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<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=4><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario
<BR></FONT></U></EM><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición
internacional del Colectivo Militante<BR><U>4 de agosto 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Colombia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>La oscura red de sesinatos en el
rompecabezas de las bandas narco colombianas</STRONG></FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Un tendal en la guerra de los
narcoparas</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Los asesinatos de Héctor “Monoteto” Duque
Ceballos y Jorge Alexánder Quintero Gartner, en Unicenter hace pocos días, son
apenas la punta del iceberg de un mundo en el que bandas de paramilitares se
disputan los gajos del imperio de los carteles de la droga.<BR></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Katalina Vásquez Guzmán, desde
Medellín</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Página/12, Buenos Aires, 4-8-08</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.pagina12.com.ar/"><STRONG>http://www.pagina12.com.ar/</STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><BR>Reinaldo Ríos fue descuartizado. Sus asesinos, los mismos
que enviaron sicarios para acribillar a Monoteto, en Argentina, y a Job, en
Medellín, usaron una motosierra para darle muerte. Fue asesinado junto a otros
seis civiles en Yondó, un pueblito a trescientos kilómetros de Medellín, en las
que se conocieron como masacres paramilitares a campesinos, que hacían parte de
la siniestra estrategia de expansión de ese grupo ilegal en la década pasada por
todo el país. Los otros dos asesinados, en cambio, eran también paramilitares y
narcotraficantes, y son los muertos más sonados de la que sería la nueva etapa
del movimiento “para” en Colombia, que se da por la nueva acomodación de rutas
del narcotráfico y control territorial, y que ahora impacta también otros países
de Latinoamérica.</DIV>
<DIV align=justify><BR>De ese terror en el que son expertos los paramilitares
desde hace tres décadas, cuando surgieron los primeros grupos de autodefensas
para combatir la guerrilla, están llenas hoy las calles de Medellín. Lo que pasó
en Buenos Aires es una muestra sencilla, aunque cruel, de la forma cómo se
persiguen y asesinan los paras en esta ciudad, conocida mundialmente por ser la
cuna del narcotraficante Pablo Escobar Gaviria, quien también tiene historia en
la conformación de escuadrones paras. El grupo MAS (muerte a secuestradores) fue
creado por él y otros capos en 1981 tras el secuestro, por parte del grupo
insurgente M-19, de Marta Nieves, miembro de la familia Ochoa que integraba el
Cartel de Medellín. El grupo tenía como fin proteger a los familiares de los
narcos, pero también a la clase social adinerada, de las extorsiones y
secuestros ejecutados por las distintas guerrillas como medio de financiación
para su lucha.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Narcotráfico y paramilitarismo hicieron una alianza
mortal desde que los grupos de autodefensa –que se ampararon en principio en
leyes nacionales del año 1964– construyeron, además de la organización política,
estructuras militares para cultivar y comercializar la cocaína colombiana.
Muchos narcos, que no eran autodefensas pero que veían amenazado su negocio
cuando la guerrilla empezó a usar la coca como bastión financiero, se aliaron
con los primeros otorgando armas y mercenarios. Desde los años ochenta,
asesinatos horribles como ahora el de Reinaldo Ríos fueron pan de cada día. Y
los paramilitares cometían, por año, hasta cien masacres donde acribillaban y
enterraban en fosas comunes a hombres, mujeres y niños. Lo hacían, a veces, a
nombre de un proyecto político de acabar con la insurgencia. Métodos como el de
la motosierra, aprendidos de mercenarios llegados de otros países para
entrenarlos, como Yair Klein, delataban propósitos también mafiosos.<BR>Por eso
hoy no es raro ver cómo los paramilitares, a quien el presidente Alvaro Uribe
les abrió las puertas para volver a la legalidad, sean los mismos narcos que
ordenan muertes a diestra y siniestra para no perder el control o ganar nuevas
rutas y tierras, en los negocios ilegales. El comercio de la cocaína es el
principal de ellos y ha cobrado, en lo que va del año, más de 150 homicidios en
Colombia y, ahora, en la Argentina.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Héctor Duque Ceballos, alias “Monoteto”, era el hombre de
confianza y lugarteniente de “Macaco”, paramilitar extraditado a Estados Unidos
junto a otros trece comandantes en mayo pasado. Las fuerzas oscuras del
movimiento lo persiguieron, primero, en Venezuela y Brasil, y el 24 de julio
pasado lo alcanzaron en el shopping Unicenter de Buenos Aires. El killer o los
killers –aún no se precisa cuántos fueron– les dispararon con dos pistolas
calibre 40 a él, a Jorge Alexánder Quintero Gartner y a Julián Andrés Jiménez
Jaramillo. El último sobrevivió. Pero los primeros se sumaron a la lista de las
bajas ordenadas por los mismos paras que se disputan el poder tras la
extradición masiva a Norteamérica, como lo hizo Antonio López, alias “Job”. Este
había regresado a Medellín dos días antes de su muerte, tras pasar varios meses
en Bogotá en supuestas labores de la corporación que dirigía y que se encargaba
de apoyar a los ex paramilitares que entregaron las armas, en el proceso de
desmovilización iniciado en 2003, durante el primer gobierno de Alvaro Uribe. A
la hora del almuerzo, cuando apenas trascurrían diez minutos de su llegada al
lugar, dos hombres abrieron fuego contra Job.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Macaco, cuyo nombre real es Carlos Mario Jiménez, fue el
primero en sonar como responsable de los crímenes. Que lo traicionaron y por eso
merecieron la muerte, se dijo en principio. La de Job es una muerte vinculada,
dijeron otros, a alias “Don Berna”, otro jefe para extraditado. El diario El
Tiempo informó que quizá Job y un abogado cercano a Berna estaban polemizando
por algunos bienes que, supuestamente, el comandante extraditado no entregó a la
Justicia colombiana –como parte del acuerdo de los desmovilizados en el marco de
la movida para volver a la legalidad–, o por documentos del grupo criminal que
Job amenazaba con publicar. Nada de ello ha sido confirmado y, entre tanto, otra
versión toma fuerza en las calles de Medellín y el país.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Hasta hace seis meses los grupos paramilitares estaban
unidos. Pero hoy hay una división, a raíz de la extradición a Estados Unidos.
Cuando estaban en Colombia, los líderes lograron manejar todavía (desde las
cárceles) los mandos medios de sus estructuras. Pero desde allá no tienen nada
qué hacer, y ahora son esos mandos medios los que están en una puja”, le explicó
a PáginaI12 el investigador Ariel Fernando Avila, coordinador del Observatorio
del conflicto urbano de la Corporación Nuevo Arcoiris. Avila le dijo a este
diario que no cree que Macaco haya ordenado las muertes de Monoteto y Job, pues
aún antes de ser llevado a Estados Unidos estaba aislado en ultramar en un bote
de la marina. “Creo, más bien, que son los hombres leales a Macaco los que están
siendo exterminados”, aseguró.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Fieles o no a sus antiguos jefes, los hombres asesinados
por cuentas de la disputa narcopara son cada vez más, especialmente en Medellín,
donde hay más de cuatro mil ex combatientes de los bloques de autodefensa. El
personero de esta ciudad (cargo semejante a la Defensoría del Pueblo), Jairo
Herrán, le contó a PáginaI12 qué está pasando en el mundo criminal: “En este
momento hay una coyuntura crítica. Los grupos armados ilegales diseñaron una
estrategia aprendida de las viejas tesis marxistas leninistas que consiste en la
combinación de las formas de lucha. Los grupos reinsertados están combinando la
estrategia de lo político y lo militar. Eso se traduce en que ellos hacen un
trabajo social en las comunidades, se insertan en organizaciones comunitarias,
deportivas, barriales y toman el circuito económico del barrio. Y por otro lado,
tienen el control de lo militar, manejan las bandas y grupos armados
ilegales”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los grupos ilegales a los que se refiere Herrán empiezan
a recibir nombres como reconstituidos, reconfigurados, de nuevo tipo, o “bacrim”
(bandas criminales). Y están conformados por los paramilitares que se
desmovilizaron pero siguieron delinquiendo, como son los comandantes
extraditados. Avila, de la Corporación Arcoiris, explica que “ese primer grupo
es llamado emergente y son aquellos que nacieron donde hubo una desmovilización.
Un segundo grupo son los disidentes, es decir, quienes entraron al proceso de
Justicia y Paz y se salieron. Otros son los rearmados, o sea aquellos que
entraron al proceso de desmovilización y luego tomaron las armas de
nuevo”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las Aguilas Negras son un ejemplo de ello. También las
hay Blancas y Doradas, y comparten lista con el Ejército Antisubversivo de los
Llanos, la Banda de los Nevados, y el grupo del Cacique Nutibara en Medellín,
que fue el primer bloque de autodefensas en desmovilizarse y que hoy se hace
llamar de la misma manera.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Daniel Barrera, alias “El Loco”, nunca se desmovilizó. A
diferencia de los narcos que compraron, literalmente, bloques de autodefensa
para aparecer como militantes políticos y acceder a los beneficios otorgados por
Uribe (volver a la legalidad, recibir salarios y educación, y pagar tan sólo
hasta ocho años de prisión por los crímenes cometidos aun cuando fueran de lesa
humanidad), El Loco continuó su vida de mafioso. Hoy es el capo más importante
del Centro y el Oriente del país, y es su organización la que se está quedando
con las principales zonas de cultivo y rutas de la cocaína.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Otro capo, alias “Don Mario”, está peleando a sangre y
fuego las estructuras y bandas de la Oficina de Envigado, grupo criminal que
existe desde Pablo Escobar y opera aún en Medellín. Esta semana, en visita a
esta ciudad, Uribe les ordenó a sus policías y militares acabar con la
organización. “Tiene mi respaldo”, dijo. Sin embargo, no se refirió a la
descomposición social que viven Medellín y Colombia como escenarios de disputa
de organizaciones narcoparamilitares resultantes de, entre otras circunstancias
históricas y políticas, un proceso de negociación con las autodefensas en el que
muchos narcos se legalizaron y otros tantos que nunca entregaron armas
aprovecharon las condiciones para armarse. Un informe del Ministerio de Defensa,
en 2006, ya alertaba sobre lo que se vive hoy. Habla de 22 grupos paramilitares
ilegales nuevos con 2500 hombres en armas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Después de los pactos de paz (con autodefensas) hay unas
seis mil personas en armas según informes de inteligencia”, asegura el personero
de Medellín, quien además resaltó que el origen del movimiento paramilitar tuvo
gran fuerza en esa ciudad y el departamento de Antioquía, durante los años en
que el presidente Uribe fue gobernador. Un decreto para conformar cooperativas
de seguridad fue puesto en marcha por Uribe y así nacieron las Convivir,
declaradas más tarde ilegales, pero que, como los narcoparas supuestamente
desmovilizados, conservan sus estructuras. Tentáculos de esas mafias alcanzan a
sus enemigos hasta el sur del continente y, como en el caso de la parapolítica,
penetran las instituciones y organismos de seguridad para quedar en la
impunidad. El de Reinaldo Ríos, como el de Monoteto y Job, son crímenes oscuros
que las autoridades colombianas aún no pueden explicar. Los paras y los narcos
tienen a Medellín en un clima de terror que pinta los días, cada vez más, del
ambiente vivido durante la época de Escobar y los carteles. El terror que
provocan referencias como las de la motosierra que descuartizó a Reinaldo Ríos
es, ahora, también de exportación.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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