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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario
<BR></FONT></U></EM><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición
internacional del Colectivo Militante<BR><U>4 de noviembre 2008</U><BR>Redacción
y suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Ecuador</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>¿De la «revolución ciudadana» a la
transformación social radical? </STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Los límites del nacionalismo radical
ecuatoriano y del «socialismo del siglo XXI» </STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Franck
Gaudichaud</FONT></STRONG> </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Viento Sur, Rebelión y La
Haine</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducido para Rebelión por
Caty R</STRONG>.</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>«Hoy Ecuador ha decidido un nuevo país. Las viejas
estructuras han sido derrotadas por esta revolución ciudadana»: de esta forma,
el Presidente Rafael Correa analizó la victoria del «Sí» al referéndum
constitucional el pasado 28 de septiembre. Un referéndum que ratifica la
instauración de una nueva arquitectura institucional en este pequeño país de 14
millones de habitantes, situado en el oeste de América del Sur, en el que más
del 50% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin ninguna duda, esta cuarta victoria electoral de la
coalición progresista gubernamental, Alianza País (1), confirma la energía
antiliberal que agita al país desde hace varios años y confirma el proyecto de
reformas sociales impulsado por el gobierno actual. Detrás de esta lucha en las
urnas subyace fundamentalmente un combate social y político antioligárquico y el
cuestionamiento de la influencia imperialista en la región. Desde este punto de
vista, el último referéndum no debería hacer que se olvide que si todo está
abierto en Ecuador, todavía no hay nada realmente ganado en lo que se refiere a
un cuestionamiento radical de las estructuras del capitalismo neoliberal
dependiente.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Repaso de los resultados del
referéndum</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Rafael Correa ganó la presidencia de la República en
noviembre de 2006, con un 56% de los votos emitidos, y aquella elección ya
significó una derrota evidente de la derecha conservadora y los partidos
tradicionales, así como de importantes sectores de la oligarquía local apoyada
por el imperialismo estadounidense. Sólo el hecho de que su adversario, el
multimillonario y magnate de las plantaciones bananeras, Álvaro Noboa, pudiera
ser derrotado en el terreno electoral gracias a una campaña militante, es todo
un símbolo en un país donde el sometimiento al capital extranjero estaba grabado
a fuego por el tratado de libre comercio con Estados Unidos y la dolarización de
la economía (vigente desde el año 2000). Así, la elección presidencial
representó a los ojos de millones de ecuatorianos un rayo de esperanza: «una
victoria de los de abajo, en la que se asistió a una fusión entre la conciencia
social y la conciencia política de izquierdas, a una identificación entre la
lucha contra la oligarquía y la lucha contra el neoliberalismo» (2).</DIV>
<DIV align=justify><BR>El referéndum celebrado a finales de septiembre 2008 con
el fin de instaurar una nueva Carta Magna, no sólo confirma el proyecto, sino
que esta victoria también profundiza la perspectiva del cambio social en
Ecuador. Más del 64%, casi 10 millones de electores (3), se pronunciaron
positivamente (frente a sólo un 28% del «no»), a pesar de la intensa campaña de
la oposición, la jerarquía de la Iglesia Católica y el partidismo vergonzoso de
la gran mayoría de los medios de comunicación, que pertenecen a grandes grupos
privados, siempre dispuestos a satanizar a los movimientos populares o a los
diputados de izquierda de la Asamblea Constituyente. El «Sí» se impuso, contra
viento y marea, en 23 de las 24 provincias del país (que sólo ha perdido en la
pequeña provincia amazónica de Napo) y se extiende incluso a la provincia de
Guayas, la más poblada del país, aunque allí no llegó a la mayoría absoluta. El
«no» (sumado al más del 9% de votos nulos) resultó ganador -por una diferencia
muy pequeña- en Guayaquil, metrópoli económica situada en la costa del Pacífico:
Así, Jaime Nebot, el alcalde social-cristiano de la ciudad, aparece como el
líder de la derecha del país. Digno representante de las clases dominantes,
inmediatamente pretendió demostrar que estaba listo para la lucha, afirmando su
derecho a la «resistencia» y a la «autonomía» frente al gobierno de Quito.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Anticipando claramente la estrategia de enfrentamiento de
las élites de Guayaquil, Nebot pidió a sus partidarios (en particular al
movimiento de estudiantes de esta ciudad) que se preparasen para futuros
enfrentamientos con el movimiento popular indígena y la izquierda ecuatoriana.
Como en Bolivia, los sectores dominantes, incapaces de regresar al centro de la
escena política a través de las urnas, ahora apuestan por el derecho «a la
autonomía» y por el separatismo –incluso por la violencia­- de las regiones
más ricas. Esta táctica pretende reproducir la división secular del país entre
la costa (donde vive una gran parte de la élite blanca y donde se concentran las
actividades industriales y petroleras y las grandes plantaciones) y la parte
andina del país (la sierra), donde se encuentra Quito, la capital, la sede del
gobierno (el palacio Carondelet) y una gran concentración de poblaciones
indígenas.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La nueva constitución y la «revolución ciudadana»
de Rafael Correa</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Las últimas elecciones dejaron atrás la Constitución de
1998, redactada a puerta cerrada en un cuartel militar y que tenía por objetivo
intentar que terminasen las constantes luchas internas entre las clases
dominantes ecuatorianas. Dichas luchas son una de las «marcas de fábrica» del
sistema político del país, liberado en 1822 por el ejército independentista de
Antonio José de Sucre. Durante todo el siglo pasado, la República estuvo presa
en los conflictos que acosaban al bloque social dominante, tomando distintas
formas entre las que se encontraban las divergencias de intereses entre varias
fracciones: la burguesía comercial «agroexportadora» (vinculada al Partido
liberal), la oligarquía rural y la Iglesia Católica (Partido conservador),
algunos sectores del capital financiero próximos al Partido social-cristiano y,
además, una nueva burguesía nacional emergente, representada por distintas
corrientes socialdemócratas. En estas condiciones, el proceso de dominación
política iba al compás de una respiración inestable, salpicado con varias
dictaduras militares (la última acabó en 1978), pero también de insurrecciones
populares («revolución Juliana» en 1925, «la Gloriosa» de 1944 o, más
recientemente, las rebeliones de enero de 2000 y abril de 2005). Nada menos que
55 dirigentes se sucedieron en el gobierno desde 1900 y se destituyó a 3
presidentes en el último decenio: 1997, 2000 y 2005 con la caída de Lucio
Gutiérrez, cuya dimisión abrió un nuevo espacio en el que entró en escena el
joven economista y ex ministro Rafael Correa.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>La reciente Constitución simboliza la nueva etapa que vive
Ecuador desde hace más de dos años. Ha sido presentada por Correa como una
herramienta destinada a terminar con «la larga noche neoliberal», con el fin de
construir «una patria soberana, digna, justa, sin miseria, sin desempleo y sin
discriminación». Tras 8 meses especialmente agitados se aprobó este proyecto. La
Asamblea Constituyente, que redactó el texto entre noviembre de 2007 y julio de
2008, estaba ampliamente dominada por la Alianza País (AP), que contaba con 80
legisladores contra sólo 40 de la oposición y 10 vinculados a pequeñas
formaciones de izquierda próximas a Correa (Movimiento popular democrático,
Izquierda democrática) o la Confederación de las nacionalidades indígenas de
Ecuador (CONAIE) (5), representada por su brazo político, Pachakutik. Como en
Venezuela (1999) y en Bolivia (2007), este proceso constituyente se ha elaborado
sobre la base de un auténtico diálogo con los ciudadanos (que eligieron a los
diputados de la Asamblea) y una consideración parcial de las reivindicaciones de
los movimientos sociales (quienes fueron invitados a discutir los textos
conforme se elaboraban), aunque al final es efectivamente el buró político de AP
quien controló la mayoría de las orientaciones fundamentales de la Constitución.
Sin embargo, si se compara esta experiencia con la mayoría de las constituciones
aprobadas en América Latina, basadas en los pactos entre partidos,
indudablemente se trata de un importante avance democrático que permitió la
politización de cientos de miles de ciudadanos en el país.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, numerosas contradicciones limitan esta
democratización y las tensiones no han faltado, por una parte, entre Correa y
los movimientos populares, al igual que dentro de la coalición gubernamental
(5). Los principales puntos de crispación se refirieron al modelo económico y la
cuestión ecológica, los derechos de las poblaciones indígenas y los derechos de
producción. Así, el conflicto entre los dos líderes, Rafael Correa y Alberto
Acosta (Presidente de la Asamblea Constituyente) también es el reflejo de la
contradicción entre los objetivos «extractivistas» de una mayoría del gobierno
(donde en encuentra Correa), que piensa que es imprescindible continuar con la
política basada en el desarrollo de la extracción petrolífera y minera en
alianza con ciertas multinacionales, y los objetivos «más ecologistas» y más
próximos a la CONAIE, que insisten en que es necesario instaurar una forma de
desarrollo alternativa. Haciéndose eco de las exigencias de numerosas
organizaciones sociales y de la izquierda radical, Acosta se opone a la idea de
una explotación del campo petrolero ITT (Ishpingo-Tambococha-Tiputini), situado
en el parque nacional Yasuni, una de las principales reservas de la biosfera del
planeta (6). Este tipo de discusión se reproduce en torno al concepto del acceso
al agua como derecho fundamental inalienable, sobre la cuestión de la
explotación de los recursos situados en territorios indígenas y también en las
cuestiones del matrimonio homosexual y el derecho al aborto.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Los límites del nacionalismo radical ecuatoriano
y «el socialismo del siglo XXI»</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>A través de estos avances -y contradicciones-, se leen
entre líneas las limitaciones del programa de la «revolución ciudadana» de AP.
Los 444 artículos hacen de la Constitución ecuatoriana una de las más
democráticas de América Latina. Equipara la justicia indígena con la ordinaria,
establece la unión civil entre dos personas de cualquier sexo, declara la
imprescriptibilidad de los crímenes contra la humanidad y garantiza, por primera
vez, la gratuidad de la sanidad y la educación. Se consagra el papel central del
Estado en la planificación económica, ya que «se reserva el derecho de
administrar, regular y controlar» los sectores estratégicos: banco central,
energía, telecomunicaciones, recursos naturales no renovables, transporte,
refinado de hidrocarburos, biodiversidad, patrimonio genético, espectro
radioeléctrico, agua… El texto ratifica el fin de la presencia militar de
Estados Unidos (base de Manta) y crea la figura de un Estado plurinacional
democrático. La Carta magna sustituye también el concepto de «economía social de
mercado» por el de un sistema «justo, democrático, productivo, solidario y
sostenible basado en una distribución igualitaria de los beneficios del
desarrollo», e introduce el concepto «de ilegalidad» de la deuda externa. El
concepto de democracia participativa está presente en todo el texto,
especialmente a través de la figura de un «Consejo de participación ciudadana».
</DIV>
<DIV align=justify><BR>No obstante, para algunas organizaciones militantes, el
resultado final es «esquizofrénico» debido a ciertos aspectos: «Por ejemplo, el
reconocimiento de los derechos de la naturaleza y del agua como derecho humano,
la introducción del concepto indígena del “buen vivir” como una nueva forma de
desarrollo que sobrepasaría el modelo “extractivista”, así como una relación
armoniosa con la naturaleza, pierden su eficacia y dejan abierta la posibilidad
de explotar las zonas naturales protegidas en favor del Estado. Así, la
declaración del carácter plurinacional del Estado no tiene ningún efecto sobre
las estructuras políticas del país y margina las principales demandas de los
pueblos y ciudadanos indígenas, como la posibilidad del autogobierno en sus
territorios ancestrales» (7).</DIV>
<DIV align=justify><BR>También se han criticado las tendencias «verticalistas» o
«caudillistas» por algunos militantes de izquierda, como el ex diputado de
Pachakutik, Napoleón Saltos, que llegó a promover un «voto nulo rebelde» a la
Constitución, en un impulso sectario poco acogido por las clases populares. La
figura tutelar de Correa será incluso más poderosa, ya que la nueva ley refuerza
los poderes del Presidente y le concede la posibilidad de volver a presentarse
para otros cuatro años en 2009 y después ser reelegido otra vez (es decir, hasta
2017…) (8). Por otra parte Correa, que es un católico convencido, a menudo se
aleja de sus bases en asuntos como el laicismo, la gratuidad de las
universidades, el medio ambiente, la autonomía indígena o el aborto: algunos
avances constitucionales se han conseguido a pesar de él y gracias a la firme
presión del movimiento social, mientras que la Iglesia emprendió una campaña
extremadamente activa y reaccionaria. El propio Presidente, en algunas
ocasiones, se mostró insultante hacia las poblaciones indígenas, revelando sin
disimulo su desprecio por algunas de sus reivindicaciones. Algunos miembros de
la Asamblea incluso denunciaron la «derechización del gobierno», como Mónica
Chuji que abandonó AP. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, dentro de la izquierda radical la mayoría de
los militantes decidió –creemos que con razón- dar su apoyo crítico al
referéndum, con el fin de estimular una campaña popular y sobre todo
independiente del gobierno (9). Es el caso del frente «Unidos para el Sí y el
cambio», que agrupaba a varias asociaciones, movimientos sociales y medios de
comunicación comunitarios. Este tipo de acciones permitió discutir ampliamente
la política de Correa y entró en sintonía con las posiciones de la principal
organización indígena del país. Su dirigente, Humberto Cholango, declaró el día
del referéndum: «desde el primer levantamiento indio, hace dieciocho años, los
pueblos indígenas han reclamado que Ecuador se declare un Estado plurinacional.
Pero, aunque no sea completa, dedicamos esta victoria a los compañeros que
derramaron su sangre por esto» (10).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por lo tanto, esta renovación institucional democrática
es un paso adelante totalmente significativo y un espacio más abierto para las
futuras luchas de clases. Esta última batalla electoral también refleja un
combate inacabado por la hegemonía, donde la derecha más conservadora ha sufrido
una nueva derrota pero donde ni la izquierda revolucionaria ni los movimientos
sociales han conseguido consolidar un proyecto anticapitalista alternativo
consistente. En los últimos meses, mientras mantenía una política de asistencia
a las poblaciones más pobres, el gobierno realizó algunos gestos fuertes, como
los embargos, por malversación demostrada, de los bienes del «clan de los
Isaías» (representante de más de 165 empresas y dos canales de televisión) y la
expulsión de Ecuador de la compañía de construcción brasileña Odebrecht por
incumplimiento de contrato. Todo esto reiterando, al mismo tiempo, la denuncia
del liberalismo, de la deuda externa y del imperialismo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, esta «revolución ciudadana» sigue enfrentada
con los límites del nacionalismo radical latinoamericano. El reciente encuentro
de Correa en Manaus (Brasil, septiembre de 2008) con Lula, Chávez y Morales,
parece que reafirma el camino desarrollista y «neokeynesiano» del ejecutivo
ecuatoriano, en alianza con los sectores más modernos de la burguesía local y
algunas empresas multinacionales de América del Sur. En la estela social-liberal
brasileña, el proyecto de integración del IIRSA (Iniciativa de integración de la
infraestructura regional de América del Sur), defendido en Manaus, afirma la
necesidad de un gran eje viario y fluvial que atraviese la Amazonia con el fin
de conectar el Atlántico y el Pacífico para favorecer los intercambios
comerciales y la circulación de los bienes (11). En el plano interno, Correa no
ha efectuado una auténtica incursión en el régimen de la propiedad privada de
quienes todavía siguen siendo los auténticos dueños del país, ni tampoco ha
propuesto una reforma agraria valiente destinada a eliminar el poder de la vieja
oligarquía territorial, los «pelucones» (12), que le es profundamente
hostil.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los próximos meses serán decisivos para las luchas
sociales en toda la región. En Ecuador, las llamadas a «la unidad» y a un «gran
acuerdo nacional» del Presidente Correa, tomado muy en serio por Alberto Acosta,
parecen indicar una voluntad de seguir jugando la carta de las alianzas de
clases (mientras se acercan las elecciones legislativas). Pero nada demuestra
que esta práctica se pueda estabilizar mientras que el gobierno se encuentra
acorralado entre la mayoría de la población que espera una aceleración de las
reformas sociales y una oposición revanchista. Por otra parte, este equilibrio
precario corre el riesgo de entrar en escena en cualquier momento mientras se
perfilan las desastrosas consecuencias de la crisis financiera del capitalismo
mundial para los países dependientes. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Y en la necesaria respuesta de los países del sur a la
crisis (13), habrá que dar respuestas radicales que deberán ir en el sentido de
una planificación económica democrática y una redistribución de las riquezas,
bajo control de la población y los movimientos sociales. Por lo que se refiere a
la izquierda anticapitalista, el objetivo fundamental es apoyarse en la
conciencia antiimperialista y los avances democráticos ya obtenidos con el fin
de acompañar la radicalización de las clases populares y la unidad del
movimiento social e indígena. Se trata de recuperar la energía propulsora de las
grandes movilizaciones que marcaron la década de los 90, pero esta vez evitando
el escollo de una institucionalización o cooptación de los movimientos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El objetivo es la construcción de un proyecto de ruptura
por medio de la participación masiva y la autoorganización en los barrios
pobres, las comunidades indígenas, las grandes plantaciones o las empresas. En
los futuros debates, la cuestión de la utilización de los recursos naturales y
el modelo de desarrollo tendrán un lugar primordial. El anuncio de la
privatización parcial del río Nappo, en el marco del corredor amazónico
Manta-Manaus-Bélem (bajo hegemonía brasileña), y el proyecto gubernamental de
extracción minera en el parque Yasuni formarán parte de los objetivos de lucha a
corto plazo. Ambos están en contradicción frontal con la declaración de los
«derechos de la naturaleza» de la nueva Constitución. Ante esta gran divergencia
entre el discurso y la práctica, la izquierda anticapitalista deberá avanzar,
con toda independencia pero sin dogmatismo, una perspectiva «ecosocialista»
fraternal que pueda conseguir la convergencia de los que piensan que el
«socialismo del siglo XXI» tiene actualmente una oportunidad histórica de
convertirse en realidad en América
Latina.<BR><BR><BR><STRONG><U>Notas</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>(1) Alianza País es un movimiento político heterogéneo
compuesto esencialmente de personas procedentes de las clases medias y urbanas.
Una parte de ellas están vinculadas a la cooperación internacional, las ONG y el
mundo universitario. También se encuentran en el movimiento miembros del círculo
personal de Correa, personalidades de los medios de comunicación, varios
empresarios y algunos políticos vinculados a los gobiernos anteriores o
procedentes de partidos tradicionales y socialdemócratas.<BR>(2) Margarita
Aguinaga, «Equateur. Victoire populaire historique», Inprecor, N° 523-524,
París, 2007.<BR>(3) En Ecuador el voto es obligatorio y los residentes en el
extranjero (la mayoría viven en España) conservan su derecho al voto.<BR>(4) La
CONAIE se creó en 1986, con el fin de agrupar a un importante número de
comunidades indígenas y para actuar en la escena política nacional ecuatoriana.
Constituye un protagonista esencial de la renovación política antiliberal
ecuatoriana de los últimos años y es uno de los componentes principales del
movimiento social.<BR>(5) F. Ramírez Gallegos, «Ecuador: En lo que el poder se
rompa», Rebelion.org, 30/09/08.<BR>(6) Acosta acabó por dimitir de la Asamblea
en junio de 2008.<BR>(7) D. Celleri, H. Chávez, «Asamblea Constituyente en
Ecuador: un proceso contradictorio», France Amerique Latine magazine, N° 94,
agosto de 2008.<BR>(8) Sin embargo, existen varios mecanismos institucionales
nuevos que limitan, precisamente, el peligro de una «hiperpresidencialización»,
como la posibilidad de revocar al Presidente por dos tercios de la Asamblea
Nacional o como consecuencia de un referéndum de iniciativa ciudadana.<BR>(9)
Esa fue la posición de Refundación socialista (sección ecuatoriana de la Cuarta
Internacional).<BR>(10) E. Tamayo G., «Categórico triunfo de la aspiración de
cambio», Alainet.org, 29/09/08 (traducido al francés en Rouge, Nº
2.269).<BR>(11) Este proyecto, www.iirsa.org, ha sido objeto de crítica de
numerosas organizaciones ecologistas y movimientos sociales de América del
Sur.<BR>(12) «Pelucones» actualmente es un término satírico que designa a la
oligarquía haciendo referencia a las pelucas que llevaban los aristócratas
criollos en el siglo XIX.<BR>(13) Declaración final de la Conferencia
internacional de economía política, «Respuestas del sur a la crisis financiera
mundial», Caracas, octubre de 2008 (Rebelion.org, 12-10-2008).<BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=3>Correspondencia de Prensa -
Agenda Radical - Boletín Solidario<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>