<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META http-equiv=Content-Type content="text/html; charset=iso-8859-1">
<META content="MSHTML 6.00.2900.2523" name=GENERATOR>
<STYLE></STYLE>
</HEAD>
<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=4><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario</FONT></U></EM>
<BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición internacional
del Colectivo Militante<BR><U>25 de marzo 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones:</FONT></STRONG> <A href="mailto:germain5@chasque.net"><FONT
size=4><STRONG>germain5@chasque.net</STRONG></FONT></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Libano</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Confesionalismo y
resistencia<BR><BR>Nicolás Qualander, desde Beirut</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Semanario Rouge N° 2244,
París, 20-3-08<BR>Revista Viento Sur</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.nodo50.org/viento_sur/"><STRONG>http://www.nodo50.org/viento_sur/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducción de Alberto
Nadal</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR>Con la llegada de tres navíos de la VI Flota
norteamericana a las costas libanesas, el asesinato en Damasco del coordinador
militar de Hezbolá, Imad Moughnie, el pasado 13 de febrero, y el llamamiento a
la salida de los naturales saudíes y kuwaitíes, los riesgos de una nueva guerra
entre la resistencia libanesa e Israel han aumentado estas dos últimas semanas.
<BR><BR>Americanos e israelíes dudan aún en lanzar una nueva guerra contra el
Líbano. En primer lugar porque Israel no se ha recuperado aún de su derrota
militar contra el Hezbolá islamo-nacionalista del verano de 2006 y que este
último parece haberse reorganizado y rearmado en el Líbano sur, disponiendo de
un arsenal de misiles de medio y largo alcance que colocan a las principales
ciudades israelíes bajo el fuego directo de la resistencia. En segundo lugar,
porque existe la amenaza de desencadenamiento de una tercera Intifada palestina
que pudiera incluir, según los servicios de información israelíes, a los
palestinos de los territorios de 1948, es decir que residen en el seno mismo del
territorio israelí. Finalmente, porque es fuerte la probabilidad de que el
propio Hamás, en Gaza, se haya dotado de misiles del tipo Grad, que pueden
golpear con dureza el sur de Israel. En definitiva, es la amenaza de una
multitud de frentes abiertos, tanto en el Norte como en el Sur, y una
correlación de fuerzas militar más o menos reequilibrada lo que, por primera vez
en la historia, hace verdaderamente dudar al estado mayor israelí sobre la
posibilidad de ataques aéreos y de una invasión terrestre del Líbano.
<BR><BR><STRONG>División</STRONG><BR><BR>Desde septiembre de 2004 y la adopción,
por el Consejo de Seguridad de la ONU, de la resolución 1559 que pedía a la vez
la retirada de las tropas sirias del Líbano y el desarme de Hezbolá, la
situación no ha dejado de degradarse. Hasta entonces, la estrategia
israelo-americana era doble. Por un lado, se trataba de permitir a Israel
intervenir militarmente para golpear y eliminar a Hezbolá en el Líbano sur, y
crear una línea de demarcación al norte del río Litani: tal era el objetivo de
la guerra de 2006, que se saldó para Israel con un fracaso total, habiendo sido
derrotadas sus tropas de tierra por Hezbolá. De otra parte, tenía por objetivo
favorecer un proceso gradual de guerra civil en el Líbano entre, por un lado, la
oposición nacional libanesa y, del otro, la mayoría parlamentaria pro-occidental
llamada del 14 de marzo. Esta estrategia sigue estando al orden del día. Desde
2004, los atentados de todo tipo, así como los enfrentamientos continuos y
regulares entre los partidarios de la oposición antiamericana y los del 14 de
marzo, no han dejado de ampliarse. <BR><BR>En lo esencial, la oposición nacional
libanesa está constituida por Hezbolá y Amal (chiítas), la Corriente Patriótica
Libre del general Michel Aoun –una de las formaciones más implantadas en la
comunidad cristiana maronita-, pequeñas formaciones cristianas y sunitas –como
el Frente de acción islámica (sunita) en Trípoli (norte del país) o la Corriente
de los Maradas, en la ciudad cristiana de Zghorta (no lejos de Trípoli)- y, en
fin, de una multitud de formaciones laicas, nacionalistas, de izquierda,
baasistas o nasseristas –como el Movimiento del Pueblo, del antiguo diputado
Najah Wakim, o la Organización popular nasseriana, de Oussama Saad, muy
implantada en Saida (Líbano sur). <BR><BR>Por su parte, el Partido Comunista
Libanés (PCL) apoya a la oposición en sus reivindicaciones nacionalistas,
incluso si critica la ausencia de programa social y de salida del
confesionalismo político. El cemento común de la oposición sigue siendo el
rechazo del plan americano del Gran Medio Oriente y la defensa de las armas de
la resistencia libanesa de Hezbolá en el Líbano sur. La legitimidad de la
resistencia en esta zona proviene del hecho de que Israel mantiene allí la
ocupación de dos territorios: las granjas de Chebaa y las colinas de Kfar
Chouba. En fin, Israel sigue manteniendo prisioneros libaneses. El carácter
transconfesional de la oposición, que reagrupa a la mayoría de los musulmanes
chiítas y una amplia parte de los cristianos desde febrero de 2006, y la firma
de un documento de acuerdo entre Hezbolá y el PCL, así como su diversidad
política, (corrientes islámicas, nacionalistas, seculares, de izquierda), le
aseguran una real representatividad en el país, y limitan, de hecho, las
veleidades americanas de guerra civil y de aislamiento de Hezbolá.
<BR><BR><STRONG>Resistencia histórica</STRONG><BR><BR>Por su parte, el 14 de
marzo pro-occidental, fuertemente apoyado por Francia y los Estados Unidos, está
compuesto por la Corriente del futuro (musulmanes sunitas), dirigida por Saad
Hariri, hijo del antiguo Primer ministro asesinado en febrero de 2005, Rafic
Hariri, del Partido Socialista Progresista de Walid Jumblat (drusos), y de los
dos grandes partidos de la derecha cristiana, las Falanges libanesas y las
Fuerzas libanesas. El 14 de marzo, que tiene en sus manos las riendas del
gobierno gracias al primer ministro, Fouad Siniora, se declara antisirio y
favorable a una doble intervención americana y francesa en el Líbano, así como a
la creación de un tribunal internacional para juzgar el asesinato de Rafic
Hariri, de autor desconocido hasta hoy, pero cuya responsabilidad hacen recaer
sobre Siria. <BR><BR>El Líbano hace pues el papel de caja de resonancia
regional, entre los partidarios de la presencia americana (Jordania, Arabia
Saudita, Egipto), y los que le son, al contrario, opuestos (Siria, Irán y las
organizaciones nacionalistas seculares o islamo-nacionalistas de la región, más
particularmente en Palestina y en el Líbano). Pero el Líbano no es solo una
simple caja de resonancia: históricamente, es allí donde se modificaron, en
parte, las correlaciones de fuerzas geopolíticas. De 1982 a 1990, las
resistencias conjugadas del Frente de la Resistencia nacional libanesa (FRNL,
del que el PCL constituía la fuerza principal), de Amal y de Hezbolá, obligarían
a las salidas sucesivas de las tropas israelíes de Beirut, así como de las
fuerzas francesas y americanas del Líbano. <BR><BR>De 1990 a 2000, Hezbolá,
único movimiento autorizado por Siria para llevar armas, llevará a cabo la
resistencia contra Israel en el Líbano sur ocupado, lo que llevará al gran
acontecimiento histórico que fue la retirada unilateral de las tropas israelíes
de esa zona, en mayo de 2000. De 2000 a 2006, Hezbolá, partido originalmente
inspirado por la revolución iraní de 1979, pero que ha renunciado poco a poco a
la perspectiva de creación de un estado islámico en el Líbano, obtendrá otras
victorias de amplitud, como el intercambio de más de 400 presos palestinos y
libaneses, entre ellos numerosos militantes del PCL, contra los cuerpos de
soldados israelíes y, finalmente, en 2006, la derrota en tierra de las tropas
israelíes, tras 33 días de guerra. En la perspectiva de un Gran Medio Oriente y
de un plan de partición de los estados árabes, tal como fue teorizada por los
neoconservadores americanos tras el 11 de septiembre, la existencia de una
resistencia libanesa amplia y continua desde hace más de 20 años, que tiene en
su activo victorias significativas, es una verdadera espina en el pie del orden
imperial. <BR><BR>Muchos se extrañarán del carácter confesional de la historia
política libanesa. El confesionalismo político, oficialmente institucionalizado
durante el mandato colonial francés, de 1920 a 1943, permitió a las diferentes
fuerzas mundiales y regionales tomar apoyo en el Líbano levantando una comunidad
contra otras. Compuesto de 18 comunidades religiosas, el país hace así función
de eslabón débil del Medio Oriente. En 1860, las tropas de Napoleón III
desembarcaron en el Líbano, oficialmente para proteger a la comunidad cristiana
maronita en guerra contra los drusos. En 1958, los Estados Unidos apoyaron a las
fuerzas cristianas maronitas del presidente Camille Chamoun contra los sunitas,
mayoritariamente partidarios del presidente nacionalista egipcio Gamal Abdel
Nasser. De 1975 a 1982, Israel apoyará a las Falanges libanesas, maronitas
cristianas, contra el bloque constituido por los palestinos y las fuerzas
nacionalistas y de izquierda, de mayoría musulmana y drusa. <BR><BR>Desde 2004,
los americanos y los franceses se apoyan esencialmente en la mayoría de los
musulmanes sunnitas, contra los chiítas, reflejando las tensiones regionales
entre Arabia Saudita, sunita, e Irán, chiíta. Institucionalizando el
comunitarismo político, que fuerza por ejemplo a los libaneses a determinarse en
función de sus confesiones y obliga a las instituciones a respetar un estricto
reparto entre cristianos, chiítas y sunnitas (el presidente de la República debe
ser maronita cristiano, el Primer ministro sunita y el presidente del
Parlamento, chiíta), las autoridades coloniales francesas sacralizaron un
sistema capaz, desde más de hace 60 años, de provocar guerras civiles
político-comunitarias de forma repetida. <BR><BR><STRONG>Presiones
americanas</STRONG><BR><BR>Como en 1976, en la primera guerra civil que opuso al
Movimiento nacional libanés y sus aliados palestinos de la OLP a la derecha
cristiana maronita, el Líbano se vuelve a encontrar desgarrado sobre su
identidad nacional, y sobre el hecho de saber si debe ser, como Israel, un
enclave pro occidental en Medio Oriente o, al contrario, si debe considerarse
como parte de una lucha de liberación a escala regional árabe. Así, las
configuraciones confesionales han cambiado –en un país en el que la cuestión de
la liberación nacional sigue estando problemáticamente imbricada con las
configuraciones comunitarias-, la experiencia política y militar de la
resistencia se ha profundizado, mientras que el liderazgo político
antiimperialista no está ya asegurado por la izquierda, sino por un partido
nacionalista de inspiración religiosa, Hezbolá. <BR><BR>Hoy, muchos temen un
conflicto civil entre sunitas y chiítas, estando divididos los cristianos entre
la mayoría y la oposición. Unida a una intervención israelí, o a una nueva
resolución de la ONU que permita a las tropas extranjeras de la FINUL hacer uso
de la fuerza para desarmar a Hezbolá, una guerra civil permitiría cercar a la
resistencia libanesa. De ahí la batalla institucional y seguritaria en curso en
el Líbano: sin gobierno nacionalmente reconocido desde la dimisión de los
ministros chiítas en diciembre de 2006, sin presidente de la República desde la
salida de Emile Lahoud, el pasado 23 de noviembre, ya está entablada la batalla
entre el 14 de marzo y la oposición por el control de las instituciones, pero
también de las fuerzas armadas y de los servicios de seguridad. La oposición
sospecha que el gobierno de Fouad Siniora y a los americanos quieren modificar
la composición confesional y política del ejército, a fin de hacerle deslizarse
a una posición contra Hezbolá. <BR><BR>La manifestación del 27 de enero, en las
barriadas del sur de Beirut, contra el alza de los precios y los cortes de
electricidad, durante la cual los soldados abatieron a nueve jóvenes chiítas,
constituía un signo claro de las divisiones del ejército libanés, incluso si
numerosos oficiales permanecen cercanos a la resistencia y la oposición.
Presidencia, ejército, gobierno, fuerzas de seguridad: el conjunto de estos
asuntos no parece poder ser arreglado en los próximos meses, siendo tan fuertes
las presiones de la administración americana sobre sus aliados libaneses y
regionales. </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR><FONT color=#800000>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT color=#800000
size=3>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de los
Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT></STRONG><BR><A href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><FONT
size=3><STRONG>Agendaradical@egrupos.net</STRONG></FONT></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR></DIV></FONT></BODY></HTML>