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<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><FONT
size=5><EM><U>correspondencia de prensa - boletín
solidario</U></EM></FONT> <BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda
Radical</FONT><BR>Edición internacional del Colectivo Militante<BR><U>2 de abril
2008</U><BR>Redacción y suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Mayo del 68</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>¿Adónde ha ido a parar toda la
rabia?<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Tariq
Alí</FONT> </STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>The Guardian, Londres,
22-3-08 </STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducción de Àngel
Ferrero</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.sinpermiso.info"><STRONG>www.sinpermiso.info</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2> </DIV>
<DIV align=justify><BR>En 1968 la rabia contra la guerra de Vietnam desencadenó
protestas y levantamientos en todo el mundo, de París y Praga hasta México.
Tariq Alí considera el legado 40 años después en un artículo que condensa las
tesis más ampliamente sostenidas en otro artículo sobre el mismo asunto que
aparece en el número 3 de SinPermiso (en prensa).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Una tormenta barrió el mundo en 1968. Empezó en Vietnam,
recorrió Asia y cruzó el mar y las montañas hacia Europa y más allá. Cada noche
se veía en televisión cómo los Estados Unidos llevaban a cabo una guerra brutal
contra un país pobre del sudeste asiático. El impacto creciente que causó ver
las bombas cayendo, las aldeas arder en llamas y todo un país arrasado con
Napalm y Agente Naranja hizo estallar una ola mundial de revueltas sin igual
antes o desde entonces. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Si los vietnamitas estaban derrotando al estado más
poderoso del mundo, nosotros también podríamos, seguramente, derrotar a nuestros
propios gobernantes: ése era el sentir general entre los más radicales de la
generación de los sesenta. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En febrero de 1968 los comunistas vietnamitas lanzaron su
famosa ofensiva del Tet, atacando a las tropas estadounidenses en cada gran
ciudad survietnamita. El grand finale fue la imagen de las guerrillas
vietnamitas ocupando la embajada norteamericana de Saigón (Ho Chi Minh City) e
izando su bandera en el tejado. Se trataba, indudablemente, de una misión
suicida, pero a la vez increíblemente valiente. El impacto fue inmediato. Por
primera vez la mayoría de ciudadanos estadounidenses se dio cuenta de que la
guerra era imposible de ganar. Los más pobres de ellos trajeron Vietnam a su
propio hogar ese mismo verano en forma de revuelta contra la pobreza y la
discriminación, cuando los guetos negros explotaron en las mayores ciudades de
los Estados Unidos, en una serie de revueltas en las cuales los soldados negros
jugaron un rol prominente. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Aquella chispa prendió fuego en todo el mundo. En marzo
de 1968 los estudiantes de la universidad de Nanterre en Francia salieron a las
calles y el Movimiento 22 de Marzo vio la luz, con dos Daniels (Cohn-Bendit y
Bensaid, entonces estudiantes de Nanterre, y ambos aún en activo en la política
verde o izquierdista) desafiando al león francés, Charles de Gaulle, el
monárquico y distante presidente de la Quinta República, quien, en un arranque
pueril, luego describiría como chie-en-lit -"mierda en la cama"- los
acontecimientos en Francia que estuvieron a punto de hacerle caer. Los
estudiantes empezaron reclamando reformas universitarias, luego pidieron
directamente la revolución. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Ese mismo mes, en Londres, una demostración contra la
Guerra de Vietnam se dirigió hacia la embajada norteamericana en Grosvenor
Square. Se volvió violenta. Como los vietnamitas, quisimos ocupar la embajada,
pero se había desplegado a la policía montada para proteger la ciudadela.
Tuvieron lugar enfrentamientos y el senador estadounidense Eugene McCarthy,
viendo las imágenes, pidió el fin de una guerra que había llevado, entre otras
cosas, a "nuestra embajada en la capital que nos es más amistosa de Europa" a
ser constantemente asediada. En comparación con lo que florecía en todos los
sitios, Gran Bretaña era un espectáculo de segunda fila ("...in sleepy London
Town there's just no place for a street fighting man", cantaría más tarde Mick
Jagger ese mismo año): las ocupaciones en las universidades y los disturbios en
Grosvenor Square no supusieron ninguna amenaza real para el gobierno laborista,
que respaldaba a los Estados Unidos, aunque se negó a enviar tropas a
Vietnam. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En Francia, el filósofo existencialista Jean-Paul Sartre
se encontraba en la cima de su influencia. Contrario a los apologistas
estalinianos, argumentó que no existía ninguna razón para preparar la felicidad
del día de mañana al precio de la injusticia, la opresión o la miseria hoy. Lo
que se requería era un cambio ahora. <BR>En mayo, el levantamiento de los
estudiantes de Nanterre se había extendido hacia París y los sindicatos.
Nosotros estábamos preparando el primer número de The Black Dwarf (1) cuando el
10 de mayo estalló la capital franceas. Jean-Jacques Lebel, nuestro sufriente
corresponsal en París, que hubo de soportar los gases de la policía, nos enviaba
noticias por teléfono cada pocas horas. Nos contó lo siguiente: "Se ha enviado a
un conocido comentarista de fútbol al Barrio Latino a cubrir los sucesos de la
noche y ha informado que 'ahora los CRS [la policía antidisturbios francesa]
está cargando, están tomando por la fuerza la barricada -¡Oh Dios! Ha empezado
una batalla. Los estudiantes contraatacan, podéis oír el ruido – los CRS se
retiran. Ahora se están reagrupando, preparándose para cargar de nuevo. Los
habitantes están arrojándoles cosas desde sus ventas y los CRS -¡Oh! La policía
está respondiendo, disparando granadas contra las ventanas de los
apartamentos...' cuando el productor le interrumpió: 'No puede ser cierto, ¡los
CRS no hacen cosas como ésa!'</DIV>
<DIV align=justify><BR>'Te explico lo que estoy viendo...' Su voz se apaga. Le
han cortado la emisión"</DIV>
<DIV align=justify><BR>La policía no pudo tomar el Barrio Latino, ahora
bautizado como el Barrio del Heroico Vietnam. Tres días después un millón de
personas ocupó las calles de París, reclamando el fin de un estado podrido y
cubriendo los muros con eslóganes como "defended la imaginación colectiva",
"bajo los adoquines, la playa" o "las mercancías son el opio del pueblo, la
revolución el éxtasis de la historia".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Eric Hobsbawn escribió en The Black Dwarf: "Lo que nos
enseña Francia es que cuando alguien demuestra que la población no es impotente,
ésta puede empezar a actuar de nuevo."</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estuve planeando volar hacia París -era algo de lo que
estuvimos discutiendo en la revista-, pero recibí una llamada nocturna. Una voz
relamida me dijo: "No sabes quién soy, pero no abandones el país hasta que hayan
pasado tus cinco años aquí o no te dejarán volver." En aquella época la
ciudadanía de la Commonwealth se conseguía automáticamente después de cinco años
de residencia. Y yo no completaba mis cinco años hasta octubre de 1968. El
gabinete de ministros laboristas aún discutía en público si debía o no ser
deportado. Algunos amigos abogados me confirmaron que no debía de abandonar el
país. Clive Goodwin, el editor de nuestra revista, vetó mi viaje y fue él mismo
en mi lugar quien viajó hasta París.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Fui un año después para ayudar a Alain Krivine, uno de
los líderes de la revuelta de mayo de 1968, en su campaña presidencial por la
Ligue Communiste Révolutionnaire. Nada más llegar al aeropuerto de Orly,
volviendo de un mítin en Toulouse, la policía francesa rodeó el avión. "Espero
que sea por tí, no por mí", masculló Krivine. Y lo era. Se había expedido una
orden de expulsión contra mí en Francia que no fue retirada hasta mucho después,
con la elección de François Mitterand. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>La revolución no tuvo lugar, pero Francia fue enteramente
sacudida por los acontecimientos. De Gaulle, poseedor de un fino sentido de la
historia, consideró la idea de un golpe de estado: a primeros de junio voló
desde una base militar a Baden-Baden, donde habían estacionadas tropas
francesas, para preguntarles si le apoyarían en su decisión en caso de que París
cayera en manos de los revolucionarios. Las tropas se mostraron de acuerdo, pero
exigieron la rehabilitación de los generales ultra-derechistas a los cuales De
Gaulle había expulsado del ejército por su oposición a la retirada del ejército
francés de Argelia. Se cerró el trato. De Gaulle llegó a abofetear a su ministro
de interior cuando éste sugirió que Sartre debería ser arrestado: "No se puede
encarcelar a Voltaire", dijo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El ejemplo francés se extendió, haciendo preocupar a los
burócratas de Moscú tanto como a las elites dominantes occidentales. Había que
hacer entrar en vereda a un grupo de gente ingobernable e indisciplinada. Robert
Escarpit, el corresponsal de Le Monde, escribió el 23 de julio de 1968: "un
francés que viaje al extranjero se siente tratado como un convaleciente que
padece una perniciosa fiebre. ¿Cómo surgieron los sarpullidos de las barricadas?
¿Cuál era la temperatura a las cinco de la tarde el 29 de mayo? ¿Está la
medicina gaullista atacando realmente las raíces de la enfermedad? ¿Hay peligro
de una recaída?... Pero hay una pregunta que les cuesta formular, quizá por
miedo de oír la respuesta. Todos quieren conocer, de corazón, con miedo o
esperanza, si la enfermedad es contagiosa."</DIV>
<DIV align=justify><BR>Era contagiosa. En Praga, los reformistas comunistas
-muchos de ellos héroes de la resistencia antifascista durante la Segunda Guerra
Mundial- habían proclamado aquella primavera un "socialismo con rostro humano".
El objetivo de Alexander Dubcek y de sus partidarios era democratizar la vida
política de Checoslovaquia. Fue el primer paso hacia una democracia socialista,
y como tal fue vista en Moscú y Washington. El 21 de agosto los rusos enviaron
sus tanques y aplastaron el movimiento de reforma.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En cada capital de Europa Occidental hubo protestas. Los
tabloides del Reino Unido atacaban constantemente a los izquierdistas,
tachándoles de "agentes de Moscú", acusación que se vieron obligados a retirar
cuando marchamos hacia la embajada soviética denunciando la invasión de
Checoslovaquia vehementemente y quemando retratos del abotargado líder soviético
Leonid Brezhnev. Alexander Solzhenitsyn después declararía que la invasión
soviética de Checoslovaquia fue para él la gota que colmó el vaso. Entonces se
dió cuenta de que aquel sistema nunca podría ser reformado desde dentro, sino
que debía ser derrocado. No fue el único. Los burócratas de Moscú habían sellado
su propio destino.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En México, los estudiantes tomaron sus universidades,
reclamando el fin de la opresión y del gobierno unipartidista. El ejército fue
enviado a ocupar las universidades, algo que hizo durante meses, convirtiéndose
en el ejército más educado del mundo. El 2 de octubre -con los ojos del mundo
puestos en Ciudad de México, 10 días antes de que empezaran los Juegos
Olímpicos- miles de estudiantes se lanzaron a las calles para manifestarse. Una
masacre empezó al atardecer. Las tropas abrieron fuego contra la multitud, que
escuchaba los discursos en una de las mayores plazas de la ciudad. Asesinaron a
docenas de personas y cientos de ellas resultaron heridas. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Y entonces, en noviembre de 1968, estalló Pakistán. Los
estudiantes se enfrentaron al aparato estatal de una dictadura militar corrupta
y decadente respaldada por los Estados Unidos (¿os suena de algo?). Se unieron a
ellos trabajadores, abogados, empleados de cuello blanco, prostitutas y otros
estratos sociales, y a pesar de la enorme represión (se asesinó a cientos de
ellos), la lucha creció en intensidad y, al año siguiente, el Mariscal de Campo
Ayud Khan fue derrocado. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Cuando llegué en febrero de 1969, el país estaba
exultante de júbilo. Hablando en mítines a lo largo de todo el país junto con el
poeta Habib Jalib, nos encontramos con una atmósfera muy diferente a la que
había en Europa. Aquí el poder no parecía tan lejano. La victoria sobre Ayub
Khan llevó a las primeras elecciones generales en la historia del país. Los
nacionalistas bengalíes en Pakistán este obtuvieron una mayoría que la élite y
los principales políticos del país se negaron a aceptar. La guerra civil condujo
a la intervención militar de India y eso terminó con el viejo Pakistán.
Blangadesh fue el resultado de esa cesárea sangrienta.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La década gloriosa (1965-1975), de la cual el año 1968
fue sólo el punto culminante, consistió básicamente en la coincidencia de tres
narrativas simultáneas. Dominaba la política, pero hubo otras dos que dejaron
una huella más profunda: la liberación sexual y un espíritu emprendedor de base.
Cuando editaba The Black Dwarf en 1968-69 solicitábamos constantemente
donaciones a los lectores. Un día un tipo vestido con una túnica entró en
nuestra oficina en el Soho y sacó 25 mugrientos billetes de cinco libras, nos
dio las gracias por sacar la revista y se marchó. En lo sucesivo, haría eso cada
dos semanas. Al final le pregunté quién era y si había alguna razón particular
que explicara su generosidad. Resultó que tenía un puesto en Portobello Road y,
en relación a la razón por la que quería ayudar, muy sencillo: "El capitalismo
mola tan poco, tío." Ahora el capitalismo tampoco mola y, desde luego, es mucho
más agresivo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En cierto modo, los sesenta fueron una reacción a los
cincuenta, y a la intensificación de la Guerra Fría. En los Estados Unidos, los
cazadores de brujas mccarthistas habían causado estragos en los cincuenta, pero
ahora los escritores blacklisted, quienes figuraron en las listas negras, podían
volver a trabajar; en Rusia, cientos de prisioneros políticos fueron liberados,
se cerraron los gulags y los crímenes de Stalin fueron denunciados por Khruschev
mientras Europa oriental temblaba excitada por la noticia y las esperanzas de
una rápida reforma. Esperaron en vano.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El espíritu de renovación se extendió también al terreno
de la cultura: la primera novela de Solzhenitsyn fue serializada en la revista
literaria oficial, Novy Mir, y un nuevo cine se apoderó de la mayoría de Europa.
En España y Portugal, gobernadas en aquella época por los fascistas favoritos de
la OTAN, Franco y Salazar, la censura persistió, pero en el Reino Unido la
novela de D.H. Lawrence El amante de Lady Chatterley, escrita en 1928, fue
publicada en 1960 por primera vez. El libro, en su edición íntegra, vendió dos
millones de copias. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Siguiendo la obra pionera de Simone de Beauvoir El
segundo sexo (1949), Juliet Mitchell disparó una nueva salva en diciembre de
1966. Su largo ensayo, Women: The Longest Revolution, apareció en New Left
Review y se convirtió inmediatamente en un punto de referencia, resumiendo los
problemas a los que se enfrentaban las mujeres: "En las sociedades industriales
avanzadas, el trabajo de las mujeres es marginal con respecto a la economía
global... se ofrece a las mujeres un universo de su propiedad: la familia. Como
la mujer misma, la familia aparece como un objeto natural, pero en realidad es
una creación cultural... Los dos pueden ser exaltados, paradójicamente, como
ideales. La 'verdadera' mujer y la 'verdadera' familia son imágenes de paz y
abundancia, cuando en realidad ambas pueden albergar violencia y
desesperación."</DIV>
<DIV align=justify><BR>En septiembre de 1968 feministas estadounidenses
interrumpieron el concurso de Miss Mundo en Atlantic City, un toque de atención
del movimiento de liberación de la mujer que cambiaría la vida de las mujeres al
reclamar reconocimiento, independencia y una voz igual a la del hombre en un
mundo dominado por ellos. La portada del número de enero de 1969 de Black Dwarf
dedicó el año a la mujer. En su interior publicamos la firme llamada a las armas
feminista de Sheila Rowbotham. (Cuando escribo estas líneas, la profesora
Rowbotham, ahora una distinguida académica, ve peligrar su trabajo por los
repugnantes, grises contables que dirigen hoy la Universidad de Manchester. Nos
encontramos en una época de universidades facturadas en serie en las que las
celebridades cobran auténticas fortunas por impartir ocho horas a la semana y
los genuinos estudiosos son arrojados sin contemplación a la basura.)</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y sí, también estaba el principio de placer. Que los
sesenta fueron hedonistas es indiscutible, pero lo fueron de una manera
diferente a la fórmula comercializada de hoy. En aquella época el hedonismo
supuso una ruptura con el puritanismo hipócrita de los cuarenta y cincuenta,
cuando los censores prohibían mostrar a las parejas casadas compartiendo una
cama en la pantalla del cine y los pijamas eran obligatorios. Una época de
agitación radical desafía todas las restricciones. Siempre fue así. En el
Londres del siglo XVIII, que en tantas cosas prefiguraba al Londres posterior,
la experimentación sexual requería la tapadera de iglesias que se alejaran de la
ortodoxia, como los moravianos o los surrealistas swedenborgianos (para los
cuales el "amor por lo sagrado" tenía su mejor expresión en la "proyección del
semen"): ambas predicaban las virtudes de combinar el éxtasis religioso y
sexual. Las orgías sexuales eran una característica habitual en los rituales
moravianos, de acuerdo a los cuales la penetración sexual era similar a penetrar
en las heridas de Cristo. William Blake y su círculo estuvieron profundamente
implicados en todo ello y algunas de sus pinturas que representaban este mundo
fueron censuradas en la época. Espero que todo esto no llegue tan lejos como
para escandalizar a mi viejo amigo Tony Benn (2) y quienes cantan Jerusalem sin
darse cuenta de su significado oculto:</DIV>
<DIV align=justify><BR>Bring me my bow of burning gold! <BR>Bring me my arrows
of desire! <BR>Bring me my spear! <BR>[¡Traedme mi arco de oro ardiente!/
¡Traedme mis flechas de deseo! / ¡Traedme mi lanza!]</DIV>
<DIV align=justify><BR>La homosexualidad en el Reino Unido fue despenalizada en
1967. Aparecieron los movimientos de liberación homosexual, con activistas que
exigían el fin de toda la legislación homófoba, y empezaron a organizarse los
desfiles del Orgullo Gay, inspirados en las luchas de los afroamericanos por la
igualdad de derechos y su orgullo negro (black pride). Todos los movimientos
aprendían los unos de los otros. Los avances en los derechos sociales, los
movimientos feministas y gay, todo aquello se da hoy por sentado, tuvo que ser
ganado en una lucha en las calles contra unos enemigos que estaban combatiendo
una "guerra contra el horror".</DIV>
<DIV align=justify><BR>La historia raramente se repite, pero su eco nunca
desaparece. En el otoño del 2004, cuando me encontraba en una gira de
conferencias por los Estados Unidos que coincidía con la campaña de reelección
de Bush, en una concentración antiguerra en Madison percibí un eco muy directo
de todo aquello en una pegatina que vi en un automóvil: "Iraq quiere decir
Vietnam en árabe" (Iraq is Arabic for Vietnam). El ingeniero de sonido de la
sala, un mexicano-americano, me susurró al oído, orgulloso, que su hijo, un
marine de 25 de años, acababa de regresar de su servicio como soldado en la
ciudad sitiada de Fallujah en Irak, escenario de horribles masacres de soldados
estadounidenses, y que aparecería en el mítin. No lo hizo, pero apareció después
con un par de amigos, ambos civiles. Pudo ver como la sala estaba llena de
activistas antiguerra y antibush.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El joven marine de pelo rapado, G, narró historias de
entrega y coraje. Le pregunté por qué se había unido al cuerpo de marines. "Para
la gente como yo no hay otra elección. Si me hubiera quedado aquí, me hubieran
matado en las calles o hubiera terminado en la cárcel cumpliendo condena de por
vida. El cuerpo de marines salvó mi vida. Me entrenaron, se preocuparon por mí y
me cambiaron completamente. Si hubiera muerto en Irak, al menos sería el enemigo
quien me hubiera matado. En Fallujah todo en lo que podía pensar era en cómo
mantener a los hombres bajo mi mando a salvo. Eso era todo. Muchos de los
chavales que se manifiestan por la paz aquí no tienen problemas. Van a la
universidad, se manifiestan y pronto se olvidan de todo en cuanto consiguen un
trabajo bien pagado. Para la gente como yo no es tan fácil. Creo que debería
existir una leva. ¿Por qué sólo los jóvenes pobres tienen que estar allí? De
todos los marines con los que he trabajado, quizá sólo un cuatro o cinco por
ciento eran verdaderos fanáticos amantes de la bandera. El resto de nosotros
está haciendo un trabajo, lo está haciendo bien y esperando volver sin ser KIA
[killed in action, asesinado en combate] o herido."</DIV>
<DIV align=justify><BR>Después G se sentó en un sofá entre dos hombres mayores,
ambos ex combatientes. A su izquierda estaba Will Williams, de sesenta años,
nacido en Mississipi, quien se alistó en el ejército a los 17 años. Estaba
seguro que de no haber abandonado Mississipi el Ku Klux Klan o cualquier otro
grupo racista le hubiera asesinado. Él también me explicó que el ejército "le
había salvado la vida." Después de un período de servicio en Alemania fue
enviado a Vietnam. Herido en combate, recibió el Corazón Púrpura y dos estrellas
de bronce; también empezó a cambiar de idea cuando se unió a la rebelión de las
tropas negras en Camranh Bay en protesta contra el racismo dentro del ejército
estadounidense. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Tras un difícil período de adaptación, Williams empezó a
leer seriamente política e historia. Sintiendo que el país le había engañado una
vez más, él y Dot, su colega de más de 43 años, se unieron al movimiento
opositor a la guerra de Irak, llevando sus voces de coro de gospel a los mítines
y manifestaciones.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A la derecha de G estaba Clarence Kailin, que aquel
verano cumplía 90 años, uno de los pocos supervivientes que quedan de la Brigada
Abraham Lincoln que luchó en el bando republicano durante la Guerra Civil
española. Él también estuvo participando activamente en el movimiento contra la
guerra de Irak. "Hicimos nuestro viaje en secreto, incluso para nuestras
familias. Fui conductor de camión, luego soldado de infantería y después
camillero por un corto período de tiempo. Vi muy de cerca la brutalidad de la
guerra. De los cinco de Wisconsin que vinieron a España conmigo, dos murieron...
después vino Vietnam, y aquella vez los chicos de aquí murieron en el lado
equivocado. Ahora tenemos Irak. La cosa está muy mal, pero aún creo que hay una
bondad innata en la gente, por la cual tantos pueden romper con un pasado
indigno."</DIV>
<DIV align=justify><BR>En el 2006, después de servir de nuevo en Irak, G no pudo
aceptar más cualquier otra justificación de la guerra. Admiraba a Cindy Sheenan
y al grupo "Familiares de soldados contra la guerra", el grupo antiguerra en
activo más efectivo y constante en todos los Estados Unidos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Una década antes de la Revolución Francesa, Voltaire
observó que "la historia son las mentiras con las que estamos de acuerdo." Poco
acuerdo hubo después respecto a cualquier cosa. El debate sobre el 68 fue
recientemente reavivado por Nicolas Sarkozy, quien fanfarroneó asegurando que su
victoria en las elecciones presidenciales del año pasado era el último clavo en
el ataúd del 68. La cortante respuesta del filósofo Alain Badiou fue comparar al
nuevo presidente de la república con los Borbones de 1815 o el Mariscal Pétain
durante la guerra. Ellos también hablaron de clavos y ataúdes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"El Mayo del 68 nos impuso el relativismo moral e
intelectual", declaró Sarkozy. "Los herederos del Mayo del 68 impusieron la idea
de que no había ninguna diferencia entre el bien y el mal, la verdad y la
mentira, la belleza y la fealdad. La herencia del Mayo del 68 introdujo el
cinismo en la sociedad y en la política."</DIV>
<DIV align=justify><BR>Incluso culpó al legado del Mayo del 68 de las sórdidas y
codiciosas prácticas empresariales. El ataque del Mayo del 68 a los estándares
éticos ayudó a "debilitar la ética del capitalismo, a preparar el terreno para
el capitalismo sin escrúpulos de los paracaídas dorados con los que se equipan
los empresarios más canallas." Así que la generación de los sesenta es de golpe
la responsable de Enron, Conrad Black (3), la crisis de las hipotecas subprime,
Northern Rock, los políticos corruptos, la desregulación, la dictadura del
"libre mercado" y de una cultura estrangulada por el oportunismo más
descarado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La lucha contra Vietnam duró 10 años. En el 2003 la gente
salió a la calle de nuevo en Europa y América, incluso en un número mayor, para
intentar detener la guerra de Irak. El ataque preventivo falló: el movimiento
careció de la fuerza y de la resonancia de sus predecesores. En 48 horas había
prácticamente desaparecido, poniendo de relieve cómo los tiempos han
cambiado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Hubo sueños y esperanzas en 1968 o no fue todo más que
una vana fantasía? ¿O la cruel historia abortó algo nuevo que estaba a punto de
nacer? Revolucionarios –anarquistas utópicos, castristas, toda suerte de
trotskistas, maoístas de toda laya– quisieron el bosque completo. Los liberales
y los socialdemócratas se agarraron a un sólo árbol. El bosque, nos advertían,
era una distracción, demasiado vasto e imposible de definir, mientras que un
árbol era un trozo de madera que podía ser identificado, mejorado y convertido
en una silla o una mesa. Ahora el árbol también se ha ido.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Sois como los peces que sólo ven el anzuelo y no el
sedal", les respondíamos, burlándonos. Nosotros creíamos -y seguimos creyendo-
que la gente no debería ser juzgada por sus posesiones materiales, sino por su
habilidad para transformar la vida de otros, la de los pobres y los no
privilegiados; que la economía necesitaba ser reorganizada en interés de la
mayoría y no de la minoría; y que el socialismo sin democracia nunca
funcionaría. Por encima de todo, creíamos en la libertad de expresión.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Muchas de estas cosas parecen utópicas hoy y algunas,
para quienes 1968 no fue lo suficientemente radical en aquella época, han
capitulado al presente y, como los miembros de las antiguas sectas que pasaban
con una pasmosa facilidad del libertinaje ritual a la castidad, ahora ven en
cualquier forma de socialismo la serpiente que tentó a Eva en el paraíso.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El colapso del "comunismo" en 1989 creó la base para un
nuevo acuerdo social, el Consenso de Washington, por el cual la desregulación y
la entrada del capital privado en el hasta ahora dominio sagrado de los recursos
públicos se convierte por doquier en norma, haciendo superflua a la
socialdemocracia y amenazando al proceso democrático mismo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Algunos, que entonces soñaron con un futuro mejor,
simplemente se han rendido. Otros dan su apoyo a la amarga máxima de que "o
cambias o nunca te ganarás la vida" (unless you relearn you won't earn). La
intelligentsia francesa, que de la Ilustración en adelante hizo de París el
taller político del mundo entero, lidera hoy la retirada en todos los frentes.
Los renegados ocupan cargos en cada gobierno occidental defendiendo la
explotación, las guerras, el terrorismo estatal y las ocupaciones neocoloniales;
otros ahora retirados de la academia se han especializado en producir basura
reaccionaria en la blogosfera, empleando el mismo celo con el cual excorcizaban
a las facciones rivales en la extrema izquierda. Tampoco es nada nuevo. La
respuesta de Shelley a Wordsworth, quien tras dar la bienvenida a la Revolución
Francesa se retiró a un conservadurismo pastoral, lo expresaba bien: </DIV>
<DIV align=justify><BR>En la pobreza honrada tu voz urdía <BR>Cantos a la
libertad y a la verdad <BR>Que abandonaste y no me deja de afligir <BR>Porque lo
que eras ha tenido caducidad.</DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U>Notas del traductor</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>(1) The Black Dwarf fue un semanario político-cultural
publicado en el Reino Unido entre mayo de 1968 y mayo de 1972. The Black Dwarf
tomó su nombre de una publicación política radical del siglo XIX, con la que
estableció continuidad, figurando en la portada del número de mayo del 68, "vol.
13, nº 1". Por sus páginas pasaron Clive Goodwin, Robin Fior, David Mercer, Mo
Teitlebaum, Adrian Mitchell, Sheila Rowbotham, Sean Thompson, Roger Tyrrell y
Fred Halliday entre otros. Tariq Alí fue su editor hasta 1970, cuando una
escisión en el seno de la revista le llevó a fundar con otros miembros de la
redacción The Red Mole. </DIV>
<DIV align=justify>(2) Tony Benn (n. 1925), político socialista. Fue secretario
de estado para la industria y secretario de estado para la energía en los
gobiernos laboristas de Harold Wilson y James Callaghan. Actualmente es
representante del ala izquierda (o Old Labour, en contraposición al New Labour
de Tony Blair y sus partidarios) del Partido Laborista británico. </DIV>
<DIV align=justify>(3) A diferencia de Enron, Northern Rock o las hipotecas
subprime, el escándalo protagonizado por Conrad Moffat Black (1944) no ha tenido
la misma repercusión mediática en el Reino de España. Como accionista
mayoritario de Hollinger International Inc., Conrad Black llegó a controlar los
diarios Daily Telegraph, Chicago Sun Times, Jerusalem Post, National Post y
cientos de cabeceras locales en los Estados Unidos. A través de varias
sociedades fiscales Black llegó a defraudar más de 6 millones de dólares a los
accionistas de Hollinger International Inc., delito por el que fue detenido y
juzgado en el 2007 por tres cargos de fraude fiscal y uno de obstrucción a la
justicia.</DIV>
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<DIV align=center><FONT size=3><STRONG><FONT color=#800000><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></STRONG></FONT><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><FONT
size=3><STRONG>germain5@chasque.net</STRONG></FONT></A><BR><FONT
size=3><STRONG><FONT color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante
- Por la Unidad de los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298
- Montevideo - Uruguay</FONT><BR></STRONG></FONT><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><FONT
size=3><STRONG>Agendaradical@egrupos.net</STRONG></FONT></A></DIV>
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