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size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario</FONT></U></EM>
<BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición internacional
del Colectivo Militante<BR><U>15 de marzo 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Colombia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Movimientos en contextos de
guerra</STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Raúl Zibechi
</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>La Jornada, México,
14-3-08</STRONG></FONT></DIV>
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href="http://www.jornada.unam.mx/"><STRONG>http://www.jornada.unam.mx/</STRONG></A></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><BR>El 6 de marzo los movimientos sociales y políticos de
Colombia consiguieron abrir una brecha en un escenario marcado por el
militarismo, la polarización y la guerra. En más de 20 ciudades, miles de
personas salieron a las calles convocadas por un abanico de organizaciones entre
las que destaca el Movimiento Nacional de Víctimas de los Crímenes de Estado
(Movice), en homenaje a los asesinados y desaparecidos por los paramilitares.
Sólo en Bogotá fueron más de 200 mil.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No fue sencillo. El 4 de febrero millones de colombianos
habían repudiado a las FARC, convocados por el gobierno de Álvaro Uribe, quien
utilizó toda la maquinaria del Estado para alentar la convocatoria, pero también
autoconvocados por el cansancio con una guerra que dura ya seis décadas, desde
el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, en 1948. Se estima que sólo
en los primeros años de La Violencia, como se denomina en Colombia la guerra
entre conservadores y liberales que se desató el mismo día del magnicidio,
murieron 200 mil personas. A partir de 1960 la guerra fue escalando a niveles
desconocidos en un continente atravesado por conflictos sociales que las elites
se empeñan en militarizar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Colombia ostenta el segundo lugar del mundo en cantidad
de población desplazada por la violencia: 4 millones, 10 por ciento de la
población. Según Iván Cepeda, dirigente del Movice, cuyo padre fue asesinado por
paramilitares en 1994 por el “delito” de pertenecer al partido legal Unión
Patriótica, unos 20 mil colombianos fueron enterrados en fosas clandestinas en
las dos últimas décadas. Entre ellos figuran 2 mil 550 sindicalistas y mil 700
indígenas, además de 5 mil miembros de la UP. Entre 1982 y 2005 los
paramilitares perpetraron más de 3 mil 500 masacres y robaron 6 millones de
hectáras. Desde 2002, luego de la desmovilización, asesinaron a 600 personas
cada año y llegaron a controlar 35 por ciento del Congreso, según denuncia del
Movice.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Aunque todos los actores de la guerra –fuerzas armadas
del Estado, paramilitares y guerrilla– violentan y asesinan a la población
civil, los paramilitares gozan de impunidad gracias a los acuerdos de
desmovilización pactados con el gobienro de Uribe. De acuerdo con organismos de
derechos humanos, la supuesta desmovilización paramilitar es un amplio operativo
de impunidad, toda vez que la Fiscalía tiene registradas 121 mil 547 víctimas de
delitos de los grupos paramilitares que están quedando sin castigo. Hasta ahora
sólo 55 dirigentes paramilitares han sido llevados a la cárcel, entre ellos una
veintena de parlamentarios oficalistas. La Fiscalía y la Corte Suprema de
Justicia investigan a un centenar de estrechos colaboradores del presidente
Uribe por sus conexiones con los paramilitares.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estos hechos y la denuncia de Newsweek sobre las
relaciones que el propio Uribe mantuvo con los paramilitares permiten a
analistas considerar que se está produciendo la paramilitarización del Estado.
Siguiendo el modelo que se implementa en Afganistán e Irak, en las zonas donde
el ejército consigue erradicar a la guerrilla se procede a una restructuración
del poder “que fusiona las instituciones y la sociedad civil en un marco cívico
militar”, señala Cepeda. Corresponde a las fuerzas de seguridad aplicar la
Doctrina de Acción Integral, por la cual los uniformados se encargan de los
servicios básicos, acciones sociales y humanitarias, sustituyendo al Estado
nacional decrépito. En una sociedad de ese tipo no existe espacio para
movimientos sociales autónomos, acusados de terroristas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estas prácticas son hijas de la guerra y contribuyen a
militarizar la sociedad a través de un rígido y estricto control vertical. Pero
no son un fin en sí mismas; el control de la población se pone al servicio de la
dominación de los territorios de los que fueron expulsados los campesinos. En
Colombia, las 6 millones de hectáreas usurpadas en las dos últimas décadas y las
zonas de frontera donde pretenden avanzar los paramilitares son territorios de
las comunidades afrodescendientes e indígenas en los que se están asentando las
multinacionales con proyectos de minería y cultivos para la producción de
agrocombustibles. La guerra es un negocio exitoso para el capital, que le
permite conquistar y controlar territorios para ampliar su proceso de
acumulación.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En ese clima, la marcha del 6 de marzo fue estigmatizada
por el gobierno de Uribe. Varios ministros dijeron que era a favor de FARC,
aserto que desmintieron los rehenes recién liberados por esa guerrilla al acudir
a la convocatoria. Es la primera vez que una acción tan masiva de la sociedad
civil consigue abrirse paso en medio de la guerra. Hasta ahora las acciones
masivas contra el conflicto habían sido de carácter local y protagonizadas por
actores regionales, destacando la Minga por la Vida, marcha a Cali de las
comunidades indígenas del Cauca en setiembre de 2004.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es probable que la jornada del 6 de marzo se convierta en
un parteaguas para los movimientos y la sociedad civil colombiana. En diciembre,
en el coloquio en homenaje a Andrés Aubry celebrado en San Cristóbal de las
Casas, el subcomandante Marcos señaló que la guerra es una forma esencial “por
la que el capitalismo se impone e implanta en la periferia”. Agregó que “es en
la paz donde es más difícil hacer negocios”, para concluir: “Por eso la paz es
anticapitalista”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El 6 de marzo, el Consejo Regional Indígena del Cauca,
bajo el lema Ni imperio, ni guerra, ni FARC, señaló en un comunicado: “La guerra
es un medio hacia un fin, la anexión de territorios y el sometimiento de pueblos
con fines económicos. Nada hay más subversivo y antimperialista que una paz
digna que garantice la soberanía de los pueblos y nuestro derecho a definir y
seguir nuestra agenda sin que nos la impongan imperios y ejércitos”. Al parecer,
desde los sótanos de nuestras sociedades las cosas se ven con otra luz.</DIV>
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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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