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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario
<BR></FONT></U></EM><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición
internacional del Colectivo Militante<BR><U>20 de julio 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Argentina</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>La crisis que divide a la
sociedad...</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Pasiones
políticas<BR> <BR>Jorge Sanmartino *</FONT></STRONG><BR><BR> <BR>La
crisis desatada en los últimos meses a raíz del lockout de la burguesía y la
pequeño burguesía agraria, ha dividido a la sociedad argentina. No sólo a los
contendientes en el campo político sino también las cenas familiares y las
reuniones de amigos. No hubo lugar de trabajo o estudio que no haya sufrido los
coletazos de semejante polarización. Asistimos al resurgimiento de las pasiones
políticas. El carácter e incluso la intensidad de semejantes pasiones no son
similares a las del pasado, aunque la fractura política no ha dejado de calar en
las más diversas organizaciones sociales, para no hablar de los partidos
políticos y sindicatos, como lo evidencia el debate en el propio partido de
gobierno y en la CGT pero también en la izquierda y la CTA. </FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Dos fuerzas principales se mueven bajo el suelo de la
crisis actual: el ascenso de la fracción agraria que rompe el bloque dominante
surgido en 2003 y su confluencia con tradiciones políticas y culturales de
clases medias que se fueron inclinando hacia la oposición de manera creciente.
Esa asociación de factores catalizó con el anuncio de las retenciones el 11 de
marzo y permitió la alianza de la burguesía rural y la pequeño burguesía urbana
que en estos cuatro meses de intensa polarización, ya tiene sus símbolos,
líderes y programa. La coalición exitosa que el kirchnerismo había logrado
conformar durante su gobierno, se fracturó por su costado derecho, hiriendo al
modelo neodesarrollista y el sistema político concomitante sobre el que cabalgó
la crisis pos 2001. Y se rompió definitivamente. El rechazo a la resolución 125
en la Cámara de Senadores es el corolario de ese proceso, mientras la derecha
sale fortalecida y los ecos de aquellas jornadas del 19 y 20 de diciembre del
2001 se hacen más débiles todavía. El gobierno sufrió la primera pero abrumadora
derrota política. Y lo hizo a manos de fuerzas conservadoras y reaccionarias.
Una nueva etapa se ha abierto. <BR> <BR><STRONG>Una derecha
popular</STRONG><BR> <BR>Los ruralistas y la oposición de derecha hace
cuatro meses que saltaron del reclamo corporativo a la lucha hegemónica por
ganar las mentes y los corazones de las mayorías. En su discurso el campo no
representa ya los intereses sectoriales de la fracción agraria de la burguesía
sino el interés general de toda la nación. “El campo es la patria”. Entre el
argot de argumentos, los líderes gauchos han elegido aquellos que los
identifican con el trabajo duro “de sol a sol” y aquel según el cual el campo da
de comer a la ciudad, mientras el “estado parásito” con su corte de políticos
corruptos y burocracia administrativa vive, como langostas, del trigo ajeno.
Esta mezcla de “anarquismo gaucho” anti-estatal y liberalismo mal disimulado,
adopta como sus banderas por lo menos dos principios del conservadurismo liberal
de Edmund Burke: profunda desconfianza hacia el poder del estado y libertad por
sobre la igualdad. Se trata, claro, de la libertad de mercado sobre el plano
inclinado del ascenso meteórico de los precios internacionales de materias
primas. La cara libertaria siempre oculta la liberal, por eso ciertos sectores
de la izquierda pueden confundirse cuando gente como Alfredo De Angelis denuncia
que el gobierno quiere la plata del campo para “pagar la deuda externa” y
“repartírsela entre los políticos”. De esa confusión nació ese sublime disparate
de ver imágenes de Lenin y Trotsky sobre la avenida Libertador, rodeados
aquellos rusos atónitos, de lo más granado de las clases medias altas de la
Argentina. Los héroes del moderno agrarismo y la oposición de derecha no se han
privado incluso de denunciar la pobreza y la mala distribución de la riqueza,
aunque sin capacidad para disimular su exigencia de base: “Que el lomo lo paguen
a 80 pesos”, como dijo asaltado por un soplo de sinceridad el dirigente
entrerriano. El liberalismo de tradición gorila, y en esto resulta como prender
fuego sobre leña seca entre importantes estratos medios de Capital, no ha dejado
de manifestar su rechazo racista a los “negros acarreados”, con los cuales
contrasta el republicano “de pensamiento autónomo”, que “vota con su propia
cabeza” y agita las banderas del campo “por convicción”. También han florecido
alusiones a la condición “montonera” de la pareja presidencial, así como a su
“revanchismo”. El heterogéneo conglomerado que clamó por la eliminación de la
resolución 125, ha sido potenciado con la colaboración de la gran prensa
argentina. Asistimos desde hace cuatro meses a una oleada reaccionaria que caló
incluso en algunos estratos populares, que supo cabalgar sobre los errores,
carencias y límites del modelo actual y su gobierno y se dispone a una batalla
de largo plazo. La derecha política, que estuvo arrinconada y a la defensiva
durante más de cuatro años, salió fortalecida, dividió al partido oficial y
lanzará nuevos desafíos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La presión de la burguesía agraria entró dentro de los
cánones convencionales del lobby económico y político. Se trata de un sector
capitalista de creciente rentabilidad que puja por sus propios intereses, en un
horizonte internacional de alza de los precios de las materias primas que parece
se mantendrá por varios años más. Cuando en sus actos gritaba que “el campo es
el corazón de la patria” o “el campo es la nación”, se daba expresión no tanto
la realidad tal como es sino la que la burguesía agraria desearía que fuera,
como a fines del siglo XIX y principios del XX. Y aunque todavía no se ha
escuchado, la lógica consecuencia del lobby rural es la consigna contra “la
industria ineficiente”. En esta puja intercapitalista transcurrió la historia
argentina del siglo XX. Teniendo como corolario inevitable la reprimarización de
la economía, la coalición sojera apunta a una reformulación de la estructura
productiva que daría empleo sólo a un tercio de la fuerza de trabajo. El intento
de equilibrio entre las fracciones capitalistas y entre ellas y las clases
subalternas, asegurado por el crecimiento económico, llegó a su fin. No se
rompió por achicamiento de mercado o recesión, sino al revés, por crisis de
abundancia, por exceso de ingresos de una de las fracciones que, gracias a su
alta productividad, puede retener con éxito la renta internacional generada
localmente. La burguesía agraria no posee la fuerza social y estratégica que en
tiempos pasados le dio un poder de desempate político esencial, cuando de ella
dependía en exclusiva el ingreso de divisas en una economía cerrada. Por eso
tampoco pudo arrastrar a otras fracciones del gran capital industrial o de
servicios, pero retiene un poder, ahora acrecentado por el mercado
internacional, de condicionar los ingresos, la política fiscal e incluso el
patrón de producción basado en las “ventajas comparativas” del suelo pampeano.
En el debate Rodríguez Saa leyó, igual que Reuteman, una frase de Perón del año
73 en relación a los alimentos: “Nosotros somos los ricos del futuro”. Esa
fuerza social introdujo una brecha profunda en las clases urbanas, donde el
patrón de consumo de las clases medias y altas imita al de países centrales y la
acumulación de renta es considerada fruto del éxito individual que reclama
derecho soberano sobre cualquier otra consideración. El tópico liberal exhibido
en la revuelta sojera, es el fruto de una derrota ideológica y política que los
moderados cambios, ni siquiera reformistas, operados desde el 2001 no han podido
modificar y que tiene sus consecuencias en un estado incapaz de ejecutar
políticas públicas efectivas, desmanteladas desde hace mucho por la lógica del
gobierno de la tecnocracia “neutra”, sin ideología y de “gestión”.
<BR> <BR><STRONG>La ciudad de la soja</STRONG><BR> <BR>En la
República, Platón habla de tres ciudades o constituciones políticas. En el tipo
oligárquico, donde domina un selecto grupo de ricos, los deseos son absorbidos
en la pasión exclusiva de las riquezas, domina allí el espíritu de codicia y
avaricia. La pasión se duplica entre el odio de los ricos contra los pobres y
viceversa. Los ricos no sólo honran la riqueza a la que se consagran plenamente
sino que manifiestan con respecto a los pobres un sentimiento de rechazo.
“Alaban al rico, desprecian al pobre”. A una estructura social desigual
corresponde una estructura de las pasiones que la refuerza. La ruindad, el
apetito desenfrenado, los peores instintos de apropiación se conectan con
ciertas formas sociales. Platón enfoca la psicología de los ciudadanos a imagen
de la morfología de la ciudad. Freud, Marx, Elías entre muchos, retomarán esta
reflexión. El “régimen afectivo” que supimos conseguir es consecuencia de un
largo proceso de mercantilización de todos los espacios de la vida. Se han
privatizado no sólo los recursos naturales sino el seguro de retiro, la salud y
segmentos crecientes de la educación. El sistema impositivo regresivo que nos
gobierna refuerza las desigualdades y, en el país de las vacas y el trigo,
segmentos de la población pasan hambre. La naturalización de la indigencia y la
pobreza, el hambre y la desnutrición infantil en un país donde se consume con
furor desde hace cinco años legitima la codicia sojera y vuelve sentido común el
eslogan “dejen en paz al campo”. El piquete y el corte de ruta, expropiado
al saber de las luchas populares, se volvió un método genuino para que los
“nuevos ricos” despotriquen contra la “expropiación fiscal” a la que consideran
tan “comunista” como en décadas pasadas lo era el “impuesto a la renta presunta”
. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El chacarero que tienen 200 hectáreas en Santa Fe o
Buenos Aires, corazón de la protesta, y que obtienen una rentabilidad neta luego
de las retenciones superior a los 260 mil pesos por campaña, exige que el estado
no intervenga en la fijación de precios, abrazado a la posibilidad de legar una
fortuna a su prole y aprovechar una oportunidad de excepción. El gringo exige
que el estado saque sus manos del oro verde y cuando oye hablar de impuestos
monta en cólera y se mofa de las “sanguijuelas” de la administración pública de
una manera que recuerda al farmer norteamericano del medio oeste denunciando al
“privilegiado y afeminado Departamento de Estado” que mora entre lujos en
Washington DC. El gaucho local apela a la tradición populista. El arquetipo no
es Llambías ni Buzzi sino De Angelis, con el que las clases medias y altas de
los centros urbanos que cacerolearon en Recoleta, Palermo y Vicente López,
pueden sentirse parte del pueblo: “si este no es el pueblo, el pueblo donde
está”. Ellos son un componente fundamental de la revuelta de los satisfechos, de
los más beneficiados por las políticas kirchneristas. La argentina conservadora
toma y tomará banderas populares, lenguajes corrientes y hará culto del sentido
común, como lo hacen las clases dominantes en todas partes desde que la sociedad
de masas exige que se gobierne no sólo con la fuerza sino también con
legitimidad. Algunos segmentos progresistas identificaron por eso mismo los
cortes de lucha con puebladas populares, a las que añadían el ejercicio de la
“democracia directa”, confundiendo la forma asamblearia con el contenido
reaccionario del propósito de la protesta.
<BR> <BR><STRONG>Opciones</STRONG><BR> <BR>En Venezuela, una clase
media enriquecida con el alza del precio del petróleo no ha dejado de golpear
rudamente al gobierno de Chávez, a pesar de los gestos y medidas que el gobierno
bolivariano ha tomado para desactivar esa furia opositora. Nada ha resultado.
Aun así, en el país caribeño el gobierno posee en su haber una fuerza social
movilizada y activa que le ha dado sustento frente a una derecha que lo intentó
de todo, desde el golpe hasta la intervención electoral para desalojar un
gobierno que no es el suyo y que siente ocupado por plebeyos peligrosos. En esa
dinámica Venezuela y también Bolivia se han visto empujados, en mayor o menor
medida, a recortar los derechos de las clases propietarias y a desvincular sus
compromisos con fracciones enteras de las clases dominantes. Nada de eso ocurre
hoy en nuestro país, a pesar de que se ha querido asociar a los Kirchner con
aquel proceso. A su vez, proyectos como el tren bala o la destrucción del Indec
empujaron a sectores progresistas al campo de la derecha, que es la que
capitaliza semejantes desatinos y la artífice de la derrota gubernamental.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para desmontar la Constitución socio-política neoliberal
de la “ciudad de la soja” hace falta mucho más que retenciones móviles. En los
hechos el modelo que lo puso en pie no estuvo, durante los 120 días de
conflicto, en discusión. Se han comenzado a reclamar la eliminación del IVA a la
canasta básica de alimentos e impuestos progresivos a las ganancias como primer
demanda inmediata, urgente, además de subsidios universales para eliminar la
pobreza y la recuperación de los recursos naturales, así como la revisión
completa de la explotación minera y la aplicación de tributos a las ganancias y
transacciones financieras. Queda pendiente también la orientación estratégica de
la industria, los servicios y la agricultura. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El triunfo de la coalición verde dólar sólo hará más viva
y crispada la polarización. Después de semejante triunfo irán por más, mientras
la oposición partidaria se preparará para arrebatarle al oficialismo en las
elecciones legislativas del próximo año, la tenue mayoría parlamentaria. Para
afrontar las pasiones políticas que desató la más amplia y dinámica pueblada de
la derecha económica y política, de una envergadura sin precedentes y
consecuencias aún incalculables, se requiere de medidas radicales y efectivas
que puedan hacerle frente y sean capaces de activar el apoyo popular. La
administración actual parece obstinada en su política de alianza con las
fracciones de la burguesía industrial y en cobijarse en el seno del aparato del
PJ. La lucha de clases aparece de la forma más insólita, intrincada y
laberíntica posible, mofándose de todos los esquemas que teníamos previamente.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>El equilibrio exitoso entre fracciones de la clase
dominante y de ellas con las clases populares, incluidas ciertas concesiones
democráticas y expansión del empleo, se logró en base a una economía en
crecimiento y una base de poder reconstruida con epicentro en el PJ. La crisis
política rompió ese equilibrio, que afectará al sistema político y a la
estabilidad gubernamental a pesar de que la bonanza económica le deja márgenes
todavía generosos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Para enfrentar consecuentemente a la derecha se requiere
la activación política de masas, que sólo puede conseguirse mediante la
ejecución de medidas de carácter popular, redistributivas y democráticas de
fondo, algo que hasta el momento el gobierno no ha abordado. Algunos balances ya
hablan de la “idiosincrasia derechista del pueblo argentino” sin reparar en que
el gobierno ha sido incapaz de generar una identificación entre las masas
populares porque nunca abordó una agenda social que rozara siquiera los logros
del peronismo clásico. En todo caso las organizaciones populares, los sindicatos
y movimientos sociales deben conservar su plena autonomía, no asistir pasivos a
la impotencia oficial y no esperar de brazos cruzados el retorno triunfal de las
fuerzas reaccionarias en ascenso. Políticas sociales, energéticas y de
transporte ferroviario, de empleo, salario, creación de vivienda y obra pública
entre otras medidas deben ser los ejes de una agenda democrática y
anticapitalista a enarbolar frente a los agoreros del libre mercado. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La crisis agitó como hace mucho no veíamos las pasiones
políticas dormidas en un soporífero fin de las ideologías y una narcotizante
administración de las cosas por una tecnocracia eficiente. Los movimientos
sociales fueron los grandes actores de las luchas de resistencia del período
previo, aunque la carencia de proyecto político disipó parte de sus fuerzas,
repartidas entre una participación subordinada en el gobierno de Kirchner y un
intento de autonomía que no pocas veces pagó con aislamiento e incluso pérdida
del sentido de realidad. La crisis actual ¿permitirá que las pasiones políticas
alimenten también un proyecto político autónomo, popular, anti-capitalista y de
izquierda que parta de la situación política concreta, que pise el suelo seguro
de la lucha que se debate hoy en día, para proyectar desde allí una alternativa
superadora del tibio neodesarrolismo oficial y darle cauce y capacidad de poder
a las aspiraciones populares y a un proyecto realmente transformador? Ese será
el desafío del próximo período. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Buenos Aires, 17 de julio 2008<BR> <BR> <BR>*
Integrante de Economistas de Izquierda (EDI), de la Asociación Gramsciana y de
la Corriente Praxis. </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>