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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><FONT
size=5><EM><U>correspondencia de prensa - boletín
solidario</U></EM></FONT> <BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda
Radical</FONT><BR>Edición internacional del Colectivo Militante<BR><U>9 de
octubre 2008</U><BR>Redacción y suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Colombia<BR><BR>Una tesis
macabra</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Dos casos investigados por la
Fiscalía darían la clave de qué está pasando con los muchachos que aparecen como
bajas en combate. Sería obra de una red criminal de tráfico de personas a la que
estarían vinculados militares.</FONT></STRONG> <BR><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG>Revista Semana, Bogotá, 4-10-08</STRONG><BR><A
href="http://www.semana.com/home.aspx"><STRONG>http://www.semana.com/home.aspx</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR>La clave para resolver el misterio de lo que pasó a
los 11 muchachos que desaparecieron del sur de Bogotá y que fueron supuestamente
muertos en combate en Ocaña, Norte de Santander, puede estar en otros dos casos
similares que ya investiga la Fiscalía desde hace unos meses y en los cuales
están detenidos los responsables de reclutar a los jóvenes. Los reclutadores, en
estos dos casos, han confesado a los fiscales que ellos les entregaron los
muchachos a miembros del Ejército y estos, posteriormente, los presentaron como
muertos en combate. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El primer caso que encendió las alarmas ocurrió en
Barranquilla hace dos años, cuando un hombre que se identificó como informante
del Ejército convenció a cuatro muchachos humildes que vivían del rebusque, para
que viajaran con él a Córdoba, donde les prometió un buen trabajo. Tres de ellos
aparecieron muertos en combate uno o dos días después de que el informante se
los entregó a un oficial del Ejército. Un desmovilizado de las autodefensas que
había sido contactado por el reclutador, y que después decidió no viajar,
denunció lo ocurrido y gracias a su testimonio fue capturado el hombre que había
sonsacado a los muchachos, quien confesó que un oficial del Gaula del Ejército,
de la Brigada XI de Córdoba, le pagó por llevar a los jóvenes como carne de
cañón. <BR><BR>Ese mismo Gaula se vio involucrado el año pasado en un hecho
idéntico que encendió las alarmas de las organizaciones internacionales que
velan por los derechos humanos, y de la propia vicepresidencia de la República.
Entre julio y agosto del año pasado desaparecieron en Toluviejo, Sucre, 11
jóvenes de entre 16 y 22 años, cuatro de los cuales eran desmovilizados de las
AUC. En algunos casos los incautos recibieron una propuesta para trabajar en una
finca en otro municipio de Sucre; en otros casos se les habló de que harían
parte de un grupo de las Águilas Negras. Todos aparecieron como muertos en
combates con la Fuerza Tarea Conjunta de Sucre o con el Gaula del Ejército de
Córdoba, uno o dos días después de su desaparición, y fueron enterrados como N.
N. en los cementerios de Chinú y Sincé. Por estas muertes ya fue capturado
Robinson Eustaquio Barbosa, que era el reclutador, y hay detenido un capitán del
Ejército, y este lunes se exhumarán los cadáveres para buscar nuevas evidencias
que ayuden a esclarecer exactamente qué pasó con estas personas. <BR><BR>A la
Fiscalía le preocupa además que hay por lo menos 100 jóvenes más desaparecidos
en todo el país, en particular en las zonas donde están operando las bandas
emergentes del narcotráfico, como el Eje Cafetero, Antioquia y los Llanos.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las similitudes entre estos casos y el de los 11
muchachos de Soacha, Bosa y Ciudad Bolívar que murieron en Ocaña preocupan
porque las autoridades y los observadores internacionales empiezan a ver tantos
elementos comunes, que se descartaría que se trate de casos aislados, y le daría
fuerza a la teoría de que se trata de un modo de operar de una red u
organización criminal. <BR><BR>¿Cuáles son los elementos comunes? Por un lado,
el perfil de las víctimas. Son personas jóvenes que viven en la marginalidad,
pero no indigentes ni necesariamente delincuentes. Más bien se trata de
muchachos que buscan desesperadamente un ingreso, como los desmovilizados, y que
están dispuestos a viajar a donde sea para conseguirlo. En segundo lugar, son
reclutados para irse lejos. Nunca les ofrecen trabajar o participar en grupos en
su propia región. Esto hace pensar que la intención es que ni ellos conozcan la
zona a la que van, ni que allí sean reconocidos. En tercer lugar, a los
investigadores judiciales les ha llamado poderosamente la atención que en los
supuestos combates no suelen participar grupos grandes, pues los muertos son
casi siempre uno o dos muchachos, a los que se les encuentran sobre todo armas
cortas. Es decir, si es que se presentó combate, este suele ser desigual y
extraña que asociados a estas muertes no se encuentren por ejemplo campamentos u
otros elementos de guerra, como sí suele ocurrir cuando las Fuerzas Armadas
combaten con la guerrilla. Adicionalmente, resulta por lo menos curioso que
cerca del 80 por ciento de las bajas en combate reportadas contra las bandas
criminales sean N. N., personas sin identidad, de las que no se conoce
exactamente grupo de pertenencia, ni antecedentes, a pesar de que muchos de
ellos fueron enterrados con sus documentos. Si se tiene en cuenta que en el
último año han muerto 500 miembros de las bandas criminales en combate, la cifra
de muertos anónimos es preocupantemente alta. <BR><BR>Por todo lo anterior es
que tanto el vicepresidente, Francisco Santos, como el Ministro de Defensa y el
Fiscal General han decidido que se cree un grupo elite que aclare lo que está
pasando. Javier Fernández, representante de la Oficina del Alto Comisionado de
Derechos Humanos de Naciones Unidas, ha sido enfático: “Esto no se puede tratar
como casos aislados porque lo que estamos viendo posiblemente es la actuación de
una macabra red criminal”. El llamado de la ONU es a que no sólo se agoten los
recursos jurídicos, sino los controles internos dentro de las Fuerzas Armadas
para que se descubra si hay miembros de la Fuerza Pública vinculados con esta
red, cómo y por qué estarían operando en ella. <BR><BR>Aunque muchos indicios
apuntan a que existe esta red criminal de trata de personas, también quedan
muchos interrogantes sin resolver. Por ejemplo, quién paga para que los
muchachos sean reclutados y trasladados hasta los lugares donde encontrarán la
muerte, y por qué a lo largo de los dos últimos años esta modalidad de
reclutamiento se ha extendido de una región a otra. No se sabe exactamente qué
ganan los militares que presuntamente actúan en ella. ¿Mejorar aparentemente sus
resultados operacionales? ¿Dinero? ¿O simplemente es un pacto con verdaderas
bandas criminales que siguen actuando impunemente mientras mueren muchachos
recogidos al azar? <BR><BR>Hasta ahora hay sospechas, pero no evidencias, de que
el caso de los 11 jóvenes del sur de Bogotá haga parte del mismo patrón. Por
ahora se está analizando cada caso. SEMANA tuvo acceso a las necropsias y
encontró que casi todos los cadáveres recibieron seis o siete impactos de bala,
que en la mayoría de los casos se reportó el hallazgo de armas cortas y en dos
de ellos se trataba de fusiles. Pero todavía no se puede establecer si hubo o no
combate. <BR><BR>El Ejército es sin duda el principal interesado en que estas
muertes se aclaren, pues hay un manto de duda tendido sobre varias de sus
unidades. Y sobre todo porque, de confirmarse la tesis macabra, el país estaría
ante uno de los más aterradores casos de corrupción militar. Por eso lo
importante es llegar hasta el fondo y si es que hay una red criminal, de la que
participan soldados u oficiales, denunciarla antes de que sean las Fuerzas
Armadas las que pierdan la legitimidad que han ganado en las batallas recientes
contra las Farc y con los esfuerzos enormes que se han hecho en derechos
humanos. </DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=3>Correspondencia de Prensa -
Agenda Radical - Boletín Solidario<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT color=#800000
size=3>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de los
Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay<BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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