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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario</FONT></U></EM>
<BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición internacional
del Colectivo Militante<BR><U>22 de setiembre 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Bolivia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Racismo, dominación y revolución en
Bolivia<BR></STRONG></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Adolfo
Gilly</FONT> </STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>La Jornada, México,
22-9-08</STRONG></FONT></DIV>
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href="http://www.jornada.unam.mx/"><STRONG>http://www.jornada.unam.mx/</STRONG></A></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>“El problema en Bolivia es que el
país está viviendo un proceso de reformas, sin salirse del marco democrático,
pero tanto la oposición como el gobierno actúan como si estuvieran frente a una
revolución”, habría declarado Marco Aurelio García, cercano colaborador de Lula
en asuntos internacionales, según artículo de José Natanson en
Página/12.</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Me permitiré no tomar al pie de la letra, sino en irónico
sentido, la declaración de Marco Aurelio García, hombre inteligente e informado
que no puede dejar de darse cuenta de que si los dos protagonistas del
enfrentamiento boliviano creen que se trata de una revolución, esa creencia es
la mejor prueba de que, en efecto, lo es. El vicepresidente Álvaro García
Linera, en cambio, ha dicho que lo que está en curso es “una ampliación de
élites, una ampliación de derechos y una redistribución de la riqueza. Esto, en
Bolivia, es una revolución”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tiene cierta razón: en Bolivia nomás eso ya sería una
revolución como la de 1979 en Nicaragua. Pero lo que está ocurriendo es algo
mucho más profundo y va más allá de las élites, la política y la economía. Es un
cuestionamiento de los sustentos mismos de la dominación histórica de esas
élites, viejas y nuevas. Viene de muy abajo, lo mueve una furia antigua y no lo
van a detener las masacres de las bandas fascistas ni los frágiles acuerdos del
gobierno con los prefectos de la Media Luna.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La masacre de Pando, con más de 30 campesinos asesinados
a sangre fría por los sicarios de la minoría blanca, y las espeluznantes escenas
de humillación, dolor y castigo de los indígenas en la plaza pública de Sucre y
en las calles de Santa Cruz de la Sierra a manos de bandas de jóvenes fascistas,
están diciendo a toda Bolivia que esa minoría blanca sabe bien lo que se juega:
su poder no es negociable, sus tierras no se tocan, su derecho de mando
despótico reside en el color de la piel, no en el voto ciudadano. La minoría
blanca no está dispuesta a “ampliar” en sentido alguno tal derecho despótico,
apoyada además en sectores blancos pobres cuya única “propiedad” es ese color de
piel que los separa de los indios. Mucho menos dispuesta está a redistribuir
propiedad o riqueza.</DIV>
<DIV align=justify><BR>* * *</DIV>
<DIV align=justify><BR>La derecha boliviana, las viejas y no tan viejas élites,
los dueños y señores de las tierras y las vidas, fueron derrotados por la
inmensa revuelta indígena y popular que se inició con la guerra del agua en el
año 2000, culminó con la rebelión de El Alto en octubre de 2003 y concluyó con
el acceso de Evo Morales a la presidencia en enero de 2005. La nueva
Constitución, aún sujeta a referéndum, y otras medidas del gobierno boliviano
han sido pasos para consolidar al nuevo gobierno en el terreno jurídico,
político y económico.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este curso fue aprobado una vez más por la enorme mayoría
del pueblo boliviano en el reférendum del 10 de agosto: 67 por ciento de los
votos –es decir, más de dos tercios–, con puntas superiores a 85 por ciento en
las comunidades del Altiplano. La minoría blanca dominante en la región oriental
se ha sublevado y, con saña y ferocidad, desafía esos resultados electorales
nacionales y amenaza secesión.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esa minoría sabe bien que no se trata de meras
“ampliaciones democráticas” sino de una revolución que cuestiona su poder y sus
privilegios, el “entramado hereditario” de su mando despótico. Pues una
revolución es uno de aquellos momentos culminantes en que el movimiento
insurgente del pueblo toca las bases mismas de la dominación, trata de
destruirla y alcanza a fracturar la línea divisoria por donde pasa esa
dominación en la sociedad dada.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No se trata de la línea que separa a gobernantes y
gobernados, cuestión política, sino de aquella que separa a dominantes y
subalternos. El clásico nombre de revolución social se refiere a la subversión
de esa dominación social y no solamente política o económica.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esa línea divisoria es nítida y profunda en Bolivia. No
es tan sólo una dominación de clase, que sí existe. Es sobre todo una dominación
racial conformada desde la Colonia y confirmada en la República oligárquica
desde 1825 en adelante.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En esa dominación, ser ciudadano de pleno derecho
significa ser blanco o mestizo asimilado. Para llegar a ser ciudadano, un indio
tiene que dejar de ser indio y reconocerse y ser reconocido como blanco; romper
con su comunidad histórica concreta, la de los aymaras, los quechuas, los
guaraníes u otra de las muchas comunidades indígenas bolivianas; y entrar como
subordinado recién llegado a la comunidad abstracta de los ciudadanos de la
República. No se espera que la República cambie y sea como es su pueblo. Se
exige que ese pueblo cambie en sus hombres y sus mujeres, renuncie a su ser y su
historia y sea como es la República de los blancos, los ricos, los letrados, los
hispano-hablantes –donde, por lo demás, el imborrable color de su piel
condenaría siempre a esas mujeres y hombres a una ciudadanía de segunda. Tal es
la índole de esta dominación.</DIV>
<DIV align=justify><BR>* * *</DIV>
<DIV align=justify><BR>La fuerza de la revolución en curso en Bolivia se
sustenta en una antigua civilización, negada en las leyes pero que persiste en
los idiomas, las costumbres, las creencias, las solidaridades y las comunidades,
tanto rurales como urbanas. Los dominados de piel morena no fueron traídos de
otras tierras. Estaban ahí antes, eran y siguen siendo la civilización
originaria. El cineasta Jorge Sanginés, en una película inolvidable, la llamó
“La nación clandestina”. Guillermo Bonfil la denominó aquí “México profundo: una
civilización negada”. Siguiendo sus pasos, la nombré “una civilización
subalterna” en mi libro Historia a contrapelo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Clandestinas, negadas o subalternas, el entramado social
y cultural de esas civilizaciones originarias aparece a la hora de organizar las
revueltas y las rebeliones de sus herederos y portadores, porque esas rebeliones
y revueltas son de raíz tan profunda como profunda es la dominación de matriz
racial.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Aquella fuerza viene también del entramado hereditario de
los dominados y subalternos que se sublevan para conquistar todos los derechos
que esa República racial les niega o les recorta: la dignidad y el respeto, los
espacios de libertad y de organización, los recursos naturales de su tierra, la
educación, la salud, todo cuanto constituiría el entramado social de una
República de iguales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El antiguo lema republicano
“libertad-igualdad-fraternidad” tiene en tales rebeliones su doble:
“tierra–justicia-solidaridad”. Pues no hay en esas latitudes libertad sin
reparto agrario, igualdad sin justicia para todos, ni fraternidad sin
solidaridad interior de las múltiples comunidades y de la comunidad entera de
esa nación de naciones que es Bolivia. No se trata sólo de un nuevo orden
político y económico. Se trata de lo que en el contexto boliviano constituiría
un nuevo orden social. De ahí la violencia bestial de las reacciones de los
grupos privilegiados minoritarios y sus sicarios, como en Pando, en Santa Cruz,
en Chuquisaca.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Toda Bolivia, y en especial la Bolivia indígena y popular
que ganó abrumadoramente el referéndum, ha visto por televisión y ha escuchado
por radio esa violencia asesina ejercida sobre sus hermanas y hermanos. Esas
imágenes les han vuelto a mostrar, mejor que todos los discursos, lo que ya han
conocido y vivido en carne propia y en la de sus padres y abuelos. Han podido
ver en vivo y en colores la amenaza de regreso del pasado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No lo permitirán. Tienen suficientes experiencia y
organización para saber cómo responder a la violencia con la violencia si sus
gobernantes, de quienes esperan pero a quienes también exigen, no paran y
castigan a los criminales, única salida sensata y efectiva que podría derivar de
las negociaciones en la presente relación entre las fuerzas enfrentadas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>* * *</DIV>
<DIV align=justify><BR>La expulsión del embajador de Washington por conspirar
con la derecha racista ha contribuido a poner a ésta en su lugar. Pero no la ha
apaciguado. La reunión de presidentes sudamericanos en Santiago de Chile ha dado
un respaldo al gobierno de Evo Morales y quitado ciertas esperanzas a los
golpistas. Pero no los ha desarmado ni maniatado: tienen también sus aliados en
esos países.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, no sólo los gobiernos juegan. En Bolivia las
organizaciones indígenas y populares del oriente, del altiplano y de los valles
están en movilización y algunas literalmente en pie de guerra. No parecen
dispuestas a dejarse o a dejar la solución encerrada en la mesa de negociación
entre el gobierno y los prefectos asesinos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un manifiesto del Gran Pueblo Chiquitano, de Oriente,
decidió el 15 de septiembre que “han llegado a su límite de la tolerancia y
hacen que el sentido de sobrevivencia y furia del Pueblo Chiquitano renazca para
combatir a brazo partido por su Territorio, Dignidad y Autonomía Indígena”. En
consecuencia, decide “ratificar nuestra consecuencia y lucha inquebrantable para
defender los resultados del proceso constituyente, el cual ha recogido nuestras
demandas históricas [...] ¡para que nunca más volvamos a ser esclavos ni
sirvientes de los grupos de oligarcas y terratenientes de Santa Cruz!”; y
“advertir a las Autoridades Cívicas y Prefecturales del departamento de Santa
Cruz que los territorios indígenas titulados y en proceso de saneamiento son
intocables, irreversibles e imprescriptibles”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un pronunciamiento de las Organizaciones Sociales del
Oriente exigió el 17 de septiembre “al Parlamento y el Gobierno Nacional no
tocar la nueva Constitución Política del Estado aprobada en Oruro el 9 de
diciembre de 2007, sobre todo el capítulo de autonomías, puesto que allí se
encuentran las principales demandas de más de 25 años de lucha reivindicativa.
Nuestros caídos y nosotros, humillados y perseguidos, planteamos, marchamos y
morimos por nuestra liberación y de todo el pueblo boliviano”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Una denuncia de la Coordinadora de Pueblos Étnicos de
Santa Cruz, el 17 de septiembre, dice: “Quienes asaltaron nuestras oficinas son
mandados y pagados por los traficantes de tierras, latifundistas y
esclavizadores de hermanos indígenas y por el Prefecto, Alcalde y Comités
Cívicos, quienes se oponen a nuestra histórica demanda posicionada en la Nueva
Constitución Política: las autonomías territoriales indígenas, sin subordinación
a ningún nivel autonómico, que tiene carácter irrenunciable, pues es la base de
nuestra liberación como pueblos”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En este terreno, el de una revolución cuyos hacedores y
protagonistas no están dispuestos a dejársela arrebatar ni a negociarla
cualesquiera sean el costo y la violencia que los terratenientes y los racistas
impongan, están los enfrentamientos en Bolivia. Tal vez la salida no sea
inmediata. Pero, como en octubre de 2003, si aquéllos no ceden el desenlace por
ellos buscado se resolverá en las calles y los campos. Es uno de los motivos de
la alarma de los gobiernos de los países limítrofes.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=3>Correspondencia de Prensa -
Agenda Radical - Boletín Solidario<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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