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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario</FONT></U></EM>
<BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición internacional
del Colectivo Militante<BR><U>7 de febrero 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Colombia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Claves para entender la marcha del 4
de febrero </STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>La marcha del 4 de Febrero ha
sido, como se podía imaginar, un éxito contundente en cuanto a
participación</FONT></STRONG>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Los reportes hablan de 1 millón de
personas solo en Bogotá</FONT></STRONG></DIV></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Simone Bruno *<BR><BR></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Alai-amlatina<BR></STRONG><A
href="http://alainet.org"><STRONG>http://alainet.org</STRONG></A></FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><BR>La gente ha marchado en más de 50 ciudades
colombianas y otras 130 en todo el mundo. La atmósfera ha sido muy tranquila y
por la calle han desfilado personas de todos los extractos sociales, desde los
ricos de los barrios bien hasta los habitantes de las áreas más degradadas.
Indudablemente un evento histórico, a tal punto que se la considera como una de
las más grandes marchas de la historia del país. No se ha verificado ningún
problema de orden público. La consigna de la marcha era: “No más FARC, no más
secuestro”, pero mucha gente desfilaba también con pancartas en contra de los
otros actores armados y en favor del acuerdo humanitario.<BR><BR>Uno pocas
centenares de personas han acompañado a los familiares de los secuestrados que
han decidido no marchar y organizar una liturgia en la Iglesia del Voto
Nacional.<BR><BR>Ha sido un día de fiesta cívica inusual en Colombia, que se ha
unido por la paz. Este insólito evento, por realizarse en un país que
generalmente no se expresa masivamente en las calles, no obstante ser uno de los
más conflictivos del planeta, puede tener por lo menos 3 claves de lectura: el
rechazo, la manipulación y la expropiación del dolor.<BR><BR><STRONG>El
rechazo</STRONG><BR><BR>Ya son 6 las generaciones de colombianos que han nacido
y se han criado en el contexto de la guerra y han tenido que acostumbrarse a
magnicidios, violencia, desapariciones, desplazamiento y secuestro. La falta de
un “post-conflicto” por 60 años ha hecho que los colombianos no hayan podido
“vomitar sus muertos”, como lo sugirió el premio Nobel José Saramago en un
reciente viaje al país, o sea no hayan podido analizarse, en una situación
pacificada, para aprender de sus errores y no volver a repetirlos. Un conflicto
tan largo tiene pocas referencias en los tiempos modernos como para poder
comparar y analizar los efectos sociales sobre la población.<BR><BR>Pero un
conflicto tan largo demuestra también, que existe, en las clases dominantes, una
incapacidad, cuando no una falta de voluntad, para poner fin al conflicto. Cosa
que contrasta fuertemente con las ganas y la ilusión de vivir en un “país
normal” de la mayoría de la población. Esto es posible porque Colombia es un
país quebrado: por una parte las ciudades volcadas hacia la modernidad, el lujo,
y hacia modelos económicos globalizados, y por otra parte, el campo, las áreas
rurales, atrasadas y ahogadas en la guerra y la violencia.<BR><BR>Unos de los
pocos hechos que lleva el conflicto a las clases medio altas de las ciudades es
el secuestro. Los actores armados trasladan físicamente a políticos y a gente
común en medio de la selva y de la guerra, creando un cordón umbilical que une
las dos partes de esta Colombia rota por la violencia.<BR><BR>En este escenario,
la marcha del 4 de febrero, organizada por un grupo de la red Facebook, es una
novedad, una de las pocas ocasiones en las cuales la población sale a la calle
en forma masiva.<BR><BR>Los colombianos han interiorizado la impotencia y el
dolor por su país, y se esfuerzan por borrar el conflicto de su
mente.<BR><BR>Por esto, la fuerte reacción frente a las inhumanas condiciones de
los rehenes en manos de las FARC es positiva y podría marcar un despertar de la
sociedad. Es un raro momento de espontáneo y genuino rechazo a la violencia que
vive el país.<BR><BR>Pero es un rechazo a un conflicto que la gente no conoce.
La mayoría de los colombianos ignora las formas, los números de la violencia de
su país y la naturaleza de los actores en armas. No existe una sociedad civil
organizada y consciente que haga un llamado a una multitudinaria marcha de
rechazo, existen poderes fuertes que aprovechan este espontáneo sentimiento para
encaminarlo hacia sus intereses.<BR><BR><STRONG>La
manipulación</STRONG><BR><BR>El presidente Uribe llegó al poder en el 2002
después de 4 años de un infructuosos e interminable proceso de paz. Un proceso
nacido con gran expectativa, transformado en un engaño y enterrado
indudablemente como consecuencia de los hechos del 11/9/2001. Las elites
colombianas se convencieron que, en el nuevo escenario internacional, era
posible derrotar militarmente a la guerrilla, evitando un ajuste social que
inevitablemente hubiera conllevado un acuerdo de paz con el grupo
guerrillero.<BR><BR>Uribe niega la existencia de un conflicto, trasforma a los
actores armados de políticos a simples terroristas, y hace de la opción armada
la única solución.<BR><BR>Construye un discurso político en donde todo tiene
sentido y se justifica en cuanto existe un enemigo terrorista que se tiene que
aniquilar, a continuación vienen los planes militares, las batallas se
intensifican y la victoria final parece siempre cuestión de días.<BR><BR>Sin
embargo, esta postura no permite soluciones negociadas y no prevé terceras
posiciones. Existen solo uribistas o guerrilleros. Pero, sin un enemigo, el
beligerante presidente podría retirase junto con su gobierno; sin un conflicto,
el ejército colombiano tendría que renunciar a las enormes cantidades de ayudas
de los EE.UU. que asciende al 6.5% del PIB y a su poder casi ilimitado sobre la
población civil. La realidad es que la paz no la quiere nadie en el gobierno y
en las elites colombianas. Mientras que hay guerra hay negocio.<BR><BR>Uribe se
transforma en el bien absoluto contrapuesto a la guerrilla que se vuelve simple
terrorismo y encarnación del mal. El conflicto armado se banaliza y el
paramilitarismo se tiende a justificar como un mal menor frente al horror de las
FARC.<BR><BR>Para poder sustentar este discurso, el presidente hace una
utilización masiva de los medios de comunicación complacientes. La mayoría de
los colombianos que vive el día a día ni se entera de lo que está sucediendo
fuera de las pantallas de la TV. La visión oficial del conflicto armado se
vuelve la única realidad, la guerrilla y sus crímenes el único
enemigo.<BR><BR>Klaudia Girón, profesora de Psicología de la Universidad
Javeriana comenta: “De este escenario se desprende que a partir de esa imagen
desfigurada del conflicto, se ha ido configurando un país cada vez más
desinformado y aterrorizado[…] La mayoría de la gente ni sabe, ni quiere saber
las atrocidades que comete el Estado o los paramilitares”.<BR><BR>Así que cuando
los colombianos bajan a la calle a marchar, lo hacen en contra del único enemigo
que conocen. Consecuentemente humillan a las víctimas de los otros actores y
legitiman el proyecto beligerante del presidente.<BR><BR>Es claro que el
Gobierno quiere aprovecharse de la jornada para afianzar su imagen como el
principal referente anti-FARC en el país, y por esa vía abrirle paso a una
eventual segunda reelección presidencial.<BR><BR><STRONG>Expropiación del
dolor</STRONG><BR><BR>Cuando los organizadores se niegan marchar contra todas
las violencias y deciden marchar solo contra las FARC, desconocen a las víctimas
de los otros actores armados y las vuelven invisibles. Se reconoce la atrocidad
que viven los más de 700 secuestrados en mano de las FARC, pero se suprime la
realidad de un país destrozado por las violencias paramilitar y estatal; peor
aun, estas se legitiman. Prueba de ello, es que los jefes paramilitares
respaldaron, en un comunicado, la marcha del 4 de febrero.<BR><BR>En Colombia
120.000 personas, según cifras de la Comisión Nacional de Reconciliación y
Reparación (CNRR), se han identificado como víctimas del paramilitarismo ante la
Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía General de la Nación. Se piensa que los
desaparecidos a manos de los paramilitares de las AUC (Autodefensas Unidas de
Colombia) podrían llegar a 14.000. ¡Las AUC no tienen rehenes, llenan fosas
comunes!<BR><BR>Con las AUC, el gobierno Uribe ha adelantado un proceso de paz
muy cuestionado, en este marco, una sentencia de la Corte Suprema de Justicia ha
declarado que no se puede aplicar el crimen de “sedición” a los integrantes de
las AUC, porque no se levantaron en contra del Estado, sino a su
favor.<BR><BR>Efectivamente, más de 60 congresistas y políticos uribista están
involucrados en el escándalo conocido como la “parapolítica” y se los acusa de
haber financiado y creado grupos paramilitares. Entre estos se encuentra el
primo del Presidente, Mario Uribe.<BR><BR>Hablando solo del 2008, entre el 31 de
diciembre y el 14 de enero, el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado
(MOVICE), reportó que presuntos paramilitares de ultraderecha han asesinado a 12
personas, han desaparecido a nueve, han obligado a 120 a desplazarse y han
herido a otras tres.<BR><BR>“Pareciera que esas víctimas son inexistentes”,
escribió Iván Cepeda Castro, presidente del MOVICE, en una carta al presidente
Álvaro Uribe. “Ni los gremios empresariales, ni la Iglesia ni los alcaldes, ni
los gobernadores, ni los grandes medios de comunicación convocan a marchas de
rechazo ciudadano ante esos crímenes”, agregó, en referencia a la manifestación
del 4 de febrero.<BR><BR>En la carta, Cepeda continúa: “¿Cuándo se pronunciará
Usted sobre los crímenes contra la humanidad que siguen cometiendo los grupos
paramilitares? ¿Cuándo hará una alocución solemne para condenar las
desapariciones forzadas masivas que han llevado a miles de compatriotas a fosas
comunes y cementerios clandestinos?”.<BR><BR>La marcha del 4 de febrero expropia
a todas la victimas del conflicto de su dolor. No es casual que ninguna
organización de víctimas, o de derechos humanos la haya apoyado.<BR><BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* Simone Bruno es periodista italiano.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=3><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT color=#0000ff
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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