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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><FONT
size=5><EM><U>correspondencia de prensa - boletín
solidario</U></EM></FONT> <BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda
Radical</FONT><BR>Edición internacional del Colectivo Militante<BR><U>29 de
junio 2008</U><BR>Redacción y suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Capitalismo</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Guarniciones en
la gasolinera global<BR><BR>Michael T. Klare
*</FONT></STRONG><BR><BR></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>La Jornada, México, 28 y 29
de junio 2008<BR></STRONG><A
href="http://www.jornada.unam.mx/"><STRONG>http://www.jornada.unam.mx/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducción: Ramón Vera
Herrera</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><BR><STRONG><U>Parte I</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Hace mucho que los planificadores estadunidenses de políticas
consideran la protección de las reservas de crudo en el extranjero como un
aspecto indispensable de la “seguridad nacional”, que requiere del
establecimiento de la amenaza –y alguna vez el uso– de una fuerza militar. Esto
es ahora parte incuestionable de la política exterior de Estados Unidos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Con esta premisa, el gobierno de Bush padre emprendió una
guerra contra Irak en 1990-1991 y el gobierno de Bush hijo invadió Irak en 2003.
Dado que hoy se disparan los precios globales del crudo y se espera que las
reservas petroleras mengüen en los años por venir, parece seguro que cualquier
gobierno que llegue a Washington en enero de 2009 considerará que la fuerza
militar en los enclaves petroleros del planeta es la garantía última de nuestro
bienestar. Pero al subir precipitadamente los costos –en sangre y en dólares– de
las operaciones petroleras militarizadas ¿no es tiempo ya de impugnar dicha
“noción”? ¿No es ya tiempo de preguntarnos si es razonable que el ejército
estadunidense tenga algo que ver con la seguridad energética, o si en lo tocante
a la política energética es práctico, costeable o justificable el confiarnos a
una fuerza militar?</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Cómo se militarizó la política
energética</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La asociación entre “seguridad energética” (como se le
llama ahora) y “seguridad nacional” se estableció hace mucho tiempo. Fue el
presidente Franklin D. Roosevelt quien primero forjó este vínculo desde 1945,
cuando prometió proteger a la familia real de Arabia Saudita a cambio de un
acceso privilegiado su petróleo para los estadunidenses (ver <A
href="http://www.youtube.com/watch?v=9sqPDdk5XCg">www.youtube.com/watch?v=9sqPDdk5XCg</A>).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta relación adquirió expresión formal en 1980, cuando
el presidente Jimmy Carter dijo al Congreso que era “interés vital” de Estados
Unidos mantener un flujo ininterrumpido del petróleo procedente del golfo
Pérsico, y que cualquier intento de las naciones hostiles por cortar dicho flujo
se toparía con “cualquier medio necesario, incluida la fuerza militar” (<A
href="http://www.youtube.com/watch?v=6L2nZL0KWgE">www.youtube.com/watch?v=6L2nZL0KWgE</A>).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para poner en marcha esta doctrina, Carter ordenó la
creación de una Fuerza de Tarea Conjunta de Despliegue Rápido, específicamente
designada para las operaciones de combate en el área del golfo Pérsico. Más
tarde, el presidente Ronald Reagan convirtió esa fuerza en un organismo de
combate regional a gran escala, el llamado Comando Central estadunidense o
Centcom (<A href="http://www.centcom.mil">www.centcom.mil</A>).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Todos los presidentes a partir de Reagan han añadido
responsabilidades al Centcom, dotándolo de bases adicionales, flotas,
escuadrones aéreos y otros equipos militares. Como el país ha comenzado a
depender del petróleo de la cuenca del mar Caspio y África en fechas más
recientes, también se le inyecta fuerza a las capacidades militares
estadunidenses en esas áreas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El resultado es que el ejército estadunidense se ha
convertido en el servicio global de protección del petróleo, vigilando ductos,
refinerías e instalaciones de carga en Medio Oriente y otras partes (<A
href="http://www.tomdispatch.com/post/1888/">www.tomdispatch.com/post/1888/</A>).
Según una estimación de la National Defense Council Foundation (www.ndcf.org/),
tan sólo la “protección” del crudo del Pérsico cuesta al Tesoro estadunidense
138 mil millones de dólares anuales –costaba 49 mil millones justo antes de la
invasión de Irak (<A
href="http://www.amazon.com/dp/0805080643/ref=nosim/?tag=nationbooks08-20">www.amazon.com/dp/0805080643/ref=nosim/?tag=nationbooks08-20</A>).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Demócratas y republicanos por igual aceptan ahora como
noción común el gastar tales sumas para proteger las reservas petroleras
extranjeras, una noción que no vale la pena discutir o debatir seriamente. Un
ejemplo típico de esta actitud puede encontrarse en un informe independiente
respecto de la Fuerza de Tarea y las consecuencias de la seguridad nacional
sobre la dependencia estadunidense hacia el petróleo (“Independent Task Force
Report on the National Security Consequences of US Oil Dependency” <A
href="http://www.cfr.org/publication/11777/national_security_consequences_of_us_oil_dependency.html">www.cfr.org/publication/11777/national_security_consequences_of_us_oil_dependency.html</A>),
publicado por el Council on Foreign Relations (CFR) (<A
href="http://www.cfr.org">www.cfr.org</A>), en octubre de 2006. Encabezado por
el ex secretario de Defensa, James R. Schlesinger, y por el ex director de la
CIA, John Deutch, el informe CFR concluye que el ejército estadunidense debe
continuar actuando como servicio global de protección en el futuro predecible.
“Por lo menos en los próximos veinte años, el golfo Pérsico será vital para los
intereses estadunidenses en las existencias de petróleo confiables”, se anota en
el texto. Según el documento “Estados Unidos debe asumir y respaldar una fuerte
postura que permita, de ser necesario, un rápido y conveniente despliegue en la
región”.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El Pentágono como Inseguridad SA</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Estos puntos de vista, muy compartidos, entonces y ahora,
por las figuras más importantes de ambos partidos principales, dominan –o para
ser más precisos, cubren– el pensamiento estratégico estadunidense. Y sin
embargo, la utilidad real de la fuerza militar como medio de garantizar
seguridad energética todavía no ha sido demostrada.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tomemos en cuenta que, pese al despliegue de más de 160
mil efectivos estadunidenses en Irak y al gasto de cientos de miles de millones
de dólares allí, ese es un país sumido en el caos; el Departamento de Defensa ha
sido rampantemente incapaz de evitar el sabotaje recurrente de los oleoductos y
las refinerías efectuados por varios grupos y milicias insurgentes; hay un
pillaje sistemático de las existencias gubernamentales, perpetrado por los
funcionarios petroleros de alto rango supuestamente leales al gobierno central
respaldado por Estados Unidos –y que custodian con gran riesgo los soldados
estadunidenses (<A
href="http://www.nytimes.com/2006/02/05/international/middleeast/05corrupt.htm">www.nytimes.com/2006/02/05/international/middleeast/05corrupt.htm</A>).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cinco años después de la invasión estadunidense, Irak
está produciendo tan sólo unos 2.5 millones de barriles diarios, más o menos la
misma cantidad producida en los peores días de Saddam Hussein, en 2001. Es más,
The New York Times informa que “al menos un tercio, y posiblemente más, del
combustible de la refinería más grande de Irak… es desviado al mercado negro,
según fuentes militares estadunidenses”. ¿Es ésta una manera conducente de
concretar la seguridad energética estadunidense? (<A
href="http://www.nytimes.com/2008/03/16/world/middleeast/16insurgent.html">www.nytimes.com/2008/03/16/world/middleeast/16insurgent.html</A>).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estos mismos decepcionantes resultados son palpables en
otros países donde los militares respaldados por Estados Unidos han intentado
proteger las vulnerables instalaciones petroleras. En Nigeria, por ejemplo, las
tropas gubernamentales equipadas por los estadunidenses intentan aplastar a los
rebeldes en la región del delta del Níger, rica en petróleo, pero lo único que
han logrado es inflamar la insurgencia, mientras disminuye la producción
nacional de crudo (www.eia.doe.gov/emeu/cabs/Nigeria/Background.html). Entre
tanto, el ejército nigeriano, al igual que el gobierno iraquí (y sus milicias
asociadas), ha sido acusado de robarse miles de millones de dólares en petróleo
y de venderlo en el mercado negro. En realidad, el uso de la fuerza militar para
proteger las existencias de crudo extranjero logra cualquier cosa menos
“seguridad”. De hecho, puede disparar violentas consecuencias contra Estados
Unidos. Por ejemplo, la decisión del presidente Bush, padre, de mantener una
enorme y permanente presencia militar estadunidense en Arabia Saudita después de
la Operación Tormenta del Desierto en Kuwait, es ahora vista por muchos como una
fuente importante de virulento “antiamericanismo” y fue un primordial
instrumento de reclutamiento usado por Osama Bin Laden en los meses previos a
los ataques terroristas del 11 de septiembre. “Por más de siete años”,
proclamaba Bin Laden, “Estados Unidos ha ocupado las tierras del Islam en el más
sagrado de los lugares, la península arábiga, predando sus riquezas, dando
órdenes a sus gobernantes, humillando a su pueblo, aterrorizando a sus vecinos y
haciendo de sus bases en la península una punta de lanza mediante la cual luchar
contra los pueblos musulmanes circundantes” (<A
href="http://www.fas.org/irp/world/para/docs/980223-fatwa.htm">www.fas.org/irp/world/para/docs/980223-fatwa.htm</A>).
Para repeler este ataque contra el mundo musulmán, atronaba, “es un deber
individual de todo musulmán el matar a los estadunidenses” y expulsar a sus
ejércitos “de todas las tierras del Islam”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Como confirmación de la veracidad del análisis de Bin
Laden acerca de las intenciones estadunidenses, el entonces secretario de
Defensa, Donald Rumsfeld, voló a Arabia Saudita el 30 de abril de 2003 para
anunciar que las bases estadunidenses ahí ya no serían necesarias, debido a que
la invasión de Irak, entonces de un mes de antigüedad, había sido un éxito.
“Rumsfeld declaró que “ahora la región es más segura por el cambio de régimen en
Irak”. Y añadió: “La aviación y todo su equipo pueden ahora retirarse”. Y
mientras hablaba en Riad, sin embargo, ocurrían en Irak acciones que serían
contraproducentes para Estados Unidos: a su entrada en Bagdad, las fuerzas
estadunidenses tomaban y custodiaban la sede del Ministerio de Petróleo pero
permitían que las escuelas, los hospitales, los museos fueran saqueados con gran
impunidad (<A
href="http://www.tomdispatch.com/post/4710/chalmers_johnson_on_robbing_the_cradle_of_civilization">www.tomdispatch.com/post/4710/chalmers_johnson_on_robbing_the_cradle_of_civilization</A>).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Desde ese momento, la mayoría de los iraquíes ha llegado
a la conclusión de que dicha decisión (que garantizó que el resto de la ciudad
fuera saqueada) expresa del modo más acabado los principales motivos del
gobierno de Bush para invadir su país. Se han dado cuenta de que aunque la Casa
Blanca alega estar comprometida con los derechos humanos y la democracia, sus
palabras son meras hojas de parra que cubren apenas su urgencia por saquear el
petróleo de Irak. Nada de lo que han hecho desde entonces los funcionarios de
Washington borra esa impresión, que continúa motivando llamados a que se retiren
los estadunidenses.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y éstos son sólo algunos ejemplos de las pérdidas en
seguridad nacional de Estados Unidos producidas por un enfoque minuciosamente
militarizado de la seguridad energética. Y sin embargo, las premisas de una
política global así continúan sin ser cuestionadas, aun cuando los
planificadores estadunidenses persisten en depender de la fuerza militar como
respuesta última a las amenazas que penden sobre la producción y la
transportación de petróleo (en condiciones de seguridad). La continua
militarización de la política energética únicamente multiplica las amenazas que
hacen que esa militarización parezca indispensable.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La espiral de la inseguridad militarizada se agrava. Así
ocurre con la expansiva presencia militar de Estados Unidos en África –una de
las pocas áreas del mundo donde se espera un incremento en la producción de
crudo en los años venideros. Este año, el Pentágono activará el Comando Africano
estadunidense (Africom) (www.africom.mil), un nuevo comando de combate en el
extranjero, el primero desde que Reagan creara el Centcom hace un cuarto de
siglo. Aunque los funcionarios del Departamento de Defensa son renuentes a
reconocer públicamente cualquier relación directa entre la formación del Africom
y la creciente dependencia estadunidense del crudo de ese continente, se inhiben
menos en sus reuniones privadas. En una sesión celebrada en la National Defense
University, por ejemplo, el comandante adjunto, el vicealmirante Robert Moeller,
indicó que la “perturbación petrolera” en Nigeria y África Occidental
constituiría uno de los primeros desafíos que tendría que enfrentar la nueva
organización.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Africom y extensiones semejantes de la Doctrina Carter en
las nuevas regiones productoras de crudo lo único que lograrán es provocar más
estallidos y acciones contraproducentes, al tiempo de comprometer más decenas de
miles de millones de dólares del ya congestionado presupuesto del Pentágono (ver
<A
href="http://www.tomdispatch.com/post/174936/frida_berrigan_the_pentagon_takes_over).">www.tomdispatch.com/post/174936/frida_berrigan_the_pentagon_takes_over).</A></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Tarde o temprano, si las políticas no cambian, este precio
incluirá la pérdida de vidas estadunidenses, conforme más y más soldados se vean
expuestos a fuego hostil o a explosivos, por proteger el petróleo en
instalaciones vulnerables, en áreas convulsionadas por conflictos étnicos,
religiosos o sectarios. ¿Por qué pagar un precio así? Dada la evidencia tan
vasta y tan inevitable de la ineficacia tan grave de implicar una fuerza militar
para proteger las existencias de crudo, ¿no es tiempo de repensar las
suposiciones dominantes en Washington en cuanto a la relación entre seguridad
energética y seguridad nacional? Después de todo, aparte de George W. Bush y
Dick Cheney, ¿quién alegaría que cinco años después de la invasión de Irak, son
más seguros Estados Unidos y su abasto de petróleo?</DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify><U><STRONG>Parte II y última</STRONG></U></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La creación de una seguridad energética
real</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La realidad de la dependencia creciente de Estados Unidos
hacia el petróleo del extranjero únicamente refuerza la convicción (existente en
Washington) de que la fuerza militar y la seguridad energética son gemelos
inseparables. Casi dos tercios de la cuota diaria de petróleo en el país son
importados –y el porcentaje sigue creciendo–, por lo que no es difícil darnos
cuenta de que los montos significativos de nuestro petróleo llegan ahora de
áreas propensas a los conflictos como el Medio Oriente, Asia central y África
(<A
href="http://www.eia.doe.gov/oiaf/aeo/">www.eia.doe.gov/oiaf/aeo/</A>).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Mientras este sea el caso, los planificadores
estadunidenses instintivamente buscarán a los militares para garantizar la
entrega segura de crudo. Es evidente que importa muy poco que el uso de la
fuerza militar, especialmente en Medio Oriente, haya hecho mucho menos estable y
menos confiable la situación energética, además de acicatear el
“antiamericanismo”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ésta no se apega, por supuesto, a la definición de la
“seguridad energética”, sino a su opuesto. Una aproximación viable, de largo
plazo, no debería depender de una sola fuente de energía particular –en este
caso el petróleo–, por encima de otras, ni exponer a los soldados
estadunidenses, de manera regular, a mayores riesgos de daños, o a los
contribuyentes estadunidenses a mayores riesgos de quiebra.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Una política energética estadunidense que tuviera sentido
debería abrazar un enfoque holístico de la procura de energía y sopesar los
méritos relativos de todas las fuentes potenciales de energía. Sería un enfoque
que estuviera a favor del desarrollo de fuentes domésticas y renovables de
energía, que no degraden el ambiente ni pongan en peligro otros intereses
nacionales. Al mismo tiempo, una política que favoreciera un programa detallado
y operativo de la conservación de energía –algo ausente en los últimos 20 años–,
que ayude a cortar la dependencia de las fuentes extranjeras de energía en el
futuro cercano y que frene o haga más lenta la acumulación atomosférica de gases
con efecto de invernadero, que alteran el clima. El petróleo podría continuar
teniendo un papel significativo en un enfoque así. El petróleo mantiene mucho
atractivo como fuente de energía para la transportación (en particular la aérea)
y como insumo de muchos productos químicos. Pero con la inversión y las
políticas de investigación correctas –y la voluntad de aplicar algo más que
fuerza en lo referente al abastecimiento de energía– comenzaría a llegar a su
fin el papel histórico del crudo como el combustible único. Sería especialmente
importante que los planificadores estadunidenses no prolongaran su papel de
manera artificial, como ha sido el caso de las últimas décadas, en que se
subsidió a las principales firmas petroleras estadunidenses, con gastos del
orden de los 138 mil millones de dólares por año en protección de las entregas
de crudo extranjero. Estos fondos, en cambio, podrían redirigirse a la promoción
de la eficiencia energética, en particular al desarrollo de fuentes domésticas
de energía.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Algunos planificadores que concuerdan en la necesidad de
desarrollar alternativas a la energía importada insisten en que dicho enfoque
debe comenzar con la extracción de petróleo en la Reserva Nacional de la Vida
Silvestre en el Ártico (Arctic National Wildlife Refuge o ANWR) y otras áreas
protegidas (<A
href="http://www.youtube.com/watch?v=pOZRrbE8Qao">www.youtube.com/watch?v=pOZRrbE8Qao</A>).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Aun reconociendo que esas perforaciones no reducirían
sustancialmente la dependencia estadunidense hacia el petróleo extranjero, estas
personas insisten, de todos modos, en que es esencial hacer todos los esfuerzos
concebibles para sustituir las importaciones con existencias de crudo a nivel
interno para conjuntar el abasto total de energía de la nación. Pero estos
argumentos ignoran que los días del petróleo están contados, y que cualquier
esfuerzo por prolongar su duración sólo complica la inevitable transición a una
economía pospetrolera (<A
href="http://www.peakoil.net/">www.peakoil.net/</A>).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un enfoque más fructífero, mejor diseñado para promover
la autosuficiencia estadunidense y su vigor tecnológico en el mundo intensamente
competitivo de mediados del siglo XXI sería enfatizar el uso del ingenio
doméstico y las habilidades empresariales con el fin de maximizar el potencial
de las fuentes de energía renovable, incluidas la energía solar, la del viento,
la geotérmica y la de las olas. Esas mismas habilidades deberían aplicarse a
desarrollar métodos de producir etanol de materia vegetal no alimenticia (etanol
de celulosa), o utilizar el carbón sin liberar carbono a la atmósfera (vía la
captura y almacenamiento de carbono, o CCS por sus siglas en inglés),
miniaturizar las células combustibles de hidrógeno, e incrementar masivamente la
eficiencia energética de vehículos, edificios y procesos industriales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Todos estos sistemas de energía son muy promisorios, y
como tal deberíamos decidirnos a otorgar el respaldo y la inversión necesarios
para que jueguen un papel dominante en la generación de la energía
estadunidense. En este momento no es posible determinar cuál de todas ellas (o
cuál combinación) será la que mejor se posicione para la transición de la
pequeña escala a una gran escala con desarrollo comercial. Así, todas ellas
deben contar en un inicio con el suficiente respaldo con tal de probar su
capacidad de efectuar esta transición.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si se aplica la regla general, sin embargo, es importante
que se le otorgue prioridad a las nuevas formas de combustibles para el
transporte. Es aquí donde el petróleo ha sido por mucho tiempo el rey, y aquí es
donde con más crudeza se sentirá la escasez de petróleo. Es sólo por esto que
siguen creciendo los llamados a intervenir militarmente para garantizar un
abasto adicional de crudo. Así que el énfasis debe ponerse en el rápido
desarrollo de los biocombustibles, de los combustibles derivados de carbón en
líquido (con el carbono extraído mediante CCS), el hidrógeno, la potencia de las
baterías y otros modos innovadores de hacer andar los vehículos. Al mismo
tiempo, es obvio que asignar alguna parte de nuestro presupuesto militar al
desarrollo de un incremento masivo de transporte público podría ser un punto
importante de la salud mental nacional.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Una aproximación de este tipo reafirmaría la seguridad
nacional en múltiples niveles. Incrementaría el abasto confiable de
combustibles, promovería el crecimiento económico en casa (en vez de enviar un
verdadero raudal de dólares a los cofres de regímenes petroleros nada
confiables) y disminuiría el riesgo de involucrarnos en guerras por el petróleo
extranjero. No hay otro enfoque. Ciertamente no podemos confiarnos en el enfoque
actual, tradicional, incuestionado, que nos hace depender de la fuerza militar
para lograr esto. Hace ya mucho que pasó el tiempo de resguardar la gasolinera
global.</DIV>
<DIV align=justify><BR><BR>* Michael T. Klare es profesor de estudios de paz y
seguridad mundial en el Hampshire College y es autor de varios libros sobre
política energética, incluyendo Resource wars (2001), Blood and oil (2004), y
más recientemente, Rising powers, shrinking planet: the new geopolitics of
energy.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR><FONT color=#800000>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR></DIV></FONT></BODY></HTML>