<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML xmlns:o = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" xmlns:st1 =
"urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags"><HEAD>
<META http-equiv=Content-Type content="text/html; charset=iso-8859-1">
<META content="MSHTML 6.00.2900.2523" name=GENERATOR>
<STYLE></STYLE>
</HEAD>
<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario
<BR></FONT></U></EM><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición
internacional del Colectivo Militante<BR><U>21 de agosto 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Palestina</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El nacionalismo palestino frente al
Estado de Israel<BR> <BR>El sufrimiento como
identidad</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial>A sesenta años del nacimiento del
Estado de Israel, el sionismo ha sido bien estudiado. No es el caso de la
identidad palestina, construida, a pesar de otros nacionalismos árabes, en base
a sucesivos fracasos. El éxito de Israel contrasta con la irresolución de la
“cuestión palestina”, sometida a los avatares de la descolonización del siglo
XX.</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Andrés Criscaut
*</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Le Monde
Diplomatique</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Edición Cono Sur, Buenos
Aires, mayo 2008</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.eldiplo.org"><STRONG>www.eldiplo.org</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>En términos generales, los
nacionalismos israelí y palestino tienen varias similitudes: fueron ideados por
elites alejadas de la zona anhelada; se formaron en un contexto colonial;
cristalizaron en ausencia de una estructura estatal y vieron como potenciales
ciudadanos a poblaciones diseminadas en diásporas y muy disímiles entre sí. En
su gran mayoría, israelíes y palestinos fueron –y son– refugiados, desplazados,
migrantes y/o sobrevivientes; personas que han padecido o ejercido de alguna
manera la violencia o la discriminación a la largo de sus vidas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El sionismo, una de las variantes del nacionalismo judío
que homologó a las diversas judeidades en la idea de un ser israelí, es un caso
bien estudiado. Pero recién ahora se está comenzando a investigar y a entender
desde un punto de vista académico la otra cara de la misma moneda: ¿quiénes son,
qué creen ser, y cómo son vistas esas personas que se denominan “palestinos”?
Este retraso se debió en primer lugar a la dificultad de Occidente por entender
las múltiples identidades y superposiciones de lealtades que se presentan en
casi todos los nacionalismos de los países árabes. Para los ciudadanos
occidentales, con una larga tradición de sistemas estatales que fomentan y
sostiene identidades (escuelas, museos, fechas patrias, etc.) es difícil
entender que para un palestino su identidad es mucho más compleja, móvil y
simultánea (árabe en algún contexto, musulmán o cristiano en otro, de Naplús o
de Jaffa, y finalmente palestina). A su vez, hasta fines de los años ’60, cuando
se diluyó la idea del pan-arabismo, el concepto de un Estado-Nación en el mundo
árabe también había sido visto con temor y sospecha, como una más de las
imposiciones del colonialismo europeo. El auge relativamente reciente de un
nuevo pan-islamismo (otra fuente poderosa de representación), mucho más radical
y anti-occidental, aún se encuentra en plena evolución en el mundo árabe. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Otro factor importante es haber entendido la historia del
nacionalismo palestino como un subproducto o una simple reacción –y por lo
tanto, menos legítima– de una de las más poderosas y efectivas narrativas
nacionales: el sionismo-israelismo. La primera ministra israelí, Golda Meir,
supo decir: “no hay nada que pueda entenderse como palestinos… ellos nunca han
existido”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por ejemplo, en un kibutz del norte de Israel,
adolescentes judíos de todo el mundo juegan a ver quién sabe más de
“israelidad”. Cuál es el nombre del nuevo ministro de Defensa, cuántos escaños
tiene la Knesset, qué equipo de Tel Aviv ganó la última final de básquet, y
cuántos y cuáles son los países que limitan con Israel. Alguien responde
“cuatro: Líbano, Siria, Jordania y Egipto”, y todos aplauden esta respuesta.
Pero otros no, y menos aun los palestinos, quienes han padecido una de las
mayores políticas de “no existencia” o de “obliteración” de la historia. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Lo fascinante de la narrativa palestina fue que logró
afianzarse casi exclusivamente en hacer del fracaso una fuente constante de
identidad, haciendo de la derrota una victoria. En ese sentido, el nacionalismo
palestino no es menos real o más ficticio que cualquier otro tipo de
nacionalismo, pero sí podría decirse que pudo desarrollarse “a pesar” de los
otros nacionalismos de la región, especialmente del israelí y del
jordano. <BR><STRONG> <BR>Política de la
negación</STRONG><BR> <BR>Al igual que todos los nacionalismos que se
generaron en Medio Oriente durante el siglo XX, el palestino fue un producto de
la injerencia extranjera. Paradójicamente, casi todos los procesos de
descolonización estuvieron basados en las ideas de independencia, libertad y
autodeterminación, influidas por el proceso de modernización al que se vieron
arrastrados los pueblos colonizados. Así, el Mandato británico sobre Palestina
significó un arma de doble filo, ya que a la par del control y la explotación,
también representó una unificación política y administrativa sin precedentes. El
sistema secular y centralizado del Mandato desarticuló ciertas lealtades
religiosas y sectarias tradicionales, modelando y asentando las bases para el
posterior desarrollo de un pensamiento nacional moderno. Al mismo tiempo que los
británicos acentuaban y perpetuaban el antiguo sistema de patronazgo,
clientelismo y favoritismo entre los árabes, la administración moderna generaba
nuevos actores, necesidades y marginalidades que constituían un desafío para las
nuevas elites palestinas. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Como todas las sociedades de estructura tradicional de
Medio Oriente, los árabes de Palestina se vieron sumergidos en el gran vendaval
de cambios que produjeron las fuerzas políticas y económicas de la modernidad de
principios del siglo XIX, y la consolidación del mercado mundial y del
capitalismo. Los profundos procesos de politización y control administrativo
articularon una suerte de islam secularizado, que también involucraba en forma
muy activa a los árabes cristianos, los primeros en entrar en contacto con las
nociones europeas de nacionalismo y patriotismo en las escuelas misioneras o a
través de otros contactos con europeos (1). Esto comenzó bajo el Imperio Otomano
y se profundizó con las administraciones de Inglaterra y Francia en la zona.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero al caso palestino se le sumó un factor ausente en
todos los otros procesos de construcción nacional del mundo árabe: una doble
amenaza. El proceso “natural” de explotación, saqueo y dominio imperial se vio
acompañado por una colonización judía, altamente modernizada en los cánones
europeos, que competía por el mismo espacio geográfico y por los mismos factores
de producción. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El nacionalismo palestino no es una simple reacción al
proceso de construcción sionista de un Estado judío, pero sin él su evolución
hubiera sido sumamente diferente. Los sionistas hicieron de la política de
negación de la población autóctona uno de sus lineamientos ideológicos. La
consigna “un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo”, así como una
política económica que excluía la mano de obra árabe a favor de un “trabajo
judío” redentor, son tan sólo algunos ejemplos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Por otro lado, Inglaterra mantuvo durante todo su mandato
sobre Palestina una evidente política de favoritismo hacia los judíos, ya que
dentro de la lógica de “civilización o barbarie” que guiaba al Imperio no había
dudas cuál de estas dos comunidades debía ser civilizada y cual no. Un claro
ejemplo de esto fue cuando Inglaterra tomó posesión del Mandato sobre Palestina
tras el desmembramiento del Imperio Otomano, luego de la Primera Guerra Mundial.
Una modificación de su Estatuto incluyó la aprobación de permitir un
asentamiento judío en la zona (declaración de Balfour), pero aclarando que esto
no debía perjudicar a las otras poblaciones “no judías”. La población autóctona
era definida por la negativa, pese a que los árabes representaban casi el 90% de
la población del Mandato. El historiador israelí Ilan Pappé explica así esta
falsa paridad: “Si los británicos hubieran llevado a cabo elecciones
democráticas para representantes y autoridades locales, como hicieron en Egipto
o en Irak, el carácter árabe de Palestina jamás hubiese sido puesto en duda”
(2). </DIV>
<DIV align=justify><BR>Durante ese período, la idea de una identidad particular
palestina era compartida por una elite muy reducida de profesionales árabes
urbanos, muchos de ellos cristianos, educados en escuelas de carácter europeo y
favorecidos por la prosperidad del dominio del Mandato. Pero la gran mayoría de
la población palestina se encontraba en el macizo central montañoso, conocido
hoy como Cisjordania, y veía su tradicional vida campesina de fellaheen cada día
más complicada por la colonización judía. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta pauperización persistente del interior montañoso del
país contrastaba con el auge de la planicie costera, cuya pujante economía se
orientaba al voraz mercado europeo, y donde comenzaba a delinearse asimismo una
clase social de jóvenes trabajadores árabes marginados, desclasados y
desempleados, los shabab. El conflicto comenzaba a perfilarse en sus múltiples
facetas: autóctonos contra foráneos, ricos contra pobres, campo y ciudad,
modernidad versus tradición... árabes contra árabes.<BR>Esta segmentación dentro
de la misma sociedad palestina era fomentada por los británicos en su política
de “divide y reinarás” favoreciendo y potenciando las lealtades locales de los
pueblos y de los clanes en detrimento de un incipiente sentimiento nacional
palestino.<BR> <BR><STRONG>Un pueblo sin
líderes</STRONG><BR> <BR>Antes de la Primera Guerra Mundial existía una
identidad arraigada que cementaba en términos pre-nacionales a la población con
la región: una percepción de Palestina como lugar sagrado para musulmanes y
cristianos, como centro de peregrinaje y de codicia para los europeos, dentro de
una tradición política de patriotismo local. Esta identificación con el pueblo o
la aldea nunca ha desaparecido del todo en las múltiples identidades árabes de
la zona, a tal punto que muchos de los palestinos de los campos de refugiados
aún siguen identificándose con los lugares de donde fueron expulsados sus padres
o abuelos, pese a que jamás hayan estado allí y que muy probablemente ya ni
siquiera existan. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero varios cambios políticos producidos en las décadas
de 1920 y 1930 impondrían un fuerte viraje de adaptación y de reorganización
identitarios en la región para todas las colectividades árabes. Durante la
Primera Guerra Mundial, Inglaterra venció a los turcos otomanos en Medio Oriente
gracias al apoyo de los rebeldes árabes, a quienes prometió como contrapartida
la creación de un gran Estado árabe independiente. Sin embargo, los acuerdos con
los franceses tenían prioridad. En 1920, Francia expulsaba de Damasco al rey
Faysal, poniendo fin al sueño de una “Gran Siria” (Siria, Jordania, Líbano y
Palestina), al que muchos de los incipientes nacionalistas palestinos adherían
con fervor. Dos años después, los ingleses pusieron en práctica lo que se puede
considerar la primera división de Palestina, creando un gobierno de beduinos
hashemitas semi autónomo, pero funcional a los intereses de Londres, al otro
lado del río Jordán. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Así, donde antes no había casi diferencias, ahora
existían fronteras, pasaportes, visas, monedas y aduanas. Donde antes había una
población árabe casi indiferenciada, ahora había sirios, transjordanos y judíos.
Los árabes de Palestina, tanto urbanos como campesinos, se vieron por primera
vez solos y ante una colonización judía que creció de 12.500 personas en 1932 a
66.000 en 1935, cuando se intensificó la huída de la Alemania nazi. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Entre 1936 y 1939 se produjo una revuelta espontánea
–similar a la ocurrida en la última década con las dos Intifadas– compuesta
básicamente por campesinos y marginados de los centros urbanos, conocida como la
Gran Revuelta árabe de Palestina, y que tomaría por sorpresa a la pequeña elite
de dirigentes palestinos (sólo un 9% participaron, y menos de un 5% digirió
acciones armadas o de guerrilla) (3). </DIV>
<DIV align=justify><BR>El levantamiento, si bien fue disparado por los desafíos
y las inequidades ante el creciente enclave judío en el Mandato, tuvo una
orientación abiertamente antibritánica, ya que la Corona era responsable directa
de ese desequilibrio. Pero en su etapa final terminó siendo una verdadera guerra
civil entre palestinos (4). La revuelta puso en serios aprietos a la
administración del Mandato, que desplegó más tropas en la pequeña zona de
Palestina que en todo el subcontiente indio. </DIV>
<DIV align=justify><BR>A pesar de obtener una restricción limitada de la
migración judía por parte de Londres, la revuelta resultó en un fracaso total
desde el punto de vista palestino: la represión británica, una de las más
brutales de todas sus colonias, dejó un saldo de 5.000 muertos (10% de los
varones adultos), entre 15 y 20.000 heridos y la casi total desaparición y
destierro de los líderes urbanos y dirigentes campesinos. A su vez, ratificó
para los británicos la imposibilidad de ejercer el mandato por mucho tiempo más
bajo esas condiciones, mientras que para los judíos constituyó la certeza de que
no habría posibilidad alguna de evitar el conflicto con los árabes. Este fue el
primer paso para la militarización de la sociedad judía, que tras la revuelta
mantendría a más de 15.000 personas entrenadas en la disciplina militar y con
experiencia en la logística del combate. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Durante la revuelta, los líderes campesinos palestinos
obligaron a usar en las “zonas liberadas” la kafiya (el pañuelo negro y blanco
que diferenciaba a los campesinos de las montañas de la elite ciudadana, que
usaba el fez o sombrero redondo otomano), posteriormente utilizado como símbolo
por excelencia de la identidad palestina. Como explican los historiadores Baruch
Kimmerling y Joel Migdal: “En el momento en que la política británica estaba
tomando decisiones cruciales para el futuro de Palestina, los palestinos se
encontraron a sí mismos sin los grupos que habían definido hasta entonces su
sociedad, que habían modelado el movimiento nacional, o que habían sido los
portavoces de sus asuntos locales e internacionales. La dirigencia había
comenzado un exilio que duraría hasta hoy” (5).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Otra de las características que perdurarían por mucho
tiempo fue que, a partir de ese momento, los británicos dejaron de negociar
directamente con los palestinos y comenzaron a tratar el conflicto local a
través de los gobiernos árabes de los países vecinos. La representación
palestina se encontró entonces ante un vacío de líderes, que fue llenado con
árabes no palestinos. Esto sería una constante en varias etapas de la historia
palestina, en las cuales las elites dejaron en manos “extranjeras” varios
elementos cruciales de su destino. Como ejemplo, la “opción jordana” (una
posible solución con Israel a través de la mediación de Amman), recién finalizó
en 1988, cuando Jordania dejó de reclamar la soberanía sobre
Cisjordania.<BR> <BR><STRONG>De derrota en
derrota</STRONG><BR> <BR>Cuando Naciones Unidas, inaugurando una línea
política de resolución de conflictos a través de la división –India-Pakistán,
Corea, Vietnam, etc.– decidió la creación de dos Estados, uno judío y otro
árabe, en el territorio de la Palestina británica, la suerte ya estaba quizás
echada. El historiador israelí Benny Morris denominó al período que va de 1937 y
1948 “la neutralización política y militar de los árabes de palestina” (6). En
1947, cuando llegó el momento de luchar para llenar el espacio de poder dejado
por los ingleses, los palestinos ya eran un pueblo derrotado, con una marcada
desventaja frente a la estructura casi estatal y muy bien organizada de los
judíos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ese año, gran parte de los 1,3 millones de árabes de
Palestina se convirtieron en refugiados y/o se vieron afectados por la primera
guerra árabe-israelí. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En 1948, siguiendo un arreglo tácito entre el rey de
Jordania y el gobierno judío, las tropas jordanas invadieron la margen
occidental del río Jordán, conocida como Cisjordania, y núcleo central de lo que
debería haber sido el Estado de los árabes de Palestina. Por su parte Egipto se
apoderó de la franja de Gaza. Para los israelíes, 1948 fue el año en que los
judíos ganaron la “Guerra de la Independencia” y crearon el Estado de Israel.
Para los palestinos, fue el año de la Nakba (El Desastre), el año que perdieron
Palestina y su sociedad fue devastada. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Entre 1948 y 1964, cuando se creó la Organización para la
Liberación de Palestina (OLP), muchos llegaron incluso a creer que los
palestinos habían desaparecido del mapa político como actores independientes, e
incluso quizás como pueblo. Sin embargo, la derrota del ’48 inauguraría una
nueva cultura del refugiado y de la dispersión conocida como Ghurba, la fantasía
de un Paraíso Perdido, de una vida pueblerina apacible volatilizada; la de ser
simples víctimas de una conspiración internacional. Esto sería un nuevo factor
que redefiniría a los múltiples fragmentos de la comunidad palestina: los
refugiados en los campos de Naciones Unidas; los que fueron “jordanizados”; los
que permanecieron en Cisjordania, o los que se transformaron en
palestinos-israelíes. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta traumática y prolongada experiencia los
identificaría con la visión común de una realidad de sufrimiento en el exilio y
de un destino de redención y justicia puesto en el retorno al Paraíso Perdido.
Como aclara el historiador Rashid Khalidi: “lo que ahora los palestinos
comparten es algo mucho mayor de lo que los separaba: todos han sido
desposeídos, ninguno es dueño de su destino, todos están a merced de autoridades
hostiles, distantes y frías. Si hasta 1948 la población árabe de Palestina no
había estado segura de su identidad, ahora la experiencia de la derrota, de la
privación y del exilio garantizó que ellos supieran muy pronto lo que significa
su identidad como palestinos” (7). Así quedó inaugurada una nueva narrativa
histórica que haría de toda derrota o error un triunfo y, en cierta medida,
absolvería a los palestinos y a sus dirigentes de cualquier tipo de
responsabilidad sobre su propio destino. La imagen recurrente de esta nueva
etapa es la del sumud; el que resiste. </DIV>
<DIV align=justify><BR>A partir de ese momento las colectividades palestinas
dispersas y fragmentadas se vieron ante el desafío de forjar estructuras
institucionales representativas, pero siempre sometidas a poderosas fuerzas
centrífugas o de “despalestinización”. Las dos primeras son las que afectaron al
casi 80% de la población palestina que permaneció, de alguna u otra manera,
dentro de los límites de la Palestina del Mandato. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Los palestinos israelíes fueron sometidos a un férreo
sistema de “judaización”, de control y de cooptación. Con una evolución marginal
dentro de la sociedad israelí, en cierta medida lograron articular, a través del
Partido Comunista Israelí, la idea de ser parte de la causa palestina, pero
siempre dentro de su intento por alcanzar todos sus derechos dentro de la
sociedad israelí (8). </DIV>
<DIV align=justify><BR>Por su parte, Ammán pondría en práctica durante sus casi
20 años de control en Cisjordania un fuerte aparato para evitar el nacionalismo
palestino y “jordanizar” a los palestinos, que forman casi un 75% de la
población total del reino hashemita. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero el gran reservorio identitario será preservado en
las particulares características de la sociedad de los campos de refugiados. Una
nueva generación de palestinos será formada a través del patronazgo de Naciones
Unidas, en donde un sistema educativo que en 1980 cubría a casi el 95% de los
niños y empleaba en su gran mayoría a palestinos, generará una nueva clase
dirigente altamente politizada, dinámica y con una gran noción del poder de la
educación y los medios como factores de concientización. Al universo simbólico
palestino de desarraigo, resentimiento y desesperanza, se agregarán la imagen
del fedayin, el guerrero mártir, así como la posterior representación del shahid
o niño de las piedras de la primera Intifada. A su vez se irá formando en la
diáspora palestina en los países árabes una clase dirigente de profesionales que
logrará, con el tiempo, canalizar políticamente a las sociedades de refugiados.
<BR> <BR><STRONG>La construcción de la unidad</STRONG><BR> <BR>Cuando
en 1968 el grupo Fatah de Arafat, una de las tantas organizaciones guerrilleras
que luchaban por la causa palestina, toma la dirección de la Organización de
Liberación Palestina (creada por la Liga Árabe y por el presidente egipcio
Nasser como una fachada para enfrentar indirectamente a Israel y también testear
el compromiso del “britanizado” rey de Jordania con la causa del panarabismo),
comenzará la institucionalización definitiva de la identidad palestina.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Varios fueron los factores que hicieron de Fatah-OLP el
único representante de los Palestinos. El primero, la presentación de una
plataforma política lo suficientemente amplia y difusa como para aglutinar al
amplio abanico de actores y estamentos de las comunidades palestinas: desde
ricos comerciantes en Jordania hasta guerrilleros maoístas en el Líbano, pasando
por paupérrimos refugiados en Gaza, estudiantes universitarios en El Cairo o
campesinos en Cisjordania. El segundo, ser la primera organización en tener como
prioridad única y particular la liberación de Palestina y el retorno de los
refugiados, idea a contracorriente de la gran unidad árabe del momento. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero, paradójicamente, el gran catalizador y
homogenizador de la identidad palestina sería la victoria israelí de 1967 en la
“Guerra de los Seis Días”; la humillación y la evidente ineficiencia de los
gobiernos árabes. Tras la invasión de Gaza y Cisjordania (llamada por los
palestinos la Naksa, La Tragedia), los israelíes pondrían nuevamente a la gran
mayoría de la sociedad palestina bajo una misma unidad administrativa, tras dos
décadas de separación. Un año después de la derrota del ’67, la OLP, con la
ayuda del ejército jordano, logró derrotar a los israelíes en un enfrentamiento
en un campo de refugiados: en la “batalla de Karama” la OLP logró el
reconocimiento y la adhesión de casi todas las colectividades palestinas. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La historia palestina seguiría su curso con importantes
fluctuaciones (acuerdos de paz; reconocimiento de Israel; declaración de
independencia; aceptación de un Estado sólo en Gaza y Cisjordania; creación de
Estados dentro de Estados en Jordania y Líbano; apoyo a Saddam Husein;
Intifadas; surgimiento del islam político, etc.) pero ya no habría dudas de qué
es ni quiénes son los palestinos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero hablar de “Catástrofes” y “Tragedias” -sin duda las
hubo para los palestinos- es también entender la historia como un desastre
natural que simplemente acontece, libre de cualquier tipo de responsabilidad y
dimensión humana. Los palestinos existen, pero lo que aún no queda tan
claramente definido, más allá de su narrativa “quijotesca” o su panteón de
heroicas derrotas, es la “dimensión” que tendrá su identidad. Les queda el
desafío de demostrar que, así como han dado un claro ejemplo de la posibilidad
de estructurar una identidad no “a pesar” sino “gracias a” los intentos de
evitar y silenciar el surgimiento nacional, también son capaces de mostrar cómo
y qué implica construir un nuevo país en el mapa del siglo XXI. <BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* Periodista especializado en política internacional.
Colaborador en Israel y Palestina de Amnesty International, Rabbis for Human
Rights y Machsom Watch durante el año 2007): <A
href="mailto:andrescriscaut@yahoo.com">andrescriscaut@yahoo.com</A></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U></U></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U>Notas</U></STRONG><BR> <BR>1. Dos de los
diarios más importantes que fomentaron el nacionalismo palestinos, Filistin y
al-Karmil, fueron fundados, dirigidos y escritos mayoritariamente por árabes
palestinos cristianos. <BR>2. Ilan Pappé, A History of Modern Palestine,
Cambridge Univesity Press, Londres, 2004.<BR>3. Bayan Nuweihid al-Hout, “The
Palestinian Elite during the Mandate Period”, Journal of Palestine Studies, nº
9, Berkeley, 1979.<BR>4. Baruch Kimmerling y Joel Migdal, Palestinians: The
Making of a People, New York Free Press, Nueva York, 1993.<BR>5. Ibid.<BR>6
Benny Morris, The Birth of the Palestinian Refugee Problem 1947-1949, Cambridge
University Press, Londres,1987.<BR>7. Rashid Khalidi, Palestinian Identity, The
Constructions of Modern National Consciousness, Columbia University Press, Nueva
York, 1997.<BR>8. Joseph Algazy, “El traumatismo persistente de los
árabes-israelíes”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires,
octubre de 2005.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000><FONT
size=4>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín
Solidario</FONT><BR>Ernesto Herrera (editor): </FONT></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>