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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><FONT
size=5><EM><U>correspondencia de prensa - boletín
solidario</U></EM></FONT> <BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda
Radical</FONT><BR>Edición internacional del Colectivo Militante<BR><U>19 de
marzo 2008</U><BR>Redacción y suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Irak</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>A un lustro de la invasion de Irak,
el tejido social esta roto y cunde el desamparo</STRONG></FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Cinco años que destruyeron un
pueblo</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Con el 60 por ciento de
desocupación, imperan la ley de la selva y la sangría interétnica. Hay menos
violencia, pero muy pocas esperanzas de que el futuro será más
favorable</FONT><BR> <BR></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Angeles Espinosa, desde Bagdad</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>El País, Madrid. </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Especial para Página/12, Buenos Aires,
19-2-08</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.pagina12.com.ar/"><STRONG>http://www.pagina12.com.ar/</STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify>La vida de Hazim al M. se ha desmoronado con su país. Este
iraquí emprendedor, que hace cinco años veía por fin despegar su pequeño negocio
de venta de sanitarios, pasa ahora las mañanas sentado en un café de Hay al
Darag con la mirada perdida y el té enfriándose sobre la mesa. “No me voy a
quedar en casa como una mujer”, justifica. La imposibilidad de ganar un sueldo
para mantener a su esposa y su hijo es la última humillación en una sociedad aún
profundamente patriarcal. Al menos el 60 por ciento de la población activa se
encuentra desocupada. Más allá de las recientes mejoras en la seguridad, la
destrucción del tejido social ha dejado a los iraquíes desamparados.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Incluso después de la invasión logré algunos contratos
para instalar cuartos de baño en centros de salud aquí en Bagdad y en Diyala,
aunque enseguida llegaron las coacciones”, manifiesta con amargura. Pero fue el
atentado contra la Mezquita de Samarra en 2006 lo que terminó de enterrar sus
esperanzas. “La vida se paró”, recuerda. “Tuve que cerrar la tienda en Al Kifah
por temor a que me secuestraran. Varios vecinos me advirtieron a raíz de que el
Ejército del Mahdi se llevó a otro comerciante y no lo soltó hasta que su
familia pagó 80.000 dólares. No fui el único. Tres se fueron al norte y otro a
Egipto.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hazim es sunnita y el Ejército del Mahdi que tomó el
control de Al Kifah es una milicia chiíta, pero se niega a aceptar que las
diferencias religiosas estén en la base de la lucha fratricida que desangra su
país. “Nadie está seguro, sea sunnita o chiíta. Quienes tienen armas imponen su
ley, sean los del Mahdi u otros”, subraya mientras busca con la mirada la
aprobación de Alí, su amigo del alma chiíta que me ha llevado hasta él. Ambos
sirvieron juntos en la guerra contra Irán.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Con la tienda cerrada y sin otros ingresos, Hazim ha ido
consumiendo sus ahorros. “Estoy sin trabajo, sin futuro y sin esperanza”, se
duele a sus 45 años. Se acabaron las salidas a cenar los viernes, las
excursiones al lago Habaniya e incluso las reuniones de todos los hermanos con
sus familias en casa de su madre. “Cualquier desplazamiento resulta peligroso
–explica–, temo cuando mi hijo va al colegio; mi mujer se preocupa si no vuelvo
a la hora; nos pasamos el día llamándonos unos a otros para asegurarnos de que
seguimos vivos.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>No todos han sido tan afortunados. Entre 81.639 y 89.110
civiles han muerto en estos cinco años a causa de la guerra, según la
organización independiente Iraq Body Count (www.iraqbodycount.org). Otras
fuentes elevan esa cifra hasta cerca del millón, pero se trata de proyecciones,
no de muertes documentadas. En cualquier caso, la gravedad de la situación se
refleja en los casi 4,5 millones de iraquíes que se han sentido compelidos a
abandonar sus hogares a causa de la violencia, casi una quinta parte de la
población de antes de la guerra. Unos dos millones se hallan desplazados dentro
de Irak, el resto, refugiados en los países vecinos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y a pesar de una reciente mejora de la seguridad, aún no
hay en marcha una operación retorno. Apenas 30.000 familias de refugiados y 6000
de desplazados internos regresaron el año pasado a sus hogares, según fuentes
del gobierno iraquí que la ONU no está en condiciones de confirmar por falta de
personal sobre el terreno. Mientras, una media de 60.000 iraquíes sigue
abandonando su país cada mes. Quienes regresan lo hacen, además, a barrios o
zonas que se han vuelto homogéneas en cuanto a la composición étnica o religiosa
de sus habitantes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Desconfiamos de todo el mundo, incluso de los vecinos
con los que hemos convivido durante años”, reconoce Yasmín, una cristiana cuya
mejor amiga murió asesinada hace unos meses a manos de fanáticos musulmanes.
Ella, su marido y sus dos hijos han cambiado varias veces de casa como medida de
precaución. Otros, como Fuad, un farmacéutico chiíta de Karrada, han optado por
instalar a sus familias en Jordania o Siria, para reducir el riesgo y la
ansiedad. A las farmacias, como las panaderías, no les afecta la
situación.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No es el caso de otros negocios. En la calle Arrasat al
Hidie, donde se concentraba la mayoría de los restaurantes y tiendas de moda de
Bagdad, una tiene la sensación de haber regresado a los días de los bombardeos
estadounidenses. Como entonces, sólo el Latakiya permanece abierto y no se ve un
alma. Un poco más allá, en Karrada Dajel, parece por un instante que hubiera
regresado la normalidad. Las tiendas invaden las aceras con sus mercancías.
Electrodomésticos iraníes y chinos compiten por compradores tan ávidos de bienes
como escasos de dinero. Al caer la tarde, jóvenes ociosos llenan los cafetines,
su único lugar de esparcimiento. El pasado día 6, dos terroristas suicidas
acabaron con el espejismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero cinco años después del derrocamiento de Saddam
Hussein, la mayor inseguridad que sufren los iraquíes tiene que ver con sus
necesidades básicas. Un 43% sobrevive con menos de un dólar al día, el umbral de
la pobreza extrema. Seis millones de personas necesitan ayuda humanitaria, el
doble que en 2004, inmediatamente después de la guerra, pero sólo el 60% de la
población tiene acceso a las raciones que entonces eran universales. Además,
ante las presiones del Banco Mundial, el gobierno iraquí estudia poner fin a
esas raciones y al subsidio a los carburantes. “Está bien que echaran a Saddam,
pero sólo querían hundirnos en la miseria para que no podamos volver a
levantarnos”, interpreta Hazim, el vendedor de sanitarios. En su opinión, los
estadounidenses han elegido lo peor de lo peor para dirigir Irak. “Sean chiítas
o sunnitas no tienen ninguna preparación, todos exhiben títulos falsos y sólo se
preocupan de llenarse el bolsillo”, señala repitiendo una queja habitual entre
la gente de la calle.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para los iraquíes resulta incomprensible que las
infraestructuras no hayan mejorado en cinco años. El 70% de la población sigue
sin agua potable y el 80% carece de alcantarillado. En Bagdad, el suministro
eléctrico resulta tan variable como imprevisible, frente a las 12 horas diarias
–con cortes prenunciados semanalmente– que eran la norma en tiempos de Saddam.
Ni siquiera la producción de petróleo ha logrado superar los niveles previos a
la invasión (en torno a los 2,4 millones de barriles diarios), en parte debido a
los ataques a las instalaciones que sólo ahora empiezan a remitir.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Durante el régimen de Saddam, Hazim sólo echaba de menos
la libertad de poder viajar al extranjero. Hoy, ni él ni la mayoría de los
iraquíes tienen dinero para hacerlo, ni las embajadas presentes en su país están
dispuestas a darles visados. A la pregunta de qué le pide al futuro, duda un
momento antes de responder: “Que regrese la felicidad”.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=3><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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