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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario</FONT></U></EM>
<BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición internacional
del Colectivo Militante<BR><U>20 de mayo 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Argentina</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>La pulseada por la
renta</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Claudio Katz
[1]</FONT></STRONG><BR> <BR></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>El prolongado conflicto entre el
ruralismo y el gobierno ha derivado en una agobiante pugna política. El primer
bloque busca acaparar la renta agraria a costa de la mayoría popular y el
oficialismo necesita exhibir autoridad, para implantar un Pacto Social que
favorezca al conjunto de los capitalistas.</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Las acciones del denominado “campo” escalaron hasta crear
un clima ingobernable y sus líderes se han envalentonado en las negociaciones.
El gobierno reaccionó con dureza, pero fracasó y quedó desconcertado. Sufrió una
erosión de electores y gobernadores, que lo indujo a buscar una conciliación.
Ahora parece inminente una nueva tregua, pero si se logrará o no un acuerdo
perdurable es una incógnita. Lo único evidente es que el conflicto ha erosionado
la cohesión que mantuvieron las clases dominantes durante los últimos cinco
años.<BR> <BR><STRONG>CAUSAS Y DESENCADENANTES</STRONG><BR> <BR>Los
ruralistas salieron a las rutas para resistir un sistema de retenciones móviles
a la exportación de soja. Pero cuestionan también los mecanismos de impuestos y
subsidios que determinan los precios de los alimentos. Junto a la distribución
de la renta se define cuánto habrá que pagar por el pan, la leche o la
carne.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cualquier concesión al ruralismo implicaría aproximar el
precio local de esos productos a su creciente cotización mundial, agravando el
encarecimiento de la canasta básica. Este aumento tiende a revertir la
disminución del índice de pobreza, que se ubicaría actualmente en un 30,3% luego
de haber tocado el piso de 26,9 % a medidos del 2006.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El conflicto en curso forma parte de una vieja
confrontación que afectó a todos los gobiernos. Como los voceros del “campo” se
consideran propietarios de la renta natural que generan los cultivos en
Argentina han chocado con todas las administraciones, que intentaron equilibrar
el reparto de ese ingreso.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La acción ruralista ha reactualizado todos los mitos que
enaltecen a los dueños de la tierra. Se afirma que toda la población “debe darle
gracias al campo”, como si conformaran el sector laborioso que sostiene al resto
de la sociedad. Suponen que la riqueza agraria es improductivamente
redistribuida fuera de ese ámbito, mediante perversos sistemas de clientelismo
estatal.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En realidad ocurre todo lo contrario. La apropiación
privada de la renta (históricamente por los terratenientes y actualmente por sus
herederos capitalistas) ha sofocado el desarrollo industrial, perpetuado una
inserción primarizada del país en la división internacional del trabajo. Lo que
ha imposibilitado la prosperidad social es la ausencia de medidas de
nacionalización directa o indirecta (por vía impositiva) de ese recurso.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La causa inmediata del conflicto ha sido la probable
reducción de los grandes beneficios que obtuvieron los ruralistas en los últimos
años, como se comprueba en el precio de la tierra o en cualquier otro índice de
las ganancias del sector [2]. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Aunque persiste una favorable coyuntura comercial
internacional, en el panorma económico loca se avizoran fuertes turbulencias.
Los beneficios fáciles que siguieron a la hiper-devaluación se han extinguido,
junto al agotamiento de la transferencia regresiva de ingresos. Se han disipado
tanto la capacidad ociosa, como los salarios formales abaratados y el consumo
demorado que predominaron entre el 2002 y el 2007. En un escenario más difícil
todos reclaman una tajada de la renta agraria. Los ruralistas porque la
consideran propia y el gobierno porque debe afrontar crecientes gastos para
sostener un modelo de subsidios a los capitalistas de la industria y los
servicios.<BR> <BR><STRONG>LA REPÚBLICA SOJERA</STRONG><BR> <BR>Varias
semanas de conflicto han permitido conocer las trasformaciones agrarias que
impuso la reconversión a la soja. Todo el bloque ruralista participa del modelo
que desplazó a los cereales y generalizó un monocultivo, que amenaza la
soberanía alimenticia, encarece el resto de los productos y contamina el medio
ambiente. Esta transformación ha provocado, además, una mayor concentración de
la propiedad. Solo el 20 % de los productores controlan el 80% de circuito de la
soja [3].</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tres grandes sectores controlan la elevada rentabilidad
que genera esa oleaginosa. En primer lugar, los contratistas (“Pool de siembra”)
que se nutren de fondos de inversión y operan en gran escala sobre las tierras
arrendadas. Grobocopatel, por ejemplo, es solo propietario del 10% de las
150.000 hectáreas que explota.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los proveedores de agroquímicos (Monsanto, Dyupont,
Bayer) conforman el segundo grupo de beneficiarios. Acaparan lucros mediante la
fuerte dependencia que tiene la producción de soja de las nuevas semillas y
fertilizantes. El tercer sector que se enriquece aceleradamente está constituido
por cinco grandes compañías exportadoras, que manejan el 90 % de las ventas, con
beneficios corrientes que superan ampliamente los 1.000-1500 millones de dólares
disputados con la introducción de las retenciones móviles. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En esa cadena de comercialización -que principalmente
controlan Cargill, Bunge, Dreyfus, Nidera y Aceitera General Deheza (AGD)- se
procesan los principales beneficios de la soja. El cultivo es manejado desde la
tranquera hasta el barco por un enjambre privado de acopiadores, puertos y
molinos. De esa actividad participan también los agro-financistas, que operan
mediante compras y ventas a futuro, a través de acciones especulativas que
podrían ser afectadas por las retenciones móviles, si establecen un diagrama más
previsible de evolución de los precios.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ninguna voz del bloque ruralistas ha cuestionado este
circuito capitalistas. Despotrican contra las regulaciones oficiales, pero no
han dicho una sola palabra contra los mayores dueños de este
negocio.<BR> <BR><STRONG>EL SOSTÉN OFICIAL</STRONG><BR> <BR>Tampoco el
gobierno menciona a los grandes grupos de la soja, ya que mantiene una excelente
relación con sus cúpulas, especialmente con Urquía (AGD), Grobocopatel, Elsztain
y el clan Werthein. El modelo en curso ha sido intensamente apadrinado desde el
ámbito oficial y ninguna medida que improvisaron los Kirchner para resolver la
actual disputa ha rozado los intereses de sus aliados. A lo sumo evalúan ahora
la formación de nuevos organismos para “conocer la realidad del sector”, pero
sin introducir gravámenes significativos.<BR></DIV>
<DIV align=justify>Los ministros -que despliegan discursos demagógicos en
defensa del pequeño productor- han destinado durante cinco años, el grueso de
los reintegros (formalmente dirigidos a ese sector), a subsidiar a las
industrias alimenticias más concentradas. Este conglomerado acaparó, por
ejemplo, los 473 millones de dólares de compensaciones aprobadas durante el 2007
y como no existe ningún registro de productores de soja es un misterio como se
revertirían esos privilegios. Para caracterizar quiénes son los amigos del
gobierno basta con recordar la cobranza mínima del impuesto inmobiliario, la
falta de actualización de este gravamen (en función de la valorización de los
campos) o el visto bueno oficial al incumplimiento de los pagos de seguridad
social.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Todas las preocupaciones gubernamentales se han concentrado
en las retenciones, ya que al igual que el IVA este impuesto se recauda
fácilmente y no se coparticipa con las provincias. Su recolección apunta
en la actualidad a engrosar la caja, no solo para sostener los auxilios a los
empresarios, sino especialmente para afontar un encarecimiento de los pago de
deuda externa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Algunos defensores del gobierno elogian por sí mismas a
las retenciones, omitiendo que capturan una parte de la renta, sin
redistribuirla [4]. Quiénes afirman que la iniciativa oficial sólo falló
en sus tiempos y formas de presentación, ocultan la utilización regresiva
de un impuesto, que no ha servido para mejorar sustancialmente el nivel de vida
popular. Un mecanismo regulador -que resulta indispensable para divorciar los
precios internacionales de los locales- ha sido principalmente utilizado por el
gobierno a favor de los poderosos.<BR> <BR><STRONG>PRODUCTORES Y
EXPLOTADORES</STRONG><BR> <BR>El conflicto ha ilustrado cuán obsoleto ha
quedado el retrato clásico del campo argentino, como un paisaje de latifundios
improductivos y chacareros-minifundistas. Pero en el nuevo contexto se ha
instalado la falsa imagen del pequeño productor agrario como una clase media
empobrecida. El ingreso de este grupo es reducido en comparación con los grandes
capitalistas del sector, pero no conforman un segmento agobiado por la
miseria.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un productor chico de la región pampeana con una
propiedad de cien hectáreas (es decir una extensión minúscula para la zona)
obtiene una renta mensual de 10 mil pesos y en menos de un año su propiedad
territorial se ha valorizado en un 50%. [5]. Esta ubicación social en gran
medida explica por qué la Federación Agraria (FAA) actúa en bloque con la
Sociedad Rural. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Mantienen una sólida alianza con la entidad tradicional
de los millonarios y proponen en común la eliminación de las retenciones
móviles. Ni a Buzzi, ni a De Angeli se le ha escapado una sola palabra contra el
establishment agrario y han cajoneado los antiguos reclamos de regulación
estatal de los cereales y la carne.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para justificar este giro han recurrido a dos planteos.
Por un lado afirman que “el gobierno no los atendió” y debieron “actuar con
las otras entidades”. Pero olvidan que también podrían haber intentado un
programa de alianzas con los trabajadores.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por otra parte subrayan que “las bases nos han pedido una
acción coordinada”. Pero si esa demanda es cierta, ilustra cuál es el perfil
social de sus asociados, que se sienten a gusto actuando con la Sociedad Rural.
Quiénes efectivamente soportan el endeudamiento y la expoliación en el
heterogéneo universo agrario han quedado sometidos a este manejo pro-capitalista
de la Federación Agraria.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta actitud tiene antecedentes en las divergencias que
enfrentaron en los años 70 a la FAA con las Ligas Agrarias y en la actualidad se
manifiesta en la distancia que esa organización mantiene con agrupaciones de los
desposeídos, como el MOCASE o el Movimiento Nacional Campesino
Independiente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estas agrupaciones canalizan las demandas de sectores
realmente oprimidos. Expresan, por ejemplo, a las 300 mil familias campesinas
desalojadas de sus tierras en últimos 10 años por avance de la soja. También
representan a los 220 mil pequeños productores de regiones no centrales, que son
víctimas de la expansión de un cultivo que ya provocó el desmonte de 1,1
millón de hectáreas [6].</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero el sector más invisible que aglutina a los
explotados del sector está conformado por 1,3 millones de peones rurales. El 75%
de ellos trabaja en negro y percibe un sueldo promedio de 600 pesos, soporta el
mayor porcentaje nacional de accidentes laborales y carece de protección social.
Este segmento - no ha recibido ningún goteo de la bonanza exportadora y su total
ausencia durante el conflicto confirma el carácter pro-capitalista de las
demandas en juego. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>La acción que convulsiona al campo es un lock out y no una
rebelión de oprimidos. Se ha desenvuelto como una acción patronal, con cortes de
rutas que coexisten con la continuidad de la actividad laboral tranqueras
adentro. Sus protagonistas retraen productos de la venta y especulan con el
momento oportuno de comercializar los granos o hacienda. Se guían por cálculos
de mercado y no por criterios de rebelión popular.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Aquí radica la diferencia abismal con el levantamiento
del 2001. Quiénes actúan en el agro no son desempleados, ni luchan por subsistir
y quiénes aún cacerolean a su favor en las grandes urbes forman parte de la
clase alta. Los mensajes del 2001 eran inclusivos y los actuales son
excluyentes. En ese momento los pequeños ahorristas se movilizaban contra los
bancos, mientras que ahora la clase media rural actúa ajunto a los
poderosos.<BR> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>REACCIONES Y COMPARACIONES</STRONG><BR> <BR>La
derecha se ha montado en el conflicto para reforzar el polo político que
construye desde el triunfó de Macri en Capital Federal. No solo retoman el
discurso neoliberal, sino que han resucitado también posturas gorilas que
parecían extinguidas. No ha faltado la tónica racista que enaltece el gringo
europeo de las colonias frente a los cabecitas negros del interior. Con esta
diferencia de piel reavivan el rechazo oligárquico al “aluvión zoológico” que
advirtieron en los años 50 y se han ganado el favor de los medios de
comunicación, que denigran a los piqueteros pero reivindican a los participantes
en tractorazos.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Por su parte, el gobierno optó por reforzar su repliegue
hacia la burocracia sindical y el aparato justicialista, que Kirchner intenta
alinear desde Puerto Madero. Supone que podrá contrarrestar con este sostén el
fracaso del proyecto transversal y la pérdida de apoyo entre las clases medias.
Pero hasta ahora solo logró reactivar a las patotas de la construcción y
camioneros, que ya repitieron el matonaje ensayado en San Vicente.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>El gran escollo de la política oficial radica en que el
peronismo está agotado como movimiento popular. Conforma una estructura para
administrar el estado, pero que ya no entusiasma a nadie. Por esta razón las
marchas oficiales son operativos rigurosamente manejados desde arriba. El
complemento de acciones contestatarias que aporta D´Elia también carece de
acompañamiento popular. Son iniciativas mayoritariamente percibidas como
maniobras monitoreadas desde la Casa Rosada.<BR></DIV>
<DIV align=justify>Por momentos el choque político entre el gobierno y la
derecha parece resucitar una vieja polarización entre el peronismo y el
antiperonismo, pero esta confrontación presenta tintes más culturales que
políticos y es poco probable que renazca como un conflicto significativo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En cualquier caso, lo importante es evitar las falsas
analogías, que algunos establecen entre la disputa con el agro y las
confrontaciones que se libran en Venezuela o Bolivia. A diferencia de Evo y
Chávez, los Kirchner han establecido una alianza con el establishment, no
colisionan con el imperialismo norteamericano, no chocan con las clases
dominantes, ni ha puesto en juego demandas populares. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Como su gobierno tampoco es nacionalista, ni ha
introducido reformas sociales, es falso asemejar el conflicto actual con el
marco que rodeó al primer peronismo. Por otra parte, salta a la vista que la
amenaza golpista solo existe para un discurso de ocasión. No hay fuerzas
armadas, ni sectores del establishment interesados en que Cristina termine como
Isabelita.<BR> <BR><STRONG>POSTURAS Y PROGRAMAS</STRONG> <BR> <BR>La
izquierda ha intervenido en el conflicto con una variedad de posiciones, que ha
cubierto todo el espectro de alternativas posibles. La postura más inadmisible
es el sostén el lock out patronal en defensa de un “pequeño productor”, como si
perdurara un escenario de pequeños chacareros enfrentados con los latifundistas.
Este supuesto se inspira en una fotografía congelada del pasado. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Por otra parte, la idealización de cualquier lucha con
perfiles de auto-convocatoria ha conducido a perder la brújula, en la
caracterización de los protagonistas y las peticiones en debate. Esta ceguera se
alimenta de una falsa analogía con las cacerolas del 2001 y en el
desconocimiento del papel reaccionario que pueden adoptar (en algunas
circunstancias) las movilizaciones de la clase media (como ocurrió con los
camioneros de Chile bajo Allende o con los estudiantes de Venezuela en la
actualidad).</DIV>
<DIV align=justify><BR>La incapacidad para registrar los conflictos de Kichner
con la derecha y la obsesión por ubicar al gobierno como enemigo principal
conduce a compartir los espectros mediáticos y las acciones prácticas con
figuras de la reacción.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un error simétrico se verifica entre quiénes apoyan al
gobierno, aceptando el argumento de la escalada golpista (denunciada como una
“acción destituyente”). En este caso se focalizan las críticas en los ruralistas
y en los medios de comunicación, omitiendo denunciar la evidente complicidad de
los Kirchner con las corporaciones de la soja. Se presenta al gobierno como una
víctima, olvidando que ha sido artífice de la política agraria regresiva que
precipitó el conflicto.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es evidente que ningún argumento tradicional para aprobar
al oficialismo (“mal menor”, “adversidad de la correlación de fuerzas”, “peligro
de un retorno neoliberal”) alcanza para disimular la connivencia oficial con el
capitalismo sojero. A pesar de esta evidencia, el resurgimiento de la derecha
impulsa a algunos intelectuales a participar de una segunda oleada de cooptación
kirchnerista.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La creencia que se debe tomar posición a favor de los
ruralistas o el gobierno plantea una disyuntiva completamente falsa. Resulta
perfectamente posible denunciar el lock out, sin apoyar al oficialismo y es
conveniente explicar por que razón las retenciones son necesarias con
modalidades muy distintas a su instrumentación actual.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hay otro camino para superar la crisis con programas
alternativos, que han sido ya formulados por varias corrientes e intelectuales
de izquierda. El punto de partida es un plan agrario para frenar la
omnipresencia de la soja, recuperar la diversidad de cultivos, asegurar la
soberanía alimenticia y facilitar la baratura de lo alimentos. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Pero el papel regulador del estado no puede limitarse a una
administración de retenciones diferenciadas, regionalizadas y coparticipables.
Esta intervención debe apuntar al control integral del circuito de producción y
comercialización agraria por medio del monopolio estatal del comercio exterior y
la nacionalización de las grandes corporaciones de exportadores,
comercializadores y pools de siembra. Esta transformación debería ser acompañada
por una modificación radical de la propiedad en el campo, introduciendo
impuestos progresivos y erradicando las condiciones de explotación del
trabajador rural. Lo inmediato es derogar la ley de dictadura que rige las
actividades de este sector. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Pero no alcanza con enunciar un paquete de medidas
formalmente correcto si no encuentra la manera de difundirlo en forma apropiada,
estableciendo vínculos con el conflicto real que opone a los ruralistas con el
gobierno. La tentación abstencionista de declararse al margen de este choque
pude convertir al mejor programa en un papel carente de influencia. No basta
acertar con la respuesta. También hay saber exponerla, buscando conformar una
tercera opción, en un momento de fatiga de la población con las maniobras
ruralistas y las contramarchas oficiales. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El panorama actual podría cambiar si un programa popular
de transformación del agro empalma con la reactivación de la protesta social.
Hay un nuevo dato a favor de esta confluencia. El conflicto rural le ha
otorgado legitimación por arriba a la acción directa, ya que esta vez los
artífices del piquete no fueron los desocupados, los estudiantes, los obreros o
los ambientalistas, sino los propios beneficiarios del modelo. Este elemento
puede favorecer el desarrollo de una próxima oleada de movilizaciones
sociales.<BR>
<BR>Buenos Aires, 19-5-08</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><U><STRONG></STRONG></U> </DIV>
<DIV align=justify><U><STRONG>Notas</STRONG></U><BR> <BR>[1] Economista,
Investigador, Profesor. Miembro del EDI (Economistas de Izquierda). Su página
web es: <A
href="http://www.lahaine.org/katz"><STRONG>www.lahaine.org/katz</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>[2] El precio de la hectárea en Pergamino se elevó 132% entre
el 2003 y el 2007 y las cotizaciones en la Pampa Húmeda superan a sus
equivalentes de Estados Unidos. En zona triguera el precio de la tierra es
cuatro veces y media superior al vigente en 1995, dos veces y media, el promedio
de los últimos 10 años y casi el doble de la época de Lavagna. Como resultado
directo de la devaluación se consumaron aumentos de precios para los productos
agrícolas, que desde 2005 oscilan entre 80% 30% y15% (maíz, trigo y soja). La
renta agraria obtenida sólo durante la campaña 2003-04 equivale a la obtenida en
entre 1992 y 1996 y es más del doble de la conseguida entre 1997-2001.
(Página 12, 14-7-07, 6-4-08, 5-8-07, 6-8-07)<BR>[3] En las últimas
cosechas la soja ya ocupó el 60 % de la tierra sembrada. Desplazó al trigo, al
girasol y generó una caída del arroz, la avena y el centeno, afectando
también a la fruticultura y horticultura. Como se siembra el tipo RR con
glifosato su impacto sobre la contaminación ha sido reiteradamente denunciada
por los especialistas. El tamaño medio de las explotaciones agropecuarias pasó
de 469 hectáreas (1988) a 588 (2002) en un cálculo que subestima el nivel de
concentración, ya que los mismos propietarios poseen más de una unidad
(Página 12, 6-4-08, 20-4-08).<BR>[4] Es el caso de Humberto Tumini: “Los
aciertos y los errores”, Página 12, 6-4-08. <BR>[5] Página 12,
12-5-08. <BR>[6]Diversas informaciones sobre esta realidad han sido
expuestas en las últimas semanas por artículos aparecidos en Página 12 (11-4-04,
25-4-08, 17-4-08).</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=3><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR> </FONT></DIV></BODY></HTML>