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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario
<BR></FONT></U></EM><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición
internacional del Colectivo Militante<BR><U>23 de noviembre
2008</U><BR>Redacción y suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Capitalismo</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>¿Adonde va la crisis?
*<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT
size=3></FONT></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Michel
Husson</FONT></STRONG> </FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>Viento Sur</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.nodo50.org/viento_sur/"><STRONG>http://www.nodo50.org/viento_sur/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducción de Alberto
Nadal</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Frente al seísmo actual y al delirio de los mercados, un
poco de perspectiva es necesaria para comprender las raíces sociales de la
crisis. Es tanto más necesaria si se tiene en cuenta que las consecuencias
sociales de la recesión que viene son considerables. <BR><BR><STRONG>Una crisis
con varios niveles</STRONG> <BR><BR>La crisis actual no es sólo una crisis
financiera. Combina diferentes elementos que hay que tomar en su totalidad para
comprender su profundidad. Para ir a lo esencial, es una crisis que afecta a los
fundamentos mismos del capitalismo. Todo comienza con el gran giro de los años
1980, marcado en el interior de cada gran país capitalista por una degradación
de la correlación de fuerzas entre capital y trabajo en detrimento de los
asalariados. Se pone en pie un nuevo modo de reparto, apoyado en la baja
tendencial de la parte de las riquezas producidas que van a los asalariados /1.
La tasa de ganancia se restablece pero no conduce a un aumento comparable a la
tasa de acumulación /2. Dicho de otra forma, la parte de la ganancia no
invertida aumenta y engendra un flujo permanente de “capitales libres” que toman
la forma de activos financieros a la búsqueda de una rentabilidad máxima.
<BR><BR>La mundialización ha reforzado este proceso: la libertad de circulación
de los capitales, la desreglamentación bancaria, el recurso a las
deslocalizaciones, han permitido agravar la presión sobre los salarios.
Reivindicando una hiperrentabilidad máxima, los mercados financieros imponen sus
criterios y reducen los proyectos de inversión considerados como suficientemente
rentables. <BR><BR>Una primera interpretación consiste en distinguir el “buen”
capitalismo productivo del “mal” capitalismo financiero. Los mercados
financieros son entonces presentados como un parásito, una excrecencia, que
bastaría con eliminar o “regular” para volver a un funcionamiento “normal” del
capitalismo. Pensamos, al contrario, que el capitalismo contemporáneo es un
“puro capitalismo” en el sentido de que los mercados financieros no son una
distorsión sino, al contrario, el medio para que funcione plenamente según sus
propios criterios: la esencia del capitalismo sigue siendo la búsqueda de un
beneficio máximo que pasa por la explotación de los trabajadores y ha tenido
siempre como vocación extenderse al conjunto del mundo. Pero el rey está
desnudo: el capitalismo prefiere no responder a las necesidades sociales
insuficientemente rentables más que arriesgarse a la bajada dfe la tasa de
ganancia. <BR><BR>La crisis financiera resulta en el fondo de una reivindicación
imposible del capital: obtener para el conjunto de los capitales invertidos una
rentabilidad en línea con los rendimientos que los activos financieros procuran
en ciertos segmentos. Pero la ley del valor interviene periódicamente para
recordar que el volumen de las riquezas producidas está limitado por la
extracción de plusvalía, en definitiva, que no se pueden distribuir más riquezas
que las que se producen. Los activos financieros no son en el fondo más que
derechos de giro sobre la plusvalía. Su valor nominal es en cierto sentido
virtual pues solo cuenta la prueba de su conversión en bienes reales, lo que
parafraseando a Marx, se podría llamar el gran salto mortal del mundo del
capital ficticio al de la mercancía. <BR><BR>Todo esto no tiene nada de
abstracto y corresponde a la experiencia que han conocido ya y pueden conocer de
nuevo los asalariados cuyas jubilaciones dependen del destino de los fondos de
pensiones. Para ellos, el salto mortal se produce cuando hacen valer sus
derechos a la jubilación y descubren que su nivel real depende de las
cotizaciones en Bolsa del día. Un análisis reciente nos enseña así que durante
los últimos quince meses, la crisis financiera ha ocasionado en los Estados
Unidos una pérdida de 2.000 millardos de dólares para los fondos de pensiones
/3. <BR><BR><STRONG>Políticas neoliberales y “técnicas”
financieras</STRONG><BR><BR>Para que la burbuja pueda tomar su auge, los
capitales disponibles no bastan; es preciso también que la reglamentación no
constituya un obstáculo. Sin embargo, ha sido burlada por decisiones de orden
político y por la puesta en marcha de sofisticadas innovaciones financieras y de
prácticas cada vez más opacas. Se puede citar el "apalancamiento" que permite
multiplicar la suma de la que dispone una institución financiera inicialmente.
Los productos derivados permiten operaciones complicadas de compra y de venta a
medio plazo. Los bancos pueden desprenderse de sus créditos dudosos colocándolos
con otros en una especie de estuche-sorpresa que puede luego ser vendido bajo la
forma de título (de ahí el término de titulización). El riesgo ligado a los
diferentes créditos se pone a circular y no forma ya parte del balance,
escapando así a las reglas prudenciales que imponen una cierta proporción de
fondos propios. <BR><BR>La crisis de las subprimas ha estallado en un segmento
relativamente estrecho, el de los préstamos concedidos a familias pobres y
garantizados por la casa que compraban. Estos contratos eran verdaderas estafas
puesto que los bancos sabían pertinentemente que no serían devueltos. Pero la
titulización permitía librarse de ellos. El cambio de signo del mercado
inmobiliario ha coincidido con las primeras quiebras de familias: la venta de
las casas hipotecadas con esos créditos podridos no era ya posible, de ahí un
precio que no cubría ya el crédito inicial. La crisis inmobiliaria ha
desencadenado a continuación una reacción en cadena: los bancos han descubierto
sus pérdidas una tras otra, se han visto progresivamente incapaces de obtener
nuevas fuentes de financiación para cubrir estas pérdidas. Para frenar una serie
de quiebras en cascada, los Bancos centrales y los gobiernos han inyectado
dinero o “nacionalizado” una parte de los bancos.<BR><BR><STRONG>Una crisis
mundial</STRONG><BR><BR>Desreglamentación, mundialización y financiarización van
parejas. Lo que hay de nuevo en la fase actual de la mundialización, es que
concierne a la producción que se hace a caballo de varios países o continentes y
que pone directamente en competencia a los asalariados del mundo entero. Esto
supone una libertad total de circulación de los capitales uno de cuyos aspectos
es la desreglamentación que les permite efectivamente ir y volver a su antojo.
La financiarización multiplica los efectos clásicos de la competencia
permitiendo a los capitales “libres” hacer presión para alcanzar la rentabilidad
máxima. <BR><BR>Esta crisis es la primera que reviste un carácter mundial. Sin
embargo, ha nacido en el seno de la economía más poderosa y se puede afirmar que
marca el fin de un modelo. En efecto, desde al menos hace quince años, el
crecimiento de los Estados Unidos estaba fundado en una tendencia al
sobreconsumo financiada por el resto del mundo. En el interior, la tasa de
ahorro de las familias baja constantemente desde hace un decenio y es hoy casi
nulo. Este dinamismo del consumo estaba además reforzado por el endeudamiento.
De esta configuración resulta el déficit comercial que se ha abierto en
proporción con este sobreconsumo. El modelo no podía mantenerse más que con la
condición de que el déficit fuera financiado por entradas de capitales
provenientes de los países con excedentes (países emergentes y/o productores de
petróleo) /4. <BR><BR>Se constata que el modelo estadounidense se base en una
doble imbricación de los mercados financieros y de la economía real. En el
interior, son el crédito hipotecario y el enriquecimiento patrimonial los que
han tirado del consumo; en el exterior, son los capitales quienes lo han
financiado. Este modelo no era sostenible, como lo mostraban en los estados
Unidos mismos economistas simplemente lúcidos. No ha podido mantenerse tanto
tiempo más que por una verdadera huida hacia delante que explica la amplitud de
la crisis actual. La precedente fue el estallido de la “burbuja internet” en
2000. Choque considerable que fue amortiguado por un conjunto de medidas, las
principales de las cuales fueron el aumento de los gastos militares y la bajada
del dólar. De una cierta forma, los factores de dominación política y militar de
los Estados Unidos venían a sustituir a un dominio estrictamente económico en
declive. <BR><BR>Este modelo no puede ya funcionar, y no hay en el horizonte
previsible modelo de recambio. Una de las líneas de fuerza del período abierto
por la crisis es entonces la siguiente: a falta de poder reequilibrar su modelo
de crecimiento, los Estados Unidos van a intentar rebotar sobre el resto del
mundo los costes de una incierta transición. Es sobre el curso del dólar donde
van a cristalizarse las previsibles tensiones, porque su bajada puede influir
sobre la actividad económica en Europa y desanimar el aflujo de capitales que
sigue siendo necesario. Es difícil precisar mejor los contornos de este “ajuste”
pero es seguro que la evolución económica mundial será en gran parte determinada
por las medidas tomadas en Estados Unidos para imponer al resto del mundo los
costes de la salvaguardia de su dominación.<BR><BR><STRONG>La trayectoria de la
crisis</STRONG><BR><BR>El en el momento en que se escriben estas líneas (11 de
octubre), la situación es verdaderamente desastrosa, puesto que la caída de las
cotizaciones bursátiles no ha podido ser frenada por una amplia serie de medidas
y de tomas de posición sin precedentes: el plan Paulson ha sido votado, se han
inyectado sumas considerables, se han llevado a cabo nacionalizaciones
parciales, y los principales bancos centrales han bajado su tasa de interés de
forma coordinada medio punto. Que todo esto se haya hecho no es fácil de
explicar. Asistimos sin duda a un pulso entre las autoridades y un cierto número
de intervinientes que quieren aún más bajo la forma de dinero fresco o la compra
de sus activos podridos. Algunos bancos apuestan probablemente por la
posibilidad de comprar otros a un precio aún más de saldo. <BR><BR>Pero el
panorama general es el de un verdadero pánico que gana a los dirigentes. Que
Jean –Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo, haya podido
dirigirse a los mercados diciéndoles “calmaos” dice mucho sobre este estado de
desconcierto que no es fingido. Pero hay algo de racional en este pánico, es la
intuición de que tras la crisis financiera se dibuja una verdadera crisis
económica. Es probablemente el hecho de que la recesión ha tomado ya el relevo
al crash bursátil el que obstaculiza una salida de la crisis financiera que se
podía razonablemente esperar teniendo en cuenta la amplitud de los diferentes
planes de rescate. <BR><BR>El espectro de 1929 está reapareciendo. Hasta ahora,
muchos observadores podían con razón subrayar la diferencia con 1929: los
gobiernos y las autoridades financieras habían tomado esta vez la medida de la
crisis y su intervención impediría que se produjera el mismo escenario que en
1929. No era falso, pero la incapacidad de estas intervenciones para morder en
la situación y para recuperar las Bolsas conduce a cambiar de perspectiva.
<BR><BR>Lo que está en adelante al orden del día, es la recesión económica sin
más. El FMI acaba de revisar a la baja sus previsiones /5: en 2009, el
crecimiento sería poco más o menos nulo (0,5%) en los países desarrollados tras
una fuerte ralentización en 2008 (1,5%). El crecimiento mundial, sostenido por
los países emergentes y en desarrollo se ralentizaría al 3%. Para el FMI, “la
recuperación no está todavía a la vista” y no podrá ser sino “gradual cuando
llegue”. Un tal escenario es cualitativamente el único que se puede adelantar.
Llegará un momento en que las Bolsas toquen fondo y comiencen a subir, sin que
se pueda decir hoy qué grado de intervención pública será necesario. Pero la
salida de la crisis financiera será, y ya es, extremadamente costosa y la
recesión tomará inmediatamente el relevo. Es el credit crunch (nadie quiere ya
prestar a nadie) el que asegura el interfaz entre las dos crisis. Las
restricciones de crédito a las familias se añaden a la bajada del poder de
compra, la actividad de las empresas está bloqueada por la falta de crédito, y
este fenómeno afecta en este momento a gigantes industriales como Ford o General
Motors, ya amenazadas por la caída de sus ventas. <BR><BR>Contrariamente a otros
episodios similares pero de menor amplitud, la vuelta a la normalidad tomará un
tiempo proporcional a las sumas engullidas, y lo más probable es un escenario a
la japonesa. La crisis bancaria e inmobiliaria del comienzo de los años 1990
había desembocado en un decenio de crecimiento casi nulo de la economía
japonesa. Con una diferencia sin embargo: se habían podido invocar en el caso
japonés errores de política económica, mientras que el factor principal de
bloqueo será la dificultad de definir una configuración coherente de la economía
mundial. La crisis es en efecto una crisis estructural que hace imposible la
vuelta a los modelos de crecimiento seguidos por los Estados Unidos y la Unión
Europea e incluso, en un horizonte más incierto, por China. <BR><BR><STRONG>Las
repercusiones sociales</STRONG><BR><BR>Una gran incertidumbre pesa pues sobre la
trayectoria de la economía mundial. Pero una cosa es segura: las clases
dominantes van a hacer todo lo posible para echar los efectos de la crisis sobre
los asalariados y sobre la mayoría de la población. La factura de la crisis
financiera y la recesión van a combinarse para pesar sobre el empleo, el poder
de compra y sobre los presupuestos sociales. Para impedir a los capitalistas
restablecer sus ganancias en detrimento del bienestar social, existen entonces
dos principales ejes de respuesta. <BR><BR>El primero es la nacionalización
integral de los bancos y los seguros. No se trata aquí de hacer demagogia sino
de aportar una respuesta simplemente coherente a la crisis financiera. El dinero
público de los diferentes planes de rescate puede no servir más que para comprar
los títulos “tóxicos” que han desencadenado la crisis. Sería demasiado fácil que
los bancos y otras instituciones financieras vean sus pérdidas cubiertas por
fondos públicos a la vez que conservan sus ganancias. Sin embargo, es ésta
claramente la función, por ejemplo, del plan Paulson en los Estados Unidos, como
lo muestra un economista del banco francés poco sospechoso de anticapitalismo
/6. <BR><BR>Solo una nacionalización que no fuera parcial y no se limitara a
tomas de participación provisionales permitiría verdaderamente “abrir los libros
de cuentas”, consolidar los créditos cruzados, salvar a las víctimas de las
estafas subprimas más que preservar los beneficios bancarios. Los reconvertidos
abogados de las finanzas no tienen más que una palabra en la boca, la de
regulación. Pero las regulaciones que existían han sido todas burladas por
innovaciones financieras cada vez más sofisticadas y no existe autoridad para
hacerlas aplicar a nivel mundial. Hay evidentemente que sostener medidas como la
prohibición de paraísos fiscales pero no se puede otorgar confianza a las
autoridades monetarias para regular de forma duradera las finanzas.
<BR><BR>Además del control que permite, esta nacionalización debería desembocar
en la creación de un polo financiero público, reconociendo así que el crédito y
los seguros tienen que ver con un servicio público. La crisis actual ha
demostrado que la finanza privada conduce a la catástrofe social. Queda en suma
que rehabilitar la idea de un crédito duraderamente nacionalizado, lo que no es
posible más que si se pone en pie una gestión democrática que ponga al crédito
al servicio de las prioridades sociales. <BR><BR>El segundo eje trata sobre el
reparto de las riquezas y se basa en una idea simple. Si hay recesión, sería
intolerable que los asalariados sufrieran una nueva degradación de su situación,
únicamente para que las empresas pudieran continuar pagando dividendos. El medio
mas claro de afirmar esta exigencia es proponer un plan de transferencia de los
dividendos hacia un fondo para el empleo y los salarios, gestionado también bajo
control de los trabajadores. Al mismo tiempo, y se trata de una medida de
urgencia mínima, el mínimo del poder de compra debería ser garantizado por la
escala móvil de salarios, dicho de otra forma por su indexación con los precios.
<BR><BR>En los dos casos, debe ser defendido un principio esencial, el del
control democrático. Corresponde a la idea perfectamente legítima según la cual
los asalariados no tienen que pagar los gastos del salvamento del capitalismo y
deben tener un derecho de fiscalización sobre las medidas tomadas y el reparto
de las riquezas. La crisis del capitalismo no implica mecánicamente una mejor
correlación de fuerzas a favor de los trabajadores; tiene al contrario muchas
posibilidades de ser el pretexto para nuevos retrocesos sociales. Pero la ruina
del sistema abre al mismo tiempo un espacio nuevo a las luchas sociales que
serán tanto más victoriosas y portadoras de futuro en la medida en que tomen una
dimensión anticapitalista clara. <BR><BR><BR>* Este artículo se publicará en Les
cahiers du socialisme (Québec).<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U></U></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U>Notas</U></STRONG><BR><BR>1/ Michel Husson, « La
hausse tendancielle du taux d’exploitation », Inprecor n° 534-535, enero-febrero
2008.<BR>2/ Michel Husson, « Le taux d’accumulation ne suit plus le taux de
profit », notehussonet n°2, 25 septiembre 2008.<BR>3/ Peter Orszag, « Effects of
financial market turmoil on pensions », 7 octubre 2008.<BR>4/ Michel Husson, «
Etats-Unis : la fin d’un modèle », La Brèche n°3, 2008.<BR>5/ FMI, World
Economic Outlook, Octubre 2008.<BR>6/ Patrick Artus, « Le but ultime du plan de
sauvetage des banques aux Etats-Unis s’il est mis en place : redonner de la
rentabilité aux banques », Natixis, Special report n°97, 26 septiembre
2008.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=3>Correspondencia de Prensa -
Agenda Radical - Boletín Solidario<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT color=#800000
size=3>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de los
Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay<BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>