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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario</FONT></U></EM>
<BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición internacional
del Colectivo Militante<BR><U>14 de febrero 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Marxismo<BR><BR>Rosa Luxemburgo:
conciencia, autodeterminación y partido <BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Un problema y una tarea más que
actuales<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT
size=3></FONT></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Guillermo Pessoa
*</FONT><BR></DIV></STRONG></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Revista Socialismo o Barbarie
</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.socialismo-o-barbarie.org/"><STRONG>http://www.socialismo-o-barbarie.org/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><BR> </DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><EM>"Si el proletariado no elige sus
propios conductores y resguarda celosamente su autonomía frente a ellos, está
perdido. El conductor es un mero órgano de dilucidación y ejecución de las
intuiciones y la voluntad de las masas, o deviene inevitablemente su Judas. Por
eso es que la lucha por esclarecer el sentido de autonomía y responsabilidad de
las masas, es el primer paso indispensable hacia su liberación. Su mayor peligro
- como advirtió el jefe de la Revolución de Octubre - es la adulación corrosiva
del demagogo, que la exalta como masa en sí, haciéndola olvidar que millares de
esclavos en la Guerra de Secesión defendieron sus cadenas y millones de obreros
fueron la Guardia Suiza de Mussolini e Hitler. No es partiendo de la disciplina
impuesta por el Estado capitalista al proletariado - en el cuartel, en la
fábrica, etc - sino extirpando hasta la última raíz estos hábitos de obediencia
y servilismo, como la clase obrera podrá adquirir el sentido de autodisciplina
libremente consentida".</EM> (“Rosa Luxemburgo”, Luis Franco)<BR></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial
size=2><STRONG>Introducción</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>El epígrafe que antecede resume un poco los objetivos de
este trabajo. La reivindicación del proletariado como el sujeto social del
cambio revolucionario presupone su organización. Ésta no es más que la expresión
más acabada de su conciencia de clase (conciencia posible en los términos del
primer Lukács) y que como tal, no ahoga, sino que por el contrario tiende a
desarrollar la autonomía y el espíritu crítico de ese mismo sujeto. Dicha
autodisciplina - requisito insoslayable para su emancipación - no se logra
emulando la rigídez cuartelaria de la fábrica o de los propios sindicatos
burocráticos del estado burgués, sino combatiéndola tenazmente y construyendo
organismos que expresen y desarrollen el sentido de autodeterminación carente en
aquéllos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Intentaremos en este artículo, desarrollar esa línea de
pensamiento en una de las grandes teóricas y militantes del socialismo
revolucionario como es Rosa Luxemburgo. Procuramemos observar como no sin
disrupciones y encauzamientos, los ejes de organización, conciencia y
autodeterminación forman una constante en su accionar político. Poner sobre el
tapete estas cuestiones no obedece a un mero afán erudito sino a uno de los
problemas (y tareas) más importantes del momento histórico que vivimos.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>En los albores del siglo XXI</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Fundamentalmente en América Latina - aunque no sólo aquí
- a partir de una serie de rebeliones populares con un fuerte predomino de los
sectores ocupados, además de poner en cuestión los gobiernos neoliberales
clásicos de la década del noventa; enviaron en cierta forma al cesto de los
trastos viejos la premisa que sostenía la inevitabilidad del capitalismo y su
perduración indefinida. Como toda afirmación determinista - muchos marxistas
hicieron profesión de fe de ella aunque en sentido inverso cuando proclamaban la
ineluctabilidad de la llegada del socialismo, algo que Trotsky llamaba el
fatalismo revolucionario - olvidaba que la historia “no hace nada” y que son los
sujetos sociales los que direccionan la realidad en uno u otro sentido. Esto
permite que en la agenda política, al menos la de cierta vanguardia, vuelva a
estar hoy presente el proyecto socialista como superación efectiva del orden de
cosas vigente. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Claro está que una vez que se asume esto como posible e
incluso como deseable, la necesidad de la organización - y más importante aún,
qué tipo de organismo requiere dicho proceso de transformación -, “el peso de
los muertos golpea sobre la cabeza de los vivos”. El ya citado fatalismo
revolucionario no fue otra cosa que el revestimiento de sentido común que las
burocracias que dirigían al movimiento obrero - ya sea al frente de un estado,
como de un sindicato o de un partido - lucían para mantener sus privilegios de
casta y una estructura organizativa que impedía todo atisbo de democracia
proletaria. Devino en su Judas como brillantemente dice Luis Franco en la cita
del comienzo. Ese lastre que - digámoslo - también arrastró a gran parte del
movimiento troskista pese a que no había un privilegio material que defender en
su interior, hizo que se lograra asimilar organización con burocratización.
Aquélla devino lo opuesto a la autodeterminación. Parecieron convertirse en un
par de opuestos irreconciliables. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Rastrear en algunos textos y acciones de la
revolucionaria polaca nos permitirá comprobar que dichos problemas ya se
hallaban en parte presentes en la coyuntura histórica que le toca protagonizar,
y observar cómo dicha “tensión” entre ambos polos de la ecuación intentó
resolverla sin anular, ni tampoco simplemente reconciliar, a los mismos. Hay en
ese legado aspectos que nos parecen conservan hoy plena actualidad. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La bellota y la encina, la revolución sobre una
avenida tranquila</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La segunda mitad del siglo XIX - aquélla en donde la
palabra progreso se escribía con mayúscula - presenta el auge de cierto
cientificismo con fuertes incrustaciones positivistas que emergen con fuerza en
el ámbito de las ciencias sociales y de las cuales no resultan exentas las
diversas expresiones marxistas europeas. Kautsky en Alemania y Aquiles Loria en
Italia serán no los únicos pero quizá sí, los más claros exponentes de esa
influencia. El mundo marchaba hacia el socialismo casi como un tranquilo pase de
ballet decimonónico. Rosa es una de las primeras en advertir el peligro de esta
cosmovisión. Es cierto también que dicha toma de conciencia no la obtuvo de la
noche a la mañana. En uno de sus trabajos más importantes - nos referimos a
“Reforma o Revolución” de 1899 - polemizando duramente contra Berstein, a la
sazón uno de los líderes más importantes de la socialdemocracia alemana y padre
de su línea política; la dirigente de origen polaco parece también adherir a la
idea de cierto tránsito indoloro a la nueva sociedad socialista, en donde el
partido es sí su comadrona, especie de partera que puede y debe morigerar los
ritmos del alumbramiento, pero el cual de todas maneras arribará en forma
inevitable.[1] </DIV>
<DIV align=justify><BR>Es más, muchos socialdemócratas alemanes pensaban que con
el arribo del nuevo siglo, el socialismo llegaría envuelto en una urna electoral
y con la venia del propio estado al cual cada vez más costaba denominar como
burgués. En un texto de 1903 mucho más matizado, y que paradojicamente se titula
Esperanzas truncadas, Rosa escribirá: </DIV>
<DIV align=justify><BR>“La visión propia de las masas en sus tareas y caminos es
por tanto una condición ineluctable de la acción socialdemócrata, así como
antes, su falta de visión era la condición de las acciones de las clases
dominantes... El único papel de los llamados ‘líderes’ en la socialdemocracia,
consiste en aclarar a las masas su tarea histórica. La imagen, la influencia del
‘líder’ en la socialdemocracia crece sólo en relación a su capacidad de
aclaración. Es decir, en relación a la destrucción del fundamento de los
liderazgos que han imperado hasta la fecha, la ceguera de las masas. La
‘dictadura’ de un Bebel, es decir, su enorme presencia y su influencia, está
sólo basada en su enorme obra de aclaración a las masas sobre su capacidad
política... La tendencia dominante del movimiento socialdemócrata, es y será: la
abolición del ‘líder’ y las masas ‘dirigidas’ en el sentido burgués, condición
histórica de toda la dominación de clase”. [2] </DIV>
<DIV align=justify><BR>Aquí aparece casi recurrentemente el término “aclarar”
para designar el rol, la función, que el partido (la vanguardia que guía a la
clase como señalaba en el opúsculo contra el revisionismo bersteniano) tiene
para con ésta, o al menos para con su sector más dinámico: el de traducir su
accionar cotidiano - gremial - y dotarlo de una perspectiva política. Dicho
proceso de “aclaración” (y aquí hay una observación formidable de Rosa que la
aleja de todo iluminismo y la acerca a las famosas tesis feuerbachianas de Marx)
se ve permanentemente retroalimentado. El educador debe también ser educado y
aprender mientras enseña (“saber escuchar mientras aclara”). Por eso el
dirigente revolucionario tiende a abolir la “dirección” en sentido burgués, que
es el modelo que comienza a despuntar en el partido alemán y en muchas
organizaciones obreras, complemento perfecto a su visión fatalmente
teleológica.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Huelga de masas, partido y sindicatos (1906) trabajo ya
de plena polémica con la dirección del SPDA y con la experiencia fresca de la
revolución rusa de un año antes (ejemplo de fuerte iniciativa de las masas), nos
permite observar cómo - alejada de todo vanguardismo estéril y también de un
espontaneísmo que muchas veces se le endilgó - Rosa aborda desde otro ángulo los
mismos problemas de organización y conciencia, de los aspectos objetivos y
subjetivos. Allí dirá: </DIV>
<DIV align=justify><BR>“Además, la iniciativa y la dirección concientes
tropiezan con límites muy definidos. Durante la revolución le resulta
extremadamente difícil a cualquier organismo dirigente del movimiento proletario
calcular y prever las oportunidades y los factores que pueden conducir a una
explosión. Aquí también la iniciativa y la dirección no consisten en impartir
órdenes según los propios deseos sino en la adecuación más hábil a la situación
dada y el contacto lo más estrecho posible con el estado de ánimo de las
masas... Proveer de línea y dirección a la lucha; disponer las tácticas a
utilizar en cada fase y cada momento de la lucha política de modo tal que toda
la fuerza disponible del proletariado, ya soliviantado y activo, encuentre
expresión en el plan de batalla del partido; cuidar de que las tácticas que
resuelven aplicar los socialdemócratas sean resueltas e inteligentes y nunca
caigan por debajo del nivel exigido por la real relación de fuerzas, sino que lo
superen; ésa es la tarea más importante de la organización dirigente en una
etapa de huelga de masas. Esta dirección se va convirtiendo, en cierta medida,
en dirección técnica. Una táctica coherente, resuelta, progresiva, por parte de
los socialdemócratas produce en las masas un sentimiento de seguridad, confianza
en sí mismas y deseos de luchar; una táctica vacilante, débil, basada en la
subestimación del proletariado paraliza y confunde a las masas.” [3] </DIV>
<DIV align=justify><BR>Y a continuación, dejando entrever que todavía no ha roto
definitivamente con cierto optimismo mecanicista en cuanto a cuál es la
dirección del proceso histórico (no le carguemos las tintas en relación a esto,
ya veremos por qué), esboza la que es una magnífica definición del partido
revolucionario cuando afirma: </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>“Los socialdemócratas constituyen la vanguardia más
esclarecida y conciente del proletariado. No pueden ni atreverse a esperar de
manera fatalista, con los brazos cruzados, el advenimiento de la ‘situación
revolucionaria’, aquello que, en toda movilización popular espontánea, cae de
las nubes. Por el contrario; ahora, al igual que siempre, deben acelerar el
desarrollo de los acontecimientos. Esto no puede hacerse, empero, levantando
repentinamente la ‘consigna’ de huelga de masas al azar y en cualquier momento
sino, ante todo, propagandizando antes las capas más amplias del proletariado el
advenimiento inevitable del período revolucionario, los factores sociales
internos que lo provocan y las consecuencias políticas del mismo.” [4] </DIV>
<DIV align=justify><BR>De no menor importancia es recalcar que al plantear esto,
Rosa también está aventando una falsa discusión, aquélla de “ganar a la
vanguardia o ganar a las masas”. Atento a ello remarcará que la línea política -
como no puede ser de otra manera - está pensada para las “amplias capas del
proletariado” pero ésta sólo se corporiza cuando su sector más avanzado (su
vanguardia) la hace suya. Es ella la mediación inevitable que requiere el
proceso. Para que lo anterior no se asemeje a “vanguardismo” alguno,
reproduzcamos otro fragmento, contemporáneo al que ya conocemos:</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Este primer experimento debería ser para nuestro partido
una pauta y una advertencia de que las manifestaciones masivas tienen su propia
lógica y su psicología, con las que debe contar, como precepto obligatorio, los
políticos que quieran dirigirlas... Y si se quiebra en la dirección del partido
la decisión de dar a las masas las consignas necesarias, en el momento oportuno,
entonces se apodera de ellas invariablemente una cierta frustración, el ímpetu
desaparece y la acción, en sí misma, decae (...) Una huelga de masas
“prefabricada” por una simple resolución de partido, emitida una buena mañana
como un escopetazo, es simplemente una fantasía pueril, una quimera
anarquista... Por ello la decisión de una inminente acción de masas únicamente
puede partir de la masa misma. La liberación de la clase obrera puede ser obra
únicamente de la clase obrera misma, esta frase del Manifiesto Comunista,
indicadora del camino, tiene también validez en lo particular; también en el
interior del partido debe surgir el convencimiento y decisión de la masa de
militantes y no de la iniciativa de un puñado de dirigentes.” [5] </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Un cadáver hediondo y sus
sacudimientos</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La dialéctica partido-conciencia-autodeterminación está
en el centro del pensamiento luxemburguiano y se halla también en el centro de
nuestros problemas actuales (el Argentinazo lo puso más que claramente en
evidencia). Al no existir más garantismos en la historia, ésta tiene que ser
producto de la acción de un sujeto transformador. En Rosa este axioma está más
que claro y ese sujeto - que no es otro que el proletariado - debe postularse
como caudillo del cambio social y al mismo tiempo que enarbola inflexiblemente
la más absoluta independencia de clase, oficia de guía a los otros sectores
subalternos (en la Alemania de su época, la fuerte pequeño burguesía); soldando
de esa manera una alianza bajo su dirección. Claro está que dicha conducción
política para ser efectivamente reconocida como tal, tiene que manifestarse a
través de acciones claras y decididas. Afinando más el lápiz, decimos: mediante
un programa y una organización que lo corporice. Lo que nos lleva al tema de la
conciencia política, entendida ésta como totalidad para huir de toda forma de
corporativismo y/o economicismo estrecho. En un texto de 1913 publicado en el
periódico partidario - y cuyo sugestivo título es “Cuestiones tácticas” - la
revolucionaria escribe:</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Es cierto que las masas sólo pueden alcanzar el éxito si
la dirección del partido es consecuente, resuelta y de una claridad
transparente. Si cada vez que se dan dos pasos adelante se retrocede uno las
acciones de masa irán también a ciegas. Pero cada vez que una campaña política
fracasa el responsable no son las masas desorganizadas, sino el partido
organizado y su dirección. Históricamente la socialdemocracia está llamada a
constituir la vanguardia del proletariado; como partido de la clase obrera debe
ir delante y asumir la dirección. Pero si la socialdemocracia se imagina que es
la única llamada a escribir la historia, que la clase no es nada, que debe ser
transformada en partido antes de poder actuar, podría ocurrir fácilmente que la
socialdemocracia jugara un papel de freno en la lucha de clases y que llegado el
momento fuera obligada a correr detrás del movimiento, y fuera arrastrada a la
batalla decisiva contra su voluntad”. [6] </DIV>
<DIV align=justify><BR>El partido como vanguardia debe ir delante de la clase
(tomar iniciativas, estar muchos pasos adelante cuando se trata de educar,
denunciar, “aclarar”) pero sin sustituirla, sin reemplazarla (nunca más claro
para comprender esto que cuando se lanza una consigna para la inmediata
coyuntura) a riesgo de caer en el más llano aventurerismo. Rosa vivió
dramáticamente esta disyuntiva porque veía que la dirección socialdemócrata no
llevaba a cabo ninguna de ellas: ni educaba ni lanzaba consignas para la acción.
Pero ella seguía aún confiando que la Historia jugaba a favor de los
revolucionarios y sería ésta (Clío) quien pondría las cosas finalmente en su
lugar. La guerra del 14 fue pues una bisagra enorme. Como afirma el ya citado
Lowy, la hecatombe bélica actualiza y pone en un nuevo marco la afirmación de
Engels socialismo o barbarie que brillantemente Rosa enuncia en el “Folleto
Junius”. El partido alemán era ya un cadáver hediondo. Una vez más, los grandes
hechos de la lucha de clases permiten corregir y ajustar determinadas teorías y
supuestos que subyacían; además de servir como fidedigno test para la actuación
y la conducta de las direcciones de masas o aquéllas que se postulan para tal
fin. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La revolución rusa pese a sus menguas (algunas
comprensibles debido al contexto epocal al que le toca enfrentar, algo que Rosa
proféticamente supo ver muy bien), conforma el primer sacudimiento a toda
caracterización fatalista. Tanto de las que afirmaban que ineluctablemente el
capitalismo se autoreformaba y que la belle epoque venía para quedarse; como
aquéllas que contrariamente (aunque con el mismo presupuesto metodológico),
sostenían que la revolución devendría aun con la ausencia de un sujeto social
que la exprese y menos todavía por medio de organizaciones que la materialicen:
soviets, partido u otras que el propio proceso pudiese engendrar. <BR>Rosa
apenas salida de la prisión y tomando debida nota del enorme cambio histórico
acaecido, actúa como lo que siempre fue, una militante revolucionaria. A los
cadáveres hediondos hay que arrojarlos al basurero de la historia y
reemplazarlos por aquéllo que la propia savia de la vida viene reclamando: una
nueva organización política. Ésta si no desea verse obligada a correr detrás del
movimiento debía ser inflexible en algunos principios, porque de ellos dependía
también el tipo de sociedad que iba a reemplazar a la barbarie: </DIV>
<DIV align=justify><BR>“La esencia de la sociedad socialista consiste en que las
grandes masas trabajadoras dejan de ser una masa a la que se gobierna para vivir
por sí mismas el conjunto de la vida política y económica, dirigiéndola sobre la
base de una autodeterminación consciente y libre...” [7] </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Otro (y el mismo) cadáver hediondo pende de
nuestras cabezas</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Toda organización revolucionaria que no entienda lo
anterior se halla irremediablemente condenada al fracaso. Conducida a repetir
infinitamente los errores del pasado. Claro está que eso puede conspirar contra
la impaciencia revolucionarista de algunos. Es por ello que necesitan aferrarse
a un catastrofismo ingenuo que sustituya los viejos axiomas. El hilo de
continuidad entre el pensamiento y la acción de Marx, Lenin, Rosa, Trotsky,
Gramsci o Mariátegui, radica (magistralmente) en sostener que no existe partido,
presidente o comandante alguno que reemplace a la clase obrera como sujeto
efectivo de la transformación.8 Y el sujeto debe ponerse como tal. O sea,
autodeterminarse, crear sus propios organismos y suplantarlos por otros cuando
éstos se hallen caducos, a riesgo de hacer un fetiche de los mismos. Es una
dirección política que propone un regimen social basado en una democracia
(obrera, socialista) que paulatinamente termina con la escisión - entre otras -
de dirigentes y dirigidos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El partido que entienda esto, naturalmente no tendrá
garantía alguna de triunfo, pero sí sabrá que no será un cuerpo extraño a la
clase ni tampoco (y es eso, precisamente lo que lo pone como partido, algo
irrecusablemente necesario) se mimetizará y se confundirá con lo más atrasado de
ella. Deberá propagandizar este principio porque en él se prefigura el nuevo
tipo de estado (o “semi estado” como le gustaría definir a Lenin) que se
pretende edificar. Y un “ensayo práctico” para ello son los propios organismos
que la clase se va dando al calor del mismo proceso real y que los sectores
revolucionarios deben denodadamente impulsar. Poco tiempo antes de ser asesinada
(de paso recordemos que los cadáveres hediondos nunca dejan de perseguir y matar
cuando lo creen necesario) en el discurso de fundación del partido comunista
alemán, Rosa lo decía con una claridad asombrosa: </DIV>
<DIV align=justify><BR>“Debemos hacer comprender a las masas que el consejo de
obreros y soldados debe ser el eje de la maquinaria estatal, que debe concentrar
todo el poder en su seno y que debe utilizar dichos poderes para el único
inmenso propósito de realizar la revolución socialista. Todavía los obreros
organizados para formar consejos de obreros y soldados distan mucho de
comprender esa perspectiva, y sólo minorías proletarias aisladas comprenden las
tareas que les incumben. Pero no hay más razón para quejarse de ello, puesto que
es normal. Las masas deben aprender a ejercer el poder, ejerciendo el poder. No
hay otro camino. [Subrayados míos]. Felizmente quedaron atrás los días en que
nos proponíamos ‘educar’ al proletariado en el socialismo. Parecería que los
marxistas de la escuela de Kautsky siguen viviendo en esas épocas pasadas.
Educar en el socialismo a las masas proletarias significaba distribuir volantes
y folletos, hacer conferencias. Pero ése no es hoy el método de educar a los
proletarios. Hoy, los obreros aprenderán en la escuela de la acción” [9] </DIV>
<DIV align=justify><BR>Parafraseando una frase célebre, digamos que el siglo XXI
será el siglo del socialismo, será la centuria de la autodeterminación de los
trabajadores en vías a un mundo sin clases ... o no será nada. Que es la manera
más sutil de decir que será barbarie y más barbarie. Ésa es la difícil - y quizá
por ello - apasionante tarea que la clase trabajadora y todos los militantes
revolucionarios del planeta tenemos por delante. <BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* Colaborador de la revista Socialismo o Barbarie
(Argentina).<BR><BR><STRONG><U>Notas</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>1) Aquí somos en gran parte deudores del excelente artículo
de Michel Lowy “La significación metodológica de Socialismo o Barbarie”,
publicado en la SoB Nro 7. <BR>2) Esperanzas truncadas en El pensamiento de Rosa
Luxemburgo. Barcelona, Ediciones del Serbal, 1983, pp. 187-88 <BR>3) Huelga de
masas, partido y sindicatos en Obras Escogidas. Buenos Aires, Ediciones Pluma,
1976, pp. 223-5<BR>4) Ob. Cit p. 237 <BR>5)¿Y después qué? (1910) en El
pensamiento de Rosa Luxemburgo. Barcelona, Ediciones del Serbal, 1983, pp.
119-20 <BR>6) Cuestiones tácticas en Ob. Cit, p. 216 <BR>7) ¿Qué quiere la Liga
Espartaco? en Ob. Cit, p. 220 <BR>8) Creemos que el pensamiento político de José
Carlos Mariátegui merece un desarrollo in extenso que quizá abordemos en otro
trabajo, ya que el mismo ha sufrido más de una tergiversación, siendo muchas
veces presentado en clave populista tratando también de diluir el rol
protagónico que el movimiento obrero ha tenido en el mismo Perú, como asímismo
en Bolivia, Venezuela y la propia Argentina. <BR>9:) Discurso ante el Congreso
de fundación del PCA en Obras Escogidas. Buenos Aires, Ediciones Pluma, 1976,
pp. 223-5. </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT color=#0000ff
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>