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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario</FONT></U></EM>
<BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición internacional
del Colectivo Militante<BR><U>13 de octubre 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Estados
Unidos</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>¿Puede Obama ver el Gran Cañón?
(1)<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Mike
Davis *</FONT></STRONG><BR> <BR></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>Sin Permiso</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.sinpermiso.info"><STRONG>www.sinpermiso.info</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducción de Marta Domènech y Mínima
Estrella</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR><BR>Permítanme comenzar esta charla (1) de una forma
harto oblicua, y aun extraña: con el Gran Cañón y la paradoja ínsita en todo
intento de ver más allá de los precedentes culturales o históricos.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><BR>El primer europeo que pudo
asomarse a las profundidades de la gran garganta fue el conquistador español
García López de Cárdenas, en 1540. Quedó tan horrorizado por la visión, que
retrocedió al punto, alejándose del Borde Sur. Hubieron de pasar más de tres
siglos antes de que el teniente Joseph Christmas Ives, del Cuerpo de Ingenieros
Topógrafos del Ejército de los EEUU, accediera al sitio en calidad de segundo
visitante. Como García López, se sintió preso de un "pánico que hasta resulta
doloroso recordar". Aunque entre los miembros de su expedición figuraba un
artista alemán muy conocido, no por ello dejaron de resultar los esbozos hechos
del Cañón extremadamente distorsionados en lo que hace a escala y
perspectiva.</FONT></DIV><FONT size=2>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>En otras palabras: ni el conquistador ni
el ingeniero del ejército lograron dar sentido a lo que vieron; a tal punto
quedaron sobrecogidos por el horror y por el pánico primitivos experimentados.
En un sentido fundamental, su ceguera dimanaba de la falta de conceptos para
organizar una visión coherente de un paisaje totalmente nuevo. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Retratos fieles del Gran Cañón solo
empezó a haberlos una generación después, cuando el Cañón se convirtió en la
obsesión de un héroe manco de la Guerra Civil, John Wesley Powell, y de sus
celebrados equipos de geólogos y artistas. Eran éstos como astronautas
victorianos en otro planeta, la Meseta del Colorado. Tomó años de brillante
trabajo de campo construir un marco conceptual que lograra dar un sentido
perceptible acorde con la realidad del paisaje.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>El resultado de su trabajo, La historia
terciaria del Gran Cañón, publicado en 1882, está ilustrado por obras plásticas
maestras que, según dejó dicho Wallace Stegner, "son más fieles que cualquier
fotografía", porque reproducen detalles estratigráficos que, normalmente,
escapan a las imágenes tomadas con cámara. Cuando hoy visitamos alguno de los
puntos de observación famosos, la mayoría somos conscientes no sólo del grado en
que esas imágenes icónicas han llegado a entrenar nuestra mirada, sino también
de hasta qué punto estamos imbuidos por la idea, popularizada por Powell, del
Cañón como un museo del tiempo geológico, espectacularmente revelado en una
suerte de pastel de capas superpuestas en una milla de profundidad de estratos
sedimentarios.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>¿Y por qué estoy hablando de geología?
Porque, como los primeros exploradores del Gran Cañón, lo que tenemos a la vista
es un abismo de turbulencias económicas y sociales que confunde nuestras
tradicionales percepciones del riesgo histórico. Nuestro vértigo se ve
intensificado por nuestra ignorancia de la profundidad de la crisis y porque los
sentidos no alcanzan a percibir la distancia que nos separa de la zona abisal a
la que podemos finalmente abismarnos.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Permítanme confesarles que, como viejo
socialista que soy, a menudo me hallo en una situación como la del testigo de
Jehová que abre su ventana para ver las estrellas caer del cielo. Aunque durante
décadas he estado predicando la teoría marxista de las crisis, nunca creí que
viviría para ver el suicidio del capitalismo financiero. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Mi primera reacción al desplome de 777,7
puntos en Wall Street hace dos semanas fue de una euforia retro, muy años
sesenta: "¡La clavaste, Karl!", grité. "¡Comeros vuestros derivados financieros
y reventad, cerdos de Wall Street!" Como la del Gran Cañón, la caída de los
bancos puede ser un espectáculo aterrador al par que sublime. <BR>Pero los
culpables reales, huelga decirlo, no van camino de la guillotina, sino que están
bajando plácidamente a tierra munidos con paracaídas de oro. Nosotros estamos
todavía atrapados en un avión incendiado y sin piloto, pero el despreciable
Richard Fuld, que se sirvió de Lehamn Brothers para saquear fondos de pensiones
y ahorros de jubilación, anda enfurruñado en su yate, rodeado de
lujos.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Ante una nueva Depresión que augura a
las gentes un ignoto mundo de dolor desde Wasila hasta Tombuctú, ¿cómo tenemos
que reconstruir nuestra comprensión de la economía globalizada? ¿Hasta qué punto
pueden servirnos de ayuda Obama o McCain para analizar la crisis y luego actuar
efectivamente para resolverla?</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Si el debate del pasado lunes en
Nashville sirve de algo para responder a esa pregunta, hay que decir que pronto
tendremos nuestro primer presidente ciego. Ninguno de los dos candidatos tuvo
los cojones o la información bastantes para responder a las sencillas cuestiones
planteada por una audiencia ansiosa: ¿qué pasará con nuestros puestos de
trabajo? ¿Cuánto empeorarán las cosas? ¿Qué medidas urgentes habría que tomar?
</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Más, cual si anduvieran presos de sus
hojitas volanderas, los candidatos se aferraban a un guión obsoleto. La única
sorpresa que tenía reservada McCain era otra innovación falsaria: un plan de
ayudas hipotecarias, ya debatido en el Congreso, que vendría primero en socorro
de los bancos.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Obama recitó su programa de cuatro
puntos, infinitamente mejor, en principio, que la opción preferencial de su
contrincante por los ricos; pero abstracto, carente de detalles, más una promesa
retórica que el esbozo de una maquinaria para la reforma. Hizo sólo una
referencia de pasada a la fase siguiente de la crisis: el desplome de la
economía real y un probable desempleo masivo, en una escala desconocida desde
hace setenta años.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Es verdad, como argüirían algunos de mis
amigos, que en 1933 ni Franklin Delano Roosevelt ni nadie tenía un programa bien
engranado. Lo que tenía (supuestamente) era una gran empatía con la gente del
común y una disposición a experimentar con todo tipo de intervenciones públicas.
Obama, de acuerdo con este punto de vista, podría ser su reencarnación en el
siglo XXI: calmo, sólido y dispuesto a aceptar el consejo de los mejores y más
brillantes espíritus del país.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Lo que pasa es que esta analogía
esperanzadora yerra, o resulta insuficiente, en al menos tres aspectos
capitales:</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Primero: la analogía entre la Gran
Depresión y la situación actual podrá resultar adecuada, pero no lo es la
analogía con el New Deal como fórmula resolutoria. Es verdad que hay mucho de
déjà vu en los frenéticos intentos de templar el pánico y asegurar que lo peor
ya ha pasado. Muchas de las afirmaciones de Paulson podrían ser calcos de las de
su predecesor en el cargo Andrew Mellon (el secretario del Tesoro de Hoover), y
ambas campañas presidenciales se mecen crispadamente en una retórica heroica
procedente del New Deal. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Pero, como se ha encargado de
adoctrinarnos durante años la prensa económica, esta no es la Vieja Economía
Norteamericana, sino un engendro completamente nuevo construido de piezas
externalizadas y sobrecargado con mercados mundiales instantáneos de todo lo
imaginable, desde dólares y euros hasta tripas de cerdo y futuros
metereológicos. Estamos asistiendo a las consecuencias de una perversa
reestructuración que, desde los tiempos de Reagan, ha logrado invertir las
proporciones de la industria manufacturera (21% en 1980; 12% en 2005) y de los
servicios financieros (15% en 1980; 21% en 2005) en la composición de nuestro
producto nacional. En 1930, las fábricas podían estar cerradas, pero la
maquinaria estaba intacta; no había sido subastada y saldada a cinco céntimos el
dólar a China.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Por otro lado, yo no pretendo subestimar
las maravillas de la tecnología contemporánea de mercado. El capitalismo de
casino ha demostrado su fibra transmitiendo a una velocidad sin precedentes el
virus letal de Wall Street a todos los centros financieros del planeta. Lo que a
comienzos de los 30 llevó tres años –la globalización de la crisis—, se ha
conseguido ahora en sólo tres semanas. Dios nos ayude si, como parece, el
desempleo arrolla a los sufridos contribuyentes a la misma
velocidad.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>En segundo lugar: carecemos de la
ventaja que tenía Roosevelt al disponer de una incipiente teoría económica
(luego llamada keynesianismo) de la intervención estatal y de la gestión pública
de la demanda, una teoría que se convirtió en idea-fuerza merced a un
levantamiento de los trabajadores industriales que marcó toda una época
histórica. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Si han visto el triste cortejo de gurús
económicos que ha desfilado por el show televisivo de McNeil-Lehrer, estoy
seguro de que coincidirán conmigo en que las estanterías intelectuales de
Washington están vacías. Ninguno de los dos grandes partidos dispone sino de
unos pocas cáscaras dispersas de tradiciones de políticas públicas distintas de
las del neoliberalismo (ademanes pseudopopulistas, aparte): no está nada claro
que nadie en el anillo periférico, incluidos los consejeros económicos de Obama,
esté en condiciones de pensar rectamente más allá de los esquemas cognitivos
doctrinariamente impartidos por Goldmann-Sachs, el origen empresarial de dos de
los más prominentes secretarios del Tesoro de la última década. Keynes, tan
frecuentemente traído a colación estos días, está en realidad más muerto que
vivo.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Más decisivo aún resulta el hecho de
que, ni aun poseídos de un optimismo superlativo, resulta fácil anticipar
un movimiento obrero norteamericano capaz de recuperarse de la derrota de una
manera tan espectacular como lo hizo en 1934-37. Desde luego que yo seré el
último en negar la posibilidad o la necesidad del resurgimiento de los
trabajadores, pero tenemos que entender claramente que el New Deal no manó por
generación espontánea de la Casa Blanca rooseveltiana. Al contrario, el
pragmatismo keynesiano fue una respuesta que trató de integrar al mayor
movimiento de la clase obrera que registra nuestra historia, en un período en el
que el desafío del marxismo ejercía una extraordinaria influencia en el paisaje
intelectual norteamericano.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>El tercer problema que ofrece la
analogía con el New Deal es el más importante. El keynesianismo militar ya no
está disponible como deus ex machina. Se me permitirá explicarme.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>En 1933, cuando Roosevelt tomó posesión
del cargo, los EEUU estaban en plena retirada de los enredos en política
exterior, y había pocas disputas sobre la necesidad de traer a casa unos cuantos
centenares de marines destinados en Haití y Nicaragua. Se necesitaron dos años y
una guerra mundial, la derrota de Francia y la amenaza de un colapso inmediato
de Inglaterra para conseguir una mayoría en el Congreso capaz de votar a favor
del rearme, y cuando la producción de material bélico comenzó en 1940,
constituyó un gigantesco motor de generación de empleo, la verdadera cura de los
deprimidos mercados de trabajo de la década de los 30. La conversión de EEUU en
una potencia mundial y el pleno empleo parecían andar positivamente
correlacionados, y de forma tal, que se ganaron la lealtad de varias
generaciones de votantes obreros.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>La situación hoy, huelga decirlo, es
radicalmente distinta. Un presupuesto mucho mayor del Pentágono no logra ahora
crear centenares de miles de puestos de trabajo estables en las fábricas; buena
parte de la producción está ahora externalizada, y el vínculo ideológico entre
empleos con buenos salarios e intervención militar, entre buenos puestos de
trabajo y viejos laureles gloriosamente conquistados en el exterior, aunque no
un vínculo roto, es estructuralmente más laxo que en cualquier otro momento
desde los tiempos de la Ley de Facilitación del Crédito [en 1941].(1) Hasta en
las actuales fuerzas armadas (una casta ampliamente hereditaria compuestas de
blancos pobres, negros y latinos) la desmoralización está llegando al punto del
descontento activo, abriéndose paso ideas alternativas nuevas.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>La expansión de los servicios militares,
la guerra de las estrellas, una misión tripulada Marte: todas ellas son, desde
luego, formas de gastar centenares de miles de millones de dólares, muchas de
ellas aplaudidas por ambos candidatos; pero no traerán consigo la oferta de
puestos de trabajo decentes, ni lograrán hacer que la cosa se ponga en marcha.
Pero lo que sí puede lograr un gigantesco presupuesto militar en medio de un
hondo desplome es la total destrucción de las modestísimas pero esenciales
reformas que figuran en el programa de Obama y en sus planes de asistencia
sanitaria, energías alternativas y educación.</FONT></DIV><FONT face=Arial>
<DIV align=justify><BR>La amalgama rooseveltiana de cañones y mantequilla, por
decirlo con otras palabras, se ha convertido en una contradicción en los
términos, y la campaña de Obama está forjando deliberadamente un catastrófico
rumbo de choque: sus compromisos con la seguridad nacional van contra sus
objetivos en política interior. ¿Por qué no ven el Gran Cañón?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tal vez lo vean, en cuyo caso el engaño se habría
verdaderamente convertido en factor nutricio de la política
norteamericana.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Por si alguno de ustedes se ha perdido
los debates, permítanme recordarles que el candidato demócrata se ha atado a sí
propio de pies y manos, salga el sol o caigan chuzos de punta, a una estrategia
global que mantiene el propósito de "victoria" en Oriente Medio como premisa
directriz de la política exterior, y que procede a un afeite de la hybris
constructora de naciones de los neoconservadores presentándola como una fe
"realista" en una estrategia de "estabilización". </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Es verdad: la enormidad de la crisis
económica puede forzar a Obama a renegar de algunas de sus más sonadas promesas,
como sostener el idiota sistema de defensa basado en misiles o insistir en la
provocativa inclusión de Georgia y Ucrania en la OTAN. Pero, como no se ha
cansado él mismo de declarar, la derrota de los talibanes y de Al-Quaeda es,
junto con la defensa de Israel, la clave de su agenda de seguridad nacional.
</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Sometido a una presión simultánea de los
republicanos y de los halcones demócratas para recortar el presupuesto y reducir
el crecimiento exponencial de la deuda nacional, ¿qué decisiones se verá Obama
forzado a tomar al comienzo de su Administración? Es más que probable que la
asistencia sanitaria universal quede en los puros huesos, si no menos; y que las
energías alternativas acaben en el fraude del "carbón limpio"; y que lo que
reste de presupuesto en el Tesoro, luego de que los beneficios de retiro de los
estafadores empresariales lo hayan saqueado, sirva para pagar bombas que
destruyan más aldeas pashtunes y que produzcan unas cuantas generaciones más de
muyahidines encolerizados.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>¿Me estoy poniendo indebidamente cínico?
Tal vez, pero yo viví los años de Johnson y fui testigo del desmantelamiento de
la Guerra contra la Pobreza, el último programa genuinamente inspirado en el New
Deal, para pagar el genocidio en Vietnam.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR>Amarga ironía, pero, fundado en mi
experiencia histórica, descuento como seguro que una campaña presidencial
sostenida por millones de votantes por su promesa de terminar con la Guerra de
Irak ha quedado ya hipotecada con su escalada –"más duro que McCain"— hacia una
guerra contra toda esperanza en Afganistán y en la frontera tribal de Pakistán.
En el mejor de los casos, los demócratas se habrán limitado a cambiar una guerra
brutal por otra. Mucho me temo que a lo que aguardamos no es a la resurrección
de la esperanza, sino a su despertar. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><U><STRONG>Nota</STRONG></U></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial>1) El texto es la versión castellana de una
charla que Mike Davis ofrecerá hoy, 13 de octubre en el San Diego City College
Teach.IN. El autor puso a disposición de Sin Permiso el borrador. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial></FONT> </DIV><FONT face=Arial><FONT
face="Arial Narrow"></FONT>
<DIV align=justify></FONT><FONT face=Arial>* Mike Davis es miembro del Consejo
Editorial de SINPERMISO. Traducidos recientemente al castellano: su libro sobre
la amenaza de la gripe aviar (El monstruo llama a nuestra puerta, trad. María
Julia Bertomeu, Ediciones El Viejo Topo, Barcelona, 2006), su libro sobre las
Ciudades muertas (trad. Dina Khorasane, Marta Malo de Molina, Tatiana de la O y
Mónica Cifuentes Zaro, Editorial Traficantes de sueños, Madrid, 2007) y su libro
Los holocaustos de la era victoriana tardía (Universidad de Valencia, Valencia,
2007). Sus libros más recientes son: In Praise of Barbarians: Essays against
Empire (Haymarket Books, 2008) and Buda's Wagon: A Brief History of the Car Bomb
(Verso, 2007; traducción castellana en prensa en la editorial El Viejo Topo).
Actualmente, está escribiendo un libro sobre ciudades, pobreza y cambio
global. </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=3>Correspondencia de Prensa -
Agenda Radical - Boletín Solidario<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></FONT></BODY></HTML>