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<DIV align=center><FONT size=4><STRONG><FONT color=#800000><FONT
size=5><EM><U>correspondencia de prensa - boletín
solidario</U></EM></FONT> <BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda
Radical</FONT><BR>Edición internacional del Colectivo Militante<BR><U>20 de
marzo 2008</U><BR>Redacción y suscripciones:</FONT> </STRONG></FONT><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><FONT
size=4><STRONG>germain5@chasque.net</STRONG></FONT></A><BR></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Capitalismo
</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Las convulsiones del mercado y la
crisis económica<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Chris Harman
*</FONT><BR><BR></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>En Lucha<BR></STRONG><A
href="http://www.enlucha.org/"><STRONG>http://www.enlucha.org/</STRONG></A></FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><BR>La seriedad de las convulsiones que empezaron en el
mercado financiero en agosto, fueron tratadas como un pánico de corto alcance
que se resolvería después de que la Reserva Federal de los EEUU bajara una tasa
de interés el 18 de agosto. Pero otros, incluyendo apologistas puros del
capitalismo como Martin Wolf del Financial Times, vieron que se reflejaban
problemas más profundos. “Las crisis de crédito de hoy”, escribió Wolf el 22 de
agosto, “es más que un síntoma de un sistema financiero defectuoso. Es también
síntoma de una economía global desbalanceada”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hubo poca disputa acerca de la causa inmediata del
pánico. Durante la recuperación de la recesión del 2000-2002 en los EEUU
aquellos con dinero (antiguos bancos, nuevos grupos financieros e individuos
ricos con unos pocos millones en efectivo disponible) encontraron que podían
expandir su riqueza pidiendo préstamos con tasas de interés bajas para prestar a
aquellos preparados a pagar intereses más altos. Uno de los principales grupos
dispuestos a pagar estas tasas más altas eran las secciones más pobres de la
población desesperada para obtener algo para vivir y aquellos que fueron
previamente vistos como no confiables para obtener dichos préstamos. Mientras
los precios de las casas continuaron subiendo, ellos parecían un grupo seguro
para prestarles, ya que existía siempre la posibilidad de adueñarse de sus casas
en caso de que fallaran en pagar a tiempo. Este tipo de préstamos se conoció
como “mercado de hipotecas de alto riesgo”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A la par de esto aparecieron otros tipos de préstamos
especulativos –apostando al incremento de los precios de los bienes de cambio
(particularmente combustible y metales) y más recientemente la venta de acciones
para conseguir capital. Enormes cantidades se obtuvieron en préstamo para
comprar firmas gigantes asumiendo que esa “reestructuración” a través de
revoques y rellenos produciría los beneficios extra necesarios para cubrir los
pagos de la deuda.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Lo que estaba involucrado en cada caso no era solo un
proceso de préstamos, sino una cadena mucho más complicada de créditos para
prestar. Así que aquellos que prestaron en el mercado de hipotecas pedirían
prestado en otros mercados para poder hacerlo, y aquellos que les dieron el
dinero a su vez harían lo mismo. Cada etapa invlucraba la vieja técnica del
“apalancamiento”, prestar sumas mucho más grandes de lo que podía ser devuelto
inmediatamente en la asunción de que sumas más grandes estarían disponibles para
cuando se necesitara devolverlo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El último año la economía de los EEUU empezó a
estancarse. A medida que los beneficios cayeron, las firmas se deshicieron de
los trabajadores que habían tomado hace dos o tres años. Cientos de miles de
americanos pobres no pudieron con los crecientes pagos de hipotecas y el crédito
en un extremo de la cadena no pudo ser pagado. Cuando las expropiaciones que
siguieron llevaron a que bajaran los precios de las casas, el “colateral” que
supuestamente había garantizado los préstamos cayó en valor de la misma manera.
De repente 400 billones de dólares en préstamos no eran pagables.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En cada vínculo de la cadena de créditos y préstamos, los
hipotecarios, los fondos de inversión y los bancos descubrieron que no podían
cubrir inmediatamente lo que habían pedido prestado. No era solo un problema
para los intermediarios hipotecarios pequeños. El gigante banco americano Bears
Stearns tuvo que salirse del negocio para detener a dos fondos de inversión
conectados con él que estaban por quebrar, dos bancos estatales alemanes
tuvieron que ser intervenidos para mantenerlos a flote. Entonces salió a la luz
que Barclays tenía “varios cientos de millones de dólares expuestos en deudas
fallidas, creadas por su división de inversiones” y, como vimos en la prensa,
que el quinto prestamista hipotecario más grande de Gran Bretaña, Northern Rock,
era dependiente de los préstamos de emergencia del Banco de Inglaterra para
devolver el dinero de los ahorristas que hacían cola en sus puertas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las cadenas de créditos y préstamos especulativos son tan
viejas como el capitalismo. Son características del punto en el ciclo
recesión-boom-recesión donde la recuperación alimenta la creencia de que no hay
límite para la expansión. Y siempre han llevado a pánicos subrepticios cuando
parecía que esta visión podía ser errónea. Así fue con el crash de Wall Street
de 1929 (un resultado de la especulación alrededor de los inmuebles y el valor
de las acciones), el crash del mercado de bonos de octubre de 1987, y la crisis
asiática y el pánico de fondos de inversión de hace diez años.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No necesariamente llevan a repercusiones inmediatas para
la economía como un todo. La especulación financiera es una actividad
parasitaria, una o más capas removidas del proceso real de creación de
beneficios y acumulación basada en la explotación del trabajo productivo. Como
dice el poema (del inglés): “las grandes pulgas tienen pulguitas en sus espaldas
que las muerden / y las pulguitas tienen unas más pequeñas, y así ad infinitum”.
La muerte del parásito pequeño no necesariamente daña al más grande.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El daño inmediato como el que causa el pánico financiero
al sistema es que pone en riesgo las cadenas no especulativas de crédito y
préstamo que acompaña la mayor parte de los actos de compra-venta, incluyendo la
compra de plantas, equipos y materias primas para la producción real. Si las
compañías que supuestamente eran confiables hasta hace poco tiempo no pueden
pagar sus deudas, cada capitalista se cuestionará si las compañías con las que
hacen negocios tendrán la capacidad de pagar. Será probable que demanden
efectivo para sus tratos, y unas tasas de interés mucho más altas por cada
crédito que acepten dar. Dos días después que rompiera la crisis, el Financial
Times reportaba:</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Cientos de compañías americanas enfrentan costos
marcadamente más altos en el crédito a corto plazo usados para sus operaciones
del día a día… Ejecutivos y analistas de Wall Street dicen que una implosión
violenta del crédito puede forzar a varias compañías a reducir su exposición al
mercado corporativo de 200 billones de dólares en bonos del tesoro… Un amplio
rango de compañías, incluyendo Walt Disney, ITT, Heinz y Motorola, tienen
contraídos préstamos multimillonarios.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un “aplastamiento del crédito” estaba rompiendo algunas
de las cadenas de préstamo que unían producción y ventas a través del sistema.
En orden de repararlas la Reserva Federal de EEUU y el Banco Central Europeo
ofrecieron asistencia a cualquier banco de los grandes que enfrentara problemas.
Esto se suponía que iba a frenar el pánico inmediato. Sí sirvió para removerlo
de los titulares de todos los periódicos excepto los especializados y permitió
que los mercados de valores se recuperaran por un tiempo. Pero lo que no
restauró completamente fue la confianza general en el sistema de crédito. Los
comentaristas escribieron de “cadáveres ocultos” –firmas hipotecarias, bancos y
fondos de inversión que estaba siendo mantenidos callados acerca de las enormes
sumas que tenían en préstamos inciertos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Uno de esos cadáveres ocultos era el Northern Rock, “el
brindis de una cena ostentosa donde fue celebrado con aprobación por sus
habilidades para la innovación financiera” allá por enero, como recordaba el
Financial Times el 15 de septiembre. Más cadáveres estaba por emerger en las
semanas siguientes, a medida que los precios de las casas en los EEUU (y
probablemente en Gran Bretaña también) hacían cada vez más difícil recuperar su
dinero a aquellos que lo habían prestado. Y por lo tanto hubo predicciones de
que la crisis llevaría a que cayeran las tasas de crecimiento tanto en dicho
país como en el resto del mundo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Subyacientes a las preocupaciones enfrentadas por las
instituciones financieras había problemas mucho más profundos. El masivo
crecimiento de créditos y préstamos que condujo al pánico de agosto tiene sus
raíces en el mismísimo carácter de las recuperaciones de las crisis asiáticas
del 97-98 y la recesión de los EEUU en 2000-2002.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El efecto de la crisis asiática fue hacer que tanto
gobiernos como compañías en la región mantuvieran los gastos bien por debajo de
los ingresos. Atrapados una vez por fluctuaciones repentinas en el sistema
mundial, quisieron fondos en exceso para protegerse la próxima vez. Así que en
vez de invertir todas sus ganancias se guardaron una parte. China es el caso más
notorio. Casi el 50% del producto nacional toma la forma de “ahorros” (incluido
el dinero que queda luego de gastos como salarios). Nueve décimas de esto, 45%
de producto, es acumulado para producir más, pero un décimo es ahorrado.
Usualmente esto significa prestarle al Tesoro de los EEUU (comprando bonos del
tesoro), así como también ayudar a financiar el presupuesto del gobierno
estadounidense, o prestarle a los bancos norteamericanos que a su vez le prestan
a los consumidores norteamericanos. En efecto cientos de billones de dólares
cada año cruzan el Pacífico para financiar préstamos en los EEUU.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hasta la recesión norteamericana de 2001-2002 algunos de
los préstamos fueron disfrutados por firmas de dicho país para invertir. Pero
ahora ellas también, habiendo sido tomadas por los repentinos altibajos de su
propio sistema, no están invirtiendo ya todos los beneficios que obtienen sino
que en vez de eso “ahorran” una porción depositándola en el sistema bancario.
Como lo puso Martin Wolf, “por un período de seis años el negocio en EEUU
invirtió menos que sus ganancias retenidas. Los negocios se han convertido en
fuentes netas de las finanzas, ya no sus usuarios”. Algo de estos créditos han
ido a parar a los trabajadores norteamericanos y la clase media, permitiendo que
la gente comprara cosas que de otra manera no habrían podido pagar: “las
familias en EEUU… se han hundido todavía más en el déficit financiero… Para 2006
habían incurrido en un déficit financiero del 4% del PBI”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La preocupación principal de aquellos como Martin Wolf no
es si el sistema financiero se ha vuelto independiente de la producción real. Es
el que la expansión de la producción real ha empezado a depender del préstamo
masivo por parte de los consumidores norteamericanos desde que ni en Asia
oriental ni del este ni los EEUU todos los beneficios están siendo invertidos en
una forma que puedan absorber toda la producción luego de que los trabajadores
han gastado sus salarios. Habría enormes cantidades de producción a lo largo del
mundo que no podría ser vendida, y por tanto un enorme derrumbe, si no fuera por
los préstamos que habilitan a las familias norteamericanas vivir más allá de sus
medios (y las británicas también, aunque son mucho menos importantes para el
sistema mundial).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un verdadero entendimiento de qué está pasando no puede,
de cualquier modo, ser completo si simplemente se enfoca, como hacen los
escritores más pesimistas en las páginas de negocios de los grandes medios, en
los “desequilibrios” entre ahorro e inversión a nivel internacional. Los
desequilibrios son en sí mismos un producto de algo mucho más profundo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por más de tres décadas el capitalismo ha sido incapaz de
producir tasas de ganancias suficientemente altas para sostener la inversión
necesaria que mantenga o incluso expanda el sistema. Y por lo tanto sucedieron
las crisis recurrentes de los 70s, los 80s, los 90s y principios del 2000.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La respuesta del capital en todos lados fue tratar de
recuperar rentabilidad presionando sobre los salarios, los servicios sociales y
la carga de trabajo. Un reporte reciente de la Organización para el Desarrollo y
la Cooperación Económica (ODCE), su Reporte de Empleo 2007, muestra que la parte
del PBI que va a parar a salarios está cayendo a lo largo del mundo capitalista
avanzado. La recuperación de la recesión estadounidense, por ejemplo, incluye a
firmas que han recuperado algunas de sus pérdidas del 2000-2002 a través del
ataque a su fuerza de trabajo: presionando hacia abajo los salarios hasta hace
un año y pico e incrementando la producción sin retomar en sus puestos a los
trabajadores despedidos durante la recesión. La negativa de China para
incrementar el valor del yuan (moneda china) respecto al dólar realmente
equivale a mantener baja la capacidad de los trabajadores y campesinos chinos
para comprar bienes con precios internacionales (incluso aquellos que salen de
las fábricas y granjas chinas).</DIV>
<DIV align=justify><BR>El impacto global de tales presiones sobre los
trabajadores ha sido el restaurar cerca de la mitad de la pérdida de
rentabilidad del sistema de los 60s y 70s. Pero el otro lado de esto ha sido
también restringir el mercado para productos que dichos salarios pueden comprar.
Esto deja una brecha entre la producción y el consumo final que solo puede ser
llenada por un incremento proporcional en la inversión. Esto no ha pasado porque
la recuperación en la tasa de ganancias no ha sido suficiente para tirar hacia
delante al sistema como una vez lo hizo. La acumulación a través del mismo está
funcionando a un nivel más bajo que en cualquier punto de las décadas de los 80s
y 90s, sin contar los 70s, más allá del boom de la economía china. Hay un
agujero mundial en la demanda de bienes, lo que hasta ahora ha sido llenado por
un préstamo masivo por parte tanto del gobierno estadounidense como de los
consumidores de dicho país.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tony Cliff solía decir que el sistema está atrapado entre
dos peligros: la “Escila” de las tasas de ganancias decrecientes y la “Caribdis”
de la sobreproducción (Escila y Caribdis eran los dos monstruos marinos entre
los que tuvo que navegar Odiseo en la saga de Homero). De ahí que la manera en
que los EEUU obtienen préstamos se haya vuelto tan central –y tan peligrosa la
“implosión del crédito”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Así que ¿qué pasará luego? Los gobiernos y bancos
centrales han intervenido en un intento de restaurar la confianza en el sistema
financiero. Al neoliberalismo como ideología puede no gustarle, pero la
acumulación capitalista como práctica lo demanda. Las firmas gigantes del mundo
y los bancos todavía dependen de los estados para ayudarlos a salir de los
momentos de crisis, y los estados todavía se apuran a cumplir.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Aunque en el proceso, algunas veces se han escuchado
argumentos amargos. El Banco de Inglaterra estuvo públicamente en desacuerdo con
los primeros movimientos hechos por la Reserva Federal norteamericana y el Banco
Central Europeo –sólo para hacer un movimiento similar él mismo en el momento en
que una compañía británica estuvo seriamente amenazada. Chris Giles del
Financial Times observó, “nunca la reputación y credibilidad de Mervyn King, el
director del banco, ha colgado de un hilo tan fijo”. Esto no puede ser un
desenlace bienvenido por Gordon Brown, quien ha puesto tal fe en el criterio
“independiente” del banco.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hay aquellos financieros, industriales y economistas que
creen que sin intervención una nueva recesión es inevitable. Se les oponen
aquellos que sostienen que la intervención solo fomentará que las instituciones
financieras se arriesguen todavía más con malos préstamos, en la asunción de que
los bancos centrales siempre los salvarán, y esto llevará a una crisis todavía
peor en un par de años. Entre estos dos campos hay voces muy preocupadas.
Preocupadas porque la lógica de intervención es tal que los bancos centrales
toman la responsabilidad de todos los préstamos necesarios para mantener alejado
al sistema de la recesión, pero que a la vez la no intervención significaría
mucho más convulsión de lo que hayamos visto hasta ahora.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hay un problema adicional para la Reserva Federal esta
vez. Bajar las tasas de interés norteamericanas para hacer más llevadera la
crisis de crédito haría que algunos de los fondos extranjeros actualmente
depositados en los EEUU se fueran a otra parte. El valor del dólar en el cambio
internacional ya ha estado cayendo y algunos comentaristas temen que tasas más
bajas podrían hacer que colapse. Esto reduciría la habilidad de los EEUU para
proveer un mercado capaz de absorber la sobreproducción a nivel mundial.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hay todavía demasiados datos desconocidos en la situación
para hacer pronósticos. Pero una cosa es segura. Cada gran crisis en las pasadas
tres décadas ha visto que la economía repentinamente toma la forma concentrada
de políticas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los gobiernos y los bancos centrales no pueden
simplemente mantenerse aparte cuando “sus” grandes capitales corren el riesgo de
una extinción repentina. Pero ninguno puede intervenir sin el riesgo de que las
cosas se pongan peor para su punto de vista. El resultado, inevitablemente, será
una lucha interna entre (y dentro) de las clases dirigentes nacionales –así como
una nueva amargura entre amplios sectores de la clase trabajadora y la clase
media mientras ven que sus casas y sus ahorros están en peligro.<BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* Chris Harman es miembro del Comité Central del Socialist
Workers Party (Gran Bretaña) y editor de International Socialism Journal.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=3><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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</DIV></FONT></BODY></HTML>