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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario</FONT></U></EM>
<BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición internacional
del Colectivo Militante<BR><U>14 de julio 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Debates</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Socialismo </STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>El camino a la
transición socialista de los países pobres exige negarse a «cumplir etapas
intermedias» supuestamente «anteriores» al socialismo, negar que la nueva
sociedad sea el resultado de la evolución del capitalismo </FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Fernando Martínez
Heredia</FONT></STRONG> <BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>La
Haine</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.lahaine.org/"><STRONG>http://www.lahaine.org/</STRONG></A></FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><BR><STRONG>I. Socialismo, socialistas</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El concepto «socialismo» ha sido cargado de sentido desde
una amplia gama de orientaciones ideológicas y políticas durante más de un siglo
y medio. Sin duda, esto dificulta el trabajo con él desde una perspectiva de
ciencia social, pero es preferible, en vez de lamentarlo, partir de esa
realidad, que es casi imposible separar del concepto. Lo más importante es que
desde el siglo XIX y en el curso del siglo xx la noción de socialismo auspició
un amplísimo campo de demandas y anhelos de mejoramiento social y personal, y
después de 1917 llegó a asociarse a las empresas de transformación social y
humana más ambiciosas y profundas que ha vivido la Humanidad, constituyendo a la
vez el reto más grave que ha sufrido la existencia del capitalismo, en todas sus
variantes, a escala mundial.</DIV>
<DIV align=justify><BR>También ha estado vinculado el socialismo a la
interrogante crucial de esta época: la multiplicación acelerada de logros
técnicos y científicos en tantos campos y de las necesidades asociadas a ellos,
del conocimiento cada vez más profundo de los seres humanos, y del desarrollo de
las subjetividades y las relaciones interpersonales; es decir, el raudo
crecimiento de las potencialidades y las expectativas de la Humanidad,
¿desembocará en una agudización de la dominación más completa y despiadada sobre
las personas y la mayoría de los países, y de la pauperización de gran parte de
su población, más un deterioro irremediable del medio en que vivimos? ¿O será el
prólogo de movimientos e ideas que logren transformar el mundo y la vida para
poner aquellos logros inmensos al servicio de las mayorías y de la creación de
un orden social y humano en que primen la justicia, la libertad, la satisfacción
de necesidades y deseos y la convivencia solidaria?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Socialismo y socialista han sido denominaciones
utilizadas por muy disímiles partidos y movimientos políticos, Estados,
corrientes ideológicas y cuerpos de pensamiento, para definirse a sí mismos o
para calificar a otros. Las posiciones que se autocalifican socialistas pueden
considerar al capitalismo su antinomia y trabajar por su eliminación, o
limitarse a ser un adversario legal suyo e intentar cambiarlo de manera
evolutiva, o ser apenas una conciencia crítica del orden social vigente. Por
otra parte, la tónica predominante al tratar el concepto en los medios masivos
de comunicación y en la literatura divulgativa incluidas enciclopedias, y en
gran parte de las obras especializadas, ha sido una sistemática devaluación
intelectual del socialismo, simplificaciones, distorsiones y acusaciones morales
y políticas de todo tipo. Pocos conceptos han confrontado tanta hostilidad, lo
que aquí registro solamente como un dato a tener en cuenta.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las relaciones entre los conceptos socialismo y comunismo
a las que me referiré más adelante no solo pertenecen al campo teórico y a las
experiencias prácticas socialistas; el cuadro de hostilidad mencionado ha
llevado muchas veces a preferir el uso exclusivo de la palabra socialismo, para
evitar las consecuencias de incomunicación o malos entendidos que se levantan de
inmediato si se utiliza también la palabra comunismo. Esa desventaja fue
agravada durante una gran parte del siglo XX por la connotación que le dio a
«comunismo» ser identificado con la tendencia más fuerte que ha habido dentro de
las experiencias, organizaciones e ideas socialistas, es decir, la integrada por
la Unión Soviética, el llamado movimiento comunista internacional y la corriente
marxista que llamaron marxismo-leninismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No pretendo criticar, o siquiera comentar, las muy
diversas definiciones y aproximaciones que registra el concepto de socialismo,
ni el océano de bibliografía con que cuenta este tema. Intentar apenas esa
valiosa tarea erudita ocuparía todo el espacio de este ensayo, y no sería lo
apropiado. Solo por excepción coloco algunas notas al pie, para que estas no
estorben al aire del texto y su intención. A mi juicio debo exponer aquí de
manera positiva lo que entiendo básico en el concepto de socialismo, los
problemas que confronta y la utilidad que puede ofrecer para el trabajo
intelectual, desde mi perspectiva y desde nuestro tiempo y el mundo en que
vivimos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Dos precisiones previas, que son cuestiones de método.
Una, todo concepto social debe ser definido también en relación con su historia
como concepto. En unos casos puede parecer más obvio o provechoso hacerlo, y en
otros más dispensable, pero entiendo que en todos los casos es necesario. La
otra, en los conceptos que se refieren a movimientos que existen y pugnan en
ámbitos públicos de la actividad humana, es necesario distinguir entre los
enunciados teóricos y las experiencias prácticas. Tendré en cuenta ambos
requerimientos en este artículo.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>II. Historia y concepto, prácticas y
concepto</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El socialismo está ligado al establecimiento de
sociedades modernas capitalistas en Europa y en el mundo, si prescindimos de una
dilatada historia que se remonta a las más antiguas sociedades con sistemas de
dominación. Esta incluye rebeliones de los de abajo contra las opresiones, por
la justicia social, la igualdad personal o la vida en comunidad, actividades de
reformadores que tuvieron más o menos poder, y también creencias e ideas que
fueron formuladas como destinos, y construcciones intelectuales de pensadores,
basadas en la igualdad de las personas y en un orden social colectivista,
usualmente atribuidas a una edad pasada o a una era futura sine die. En la
Europa de la primera mitad del siglo xix le llamaban socialismo a diferentes
teorías y movimientos que postulaban o buscaban sobre todo la igualdad, una
justicia social y un gobierno del pueblo, e iban contra el individualismo, la
competencia y el afán de lucro nacidos de la propiedad privada capitalista, y
contra los regímenes políticos. Prefiguraban sociedades más o menos perfectas o
favorecían la idea de que predominaran los productores libres.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En general, esos socialismos debían mucho de su lenguaje
y su mundo ideal a los radicalismos desplegados durante y a consecuencia de las
revoluciones burguesas, especialmente de la francesa, pero encontraron base
social entre los crecientes contingentes de trabajadores industriales y sus
constelaciones sociales. Una parte de esos trabajadores solía luchar por algunas
reformas que los favoreciera, y potenciaba sus identidades a través de
movimientos sociales, en ciertas coyunturas encontraban lugar o recibían apoyo
de organismos políticos. Pero surgieron también otros activistas y pensadores
que aspiraban a mucho más: cambios radicales que implantaran la justicia social,
o que llevaran la libertad personal mucho más lejos que sus horizontes
burgueses. Socialistas, comunistas y anarquistas pensaron y actuaron en alguna
medida durante las grandes convulsiones europeas que son conocidas genéricamente
como la Revolución del 48.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En la Europa del medio siglo siguiente se desplegó la
mayor parte de las ideas centrales del socialismo y sucedieron algunas
experiencias muy radicales, pero principalmente sobrevino la adecuación de la
mayoría de los movimientos socialistas a la hegemonía de la burguesía. El
triunfo del nuevo tipo de desarrollo económico capitalista, ligado a la
generalización del mercado, el dinero, la gran industria y la banca, las nuevas
relaciones de producción, distribución y consumo, el mercado mundial y el
colonialismo, unido a la caída del antiguo régimen y las nuevas instituciones e
ideas políticas e ideológicas creadas a partir de las revoluciones burguesas y
las reformas del siglo XIX, habían transformado a fondo las sociedades en una
gran parte del continente. Pero entonces fue posible entender también esos
profundos cambios como los procesos de creación de condiciones imprescindibles
para que la humanidad contara con medios materiales y capacidades suficientes
para abolir con éxito la explotación del trabajo y la propiedad privada
burguesa, las opresiones sociales y políticas, el propio poder del Estado y la
enajenación de los individuos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esa noción estaba ligada a la convicción o la confianza
en la actuación decisiva que tendría un nuevo sujeto histórico. El mismo proceso
de auge del capitalismo en Europa estaba creando una nueva clase el
proletariado, capaz de llevar a cabo una nueva labor revolucionaria y destinada
a ello por su propia naturaleza; su trabajo, igual que el de la burguesía,
tendría alcance mundial, pero con un contenido opuesto, liberador de todas las
opresiones y de todos los oprimidos. El nacionalismo, política e ideal
triunfante en gran parte del continente y que parecía próximo a generalizarse,
sería superado por la acción del proletariado paneuropeo, que conduciría
finalmente al resto del mundo a un nuevo orden en el cual no habría fronteras.
Las ideologías burguesas del progreso y de la civilización podían ser aceptadas
por los proletarios porque ellos las volverían contra el dominio burgués: el
socialismo sería la realización de la racionalidad moderna. Aún más, el auge y
el imperio de la ciencia, con su positivismo y su evolucionismo victoriosos,
podían brindar la clave de la evolución social, si se hacía ciencia desde la
clase proletaria.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Una concepción se abrió paso entre las ideas
anticapitalistas, en franca polémica con el anarquismo en torno a los problemas
de la acción política y del Estado futuro, aunque coincidiendo con él en cuanto
a la oposición radical al sistema capitalista y la abolición de la propiedad
privada. Esta fue la concepción de Carlos Marx (1818-1883), que en vida suya
comenzaron otros a llamar marxismo. Ella ha sido el principal adversario del
capitalismo desde entonces hasta hoy, como cuerpo teórico y como ideología;
además, innumerables movimientos políticos y sociales anticapitalistas y de
liberación en todo el mundo se han proclamado marxistas, y prácticamente todas
las experiencias socialistas lo han hecho también. La producción intelectual, su
historia de más de siglo y medio y las diferentes tendencias del marxismo están
profundamente vinculadas a todo abordaje que se haga del concepto de socialismo.
No me es posible sintetizar ese conjunto, por lo que me limito a presentar un
sucinto repertorio del marxismo originario, tan abreviado que no tiene en cuenta
la evolución de las ideas del propio Marx. Más adelante añadiré algunos
comentarios parciales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Carlos Marx intentó desarrollar su posición teórica a
través de un plan sumamente ambicioso, que solo en parte pudo realizar; pero
además, es erróneo creer que estuvo elaborando un sistema filosófico acabado,
como había sido usual en el medio intelectual en que se formó inicialmente. Marx
fue un pensador social, lo que sucede es que sentó las bases y construyó en
buena medida un nuevo paradigma de ciencia social en mi opinión el más idóneo,
útil y de mayores potencialidades de los existentes hasta hoy. También entiendo
que existe ambigüedad en ciertos puntos importantes de su obra teórica, y además
ella adolece de ausencias y contiene algunos errores, exageraciones y tópicos
que hoy son insostenibles. A pesar de su radical novedad, la concepción de Marx
no podía ser ajena a las influencias del ambiente intelectual de su época,
aunque fue capaz de mantener su identidad ante él, y de contradecirlo. No puede
alegarse lo mismo de la mayor parte de sus seguidores, lo cual ha tenido
negativas consecuencias. En general, la posición tan revolucionaria de Marx
resultaba chocante, y el conjunto formado por la calidad de contenido y el
carácter subversivo de su teoría, su intransigencia política y su ideal
comunista concitó simplificaciones, rechazos, distorsiones y exclusiones. Apunto
los rasgos de su pensamiento que considero básicos:</DIV>
<DIV align=justify><BR>1. el tipo capitalista de sociedad fue su objeto de
estudio principal, y a su luz es que hizo postulaciones sobre otras realidades o
planteó preguntas acerca de ellas. Tanto por su método como a través de la
investigación de la especificidad del capitalismo, Marx produjo un pensamiento
no evolucionista cuando esa corriente estaba triunfando en toda la línea. Para
él, lo social no es un corolario de lo natural;</DIV>
<DIV align=justify><BR>2. se enfrentó resueltamente al positivismo, que en su
tiempo se convertía en la dirección principal del pensamiento social, y propuso
una concepción alternativa;</DIV>
<DIV align=justify><BR>3. superó críticamente los puntos de partida de los
sistemas filosóficos llamados materialistas e idealistas, y la especulación
filosófica en general, colocándose en un terreno teórico nuevo;</DIV>
<DIV align=justify><BR>4. produjo una teoría del modo de producción capitalista,
capaz de servir como modelo para estudiar las sociedades «modernas» como
sistemas de relaciones sociales de explotación y de dominación entre grandes
grupos humanos. Esa teoría permite investigar las características y los
instrumentos de la reproducción del sistema de dominación, las contradicciones
internas principales de esas sociedades, su proceso histórico de origen,
desarrollo y apogeo, y sus tendencias previsibles;</DIV>
<DIV align=justify><BR>5. para Marx, la dinámica social fundamental proviene de
la lucha de clases moderna. Mediante ella se constituyen del todo las clases
sociales, se despliegan sus conflictos y tienden a resolverse mediante cambios
revolucionarios. Las luchas de clases no «emanan» de una «estructura de clase»
determinada a la cual estas «pertenecen». La teoría de las luchas de clases es
el núcleo central de su concepción;</DIV>
<DIV align=justify><BR>6. la historia es una dimensión necesaria para su teoría,
dados su método y sus preguntas fundamentales. ¿Cómo funcionan, por qué y cómo
cambian las sociedades?, se pregunta Marx. Su concepción de la historicidad y
del movimiento histórico de las sociedades trata de conjugar los modos de
producción y las luchas de clases, pero sus estudios del capitalismo son la base
de sus afirmaciones, hipótesis y sugerencias acerca de otras sociedades no
europeas o anteriores al desarrollo del capitalismo, de las preguntas que se
hace acerca de ellas, y de las prevenciones que formula respecto a la ampliación
de su teoría a otros ámbitos históricos;</DIV>
<DIV align=justify><BR>7. su comprensión unitaria de la ciencia social, y su
manera de relacionar la ciencia con la conciencia social, la dominación de clase
y la dinámica histórica entre ellas, inauguraron una posición teórica que es muy
diferente a la especialización, las perspectivas y el canon de «objetividad» de
las disciplinas y profesiones que se estaban constituyendo entonces, como la
Economía, la Historia y la Sociología. Ese es uno de los sentidos principales de
la palabra «crítica», tan usual en los títulos de obras suyas. Marx sentó las
bases de la sociología del conocimiento social;</DIV>
<DIV align=justify><BR>8. Marx es ajeno a la creencia en que la consecuencia
feliz de la evolución progresiva de la Humanidad sea el paso ineluctable del
capitalismo al socialismo. Esta aclaración es muy necesaria, por dos tipos de
razones: a) como ideología de la liberación, la propuesta de Marx era más bien
una profecía frente al inmenso poder burgués y lo incipiente de su movimiento.
Para reafirmarse y avanzar, los marxistas comenzaron a atribuirse el respaldo de
la Historia, de la ciencia y de la propia ideología burguesa del progreso: ellos
eran la promesa de que el futuro sería del socialismo; b) en la época de Marx la
actividad científica estaba muy ligada al determinismo. Numerosos pasajes suyos
sugieren que el modo de producción capitalista contiene rasgos y tendencias que
lo llevarán hacia su destrucción, pero eso se debe a cuestiones de método y de
exposiciones parciales de su concepción. La misma expresión de «socialismo
científico» reúne ideología y ciencia, que se refuerzan mutuamente. Pero Marx
siempre postuló de manera explícita que el derrocamiento del capitalismo solo
sucedería mediante la revolución proletaria, o revoluciones proletarias, que
conquistaran el poder político a escala mundial y establecieran la dictadura
revolucionaria de la clase proletaria;[1]</DIV>
<DIV align=justify><BR>Según Marx, solo a través de un prolongado período
histórico de muy profundas transformaciones revolucionarias del que apenas
bosquejó algunos rasgos se avanzará desde la abolición de la explotación del
trabajo y la apropiación burguesas hacia la abolición del tiempo de trabajo como
medida de la economía, la extinción de los sistemas de dominación de clases y
los Estados, la desaparición progresiva de toda dominación y la formación de una
sociedad comunista de productores libres asociados, nuevas formas de
apropiación, nuevas personas y una nueva cultura. El poder público perderá su
carácter político, y junto con el antagonismo y la dominación de clase se
extinguirán las clases: «surgirá una asociación en que el libre desenvolvimiento
de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos».[2]</DIV>
<DIV align=justify><BR>El ápice de los movimientos anticapitalistas del siglo
xix fue la Comuna de París, en 1871, primera experiencia de un poder proletario.
Aunque efímera y aplastada a sangre y fuego, la Comuna dejó un legado sumamente
valioso: sus hechos mismos y las enseñanzas que aportaron, una identidad rebelde
que al fin tuvo encarnaciones propias, insurrección heroica con democracia
participativa, y la «Internacional», una canción que ha alcanzado significado de
símbolo a escala mundial. Hasta poco antes las represiones y la negación de
ciudadanía plena al pueblo habían sido armas comunes a los príncipes y los
políticos liberales europeos, mientras la autonomía local, la democracia, la
soberanía popular y las cuestiones de género eran banderas de los socialistas.
Pero en 1871 ya estaban en marcha reformas que llevaron a la construcción de un
nuevo sistema en los Estados nacionales, con derecho general al voto de los
varones, constituciones, Estado de derecho, parlamentos y predominio de la
instancia nacional, un nuevo orden que cedió en materia de ciudadanía y
representación, y en derechos de organización social y política, en una Europa
que desplegaba el imperialismo y renovaba el colonialismo. Los movimientos
socialistas encontraron un lugar en ese sistema y el socialismo colaboró así en
la elaboración de la hegemonía burguesa reduciéndose progresivamente de
antinomia a diversidad dentro del capitalismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Partidos de trabajadores y federaciones sindicales que se
declaraban socialistas y marxistas alcanzaron éxitos notables dentro de la
legalidad que se abrió ya en esa década de 1870, dieron más impulso a sus
intereses corporativos y a las luchas por democracia en sus países, y se
asociaron en una II Internacional. Pero ellos se alejaron definitivamente de los
ideales y la estrategia revolucionaria, y asumieron el reformismo como guía
general de su actuación. Estaban escindidos, entre los ritos de su origen y su
adecuación al dominio burgués que llegó a hacerlos cómplices del colonialismo,
en nombre de la civilización y de la misión mundial del hombre blanco. Su
pensamiento también se escindió, entre una «ortodoxia» y un «revisionismo»
marxistas, que a pesar de sostener controversias constituían las dos caras de
una misma moneda. La gente común que se sentía socialista vivía el activismo
sindical o la participación política como formas de obtener mejoras en la
calidad de la vida, superación personal y satisfacciones en su pertenencia a un
ideal organizado, o admiraba al socialismo como ideal de los trabajadores y los
pobres, acicate para adquirir educación y creencia que aseguraba que el progreso
llevaría a un mundo futuro sin capitalismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>III. Socialismo y revoluciones anticapitalistas
de liberación</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La «bella época» del imperialismo desembocó en la
horrorosa guerra mundial de 1914-1918. Pero en 1917 la quebrantada Rusia zarista
entró en revolución. El Partido Obrero Socialdemócrata ruso (bolchevique)
dirigido por Vladimir I. Lenin y opuesto a la posición de la II Internacional,
que había pasado a llamarse Partido Comunista desde abril, logró tomar el poder
y convertir aquel proceso en una revolución anticapitalista. El bolchevismo
desplegó una gigantesca labor práctica y teórica que transformó o creó numerosas
instituciones y relaciones sociales, a favor de los pueblos de la Rusia
Soviética (URSS), y multiplicó las capacidades humanas y políticas de millones
de personas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ese evento histórico afectó profundamente el concepto de
socialismo. Las ideas sobre el cambio social y el socialismo fueron puestas a
prueba, tanto las previas como las nuevas que surgieron en aquella experiencia.
En vez de la creencia en la evolución natural que llevaría del capitalismo al
socialismo, y de los debates anteriores acerca del «derrumbe» forzoso del
capitalismo a consecuencia de sus propias contradicciones, el bolchevismo puso a
discusión la naturaleza del poder obrero, la actualidad de la revolución, los
problemas de la organización estatal y partidaria, la política económica, la
nueva educación y los nuevos valores, la creación de formas socialistas de vida
cotidiana, los rasgos y los problemas fundamentales de la transición socialista,
las perspectivas, en fin, del socialismo. El objeto de la teoría marxista se
amplió. El campo conceptual y político del socialismo fue sometido a una
alternativa, entre la revolución y el reformismo, entre el comunismo y el
reformismo socialdemócrata; la separación entre ambas posiciones fue tajante y
cada una tendió a negar a la otra.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El impacto y la influencia de la Revolución Bolchevique a
escala europea y mundial fueron inmensos. La existencia y los logros de la URSS
daban crédito a la posibilidad de alcanzar el socialismo en otros países,
elevaron mucho el prestigio y la divulgación de las ideas socialistas y
permitieron que las ideas internacionalistas se pusieran en práctica. Después de
1919, la creación y el desarrollo de la Internacional Comunista y su red de
organizaciones sociales fueron el vehículo para formar un movimiento comunista
que actuó en numerosos lugares del mundo. Se pretendió que una sola forma
organizativa y un mismo cuerpo ideológico-teórico fueran compartidos por los
revolucionarios anticapitalistas de todo el orbe, y que la línea de la
Internacional se tornara determinante en las políticas y los proyectos de cambio
en todas partes. Los partidos comunistas que se fueron creando en docenas de
países debían ser los agentes principales de esa labor. En escala muy diversa y
adecuada a las más disímiles situaciones, la influencia del socialismo soviético
estuvo presente en las experiencias de creación de sociedades socialistas a lo
largo del siglo XX.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El concepto de socialismo del marxismo originario sufrió
adaptaciones a prácticas que fueron más o menos lejanas a sus postulados
teóricos por dos razones principales:</DIV>
<DIV align=justify><BR>1. Para Marx, la revolución anticapitalista y el nuevo
régimen previsto debían ser victoriosos a escala mundial, es decir, a la escala
alcanzada por el capitalismo. Al no suceder así, ambos tipos de sociedad
quedaron como poderes enfrentados en una enemistad mortal. Pero en el interior
de los regímenes de transición socialista estuvieron presentes cada vez más
instrumentos, relaciones, formas de reproducción de la vida social y de
dominación del capitalismo; y</DIV>
<DIV align=justify><BR>2. el predominio de intereses parciales y la apropiación
del poder por ciertos grupos en esas sociedades en transición, con la
consiguiente expropiación de los medios revolucionarios, la participación
democrática y la libertad necesarias para la formación de personas y relaciones
socialistas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El proceso de la transición socialista debía ser
diferente y opuesto al capitalismo y no solo opuesto a él, y sobre todo debía
ser un conjunto y una sucesión de creaciones culturales superiores, obra de
contingentes cada vez más numerosos, más conscientes y más capaces de dirigir
los procesos sociales. En vez de esto sucedió una historia de deformaciones,
detenciones, retrocesos e incluso desafueros. Durante ese proceso el socialismo
fue relacionado a necesidades e intereses del poder en la URSS «el socialismo en
un solo país», convertido en sinónimo de metas civilizadoras o demagógicas
«construcción del socialismo», «régimen social superior», referido a una
competencia entre superpotencias «alcanzar y superar», e incluso llegó a ser un
apelativo de consuelo: «el socialismo real». En 1965, Ernesto Che Guevara
escribió en un texto clásico acerca del socialismo: «[…] el escolasticismo que
ha frenado el desarrollo de la filosofía marxista e impedido el tratamiento
sistemático del período».[3] La gran experiencia de la URSS y de otros países de
Europa degeneró en un bloque de poder que asfixiaba a sus propias sociedades y
participaba en la geopolítica de una época. Después de sufrir procesos de
corrosión paulatina, finalmente aquel socialismo de las fuerzas productivas y la
dominación de grupos fue vencido por las fuerzas productivas y por la cultura
del capitalismo. La caída de esos regímenes, tan súbita como indecorosa, le
infligió un daño inmenso al prestigio del socialismo en todo el mundo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sería un grave error, sin embargo, reducir la historia
del concepto y las experiencias del socialismo al ámbito de aquellos poderes
europeos. En la propia Europa la cuestión del socialismo registró numerosas
experiencias y aportes intelectuales, algunos de estos como los de Antonio
Gramsci han sido muy trascendentes para la teoría. En América Latina y el
Caribe, las necesidades y las ideas relacionaron a la libertad y el
anticolonialismo con la justicia social, desde los primeros movimientos
autóctonos. La cuestión social fue pensada por radicales durante las gestas
independentistas y en las nuevas repúblicas; el socialismo, como otras
concepciones, fue valorado sobre todo en relación con los objetivos y las
posiciones que se defendían o promovían. El caso de José Martí (1853-1895) es
paradigmático. El cubano fue a mi juicio el pensador y el político más
subversivo de su tiempo en América, respecto al colonialismo, a las clases
dominantes del continente y al naciente imperialismo norteamericano. Martí
conoció ideas marxianas y anarquistas, y admiró a Marx y a los luchadores
obreros de Estados Unidos, pero fijó su distancia política e ideológica respecto
a ellos. Su lucha y su proyecto eran de liberación nacional, una guerra
revolucionaria para conseguir la formación de nuevas capacidades en un pueblo
colonizado y la creación de una república democrática en Cuba, la detención del
expansionismo norteamericano en el Caribe y el inicio de un nuevo ciclo
revolucionario que cambiara el sistema vigente entonces en las repúblicas
latinoamericanas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hace más de un siglo que las ideas socialistas existen en
América y organizaciones que las proclaman o tratan efectivamente de
realizarlas. Una gran corriente ha sido la que se inscribió, fue fundada o
influida por la Internacional Comunista, y sus sucesores en ese movimiento.
Otras han sido las de pensadores y organizaciones, muy diversos entre sí, pero
identificables por su inspiración en los problemas, las identidades y las
situaciones latinoamericanas, que han debido ser antimperialistas para lograr
ser anticapitalistas y socialistas; entre sus líderes ha habido personas
extraordinarias como Augusto César Sandino y Antonio Guiteras.[4] El socialismo
sigue vivo en el pensamiento latinoamericano actual que es tan vigoroso, y en
movimientos sociales y políticos cuya capacidad de proyecto acompaña a su
actividad cotidiana.<BR>La historia del concepto de socialismo en Asia y África
ha estado ligada al desarrollo de las revoluciones de liberación nacional y
social, y a la emergencia y afirmación de Estados independientes. Han sido muy
valiosos los aportes de China y Vietnam, pero también los de Corea, los
luchadores de las colonias portuguesas y Argelia, y otros africanos y asiáticos.
En África cierto número de Estados se calificaron socialistas en las primeras
décadas de su existencia como tales, y también movimientos políticos que
deseaban unir la justicia social a la búsqueda de la liberación nacional.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>IV. Experiencias y deber ser, poder y proyecto,
concepto de transición socialista</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La historia de las experiencias de socialismo en el siglo
XX ha sido satanizada en los últimos quince años, y tiende a ser olvidada. Es
vital impedir esto, si se quiere comprender y utilizar el concepto, pero sobre
todo para examinar mejor las opciones que tiene la humanidad ante los graves
peligros, miserias y dificultades que la agobian actualmente. El balance crítico
de las experiencias socialistas que ha habido y existen es un ejercicio
indispensable para manejar el concepto de socialismo. Contribuyo a ese examen
con algunas proposiciones.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Poderes que aspiraban al socialismo organizaron y
desarrollaron economías diferentes a las del capitalismo basadas en su origen en
satisfacer las necesidades humanas y la justicia social; los Estados las
articularon con muy amplias políticas sociales y con cierto grado de
planeamiento. Pueblos enteros se movilizaron en la defensa y el despliegue de
esas sociedades lo cual aumentó sus capacidades, la calidad de la vida y la
condición humana. Esas experiencias y las luchas de liberación y
anticapitalistas involucraron a cientos de millones de personas; ellas, y la
acumulación cultural que han producido, constituyen el evento social más
trascendente del siglo xx. Pero a pesar de sus enormes logros, los poderes
socialistas acumularon descalabros y graves faltas en cuanto a elaborar un tipo
propio de democracia y enfrentar los problemas de su tipo de dominación, no le
dieron cada vez más espacio y poder a la sociedad, y en síntesis se mostraron
incapaces de echar las bases de una nueva cultura, de liberación humana y
social. La victoria del capitalismo frente a este socialismo ha sido
reabsorberlo a mediano o largo plazo, lo cual forma parte de su extraordinaria
cualidad de absorber los movimientos y las ideas de rebeldía dentro de su
corriente principal. Pese a ser esta la línea general, Cuba, un pequeño país de
Occidente, ha logrado mantener su tipo de transición socialista durante casi
medio siglo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Al hablarse de socialismo aparece de inmediato la
necesidad de distinguir entre las propuestas y su deber ser, por una parte, y
las formas concretas en que ha existido y existe en países y regiones a partir
de las luchas de liberación y los cambios profundos en las sociedades que han
emprendido transiciones socialistas. Las ideas, la prefiguración, los ideales,
la profecía, el proyecto, constituyen el fundamento, el alma y la razón de ser
del socialismo y brindan las metas que inspiran a sus seguidores. Las
experiencias son, sin embargo, la materia misma de la lucha y la esperanza;
mediante ellas avanza o no el socialismo, y por ellas suele ser medido.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esa distinción es básica, pero no es la única importante.
En cuanto se aborda una experiencia socialista, se encuentran dos problemas. Uno
es interno al país en cuestión: cómo son allí las relaciones entre el poder que
existe y el proyecto enunciado; y el otro es externo: se refiere a las
relaciones entre aquel país en transición socialista y el resto del mundo. En la
realidad ambos problemas están muy relacionados: las prácticas que se tengan en
cuanto a cada uno de ellos afectan al otro, y en alguna medida lo
condicionan.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las cuestiones planteadas por las experiencias
socialistas no existen separadas, ni en estado «puro». Hay que enfrentarlas
todas a la vez, o están mezcladas o combinadas, ayudándose, estorbándose o
confrontándose, exigiendo esfuerzos o sugiriendo olvidos y posposiciones que
pueden ser fatales. Sus realidades propias, y cierto número de situaciones y
sucesos ajenos, condicionan cada proceso. Enumero algunas cuestiones centrales.
Cada transición socialista debe conseguir cambios «civilizatorios» a escala de
su población, no de una parte de ella, y debatirse entre ese deber y el complejo
formado por los recursos con que cuenta; pero a la vez se debatirá con la
exigencia de cambios de liberación que debe ir conquistando, o todo el proceso
se desnaturalizaría. Las correlaciones entre los grados de libertad que tiene y
las necesidades que la obligan son cruciales porque la creación del socialismo
depende básicamente del desarrollo de la actividad calificada que sea superior a
las necesidades y constricciones. Cómo combinar cambios y permanencias,
relaciones sociales e ideologías que vienen del capitalismo y que son muy
capaces de rehacer o generar capitalismo con otras que están destinadas a formar
personas diferentes, nuevas, y a producir una sociedad y una cultura nuevas.
Cómo aprovechar, estimular o modificar las motivaciones y actitudes de los
individuos que son los que pueden hacer realidad el socialismo, cuando el poder
socialista es tan abarcador en la economía, la política, la formación y
reproducción ideológica y la vida cotidiana de las personas, y tiende a hacerse
permanente. Cómo lograr que prevalezca el proyecto sobre el poder, cuando este
suma a los ámbitos referidos la defensa del país frente al imperialismo y los
enemigos internos. Hacer que prevalezca el internacionalismo sobre la razón de
Estado. Y quedan aún muchos dilemas y problemas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es necesario que el pensamiento se ocupe de los problemas
centrales, como los citados y otros, porque él debe cumplir una función crucial
en la realización práctica del socialismo. No hay retórica en esta afirmación,
es que para toda la época de la transición socialista el factor subjetivo está
obligado a ser determinante, y para ello debe desarrollarse y ser muy creador.
Algunas cuestiones teóricas más generales, ligadas a los problemas que cité
arriba, resultan de utilidad permanente en el trabajo con este concepto. También
poseen ese valor proposiciones estratégicas del marxismo originario, como la de
la necesidad de la revolución a escala mundial frente al ámbito nacional de cada
experiencia socialista y frente a un capitalismo que ha sido cada vez más
profundamente mundializado, o el problema de decidir qué es lo fundamental a
desarrollar en las sociedades que emprenden el camino de creación del
socialismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Paso a exponer mi concepto de transición socialista, que
intenta precisar y hacer más útil para el trabajo intelectual el concepto de
socialismo.[5] La transición socialista es la época consistente en cambios
profundos y sucesivos de las relaciones e instituciones sociales, y de los seres
humanos, que se van cambiando a sí mismos mientras se van adueñando de las
relaciones sociales. Es muy prolongada en el tiempo, y sucede a escala de
formaciones sociales nacionales. Es ante todo un poder político e ideológico
para realizar el proyecto revolucionario de elevar a la sociedad toda y a cada
uno de sus miembros por encima de las condiciones existentes, y no para
adecuarse a ellas. El socialismo no surge de la evolución progresiva del
capitalismo; este ha sido creador de premisas económicas, de individualización,
ideales, sistemas políticos e ideológicos democráticos, que han permitido
postular el comunismo y el socialismo. Pero de su evolución solo surge más
capitalismo. El socialismo es una opción, y existirá a partir de la voluntad y
de la acción que sean capaces de crear nuevas realidades. Es el ejercicio de
comportamientos públicos y no públicos de masas organizadas que toman el camino
de su liberación total.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La práctica revolucionaria de los individuos de las
clases explotadas y dominadas, ahora en el poder, y de sus organizaciones, debe
ser idónea para trastornar profundamente las funciones y resultados sociales que
hasta aquí ha tenido la actividad humana en la historia. En este proceso debe
predominar la tendencia a que cada vez más personas conozcan y dirijan
efectivamente los procesos sociales, y sea real y eficaz la participación
política de la población. Sin esas condiciones el proceso perdería su
naturaleza, y sería imposible que culmine en socialismo y comunismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La transición socialista es un proceso de violentaciones
sucesivas de las condiciones de la economía, la política, la ideología, lo más
radical que le sea posible a la acción consciente y organizada, si ella es capaz
de volverse cada vez más masiva y profunda. No se trata de una utopía para
mañana mismo, sino de una larguísima transición. Su objetivo final debe servir
de guía y de juez de la procedencia de cada táctica y cada política, dado que
estas son las que especifican, concretan, sujetan a modos y etapas las
situaciones que afectan y mueven a los individuos, las instituciones y sus
relaciones. Por tanto, no basta con eficiencia o utilidad para ser procedente:
es obligatorio sujetarse a principios y a una ética nueva, socialista. Sus
etapas se identifican por el grado y profundidad en que se enfrentan las
contradicciones centrales del nuevo régimen, que son las existentes entre los
vínculos de solidaridad y el nuevo modo de producción y de vida, por un lado, y
por otro las relaciones de enfrentamiento, de mercado y de dominio.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La transición socialista debe partir hacia el comunismo
desde el primer día, aunque sus actores consuman sus vidas apenas en las
primeras etapas. Se beneficia de un gran avance internacional: la conciencia y
las acciones que sus protagonistas consideran posibles son superiores a las que
podría generar la reproducción de la vida social a escala del desarrollo
existente en sus países. Es un grave error esperar que el supuesto «desarrollo
de una base técnico-material», a un grado inciertamente cuantificable, permita
«construir» el socialismo, y por tanto creer que el socialismo pueda ser una
locomotora económica que arrastre tras de sí a los vagones de la sociedad. El
socialismo es un cambio cultural.</DIV>
<DIV align=justify><BR>(...) Desatar una y otra vez las fuerzas reales y
potenciales de las mayorías es la función más alta de las vanguardias sociales,
que van preparando así su desaparición como tales. El predominio del proyecto
sobre el poder es la brújula de ese proceso de creaciones, que debe ser capaz de
revolucionar sucesivamente sus propias relaciones e invenciones, a la vez que
hace permanentes los cambios y los va convirtiendo en hábitos. Todo el proceso
depende de hacer masivos la conciencia, la organización, el poder y la
generación de cambios: el socialismo no puede crearse espontáneamente, ni puede
donarse.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El concepto de transición socialista está referido más al
movimiento histórico, mientras el de socialismo resulta más «fijo»; entiendo que
eso le brinda indudables ventajas para el análisis teórico y para el
acompañamiento a las experiencias. Además, el ámbito de la transición socialista
abarca toda la época entre el capitalismo y el comunismo, por lo que facilita la
recuperación de este último concepto. Socialismo es ciertamente una noción más
inclusiva que comunismo, lo cual ha facilitado que pueda pensarse desde él un
arco muy amplio de situaciones y posibilidades no capitalistas. Pero al ser su
sentido verdadero la creación de una sociedad cuya base y despliegue son
opuestos y diferentes al capitalismo, el socialismo necesita de la noción de
comunismo por dos razones. Una, la dimensión más trascendente, el objetivo la
utopía, incluso de las ideas y los movimientos socialistas es el comunismo, una
propuesta que no está atada a la coyuntura, la táctica, la estrategia de cada
caso y momento, pero sirve para discernir actitudes y fijar el rumbo. La
segunda, el referente comunista es útil para la recuperación de la memoria
histórica de más de siglo y medio de ideas, sentimientos y acciones
revolucionarias, y también lo es para pensar desde otro punto de partida ético y
epistemológico los grandes temas de la transición socialista.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>V. Dos concepciones del socialismo</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Entre tantos problemas que porta el concepto de
socialismo, he seleccionado solo algunos para esta exposición.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La vertiente interpretativa del marxismo originario que
privilegió la determinación de los procesos sociales por la dimensión económica
fue la más influyente a lo largo de las experiencias socialistas del siglo XX.
Entre sus corolarios teóricos fueron centrales los de la «obligada
correspondencia entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción»,
la cuantificación «técnico-material» de las bases de la «construcción del
socialismo» y la supuesta ley de «satisfacción creciente de las necesidades». La
llamada Economía Política del Socialismo llegó a codificar en un verdadero
catecismo estos y otros preceptos de mayor o menor generalidad. Pero el tema del
desarrollo, que floreció y tuvo un gran auge en el tercer cuarto del siglo XX,
replanteó el asunto al pensar la relación entre socialismo y desarrollo desde la
situación y los problemas de los países que se liberaban en el llamado Tercer
Mundo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Entre polémicas y aportes, se avanzó en el conocimiento
del formidable obstáculo al desarrollo constituido por el sistema imperialista
mundial, el neocolonialismo y el llamado subdesarrollo. En cuanto a la relación
desarrollo-socialismo, la concepción que aplicaba los principios citados
entendió que el primero debía preceder al segundo, es decir, que el desarrollo
de la «base económica» sería la base del socialismo. Fidel Castro y Che Guevara
estuvieron entre los opuestos a esas ideas, desde la experiencia cubana y como
parte de una concepción de la revolución socialista que articulaba la lucha en
cada país, la especificidad del Tercer Mundo y el carácter mundial e
internacionalista del proceso.[6] Guevara desarrolló un análisis crítico del
socialismo de la URSS y su campo, y de su producción teórica, como parte de una
posición teórica socialista basada en una filosofía marxista de la praxis, y en
experiencias en curso.[7]</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ha habido dos maneras diferentes de entender el
socialismo en el mundo del siglo xx. Ellas han estado muy relacionadas entre sí,
han solido reclamarse del mismo origen teórico, y no han sido excluyentes.
Expongo, sin embargo, los rasgos principales que permiten afirmar que se trata
de dos entidades distintas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La primera es un socialismo que pretende cambiar
totalmente el sistema de relaciones económicas, mediante la racionalización de
los procesos de producción y de trabajo, la eliminación del lucro, el
crecimiento sostenido de las riquezas y la satisfacción creciente de las
necesidades de la población. Se propone eliminar el carácter contradictorio del
progreso, cumplir el sentido de la historia, consumar la obra de la civilización
y el ideal de la modernidad. Su material cultural previo han sido tres siglos de
pensamiento avanzado europeo, que aportaron los conceptos, las ideas acerca de
las instituciones guardianas de la libertad y la equidad, y la fuente de
creencias cívicas de Occidente. Este socialismo propone consumar la promesa
incumplida de la modernidad, introduciendo la justicia social y la armonía
universal. Para lograrse, necesita un gran desarrollo económico y una gran
liberación de los trabajadores, hasta el punto en que la economía deje de ser
medida por el tiempo de trabajo. Bajo este socialismo la democracia sería puesta
en práctica a un grado muy superior a lo logrado por el capitalismo, aun por sus
proyectos más radicales. Libertades individuales completas, garantizadas,
instituciones intermedias, contrapesos, control ciudadano, extinción progresiva
de los poderes. En una palabra, toda la democracia y toda la propuesta comunista
de una asociación de productores libres. Su presupuesto es que al capitalismo no
le es posible racionalmente la realización de aquellos fines tan altos: solo el
socialismo puede hacerlos realidad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La otra manera de entender el socialismo ha sido la de
conquistar en un país la liberación nacional y social, derrocando al poder
establecido y creando un nuevo poder, ponerle fin al régimen de explotación
capitalista y su sistema de propiedad, eliminar la opresión y abatir la miseria,
y efectuar una gran redistribución de las riquezas y de la justicia. Sus
prácticas tienen otros puntos de partida. Sus logros fundamentales son el
respeto a la integridad y la dignidad humana, la garantía de alimentación,
servicios de salud y educación, empleo y demás condiciones de una calidad de la
vida decente para todos, y la implantación de la prioridad de los derechos de
las mayorías y de las premisas de la igualdad efectiva de las personas, más allá
de su ubicación social, género, raza y edad. Garantiza su orden social y cierto
grado de desarrollo económico y social mediante un poder muy fuerte y una
organización revolucionaria al servicio de la causa, honestidad administrativa,
centralización de los recursos y su asignación a los fines económicos y sociales
seleccionados o urgentes, búsqueda de relaciones económicas internacionales
menos injustas y planes de desarrollo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este socialismo debe recorrer un duro y largo camino en
cuanto a garantizar la satisfacción de necesidades básicas, la resistencia
eficaz frente a sus enemigos y a las agresiones y atractivos del capitalismo, y
enfrentar las graves insuficiencias emergentes del llamado subdesarrollo y de
los defectos de su propio régimen. Al mismo tiempo que realiza todas esas tareas
y no después debe fundar instituciones y cultura democráticas, y un estado de
derecho. En realidad está obligado a crear una nueva cultura diferente y opuesta
a la del capitalismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En el ambiente del primer socialismo se privilegia la
significación burguesa del Estado, la nación y el nacionalismo: se les condena
como instituciones de la dominación y la manipulación. En el ambiente del
segundo, la liberación nacional y la plena soberanía tienen un peso crucial
porque la acción y el pensamiento socialistas han debido derrotar al binomio
dominante nativo-extranjero, liberar las relaciones y las subjetividades de sus
colonizaciones, y arrebatarle a la burguesía el control del nacionalismo y el
patriotismo. Para el segundo socialismo es vital combinar con éxito las ansias
de justicia social con las de libertad y autodeterminación nacional. El poder
del Estado le es indispensable, sus funciones aumentan fuertemente y su imagen
crece mucho, a veces hasta grados desmesurados. Las profundas diferencias
existentes entre el socialismo elaborado en regiones del mundo desarrollado y el
producido en el mundo al que avasalló la expansión mundial del capitalismo han
conducido durante el siglo XX a grandes desaciertos teóricos y políticos, y a
graves desencuentros prácticos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La explotación del trabajo asalariado y la misión del
proletariado tienen lugares prioritarios en la ideología del primer socialismo;
para el segundo, lo central son las reivindicaciones de todos los oprimidos,
explotados, marginados o humillados. Este es otro lugar de tensiones
ideológicas, contradicciones y conflictos políticos entre las dos vertientes, en
la comprensión del socialismo y en establecer sus campos de influencia, con una
larga historia de confusiones, dogmatismos, adaptaciones e híbridos. Sin
embargo, las construcciones intelectuales influidas por la centralidad de la
explotación capitalista y de la actuación proletaria han contribuido
sensiblemente a la asunción del necesario carácter anticapitalista de las luchas
de las clases oprimidas en gran parte del mundo colonizado y neocolonizado. Pero
para el segundo modo de socialismo, el cambio profundo de las vidas de las
mayorías es lo fundamental, y no puede esperar, cualquiera que sea el criterio
que se tenga sobre las estructuras sociales y los procedimientos utilizados para
transformarlas, o los debates que con toda razón se produzcan acerca de los
riesgos implicados en cada posición. Y esto es así, porque la fuerza de este
tipo de revolución socialista no está en una racionalidad que se cumple, sino en
potenciales humanos que se desatan.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La libertad social pongo el acento en «social» es
priorizada en este socialismo, como una conquista obtenida por los propios
participantes, más que las libertades individuales y la trama lograda de un
estado de derecho. Es una libertad que se goza, o que le hace exigencias a su
propio poder revolucionario en los planos sociales, y es la que genera mejores
autovaloraciones y más expectativas ciudadanas. La legitimidad del poder está
ligada a su origen revolucionario, a un gran pacto social de redistribución de
las riquezas y las oportunidades que está en la base de la vida política, y a
las capacidades que demuestre ese poder en campos diversos, como son encarnar el
espíritu libertario que se ha dejado encuadrar por él, guiarse por la ética
revolucionaria y por principios de equidad en el ejercicio del gobierno,
mantener el rumbo y defender el proyecto.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El segundo modo de socialismo no puede despreciar el
esfuerzo civilizatorio como un objetivo que sería inferior a su proyecto
liberador. Debe proporcionar alimentación, ropa, zapatos, paz, empleo, atención
de salud e instrucción sin discriminar a nadie, pero enseguida todos quieren
leer diarios, y hasta libros, y en cuanto se enteran de que existe la internet,
quieren navegar en ella. Se levantan formidables contradicciones ligadas
íntimamente al propio desarrollo de esta sociedad. Cito solo algunas. La
disciplina capitalista del trabajo es abominada mucho antes de que una cultura
productiva y una alta conciencia del papel social del trabajo puedan
sustituirla. La humanización del trabajo y el auge de la calificación de las
mayorías no son respaldadas suficientemente por los niveles técnicos y
tecnologías con que se cuenta. Los frutos del trabajo empleado, el tesón y
sacrificios conscientes y el uso planeado de recursos pueden reducirse mucho por
las inmensas desventajas del país en las relaciones económicas internacionales.
Los individuos son impactados en sus subjetividades por un mundo de
modernizaciones que cambia sus valores, necesidades y deseos, y se dedican
conscientemente a labores cuya retribución personal es más bien indirecta y de
origen impersonal.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El sistema puede aparecer frente a ellos entonces como un
poder externo, dispensador de beneficios y dueño del timón de la sociedad, que
conduce con benévolo arbitrio. Porque la cultura «moderna» implica también
individualismo exacerbado, y cada uno debe vivir en soledad la competencia, los
premios o castigos, el interés y el afán de lucro, el éxito o el fracaso. La
mundialización del incremento de las expectativas entre otras tendencias
homogeneizadoras sin bases reales suficientes, que no puedo tratar aquí es muy
rápida hoy, y suele constituir un arma de la guerra cultural mundial
imperialista.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La transición socialista de los países pobres devela pues
lo que a primera vista parecería una paradoja: el socialismo que está a su
alcance y el proyecto que pretende realizar están obligados a ir mucho más allá
que el cumplimiento de los ideales de la razón y la modernidad, y de entrada
deben moverse en otro terreno. Su camino exige negar que la nueva sociedad sea
el resultado de la evolución del capitalismo, negar la ilusión de que la sola
expropiación de los instrumentos del capitalismo permitirá construir una
sociedad que lo «supere» y negarse a «cumplir etapas intermedias» supuestamente
«anteriores» al socialismo. Es decir, a este socialismo le es ineludible
trabajar por la creación de una nueva concepción de la vida y del mundo, al
mismo tiempo que se empeña en cumplir con sus prácticas más inmediatas.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>VI. Necesidades y problemas actuales de la
creación del socialismo</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Y entonces aparece también otra cuestión principal. Del
mismo modo que todas las revoluciones anticapitalistas triunfantes desde fines
de los años 40 del siglo XX sucedieron en el llamado Tercer Mundo, es decir,
fuera de los países con mayor desarrollo económico sin hacer caso de la doctrina
que postulaba lo contrario, el socialismo factible no depende de la evolución
progresiva del crecimiento de las fuerzas productivas, su «correspondencia con
las relaciones de producción» y un desarrollo social que sea consecuencia del
económico, sino de un cambio radical de perspectiva.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La transición socialista se enfrenta aquí a un doble
enemigo. Uno es la persistencia de relaciones mercantiles a escala internacional
y nacional, que tiende a perpetuar los papeles de las naciones y los individuos
basados en el lucro, la ventaja, el egoísmo y el individualismo, y sus consensos
sociales acerca de la economía, el dinero, el consumo y el poder. El otro es la
insuficiencia de capacidades de las personas, relaciones e instituciones,
resultante de la sociedad preexistente, para realizar las grandes y complejas
tareas necesarias. El subdesarrollo tiende a producir un socialismo
subdesarrollado; el mercantilismo, un socialismo mercantilizado. Las
combinaciones de ambos son capaces de producir frutos peores. Es forzoso que en
este tipo de transición socialista las «leyes de la economía» no sean
determinantes; al contrario, la dimensión económica debe ser gobernada por el
poder revolucionario, y este debe ser una conjunción de fuerzas sociales y
políticas unificadas por un proyecto de liberación humana.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es preciso calificar desde esa perspectiva los factores
necesarios para emprender la transición socialista y avanzar en ella, y
manejarlos de manera apropiada. Brindo ejemplos. Derribar los límites de lo
posible resulta un factor fundamental, y que se torne un fenómeno masivo la
confianza en que no existen límites para la acción transformadora consciente y
organizada. Dentro de lo posible se consiguen modernizaciones, pero la
transición que se conforma con ellas solo obtiene al final modernizaciones de la
dominación y nuevas integraciones al capitalismo mundial. Los procesos
educativos tampoco se pueden «corresponder» con el nivel de la economía: deben
ser, precisamente, muy superiores a ella y muy creativos. Esta educación
socialista no se propone formar individuos para obedecer a un sistema de
dominación e interiorizar sus valores; al contrario, debe ser un territorio
antiautoritario a la vez que un vehículo de asunción de capacidades y de
concientización, una educación que está obligada a ser superior a las
condiciones de reproducción de la sociedad, precisamente porque debe ser
creadora de nuevas fuerzas para avanzar más lejos en el proceso de
liberación.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sintetizo preguntas sobre cuestiones principales: ¿el
desarrollo económico es un presupuesto del socialismo, o el socialismo es un
presupuesto de lo que hasta ahora hemos llamado desarrollo económico? ¿Qué
objetivos puede y debe tener realmente la «economía» de los regímenes de
transición socialista? ¿Qué crítica socialista del desarrollo económico es
necesaria en este siglo XXI? ¿Cómo puede ser manejada con efectividad la
conflictividad de las relaciones con los recursos y el medio natural por una
posición ambientalista socialista? En otro campo de preguntas: ¿a través de la
profundización de la democracia se marcha hacia el socialismo, o a través del
crecimiento del socialismo se marcha hacia la profundización de la democracia?
¿Cómo pasar de la dictadura revolucionaria que abre caminos a la liberación
humana, a formas cada vez más democráticas que con sus nuevos contenidos y
procedimientos aseguren la preservación, continuidad y profundización de
aquellos caminos? ¿Cómo evitar que el subdesarrollo, las relaciones mercantiles,
el burocratismo, los enemigos externos, tejan la red en la cual el proceso sea
atrapado y desmontado? ¿Cómo lograr y asegurar que la transición socialista
incluya sucesivas revoluciones en la revolución?</DIV>
<DIV align=justify><BR>No quisiera terminar sin expresar mi posición, a la vez
que reconocer la difícil situación en que se encuentra el ideal socialista, y
por tanto su concepto, en la coyuntura actual. La palabra socialismo se utiliza
poco, incluso en medios sociales avanzados; algunos prefieren aludir a su
contenido sin mencionarla expresamente, sobre todo cuando quieren ser
persuasivos. Una pregunta pertinente es: ¿qué tiene que ver hoy el socialismo
con nosotros? Opino que la única alternativa práctica, realmente existente, al
capitalismo es el socialismo, y no la desaparición o el «mejoramiento» de lo que
llaman globalización, que suele ser una vaga referencia al grado en que el
capitalismo trasnacional y de dinero parasitario ejerce su dominación en el
mundo contemporáneo. Tampoco considero una alternativa suficiente el fin del
neoliberalismo, palabra que hoy sirve para describir determinadas políticas y la
principal forma ideológica que adopta el gran capitalismo. Esos conceptos no son
inocentes, el lenguaje nunca lo es. Cuando se acepta que «la globalización es
inevitable» se está ayudando a escamotear la conciencia de las formas actuales
de la explotación y la dominación imperialista, es decir, el punto a que ha
llegado en su larga historia de mundializaciones, en una gama de modalidades que
va del pillaje abierto a los dominios sutiles. A la vez, se da categoría de
fenómeno natural a una despiadada forma histórica de aplastar a las mayorías,
como si se tratara del clima.<BR>En su guerra cultural mundial, el capitalismo
intenta imponerle a todos incluidos sus críticos un lenguaje que condena a los
pensamientos posibles a permanecer bajo su dominación. El rechazo al
neoliberalismo expresa un avance muy importante de la conciencia social, y puede
ser una instancia unificadora para acciones sociales y políticas. Pero el
capitalismo es mucho más abarcador que el neoliberalismo: incluye todas las
ventajas «no liberales» que obtiene de su sistema de expoliación y opresión
económica, sus poderes sobre el Estado, la política, la información y la
formación de opinión pública, la escuela, el neocolonialismo, sus instrumentos
internacionales, su legalidad y su terrorismo, la corrupción y la «lucha» contra
ella, etcétera. Es por su propia naturaleza que este sistema resulta funesto
para la mayoría de la población del planeta y para el planeta mismo, y no por
sus supuestas aberraciones, una malformación que puede ser extirpada o un error
que pueda enmendarse.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El capitalismo ha llegado a un momento de su desarrollo
en que ha desplegado todas sus capacidades con un alcance mundial, pero su
esencia sigue siendo la obtención de la ganancia y el afán de lucro, la
dominación, explotación, opresión, marginalización o exclusión de la mayoría de
las personas, la conversión de todo en mercancía, la depredación del medio, la
guerra y todas las formas de violencia que le sirven para imponerse, o para
dividir y contraponer a los dominados entre sí. Lo más grave es el carácter
parasitario de su tipo de expansión, centralización y dominación económica
actual, y el dominio de Estados Unidos sobre el sistema. Ellos están cerrando
las oportunidades a la competencia y la iniciativa que eran inherentes al
capitalismo, a su capacidad de emplear a las personas; están vaciando de
contenido su democracia y liquidando su propio neocolonialismo. Le cierran las
oportunidades de satisfacer sus necesidades básicas a más de la cuarta parte de
la población mundial, y a la mayoría de los países el ejercicio de su soberanía
plena, de vida económica y social propia y de proyectos nacionales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es cierto que en la etapa reciente las luchas populares
han sufrido numerosos descalabros en el mundo, y el capitalismo ha parecido más
poderoso que nunca, aunque en realidad porta grandes debilidades y está
acumulando elementos en su contra. El mayor potencial adverso a la dominación es
la enorme cultura acumulada de experiencias de contiendas sociales y políticas y
de avances obtenidos por la Humanidad, cultura de resistencias y rebeldías que
fomenta identidades, ideas y conciencia, y deja planteadas inconformidades y
exigencias formidables y urgentes. Todo eso favorece la opción de sentir,
necesitar, pensar y luchar por avances y creaciones nuevas. Los principales
enemigos internos de las experiencias fallidas de transición socialista han sido
la incapacidad de ir formando campos culturales propios, diferentes, opuestos y
superiores a la cultura del capitalismo y no solamente opuestos, y la recaída
progresiva de esas experiencias en modos capitalistas de reproducción de la vida
social y la dominación. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Mientras, el sistema desplegó su paradoja: lograr un
colosal y muy cautivador dominio cultural, y al mismo tiempo ser cada vez más
centralizado y más excluyente, producir monstruosidades y monstruos, ahogar sus
propios ideales en un mar de sangre y lodo, y perder su capacidad de promesa,
que fue tan atractiva. Por eso trata hoy de consumar el escamoteo de todo ideal
y toda trascendencia, y reducir los tiempos al presente, sin pasado ni futuro,
para impedirnos recuperar la memoria y formular los nuevos proyectos, esas dos
poderosas armas nuestras.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Solo podrá salvar a la humanidad la eliminación de ese
poder, y un trabajo creador, abarcador y muy prolongado contra la pervivencia de
su naturaleza. La única propuesta capaz de impulsar tareas tan ineludibles y
prodigiosas es el socialismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero esta afirmación del socialismo es una postulación,
que debe enfrentarse a un fuerte grupo de preguntas y desafíos. El socialismo
¿es una opción realizable, es viable? ¿Puede vivir y persistir en países o
regiones del mundo, sin controlar los centros económicos del mundo? ¿Es un
régimen político y de propiedad, y una forma de distribución de riquezas, o está
obligado a desarrollar una nueva cultura, diferente, opuesta y más humana que la
cultura del capitalismo? Por su historia, ¿no está incluido también el
socialismo en el fracaso de las ideas y las prácticas «modernas» que se
propusieron perfeccionar a las sociedades y las personas? No hay que olvidar ni
disimular ninguno de esos desafíos, precisamente para darle un suelo firme a la
idea socialista, sacar provecho a sus experiencias y tener más posibilidades de
realizarla.<BR><BR><STRONG><U></U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U>Notas</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>[1] «[…] la revolución no sólo es necesaria porque la
clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque
únicamente por medio de una revolución logrará la clase que la derriba salir del
cieno en que se hunde y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases»
(Carlos Marx y Federico Engels: La ideología alemana, La Habana, Edición
Revolucionaria, 1966, p. 78).<BR>[2] C. Marx y F. Engels: Manifiesto Comunista
(1848), ver palabras finales del capítulo II.<BR>[3] Ernesto Che Guevara: «El
socialismo y el hombre en Cuba», Obras 1957-1967, t. II, La Habana, Casa de las
Américas, 1970, p. 377. [4] Como ilustración, un fragmento de José Carlos
Mariátegui (1894-1930): «El socialismo no es, ciertamente, una doctrina
indoamericana. Pero ninguna doctrina, ningún sistema contemporáneo lo es, ni
puede serlo. Y el socialismo, aunque haya nacido en Europa, como el capitalismo,
no es tampoco específico ni particularmente europeo. Es un movimiento mundial
[…]. No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia.
Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en
nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano. He aquí una misión digna
de una generación nueva»; en «Aniversario y balance», Amauta, Lima, 1928; III
(17): septiembre.<BR>[5] Selecciono aquí elementos que me parecen principales,
pero forzosamente resultan parciales respecto a una argumentación que vengo
elaborando desde hace tres décadas. Puesto a escoger una referencia, sugiero ver
F. Martínez Heredia: «Transición socialista y cultura: problemas actuales», en
Casa de las Américas, La Habana, 1990; XXX (178): 22-31, ene.-mar. (reproducido
también en En el horno de los noventa, Buenos Aires, Ediciones Barbarroja, 1999,
pp. 182-194; En el horno de los noventa, La Habana, Editorial de Ciencias
Sociales, 2005, pp. 247-262; y Socialismo, liberación y democracia, Melbourne,
Ocean Sur/Ocean Press, 2006, pp. 227-242).<BR>[6] «Marx concibió el socialismo
como resultado del desarrollo. Hoy para el mundo subdesarrollado el socialismo
ya es incluso condición del desarrollo. Porque si no se aplica el método
socialista poner todos los recursos naturales y humanos del país al servicio del
país, encaminar esos recursos en la dirección necesaria para lograr los
objetivos sociales que se persiguen, si no se hace eso, ningún país saldrá del
subdesarrollo»; en Fidel Castro: «Hoy, para el mundo subdesarrollado, el
socialismo es una condición de desarrollo», Pensamiento Crítico, La Habana,
1970; 36: 133-184, enero.<BR>«No puede existir el socialismo si en las
conciencias no se opera un cambio que provoque una nueva actitud fraterna frente
a la humanidad, tanto de índole individual, en la sociedad en que se construye o
está construido el socialismo, como de índole mundial en relación a todos los
pueblos que sufren la opresión imperialista […]. El desarrollo de los
subdesarrollados debe costar a los países socialistas; de acuerdo, pero también
deben ponerse en tensión las fuerzas de los países subdesarrollados y tomar
firmemente la ruta de la construcción de una sociedad nueva»; en: Ernesto Che
Guevara: «Discurso en Argel» [Seminario Económico de Solidaridad Afroasiática,
24 de febrero de 1965], ob. cit. (en n. 3), pp. 572-583.<BR>[7] En los últimos
años se ha publicado mayor cantidad de textos del Che. Llamo la atención sobre
una obra reciente de gran valor, Ernesto Che Guevara: Apuntes críticos a la
Economía Política, La Habana, Centro de Estudios Che Guevara/Editorial de
Ciencias Sociales/Ocean Press, 2006.</DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>