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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario</FONT></U></EM>
<BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición internacional
del Colectivo Militante<BR><U>7 de mayo 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
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<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT
size=3>Anticapitalismo</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Las iniciativas
de resistencia frente a las empresas multinacionales <BR><BR>Pedro Ramiro, Erika
González</FONT></STRONG> <BR></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Sin
Permiso</STRONG></FONT></DIV>
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href="http://www.sinpermiso.info/"><STRONG>http://www.sinpermiso.info/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>La
Haine</STRONG></FONT></DIV>
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href="http://www.lahaine.org/"><STRONG>http://www.lahaine.org/</STRONG></A></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>"La militancia contra las
corporaciones aumenta porque muchos de nosotros sentimos más agudamente que
nunca la red de complicidad entre las marcas que se extiende sobre el mundo, y
la sentimos precisamente porque nunca hemos estado tan 'marcados' como en la
actualidad". </FONT><FONT face=Arial size=2>Naomi Klein /1</FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>La intensificación del capitalismo a escala mundial ha
servido para que se produzca una redefinición de los actores que participan en
el mercado global. En la era de la globalización económica, a la vez que los
Estados-nación han venido cediendo parte de su soberanía, las compañías
multinacionales han ido adquiriendo mayor influencia y poder. La expansión de
las empresas transnacionales, cuyo origen se remonta al siglo XV -con la Banca
de los Médici en Florencia, que llegó a tener 18 sucursales por toda Europa- se
ha producido básicamente en los últimos cien años.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y es que desde finales del siglo XIX y principios del XX,
cuando algunas compañías estadounidenses como General Electric, United Fruit,
Ford y Kodak se lanzaron a realizar sus actividades fuera de su país de origen,
hasta nuestros días, estas grandes corporaciones han evolucionado mucho /2.
Tanto, que hoy en día las empresas multinacionales acumulan una capacidad
económica mayor que la de muchos países: Wal-Mart tiene un volumen de ventas
superior al Producto Interior Bruto (PIB) de Austria o de Noruega, mientras que
el de ExxonMobil es mayor que la suma de los de Venezuela y Chile /3.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El poder de las empresas transnacionales se ha
acrecentado en los últimos veinticinco años, como consecuencia de la extensión a
escala global de las políticas neoliberales. Desde 1980, las inversiones
extranjeras han crecido a una tasa anual que duplica el PIB mundial,
concentrándose fundamentalmente en el sector de los servicios, y las principales
responsables de este crecimiento han sido las multinacionales: el 84% de la
Inversión Extranjera Directa mundial se canaliza a través de este tipo de
empresas /4. Por eso, a día de hoy, las corporaciones multinacionales controlan
gran parte de muchos sectores clave de la economía mundial, como la energía, la
banca, la agricultura, el agua y las telecomunicaciones. Y en todo esto ha
tenido mucho que ver la estrecha relación de las multinacionales con los
Gobiernos, que les han beneficiado en perjuicio del interés de las personas. No
es que los Estados se hayan plegado ciegamente a los intereses de las grandes
compañías, lo que ha ocurrido es que los Gobiernos han promovido una serie de
políticas para favorecer sus negocios. Se podría decir que se trata de una
relación de simbiosis, en la que los Estados y las corporaciones se benefician
mutuamente y donde, como dice Pedro Solbes, "el cometido del Estado debe ser
vigilar los fallos del mercado" /5.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En todo este tiempo, a la par que ha ido cambiando la
posición de las empresas en la economía global, se han venido modificando las
dinámicas de contestación social frente a las actividades de las
multinacionales.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Los comienzos de las campañas contra las
multinacionales</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El movimiento obrero y las organizaciones sindicales, que
históricamente han jugado un rol decisivo en la consecución de toda una serie de
derechos sociales, han perdido su papel central en las reivindicaciones frente a
las corporaciones transnacionales/6. Y es que, antes, las empresas eran
fundamentalmente el centro de trabajo, y los conflictos que se pudieran generar
eran el resultado de este hecho.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ahora, con las deslocalizaciones, la división
internacional del trabajo, las privatizaciones, las subcontrataciones, la
flexibilización, la desregulación y, en definitiva, con las transformaciones
derivadas de los procesos de globalización económica, las compañías
multinacionales intervienen en casi todos los aspectos de la vida de las
personas. Las corporaciones globales producen, distribuyen y comercializan los
coches en los que nos movemos, las redes de teléfono que utilizamos, los
alimentos que comemos o la ropa que vestimos. Y eso por no hablar de lo que
tradicionalmente se ha dado en llamar servicios públicos, es decir, el agua, la
sanidad, la educación y la energía, que también han venido siendo
progresivamente subordinados al mandato del máximo beneficio que imponen las
empresas transnacionales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Naturalmente, el dejar que todas estas actividades
dependan de la lógica empresarial ha provocado una serie de consecuencias
sociales y ambientales. Así, se han creado distintas categorías de ciudadanía en
función de los servicios a los que se pueda acceder según los ingresos de cada
cual, de la misma forma que se han antepuesto los criterios de rentabilidad
económica a la protección del entorno.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Justamente, dado que la interacción de las corporaciones
con la sociedad no se limita ya al plano laboral, aunque éste por supuesto sigue
resultando muy importante, en las últimas décadas también han cobrado especial
importancia las denuncias de las personas afectadas por los efectos ambientales,
culturales y socioeconómicos de las actividades de estas empresas. En muchas
ocasiones, el impulso a estas nuevas formas de acción colectiva ha venido de la
mano de los usuarios, consumidores, trabajadoras, indígenas, activistas y,
especialmente, de las personas más directamente afectadas por el problema, que
son quienes están sintiendo más de cerca la indefensión y la violación de sus
derechos por parte de las compañías trasnacionales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Echando la vista atrás, se puede decir que ya desde los
años treinta del siglo pasado comenzó a producirse la oposición a las empresas
multinacionales. Y el primer gran hito en la resistencia contra las empresas,
que puede considerarse el predecesor de la lucha actual contra las marcas, viene
de la campaña de boicot que se llevó a cabo a finales de la década de los
setenta contra Nestlé. La empresa suiza, que estaba vendiendo su leche en polvo
como un sustituto de la leche materna con el pretexto de que se trataba de una
alternativa segura para la alimentación de los países empobrecidos, inició un
pleito contra varios militantes que habían denunciado estos hechos y eso sólo
sirvió para darle mayor notoriedad a la campaña /7. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Posteriormente, en los años ochenta, las acciones de
solidaridad se centraron en la crítica de las dictaduras latinoamericanas y de
los Gobiernos estatales, con un par de excepciones: el caso de Dow Chemical,
empresa responsable de la emisión masiva de gases tóxicos en Bhopal (India), y
el boicot a las multinacionales que mantenían relaciones comerciales con el
régimen sudafricano en tiempos del apartheid.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y, finalmente, en los años noventa llegó el momento de
las grandes campañas contra las empresas transnacionales. Sobre todo, tres
compañías multinacionales fueron el blanco de las críticas: Nike, acusada de
fomentar la explotación laboral y el trabajo infantil en sus fábricas del
sudeste asiático; Shell, denunciada por los impactos ambientales generados al
querer hundir una plataforma petrolífera en el Océano Atlántico y por permanecer
impasible ante la ejecución del escritor Ken Saro-Wiwa, quien había encabezado
un movimiento de protesta pacífica contra la petrolera y fue condenado a la pena
de muerte junto con otros ocho activistas; y McDonald's que, al denunciar a dos
ecologistas por difundir octavillas en las que afirmaban que la compañía
explotaba a sus empleados, colaboraba con el maltrato a los animales y era la
máxima representante de la "comida basura", se vio envuelta en un proceso
judicial que duró siete años y que puso de manifiesto la existencia de una
censura corporativa /8.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Desde entonces, se han extendido las protestas frente al
poder de las grandes corporaciones.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Entre otras, se puso en marcha una campaña contra
Coca-cola, para denunciar sus nexos con el asesinato de sindicalistas en
Colombia y la contaminación de las fuentes de agua de numerosas comunidades en
India /9, y se señaló a The Gap, Wal-Mart, Disney y Mattel con diferentes
acciones en EE UU y en los países donde se ubicaban sus fábricas, para poner
freno a la explotación infantil. Además, se denunció que empresas como Pepsi,
Chevron y Total tenían relaciones comerciales con el Gobierno de Birmania y se
llevaron a cabo campañas contra las marcas que utilizaban alimentos modificados
genéticamente. Y, cuando ha sido posible, se ha recurrido a los procedimientos
judiciales: por ejemplo, en EE UU se ha aprovechado una vieja ley que tiene más
de dos siglos para llevar a juicio a empresas transnacionales estadounidenses
-como la minera Drummond- por sus actividades en terceros países /10.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La resistencia frente a las empresas en Europa y
América Latina</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>De manera especial, en los últimos años los procesos de
resistencia contra las multinacionales han cobrado bastante relevancia en Europa
y, sobre todo, en América Latina. Ahora bien, mientras que en el continente
europeo se ha dado prioridad a las movilizaciones contra las instituciones
financieras internacionales y organismos supraestatales como el Banco Mundial
(BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Unión Europea y el G-8, /11 en
América Latina el foco de la crítica se ha centrado sobre las empresas
transnacionales y los tratados de libre comercio -no en vano, a finales de 2005
se consiguió parar el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas-.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En Europa, el denominado movimiento antiglobalización,
que adquirió más visibilidad tras las movilizaciones de Seattle a finales de
1999 y llegó a ser multitudinario hasta las protestas contra la guerra de Irak
en el año 2003, desarrolló acciones de denuncia de las actividades de las
grandes corporaciones en el marco de los foros alternativos y las contracumbres,
si bien estas campañas no tuvieron el nivel de difusión y organización que
alcanzaron las que señalaban a las instituciones financieras /12. Por otra
parte, en América Latina, con la puesta en marcha de las medidas del Consenso de
Washington, las corporaciones transnacionales europeas y estadounidenses
llegaron a la región y se adueñaron de los servicios públicos, las empresas
estatales y los recursos naturales. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En esos años, en los que se dio un boom privatizador
-entre 1986 y 1999, más de la mitad del valor de todas las privatizaciones
realizadas en los países del Sur en el mundo entero se realizaron en América
Latina, especialmente en el sector de los servicios públicos /13-, las luchas se
centraron en responder sobre el terreno a las actividades de las
multinacionales. Por poner un ejemplo que valga para comparar: a mediados del
año 2000, mientras los movimientos sociales europeos se preparaban para bloquear
la cumbre del BM y FMI en Praga, en Cochabamba (Bolivia) tenía lugar lo que se
conoció como la guerra del agua, en la que la resistencia popular impidió que un
consorcio encabezado por la multinacional Bechtel y la corporación española
Abengoa, apoyados por el Banco Mundial, se hiciera con la compañía local y se
privatizara así el servicio de agua de la ciudad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A la hora de analizar las diferencias entre Europa y
América Latina en cuanto a las movilizaciones realizadas contra las empresas
transnacionales -movilizaciones que, por cierto, no se pueden considerar sino
complementarias- se puede apuntar el hecho de que América Latina es utilizada
por las compañías extranjeras como fuente de recursos naturales y materias
primas -petróleo, gas, carbón, oro, madera, café, soja o palma africana- que son
luego procesadas y consumidas, fundamentalmente, en otros mercados. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Por ello, a la vez que los efectos de estas actividades
extractivas y productivas se hacen notar en los países latinoamericanas, Europa
es el sitio donde únicamente se consumen y es difícil que la ciudadanía sienta
esos efectos en primera persona. Además, en los casos de las empresas de
servicios públicos, las estrategias empleadas por las corporaciones
transnacionales en América Latina han tratado de hacer rentable económicamente
la inversión a corto plazo, cosa que no ha sucedido de forma tan exagerada en
Europa, lo que podría explicar que en el viejo continente no se hayan producido
movilizaciones parecidas a las que han tenido lugar contra Unión Fenosa en
Nicaragua /14 o contra Suez en Argentina.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En cualquier caso, lo que parece evidente es que en la
mayor parte de los países de América Latina sí que se ha extendido una mala
imagen de las transnacionales extranjeras. Y, dentro de ellas, se encuentran las
españolas por ser las que tienen una mayor presencia en el continente, ya que
son líderes de los sectores de los hidrocarburos (Repsol), la electricidad
(Endesa), la banca (Santander) y las telecomunicaciones (Telefónica). En el año
2004, sólo el 29% de la población latinoamericana creía que las inversiones
foráneas eran beneficiosas para su país, frente a un 35% que se manifestaba
abiertamente en contra /15. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Y las quejas de la población obedecen a que se
responsabiliza a las multinacionales de ser las causantes del expolio y el
saqueo de os recursos naturales, la privatización de los servicios públicos o la
desregulación del mercado laboral. Por eso, hay muchos casos de movimientos
ciudadanos, campesinos e indígenas que han llevado a cabo campañas contra las
empresas transnacionales. Como las organizaciones mapuches, por ejemplo, que
durante años se han resistido a ser desplazadas de su territorio ancestral por
las empresas Endesa, en Chile, y Benetton, en Argentina. O las movilizaciones
que se han producido contra Unión Fenosa en Colombia desde que la multinacional
española adquirió las distribuidoras eléctricas de la Costa Atlántica y empezó a
aplicar una agresiva estrategia de cobro para amortizar su inversión /16. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En ciertas ocasiones, incluso, han llegado a prosperar
algunas demandas judiciales, como en el caso de la denuncia por la contaminación
generada por las explotaciones petroleras de Repsol y otras compañías en
Argentina /17 o en el caso de Texaco en Ecuador, donde el proceso judicial dura
ya más de diez años. Y éstos son solamente unos cuantos casos representativos,
porque en realidad también se han producido acciones y campañas contra otras
multinacionales como BP, Oxy, BBVA, Nestlé, Majaz, ENCE, Aracruz, Telefónica,
Bayer, Unilever, Calvo y Wal-Mart. Es en este clima de hostilidad hacia las
empresas transnacionales donde se enmarca el hecho de que algunos Gobiernos
latinoamericanos hayan decidido acabar con las condiciones tan favorables de las
que disfrutaban las empresas extranjeras presentes en su territorio.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por último, vale la pena resaltar una iniciativa que está
teniendo lugar en la actualidad en América Latina y que resulta muy eficaz para
visibilizar los efectos de las actividades de las multinacionales: el Tribunal
Permanente de los Pueblos (TPP) /18. Este tribunal, que hasta ahora se ha
reunido en más de treinta ocasiones para juzgar desde situaciones de genocidio
hasta las políticas de las instituciones financieras internacionales, ha servido
para que en Colombia se esté juzgando simbólicamente a más de dos decenas de
empresas transnacionales -entre las que se encuentran Repsol, Coca-Cola,
Anglogold, Nestlé o Aguas de Barcelona /19- por las consecuencias de sus
operaciones sobre el medio ambiente, los pueblos indígenas y los derechos
humanos, así como para que en Nicaragua se haya podido denunciar qué ha supuesto
la presencia de Unión Fenosa en el país. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En este sentido, la Red Birregional Europa - América
Latina y el Caribe Enlazando Alternativas /20, que se constituye como un puente
entre las resistencias a uno y otro lado del océano, se encuentra preparando
actualmente lo que será la Cumbre de los Pueblos que se celebrará en Lima en
mayo de 2008 coincidiendo con la cumbre de Jefes de Estado de la Unión Europea,
América latina y el Caribe, dentro de la cual se incluirá una sesión del TPP
sobre las empresas multinacionales europeas presentes en aquella región.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La realidad de la imagen
corporativa</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Queda patente, pues, que las organizaciones y movimientos
sociales de todo el planeta han ido desarrollando estrategias y nuevas formas de
acción colectiva frente al poder corporativo. Pero, al mismo tiempo, parece
claro que todavía existen bastantes factores que operan en contra de los
colectivos que abogan por otro modelo de sociedad. Entre los más evidentes, se
pueden citar el nulo interés que tienen la mayoría de los Gobiernos y las
instituciones económicas mundiales en salirse de la ortodoxia neoliberal, el
papel de los medios de comunicación, que será difícil que incluyan críticas a
las grandes corporaciones mientras la publicidad sea una de sus principales vías
de financiación, y la notable desmovilización de la clase media europea, que se
ha transformado en clase consumista y piensa que ejercer la libertad es poder
elegir entre varias marcas de automóvil. Y, además, durante todos estos años las
propias empresas transnacionales también han ido aprendiendo cómo deben afrontar
las críticas que se le hacen desde la sociedad civil.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es decir, que, del mismo modo que los colectivos sociales
han mejorado sus campañas para cuestionar a las grandes compañías, éstas, a su
vez, han visto que no les conviene desarrollar una estrategia de confrontación y
que, por el contrario, resulta mucho más eficaz forjar una imagen corporativa
que trascienda el propio objeto de consumo. Y es que tantos años de denuncias
sobre la explotación laboral y ambiental de estas corporaciones les ha obligado
a diseñar un nuevo modelo empresarial que transmita los valores, imágenes y
símbolos que gozan de prestigio social en la actualidad. Por eso, se han
apuntado a la tendencia de vender valores y no productos, tan exitosamente
desarrollada por las grandes empresas a nivel mundial, y, si hiciéramos caso a
sus anuncios publicitarios, parecería que son organizaciones ecologistas o
defensoras de los derechos humanos en lugar de tratarse de las compañías
responsables de la crisis ambiental y social que vivimos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En este sentido, la Responsabilidad Social Corporativa
(RSC), que nació cuando las empresas constataron que habían acumulado una lista
de graves impactos sobre los derechos humanos y el medio ambiente y,
especialmente, cuando vieron que se trataba de una forma de crear valor para la
compañía, ha servido para poder proyectar una imagen positiva ante los
consumidores de sus productos y servicios. En este mismo sentido se entiende la
firma de códigos de conducta por parte de las multinacionales, ya que son
voluntarios y no les conlleva ninguna obligación jurídica más allá del mero
cumplimiento de la legislación laboral y ambiental correspondiente /21. Por lo
tanto, como dice Naomi Klein, "nada cambiará mientras las grandes empresas no se
den cuenta de que no tienen un problema de comunicación. El suyo es un problema
con la realidad" /22.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A modo de conclusión, se puede afirmar que las compañías
transnacionales, con más o menos capas de pintura sobre su desgastada imagen,
siguen siendo entidades que buscan incrementar año tras año su volumen de
beneficios. Y, ante esta realidad, la única forma de asegurar que estos gigantes
económicos no pasen por encima de la voluntad y los derechos de millones de
personas es continuar criticando sus operaciones. En definitiva, la cuestión
central no es denunciar, exclusivamente, los efectos negativos que han generado
unas multinacionales, sino las repercusiones sociales, ambientales y culturales
que tienen las operaciones de las grandes corporaciones transnacionales por todo
el planeta. Trascendiendo el discurso oficial, resulta imprescindible acabar con
el mito de que las actividades de las multinacionales son un elemento que
contribuye a disminuir las enormes desigualdades que asolan el mundo. Porque, a
pesar de su tan trabajada imagen corporativa, lo que sucede es justo lo
contrario: únicamente sirven para apuntalar el statu
quo.<BR><BR><BR><STRONG><U>Notas</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>1/ Klein, N. (2001) No Logo. El poder de las marcas.
Barcelona: Paidós.<BR>2/ Verger, A. (2003) El sutil poder de las
transnacionales. Barcelona: Icaria - Observatorio de la Deuda en la
Globalización.<BR>3/ Comparación entre los ingresos de las mayores
transnacionales del mundo ("Global 500", Fortune, julio de 2006) y la lista de
países ordenados según su Producto Interior Bruto (Base de datos en línea del
Banco Mundial).<BR>4/ UNCTAD (2007) Informe sobre las inversiones en el mundo
2007. Nueva York y Ginebra: Naciones Unidas.<BR>5/ Discurso de Pedro Solbes,
Vicepresidente del Gobierno español y Ministro de Economía y Hacienda, en la
apertura de las jornadas "Responsabilidad social de las empresas: Alianzas
Público-Privadas para el desarrollo" (Madrid, 20/9/2007).<BR>6/ Hernández
Zubizarreta, J. (2006) "El movimiento sindical ante la globalización neoliberal:
algunos ejes de intervención". Lan harremanak: Revista de relaciones laborales,
Especial Propuestas locales para otra globalización, 193-217.<BR>7/ Klein, N.
(2001) op.cit.<BR>8/ Klein, N. (2001) op.cit.<BR>9/ Zacune, J (2006) Coca Cola:
El informe alternativo. Londres: War or Want.<BR>10/ O'Donnell, S. (2007) "Una
de piratas". Página 12, 8/4/2007.<BR>11/ Echart, E.; López, S. y Orozco, K.
(2005) Origen, protestas y propuestas del movimiento antiglobalización. Madrid:
Los Libros de la Catarata.<BR>12/ En el Estado español, esta tendencia ha
cambiado en los tres últimos años, ya que se han llevado a cabo campañas contra
las multinacionales Repsol YPF (www.repsolmata.info), Unión Fenosa
(www.unionpenosa.org), ENCE y BBVA (www.bbvasinarmas.org).<BR>13/ Casilda Béjar,
R. (2002) La década dorada. Economía e inversiones españolas en América Latina.
Madrid: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alcalá.<BR>14/ Carrión
Rabasco, J. (2007) "Nicaragua: Privatiza que privatizarás, que sin luz los
dejarás". Pueblos, nº 27, 26-28.<BR>15/ Informe del Latinobarómetro del año
2004, citado en «El regreso al continente latinoamericano», El País,
14/3/2006.<BR>16/ Ramiro, P.; González, E. y Pulido, A. (2007) La energía que
apaga Colombia. Barcelona: Icaria – Paz con Dignidad.<BR>17/ "El Tribunal
Supremo argentino investiga a Repsol y otras petroleras por daño ecológico",
Jorge Marirrodriga, El País, 2/7/07.<BR>18/ El TPP tuvo su origen en 1966, con
el llamado Tribunal Russell y el juicio a los crímenes cometidos en la guerra de
Vietnam, y se constituyó formalmente en 1979. Sus juicios están basados en las
convenciones internacionales y de alguna manera representan la conciencia ética
de los pueblos.<BR>19/ El TPP - Capítulo Colombia se inició en marzo de 2006 y
finalizará en julio de 2008. En los dos años que dura el proceso se habrá
juzgado a las multinacionales por sectores de actividad: alimentación, minería,
biodiversidad, petróleo, servicios públicos, pueblos indígenas y audiencia
deliberativa final. Más información en www.tppcolombia.info.<BR>20/ Esta red,
que surgió hace tres años y medio, se arma en torno a tres ejes de trabajo:
acuerdos de libre comercio, integración regional y empresas transnacionales. Más
información en (www.enlazandoalternativas.org).<BR>21/ Hernández Zubizarreta, J.
(2006) "Las empresas transnacionales españolas en América Latina. Los códigos de
conducta como sistemas atípicos de regulación de las relaciones laborales". Lan
harremanak: Revista de relaciones laborales, 14, 125-174.<BR>22/ Klein, N.
(2002) Vallas y ventanas. Barcelona: Paidós.<BR>Pedro Ramiro y Erika González
trabajan en el Observatorio de Multinacionales en América Latina - Paz con
Dignidad (observa.empresas@omal.info).</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>