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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario</FONT></U></EM>
<BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición internacional
del Colectivo Militante<BR><U>22 de setiembre 2008<BR></U>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Bolivia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Masacre de
campesinos <BR><BR>"Los mataban como a chanchos"</FONT>
<BR><BR></STRONG></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Pablo Stefanoni <BR>Clarín,
Buenos Aires, 21-9-08<BR></STRONG><A
href="http://www.clarin.com/"><STRONG>http://www.clarin.com/</STRONG></A></FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><BR>Finge una dignidad a prueba de llantos. Pero a poco
de comenzar a contar su historia, cae en la cuenta de que es un milagro que esté
viva, y las lágrimas se van colando en su relato de lo que ya se conoce como la
"Masacre de El Porvenir". Esther, como se hace llamar por temor a represalias,
se refugió en una casa, debajo de la cama, con otros campesinos, pero sus
perseguidores armados la encontraron y amenazaron con "meterle fuego" a la
vivienda si no salían.<BR><BR>"Gritaban 'viva la autonomía, que mueran estos
campesinos que no valen nada'... Pero cuando no es su hora, Dios lo protege a
uno", dice la mujer, de unos 35 años vestida con blusa fucsia al recordar el
fatídico 11 de septiembre pandino.<BR><BR>Ese día, campesinos oficialistas se
enfrentaron con huestes autonomistas en el poblado El Porvenir, a menos de una
hora de Cobija, capital de este departamento amazónico, poco poblado y aislado
del extremo norte boliviano. Hubo unos 20 muertos. A falta de información hay
una guerra de interpretaciones.<BR><BR>"El también va a declarar", dice con
solemnidad una de las encargadas de la sede campesina de Pando y la entrevista
periodística frente a una pequeña mesa de plástico va tomando el tono de una
audiencia judicial. "Masacre del cacique", rezan los carteles, apuntando al
gobernador opositor Leopoldo Fernández, hoy detenido en una cárcel de La Paz,
que se ganó ese apodo por su férreo control de esta región de calor insoportable
y activas bandas de narcotraficantes que aprovechan para su "tarea" la cercanía
con Brasil (a 15 minutos de taxi del centro).<BR><BR>"A mi me secuestraron en El
Porvenir, me trajeron hasta Cobija y me golpearon contra un ataúd mientras me
gritaban: '¡vamos a exterminarlos, mirá lo que tenemos para ustedes!',
mostrándome una caja de balas calibre 22", "declaró" otro campesino.<BR><BR>La
plaza central de Brasiléia, del otro lado de la frontera, cambió radicalmente su
fisonomía: allí se reúne cada día el "exilio" pandino. Huyeron después de que el
gobierno decretó el estado de sitio y detuvo a Fernández. Ahora son unos 500 que
no quieren volver porque "Bolivia vive una dictadura comunista, como en Cuba".
Algunos están pidiendo asilo en Brasil, mientras La Paz busca que los
deporten.<BR><BR>"Yo voté por Evo con esperanza, pero ahora sólo los indígenas
son considerados bolivianos.", dice un ex dirigente local que sólo habla de
espaldas con la televisión "porque mi mujer y mis hijos siguen en Cobija".
"Engañaron a los campesinos, les pagaron 200 Bolivianos (30 dólares) para venir
a un supuesto congreso, pero en realidad querían tomar la prefectura y sacar al
prefecto (gobernador)", agrega una mujer entre troncos de palmeras pintadas
prolijamente de blanco. Todos recuerdan al pastor evangélico presuntamente
asesinado por los militares al ocupar la ciudad el 12 de septiembre.<BR><BR>El
ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, es sindicado como el artífice
de la "dictadura militar" y de la "guerra psicológica" que vive Pando y el ex
alcalde de Cobija, Miguel "Chiquitín" Becerra, es acusado de armar en su
hacienda a los campesinos. La trayectoria de Becerra dice mucho sobre las forma
de hacer política en estas tierras con aires a Far West. Antiguo delfín de
Fernández es hoy su principal detractor, con la fuerza que le da su alianza con
el gobierno central.<BR><BR>"La violencia comenzó cuando los campesinos mataron
a quemarropa al ingeniero (Pedro) Oshiro", frente a una zanja que habían cavado
los autonomistas en plena ruta, a la altura de Tres Barracas, para impedir el
avance campesino", dice un periodista local también autoexiliado.<BR><BR>Las
columnas en camiones que quedaron como carbonizados recuerdos de la jornada
trágica incluían a mujeres y niños. Después, admite, los pobladores de El
Porvenir se "se asustaron", se defendieron y vino la balacera mortal. La explica
con brutal naturalidad: "En el monte la gente no se anda con huevadas, si viene
la víbora le disparas, y si viene alguien con un arma le disparas
primero".<BR><BR>Los campesinos dicen que la policía fue cómplice de la matanza.
La disparidad de víctimas alienta la tesis de la masacre: 16 campesinos y dos
pueblerinos, según listas extraoficiales. "La diferencia la habrían hecho
ametralladoras Uzi de los narcos", dice un periodista que investigó los
hechos.<BR><BR>Militares de la fuerza naval boliviana seguían encontrando restos
de ropa ensangrentada, abandonada por campesinos que huyeron nadando el río
Tahuamanu esquivando de los disparos. "¿Había sicarios brasileños y peruanos
como se denunció?", preguntó Clarín a uno de los jefes militares. "Hay jóvenes
siempre dispuestos para actividades ilícitas como tráfico de droga o de madera",
responde el uniformado, y no oculta su beneplácito sobre el nuevo rol asignado
por Evo Morales a los militares: "Es una oportunidad para que el Estado retome
el control en estos territorios, en manos de todo tipo de tráficos".<BR><BR>Las
avionetas que sobrevuelan el cielo de esta región casi sin caminos transitables
dejan la duda sobre sus pasajeros y cargas. Hace algunos meses fue detenido
Mauro, un jefe narco "a la Pablo Escobar" que lideraba una banda de
"volteadores" de narcos peruanos que llevan droga hacia Brasil. Les robaban los
cargamentos y mataban a los competidores.<BR><BR>"Durante los enfrentamientos
del jueves 11 se escuchaban ametralladoras. Había gente de Mauro. Son puros
brasileños", corrobora Ana María frente a su casa de madera típicamente
amazónica, teñida de tierra roja, que como otras de El Porvenir tiene colgada
-como única defensa- una bandera blanca.<BR><BR>Su padre pela sábalos que
acababa de pescar y espanta los insufribles zancudos. No duda: "A los campesinos
los han masacrado, los cazaban como a chanchos salvajes". Del otro lado de la
frontera, los opositores acusan a coro que esta era una sociedad armónica y que
Evo Morales instauró el odio racial.<BR><BR>Pero la añorada armonía provinciana
de otros tiempos se parecía mucho a la sumisión de los campesinos -muchos de
ellos paupérrimos castañeros que aún viven en barracas- a los estancieros que
controlaban el poder económico y la política, dos esferas difíciles de
diferenciar por estas tierras. <BR><BR>Ana María dice que no tiene miedo de
tener un póster del presidente en su casa cuya consigna es "El cambio es
imparable", y su evangelismo se cuela en sus palabras: "Tan chiquito como lo ve,
en este pueblo hubo una guerra entre hermanos. Ahora están los militares, pero,
¿qué pasará cuando se vayan?" </DIV>
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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=3>Correspondencia de Prensa -
Agenda Radical - Boletín Solidario<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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