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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario</FONT></U></EM>
<BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición internacional
del Colectivo Militante<BR><U>21 de noviembre 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Colombia</FONT></STRONG></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Más de dos millones de colombianos con
la plata en veremos</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Entre la estafa de las pirámides y
el atraco de la banca</FONT> </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>El presidente Álvaro Uribe ha hecho una vehemente
defensa del sistema financiero, que, según cuentas alegres, alcanza el 57% de la
población, mientras se buscan mecanismos para la inclusión del 43% restante. Lo
que el presidente colombiano no ha tenido en cuenta es que la pobreza tiene una
cobertura del 45% y la indigencia del 17%, según cifras de la CEPAL. Un país
entero con una perspectiva social sombría, en el que se apuesta lo que se tiene
y lo que no se tiene a burbujas económicas y políticas, legales e
ilegales.</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Juan Alberto Sánchez
Marín</FONT></STRONG></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Radio Mundial</STRONG></DIV>
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href="http://www.radiomundial.com.ve/"><STRONG>http://www.radiomundial.com.ve/</STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify>“Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi
corazón al azar y me lo ganó la Violencia”, exclama Arturo Cova, el personaje
central de La Vorágine, al inicio de la novela de José Eustasio Rivera, en 1924.
Cuarenta y tres años después, en “Cien años de soledad”, de Gabriel García
Márquez, Apolinar Moscote le completa la frase: «Y lo único eficaz es la
violencia.» <BR><BR>Es la historia infeliz de Colombia, desde antes de José
Eustasio y hasta ahora. La idiosincrasia apostadora de un pueblo, que tanto
tiene que ver con la violencia, como causa, también como consecuencia, y como
ambas cosas al tiempo. Una violencia que no sólo se mide en sangre, en abaleados
o acuchillados, sino en unas injusticias sociales tremendas, en unos abismos
económicos inconmensurables y en una exclusión acendrada. <BR><BR>Ahora, cuando
es noticia que tantos colombianos se lo hayan jugado todo, llaman la atención
las apuestas aún más baratas de Uribe y su gabinete frente a la inesperada
situación. El gobierno anda por estos días jugándose el coco para decir
tonterías sin comprometerse, advertir a modo premonitorio que el dinero fácil es
diabólico, o evidenciar su presentimiento de que en este país iba a pasar lo que
pasó con tanta apuesta de milagro. <BR><BR>Del sombrero paisa salen conejos y
conejo le hacen al país. Nigromantes de medio pelo, sacan más leyes de
emergencia, en un país que lleva 6 años sedado e indiferente frente a una
realidad avisada y denunciada, no sólo por los medios de comunicación masivos,
sino por los miles de megáfonos que cacareaban la tentación en cualquier
esquina. <BR><BR>“Crea una fascinación, que pronto se devuelve en tremenda
frustración", estas palabras del presidente Álvaro Uribe, al contrario de lo que
pudiera pensarse, no se refieren a sí mismo. Hablan de otra especulación, la del
dinero, específicamente, expresan su preocupación sobre las pirámides. ¡Vaya
preocupación tan fuera de lugar y a destiempo! Palabras de “culebrero” con
ungüento curativo, en vez de estadista con medidas preventivas y eficaces.
<BR><BR>Mientras el “cándido” Santos Calderón “Pachito”, el voltaireano
vicepresidente, exclama en un compungimiento tan falso como grotesco, que “no es
justo que se roben así la platica que los colombianos ahorran con tanto
esfuerzo”. Como si hubiera otra alternativa en esta “tierra de ladrones”, que
Rubén Darío nombró con eufemismo “tierra de leones”, en la que en vez de que “el
esplendor del cielo sea su oriflama”, es “el rutilar del dinero la bandera”.
<BR><BR>Porque para estos inversionistas silvestres y de barrio, a cuya mayoría
no le alcanza el capital para entrar en antros sofisticados, pero igual de
peligrosos, como las bolsas, el otro camino posible es la banca. Mejor dicho, de
Guatemala a “guatepior”. Ya lo precisaron bien Tola y Maruja: “Las pirámides
tienen una ventaja sobre los bancos: que le roban a uno sin tanto papeleo. Y
otra ventaja: que los dueños se desaparecen, en cambio los gerentes de los
bancos nos siguen saludando”. <BR><BR>Al lado de Luis Carlos Sarmiento Angulo,
el mayor banquero del país, el asunto de las pirámides es juego de niños. En las
pirámides te roban, pero te tratan bien. En los bancos, que también te roban, te
tratan como a perro en misa. <BR><BR>Y la competencia es por el estilo. Los
nuevos conquistadores españoles, que ni de España son, como el Banco Santander,
del que funge como dueño don Emilio Botín Sanz de Sautuola y García de los Ríos,
el viejo “devorador de bancos”, que en realidad no se sabe de quién es. Entre
bancos custodios (State Street Bank y Chase Nominees) y dueños extranjeros a
tres bandas, los dueños y la composición accionaria resultan ininteligibles.
Caso similar, o peor, es el de Banco Bilbao Vizcaya Anderis, que ya ni es de
Bilbao ni de Vizcaya, donde se sientan los mismos custodios gringos mencionados
con sus representados en la sombra. <BR><BR>O Bancolombia, inmerso en uno de los
escándalos financieros más grandes del país en las últimas décadas, por la
adquisición fraudulenta del Banco Industrial Colombiano (BIC). Este dulce banco,
junto a Davivienda, el BBVA y el Santander, mandaron a la Superintendencia de
Industria y Comercio a freír espárragos, cuando les solicitó información sobre
las tarifas acordadas en las tarjetas de crédito. Qué esperanzas. <BR><BR>Esta
es sólo una idea de la retahíla florida de las entidades bancarias que, como
dice Uribe, hacen lo que hacen en bien del país. Roban, estafan, atracan los
bancos para que sus prohombres puedan seguir adquiriendo los bonos del “Banquete
del Millón”, a beneficio de las personas necesitadas, que son muchos de los
colombianos que han pagado a los bancos hasta tres y cuatro veces el valor de su
vivienda, y que ahora deambulan por el país como caracoles, con los enseres y la
cobija a cuestas. <BR><BR><STRONG>El capital que se desbanca</STRONG>
<BR><BR>DMG tiene una suerte de fea que la bonita banca la desea. Tampoco
sabemos para dónde va, pero por lo menos sabemos de dónde viene y a quién
corresponde el acróstico: David Murcia Guzmán, de comerciante muy menor en La
Hormiga, departamento de Putumayo, a “Midas” regional, con sedes en varios
países vecinos, como Ecuador, Panamá, donde ya se le investiga, y Venezuela,
donde se le están cerrando las primeras oficinas. <BR><BR>Es tan iluso creer que
al dinero ahorrado, ganado o trampeado le iría bien en las pirámides, como
creerle a Sarmiento Angulo que ese mismo dinero estaría a buen recaudo en sus
bancos. Tragarse el cuento de que es exacto y de ley el rédito que paga por los
pesos guardados, justo y necesario lo que cobra por cualquier transacción,
pertinente la comisión que exige por mover la plata ajena, o que los malabarismo
financieros de terror con los que se enriquece son más seguros que la almohada.
<BR><BR>Que es como tiene que ser. Que se pague un interés de miseria cuando se
deposita el dinero en los bancos y que se cobre un interés de usura cuando se
requiere un crédito, así sea sobre la plata propia guardada. Que por los ahorros
la banca pague el mísero 12% anual y por las tarjetas de crédito cobre la
friolera del 36%. <BR><BR>Que es normal que frente al gerente del banco de
cualquier sucursal, que se cree el dueño, al subgerente, que se cree el gerente,
al asesor comercial, que se cree el subgerente, o a la más modesta secretaria,
que se cree la asesora, o al vigilante, que se cree el secretario, o al que sea,
nos sintamos como frente al médico o el odontólogo, con alguna culpa inmerecida,
y con la certeza atroz de que va a decirnos que algo está mal, que algo no anda
bien, que pinta raro, o que más se perdió en el diluvio. <BR><BR>Que es así, y
gracias a Dios que es así, pues de lo contrario tendríamos que tener el dinero
en casa, con todos los riesgos que eso implica en el país de la “seguridad
democrática”. <BR><BR>Es un sistema con todos los perros amarrados: Que la banca
no vaya a ser pobre con las monedas que nos quita, y que nosotros nunca vayamos
a ser ricos por más que metamos todo lo que tengamos. <BR><BR>En un país en el
que los juegos de azar proliferan, los casinos están en cada esquina y para
todos los bolsillos, los estafadores piramidales fallaron en la esencia.
Tendrían que haber fundado bancos. Prometer las mismas mentiras, hurtar lo mismo
o más, y exigir el irrestricto apoyo del gobierno, en caso de algún traspié.
<BR><BR>A estos estafadores les faltó leer algo de la historia reciente del
país, que son las páginas sociales, o las judiciales. Unas cuantas páginas les
habría bastado. La sección de Granahorrar, digamos. Ahora no estarían siendo
acosados ni acusados. Serían ciudadanos prestantes e influyentes, tenidos en
cuenta cual esfinges, tanto por lo del cariz enigmático, como por lo del aire de
monstruo fabuloso, dos características reservadas para los pudientes en
Colombia. Además, con voz y voto en los consejos comunales del presidente Uribe.
Hasta podrían sugerir leyes de conmoción interior y ser oídos.
<BR><BR><STRONG>El club del clan</STRONG> <BR><BR>O, mejor todavía, hacer parte
del círculo de poder de dos presidentes consecutivos, Pastrana y Uribe, como los
famosos socios del fondo de inversiones WestSphere Capital Andin, un nombre
rimbombante para una banda de avivatos, que se hizo dueña del tristemente
célebre Banco del Pacífico, de origen ecuatoriano con sede en Colombia, un banco
desvalijado en el que los socios lograron recibir depósitos por impuestos que
sumaron 35 millones de dólares. <BR><BR>Nunca se ofreció recompensa por la
cabeza de Luis Alberto Moreno, el cerebro de esta triquiñuela, y más bien se lo
nombró y mantuvo como embajador en Washington, y Uribe le hizo mucho cabildeo
para que llegara a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID),
como dijo el columnista Fernando Garavito alguna vez, “el queso en la cueva del
gato”. <BR><BR>Los demás miembros de la cuadrilla directiva también alcanzaron
el curubito. Fernando Londoño, premiado con el ministerio de Interior y
Justicia, ahora tremebundo locutor, periodista justiciero y adalid de la moral
uribista. O Luis Fernando Ramírez, un despintado ministro de Defensa de
Pastrana. O Camilo Gómez, Alto Comisionado para la Paz de Pastrana, como todos
los Altos Comisionados, venido a menos por cuenta propia. O sus compinches, como
Fanny Kertzman, que partió con los cancerberos bravucones de la DIAN rumbo a la
embajada en Canadá. <BR><BR>No se sabe qué suerte le espera a David Murcia
Guzmán, ni a la estigmatizada familia DMG. Pero si en vez de montarse en esos
escamoteos financieros de tarjetas prepago, electrodomésticos de bolsillo y
Holdings raros, Murcia se hubiera dedicado con seriedad a batir su honda de
David, déle que déle corrompiendo burócratas, de cierto que el Goliat
gubernamental habría caído pronto, y el palurdo sería egregio.
<BR><BR><STRONG>Un trauma en la memoria</STRONG> <BR><BR>Eterno, mas no
monótono, es el recuento del pillaje y los atropellos de la banca legal a las
ilusas víctimas. <BR><BR>En 1972, en Colombia se implantó el sistema de
financiación hipotecaria a largo plazo en Unidades de Poder Adquisitivo
Constante UPAC, un procedimiento que permitía el cobro de intereses sobre
intereses. Con el señuelo inevitable de la vivienda propia, la gracia desembocó
en una fuerte crisis inmobiliaria en el país, que provocó la pérdida de muchos
inmuebles hipotecados y la ruina de muchas familias. <BR><BR>Las pirámides, que
se sepa, han causado la muerte de un hombre, quien se suicidó en Bogotá. Por
culpa del deplorable sistema UPAC, según una investigación del diario “El
Espectador”, más de dos mil usuarios se suicidaron apenas en un año, entre 1998
y 1999. Los deudores, retrasados en las cuotas, bebían vermífugos baratos o
volaban por los aires al ver que no sólo lo perdían todo, sino que toda su
descendencia quedaba hipotecada de por vida a la banca. <BR><BR>El sistema,
tardíamente, como siempre, fue declarado inconstitucional, y reemplazado por el
sistema de Unidades de Valor Real, el UVR. El remedio resultó peor que la
enfermedad. El cobro de intereses sobre intereses se mantuvo, haciendo
igualmente impagables los créditos. Según cifras oficiales, cerca de 400.000
viviendas han sido y siguen siendo expropiadas en menos de 10 años. <BR><BR>El
asunto no ha merecido pronunciamientos airados ni decretos especiales, ni
alocuciones pedagógicas, porque los que ahí se pasan las leyes por la faja,
cobran 7 y más veces los créditos, aplican intereses improcedentes, y desplazan
unas 100 familias cada día, son los bancos, los mismos que donan alcancías para
algún niño inválido, en connivencia y complicidad con jueces y autoridades.
<BR><BR><STRONG>La nueva interventora de DMG</STRONG> <BR><BR>La abogada María
Mercedes Perry Ferreira, nombrada por decreto, es la nueva agente interventora
de DMG. Una buena liquidadora. Con su motosierra leguleyera, de tinterilla con
traje de sastre, al comienzo del gobierno de Uribe, despedazó entidades
estatales como la Caja Agraria y el Banco del Estado. <BR><BR>El Banco del
Estado, por ejemplo, le entidad que recogió los entuertos del Banco Popular,
privatizado y vendido a huevo al mismo Luis Carlos Sarmiento Angulo que ahora
nos advierte contra los saqueadores. Como si los saqueadores particulares fueran
más perniciosos que los estatales y estatutarios. Mala memoria la suya.
<BR><BR>Un Banco del Estado que cuando lo liquidó la señora Perry alcanzaba
activos acumulados por más de siete mil millones de los pesos de los años
noventa, que eran mucho más pesos que los de ahora. El Banco del Estado fue
absorbido por el Banco Cafetero, que en 2007 sería a su vez adquirido por
Davivienda, en cabeza de José Alejandro Cortés. Mal llamadas capitalizaciones,
que concluyeron en lo que en realidad eran: descaradas privatizaciones.
<BR><BR><STRONG>Maniatados o cruzados de brazos</STRONG> <BR><BR>Los oficinistas
se tiran la pelota unos a otros. Acusaciones y rodeos van y vienen. Lo cierto es
que la miopía general de los más altos funcionarios del estado, incluido el
presidente, dejó que la pelota de nieve rodara hasta alcanzar más de dos
billones de pesos, según estimaciones iniciales. Unos 500 mil podrían ser los
hogares estafados, según cálculos del economista Luis Jorge Garay. <BR><BR>Una
verdadera catástrofe, para la cual, otra vez, están los paños de agua tibia de
las emergencias por decreto, mediante las cuales Álvaro Uribe faculta a su
propio gobierno para matar, por parejo, marchas y marchantes (“conmoción
interior”), ladrones y robados (“emergencia social”). <BR><BR>La Supersociedades
tendrá la facultad para tomar la posesión de bienes, haberes y archivos de las
empresas investigadas. Mejor dicho, de lo que le dejen los allanadores después
del allanamiento, de los restos que se le escapen a la policía y a los
funcionarios encargados de evitar que los manilargos originales se los lleven.
<BR><BR>Los decretos 4333 al 4336 son memorables. Aunque ahora se ha bajado el
tono, el mediático enfrentamiento entre el presidente de Colombia, Álvaro Uribe
Vélez, y el artífice de DMG, David Murcia Guzmán, llegó a alcanzar un tono de
pelea de rufianes inocultable. Y los decretos son parte de esa pendencia, y
exudan el mismo tono. Quieren ponerle punto final a la bronca, pero tienen dejo
de pataleta. <BR><BR>Son decretos con nombre propio, retroactivos y
revanchistas, mediante los cuales se le quiere aplicar un remedio excesivo, de
un día para otro, a una actividad que lleva años y frente a la cual el gobierno
se cruzó de brazos. <BR><BR>Y no es que no tuviera herramientas legales para
actuar. La captación masiva y habitual de ahorros del público sin autorización
oficial está prohibida en la legislación colombiana, por el decreto 2920. Se
trata de una conducta tipificada como delito desde 1982. Como afirmó Juan Camilo
Restrepo, ex ministro de Hacienda, “el Gobierno debió aplicar con rigor la
legislación que estaba vigente, en vez de ponerse a proponer nuevas leyes, que,
con cambios más bien marginales, no hacen más que prohibir lo que ya estaba
prohibido desde hace 25 años”. <BR><BR>Ojalá los recientes decretos expedidos,
para lo que sea que van a servir, que lo hagan más temprano que tarde. Tienen la
vida efímera de 30 días, que es un lapso insuficiente para revertir una inercia
ancestral y una transformación cultural que el narcotráfico ha afianzado en
décadas, pero que basta y sobra para acabar de arruinar a los idiotas útiles de
“una economía para imitar”, como lo creía a fe ciega el ministro de Hacienda,
Oscar Iván Zuluaga, hasta que hace unas semanas le estallaron en la cara las
pompas de jabón de su chapucería. <BR><BR><STRONG>Citas citables</STRONG>
<BR><BR>En un soliloquio digno del personaje, mas no del cargo, el ministro de
Interior y Justicia, Fabio Valencia Cossio, dijo que ya se han dictado medidas
precautelativas, investigativas, dictadas “en beneficio de todos los
colombianos. Una práctica que debemos abolir en todos los colombianos, que es
creer que el enriquecimiento fácil puede ser un elemento de nuestra sociedad.”
<BR><BR>Parece que el ministro todavía viviera en Roma, haciendo pinitos para el
título de Caballero de Gran Cruz de la orden al Merito de la República Italiana,
colgando en la billetera liras en vez de pesos. Que se despabile y entienda que
el enriquecimiento ilícito es una práctica “mágica” y mafiosa, que lo persigue
como su sombra a donde quiera que va, en la Medellín de Pablo (Escobar), en los
intríngulis de la calabresa y las AUC en la Italia de Berlusconi, o en el
cobertizo republicano de Uribe, al lado de “Crespón”, el potro presidencial
predilecto. Y que acepte que de donde hay que empezar a abolir prácticas insanas
es de la “Casa de Nari”, donde, en medio de tanto escándalo y componendas, el
enriquecimiento ilícito es un mal menor. <BR><BR>En esta feria de frases, hay
que subrayar la dicha por el superintendente de Sociedades, Hernando Ruiz López:
“Estos establecimientos sí estaban siendo sometidos a la presión de las visitas,
tanto de la Superfinanciera, como de la Superintendencia de sociedades, y pienso
que finalmente eso es lo que ha producido que más temprano que tarde se hayan
evaporado algunas, y ya la gente tenga claro cuál es el propósito final de
ellas”. El funcionario lo pronunció y ni siquiera se mamaba gallo a sí mismo.
<BR><BR>Y hay que recordar otra del presidente Uribe, poco antes de estallar la
crisis de las pirámides: “A los inversionistas internacionales tenemos que
decirles: Cualquier dólar que haya logrado escapar de esa pirámide de Wall
Street, tráiganlo para acá, que aquí les queda seguro”. Un golpe bajo a la
“seguridad inversionista”, otra pata nacida de la coja “seguridad democrática”.
<BR><BR><STRONG>La coda</STRONG> <BR><BR>En Colombia, desde muy temprano los
niños deben jugar a ser más grandes de lo que son, y trabajan y sufren en los
socavones o en las calles de las capitales. Los adolescentes le apuestan el alma
al diablo y, por unos pocos pesos, se hacen sicarios. Los adultos retan la vida
con la incertidumbre del rebusque, y viven en carne propia la azarosa actividad
de la catástrofe. Los ancianos ya no juegan barajas en los pórticos o sentados
bajo los mangos, sino el dominó aterrador de su salud y sus pensiones
privatizadas, mientras acaba rapidito la vida. <BR><BR>¿Por qué resultará
entonces tan extraño que unos y otros se jueguen el todo por el todo en unas
pirámides de ensueño, que se llaman “Horizonte”, “Oportunidades” o “Buen
Futuro”, y que de paso prometen acabar con el desastre de jugarse la vida día
tras día y sin esperanza? <BR><BR>El gobierno ofrece el principio de
oportunidad, para cesar la persecución penal a los tramposos. Es un precepto que
suena a ruego. Más cuando el propio presidente lo explica, y le pide a los
estafadores que sean buenos y que le devuelvan la platica a la gente. Un estado
débil, un gobierno engomado, un presidente cogido de la tarde, que no tienen más
que hacer que denominar cautela a la desidia, ordenar capturas preventivas,
expedir decretos inconstitucionales, de madrugada y tras la puerta, maquinarle
delitos y penas al Código Penal, insistir en esquemas de garantías porque saben
de sobra que no habrá ninguna, y orar para que la perturbación social no avance.
<BR><BR>El gobierno, el fiscal, el “modelo de celeridad” del Grupo
Interinstitucional de Policía Judicial, tres o cuatro ministros, acopian pruebas
y ven llover en un país inundado de marchas. Las secretarias y los empleados de
medio pelo de las “pirámides” caen por doquier. Los desplumados inversores
lloran y le dan cabezazos a las ilusiones rotas. <BR><BR>Y los faraones
vernáculos, en un santiamén, se hicieron “polvo de estrellas”. Como dice la
misma “Vorágine” en las líneas finales, contando la suerte de Arturo Cova y sus
compañeros: “Ni rastro de ellos. ¡Los devoró la selva!”</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=3>Correspondencia de Prensa -
Agenda Radical - Boletín Solidario<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT color=#800000
size=3>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de los
Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay<BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>