<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META http-equiv=Content-Type content="text/html; charset=iso-8859-1">
<META content="MSHTML 6.00.2900.2523" name=GENERATOR>
<STYLE></STYLE>
</HEAD>
<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><FONT
size=5><EM><U>correspondencia de prensa - boletín
solidario</U></EM></FONT> <BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda
Radical</FONT><BR>Edición internacional del Colectivo Militante<BR><U>6 de abril
2008</U><BR>Redacción y suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Uruguay</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Sexta nota sobre las nuevas
izquierdas en Latinoamérica </STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>7 preguntas y 7
respuestas sobre el Uruguay de Tabaré
Vázquez</FONT></STRONG><BR><BR></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>José
Natanson</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Página/12, Buenos Aires,
6-4-08<BR></STRONG><A
href="http://www.pagina12.com.ar/"><STRONG>http://www.pagina12.com.ar/</STRONG></A></FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>1 ¿El gobierno de Tabaré Vázquez es
neoliberal?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Como ocurrió con Lula en Brasil, el ascenso al poder de
la izquierda uruguaya estuvo precedido por una crisis económica gravísima, que
comenzó en 1998 y se extendió durante cuatro largos años, hasta que finalmente
estalló en el 2002: en ese año fatal, el impacto combinado del colapso argentino
y la inestabilidad brasileña provocó un efecto catastrófico en la frágil
economía uruguaya, cuyo resultado más visible fue una caída del PBI del 11 por
ciento y una corrida bancaria sin precedentes, que hizo que en poco tiempo se
retiraran la mitad de los depósitos. El gobierno, aturdido, reprogramó los pagos
de la banca pública –una especie de default amistoso– y trató de controlar una
devaluación imparable, hasta que un oportuno salvataje estadounidense en la
forma de un crédito de 1500 millones de dólares le permitió superar el
golpe.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por poco, Uruguay logró evitar un colapso total al estilo
argentino, pero el panorama que emergió después de la tormenta era negro: la
deuda externa superaba el total del PBI, el desempleo arañaba el 20 por ciento y
la cohesionada sociedad uruguaya lucía fracturada, con los barrios precarios
alterando, por primera vez en la historia, la fisonomía elegante de Montevideo.
“Terminó de descorrerse el velo que ocultaba al país distinto que la mayoría de
los uruguayos se resistía a ver”, escribió el politólogo Gerardo Caetano (Nueva
Sociedad 184, marzo-abril 2003).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Después de tocar fondo, la economía uruguaya comenzó
lentamente a revivir. Pero era una recuperación frágil y precaria, que convenció
a Tabaré Vázquez de que era necesario moverse con cautela de cara a las
elecciones presidenciales del 2004: el candidato se reunió con empresarios y
banqueros, esquivó algunas cuestiones delicadas (nunca aclaró del todo, por
ejemplo, si pensaba renegociar la deuda externa) y ofreció la mejor prueba de
confiabilidad al alcance de su mano: el anuncio de que el prestigioso economista
Danilo Astori, referente del ala moderada del Frente Amplio, se convertiría, en
caso de que llegara al poder, en su ministro de Economía.<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>2 ¿Fue buena idea no patear el tablero de la
economía?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Férreamente manejada por Astori, la política económica
del gobierno del Frente Amplio incluyó la firma inmediata de un acuerdo con el
FMI, un gasto público controlado y una tibia reforma impositiva, mucho menos
radical que la insinuada en la campaña. Las tensiones que generó esta estrategia
no tardaron en notarse en un gabinete que incluía a los referentes de las
principales facciones de la coalición. De hecho, Vázquez tuvo que desautorizar a
su ministro de Economía en dos oportunidades: cuando se resistió a que el
Congreso cumpliera la promesa de campaña de elevar el presupuesto educativo al
4,5 por ciento del PBI, y cuando se opuso a la creación del impuesto a las
rentas de las personas físicas, un reclamo histórico de la izquierda
uruguaya.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero las líneas maestras del plan económico no se
alteraron en lo esencial y el peso interno de Astori fue creciendo en simultáneo
con el despegue de la economía, favorecida por el incremento de los precios de
los principales productos de exportación (carne, lácteos, cereales), por el
regreso de los turistas argentinos y brasileños a las soleadas playas de Punta
del Este y por la puesta en marcha de proyectos largamente esperados, como la
papelera Botnia. En este marco, Uruguay creció 6,6 por ciento en el 2005, 7 en
el 2006, 7,5 en el 2007 y se estima un 7 para el 2008. A la abrumadora evidencia
estadística podría agregársele un argumento cualtitativo: la recuperación,
aunque liderada por los sectores tradicionales, como el turismo y el campo,
incluye también una expansión de la industria manufacturara.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Todo esto es verdad, pero no es menos cierto que la
primarización de la estructura económica, mal endémico uruguayo, no sólo se
mantuvo, sino que se profundizó en los últimos años: según los últimos datos de
la Cepal, más de dos tercios de las exportaciones se concentran en los sectores
tradicionales, básicamente en el agropecuario, en tanto que la proclamada
recuperación industrial se apoya sobre todo en las ramas vinculadas con la base
primaria, como frigoríficos, arroz, curtiembres, madera y pasta de celulosa. El
turismo, por su parte, sigue siendo la principal fuente de ingreso de divisas.
Todo esto expone a la economía uruguaya, pequeña y relativamente abierta, a los
vaivenes de los precios internacionales y, sobre todo, a la inestabilidad
crónica de sus dos grandes vecinos.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>3 ¿La política económica ayudó a mejorar la
situación social?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Junto a Costa Rica (y hasta mediados de los ’70 también
Argentina), Uruguay había logrado el notable record de mantenerse como uno de
los pocos países latinoamericanos con bajos niveles de desigualdad social. Para
ello resultó clave una geografía sin grandes accidentes, que evita por ejemplo
las típicas divisiones sierra-costa de los países andinos, y una dimensión
reducida, con sólo tres millones y medio de habitantes. Pero la relativa
integración social de Uruguay no es sólo una bendición de la naturaleza sino el
producto de una sociedad, tal vez la más europea –y europeizada– de América
latina, que valora la cultura de clase media y que ya a principios de siglo XX,
con José Batlle, había comenzado a construir el Estado de Bienestar más avanzado
de la región.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Todo esto, sin embargo, había cambiado en marzo del 2005,
cuando Tabaré Vázquez asumió el gobierno después de la crisis económica más
profunda de la historia nacional. La pobreza, tras arañar el 35 por ciento,
todavía rondaba el 30, según el Instituto Nacional de Estadística, y el
desempleo superaba el 10 por ciento. Frente a esta situación, el gobierno
apostó, por un lado, a la creación de empleo y al incremento del salario real,
como derrame de la expansión económica y como resultado de las políticas de
fomento industrial y agrícola. Al mismo tiempo, se creó el Ministerio de
Desarrollo Social, que nunca había sido considerado necesario en un país como
Uruguay, y se ampliaron los programas de asistencia con el lanzamiento del Plan
Nacional de Emergencia Social, cuyo programa principal, el Ingreso Ciudadano,
hoy beneficia a 300 mil personas. Estos esfuerzos han dado sus primeros
resultados: la pobreza bajó al 25 por ciento y el desempleo al 9,7.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero la pobreza no sólo se expandió; también cambió su
cara. La crisis que estalló en el 2002 alumbró un nuevo cuadro social: la
indigencia, que antes prácticamente no existía, hoy afecta al 3,5 por ciento de
la población. Al mismo tiempo, se verificó un proceso de infantilización de la
pobreza que hizo que hoy el 50 por ciento de los menores de 12 años sean pobres.
Esto crea situaciones estructuralmente difíciles de cambiar y que parece
imposible atacar solo con políticas sociales, por más eficientes que sean, ya
que involucran cuestiones muy complejas, como la segregación residencial, las
nuevas condiciones de los mercados laborales flexibilizados, la tercerización en
el sector servicios y otros tantos etcéteras. “Es el desafío más importante y
más difícil de nuestro gobierno”, me dijo Felipe Michelini, subsecretario de
Educación y Cultura de Uruguay, cuando conversé con él luego de un seminario en
Buenos Aires.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>4 ¿El gobierno de Vázquez ha avanzado en otros
aspectos?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Los derechos humanos eran uno de los grandes ítem de la
agenda de campaña. El nuevo gobierno impulsó la aprobación legislativa de los
tratados internacionales, creó un programa sobre el tema en las escuelas y
promovió la investigación de los crímenes de la dictadura aprovechando los
agujeros jurídicos de la Ley de Caducidad, la norma sancionada en 1989 –y
ratificada en un plebiscito– para frenar las causas por violaciones a los
derechos humanos. Sin embargo, pese a que en su momento el Frente Amplio lideró
la campaña contra la ley, el gobierno de Vázquez cumplió lo prometido en la
campaña y se negó a derogarla.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Otro de los ejes programáticos de la coalición, las
políticas de salud reproductiva, avanzó parcialmente, con el impulso a algunas
medidas de educación sexual y anticoncepción responsable. Sin embargo, el
gobierno se negó a enfrentar el siempre postergado debate acerca de la
despenalización del aborto. En febrero de 2006, un grupo de legisladores
presentó un proyecto para autorizar la interrupción voluntaria del embarazo
hasta las doce semanas desde la gestación. La idea era aprobarlo en el Congreso
y luego someterlo a un plebiscito, lo que convertiría a Uruguay en el primer
país de América latina en plantear seriamente una discusión sobre el tema. Pero
Vázquez, de fuerte formación católica, amenazó no sólo con vetar la ley, sino
con disolver las cámaras, un recurso institucional extremo, si éstas insistían.
“Estoy dispuesto a hacer todo lo necesario”, advirtió el presidente.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>5 ¿El de Tabaré Vázquez es un gobierno
timorato?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La pregunta no es mera provocación. Algunos, sobre todo
en la orilla argentina del Río de la Plata, seguramente piensan eso. Y es que al
lado de los cambios abruptos que se vivieron en Argentina, que pasó del
neoliberalismo más intenso del continente a la crisis más profunda y de ahí a un
gobierno furiosamente antineoliberal (al menos en el discurso), lo de Uruguay
parece siempre poca cosa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero habría que ver, en primer lugar, si este estilo de
cambio lento es tan negativo como piensan algunos. En todo caso, es parte de una
cultura política que detesta los giros bruscos y avanza siempre con movimientos
amortiguados, para bien y para mal. En 1992, por ejemplo, mientras el resto de
América Latina giraba decididamente hacia la ortodoxia económica, Uruguay les
ponía un freno popular a las reformas de mercado rechazando en un plebiscito las
privatizaciones. Y más tarde, cuando se anunció la privatización parcial del
sistema jubilatorio, un 60 por ciento de los uruguayos eligió mantenerse dentro
del sistema estatal de reparto.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El ascenso político de la izquierda no tenía por qué
romper esta tradición. Al fin y al cabo, el Frente Amplio nació en 1972 y recién
después de tres décadas, tras perder dos elecciones presidenciales y demostrar
que era capaz de gobernar Montevideo, pudo llegar al poder. En este sentido,
contra lo que piensan algunos desprevenidos, el éxito electoral no fue resultado
de una aspiración de cambio total sino, por el contrario, de la capacidad de
Tabaré Vázquez para combinar un mensaje de esperanza difusa con las necesarias
señales de las tranquilidad que exigía una sociedad que, aunque decidida a pasar
a otra etapa, no parecía muy dispuesta a cambiar la tradición reformista tan
arraigada en el país.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>6 ¿Uruguay va a dejar el Mercosur?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El conflicto con Argentina por la instalación de la
papelera Botnia reavivó la discusión acerca de las ventajas y desventajas del
Mercosur y estuvo a punto de terminar con la salida del bloque. Al igual que
Paraguay, Uruguay se queja de que Argentina y Brasil no lo tienen en cuenta a la
hora de tomar las grandes decisiones, como el ingreso de Venezuela como miembro
pleno, y que hacen poco y nada para limitar las asimetrías.</DIV>
<DIV align=justify><BR>De los cuatro socios, Uruguay es por lejos el que cuenta
con un mayor porcentaje de mercoescépticos. Un sector importante de la clase
política, junto a buena parte de la sociedad y de los medios de comunicación,
defiende la idea de diversificar la política de integración para vincularse con
nuevos mercados. El debate divide también al Frente Amplio. De hecho, Astori
impulsó en su momento un acuerdo comercial con Estados Unidos que habría
implicado la salida de Uruguay del Mercosur y que finalmente se convirtió en un
mucho más suave Tratado de Protección de Inversiones. En la oposición, la
mayoría apoya la idea, como me explicó el ex presidente Luis Alberto Lacalle,
uno de los principales referentes conservadores de su país, en una entrevista en
Buenos Aires. “Tenemos que dejar de perder el tiempo con pavadas como el
Parlamento del Mercosur, que sólo sirve para generar viáticos. Hay que volver a
un acuerdo de libre comercio, que era la idea original, para que podamos
explorar otras alternativas complementarias.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>La opinión de Lacalle no debería descartarse con el
argumento de que es un neoliberal y punto. El diagnóstico tiene su lógica:
típico caso de un país chico, Uruguay produce mucho de pocas cosas y consume
poco de muchas. Como diría un economista, es una economía estructuralmente
especializada y, por lo tanto, vulnerable a las fluctuaciones de los precios de
los pocos productos que exporta. Quienes sugieren avanzar en un regionalismo
abierto al estilo de Chile argumentan que la única forma de evitar las
variaciones de los precios internacionales es diversificar las exportaciones –y
sus mercados de destino– a través de acuerdos con otros países y bloques, para
lo cual el país cuenta con algunas ventajas invaluables: una ubicación
estratégica, materias primas abundantes y una tradición de estabilidad
institucional adecuada para atraer inversiones extranjeras.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero esta propuesta ignora el hecho de que Uruguay ya se
encuentra estrechamente vinculado con sus vecinos, especialmente Argentina y
Brasil, que constituyen sus dos principales socios comerciales y que, sumados,
representan casi el 50 por ciento de su comercio exterior. Ambos países son
responsables, además, de algunos movimientos clave de la economía uruguaya, como
el flujo de turistas. Por más que busque otras opciones, Uruguay, guste o no,
tiene su futuro irremediablemente atado al de sus vecinos. Los defensores del
Mercosur sostienen, por lo tanto, que la estrategia debería consistir en
fortalecer y mejorar el bloque, no en debilitarlo.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>7 ¿Tiene futuro la izquierda
uruguaya?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Tras mucho dudar, Vázquez descartó la posibilidad de
buscar una reforma constitucional para habilitar su reelección en el 2009. Si
estuviera habilitado, su triunfo se da por seguro, pero con el líder máximo
fuera de carrera el panorama es menos claro: el candidato más popular en las
filas del Frente Amplio, José Mujica, genera resistencia en importantes sectores
de la sociedad, un poco por su estilo desenfadado, que contrasta con el atildado
y circunspecto Tabaré, pero también por su pasado guerrillero (que de todos
modos no le ha impedido garantizar con su apoyo la moderación del gobierno). Al
superministro Astori le ocurre exactamente lo contrario: tiene una alta
intención de voto, pero despierta fuertes rechazos internos. En este juego
complicado, todos esperan una definición de Tabaré, cuyo dedo mágico aún no ha
señalado a su favorito. Un gobierno de Astori implicaría una clara continuidad
económica y, quizás, un viraje parcial en política internacional hacia un mayor
acercamiento con Estados Unidos. La perspectiva de Mujica es incierta y ni él
mismo parece muy convencido de una eventual candidatura. Otros posibles
postulantes, como el vicepresidente Rodolfo Nin Novoa, parecen por el momento un
poco débiles para enfrentar a una oposición probablemente unificada. En
cualquier caso, lo que es seguro es que ninguno intentará un cambio radical, ni
a la izquierda ni a la derecha, en un país acostumbrado desde siempre a avanzar
como si caminara debajo del agua.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>