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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario
<BR></FONT></U></EM><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición
internacional del Colectivo Militante<BR><U>6 de agosto 2008<BR></U>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Ecuador</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>El carácter del
gobierno y el referéndum que se avecina<BR> <BR>Mario Unda
*</FONT></STRONG><BR> <BR> <BR>El proyecto del gobierno de Correa es
un reformismo capitalista, cuyo principal sujeto sería el Estado. Propone: 1)
Recuperar el papel del Estado como “rector de la economía”. Esto supone: a)
recuperar la capacidad de acción del Estado mediante una nueva arquitectura
institucional que permita rehacer la capacidad de acción orientadora del estado
(reorganización de ministerios, ministerios coordinadores, recuperar el rol de
planificación,...); b) recuperar el territorio nacional como espacio de la
soberanía estatal; es el componente “nacionalista” del proyecto, pero no es un
nacionalismo como en los años 70, sino un “nacionalismo del siglo 21”: su base
territorial ya no es el Estado-nación, sino una posible reconfiguración de la
base de acumulación regional: el área andina, Sudamérica. Es distinto, además,
porque ya no se propone las nacionalizaciones: pretende renegociar con el
capital transnacional (telefonía celular, minería, petróleo). 2) Normar el
funcionamiento del capital: asegurarle un ambiente propicio para la reproducción
y la acumulación (dinero barato, subvenciones, exenciones de impuestos,
programas de recuperación productiva, incentivos para la pequeña y mediana
producción), pero sin los “excesos” neoliberales (la pugna con la banca
por los intereses; la eliminación de la tercerización
laboral).</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, la burguesía real no es reformista, y
encabeza la oposición. Para suplirla, el proyecto debe reforzar el Estado, y
pasar de un Estado que refleja los intereses faccionales de uno u otro grupo
oligárquico a un Estado que represente los intereses generales de la burguesía.
De todas formas, el gobierno busca acercar a grupos empresariales, por ejemplo a
través de los programas sociales (“socio país”, ferias libres).<BR></DIV>
<DIV align=justify>Esto explica los ataques de Correa a los movimientos
sociales, sobre todo a los más organizados e independientes. Si no los puede
funcionalizar, se convierten en un estorbo para su proyecto, que recoge,
distorsionándolo, el programa de la resistencia popular al neoliberalismo. La
dinámica de la movilización popular puede encontrar un más allá de la
resistencia contra el neoliberalismo y un más allá de la reforma (luchas contra
el TLC, revocatorias de mandatos de Bucaram, Mahuad y Gutiérrez). La lógica de
la movilización ya ha descubierto democracias más altas que la democracia
liberal, mientras que la democracia de Correa no rebasa los marcos liberales,
representativos y delegativos, en la cual el Estado y la tecno-burocracia
tienden a expropiar las potencialidades transformadoras de la sociedad en
movimiento.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero de allí no se deduce un “no” en el referéndum, sino
un “sí” propio, el “sí” de los movimientos populares a su lucha de décadas,
capaz de contribuir a la reconstrucción de un espacio de izquierda
autónomo.<BR> <BR><STRONG>Socialismos y progresismos</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Cuando Fernando Lugo, hace poco elegido presidente del
Paraguay, estuvo en el Ecuador, calificó a estos nuevos gobiernos sudamericanos
(Evo, Chávez, Correa, Lula, Tabaré, el suyo propio) utilizando los términos
“social y progresista”. Puede parecer lo social y lo progresista demasiado
ambiguo; de cualquier manera, como caracterización, es mucho más certero que la
“revolución ciudadana” o el “socialismo del siglo 21”. Y es más certero porque
el proyecto del gobierno de Correa es una reforma capitalista, y en ese marco no
hay espacio alguno para socialismos de ningún tipo. Alejandro Moreano decía en
broma, cuando comenzaba este gobierno, que no estamos maduros ni siquiera para
el liberalismo, mucho menos para un socialismo del siglo 21.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El “socialismo del siglo 21” se convirtió en un recurso
discursivo que ni el propio gobierno se ha tomado muy en serio. Más allá de una
o dos conferencias, no hay una intención ni siquiera de definir en términos
políticos y programáticos –mucho menos en términos teóricos– de qué se trata. En
cambio, el carácter progresista está mucho más claramente definido en los actos
del gobierno, tanto si miramos todo el año y medio, un poco más, que lleva de
ejercicio, como si miramos los espacios cortos. Tomaremos como ejemplo lo
hecho por el gobierno en los meses de mayo y junio.<BR> <BR><STRONG>La
“recuperación del Estado”</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La reforma capitalista contempla, en primer lugar, la
“recuperación del Estado”; un “recentramiento del Estado” que comenzó
prácticamente desde el inicio del gobierno, y que ha incluido la redefinición de
ministerios, la creación de los ministerios coordinadores, la recuperación de la
planificación estatal y el peso que se le ha dado al Senplades (Secretaría
Nacional de Planificación del Desarrollo), la revitalización del Banco de
Fomento, la reorientación del área social, la creación de la Ageci (Agencia
Ecuatoriana de Cooperación Internacional),… Todo un empeño dirigido a construir
una nueva arquitectura institucional que permita lograr una mayor “racionalidad”
de las posibilidades de acción estatal, justamente para que el Estado pueda
convertirse en el actor central del cambio (que es uno de los elementos
fundamentales de la ideología del gobierno) y sea capaz de orientar el
desarrollo de la economía y la acción social (el “papel rector”, o “trazar
la cancha”, como se dice). En los meses que comentamos, por ejemplo, se produjo
la absorción del INNFA (Instituto Nacional del Niño y la Familia) por el
MIES (Ministerio de Inclusión Económica y Social).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un segundo aspecto de esta recuperación del estado es la
“recuperación de la soberanía”, esta política relativamente nacionalista del
gobierno. Estos últimos meses se ha hecho más notorio por el ataque colombiano
en la frontera norte. La defensa de la frontera norte, el fin del convenio de la
base de Manta, el TLC, etc.: recuperar el territorio nacional como un espacio de
soberanía de la política estatal, pero no desde la perspectiva de un desarrollo
más o menos autónomo del mercado interno, en el sentido de los nacionalismos de
los años 70, sino de recuperar recursos para el desarrollo económico nacional
(por supuesto, de un desarrollo capitalista).</DIV>
<DIV align=justify><BR>En la ronda de discusiones entre la Comunidad Andina y la
Unión Europea, la posición ecuatoriana y boliviana marcó esa tendencia, opuesta
a la visión de simplemente insertarse y asimilarse a los mercados desarrollados,
expresada por los gobiernos de Colombia y Perú. Detrás de la posición
ecuatoriana está la visión de crear un espacio de soberanía regional, que es a
veces el área andina, a veces Sudamérica, y que ha enlazado con los momentos más
“radicales” de la política exterior brasileña: insinuar una OEA sin EU, proponer
una política de seguridad sudamericana, también sin los EU,… Es como si los
nacionalismos de los años 70 hubieran pasado a ser, estos sí, nacionalismos del
siglo 21; porque, evidentemente, con las condiciones creadas por la
“globalización” capitalista y el despliegue de las políticas neoliberales, las
propuestas centradas exclusivamente en el mercado nacional no tienen ahora mayor
viabilidad. La única posibilidad real es impulsar un mercado regional más
amplio, que puede ser Sudamérica. El único problema de esa propuesta es que
depende del Brasil, pues en América Latina no existe ninguna otra economía capaz
de servir de eje articulador.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es importante mencionarlo porque el Ecuador no tiene un
peso económico suficiente como para influir decisivamente en estos procesos,
pero podría sumarse a una corriente regional: cuando Correa retomó la propuesta
del eje Manta-Manaos mostró la intención de incluirse con ventaja en una posible
reorganización de la base territorial de acumulación de capitales a escala
regional.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es también un nacionalismo distinto por sus objetivos: en
los años 70 la lucha era por la nacionalización de los recursos (el petróleo,
las 200 millas de mar territorial); el nacionalismo actual se plantea una
renegociación con el capital transnacional. Lo hemos visto durante este
gobierno: renegociaciones con las empresas de telefonía celular, mineras y
petroleras. La reversión de las concesiones mineras debe entenderse como un
mecanismo para obligar a las empresas mineras a renegociar bajo nuevas
condiciones, dejando más recursos en el país, acogiendo reglamentaciones más
claras y posiblemente un asocio con el Estado (y para eso se plantea la creación
de la Empresa Nacional de Minería). Recordemos también que, cuando asumió el
gobierno, dictó el famoso decreto de revisión de la participación estatal en los
dineros provenientes de los excedentes sobre el precio por barril fijado en los
contratos, el famoso “99-1”; luego, en las conversaciones habidas en mayo y
junio, el gobierno acuerda una redistribución “70-30”, y en los primeros
contratos que se firmaron ya el mes pasado, el Estado va a obtener 67 centavos
por cada dólar. El esquema, como se ve, es presionar a las transnacionales para
que renegocien y no se produzcan estos festines, estas sangrías de recursos que
significó el predominio de las políticas
neoliberales.<BR> <BR><STRONG>Normar el capital, o la increíble y triste
historia de la “burguesía realmente existente”</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Que sea una propuesta de renegociación debe vincularse
con otro elemento. En la reforma capitalista está involucrada una reforma al
funcionamiento del capital. No puede haber una reforma capitalista si no se
ponen ciertas reglas al funcionamiento del propio capitalismo. Normarlo como
forma de asegurarle un ambiente propicio para la reproducción y la acumulación
(dinero barato, subvenciones, incentivos).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Durante todo el período neoliberal (que en el Ecuador
comenzó en 1981, cuando Oswaldo Hurtado subió al gobierno tras la muerte de
Roldós, y se mantuvo claramente hasta el gobierno de Gutiérrez), el Estado fue
privado de su capacidad de controlar los movimientos del capital. Los resultados
pudimos verlos y sentirlos en la crisis bancaria de 1999. El gobierno de Correa
busca que el Estado recupere cierto control sobre la marcha de la economía; a
eso apuntó su primer enfrentamiento con la banca por las tasas de interés (y
nuevamente habría que recalcar: se trata de controlar y orientar, no de
expropiar ni de hacer ninguna reforma radical; tan no se trata de eso que en
semanas anteriores el propio Correa, en un programa de televisión, se permitió
alabar el buen funcionamiento del Banco Pichincha). </DIV>
<DIV align=justify><BR>Estos últimos meses, que vieron un crecimiento notable de
la inflación, sirvieron también para mostrar la dirección en que pretende ir el
gobierno: un Estado que incida en las condiciones en las cuales se genera la
producción dando más facilidades para el sector productivo, tanto para los
pequeños como para los grandes productores: allí los subsidios para la
importación de agroquímicos, la urea subsidiada, el “mandato agrario”, las
exoneraciones de impuestos, más subsidios en el plan de reactivación agraria,…
Pero todo esto a cambio de que las ganancias se mantengan en un cierto nivel
“razonable” que no esquilme a los consumidores, sobre todo a los de menos
recursos; así que el gobierno establece la faja de precios para el arroz (el 19
de junio). Ofrecerle, entonces, al capital ciertas condiciones para que pueda
seguir obteniendo ganancias, siempre y cuando no se produzcan “abusos y
excesos”. También los conceptos de “abuso” y “exceso” son ambiguos, pero ¿qué se
le va a hacer?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Lo propio se plantea en el intento de normar la relación
capital-trabajo. El mandato laboral, que elimina la tercerización, pero no la
intermediación, es una muestra de eso. Que las relaciones capital-trabajo
funcionen normalmente, tratando de frenar los excesos (la multa a Pinto). Esto
de “excesos” ha salido de boca de los propios funcionarios gubernamentales: el
ministro de Trabajo, Antonio Gagliardo llegó a definir la explotación como el
exceso (pero, la explotación es la norma del funcionamiento del sistema, no un
exceso).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Propio de la mentalidad expresada por el gobierno, se ven
excesos “en los dos lados”: por eso el ataque a los contratos colectivos, al
derecho de organización y de huelga de los trabajadores públicos, a la huelga
solidaria. Todo lo cual, más allá de las motivaciones y de los discursos, es
absolutamente funcional –y provechoso– para el capital en su conjunto.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Se trata, entonces, de un gobierno que busca una reforma
del capitalismo: crear condiciones en las cuales se siga normalmente
produciendo plusvalor, y éste pueda ser normalmente apropiado por los
empresarios, pero en las cuales no se produzcan abusos y excesos, y en las
cuales haya también espacio para el desarrollo de la pequeña y mediana
producción. Un par de ejemplos: también en el campo agrario, y desde el inicio
de su gestión, algunas políticas sociales, en algunas zonas, compraban a los
pequeños campesinos los productos de la alimentación escolar, y más
recientemente el gobierno anunció que su intención era que se entregaran 600
millones de dólares en beneficio de las pequeñas y medianas explotaciones
agrícolas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero el problema de todo esto es que la burguesía de
carne y hueso es muy poco reformista; se acostumbró al ambiente creado por la
orgía neoliberal, y no está muy dispuesta a entrar en este plan de reformas. Y
lo que vemos constantemente es la oposición de las Cámaras Empresariales, del
Comité Empresarial, de la Asociación de Bancos, de la AER (Asociación
Ecuatoriana de Radiodifusión), la AECTV (Asociación Ecuatoriana de Canales de
Televisión), la AEDEP (Asociación Ecuatoriana de Editores de periódicos),… La
burguesía, como sujeto, es muy poco reformista, y nacionalista menos todavía,
porque está totalmente vinculada a los flujos de los capitales globalizados, y
buena parte de sus procesos de reproducción y de acumulación depende del vínculo
con los mercados mundiales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Así que uno de los grandes problemas políticos del
proyecto de Correa es que se trata de una propuesta de reforma capitalista en
condiciones en que los propios capitalistas no parecen muy dispuestos a las
reformas. El resultado tiende a ser necesariamente un reforzamiento del papel
del Estado, porque si no existe el sujeto social, real y concreto, de la
reforma, el Estado tiene que suplir este papel. Si en la época anterior el
Estado fue manejado en función de interés faccionales, incluso familiares, de
grupos empresariales, a lo que puede aspirar el proyecto de Correa es a un
Estado que represente los intereses generales de la burguesía.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y en ese sentido necesita mucho más apoyarse en un nexo
con los capitales transnacionales, porque eso puede darle a la propuesta un piso
de respaldo que no encuentra directamente en el capital “local”. Y por eso
también el gobierno hace esfuerzos por atraer a sectores empresariales. En
algunas políticas sociales ya hay participación de grupos empresariales; por
ejemplo, en el plan “socio país” están vinculados Supermaxi o Tía; en el
programa de ferias libres se han sumado 10 empresas: La Fabril (aceite La
Favorita, margarina Klar), panadería California, Nirsa (sardinas Real, atún Mar
Brava), ingenio La Troncal, huevos Casanova, fideos Toscana, Avícola Fernández,
Big Cola, Rey Leche y La Europea.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Con esto, el gobierno ha logrado acercarse a sectores
capitalistas que no están directamente vinculados a los gremios empresariales;
recordarán ustedes, hace unos meses, la reunión mantenida por Correa con 70
empresarios, que descuadró a las Cámaras; entre ellos estuvieron Pedro Kohn y
Roque Sevilla. Una infidencia periodística señalaba los empresarios que visitan
el palacio de gobierno: Roberto Goldbaum, María Belén Correa, Ignacio Pérez
Arteta, Ricardo Estrada y César Monge. Si se plantea una reforma capitalista, se
necesita el respaldo de algún sector de la burguesía; no basta con el difuso
apoyo de los ciudadanos.<BR> <BR><STRONG>El gobierno, los movimientos
populares, el referéndum</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Para terminar: si es que la propuesta es una reforma
capitalista centrada en el Estado como actor fundamental, y busca una apertura
hacia el sector empresarial y espacios de renegociación con el capital
transnacional, entonces se explica el por qué de la posición de Correa frente a
los movimientos sociales, sobre todo los más organizados, los más
representativos, los que tienen mayor capacidad de movilización, los más
independientes, y la izquierda: si no los puede funcionalizar, se convierten en
un estorbo. Y resultan un estorbo porque Correa ha recogido efectivamente en su
programa electoral, en algunas políticas gubernamentales y en ciertas reformas
constitucionales parte del programa de la lucha social de los últimos 30 años.
Pero al recogerla, la distorsiona en la perspectiva de la reforma capitalista, y
se genera una clara distancia con la perspectiva de la movilización
social.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Vamos a decirlo claramente: no es que la movilización
social haya sido anticapitalista o socialista; el horizonte máximo de la lucha
social durante este último período ha sido detener al neoliberalismo. Sin
embargo, la dinámica de la movilización puede encontrar un más allá de los
límites de la mera resistencia al neoliberalismo y, obviamente, más allá de la
reforma. Se pudo verlo en la lucha contra el TLC, y de modo nítido en las
movilizaciones masivas de las últimas crisis políticas: en ellas se partió de la
crítica al gobierno de turno y al congreso, y se terminó encontrando la
revocatoria del manato de tres presidentes (Bucaram en 1997, Mahuad en el 2000,
Gutiérrez en 2005), el “fuera todos”; y una perspectiva de democracia
radicalmente diferente a la democracia liberal.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Correa debe ser conciente (o por lo menos tener
intuiciones) de que la movilización social representa un riesgo para una
propuesta de reforma centrada en el Estado. No ha llamado a ninguna movilización
importante; el festejo de inicios de año no fue una movilización de lucha, sino
apenas un escenario de reconocimiento de fuerzas. Lo contrario a lo que ya está
haciendo la derecha, que utiliza la movilización como un recurso de lucha social
(Nebot, los evangélicos, los colegios católicos). En este período preelectoral
podríamos encontrarnos con un escenario en que la calle sea ganada por la
movilización de la derecha.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Su relación con los movimientos sociales y con la
movilización refleja una visión para nada democrática. La concepción de
democracia que tiene Correa no va más allá del liberalismo. Cuando la polémica
con Acosta, Correa dijo: “El primer paso para lograr el cambio es dejar de lado
las falsas democracias. Nos quieren hacer creer que todo el mundo puede debatir
interminablemente”. Uno puede decir que eso fue porque el trabajo de la
constituyente se estaba dilatando y perdiendo tiempo, que se generaba una mala
imagen de la Asamblea y que, gracias a ello, la derecha ganaba terreno. Sin
embargo, a renglón seguido, Correa reafirma y aclara: “Democracia no es que
participen todos. Básicamente es cumplir el mandato que nos dio el pueblo”. Ese
es el esquema de la democracia representativa, delegativa: uno escoge al
representante, y el representante se convierte en el soberano que ejecuta lo que
entiende que el pueblo le ha indicado. Una democracia en la cual el Estado y la
tecno-burocracia tienden a expropiar las potencialidades transformadoras de la
sociedad en movimiento.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y tiene que ser así, dado que la propuesta está centrada
en el Estado, movido por la lógica técnico-administrativa a la cual le estorba
la intromisión de la lógica de la movilización social.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ahora bien: eso no quiere decir que yo esté por el “no”
en el referéndum. Al contrario. También está en juego la posibilidad de dar
continuidad y desarrollar las luchas populares. Está en juego la posibilidad de
asestar una nueva derrota al neoliberalismo, a sus impulsores y beneficiarios.
Está en juego la posibilidad de fortalecer el avance de la conciencia social, su
búsqueda de justicia y de igualdad, de profundizar la brecha que ha ido labrando
frente a las distintas formaciones políticas de la oligarquía, frente a sus
representantes ideológicos, aparentemente no partidarios ni políticos (la gran
prensa, las jerarquías eclesiásticas, católicas y evangélicas). Está en juego la
necesidad de hacer frente y detener la ofensiva de las derechas unidas, que
pretenden hacerse fuertes movilizando el lado conservador y timorato de las
mentalidades sociales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cuando es todo esto lo que está en juego, no cabe una
posición neutral, no cabe pretender situarse “más allá del bien y del mal”. Pero
debe ser un “sí”, cualificado, un sí nuestro, autónomo, un sí a las luchas de 30
años contra el neoliberalismo y la democracia restringida. No puede ser un sí
que simplemente reafirme al gobierno de Correa, tiene que ser un sí que critique
al gobierno, de modo claro y desde la izquierda; lo contrario sería entregar
toda la lucha social de los últimos 30 años a un mero juego de reforma burguesa.
El tema es cómo la izquierda y los movimientos sociales reconstruyen un espacio
de izquierda autónomo, crítico, que no le haga el juego a la oposición
oligárquica y que no se confunda con la crítica de las viejas y nuevas derechas.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Quito, 4 de agosto de 2008.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* Sociólogo. Militante del grupo Refundación
Socialista.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR> <BR> </FONT></DIV></BODY></HTML>