó en el rostro. Yo había puesto en la pistola, una SIG
Sauer, cinco balas dum-dum y cuatro normales. Con una dum-dum basta para matar a
un hombre. Le dije que no disparase más que cuatro y dejara alguna de reserva,
por si acaso, pero utilizó todas". (Según Karim, Amar se disculpó después.
"Dijo: 'Lo siento, no pude evitarlo, me volví loco").</DIV>
<DIV align=justify><BR>Luego fueron a ver a un jeque suní al que conocía Karim,
cuyo hermano estaba con los insurgentes. El hermano y sus hombres secuestraron a
seis milicianos de Mahdi, entre ellos cuatro del grupo que había matado a
Jafaar. Les llevaron a una casa en Mansur, una zona suní, a la que acudieron
Karim y Amar. "Estaban atados y llevaban la cabeza tapada. Amar les dio una
paliza excesiva; yo no", dice Karim. "Fingimos ser muyahidines suníes. Les
dijimos: 'Si nos contáis la verdad os soltaremos, pero si no, os mataremos'. Por
supuesto, era mentira".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los hombres explicaron que su objetivo había sido Sayeed;
Jafaar tuvo la mala suerte de estar en el coche. "Dijeron que habían matado a
Sayeed porque era miembro de Badr", la rama militar del Consejo Supremo Islámico
de Irak, un gran rival del Ejército de Mahdi, "y porque colaboraba con los
americanos. Pero no es verdad. Le mataron porque era rico y no respetaba al
Ejército de Mahdi. Tenían envidia".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Karim dice que él se fue antes de que acabara el
interrogatorio, y que no habló con Amar hasta el día siguiente. "Cuando le vi,
me dio un beso. Me dijo: 'He dejado tres cuerpos junto a las vías del tren y dos
en la calle del Canal, para que se los lleven al depósito'".</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Repliqué: '¿Y el sexto, dónde está?' Amar me explicó:
'Se lo llevó el hermano del jeque, porque cree que mató a su primo".</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Los asesinatos prosiguieron. Al cabo de 15 días, fueron a ver
a Um Jafaar, la madre de Amar. "Le conté quién estaba muerto y quién en la
cárcel. Se alegró mucho", dice Karim. "Luego dijo: '¿Queréis verme completamente
consolada?" Um Jafaar les pidió que le llevaran fragmentos de los cuerpos de los
hombres muertos. Amar hizo lo que le había pedido.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"A un hombre le cortó la oreja cuando todavía estaba
vivo", cuenta Karim. "Pero te juro que Amar no ha matado nunca a nadie que fuera
inocente".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Dice que Amar ha matado a 18 ó 20 hombres. "Al cabo de un
tiempo, le dije a Amar que parase. Mi mujer también estaba muy enfadada conmigo.
A mí no me gustaba hacer eso, pero era nuestro deber. Teníamos que matar a esos
hombres, porque ellos estaban matando demasiado. Con las muertes de algunos de
ellos, mis vecinos se alegraron; a veces, hasta los propios hombres de
Mahdi".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Karim menciona al capitán estadounidense con el que
trabaja Amar. "Amar es amigo del capitán, pero él no está enterado de esto". Y
añade: "Amar era amigo de los Mahdi, verdadero amigo. Y te voy a ser sincero. Si
no hubieran matado a Jafaar, seguiría siéndolo".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Amar le dijo a Karim que no dejaría de matar hasta que
alcanzase su objetivo de cien víctimas. "Ahora tiene ansia de matar", dice
Karim. "A veces creo que quizá se ha vuelto un poco loco".</DIV>
<DIV align=justify><BR>En días sucesivos, confirmo que Amar está trabajando con
el ejército estadounidense; también oigo que le da empleo un gran contratista
militar privado. El caso de Amar subraya uno de los numerosos peligros que
supone librar una guerra en una tierra cuya lengua y cultura son incomprensibles
para la mayoría de los soldados. El ejército de EE UU puede hacer poca cosa sin
la ayuda de aliados locales en todos los niveles, desde colaboradores como Amar
hasta dirigentes políticos. Paradójicamente, las redadas perfectamente provistas
de los estadounidenses son los momentos que más dejan al descubierto su
vulnerabilidad en Irak. Los norteamericanos siempre van acompañados de sus
espectrales Terps. A menudo actúan en función de chivatazos cuyas fuentes no
están claras, sin saber qué hay detrás de ellos. Entre los iraquíes que he
conocido que trabajan con los estadounidenses, los motivos parecen variar entre
los pecuniarios -trabajo y un buen salario- y los patrióticos, o una mezcla de
ambos. Ahora bien, en gran medida, su lealtad a la hora de la verdad es algo que
está por demostrar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La furia asesina de Amar no representa quizá ese tipo de
problema para el ejército estadounidense, suponiendo que todas sus víctimas sean
verdaderamente "malas". En las guerras, matar adquiere una especie de lógica
perversa y, a veces, puede llegar a considerarse parte de la solución. El
coronel Burton me dice con toda claridad que, cuando oyó que en la zona bajo su
mando habían "liquidado", como dice él, a un líder tristemente famoso de la
milicia chií, no lo lamentó en absoluto: "Si está muerto, significa que una gran
zona que estaba dominada por él se ha librado de su control". No obstante,
reconoce que el asesinato del líder chií desató una serie de venganzas entre
facciones y hubo que dictar el toque de queda en el barrio. (Según me enteré más
tarde, al líder de la milicia le mató el mismo hombre que ayudó a Amar a
secuestrar a seis de sus víctimas, los seis hombres a los que torturó antes de
matarlos).</DIV>
<DIV align=justify><BR>En otro momento, le digo al coronel Burton que he oído
hablar de que algunos iraquíes que colaboran con Estados Unidos llevan a cabo
asesinatos por venganza. Me responde: "Voy a intentar ser claro: sé que
trabajamos con personas que han suministrado información que ha permitido la
captura de criminales y alijos de armas. También nos han llamado y nos han dicho
que sabían dónde podíamos encontrar los restos de personas a las que buscábamos.
En Irak hay una forma de justicia que es tradicional, pero hacemos todo lo
posible para adelantarnos".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las venganzas tribales son una característica esencial de
la guerra de Irak desde que comenzó. La historia de Amar puede ser peculiar por
la amplitud de sus ambiciones -un centenar de hombres a cambio de su hermano-,
pero ese tipo de crímenes es corriente. Al menos parte del ímpetu inicial de la
insurgencia iraquí surgió en la primavera de 2003, cuando unos soldados
estadounidenses en Faluya dispararon y mataron a 17 manifestantes y varios
familiares de los muertos quisieron vengarse mediante el asesinato de
norteamericanos. En las familias tribales, suele ser la matriarca la que empuja
a la vendetta, tal como hizo la madre de Amar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Um Jafaar es una anciana muy guapa. Cuando llego a su
casa, acompañado de Karim, viste una abaya (una túnica) negra, y veo que tiene
tatuajes tribales en la barbilla y las manos. Me invita a sentarme en el sofá y
se sienta en un sillón cercano. Las tres hijas pequeñas de Jafaar nos observan.
Cuando le pregunto si desea venganza por la muerte de su hijo, se levanta de la
silla, se aproxima y me besa en la cabeza.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Sí, quiero venganza", dice. "Soy una madre que perdió a
su hijo por nada". Empieza a llorar con sollozos desgarradores. Cuando se
recobra, Um Jafaar señala a sus nietas. "Fíjese, no tienen padre", dice. "¿Por
qué?"</DIV>
<DIV align=justify><BR>Me cuenta que lleva los fragmentos de los cuerpos de las
víctimas de Amar, envueltos en tela, a la tumba de su hijo en la ciudad santa de
Nayaf, y los entierra allí. "Hablo con mi hijo, le digo: 'Mira, estos trozos son
de quienes te mataron, me he vengado'". Traza un círculo horizontal con la mano
y prosigue: "Los pongo alrededor de la tumba. Hasta ahora, he llevado una mano,
un ojo, una nuez, dedos de la mano y del pie, orejas y narices" (Karim ha
contado que la mano apestó la casa durante días). Le pregunto a cuántos hombres
de Mahdi ha matado Amar. "No sé: ¿Dieciocho, veinte? Pero mi corazón sigue
sangrando. Aunque los matemos a todos, nada me consolará", asegura.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Los americanos los cogen y los meten en la cárcel",
sigue Um Jafaar. "Pero ésa no es la solución, ¡hay que matarlos!" Se vuelve
hacia mí: "Dígale a los soldados americanos que estoy dispuesta a luchar con
ellos contra el Jaish al Mahdi. Soy mujer, pero estoy dispuesta. Cuando vengan
aquí, sacrificaremos todo por ustedes, porque ustedes no han matado a mi hijo.
Rezo por los americanos -aunque sean cristianos y judíos- y al profeta Mahoma
para que les proteja".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hace unos días, me cuenta Um Jafaar, estuvo en el funeral
de un soldado del Ejército de Mahdi y se enteró de que uno de sus camaradas
había jurado vengarle: Dijo: "Si antes les decapitaba cortándoles el cuello,
ahora lo haré cortándoles a la altura de la boca", y hace un gesto para mostrar
cómo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Suena el teléfono móvil de Karim. Contesta y empieza a
hablar en árabe. Después me dice que era Amar, que estaba por ahí con una
patrulla estadounidense. "Han cogido a dos del Jaish al Mahdi, y los Terps de
los americanos están obligándoles a bailar a punta de pistola", se ríe. Pregunto
a Karim si puedo hablar con Amar. Me dice que ya verá.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Varios días después de conocer a Um Jafaar, Karim
organiza un encuentro con Amar. Es un hombre de treinta y tantos años, con la
cabeza afeitada, un rostro carnoso y desigual y un bigote frondoso. Tiene un
aire inquietantemente sereno, y me resulta difícil mantenerle la mirada mucho
tiempo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Amar habla en tono monocorde y con naturalidad. "Jafaar
tenía diez dedos; cada uno de sus dedos valía lo mismo que diez tipos del Jaish
al Mahdi", explica. "Así que decidí vengarme en cien de ellos. Hasta ahora, me
he vengado en veinte".</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Cuenta a los que ha ayudado a que capturen los
estadounidenses?, le pregunto.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Amar niega con la cabeza. "Algunos están en la cárcel",
dice. "Si les dejan en libertad, les mataré. Si no, mataré a sus hermanos o sus
padres. Hoy tengo a uno en mente". Karim y él hablan un momento en árabe. Karim
se vuelve hacia mí y me dice: "Sí, ese hombre se lo merece. Ha matado a unas 300
personas en Bagdad".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Amar habla de un barrio próximo. "A casi todos los cojo y
los mato allí", dice. "Está a dos minutos de Hay al Adil, un barrio suní. Los de
Jaish al Mahdi creen que la gente de Hay al Adil es la que está matándolos",
sonríe con languidez. "Vienen conmigo porque son amigos. Confían en mí, esos de
Jaish al Mahdi". También cuenta que invita a los hombres de Mahdi a un almacén
de su propiedad "para comer, beber, o hacer carreras de pichones. Me invento
cosas distintas". Una vez allí, introduce alguna droga en su té o sobre los
dátiles que les ofrece. "Se duermen y entonces les doy un disparo en la cabeza".
A veces, les degüella.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Los americanos son demasiado honorables, limpios", dice.
"Tienen que matar a esos tipos. Son gente sucia. En cualquier caso, si ellos no
los matan, lo hago yo. Pero, como ayudo a los americanos a detenerlos, eso hace
que no sospechen de mí".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Antes de la muerte de Jafaar, Amar tenía sus faltas: la
bebida, las mujeres. En su búsqueda de venganza, se ha acercado a Dios, y eso,
dice, es lo que le permite seguir adelante. "Dios quiere que mate a esa gente.
Matar gatos está haram, pero matar a los de Jaish al Mahdi está bien," dice.
"Han estrangulado a honrados suníes ante mis ojos. Y yo no creo que haya
diferencias entre los suníes y yo; me indigna todo eso. Los Mahdi no son como
antes; ahora matan a chiíes y a suníes sin razón alguna. Si voy al infierno,
estaré a gusto, porque me habré vengado". Añade: "Sinceramente, creo que sólo
dormí mal después del primero, porque antes no había matado nunca. Después,
empezó a parecerme normal".</DIV>
<DIV align=justify><BR>La semana pasada, volví a hablar con Karim. Me dijo que
había pasado algo, que ahora hay motivos para creer que el Ejército de Mahdi se
ha enterado de que Amar tiene que ver con los asesinatos. Karim le está animando
a que se vaya de Bagdad, al menos durante un tiempo. Si no lo hace, hay muchas
probabilidades de que se convierta en un blanco. Pero, por ahora, Amar se limita
a llevar una vida discreta.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><EM><STRONG><FONT color=#000080 size=4>Correspondencia de
Prensa - boletín informativo - red solidaria<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></STRONG></EM><A href="mailto:germain5@chasque.net"><EM><STRONG><FONT
color=#000080 size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></EM></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV></FONT></BODY></HTML>