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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario</FONT></U></EM>
<BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición internacional
del Colectivo Militante<BR><U>15 de abril 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3><STRONG>Ecología
Política</STRONG></FONT></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>La “ciencia” contra el cambio
climático<BR></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Luis Hernández
Navarro</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>La Jornada Semanal, México,
13-4-08</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.jornada.unam.mx/"><STRONG>http://www.jornada.unam.mx/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Los malvados verdes </STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Richard John Kenner es un profesor que dirige el Centro
para el Análisis de Riesgos del prestigiado Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT). No sólo duda que el cambio climático exista; está
convencido de que se trata de una coartada ambientalista que oculta aviesos
intereses. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Además de su vocación científica, Kenner es también un
agente secreto que busca hacer abortar un complot organizado por una
organización ecoterrorista, coincidente con un congreso sobre cambio climático.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Richard John Kenner no existe en la realidad. No hay en
mit ningún Centro para el Análisis de Riesgos. La organización ecoterrorista es
una quimera. El científico, su centro de investigación y el complot son parte de
una novela tecnothriller titulada Estado de miedo. Fue escrita en 2004 por
Michael Crichton, un médico y guionista nacido en Chicago, Estados Unidos, autor
de bestsellers como Parque Jurásicok, y de series de televisión como ER. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Crichton es un combatiente en la cruzada contra la teoría
del calentamiento global y el ecologismo político. Considera que “la gran
paradoja de la era de la información es que ha concedido nueva respetabilidad a
la opinión desinformada”, y piensa que tanto el ambientalismo realmente
existente como el efecto invernadero expresan problemas que no son reales.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Según el escritor, “la evidencia sobre el calentamiento
global por el supuesto ‘efecto invernadero' es, si la hay, muchísimo más débil
de lo que sus proponentes están dispuestos a admitir”. Para él, el Protocolo de
Kyoto se basa en modelos de simulación matemáticos que elaboran predicciones
incumplidas. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Crichton sostiene que el ecologismo es una de las
religiones más poderosas del mundo occidental, una creencia para ateos urbanos.
Su fe es una reedición de las tradicionales convicciones judeocristianas
profundamente conservadoras; un asunto de dogma. Aunque no se toma la molestia
de sustentarlo, afirma que el ecologismo ha matado entre 10 y 30 millones de
personas desde los años setenta. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En Estado de miedo el cambio climático no es un desafío
para la humanidad. El verdadero peligro, según la trama de la novela, son los
científicos que lo estudian y los activistas que se movilizan para tratar de
frenarlo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Estado de miedo forma parte de la ofensiva que los
neoconservadores estadunidenses, las grandes trasnacionales petroleras y de la
industria del automóvil, las empresas de carbón, Australia –que es la principal
exportadora de carbón– y la administración de George W. Bush, han emprendido
para criminalizar el ecologismo y cuestionar el cambio climático. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Tan evidente resulta esta situación que, de acuerdo con
el diario londinense The Times : “A George Bush le gustaría este libro.” Por
supuesto, el periódico tendría que haber agregado que eso sucedería en caso de
que el mandatario leyera. The New York Times afirma que la novela se lee como
una respuesta “chillona” y “absurda” de la derecha al filme El día después de
mañana, que trata del calentamiento global. James Inhofe, senador republicano
por Oklahoma, integrante del comité de Asuntos Medioambientales del Congreso,
considera la novela de Crichton “materia de lectura imprescindible para este
comité”. El senador asegura que la tesis de que las emisiones de carbono son
responsables del calentamiento terrestre es “el bluff más grande perpetrado
nunca contra del pueblo estadunidense”. El novelista ha sido frecuentemente
invitado a charlar sobre el calentamiento global en institutos conservadores de
gran influencia, como el American Enterprise Institute, y ha participado en
diversos debates sobre este asunto en canales de televisión identificados con la
derecha. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El pastelazo</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El Foro Económico Mundial de Davos lo nombró en 2001
Global Leader for Tomorrow. La revista Business Week lo escogió como una de las
Cincuenta estrellas de Europa. La revista Time lo eligió en 2004 una de las cien
personas más influyentes de 2004. Ese mismo año el Foro Económico Mundial lo
designó Young Global Leader. Foreign Policy lo sitúa como el 14º intelectual más
destacado del mundo. El Comité Danés sobre Deshonestidad Científica lo encontró
culpable de deshonestidad subjetiva, aunque años después invalidó la decisión
original. Se llama Bjorn Lomborg, nació en Dinamarca, es profesor de la Escuela
de Negocios de Copenhague y es mundialmente conocido por su libro El ecologista
escéptico . En 2001, en Oxford, su colega Mark Lynas le lanzó a la cara un
pastel de crema. <BR><BR>La tesis principal que Lamborg maneja en su ensayo es
que nuestro planeta parece estar bastante bien y se encuentra lejos de
encontrase en peligro. Apoyó su dicho en una multitud de estadísticas y una
amplia bibliografía. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El libro fue recibido con júbilo por The Economist, The
Wall Street Journal y The Washington Post. En cambio, las prestigiadas revistas
Nature y Scientific American le dedicaron devastadoras y documentadas críticas.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Elegido en 2002 como director del Instituto de Evaluación
Medioambiental, organizó el llamado Consenso de Copenhague. Sus objetivos
consistieron en priorizar los recursos de la humanidad para enfrentar los más
importantes problemas. La lucha contra el cambio climático fue relegada a uno de
los últimos lugares. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Lamborg es escéptico sobre la magnitud del calentamiento
global. “Necesitamos –asegura– una visión más realista del impacto del cambio
climático. Se está hablando de que es inminente y dramático, pero no es así. Por
ejemplo, Al Gore afirma que el nivel del mar subirá seis metros, mientras que el
Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) afirma que
subirá treinta centímetros, veinte veces menos. Tenemos que mirar el problema
con perspectiva. Si echamos un vistazo a los últimos 150 años, el nivel del mar
también ha subido treinta centímetros. Algo similar ocurre con el aumento de
temperatura, que tampoco es tan catastrófico como apuntan algunos. En
definitiva, el cambio climático es un desafío a nuestra civilización, pero no
una catástrofe de proporciones gigantescas.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>“Es –afirma– un gran problema, pero hoy podemos hacer
poco para cambiarlo y a un costo altísimo. Kyoto supondría reducir las emisiones
de co2 en un treinta por ciento para el 2020 en el mundo desarrollado. Pero
aunque todos cumplieran, eso sólo retrasaría seis años las emisiones previstas
para 2100. Y mientras, sacrificaremos casi el dos por ciento del pib anual para
cumplir. [ ... ] Con el presupuesto de sólo un año, el Tercer Mundo podría tener
agua potable. Además, dado lo costosa que es hoy la reducción de CO2, sería
mejor dedicar parte de nuestros esfuerzos a investigar fuentes energéticas menos
contaminantes. De nuevo, hay que mostrar a la gente las prioridades verdaderas.”
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Reescribiendo la ciencia</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Sucedió durante los primeros años de la administración de
George W. Bush. Una línea del informe Nuestro Cambiante Planeta que decía que la
tierra está viviendo grandes cambios, fue sustituida por otra en donde se
sugería que podrían vivirse grandes cambios. Un párrafo donde se afirmaba que la
producción energética contribuye al calentamiento fue suprimido. Una tras otra,
toda evidencia políticamente inconveniente sobre calentamiento global fue
eliminada, mutilada o transformada. De hecho, en un estudio sobre el
calentamiento global, se hizo desaparecer el término calentamiento global. En un
caso se pidió que se hicieran hasta cuatrocientas modificaciones de último
minuto que cambiaban sensiblemente el sentido del texto. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El responsable de esta corrección editorial fue Philip
Cooney, jefe de asesores del Consejo para la Calidad Ambiental. No es científico
sino abogado. Antes de ocupar ese puesto trabajó como cabildero del Instituto
Americano del Petróleo, agrupación que aglutina los intereses de la industria
petrolera del Tío Sam. Ahora labora para Exxon Mobil. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La actitud de Cooney expresa un hecho más profundo que el
de la simple censura sobre este asunto: el enorme desprecio de la Casa Blanca
hacia la ciencia. De hecho, la administración Bush ha animado el cuestionamiento
de la teoría de la evolución en el sistema escolar y ha protegido a los
creacionistas. <BR>Entre las víctimas de Cooney se encuentra el científico Rick
Piltz, quien durante años ayudó a escribir “Nuestro cambiante planeta”, y
trabajó para el Programa Científico sobre Cambio Climático. La reescritura de
sus informes por parte de la Casa Blanca procuraba un objetivo: hacer aparecer
el calentamiento global menos desafiante. Piltz denunció la manipulación
semántica y renunció. </DIV>
<DIV align=justify><BR>James Hansen es uno de los más destacados investigadores
sobre cambio climático. Dirige el instituto que la nasa creó para el estudio del
clima. Dice que “los políticos están reescribiendo la ciencia”. Asegura que la
administración de Bush está bloqueando un mensaje crucial: la humanidad tiene
tan sólo diez años para reducir la emisión de gases de efecto invernadero antes
de que el calentamiento global se convierta en un proceso imparable. Estamos muy
cerca de llegar a un período de mutación irreversible y descontrolada “En mis
tres décadas de trabajar para el gobierno –advierte– nunca he sido testigo de
tantas restricciones para que los científicos se puedan comunicar con el
público.” Y denuncia: “No tengo la posibilidad de comunicarme libremente con la
prensa.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>No son los únicos investigadores que han sufrido censura
durante el gobierno de Bush. En un sondeo entre mil 600 científicos
gubernamentales realizado por la Union of Concerned Scientists, se concluye que
el cuarenta y seis por ciento de los encuestados fueron advertidos de no usar
conceptos como calentamiento global en sus informes. El cuarenta y tres por
ciento dijo que sus trabajos fueron revisados y sus conclusiones alteradas. En
los hechos, se ha prohibido el uso de términos como calentamiento global o
cambio de clima en los reportes oficiales. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El Comité de Supervisión y Reforma del gobierno de
Estados Unidos presentó un informe en el que muestra que la actual
administración ha manipulado y censurado sistemáticamente información científica
relacionada con el calentamiento global con el objetivo de disminuir sus
riesgos. Han censurado testimonios sobre las causas y efectos de este fenómeno,
controlado el acceso a los medios de comunicación y editado los informes
científicos para presentar el asunto como una cuestión de diferencia de
opiniones y no de hechos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El informe del Comité deja entrever algunos de los
motivos subyacentes en este comportamiento: “En 1998, el Instituto Americano del
Petróleo elaboró un Plan de Comunicación en donde se afirmaba que ‘alcanzarían
la victoria si consiguiesen sembrar entre los ciudadanos la incertidumbre sobre
el cambio climático, y que el reconocimiento de esta incertidumbre formase parte
del punto de vista convencional del público. '” No hace falta ser muy perspicaz
para concluir que el grupo de interés de la industria petrolera tuvo éxito en su
empresa. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, no todos los investigadores tienen las
convicciones de Hansen y Piltz. Los grandes intereses han encontrado científicos
dispuestos a cuestionar la teoría del calentamiento global, e incluso, a
calificarla de ecomentiras. <BR>La propaganda corporativa presenta a los
científicos que alertan sobre los peligros de esta amenaza como personajes
ambiciosos, deshonestos e indignos de confianza. La leyenda negra construida a
su alrededor señala que distorsionan los hechos científicos para engrosar los
subsidios a la investigación que realizan. Curiosa ironía en un país en el que
las corporaciones petroleras tienen un enorme poder. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En un primer momento, los escépticos del calentamiento
global aseguraban que se trataba de un mito. En la lucha de las ideas
acostumbraban decir que “por ahora no existen muchas evidencias referente al
cambio climático”, o que “todavía existe mucha incertidumbre sobre la teoría del
cambio climático.” Sin embargo, ante el alud de hechos en contra, ahora
sostienen que el planeta se está calentando, pero que se debe a “causas
naturales” y no a la acción humana. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Se trata de presentar un cuadro en el que los científicos
no están de acuerdo con los diagnósticos de lo que sucede; que la comunidad se
encuentra dividida; que existen dudas razonables. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero lo cierto es que los grandes consorcios a los que
las regulaciones ambientales afectan, han repartido mucho dinero y construido
una gran coalición de fuerzas contrarias al cambio climático. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta disputa semántica tiene una larga historia tras de
sí. En 1995 los servicios públicos de Minnesota descubrieron que la industria
del carbón había pagado más de 800 millones de euros a cuatro científicos que
mostraban públicamente su disconformidad con el calentamiento global. Y Exxon
Mobil ha gastado más de 10 millones de euros desde 1998 en una campaña de
relaciones públicas contra el calentamiento global. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El periodismo</STRONG><BR><BR>Para amplios
sectores de la nueva derecha, el fantasma del ecologismo es una especie de
bestia negra. El nuevo imperativo categórico formulado por Hans Jonas de “actuar
de forma que los efectos de la acción sean compatibles con la pervivencia de una
vida auténticamente humana en la tierra”, es inadmisible para el capital, que
sólo piensa en vivir al día, sea cual sea el eventual costo para la naturaleza y
la humanidad. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta animadversión contra el lenguaje de la biosfera y a
favor del lenguaje monetario del mercado, fue recientemente recordada por Vaclav
Klaus. El presidente de la República Checa escribió en el Financial Times un
artículo titulado “La libertad, y no el clima, es lo que está bajo amenaza.”
Allí dice: “Como alguien que ha vivido bajo el comunismo la mayor parte de su
vida, me siento obligado a decir que actualmente veo una mayor amenaza a la
libertad, a la democracia, a la economía de mercado y a la prosperidad,
procedente del ecologismo, no del comunismo. Esta ideología pretende reemplazar
la libertad y la evolución natural de la humanidad por una especie de
planificación global centralizada.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, a pesar de la cruzada antiecológica, de
obras como Estado de miedo, El ecologista escéptico y de la censura de la
administración Bush, e l cambio climático ya no es una mera hipótesis o una
opinión, sino un hecho científicamente comprobado. Las evidencias son sólidas:
sólo durante los últimos treinta años la temperatura promedio de la superficie
terrestre aumentó 0.6 grados centígrados; se modificaron el inicio, la duración
y el final de las estaciones; aumentó en diez centímetros el nivel del mar
debido al aumento de la temperatura de los océanos y al derretimiento y
retracción de los glaciares. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático
(IPCC por sus siglas en inglés), creado por el Programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente, y la Organización Meteorológica Mundial, ha proyectado
escenarios futuros bajo distintas variables. A pesar de que los modelos
elaborados tienen un alto grado de incertidumbre en el detalle, no hay duda de
que en un futuro cercano la temperatura se elevará. De no tomarse medidas
correctivas, la temperatura podría incrementarse entre dos y tres grados
centígrados hacia el año 2050, y el nivel del mar aumentar a más de un metro,
cifras aparentemente pequeñas pero de efectos devastadoras para el frágil
equilibrio de nuestro ecosistema. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La preocupación por este asunto no proviene del
convencimiento de que la humanidad no tiene derecho a intervenir sobre los
fenómenos naturales de la forma como lo está haciendo en la actualidad.
Proviene, más bien, de la conveniencia de asumir los costos económicos que
implica la reducción de las emisiones de gases efecto invernadero, ya que, de no
hacerlo, el precio a pagar va a ser mucho mayor. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La prensa ha desempeñado un controvertido papel en este
asunto. Quienes se oponen a la teoría del calentamiento global sostienen que los
periodistas han actuado con ligereza, amarillismo e irresponsabilidad a la hora
de informar sobre el tema. Sin embargo, múltiples evidencias muestran que los
grandes grupos mediáticos han seguido, hasta hace muy poco tiempo, el guión
dictado desde el poder. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Las presiones de la industria de los combustibles fósiles
a los medios de comunicación para que otorguen el mismo peso a un puñado de
escépticos del calentamiento global que a los hallazgos de la ipcc no ha
desaparecido. Y los medios y los periodistas han aceptado dejarse coaccionar.
Decía el recientemente fallecido Norman Mailer: “Sobre los periodistas pesa un
gran sentimiento de culpa. Saben que contribuyen a mantener la ligera demencia
de Estados Unidos.” Y no le faltaba razón, al menos en este asunto. Durante
años, la prensa de Estados Unidos abordó el tema del calentamiento global
básicamente desde la perspectiva política y diplomática, ignorando los efectos
del calentamiento en la agricultura, el agua, la vida vegetal y animal y la
salud pública. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La prensa estadunidense ha repetido sistemáticamente la
versión de que los científicos que alertan sobre el peligro del cambio global
son deshonestos. “Resulta increíble –escribe Al Gore– que el público ha estado
oyendo estas opiniones desacreditadas de los escépticos tanto o más de lo que
han oído las ideas consensuadas por la comunidad científica global. Este hecho
vergonzoso constituye una notoria mancha en la historia de los medios de prensa
estadunidenses modernos y, tardíamente, muchos líderes del periodismo están
dando algunos pasos para corregirlo.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>A pesar de ello, los “escépticos” del cambio global han
expresado opiniones muy críticas sobre los periodistas. El recule de la
cobertura informativa sobre el tema por parte de algunos medios de comunicación
ha sido fuertemente cuestionado. En el mejor de los casos, se afirma que los
hombres y mujeres de la prensa son responsables de practicar un periodismo
descuidado y parcial. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En Estado de miedo, los reporteros son meros copiadores
de boletines de prensa de los grupos ambientalistas, incapaces de contrastar la
información que obtienen con otras fuentes. Es así como Peter Evans, el
personaje de la novela que trabaja como abogado de una importante firma que
tiene por clientes principales a organizaciones ecologistas y a un magnate que
las financia, pregunta sobre un periodista que en el libro cubre temas sobre el
medio ambiente: “¿Este tipo está leyendo solamente un boletín de prensa?” Y el
profesor Kenner les responde: “Así es como los hacen hoy en día. Ni siquiera se
molestan en cambiar una frase aquí o allá. Sólo leen la copia. Y, por supuesto,
lo que dice no es verdad.” La novela narra, en el terreno de la ficción, lo que
los escépticos afirman en la realidad. <BR><BR>Durante un programa que el canal
4 de la televisión británica proyectó titulado El gran engaño del calentamiento
global, Níger Calder, ex director de New Scientist, aseguró: “Lo que me asombra,
tras toda la vida dedicada al periodismo, es ver cómo los más elementales
principios del periodismo parecieran haber sido olvidados en este asunto [ ... ]
tenemos toda una nueva generación de periodistas dedicados al tema
medioambiental. Si la historia del calentamiento global se va a la papelera, lo
mismo pasará con sus trabajos. Es así de crudo. De manera que la información
tiene que hacerse más y más histérica [ ... ] Tienen la necesidad de ser más y
más estridentes.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Cuando George W. Bush se convirtió en un cristiano
renacido, le tomó un enorme cariño a una pintura de W. H. Koerner llamada Un
deber que cumplir. Tanto así que su autobiografía lleva el mismo nombre. El
cuadro adorna su oficina. La obra de arte representa un vaquero de nombre
Charles Wesley montando a caballo, decidido a cruzar una empinada y escabrosa
vereda. Según el presidente, el mensaje del jinete es que “servimos a Alguien
más grande que nosotros mismos”. Es decir, para el mandatario, la misión de
Wesley en el mundo fue difundir la palabra del cristianismo metodista en el
oeste de Estados Unidos a finales del siglo XIX. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La vida de Charles Wesley fue, sin embargo, bastante
diferente a como la ve el presidente de Estados Unidos. Según el investigador
Jacob Weisberg, el vaquero del cuadro no es más que un ladrón de caballos que,
después de haber sido hecho prisionero, logra escapar en Nebraska. El cuadro
representa su huída. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La versión de la administración de Bush y la de los
escépticos sobre el cambio climático guarda una enorme similitud con la visión
que sobre el cuadro de W. H. Koerner tiene el mandatario estadunidense. Donde
ellos quieren ver una labor misionera realmente se esconden los intereses de
forajidos. </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>