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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario
<BR></FONT></U></EM><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición
internacional del Colectivo Militante<BR><U>27 de setiembre
2008</U><BR>Redacción y suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Capitalismo<BR><BR>¿“Eutanasia del
rentista” o matar al capitalismo?<BR><BR>Esteban Mercatante</FONT>
<BR><BR></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Suplementos / EconoCrítica Nº 6</STRONG> <BR><A
href="http://pts.org.ar/spip.php?article10549"><STRONG>http://pts.org.ar/spip.php?article10549</STRONG></A></FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><BR>“Eutanasia del rentista” es la fórmula que propuso el
economista británico John Maynard Keynes en los ’30 para plantear la necesidad
de que el capital financiero especulativo se subordine al capital productivo.
Hoy hay muchos que culpan de la crisis en curso a la conducta rapaz de los
financistas y sostienen que ese camino de regulación es el que hay que retomar
hoy. Pero, ¿puede eso realmente prevenir nuevas crisis?<BR><BR><STRONG>Los
salvatajes de la FED: “Socialismo para ricos” y los costos para los
trabajadores</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El gobierno de Bush y la FED han subido la apuesta frente
a la crisis que ya les costó tres nacionalizaciones, una quiebra, y amenazaba
llevarse puestos varios bancos más: han decidido comprar toda la deuda
hipotecaria de baja calidad, entregando a cambio bonos del tesoro
norteamericano. El Tesoro pasará entonces a ser el titular de la deuda, en gran
medida incobrable, y tratará de revenderla a inversores privados. Según
distintas estimaciones, esto significa un aumento de la deuda norteamericana de
entre u$s 700.000 millones y 1.000.000 de millones. Además de esto, las bancas
centrales de todos los países desarrollados inyectaron sólo en esta semana 200
mil millones de dólares para dar liquidez al mercado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En este fin de fiesta, el gobierno norteamericano –y
también los europeos– se está endeudando para evitar o poner límites al colapso
de las principales instituciones financieras, mientras que durante los años
precedentes se esforzó (mediante la política monetaria de tasas bajas) en
sostener el mecanismo de especulación que sirvió para la creación de inmensas
fortunas personales, y fue la palanca para que los acreedores (el 10% más rico
de la población norteamericana) aumentara sus riquezas a costa del 90% restante
(los deudores). Por otra parte, nacionalizaciones como la de la aseguradora AIG,
donde el 20% del capital no fue comprado, buscan dejar abierto un resquicio para
que un sector de accionistas pueda lograr una fuerte ganancia de la recuperación
de los títulos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La política estatal implica una asimetría básica: el
proceso de salvataje a los bancos se ha realizado de tal forma de mantener la
soga al cuello sobre los deudores (al menos por todo el tiempo que estén
dispuestos a seguir pagando) mientras que poca atención se ha prestado a la
crisis social de los millones que están perdiendo sus casas y cayendo en la
pobreza.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El Estado norteamericano asume todas las pérdidas por los
negocios que durante varios años alimentaron ganancias formidables para los
bancos y los sectores más ricos de la población. Es decir que serán los
trabajadores y los sectores populares los que pagarán la cuenta con los
impuestos. Los que vienen sufriendo la carestía de vida por la inflación, los
que enfrentan tasas de interés crecientes y en muchos casos deben dejar de pagar
sus hipotecas y pierden sus casas, son los que pagarán la cuenta.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Evitar que caigan los bancos, limitar el impacto en el
resto de la economía, cargar fuertes costos sobre los trabajadores y los
sectores populares, que además de perder sus casas verán como sus impuestos
pagan los costos de la crisis (mientras los ricos aún gozan de las rebajas
impositivas de Bush); esto resume la intervención del gobierno de Bush ante la
crisis.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por eso, podemos decir que aunque esta mega intervención
estatal contradice los principios neoliberales lo hace siguiendo su principal
máxima: potenciar el enriquecimiento de los ricos. Además de ser
desembozadamente a favor de los que más lucraron con la especulación, la
política de Bush no penaliza a los bancos, sino que básicamente permite que se
sigan manejando como hasta ahora, con los resultados a la vista.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿“Eutanasia del rentista”?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Hoy vuelven a sonar fórmulas como la que propuso Keynes
en los ’30, “eutanasia del rentista”, con la cual caracterizaba la situación en
la cual el capital financiero especulativo se subordina al capital productivo.
Muchos sostienen que esta “eutanasia” se concretó con las reformas que se dieron
en el capitalismo mundial después de la crisis de 1929, y se terminaron de
asentar con las reformas establecidas luego de la segunda guerra mundial, que
incluyeron cierta “desmundialización” de la economía, férreo control público de
los movimientos de capitales, y la paridad de las monedas a través de los
acuerdos de Bretton Woods. Muchos culpan de la crisis en curso a la
“resurrección” del rentista, es decir al desmantelamiento de los mecanismos de
regulación que limitaban las posibilidades de desarrollo del capital financiero,
controlaban la actividad de los bancos e impedían la creación de los numerosos
instrumentos financieros con los cuales se produjo una explosión de la
“titularización” de las deudas. Por eso, la lección que deja la crisis es que
hay que restablecer las fuertes regulaciones a las operaciones
financieras.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estos planteos abarcan desde las propuestas más moderadas
del grupo más crítico de economistas del mainstream como Paul Krugman, Dani
Rodrick o Nouriel Roubini hasta los más críticos del neoliberalismo. La propia
teoría burguesa, en sus versiones heterodoxas, contribuye a esto. Desde Keynes y
su visión del tenedor de títulos como alguien completamente ajeno a los
negocios, y enteramente manipulable por los que manejan mejor información, hasta
Minsky, que tomando análisis de Irving Fisher, concluyó que en tiempos de
prosperidad inevitablemente se desarrolla una euforia especulativa mientras
aumenta el volumen del crédito hasta que los beneficios producidos no pueden
pagarlo, momento en que los impagos producen la crisis. El resultado es una
contracción del préstamo, incluso para aquellas compañías que sí pueden pagarlo,
momento en que la economía entra en recesión. “Una característica fundamental de
nuestra economía” escribió Minsky en 1974, “es que el sistema financiero oscila
entre la robustez y la fragilidad, y esa oscilación es parte integrante del
proceso que genera los ciclos económicos”. Por eso argumentó que las fases
expansivas y de contracción son inevitables salvo que el gobierno intervenga a
través de la regulación, la acción del Banco Central, etc. Este economista
criticó las desregulaciones que caracterizaron a los años ’80. Aunque hay
grandes elementos de verdad en estos análisis, estos sin embargo aparecen
desvinculados de la naturaleza íntima del capitalismo. Siguiendo esta lógica,
día a día crece el grupo de quienes reclaman una mayor regulación para las
finanzas globales.<BR>¡Es el capitalismo!</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero es insostenible culpar de la crisis a la falta de
regulación financiera. La crisis en curso no es una crisis de las finanzas, sino
del capitalismo en su conjunto. Para comprobarlo, basta preguntarse a qué se
debe que en las últimas tres décadas desde la crisis de mediados de los ’70, el
nivel de inversión bruta se mantiene muy bajo, mientras que el grueso de las
ganancias empresarias ha alimentado un crecimiento de la inversión financiera de
más del 1.000% entre 1970 y 2006 (ver Michel Housson, “La tendance à la baisse
de l’investissement”, 18/09/2008, en www.hussonet.free.fr). La respuesta está en
la falta de oportunidades para sostener una acumulación rentable, a pesar de la
recuperación de los niveles de ganancia gracias a la ofensiva sobre los
trabajadores en todo el mundo. Esta mayor ganancia, gracias al formidable
aumento de la explotación del trabajo, “no ha sido utilizada para invertir. La
masa creciente de rentas no invertida fue principalmente distribuida en forma de
rentas financieras, y es allí dónde se encuentra la fuente del proceso de
financierización” (Husson, “La finance et l’économie réelle”, anticipo de
colaboración para publicación de Attac, en www.hussonet.free.fr). A la vez, el
creciente peso de las finanzas en el desenvolvimiento empresario, redundó en una
mayor presión para el aumento de los rendimientos mediante incrementos de
productividad y también mediante el aumento de la porción del valor producido
que se transforma en dividendos empresarios; en suma, deprimiendo los salarios y
acrecentando los ritmos de trabajo. Mientras que el resultado de este proceso es
una masa creciente de ganancias, que no se reinvierten en la producción -por lo
limitado de las oportunidades rentables- sino que son destinadas a nuevas
inversiones financieras. Sin embargo la baja inversión general, no quita que
tiendan a aparecer oportunidades de obtener rentabilidades superiores al
promedio, como fue en los ’90 la “nueva economía” en EE.UU., o las oportunidades
generadas por la economía China. Lo que sucede es que estas oportunidades
alimentan expectativas irreales en las posibles ganancias, y la masa creciente
de plusvalía no acumulada se invierte masivamente en todo sector o activo que
realice tales promesas, disparando sus cotizaciones. El proceso por el cual se
ha acrecentado el monto de capital financiero, que como vemos está estrechamente
ligado a las condiciones del capital productivo, conduce permanentemente a la
generación de burbujas, con los resultados catastróficos que presenciamos en las
últimas décadas en toda la periferia capitalista, y ahora está afectando a la
principal potencia económica.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esto es lo que empujó la burbuja en el negocio
inmobiliario en EE.UU., basado en el crédito barato y la liberación de
restricciones impulsada por Greenspan para las hipotecas. El optimismo respecto
a los precios inmobiliarios generó un desenfreno en el comercio de los títulos
de deudas, lo cual dio un mayor incentivo a la generación de los novedosos
instrumentos financieros.</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Por qué esto debía terminar en crisis? Sencillamente,
porque el crecimiento acelerado del capital financiero en busca de valorización,
aunque exista la ilusión de que pueda actuar como una fuente de enriquecimiento
autónomo, no hace más que generar ganancia mediante una punción operada sobre la
plusvalía. Es decir que el monto acrecentado de capital financiero no logra
desembarazarse de los límites estrechos de la explotación del trabajo. El
crecimiento de las cotizaciones, la inversión mediante apalancamiento (tomando
deuda), el endeudamiento de las empresas, debe tener un correlato en las
posibilidades de generación de plusvalía. La masa creciente de activos
financieros incrementa la presión sobre el capital productivo, para sacar
tajadas crecientes de la plusvalía generada. Incluso con el aumento del consumo
a crédito (íntimamente asociado a la caída en los niveles salariales): el
capital financiero punza cada vez más sobre las remuneraciones de los
trabajadores.<BR>Claro que mientras todo iba bien, el mecanismo se
retroalimentaba, la demanda de activos impulsada por la alta liquidez empujaba
las cotizaciones y los precios de las viviendas, y facilitaba las posibilidades
de endeudarse; pueden entonces efectivizarse ganancias formidables. Pero tarde o
temprano, la desvinculación creciente entre los activos totales y la fuente de
ganancia estalla por sus eslabones débiles. En este caso estalló por donde era
esperable: la insolvencia de los deudores hipotecarios menos solventes. Pero esa
fue sólo la señal de alarma: puso en evidencia que estábamos ante un proceso de
creación de riqueza financiera sin correlato con la extracción de plusvalía, y
que por ende la perspectiva era una masiva destrucción de riqueza social. Como
vemos, la causa de la crisis está en el capitalismo mismo. En última instancia,
el proceso de aumento de la explotación, aumento de la inversión financiera y
generación de burbujas, ha sido una larga fuga hacia adelante, donde el
capitalismo logró recuperarse de la crisis pero las contradicciones que
empujaron a la crisis sólo fueron resueltas de manera parcial. La rentabilidad
se recuperó gracias a la mayor explotación del trabajo, pero en un proceso que
involucró también la creación masiva de deudas impagables, y el recurso
creciente a mecanismos de valorización financiera en una magnitud que no guarda
relación con la generación de plusvalor. La crisis en curso evidencia esto
descarnadamente, mediante la formidable liquidación de capitales que se viene
produciendo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los que plantean que hay que aliviar la carga de deuda
hipotecaria, y no limitarse a salvar a las instituciones financieras, además de
restablecer las regulaciones que limiten la acción de los bancos de inversión, y
que restrinjan las posibilidades de la especulación inmobiliaria, pretenden
concentrarse en los efectos más que en las causas. Como mostramos, esta crisis
es un resultado inevitable de la forma en que viene funcionando el capitalismo
contemporáneo. El peso creciente de los mecanismos financieros para la creación
de valor ha sido durante un largo tiempo una forma de mitigar las
contradicciones entre mejora de la ganancia mediante un aumento de la tasa de
explotación, y la estrechez de las oportunidades de inversión rentable. Aunque
ha colaborado a agravar agudamente los desequilibrios, es una consecuencia y no
una causa de la supervivencia del capitalismo. Las contradicciones cada vez
mayores entre las posibilidades técnicas y lo que se puede producir de manera
rentable, es lo que está en la base de esta crisis. No se terminará con la
tendencia a las crisis catastróficas, si no se pone fin a la producción sometida
a la estrecha base de la ganancia. Por eso es necesario expropiar a los
expropiadores capitalistas.
<HR>
</FONT></DIV>
<DIV align=center><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT color=#800000
size=3>Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín Solidario<BR>Ernesto
Herrera (editor): </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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