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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><FONT
size=5><EM><U>correspondencia de prensa - boletín
solidario</U></EM></FONT> <BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda
Radical</FONT><BR>Edición internacional del Colectivo Militante<BR><U>23 de
febrero 2008</U><BR>Redacción y suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<HR>
</DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Cultura</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>La resurrección de Norman
Mailer</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Luis Hernández
Navarro</FONT></STRONG><BR><BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>La Jornada Semanal, México, 17-2-08<BR></STRONG><A
href="http://www.jornada.unam.mx/"><STRONG>http://www.jornada.unam.mx/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>El conservador de izquierda</STRONG> <BR><BR>Marzo de
1949. La pluma y la espada se batieron de nuevo. La segunda guerra mundial había
ya concluido y la Guerra fría ordenaba el nuevo panorama geopolítico mundial. En
el nombre de la libertad de expresión y la democracia liberal, Occidente
procuraba frenar el avance del comunismo. Escritores, intelectuales y artistas
se enfrentaron en el cuadrilátero de la otra Guerra fría: la cultural. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Como parte de esta guerra, en el hotel Waldorf, enclavado
en Nueva York, comenzó una batalla central: la Conferencia Cultural y Científica
para la Paz Mundial , organizada por el Consejo Nacional de las Artes, Ciencias
y Profesiones. Amantes de la paz, distinguidos rojos y sus compañeros de ruta se
dieron cita allí para deliberar sobre la paz, la distensión y el futuro de la
humanidad. Personalidades como Leonard Bernstein, Dashiell Hammett y Lillian
Hellman encabezaron la primera línea de fuego. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Objetando el evento simultáneamente a su realización, se
instaló, en el piso de arriba del mismo hotel, un contracomité internacional, en
el que participaban intelectuales de la talla de Karl Jaspers y André Malraux.
Los detractores denunciaron la Conferencia como una tapadera de los intereses
soviéticos organizada por la Cominform. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El ambiente era caldeado y polémico. Uno de los
asistentes a la Conferencia , el joven escritor Norman Mailer, sorprendió a
ambos bandos al acusar tanto a la Unión Soviética como a Estados Unidos de tener
políticas exteriores agresivas que reducían las posibilidades de la coexistencia
pacífica. Dijo allí: “Mientras exista el capitalismo, habrá guerra. Hasta que no
tengamos un socialismo, honrado y justo, no habrá paz [ ... ] Todo lo que un
escritor puede hacer es decir la verdad tal y como la ve, y seguir escribiendo.”
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Apenas un año antes, Mailer había publicado Los desnudos
y los muertos, una novela de más de mil páginas sobre la segunda guerra mundial
que mereció grandes elogios y lo convirtió en una celebridad literaria. Fue
escrita utilizando como materia prima las cartas que desde el frente de guerra
al que fue enviado en el Pacífico escribió a Beatrice Silverman, su primera
esposa. Escrita en apenas quince meses, la obra fue comparada con Guerra y paz,
de Leon Tosltoi. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Aquella intervención de Mailer, de escasos veinticinco
años de edad, dibujó algunos de los rasgos centrales de su carácter, que lo
acompañarían hasta su muerte. Su vocación polémica, su espíritu contestatario,
su ímpetu argumentativo, su vitalismo, estaban allí presentes. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Meses después, en abril de 1949, la revista Life publicó
un artículo a doble página en el que arremetía contra los incautos
estadunidenses que coqueteaban con el comunismo. Cincuenta fotografías tamaño
pasaporte ilustraban la publicación. Allí estaban, entre otras, las imágenes de
Marlon Brando, Charles Chaplin, Arthur Miller y Norman Mailer. Comenzaban a
soplar de lleno los vientos de lo que sería el macartismo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Autodefinido con el oxímoron de “conservador de
izquierda”, durante años marxista a su manera y ateo, distanciado de la
izquierda partidaria de su país, descubrió en Carlos Marx, sin compartir su
ideología e incapacitado para juzgar su concepción de la economía, un estilo de
pensamiento marcado por el rigor y la severidad. Encontró en 1959 en El capital
el libro más importante en su vida, además de “la primera de las grandes
psicologías que abordaron el misterio de la crueldad social con tanta sencillez
y sentido práctico como para decir que somos un cuerpo colectivo de seres
humanos cuya energía-vida es derrochada, desplazada y sistemáticamente robada a
medida que pasa de uno de nosotros a otro”. <BR><BR>Entrevistado años más tarde
por el periódico El País, recordó que durante su campaña electoral para la
alcaldía de Nueva York en 1969 enarboló un lema muy a tono con su carácter: ni
la derecha ni la izquierda tienen la razón y el centro es un desastre. El centro
–dijo– son las corporaciones, y el corporativismo está cambiando el estilo del
mundo, sometiéndonos a todos a un molde único. Es la cultura del mal, de las
superautopistas y el plástico. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La disyuntiva existencial en la que se ubicó fue la misma
que postuló en su ensayo El negro blanco: reflexiones superficiales sobre el
hipster: “Se es hipster o convencional (la alternativa que empieza a sentir cada
nueva generación que accede a la vida norteamericana), se es rebelde o se es
conformista, se es hombre de frontera en el Salvaje Oeste de la vida nocturna de
Estados Unidos o se es una célula convencional más...” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, al final de su vida estableció con la
religión una experiencia “interna y personal” y creyó en Dios no todo poderoso y
en la existencia del Mal. “Me gusta –declaró a la dpa – creer en el Diablo,
porque así me puedo explicar la existencia del mal.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Eso no le impidió ser un detractor implacable de la
presidencia imperial de su país. En su libro Why are We at War?, acusó a Estados
Unidos de ser una superpotencia arrogante con tendencias fascistas, y tildó a
George W. Bush de ex alcohólico teledirigido por conspiradores imperialistas.
Para él, el hombre de la Casa Blanca era “un necio sin fisuras” y “el presidente
más estúpido que hemos tenido”. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El hombre de los excesos</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Norman Mailer nació en 1923 en el seno de una familia de
inmigrantes judíos en New Jersey. Creció en Brooklyn. Estaba dotado de una
excepcional inteligencia: poseía un iq de 165. Amante de los aviones, estudió
mecánica aeronáutica en Harvard. Trabajó en un hospital psiquiátrico donde
recabó material para su primera novela, A Transit to Narcissus. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Durante la segunda guerra mundial fue enviado al
Pacífico. Fue cocinero del ejército estadunidense en Japón. Allí experimentó lo
que en alguna ocasión calificó como la peor experiencia de su existencia y la
más valiosa. La guerra fue su obsesión. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Pugilista en el pleito por la subsistencia, peleó dentro
y fuera del cuadrilátero de la vida, y llevó a la literatura algunos de los más
logrados relatos sobre el box. De las primeras peleas, forma parte la paliza que
un grupo de pandilleros le propinó cuando el escritor se agarró a golpes con
ellos porque le dijeron que su french poodle parecía maricón. A los acometidas
literarias pertenece El combate, escrita en 1975, crónica del combate entre
Muhammad Alí y George Foreman por el título mundial de boxeo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Novelista, poeta, ensayista, reportero de Angora,
activista político, aspirante a alcalde de Nueva York, guionista y fracasado
director de cine, escribió, con una prosa espectacular, treinta y nueve libros.
Realizó, sin mucho éxito, películas experimentales. Muchos de sus textos fueron
publicados en Village Voice (el semanario neoyorquino que ayudó a fundar),
Harper´s Life, Playboy y New Yorker. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Odiaba los relojes digitales, el olor a farmacia, la
textura de las camisas de poliéster, la arquitectura moderna, el papel de cera
de las hamburguesas de McDonalds, el aire de verano cuando el tráfico se atasca,
el sabor de los vasos de plástico llenos de whisky con soda… </DIV>
<DIV align=justify><BR>Aficionado al jazz, bebedor consistente, consumidor de
marihuana durante dos décadas, crítico del lsd , opositor a la guerra, vividor
exigente de sus propios excesos, practicante de la libertad sexual, prefiguró
muchos de los rasgos centrales que años después adquiriría la contracultura. “
Creo –afirmó en una de sus últimas entrevistas– que he ejercido cierta
influencia en la conciencia de nuestro tiempo, pero no la he cambiado.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Su obra es un exuberante mural de la vida estadunidense
de la segunda mitad del siglo pasado. Analizó la sociedad, la política y la
mitología de su país natal mucho más certeramente que muchos científicos
sociales. Su relación con su patria fue similar a la de un matrimonio. “Amo a
este país. Lo odio. Me enfado con él. Me siento próximo a él. Me fascina. Me
repele. Y es un matrimonio que ha estado funcionando durante unos cincuenta años
de mi vida de escritor, ¿y qué ha sucedido durante este tiempo? Que ha ido a
peor. Ya no es lo que era”, y añadía: “ Estados Unidos es un lugar más zafio,
más barato, más burdo, más feo en tono, y creo que se está dando una aceptación
más natural del fascismo por parte de una gran parte de la población.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Como bien supo y escribió, fue acusado de haber
despilfarrado su talento, de entregarse a un exceso de actividades, de empeñarse
con demasiada conciencia en convertirse en famoso, de actuar teatralmente en los
límites y en el centro de su propia leyenda pública. Tanto así que en la
película satírica El dormilón, del cineasta Woody Allen aparece un científico
diciendo: “Este es un retrato de Norman Mailer. Legó su ego a la Facultad de
Medicina de Harvard.” Nadie, sin embargo, puede inculparlo de no haber vivido
intensamente su vida ni de haber hecho de la literatura el centro de su
existencia. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Tom Wolf, su colega y rival en la aventura de forjar el
nuevo periodismo, quien aseguraba que el hecho que siempre había limitado
seriamente al novelista era que “nunca fue capaz de escribir diálogos
convincentes”, reconoció, en homenaje póstumo, que “Norman tenía una gran
personalidad. Era una fuente de energía tremenda para todo el mundo literario,
era un motor, un generador. No le faltaba ego, pero hacía que todo el asunto
pareciera encantador”. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Mujeres divinas</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Era el año de 1960 y la fiesta terminaba. Adele Morales,
segunda esposa de Norman Mailer, en papel de torero, lo retó diciéndole: “Aja
toro, aja. Venga, mariquita, ¿dónde están tus cojones? ¿O es que la puta de tu
querida te los ha cortado, cabronazo?” El escritor, ahogado en alcohol, entonces
candidato a la alcaldía de Nueva York, respondió clavándole en la espalda un
abrecartas. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Cuarenta años más tarde Mailer dijo sobre el incidente:
“Cambió toda mi vida. Es el único acto que lamento y lamentaré el resto de mi
vida cuando lo recuerdo. Y se produjo por la forma de vida que llevaba. No tengo
dudas sobre esto. Lo que sucedió fue que me estaba haciendo más y más violento.”
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Mailer escapó de la prisión gracias a Adele. Ella se negó
a cooperar con el fiscal y el escritor fue castigado con una pena carcelaria que
pagó en libertad bajo fianza, después de haber pasado tres semanas en una
clínica para enfermos mentales. Los médicos pensaron en aplicarle
electrochoques, pero un siquiatra lo diagnosticó como esquizofrénico paranoico y
lo dejo libre. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Su matrimonio tenía poco de convencional. La tarjeta de
invitación a la boda fue un pene que se extendía en la medida en la que la
tarjeta se iba abriendo. Participaban en orgías y cuartetos. El alcohol
alimentaba los excesos. En una ocasión, Mailer le confesó a su mujer que se
había acostado con un travestido. Ella no le permitió que la tocara más.
Finalmente se divorciaron. </DIV>
<DIV align=justify><BR>A pesar de la generosidad con la que ella se comportó con
su marido durante el proceso legal, Adele se convirtió en una máquina de
resentimiento en su contra. Su venganza final fue la escritura de su
autobiografía, La última fiesta, donde revela la vida disipada de aquellos años,
sin ocultar un ápice de su rencor. “Durante cien domingos –escribió– me desayuné
leyendo The New York Times, y enterándome de que tenía una nueva esposa, otro
libro, más fama, el premio Pulitzer, contratos millonarios, uno de los anticipos
más grandes a cuenta de un libro desde la época de Hemingway, en suma una lluvia
de bendiciones mientras cicatrizaban mis heridas. No cabía duda de que Fausto
recogía las recompensas de su contrato con el diablo. Yo lo sabía, porque estaba
presente cuando lo firmó.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>El novelista tuvo con las mujeres relaciones apasionadas
y conflictivas. Lo amaron, lo detestaron o las dos cosas al mismo tiempo. Se
casó seis veces y tuvo nueve hijos. Una aventura que resultó ser una pesada
carga financiera por concepto de pensiones, y un acicate para escribir para
conseguir dinero. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Machista acérrimo, atrajo el odio feroz del movimiento
feminista, que vio en su obra y sus opiniones una afrenta. Muchos de sus
personajes mujeres son androfóbicas por naturaleza. En su libro El prisionero
del sexo , un gran éxito de ventas y panfleto central en la guerra de los sexos
de comienzos de los setenta, acusó a las féminas de “usar anticonceptivos por
odiar a los hombres”. Las feministas descargaron sobre él los amargos dardos de
la crítica. Kate Millet, una de las principales figuras de este movimiento en
Estados Unidos, no dudó en calificarlo como el último cerdo patriotero. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Mailer no tuvo empacho alguno en escribir que “la
revolución feminista ha convertido a la mujer en ese tipo de hombre que a mí me
entristecía cuando era joven. Ése que tenía que trabajar de nueve a cinco de
manera aburrida y nunca era dueño de su destino. Ahí es donde acabó su
revolución, su asalto al poder”. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La desmesura como proyecto
literario</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Impetuoso, excepcional, preciso en su escritura, Mailer
fue una formidable máquina de mecanografiar. “Creo escribir –dijo– para un
público que carece de tradición para medir su experiencia, pero posee la
intensidad y claridad de su vida interior. Para ese público me gustaría ser
suficientemente bueno como escritor.” <BR><BR>Practicante de la libertad
expresiva radical, el artista utilizó una gran variedad de voces en sus textos.
No dudó, por ejemplo, en recurrir a todo tipo de personas gramaticales para
contar sus relatos. En su ensayo Un fuego en la luna se refirió a sí mismo como
Acuario, en El prisionero del sexo como El Prisionero y en Miami y el sitio de
Chicago es el reportero. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En Los ejércitos de la noche, la deslumbrante obra sobre
la marcha hacia el Pentágono contra la guerra de Vietnam, del 21 de octubre de
1967, ejemplo notable del periodismo participante, galardonado con los premios
Pulitzer y Nacional de Novela, el escritor es, simultáneamente, reportero y
protagonista. La voz relatora central recae en un Mailer ubicuo, mientras que el
Mailer activista habla en tercera persona gramatical. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En La canción del verdugo, premiada también con el
Pulitzer, donde cuenta una parte de la vida del reo y asesino Gary Gilmore,
Mailer contiene su yo y echa mano de la omnisciencia verbal para generar un
efecto de aparente neutralidad narrativa. En lugar de utilizar digresiones
efectistas, arma un relato con materiales perfectamente ensamblados. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sobre este uso de las distintas voces narrativas en su
obra apunta: “No es fácil escribir en primera persona sobre un personaje que es
más fuerte y más valiente que tú. Pero hay que hacerlo, porque si todos tus
personajes tienen tu mismo nivel, no te enfrentas a temas más importantes.”
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Su obra diluye las fronteras entre realidad y ficción.
Periodismo y literatura, novela y reportaje, biografía y reportaje literario,
literatura y ciencia social se funden y confunden en sus escritos. No en balde
el subtítulo de Los ejércitos de la noche es La Historia como novela. La novela
como Historia. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Simultáneamente novelista, historiador y periodista,
utiliza las herramientas de la escritura de ficción para contar la realidad.
“Por motivos de verosimilitud –afirmó sobre El fantasma de Harlot, su monumental
libro sobre el aparato de inteligencia de Estados Unidos– sostendré que mi cia
imaginativa es más real que casi todas las experimentadas personalmente.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Autor famoso en función de reportero, Mailer asegura que
“un buen periodista es alguien que todavía tiene que decirle a uno la verdad en
privado; tiene la mirada brillante y puede contar diez buenas historias en la
barra de un bar”. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Su incursión en el periodismo, empero, está marcada
centralmente por su vocación de novelista. Según él, el flash del periodista
sirve para registrar mejor a los muertos en un accidente de carretera, pero no
para mucho más. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En la ficción hay menos aire estancado y en general más
luz. “Casi todo lo que he escrito –advirtió– deriva de mi sentido de valor de la
ficción.” </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Consideraba que no había nada peor que tener mucho estilo.
“Creo –dijo– que en mi obra he ido a los opuestos del estilo. Se muestra de lo
mejor en Un misterio americano y prácticamente no existe en La canción del
verdugo, porque el material de este libro es prodigioso.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Para Mailer el propósito del arte es intensificar y
exacerbar la conciencia moral de la gente: “Pienso, en particular que la novela,
cuando es buena, es la forma más moral de las artes, porque es la más inmediata,
la más insoportable, si usted quiere. De la que es más difícil escapar. La
novela nos cambia la vida.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Más allá de su prolífica producción, la práctica del
oficio no le resultaba necesariamente fácil. En una extensa entrevista concedida
a dos periodistas franceses confesó: “Escribir te destroza el cuerpo; te sientas
ahí en la silla, hora tras hora, y sudas tinta para sacar unas pocas palabras.”
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para escribir, el novelista elaboraba un montón enorme de
notas antes de comenzar. Leía mucho sobre los asuntos colaterales de la historia
y pensaba mucho en ello hasta cultivarlo. Tuvo una sola regla para redactar:
decirse a sí mismo que se iba a sentar a escribir al día siguiente. “Mediante
esa declaración estás pidiéndole ya a tu subconsciente que prepare el material”,
confesó. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En el tramo final de su vida no se hacía muchas ilusiones
sobre la influencia de la escritura en el mundo contemporáneo. “ Cuando era
joven los escritores solíamos pensar que las novelas podrían cambiar el mundo,
pero no, es la televisión la que lo cambia.” Y añadía: “ Hace tiempo que las
humanidades y los intelectuales han sido relegados. Sólo importan los factores
económicos. La opinión de los intelectuales disidentes no llega al gran público.
Por supuesto que puedo decir lo que me dé la gana, pero eso no quiere decir que
los medios de comunicación de masas se vayan a hacer eco de mis palabras. Nadie
me invita a comparecer en las grandes cadenas de televisión; a lo más que puedo
aspirar es a aparecer en un programa minoritario, en cable.” </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Muerte, limbo y resurrección</STRONG> <BR><BR>El
10 de noviembre de 2007, a consecuencia de una insuficiencia renal, falleció
Normal Mailer. Tenía ochenta y cuatro años. Inicialmente fue enviado al limbo,
según escribió en su relato “Después de la muerte, el limbo”, publicado en 1998.
Su pecado fundamental –como el de todos los que aterrizan allí– fue no haber
empleado más sustancia del alma que la requerida por las exigencias de la vida;
fue el castigo por toda hora vaciada del deseo nuevo e intenso de ser utilizada.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Al llegar, el limbo estaba allí para enfrentarlo cara a
cara con los pecados para los que no hay lágrimas: “Su propia y despreciable
colaboración con la máquina-nausea de millones de células, esa asesina de Cristo
de la época: la televisión.” Mailer se estremeció “recordando en cuántas
ocasiones, con cada uno de sus nueve hijos, había cerrado las puertas de su
propia resistencia a la televisión y permitido que los jodidos peques siguieran
mirando la pantalla porque eso los calmaba. ” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Su siguiente estación en el más allá fue, según él mismo
elucubró en una entrevista, encontrarse con un ángel monitor que le dijo: </DIV>
<DIV align=justify><BR>–Sr. Mailer, estamos muy complacidos de conocerlo.
Estábamos esperando su llegada. Déjeme decirle las buenas noticias,
absolutamente buenas: ha sido seleccionado para la reencarnación. </DIV>
<DIV align=justify><BR>–Ay, gracias –le respondió él–, sí, realmente no quería
irme a la paz eterna. </DIV>
<DIV align=justify><BR>–Entre nosotros –reviró el ángel– le digo que la paz
eterna no es del todo necesaria; tiende a volverse monótona. Pero lo importante
es que usted reencarnará. ¿Qué quisiera usted ser en su siguiente vida? </DIV>
<DIV align=justify><BR>–Bueno, creo que un atleta negro –dijo el escritor–. No
me importa dónde me ponga, yo buscaré el éxito, y sí, quiero ser un atleta
negro. </DIV>
<DIV align=justify><BR>–Mire, Mailer tenemos tantas peticiones. Y todo el mundo
quiere ser un atleta negro en su siguiente vida. No sé si podamos... déjeme ver
que puedo hacer... –aseveró abriendo su libro enorme de reservas–. Bueno, aquí
dice que usted se reservó para ser cucaracha. Y también le tengo noticias: será
la cucaracha más rápida de toda la calle. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Así que la próxima vez que veamos a una cucaracha correr
velozmente, habrá que tener cuidado en no pisarla, no vaya a ser que se trate de
la reencarnación del novelista. O, quién sabe, quizás el escritor haya
convencido finalmente al ángel de ser un deportista. Así que si en las
Olimpiadas de 2020 un atleta negro sube al podium de vencedores a recibir su
medalla y comienza a hacer declaraciones desmesuradas a la prensa, habrá que
sospechar que, en el más allá, Mailer se salió con la suya. </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=3><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor):<FONT color=#0000ff>
</FONT></FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>