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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><FONT
size=5><EM><U>correspondencia de prensa - boletín solidario
<BR></U></EM></FONT><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición
internacional del Colectivo Militante<BR><U>19 de marzo 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Petróleo</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El significado geopolítico y
geoeconómico de cruzar la barrera de los 100 dólares por
barril<BR></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT
size=3></FONT></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Michael T.
Klare</FONT></STRONG> <STRONG><FONT
size=3>*</FONT></STRONG><BR></DIV></FONT>
<DIV><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>Dispatch, 11 marzo 2008 </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Revista Sin Permiso</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.sinpermiso.info/"><STRONG>http://www.sinpermiso.info/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Traducción de Roc F. Nyerro</STRONG> <BR></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>El lunes 3 de marzo, el precio del crudo alcanzó los $103.95
por barril en el Mercantile Exchange de Nueva York, rebasando el registro
alcanzado hace cerca de 30 años, durante otro momento de caos en Oriente Medio.
Esta nueva marca, ¿quedará en los anales de la historia mundial como un momento
decisivo, o será olvidada a medida que los precios caigan, como ocurrió luego
del pico alcanzado en abril de 1980? </DIV>
<DIV align=justify><BR>Cuando se traza el gráfico de la evolución temporal del
costo del petróleo, la crisis petrolífera de 1980 –desencadenada por la
revolución iraní del Ayatollah Jomeini— se destaca como un pico descollante en
esa curva de precios. Pero, antes y después de ese momento, los suministros
petrolíferos se revelaban ampliamente suficientes para subvenir a la creciente
demanda mundial, en parte porque los saudíes y otros grandes productores eran
capaces de compensar la caída de la producción iraní. Lo que hicieron fue
simplemente incrementar substancialmente su producción, inyectando un excedente
de petróleo en el mercado mundial. Ayudados por la explotación de nuevos campos
en Alaska y en el Mar del Norte, los precios se desplomaron y se mantuvieron
bajos durante la década de los 90 (salvo en el breve pico que siguió a la
invasión de Kuwait en agosto de 1990). </DIV>
<DIV align=justify><BR>Nada parecido es probable que vaya a ocurrir ahora. No se
ve un fácil solución de este tipo para el actual incremento de precios, que ha
disparado los costes del crudo un 74% en el último año. Por lo pronto, no nos
enfrentamos a un pico repentino, sino a los resultados de una subida paulatina e
ininterrumpida que, comenzada en 2002, no muestra signos de detenerse. Ni
puede tampoco atribuirse esa subida a un único factor desbaratador del negocio
energético o de la política mundial. Es más bien el producto de múltiples
factores, todos endémicos de la producción energética y todos característicos de
nuestro tiempo. No hay perspectivas de que vayan a desaparecer en breve plazo.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tres factores son, en particular, responsables del actual
incremento: la intensa concurrencia por el petróleo entre las viejas potencias
industriales y las emergentes economías dinámicas de China e India; la
incapacidad de la industria energética mundial para aumentar los suministros
conforme a la creciente demanda; y la intensa inestabilidad en las regiones de
mayor producción petrolífera. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Un tsunami de necesidades energéticas</STRONG>
</DIV>
<DIV align=justify><BR>El crucial papel desempeñado en el mercado energético
mundial por las dinámicas economías en desarrollo en Asia era ya evidente al
romper el siglo XXI. Con sus formidables tasas de crecimiento, esos países deben
disponer de más petróleo (y de otras formas de energía) para alimentar sus
industrias en expansión y satisfacer las aspiraciones de sus ascendentes clases
medias. De acuerdo con el U.S. Department of Energy (DoE), la demanda
petrolífera conjunta de China e India, que llegaba ya 8,9 millones de barriles
diarios en 2004, llegará a los 12,1 millones de barriles en 2010 y a 15,5
millones de barriles en 2020. Son incrementos desapoderados. Y si incluimos las
anticipaciones del consumo brasileño, mexicano, surcoreano y el de otras
naciones en rápida industrialización, la demanda procedente del mundo en
desarrollo realmente se disparará. </DIV>
<DIV align=justify><BR>A ese tsunami de nuevas necesidades energéticas hay que
añadir un ya de por sí elevado nivel de consumo por parte de las potencias
industriales maduradas, encabezadas por EEUU, la UE y Japón. No hay indicios de
que eso vaya a moderarse, lo que significa que nos enfrentamos a un incremento
sin precedentes de la demanda total de petróleo. De acuerdo con el DoE, el
consumo petrolífero conjunto, que alcanzó los 83,7 millones de barriles diarios
en 2006, llegará a los 90,7 millones de barriles en 2010 y a 103,7 millones en
2020. Estamos hablando de un incremento de 20 millones de barriles por día en
sólo 15 años. Para lograrlo, se precisaría de un esfuerzo ciclópeo,
increíblemente costoso, por parte de las más grandes compañías petroleras del
mundo (y de sus prestamistas, y de sus respaldos gubernamentales), y aun así,
podría resultar en vano. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Los consumidores estadounidenses, que se enfrentan al
infierno de los precios disparados en las gasolineras, se ven ahora, además,
perjudicados por el hecho de que el grueso de las transacciones petrolíferas se
desarrollan en dólares. Dado el declinante valor del dólar en relación con otras
monedas, acabamos pagando más por barril que lo competidores que pueden
convertir en dólares sus euros, yenes u otras monedas fuertes antes de concurrir
con nosotros en el mercado energético internacional. Los inversores globales,
percatados de esa tendencia, o se deshacen de sus dólares en favor de otras
divisas o compran futuros petrolíferos, lo que no hace sino redundar en la caída
de la moneda estadounidense y en el incremento del precio del crudo. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Un mundo petrolífero duro</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Tras la disparada demanda, anda desde luego al acecho
otra crisis: la crisis de producción. La industria energética se halla ahora en
un difícil proceso de transición entre un mundo de fáciles suministros
petrolíferos a un mundo con condiciones petrolíferas muy duras. Desde hace mucho
nos familiarizamos con esos suministros de “petróleo fácil”: reservas
petrolíferas gigantescas enclavadas en países estables y amigables que
proporcionaron el grueso del petróleo mundial durante los años constitutivos de
la Era del Petróleo que van desde fines del siglo XIX hasta el embargo
petrolífero árabe de 1973. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Esas enormes reservas incluían Ghawar en la Arabia
saudita, Burgan en Kuwait y Cantarell en México; unas campos petrolíferos de
monstruosas dimensiones, capaces de producir diariamente centenares de miles y
aun millones de barriles de crudo. Sin embargo, el último cuarto de siglo
prácticamente no se han descubierto campos de esas dimensiones. Por
consecuencia, el mundo se ha hecho más y más dependiente de campos petrolíferos
más pequeños, a menudo localizados en emplazamientos remotos y poco a propósito,
cuyo desarrollo e inclusión en la red petrolífera precisa de inversiones mucho
mayores. También eso cuenta en el precio del petróleo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Tómese, a modo de ilustración de esa tendencia, el caso
de Kashagan, un gigantesco campo petrolífero descubierto en 2000 en la zona
kazajstánica del Mar Caspio. Es el mayor descubrimiento hecho en todo el mundo
en los últimos 40 años. Aunque dispone de significativas reservas de petróleo y
de gas, el campo plantea desafíos desapoderados al consorcio internacional de
compañías petrolíferas que tratan de desarrollarlo. Contiene, por ejemplo,
elevadas concentraciones del venenoso gas hidrosulfúrico, que hacen
prácticamente imposible el uso de la tecnología productiva convencional (y por
lo mismo, más barata). Los costos de desarrollo para llevar el campo a la
red se han disparado desde los inicialmente estimados 57 mil millones de dólares
hasta los actuales 135 mil millones, y no se ve fin a ese incremento.
Entretanto, la fecha prevista para el inicio de la producción en Kasagan no ha
dejado de retrasarse. Prevista su inclusión en la red petrolífera mundial para
2005, ahora se habla de 2011, como pronto. Lo que, a su vez, ha llevado a un
frustrado gobierno kazjano a exigir que la compañía energética de titularidad
pública KazMunaiGaz tenga una participación mayor en el consorcio que opera en
el campo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El grueso de los otros grandes descubrimientos de los
últimos años –el campo “Jack” en aguas profundas del Golfo de México, el campo
Doba en el Chad, los campos circundantes a la Isla rusa de Shakalin y el campo
Tupi en las profundidades del Atlántico brasileño— presentan características
similares. O están en enclaves muy remotos y de difícil desarrollo, o entrañan
relaciones problemáticas con gobiernos poco fiables, o, peor aún, combinan de
una u otra forma ambos inconvenientes. Pueden ustedes hacer los fáciles cálculos
oportunos en lo tocante a los costes futuros de la producción petrolífera en
esos emplazamientos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>He aquí, pues, la mala noticia para los consumidores en
los surtidores de gasolina: la incapacidad de la industria energética mundial
para acomodarse a la creciente demanda se acentuará con toda probabilidad más y
más en los años venideros, a medida que el mundo alcance el máximo de producción
petrolífera diaria sostenible y comience lo que casi todos los expertos
coinciden en pronosticar como un declive irreversible. Nadie puede estar seguro
del momento en que eso llegará, pero un creciente coro de especialistas cree que
nos estamos acercando cada vez más a ese momento de “pico de producción
petrolífera”: algunos especialistas estiman que podría darse muy pronto, entre
2010 y 2012. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El petróleo como generador de conflictos</STRONG>
</DIV>
<DIV align=justify><BR>No se olvide que, a fin de cuentas, el equivalente de la
Revolución iraní de 1980 sigue con nosotros. Las regiones petrolíferas centrales
del planeta están en una situación de crisis crecientemente agravada, y el
precio del petróleo se ve regularmente presionado al alza por esa crisis. Irak,
que dispone de las segundas reservas petrolíferas más importantes del mundo,
está trastornado por la guerra. Nigeria, un importante suministrador de EEUU y
de Europa, ha experimentado recientemente una significativa reducción en su
producción debido a la violencia étnica que azota a la rica región petrolífera
del delta del Níger. La producción venezolana ha caído porque se purgó de la
compañía petrolífera de titularidad estatal PdVSA a muchos tecnócratas
anti-Chávez. La producción de Irán ha sufrido como consecuencia de las sanciones
económicas impuestas por EEUU. La violencia política, la corrupción y la
interferencia estatal en el sector energético han llevado también a una menguada
producción en el Chad, México, Rusia y Sudán. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En otro tiempo, los mayores productores petrolíferos del
mundo pudieron compensar un desplome de la producción en alguna región
recurriendo drásticamente a la capacidad “ahorrada” (de reserva) a su
disposición. Eso fue fundamental en 1990, tras la invasión iraquí de Kuwait, y,
de nuevo, en 2001, tras los ataques del 11 de septiembre. En ambas ocasiones, la
Arabia saudita simplemente subió la producción, añadiendo centenares de miles de
barriles diarios de sus reservas de ahorro, evitando por esa vía una
catastrófica crisis energética en EEUU. Pero los saudíes y otros miembros de la
OPEP ya no disponen de unas reservas significativas de ahorro. Están bombeando
todo el petróleo de que son capaces para beneficiarse del actual incremento de
precios. Por eso cualquier caída inopinada de la producción en regiones
conflictivas se traduce inmediatamente en un incremento de precios. </DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Se puede esperar que los niveles de conflicto en las
zonas productoras de petróleo acaben por remitir, trayendo eso consigo una
bajada de precios? Desgraciadamente, no es una perspectiva realista, porque la
producción petrolífera misma actúa cada vez más como acicate de
conflictos. Aunque la extracción de petróleo genera una enorme riqueza
para las elites privilegiadas, en muchos países deja a los demás, normalmente de
otras identidades étnicas o religiosas, con pocos beneficios procedentes de un
recurso que, sin embargo, tienen a la vista. Piénsese en la región del Delta del
Níger, en donde las minorías étnicas siguen combatiendo por obtener una mayor
participación en unos beneficios petrolíferos históricamente monopolizados por
unas elites radicadas en la lejana capital nacional, Abuja. Análogamente, los
kurdos en Irak siguen combatiendo por hacerse con el control de los beneficios
petrolíferos generados por los gigantescos campos petrolíferos emplazados en las
zonas de ese país devastado por la guerra que ellos consideran suyas. Se corre
así, señaladamente, el riesgo de que la ciudad petrolífera de Kirkuk termine por
convertirse en un campo de batalla. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Aunque nadie puede predecir exactamente dónde estallarán
los próximos conflictos por la distribución de los beneficios petrolíferos o por
el control de campos petrolíferos valiosos, se puede predecir sin avilantez que
esos conflictos seguirán siendo un elemento inevitable –e inevitablemente
disparador de los precios— del paisaje político global. No es sólo que ahora la
inestabilidad sea la norma; el inevitable corolario es su difusión por todas
esas regiones y el alza de los precios del petróleo. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Un “lunes negro” energético</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>El fondo: los precios del crudo son ahora altos no, como
en 1980, debido a una interrupción temporal del flujo global de petróleo, sino
por razones sistémicas que, si acaso, habrán de agravarse con el tiempo. Eso
quiere decir que los titulares con la frase: “El precio del petróleo bate otra
marca” serán un lugar común por mucho tiempo. Acaso la única buena nueva de todo
eso venga de pararse a pensar cuán mala es realmente la nueva. Tarde o temprano,
los crecientes costos energéticos terminarán por precipitar a los EEUU y a las
demás naciones consumidoras de petróleo en una profunda recesión, deprimiendo
por esa vía la demanda y trayendo, verosímilmente, consigo una bajada de los
precios de la energía. Mas no es éste el camino que fuera nadie a elegir
voluntariamente para abaratar precios. </DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Cuáles serán, pues, las gravosas consecuencias de unos
precios energéticos más elevados? Para el consumidor estadounidense corriente y
moliente la respuesta es tan simple como desoladora: una calidad de vida
menguante, a medida que desaparecen los gastos discrecionales ante los
crecientes costes del transporte, la calefacción y la electricidad, por no
hablar de elementos básicos como la comida (para la cual, desde los
fertilizantes hasta el empaquetamiento, el petróleo es una necesidad). Para los
pobres y los ancianos, las implicaciones son terriblemente acuciantes: en
algunos casos, no ofrece duda, les significará tener que elegir entre la
calefacción en invierno, una alimentación adecuada y la asistencia médica.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Están, por último, las implicaciones para el conjunto de
los EEUU. Puesto que dependen del petróleo en cerca del 40% de su suministro
energético total, y puesto que aproximadamente dos tercios de su crudo son
importados, el país se verá forzado a dedicar una parte cada vez mayor de su
riqueza nacional a las importaciones energéticas. Si el petróleo se mantiene en,
o sube por encima de los 100 dólares por barril en 2008, y si, como se espera,
los EEUU importan unos 4,75 mil millones de barriles, el drenaje neto de dólares
será probablemente del orden de los 475 mil millones de dólares. Esa partida
será la que más contribuya al déficit de la balanza de pagos estadounidense, y
seguramente acabará siendo un factor de peso en la continuada erosión del dólar.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los principales receptores de petrodólares –los mayores
estados productores de petróleo del Golfo Pérsico, la antigua Unión Soviética y
América Latina— se servirán sin duda de su riqueza acumulada para hacerse con
buenos pedazos de activos estadounidenses o, como en el caso de la Venezuela de
Hugo Chávez o de los príncipes sauditas, para perseguir objetivos políticos
incompatibles con la política exterior norteamericana. Su jactanciosamente
proclamada condición de “única superpotencia del mundo” se irá revelando
efímera, medida que nuevas “super-petropotencias” –un neologismo acuñado
por el Senador por Indiana Richard Lugar— vengan a imperar sobre el paisaje
político. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Así pues, en resolución, aunque el 3 de marzo pasado
ocupó brevemente los titulares, puede que acabe siendo recordado como el
verdadero “lunes negro” del nuevo siglo, como el momento en que los costes
energéticos se convirtieron en el factor decisivo de la balanza del poder
económico global. </DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>* Michael T. Klare es profesor de Estudios de la paz y la
seguridad mundial en el Hampshire College de Amherst, Massachusetts, y autor de
Blood and Oil: The Danger and Consequences of America`s Growing Petroleum
Dependency. Su último libro sobre geopolítica de la energía, Rising Powers,
Shrinking Planet: The New Geopolitics of Energy, saldrá a la cale el próximo 15
de abril bajo el sello editorial de Metropolitan Books. </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><BR><BR></DIV></FONT></BODY></HTML>