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<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=4><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario</FONT></U></EM>
<BR><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición internacional
del Colectivo Militante<BR><U>11 de diciembre 2008</U><BR>Redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Bolivia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Aymaras, comerciantes y
migrantes<BR></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Franz Chávez
<BR></DIV></STRONG></FONT>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>IPS, El Alto,
Bolivia</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.ipsnoticias.net/"><STRONG>http://www.ipsnoticias.net/</STRONG></A></FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><BR>Silencioso, pujante y capaz de cruzar océanos, el
comercio del pueblo indígena aymara ha burlado teorías y, en una combinación de
tradiciones precolombinas y ansias de supervivencia, ha demostrado talento para
crear riqueza y sustento.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Con raíces fundadas varios siglos antes de la llegada de
los colonizadores españoles en lo que hoy es la zona occidental de Bolivia, el
sur de Perú y el norte de Chile, la tradición aymara cultivó el intercambio de
productos alimenticios como punto de partida de una acción mayor. <BR><BR>Desde
las zonas rurales donde aún se practica el trueque hasta el gran mercado urbano
de la Feria 16 de Julio, en la altiplánica ciudad de El Alto, los improvisados
mercados en barrios pobres de la central Santa Cruz de la Sierra, y el
tradicional vecindario comercial de Liniers, en la capital de Argentina, los
aymaras de hoy esconden tras su timidez una habilidad innata para transar
mercancías centavo a centavo. <BR><BR>El paso del tiempo no ha borrado la
cultura de subsistencia de los habitantes de la altiplanicie y cordilleras de
Bolivia. Un testimonio vivo es Leonardo Esteban quien, a sus 50 años, practica
el intercambio de alimentos y pasa gran parte del año viajando con artesanías a
cuestas visitando ferias campesinas. <BR><BR>Esteban pertenece a una familia que
escribió su apellido en la historia de alta mar en 1970, cuando participó en la
construcción de una balsa gigante, hecha de papiro pero con técnicas empleadas
en el lago Titicaca y llamada Ra II, que cruzó el océano Atlántico en 57 días
desde Marruecos hasta la isla de Barbados. <BR><BR>Esteban habló con IPS en una
pausa en su actividad de artesano y comerciante, en una feria rural en Laja,
unos 25 kilómetros al oeste de La Paz, donde exhibía reproducciones en miniatura
de la Ra II, elaboradas en fibra de totora, vegetal típico del Titicaca, situado
en el oeste de Bolivia y el sudeste de Perú. <BR><BR>En la isla Suriqui, en
medio del lago binacional, "no circula mucho dinero y seguimos cambiando
pescados por papa que tienen casi el mismo valor", dice Esteban a IPS.
<BR><BR>El terreno rocoso no favorece los cultivos, y por ello la pesca es la
principal actividad económica. El pescado fresco, seco y salado es la moneda de
canje por habas, maíz y tubérculos como la oca, la papaliza y la papa (y su
producto deshidratado, llamado chuño). <BR><BR>El trueque implica recorrer
grandes distancias entre el lugar donde uno está y el poblado cuya producción de
alimentos es diferente y complementaria. Esteban abandona su isla en una balsa
de madera con vela de tela, llega a la otra orilla y desde allí camina hasta el
valle de Sorata, 60 kilómetros al norte de su tierra. <BR><BR>En el censo de
población de 2001, 1.278.627 personas se identificaron como aymaras, la segunda
cultura más numerosa después de la quechua, que tenía entonces 1.557.689
miembros en este país de de 9,2 millones de habitantes. <BR><BR>Envuelta en una
tela de tocuyo (algodón) que carga al hombro, lleva la carga de pescados de
diferentes variedades, salados y cubiertos de paja brava para evitar su
descomposición, y tras vencer la planicie y descender entre montañas al valle,
consigue a cambio frutas como peras y chirimoyas. <BR><BR>La cantidad de
alimentos que cabe entre sus dos manos es la medida de referencia para el canje
y, salvando algunas pequeñas diferencias con el ocasional proveedor, las partes
quedan conformes con la operación. <BR><BR>Detrás del intercambio de alimentos
está la estrategia precolombina de control de los diferentes pisos ecológicos,
que permitía a los pueblos aborígenes aprovisionarse de alimentos del mar, los
llanos y la zona andina, y ejercer dominio sobre vastas zonas desde la costa del
océano Pacífico, las montañas y los valles de la región, explica a IPS el
investigador y docente universitario Joaquín Saravia. <BR><BR>Con la conquista
española se quebró esa organización territorial expandida y se impuso un orden
que limitaba el desplazamiento y suprimía formas tradicionales de organización
comunitaria como el "ayllu". <BR><BR>Actividades coloniales como la producción
de coca, en la zona subtropical de Los Yungas, unos 90 kilómetros al norte de la
ciudad de La Paz, y su transporte a lomo de animales hasta los socavones de
Potosí, 574 kilómetros al sur, donde era usada para elevar el rendimiento de
quienes laboraban en las minas, abrieron nuevos circuitos económicos para los
aymaras, que llegaron hasta el actual territorio argentino. <BR><BR>Esos
vínculos han recuperado protagonismo y hoy se complementan con la economía
capitalista, de la cual los aymaras son protagonistas por su adaptación a la
demanda de bienes, explica Saravia. <BR><BR>"El encuentro de control espacial
con el capitalismo se traduce en oportunidades para un libre accionar, una
movilidad siempre presente y la posibilidad de desarrollar el comercio en
círculos familiares, de ‘paisanaje, compadrazgo y amistad’", comenta.
<BR><BR>Saravia observa un "control del espacio territorial a partir del dominio
capitalista, sin que ello signifique una apropiación del lugar donde se realizan
las actividades. Es un esquema mental, cultural y social de los aymaras que, al
adquirir conciencia de estas capacidades, podrían transformar ese modo de acción
en poder político, social y económico". <BR><BR><STRONG>Comercio informal
crece</STRONG> <BR><BR>La hiperinflación que afectó a Bolivia en la segunda
mitad de los años 80 y un drástico programa de ajuste del Estado determinaron el
despido de unos 30.000 empleados públicos. Eso empujó a muchas familias a buscar
ingresos en actividades económicas que van desde el cultivo de coca hasta el
comercio informal. <BR><BR>La investigadora Lucía Rosales, del Global Labour
Institute afirma que entre 1994 y 2000, el empleo informal aumentó
considerablemente en Bolivia y absorbe a 63 por ciento de la población
económicamente activa, según estudios de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT). <BR><BR>Su análisis sostiene que el motor de la informalidad está
en las mujeres. Setenta y cuatro por ciento de ellas en edad de trabajar se
ocupan en este sector, contra 55 por ciento de los hombres. <BR><BR>Una muestra
de la habilidad comercial aymara es la Feria 16 de Julio de los jueves y los
domingos, en unos nueve kilómetros cuadrados de la empobrecida ciudad de El
Alto, une enorme suburbio de La Paz, situado a casi 4.000 metros sobre el nivel
del mar y puerta de entrada al Altiplano. La falta de empleo ha propiciado aquí
negocios que comprenden desde la venta de mercadería usada hasta productos
nuevos ingresados de contrabando, en un espacio donde puede hallarse casi
cualquier cosa a la venta. <BR><BR>La gente humilde expresa aquí la economía de
mercado con una oferta informal de bienes de precios bajos, para evadir al fisco
y reducir costos a grados impresionantes. <BR><BR>Alimentos, golosinas,
repuestos de cualquier tipo, materiales de construcción... La oferta se
desparrama en calles, avenidas y plazas, en una invasión silenciosa y activa que
desafía al Estado. <BR><BR>Una persona que ingresa al comercio informal con un
capital mínimo de 10 dólares para adquirir golosinas o alimentos e improvisa un
puesto de venta en una calle concurrida, genera una actividad que le permite
obtener hasta cuatro dólares por día, describió a IPS una fuente financiera.
<BR><BR>En la intermediación, renovación permanente de productos y destreza para
acercarlos lo más posible a los clientes, consigue aumentar su capital y mejorar
sus ingresos. <BR><BR>"Para el aymara no hay fronteras", dice a IPS la pedagoga
y directora de la organización no gubernamental Senda Nueva, Norah Poma, sobre
la capacidad de desplazamiento de estos comerciantes que viven más cerca de la
quiebra que del éxito. <BR><BR><STRONG>Brasil, Argentina y Santa Cruz</STRONG>
<BR><BR>En la limítrofe Brasiléia, vecina brasileña de Cobija, la capital del
norteño departamento boliviano de Pando, mujeres aymaras ataviadas con sus
polleras y sombreros tradicionales improvisan sombrillas con madera y telas de
algodón, repitiendo una escena familiar en cualquier ciudad del oeste de
Bolivia. <BR><BR>Ellas viajan entre tres y cinco días para cubrir los 1.200
kilómetros que separan La Paz de Cobija-Brasiléia, llevando su carga de
hortalizas, cebollas, pimentones y locotos (una variedad de ají) e ingresan
tranquilamente al país vecino, muy diferente en cultura y entorno social.
<BR><BR>También muy lejos de su hábitat montañoso y frío, los aymaras se
abrieron paso en la conservadora y caliente ciudad de Santa Cruz de la Sierra,
903 kilómetros al este de La Paz, eligiendo como puerta de entrada zonas de
pantanos plagados de mosquitos, relata a IPS la periodista Gina Quiroga.
<BR><BR>El espacio comercial que allí abrieron adquirió desde los años 70 el
nombre del lugar, Mercado de los Pozos. Luego vendrían otras incursiones en La
Ramada, un alejado sitio de espesa vegetación, y finalmente en El Abasto, en
recuerdo de una calle peatonal paceña cubierta de puestos informales. <BR><BR>En
Santa Cruz se los llama collas, por su origen vinculado al antiguo Collayuso o
Kollasuyu, territorio de los reinos aymaras que pasó a formar parte del Imperio
Inca. Se iniciaron como intermediarios de alimentos y luego se quedaron en
espacios donde negocian con el gobierno municipal la construcción de galpones a
cambio de un tributo. <BR><BR>Noventa por ciento de los comercios localizados en
el centro de Santa Cruz de la Sierra, con ofertas que van desde ropa hasta
electrodomésticos, están dominados por gente de los Andes, que empieza casi
siempre vendiendo legumbres, verduras, carne y otros alimentos. <BR><BR>Quiroga
explica a IPS que el ciudadano nacido en la región oriental no considera al
andino como un compatriota y le asigna el papel de un extraño, mientras se
siente más cómodo e inclinado a acercase al extranjero. <BR><BR>En la capital,
Sucre, 740 kilómetros al sureste de La Paz, desde hace 15 años se observa la
presencia de aymaras en las señoriales calles de estilo colonial, relata el
periodista Yuver Donoso. <BR><BR>La "invasión" rompe la rutina, impone estilos
de vestir, modifica y renueva la oferta, en perfecta sintonía con el carácter
del cliente, comenta a IPS. <BR><BR>La migración aymara a Sucre incluye sus
tradiciones religiosas y culturales. Es común observarlos celebrando
festividades en homenaje a la Virgen María a la que rinden tributo con danzas de
occidente. Inconfundibles, los aymaras han llegado tan lejos como al vecindario
porteño de Liniers, Argentina, donde se los puede identificar por sus productos
colocados sobre el suelo y cubiertos de una sombrilla cuadrada. <BR><BR>Gracias
a su capacidad de percibir las preferencias de los compradores, los aymaras
siguen expandiendo un poder económico eficaz para generar ingresos y el pan
cotidiano.</DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT color=#800000 size=3>Correspondencia de Prensa -
Agenda Radical - Boletín Solidario<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante - Por la Unidad de
los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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