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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario</FONT></U></EM>
<BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición internacional
del Colectivo Militante<BR><U>11 de marzo 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<DIV align=justify><FONT size=3><STRONG>Mujeres</STRONG></FONT></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><FONT size=3><STRONG>Patriarcado,
capitalismo y socialismo <BR><BR>Andrea D’Atri</STRONG></FONT> </FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Pan y
Rosas</STRONG></FONT></DIV>
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href="http://www.pts.org.ar/"><STRONG>http://www.pts.org.ar/</STRONG></A></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG>El 6 y 7 de marzo, Andrea D’Atri, dirigente del
Partido de los Trabajadores Socialistas (Argentina) e integrante de la
agrupación Pan y Rosas, participó de un foro en el CIM de Caracas (Venezuela) en
el que se debatió acerca de la relación entre patriarcado, capitalismo y
socialismo. Integraron el panel, además, la activista norteamericana Selma James
de Global Women Strike (Huelga Mundial de Mujeres), Rosalind Boyd fundadora de
la revista canadiense Labour, Capital and Society y la socióloga feminista
Jessie Blanco, profesora de la UCV y directora de la revista MATEA de Venezuela.
A continuación, transcribimos las palabras de Andrea D’Atri.</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>La opresión de las mujeres es anterior al surgimiento del
capitalismo y aún pervivió en los estados donde se instauró la dictadura del
proletariado. Esto ha llevado a sostener distintas posiciones que consideramos
erróneas. Por un lado, la idea de que si el patriarcado que mantiene en la
opresión a la mitad de la humanidad no surgió con el capitalismo, entonces a la
lucha de las mujeres por su emancipación le compete una esfera diferente que la
de la lucha de clases. Por otra parte, si en los países llamados “socialistas”,
aún persistía la opresión de las mujeres, quedaba demostrado entonces el
marxismo era “ciego al sexo” y que las mujeres nada podían esperar de la
revolución social. Quisiera abrir una reflexión sobre estos dos
postulados.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Veamos primero lo que concierne al capitalismo. Es cierto
que la opresión de las mujeres no surge con el capitalismo. Su origen puede
situarse con la aparición de la propiedad privada y la división de la sociedad
en clases. Sin embargo, el capitalismo ha sabido conservar la estructura
patriarcal y milenaria de la familia y con ella, el mantenimiento en la mayor
sumisión de las mujeres, para usarla en su beneficio.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hoy, atacar al corazón del capitalismo que se sostiene en
la superexplotación de millones de seres humanos para garantizar las
hiperganancias de un puñado de parásitos, obliga a poner en el centro el
problema de la opresión de las mujeres. ¿Por qué?</DIV>
<DIV align=justify><BR>A nivel internacional, las mujeres proporcionan dos
tercios de las horas trabajadas y sólo reciben el 10% del ingreso mundial. Las
mujeres asalariadas cobran salarios que, oscilan entre un 40% y un 80% del
salario de los hombres. En la avanzada Unión Europea, la tasa de desempleo
femenino es un 30% superior a la de los hombres. En Africa, el 75% de los
trabajos agrícolas es realizado por mujeres, pero éstas reciben menos del 10% de
los créditos asignados a los pequeños campesinos. Las zonas francas en todo el
mundo emplean 43 millones de personas, de las cuales más del 80% son mujeres
entre 14 y 28 años, cuyo promedio de vida laboral –por las indignas condiciones
de trabajo- no supera los siete años. Actualmente, la cantidad de hogares
constituidos por una mujer sola con hijos representa a una de cada cinco
familias en el mundo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Quién puede creer que en un mundo como este que
describimos es posible adquirir lenta y evolutivamente, derechos a la igualdad?
Si estas cifras escalofriantes nos diferencian aún de otros tantos millones de
hombres también sumidos en la miseria, ¿cuánto más aún de las pocas mujeres y
los hombres que pertenecen a esa minoría de 225 familias que concentran la misma
riqueza que la mitad de la humanidad?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero también ¿Quién puede creer que un mundo como este
que describimos puede transformarse con la revolución individual de los valores
de la diferencia, con la creación y el ejercicio de una contracultura no
patriarcal reproducida en los márgenes del sistema?</DIV>
<DIV align=justify><BR>El régimen democrático burgués es siempre la envoltura de
la dictadura del capital. No hay democracia en el mundo, ni la más radical ni la
más pluralista de ellas que, sin tocar la propiedad privada de los medios de
producción, consiga eliminar estas profundas desigualdades que nos pesan como
cadenas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y si bien, hoy en día, en los países imperialistas, cada
vez más actividades antes asumidas en el seno del hogar, se han convertido en
servicios brindados por terceros (empresas privadas, servicios públicos, etc),
en el mundo semicolonial, muchos productos y servicios antes brindados por el
Estado han sido reasumidos por el trabajo doméstico a partir de las
privatizaciones, el desmantelamiento y deterioro de los servicios públicos,
recargando las espaldas de las mujeres.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Según un informe de 1995 del Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo, el trabajo doméstico no remunerado ascendía a casi la
mitad del PBI mundial y este trabajo, como sabemos, recae casi en un 99% en las
mujeres y las niñas, que constituyen el 70% de los 1300 millones de pobres del
planeta. Esa enorme masa de trabajo gratuito beneficia en forma directa a los
miembros de la familia que se valen de él para alimentarse, vestirse, etc. Pero
indirectamente, permite que los salarios de los trabajadores ni siquiera
representen el equivalente a la cantidad de trabajo socialmente necesario para
producir y reproducir su fuerza de trabajo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Gran parte de este “costo de mantenimiento” de la clase
trabajadora mundial, lo absorben las mujeres, condenadas a realizar las tareas
domésticas que el patriarcado ha establecido como “naturales” para ellas. El
capitalismo ha retomado los prejuicios patriarcales para convertir a las
mujeres, como dijera Flora Tristán, en las proletarias del proletario.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por eso, la clase obrera deseosa de liberarse de las
cadenas de la explotación no sólo debe enfrentar el fetichismo de la mercancía.
También debe descubrir que, parafraseando a Marx, no puede liberarse quien
oprime a otros. Y que la lucha por la emancipación de las mujeres del yugo de la
opresión patriarcal no es una causa a la que adherir sólo por solidaridad. El
trabajador que comprenda esta pérfida ecuación entre la explotación de la fuerza
de trabajo y la opresión de las mujeres, fundada centralmente en su trabajo no
remunerado, ha dado un paso adelante en el camino de su liberación.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero habíamos hablado, al principio, de otra cuestión que
forma parte de los temas a debatir en este foro: ¿el marxismo es ciego al sexo?
¿acaso los llamados “países del socialismo real” no demuestran que el
patriarcado es implacable y eterno? Hay aquí una discusión muy
interesante.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Decía Stalin que con la toma del poder, el socialismo
estaba consumado en sus nueve décimas partes. Y Trotsky, contestando a esta
imbécil teoría, decía “La conquista del poder por el proletariado no significa
la coronación de la revolución, sino simplemente su inicio.” Por eso advertía
sobre decenas de problemas económicos, políticos, sociales y culturales que no
se podían resolver mecánicamente y que incluían, entre otros, las relaciones
entre hombres y mujeres.</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Qué importancia tiene ahora este debate? Tiene la
importancia de sacar las lecciones de esa experiencia histórica cuando, hoy en
día, volvemos a plantearnos la lucha por una sociedad socialista.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si el socialismo ya estaba casi consumado, como decía la
burocracia stalinista, entonces no era necesaria la participación activa de las
trabajadoras y los trabajadores en la resolución de sus problemas. El primer
paso, entonces, es eliminar la autoorganización de las masas, debilitando su
participación en las transformaciones revolucionarias.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si el socialismo ya estaba consumado, el peligro de la
restauración es casi inexistente o mínimo. Por tanto, no hay un combate
permanente contra las fuerzas de la reacción internacionales que se expresan en
la sociedad de transición.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si el socialismo ya estaba consumado, esta sociedad de
transición con sus resabios del pasado (incluyendo los prejuicios sexistas) es
el modelo y no algo que haya que transformar de manera revolucionaria.<BR>Si el
socialismo ya estaba consumado, entonces, existiría una homogeneidad social de
la clase trabajadora que permitiría que pueda ser representada por un partido
único. Es decir, se niega la existencia de capas diferentes de explotados, con
intereses diferentes y con relaciones de desigualdad entre ellas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si el socialismo ya estaba consumado, cualquier planteo
crítico revolucionario podría ser tildado de ataque contrarrevolucionario de
agentes de la reacción y el imperialismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero el socialismo no estaba consumado. Se trataba de una
sociedad de transición, eso es la dictadura del proletariado. Y así y todo, la
revolución socialista de 1917 consiguió el derecho al aborto, la emancipación de
la tutela de los esposos, la igualdad entre uniones de hecho y matrimonios
civiles, salario para las mujeres bajo licencia por maternidad o enfermedad,
etc. Las barbaridades que después hizo el stalinismo, no estaban inscriptas en
las banderas de la revolución de octubre. En 1936 prohibió el aborto, otorgó
medallas a la gloria maternal a las mujers que tuvieran más de 10 hijos,
persiguió a los homosexuales y a las mujeres en situación de prostitución,
enalteció el modelo de la familia tradicional y la figura del Padre Stalin, del
líder indiscutible. Y creó enormes diferencias sociales entre las mujeres
esposas de los burócratas y los millones de mujeres trabajadoras. Para todo esto
debió emprender una contrarrevolución y liquidar a la generación que había
encabezado la Revolución de Octubre, confinándolos a los campos de trabajo
forzoso, al exilio o fusilándolos en juicios sumarios.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las sociedades en transición implican la lucha viva entre
las fuerzas de la revolución y las de la contrarrevolución. Uno puede no desear
pasar por esta etapa difícil en la construcción del socialismo. Pero es
inevitable.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Actualmente, las teorías de moda de la democracia radical
y pluralista nos dicen que para qué atravesar ese peligro que puede llevarnos al
totalitarismo. Para ello embellecen la democracia burguesa, que como dijimos,
sigue siendo la dictadura del capital. Otras teorías, escapando también de esta
difícil tarea de atravesar por la creación de un estado transicional, el estado
obrero, nos dicen que es mejor proponerse la autonomía. Una teoría actual pero
tan vieja como la de los socialistas utópicos, criticada a mediados del siglo
XIX no sólo por Marx y Engels sino también por Flora Tristán, por pretender
crear comunidades ideales al margen del sistema social y económico imperante a
nivel internacional.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Como decía Trotsky en 1923, si realmente queremos
transformar la vida, debemos mirarla a través de los ojos de las mujeres. Hoy,
constituimos una fuerza vital de la clase trabajadora mundial, como nunca antes.
Y somos el sector más explotado de la clase, la enorme mayoría de los millones
de pobres que habitan este planeta depredado por el capitalismo. Extraer las
lecciones de la experiencia revolucionaria más grande que ha tenido la clase
obrera, se imponen como una tarea fundamental de todas y todos los que aspiramos
a una sociedad liberada definitivamente de las cadenas de la explotación y la
opresión que pesan doblemente sobre las mujeres.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT color=#800000
size=3>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de los
Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay<BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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