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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT color=#800000><EM><U><FONT
size=5>correspondencia de prensa - boletín solidario
<BR></FONT></U></EM><FONT color=#ff0000 size=6>Agenda Radical</FONT><BR>Edición
internacional del Colectivo Militante<BR><U>23 de febrero 2009</U><BR>Redacción
y suscripciones:</FONT> </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Capitalismo</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Entrevista a Robert Brenner
*</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Un análisis histórico-económico clásico
de la actual crisis</FONT></STRONG><BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Sin
Permiso</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><A href="http://www.sinpermiso.info"><FONT face=Arial
size=2><STRONG>www.sinpermiso.info</STRONG></FONT></A></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducción de Daniel
Escribano</STRONG> <BR> <BR><BR>Seongjin Jeong entrevistó para el
diario coreano Hankyoreh (22 de enero 2009) a nuestro amigo y miembro del
Consejo Editorial de SINPERMISO Robert Brenner, que nos hizo llegar el original
inglés del texto. Quien ha hecho en los últimos 10 años los análisis
histórico-económicos acaso más profundos y premonitorios sobre la naturaleza de
la vida económica capitalista mundial del final del siglo XX, se confirma aquí
como uno de los más lúcidos y penetrante analistas del presente. (SP)
<BR></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>La mayoría de analistas
califican la presente crisis como crisis financiera. ¿Está usted de acuerdo con
esta denominación?</STRONG><BR> <BR>Es comprensible que los analistas de la
crisis hayan situado el punto de partida en la banca y el mercado de valores.
Pero el problema es que no han ido más allá. Empezando por el propio secretario
del Tesoro, Paulson, y el presidente de la Reserva Federal, Bernanke, han
sostenido que la crisis puede explicarse en simples términos de problemas en el
sector financiero. Al mismo tiempo, aseveran que la economía real subyacente es
fuerte, que los llamados fundamentos están en forma. La desorientación no podría
ser mayor. El principal origen de la crisis actual está en el declive del
dinamismo de las economías avanzadas desde 1973 y, especialmente, desde 2000. El
crecimiento económico en los EEUU, Europa occidental y Japón se ha deteriorado
seriamente en cada ciclo en términos de indicadores macroeconómicos muy
estándar: PIB, inversión, salarios reales, etc. Aún más, el ciclo económico
recién acabado, desde 2001 hasta 2007, ha sido, con mucho, el más endeble desde
el período de posguerra, y ello a pesar del mayor estímulo económico público de
la historia de los EEUU en tiempo de paz.<BR> <BR><STRONG>¿Cómo explicaría
el debilitamiento a largo plazo de la economía real desde 1973, lo que usted
llama la larga caída?</STRONG> </FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Lo que lo explica es sobre todo un declive profundo y
duradero de la tasa de rendimiento en inversión de capital desde finales de los
sesenta. La incapacidad de recuperar la tasa de beneficio es lo más destacable a
la vista de la enorme caída de los salarios reales durante el período. La causa
principal, aunque no la única, del declive de la tasa de beneficio ha sido una
tendencia persistente a la sobrecapacidad en las industrias manufactureras
mundiales. Lo que ha ocurrido es que nuevos poderes industriales fueron
ingresando, uno tras otro, al mercado mundial: Alemania y Japón, los nuevos
países industrializados del noreste asiático, los tigres del sureste asiático y,
finalmente, el Leviatán chino. Esas economías de desarrollo tardío producían los
mismos bienes que ya producían las economías más tempranamente desarrolladas,
pero más baratos. El resultado ha sido un exceso de oferta en relación con la
demanda en una industria tras otra, y eso ha implicado precios y, por lo mismo,
beneficios bajos. Las empresas que han sufrido reducción de beneficios, además,
no han abandonado dócilmente sus industrias. Han intentado conservar su lugar
recurriendo a la capacidad de innovación, aumentando la inversión en nuevas
tecnologías. Huelga decir que eso no ha hecho más que empeorar la
sobrecapacidad. A causa de la caída de su tasa de rendimiento, los capitalistas
obtenían plusvalías cada vez menores de sus inversiones. De ahí que no tuvieran
más opción que aminorar el crecimiento en maquinaria, equipo y empleo; y, al
tiempo, a fin de restaurar la rentabilidad, contener las indemnizaciones por
desempleo, mientras los gobiernos reducían el gasto social. Pero la consecuencia
de todos estos recortes de gasto ha sido un problema de demanda agregada a largo
plazo. La persistente endeblez de la demanda agregada ha sido el origen
inmediato de la endeblez a largo plazo de la economía. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La crisis, en realidad, ha sido provocada por el
estallido de la histórica burbuja inmobiliaria, que se ha estado inflando
durante toda la década. ¿Cómo juzga su importancia?</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>La burbuja inmobiliaria debe entenderse en relación con
la sucesión de burbujas de precios de activos que ha sufrido la economía desde
mediados de los noventa y, especialmente, con el papel de la Reserva Federal
estadounidense en alimentar dichas burbujas. Desde el principio de la larga
caída, las autoridades económicas públicas han intentado capear el problema de
una demanda insuficiente incentivando el aumento del préstamo, tanto público
como privado. De entrada, recurrieron al déficit presupuestario, evitando así
recesiones verdaderamente profundas. Pero, con el tiempo, los gobiernos
conseguían inducir cada vez menos crecimiento económico de lo que tomaban a
préstamo. En efecto, a fin de conjurar el tipo de profundas crisis que han
acosado históricamente al sistema capitalista, han tenido que aceptar la
tendencia hacia el estancamiento. Durante los primeros noventa, los gobiernos en
los EEUU y Europa, encabezados por la administración Clinton, intentaron
célebremente romper su adicción al endeudamiento, poniendo todos proa de consuno
hacia el territorio de los presupuestos equilibrados. La idea era dejar que el
mercado libre gobernara la economía. Pero, como aún no se había recuperado la
rentabilidad, la reducción de los déficits asestó un duro golpe a la demanda y
contribuyó a producir, entre 1991 y 1995, la peor de las recesiones y el más
bajo crecimiento de la era de posguerra. Para lograr que la economía volviera a
una senda de crecimiento, las autoridades estadounidenses acabaron adoptando un
enfoque aplicado por primera vez en el Japón de fines de los ochenta. Mediante
la imposición de tipos de interés bajos, la Reserva Federal facilitaba el
préstamo al tiempo que incentivaba la inversión en activos financieros. Al
dispararse los precios de los activos, las empresas y familias obtendrían
enormes aumentos de riqueza, al menos sobre el papel. Estarían, por tanto, en
condiciones de tomar préstamos a una escala titánica, de incrementar
infinitamente la inversión y el consumo y, así, conducir la economía. El déficit
privado, pues, vino a substituir al déficit público. Lo que podría llamarse
keynesianismo de precios de activos sustituyó al keynesianismo tradicional. Por
tanto, durante la última docena de años hemos asistido a un extraordinario
espectáculo en la economía mundial, y es que la continuación de la acumulación
de capital ha dependido literalmente de unas oleadas de especulación de
dimensiones históricas cuidadosamente alimentadas y racionalizadas por los
diseñadores ─y reguladores─ de las políticas públicas: primero, la burbuja del
mercado de valores de finales de los noventa, y después, las burbujas de los
mercados inmobiliario y crediticio de los primeros años 2000. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Usted fue profético al prever la actual crisis,
así como la recesión de 2001. ¿Cuál es su perspectiva respecto a la economía
mundial? ¿Empeorará o se recuperará antes del final de 2009? ¿Espera que la
actual crisis sea tan severa como la gran depresión?</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>La crisis actual es más seria que la peor de las
recesiones previas del período de posguerra, la que se dio entre 1979 y 1982, y
es concebible que rivalice con la Gran Depresión, a pesar de que no hay modo de
saberlo realmente. Quienes se dedican a la realización de pronósticos económicos
subestimaron su virulencia porque sobreestimaron la solidez de la economía real,
sin comprender hasta qué punto dependía ésta de una acumulación de deuda fundada
en las burbujas de los precios de los activos. En los EEUU, el crecimiento del
PIB durante el reciente ciclo económico de 2001-07 ha sido, con mucho, el más
bajo de la época de posguerra. No ha aumentado el empleo en el sector privado.
El incremento de maquinaria y equipo ha sido cerca de un tercio más bajo que el
de la posguerra. Los salarios reales se han mantenido prácticamente estancados.
Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, no se han registrados aumentos
en el ingreso medio familiar. El crecimiento económico ha ido a parar
íntegramente al consumo personal y a la inversión en residencia, lo que ha sido
posible por el crédito fácil y el aumento de los precios de la vivienda. El
resultado económico ha sido esta endeblez, aun a pesar del enorme estímulo de la
burbuja inmobiliaria y de los enormes déficits federales de la administración
Bush. La vivienda por sí sola sumó casi un tercio del crecimiento del PIB y
cerca de la mitad del aumento del empleo entre 2001 y 2005. Era, por tanto,
esperable que cuando reventara la burbuja inmobiliaria, cayeran el consumo y la
inversión en residencia y se hundiera la economía. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Muchos sostienen que la actual es una típica
“crisis Minsky”, no una crisis marxiana, aduciendo que la explosión de la
burbuja financiera especulativa ha jugado un papel central en ella. ¿Cómo les
respondería?</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Es ocioso contraponer así los aspectos reales y
financieros de la crisis. Como he resaltado, es una crisis marxiana: hunde sus
raíces en una caída a largo plazo de la tasa de beneficio y en la incapacidad de
recuperación de la misma, lo que está en el origen principal de la disminución
de la acumulación de capital hasta ahora. En 2001, la tasa de beneficio de las
empresas no financieras fue la menor del período de posguerra, con la excepción
de 1980. Las empresas no han tenido, por tanto, otra opción que contener la
inversión y el empleo, pero eso ha agravado el problema de la demanda agregada,
nublándose así el clima económico. Esto es lo que explica el extremadamente bajo
crecimiento observable en el ciclo económico que acaba de terminar. Sin embargo,
para comprender el colapso actual hay que demostrar la conexión entre la
endeblez de la economía real y el desplome financiero. El vínculo principal es
la que se da entre la cada vez mayor dependencia del préstamo para que la
economía siga funcionando y la predisposición pública, todavía mayor, a confiar
en las subidas de los precios de los activos para lograr mantener vida la
dinámica del préstamo. La condición básica de las burbujas en los mercados
inmobiliario y crediticio era la perpetuación de un coste bajo del préstamo. La
endeblez de la economía mundial, especialmente después de las crisis de 1997-98
y 2001, además de las enormes adquisiciones de dólares por parte de gobiernos
asiáticos para mantener al mismo nivel sus divisas y el crecimiento del consumo
estadounidense, provocó unos tipos de interés insólitamente bajos. Al mismo
tiempo, la Reserva Federal mantuvo los tipos de interés a corto plazo más bajos
que nunca desde los años cincuenta. Como prestaban tan barato, los bancos
estaban dispuestos a conceder préstamos a especuladores cuyas inversiones
provocaban un precio cada vez más alto de activos de todo tipo y un rendimiento
en el préstamo (tipos de interés de los bonos) cada vez menor. Sintomáticamente,
los precios de la vivienda se dispararon y el rendimiento en términos reales de
los bonos del tesoro estadounidense se hundió. Pero como los rendimientos
cayeron cada vez más, a las instituciones del mundo que dependían de los
rendimientos del préstamo les resultó cada vez más difícil obtener beneficios
suficientes. Los fondos de pensiones y las compañías de seguros fueron golpeados
de forma particularmente dura, pero también se vieron afectados los fondos hedge
de cobertura y los bancos de inversión. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Esas instituciones se mostraron más que dispuestas a realizar
enormes inversiones en unas obligaciones respaldadas por hipotecas subprime más
que dudosas a causa de los insólitamente elevados rendimientos ofrecidos y con
desprecio de unos riesgos no menos insólitamente elevados. Lo cierto es que no
lograron sacar tajada suficiente. Su masiva adquisición de obligaciones
hipotecariamente respaldadas es lo que facilitó a los institutos bancarios
generadores de hipotecas seguir realizando préstamos a prestatarios cada vez
menos calificados. La burbuja inmobiliaria alcanzó proporciones históricas y
permitió que prosiguiera la expansión económica. Ni que decir tiene, eso no
podía durar mucho. Cuando cayeron los precios de la vivienda, la economía real
entró en recesión y el sector financiero se desplomó, porque el dinamismo de una
y de otro se fundaba en la burbuja inmobiliaria. Lo vemos ahora es que la
recesión está empeorando el desplome, porque contribuye a exacerbar la crisis
inmobiliaria. Y que el desplome está intensificando la recesión, porque está
dificultando el acceso al crédito. Precisamente es esa interacción entre una
crisis de la economía real y una crisis del sector financiero que se alimentan
mutuamente lo que hace que el despeñadero hacia la depresión se resista a todas
las políticas intentadas por las autoridades y que el potencial de catástrofe
resulte tan evidente. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Aun concediendo que el capitalismo de posguerra hubiera
entrado en un período de larga caída en los años setenta, parece innegable que
la ofensiva capitalista neoliberal ha impedido el empeoramiento de la caída de
la producción desde los ochenta. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Si por neoliberalismo se entiende el giro hacia las
finanzas y la desregulación, no veo cómo puede haber ayudado eso a la economía.
Pero si por neoliberalismo se entiende el desmedido asalto de los empresarios y
los gobiernos a los salarios obreros, a las condiciones laborales y al estado
del bienestar, la cosa ofrece pocas dudas: se ha impedido que la caída de la
tasa de beneficio haya sido todavía peor. Con todo, la ofensiva de la patronal
no esperó hasta la denominada era neoliberal de los ochenta. Comenzó con el
despertar de la caída de la rentabilidad, iniciada a principios de los setenta,
de la mano del keynesianismo. No condujo, empero, a la recuperación de la tasa
de beneficio, y no hizo sino exacerbar el problema de la demanda agregada. El
debilitamiento de la demanda agregada terminó por obligar a las autoridades
económicas a adoptar formas de estímulo económico más potentes y temerarias: el
“keynesianismo de precios de activos” que condujo al actual desastre. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Hay quien ha defendido que un nuevo paradigma de
“financiarización” o “capitalismo financiero” ha provocado un llamado
“resurgimiento del capital” (Gerard Dumeneil) desde los ochenta hasta el
presente. ¿Qué piensa de las tesis de la “financiarización” o “capitalismo
financiero”?</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>La idea del capitalismo financiero es una contradicción
en los términos, porque, genéricamente hablando ─hay excepciones significativas,
como el préstamo al consumidor─, el beneficio financiero sostenido depende de la
obtención de beneficios sostenidos en la economía real. Para responder a la
caída de la tasa de beneficio, algunos gobiernos, encabezados por el de los
EEUU, incentivaron el giro hacia las finanzas mediante la desregulación del
sector financiero. Pero, como la economía real seguía languideciendo, el
principal resultado de la desregulación fue la intensificación de la competencia
en el sector financiero, lo que hizo más difícil la obtención de beneficios e
incentivó una especulación aún mayor y la adopción de riesgos. Destacados
ejecutivos de bancos de inversión y fondos hedge estaban en condiciones de
obtener fabulosas fortunas, ya que sus remuneraciones dependían de los
beneficios a corto plazo. Podían asegurarse temporalmente altos rendimientos
mediante la expansión de sus préstamos basados en activos e incrementando el
riesgo. Pero esa forma de hacer negocio, tardara más o menos en verse, era a
expensas de la salud financiera a largo plazo de las propias empresas, y en el
caso más espectacular, condujo a la caída de los bancos de inversión más
importantes de Wall Street. Todas y cada una de las sedicentes expansiones
financieras habidas desde los años setenta han terminado rápidamente en una
desastrosa crisis financiera y han precisado de enormes rescates públicos. Lo
que vale para el boom crediticio del tercer mundo en los años 70 y principios de
los 80, no menos que para el auge del ahorro y el crédito, la manía de compra
apalancada de empresas y la burbuja de los bienes raíces comerciales de
los 80, o para la burbuja del mercado de valores de la segunda mitad de los 90
y, huelga decirlo, para las burbujas inmobiliaria y crediticia de los primeros
años 2000. El sector financiero parecía dinámico sólo porque los gobiernos
estaban dispuestos a hacer lo que hiciera falta para apoyarlo. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El keynesianismo o estatismo parece presto a
volver como el nuevo Zeitgeist [espíritu de la época]. ¿Cuál es su valoración
general del keynesianismo o estatismo renaciente? ¿Puede contribuir a resolver
o, cuando menos, aliviar la actual crisis?</STRONG><BR><BR>Los gobiernos
actualmente no tienen otra opción que la de volver al keynesianismo y al estado
para intentar salvar la economía. Después de todo, el libre mercado se ha
demostrado totalmente incapaz de impedir o hacer frente a la catástrofe
económica, por no hablar de asegurar la estabilidad y el crecimiento económicos.
De aquí que las elites del mundo político, que todavía ayer celebraban la
desregulación de los mercados financieros, se hayan vuelto de un día para otro y
sin excepción keynesianas. Pero hay razones para dudar de que el keynesianismo
–en el sentido de enormes déficits públicos y crédito fácil para hinchar la
demanda— pueda llegar a tener el impacto que muchos esperan. Lo cierto es que
durante los últimos siete años, y merced a la burbuja inmobiliaria cebada por el
préstamo y el gasto de la Reserva Federal y por los déficits presupuestarios de
la administración Bush, hemos asistido a lo que probablemente sea el mayor
estímulo económico keynesiano de la historia en tiempos de paz. Y sin embargo,
no ha alcanzado sino para lograr el ciclo económico más endeble de la época de
posguerra. Ahora el desafío es mucho mayor, todavía. A medida que colapsa la
burbuja inmobiliaria y que la obtención de crédito se hace más y más más
difícil, los hogares reducen el consumo y la inversión en residencia. Por
consecuencia, caen los beneficios empresariales. Lo que trae consigo recortes
salariales y un ritmo acelerado de despido de trabajadores, lo cual, a su vez,
genera una espiral descendente de demanda y rentabilidad a la baja. Las familias
han contado durante largo tiempo con el aumento de los precios de la vivienda
para estar en condiciones de que les presten más y han ahorrado para ello. Pero
ahora, forzadas por a acumulación de deudas, tienen que reducir el
préstamo y aumentar el ahorro; y eso, en el preciso instante en que la economía
más necesita que consuman. Lo presumible es que le grueso del dinero que el
estado ponga en manos de las familias será destinado al ahorro, no al consumo.
Si el keynesianismo a duras penas logró activar la vida económica en la fase de
expansión, ¿qué puede esperarse que haga en medio de la peor recesión desde los
años treinta? Para obtener un efecto significativo en la economía, la
administración Obama tendrá probablemente que pensar en una enorme oleada de
inversiones públicas directas o indirectas; en realidad, en una forma de
capitalismo de estado. No obstante, acometer esa tarea en serio exige superar
enormes obstáculos políticos y económicos. La cultura política estadounidense es
tremendamente hostil a la empresa pública. Por otro lado, el nivel de gasto y
endeudamiento que todo eso implicaría podría amenazar al dólar. Hasta ahora, los
gobiernos del Este asiático han financiado alegremente los déficits externos y
públicos estadounidenses, a fin de mantener, a un tiempo, el consumo
estadounidense y sus propias exportaciones. Pero con una crisis que está
llegando a afectar hasta a China, esos gobiernos podrían ver menguada su
capacidad de financiación de los déficits estadounidenses, sobre todo porque
estos últimos se han disparado a una magnitud sin precedentes. La perspectiva
verdaderamente aterradora que asoma en el horizonte es el desplome del dólar.
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Cuál es su valoración general de la victoria de
Obama en las últimas elecciones a la presidencia? ¿Piensa que Obama es el “mal
menor”, comparado con la administración Bush? Muchos consideran a Obama el
Franklin D. Roosevelt del siglo XXI. Obama promete un “nuevo New Deal”. ¿Cree
usted que los progresistas anticapitalistas pueden dar apoyo crítico a algunas
medidas de este “nuevo New Deal”?</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>El triunfo de Obama en las elecciones debe ser
bienvenido. Una victoria de McCain habría sido una victoria para el Partido
Republicano y habría dado un enorme impulso a las fuerzas más reaccionarias de
la escena política estadounidense. Se habría visto como un aprobado al
hipermilitarismo y al imperialismo de la administración Bush, así como a
su programa explícito de eliminación de lo que queda de sindicalismo, estado de
bienestar y protección ambiental. Dicho esto, Obama es, como Roosevelt, un
demócrata de centro, de quien no puede esperarse que, por sí propio, haga gran
cosa en defensa de los intereses de una inmensa mayoría que seguirá estando
sometida a un desapoderado asalto empresarial empeñado en recuperar sus
menguantes beneficios mediante la reducción del empleo, de las indemnizaciones,
etc. Obama apoyó el titánico rescate del sector financiero, que acaso represente
el mayor expolio al contribuyente estadounidense de la historia norteamericana,
sobre todo porque se concedió sin contrapartidas para poner brida a los bancos.
También apoyó el rescate de la industria automovilística, aun a sabiendas de que
estaba a enormes reducciones de las indemnizaciones para los trabajadores. El
balance es de Obama, como de Roosevelt, sólo puede esperarse que tome acciones
resueltas en defensa del pueblo trabajador si se le empuja por la vía de la
acción directa desde abajo. La administración Roosevelt sólo aprobó el grueso de
la legislación progresista del New Deal, incluyendo la Ley Wagner y la Seguridad
Social, arrastrado por la presión de una gigantesca y masiva oleada de huelgas.
Algo parecido puede acaso esperarse de Obama. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Según Rosa Luxemburg y, más recientemente, David
Harvey, el capitalismo supera su tendencia a la crisis mediante la expansión
geográfica. Según Harvey, ello a menudo se incentiva mediante inversiones
enormes en infraestructura para apoyar al capital privado, a menudo a la
inversión extranjera directa. ¿Cree usted que el capitalismo puede encontrar una
solución a la crisis actual, en la terminología de Harvey, mediante un “arreglo
espacio-temporal-espacial”?</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Ésta es una cuestión compleja. Para empezar, creo que es
verdadera –y de importancia decisiva— la afirmación, según la cual la expansión
geográfica ha sido un elemento esencial en todas las oleadas de acumulación de
capital que registra la historia Puede decirse que el crecimiento del volumen de
la fuerza de trabajo y el crecimiento del espacio geográfico son condiciones
sine qua non, esenciales, del crecimiento capitalista. El auge de la posguerra
es un buen ejemplo, porque se dieron espectaculares expansiones del capital en
el sur y el suroeste de los EEUU y en una Europa occidental y un Japón
devastados por la guerra. Las inversiones de los EEUU jugaron un papel decisivo,
no sólo en los propios EEUU, sino también en la Europa occidental de la época.
Sin duda, la expansión de la fuerza de trabajo y del área geográfica capitalista
era indispensable para las altas tasas de beneficio que hicieron tan dinámico el
boom de posguerra. Desde un punto de vista marxista, éste fue un ciclo clásico
de acumulación de capital, e implicó, necesariamente, tanto la integración de
enormes masas de trabajadores fuera del sistema, especialmente del agro
precapitalista en Alemania y en Japón, como la incorporación o reincorporación
de espacios geográficos adicionales a una escala enorme. Sin embargo, yo creo
que, vista en perspectiva, la pauta mostrada por el largo declive al que hemos
venido asistiendo desde finales de los sesenta y principios de los setenta, ha
sido diferente. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Es cierto que el capital ha respondido a la rentabilidad
menguante mediante la expansión exterior, intentando combinar técnicas avanzadas
con mano de obra barata. Se calla por sabido que el Este asiático constituye el
caso principal: representa indudablemente un momento de alcance
histórico-universal, una transformación esencial, del capitalismo. Pero a pesar
de que la expansión al Este asiático puede interpretarse como respuesta a una
rentabilidad menguante, no ha sido, en mi opinión, una solución satisfactoria.
Porque, a fin de cuentas, la nueva producción industrial que tan
espectacularmente ha surgido en el Este asiático, a despecho de que produzca más
barato, se solapa demasiado con lo que se produce en el resto del mundo. El
problema es que, a escala sistémica, eso exacerba más que resuelve el problema
de sobrecapacidad. En otras palabras: la globalización ha sido una respuesta a
la rentabilidad menguante; pero como las nuevas industrias, lejos de ser
esencialmente complementarias en la división mundial del trabajo, son
redundantes, el resultado ha sido la persistencia de los problemas de
rentabilidad. El balance, creo yo, es que para resolver realmente el problema de
rentabilidad que ha asolado durante tanto tiempo al sistema ─lenta acumulación
de capital y generación de niveles de préstamo cada vez mayores para mantener la
estabilidad─, el sistema necesitaba una crisis que había sido durante tan largo
tiempo aplazada. Y como el problema es la sobrecapacidad, enormemente agravada
por la acumulación de deuda, lo que aún se necesita, según la visión clásica, es
una depuración sistémica, esto es, la purga de las empresas de costes altos y
beneficios bajos, con el consiguiente abaratamiento de los medios de producción
y la reducción del precio de la mano de obra. Ésta de la crisis es la vía
histórica por la que el capitalismo ha logrado restaurar la tasa de beneficio y
sentar las bases necesarias para una acumulación de capital más dinámica.
Durante el periodo de posguerra se logró evitar las crisis; el coste de
evitarlas fue la incapacidad para reactivar la rentabilidad, lo que llevó a
empeorar la situación de estancamiento. La crisis actual es la depuración que
nunca sucedió. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Entonces, ¿cree usted que sólo la crisis puede
resolver la crisis? Ésta es una respuesta marxiana clásica.</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Creo que es lo más probable. La analogía sería como
sigue. De entrada, a principios de los años treinta, el New Deal y el
keynesianismo resultaron ineficaces. En realidad, a pesar de la amplitud
temporal de toda una década, no lograron sentar las bases de un nuevo boom, como
se vio con la caída en la profunda recesión de 1937-38. Pero, finalmente, como
resultado de la larga crisis de los treinta, se llegó a la purga de los costes
altos y de los medios de producción con beneficios bajos, lo que terminó por
sentar las bases para unas tasas de beneficio altas. De manera que, a fines de
los años treinta, podía decirse que la tasa potencial de beneficio era alta y
que todo lo que se necesitaba era un estímulo de la demanda. Esa demanda, huelga
decirlo, vino a proporcionarlas el enorme gasto armamentístico de la Segunda
Guerra Mundial. Así pues, durante la guerra se obtuvieron tasas de beneficio
altas, y esas tasas altas sentaron las bases necesarias para el ulterior boom
postbélico. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Pero yo creo que, aun si se hubieran ensayado, los déficits
keynesianos no habrían podido funcionar en 1933, porque antes era necesario, por
decirlo en términos marxianos, una crisis que saneara el sistema. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Cree que la actual crisis supondrá un desafío a
la hegemonía de los EEUU? Teóricos del sistema-mundo como Immanuel Wallerstein,
también entrevistados por Hankyoreh, sostienen que la hegemonía del imperialismo
americano está en declive.</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Ésta es una cuestión muy compleja. Tal vez ande yo muy
errado, pero pienso que muchos de los que creen que ha habido un declive de la
hegemonía estadounidense tienden a ver esa hegemonía en términos de poder
geopolítico, y al final, como capacidad militar norteamericana. Desde este punto
de vista, es principalmente el predominio estadounidense lo que produce el
liderazgo americano, es el poder estadounidense sobre y contra otros países lo
que mantiene a los EEUU en la cumbre. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Yo no veo así la hegemonía estadounidense. Yo veo a las
elites del mundo, especialmente a las del núcleo capitalista en el sentido lato
de la palabra, muy satisfechas con esa hegemonía norteamericana, porque eso
significa que son los EEUU quienes asumen el papel y el coste de policías del
mundo. Eso vale también, en mi opinión, incluso para las elites de los países
más pobres. ¿Cuál es el objetivo de los policías del mundo norteamericanos? No
es atacar a otros países. Es, sobre todo, mantener el orden social a escala
mundial, crear condiciones estables para la acumulación de capital global. Su
principal propósito es erradicar cualquier desafío popular al capitalismo,
proteger las relaciones de clase existentes. Durante la mayor parte del periodo
de posguerra, hubo desafíos nacionalistas-estatistas, especialmente desde abajo,
al libre albedrío del capital. Fueron, desde luego, sometidos por los EEUU con
la fuerza más brutal, con las expresiones más descarnadas de la dominación
estadounidense. Aunque dentro del núcleo lo que había hegemonía norteamericana,
fuera de ese núcleo había dominación. Pero, con la caída de la Unión Soviética,
la entrada de China y Vietnam en la vía capitalista y la derrota de los
movimientos de liberación nacional en lugares como Sudáfrica y Centroamérica, la
resistencia al capital en el mundo en vías de desarrollo fue, al menos
temporalmente, debilitada. Así, actualmente, los gobiernos y elites no sólo de
Europa occidental y oriental, Japón y Corea, sino también de Brasil, la India y
China ─la mayoría de países que pueda usted nombrar─ prefieren el mantenimiento
de la hegemonía estadounidense. La hegemonía norteamericana no caerá por el
surgimiento de algún otro poder capaz de competir con ella por el dominio del
mundo. China, más que nadie, prefiere la hegemonía americana. Los EEUU no
planean atacar a China y, hasta la fecha, han mantenido su mercado completamente
abierto a las exportaciones chinas. Con los EEUU en el papel de policías del
mundo y asegurando un comercio y unos movimientos de capital cada vez más
libres, China puede competir en términos de costes de producción en un campo en
igualdad de condiciones, y eso es increíblemente beneficioso para China; mejor,
imposible. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>¿Puede seguir la hegemonía estadounidense con la
actual crisis?</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Ésta es una pregunta harto más ardua. Pero creo que, en el
primer caso, la respuesta es sí. Las elites del mundo quieren por encima de todo
mantener el actual orden globalizado y los EEUU son la clave para ello. Nadie,
entre las elites del mundo, intenta explotar la crisis y los enormes problemas
económicos de los EEUU para desafiar a la hegemonía norteamericana. China sigue
diciendo “no vamos a seguir pagando para que los EEUU sigan derrochando”, en
alusión a los actuales récords en déficits por cuenta corriente sufragados por
China durante la pasada década y a los titánicos déficits presupuestarios que
están generando actualmente los EEUU. Pero ¿cree usted que China cortará ahora
con los EEUU? En absoluto. China todavía está vertiendo todo el dinero que puede
en los EEUU para intentar que mantegan a flote su economía y poder ella mantener
así su vía de desarrollo. Claro está que siempre es posible todo lo que se
desea. La profundidad de la crisis china puede llegar a ser de tal calado, que
ya no le permita financiar por más tiempo los déficits de los EEUU. O la
política de la Reserva Federal de embarcarse en unos déficits cada vez mayores e
ir imprimiendo moneda podría terminar llevando al hundimiento del dólar y
provocando una verdadera catástrofe. Sea ello como fuere, los dados están
echados. Si tales cosas llegaran a suceder, habría construir un nuevo orden.
Pero en condiciones de crisis profunda sería extremadamente difícil, porque en
circunstancias así, los EEUU, lo mismo que otros estados, podrían fácilmente
deslizarse por la pendiente del proteccionismo, el nacionalismo o incluso de la
guerra. Creo que en este momento las elites del mundo están todavía tratando de
evitar esa deriva: no están preparadas para eso. Lo que quieren es mantener los
mercados, el comercio, abiertos. Y ello porque han comprendido que la última vez
que el estado recurrió al proteccionismo para resolver el problema fue durante
la Gran Depresión, lo que no sirvió más que para empeorarla, porque cuando
algunos estados iniciaron políticas proteccionistas todo el mundo hizo lo propio
y el mercado mundial se cerró. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Luego, por supuesto, vino el militarismo y la guerra. En la
actualidad, el cierre de los mercados mundiales sería evidentemente desastroso;
por eso elites y gobiernos se afanan de consuno en impedir salidas
proteccionistas, estatistas o militaristas. Pero la política no es sólo la
expresión de lo que las elites quieren, y además, las elites son tornadizas, y
lo que quieren puede cambiar de un día para otro. Por lo demás, las elites
suelen estar divididas, y la política tiene autonomía. De manera que, por poner
un ejemplo, difícilmente puede descartarse que, si la crisis se pone muy fea ─lo
que llegados a este punto no sería una gran sorpresa─, asistamos al regreso de
políticas derechistas de carácter proteccionista, militarista, xenófobo o
nacionalista. Este tipo de políticas podría tener no sólo un amplio atractivo
popular. Sectores crecientes del mundo empresarial podrían llegar a verla como
la única salida, puesto que si ven a sus mercados hundirse y al sistema en
depresión, pueden considerar necesaria la protección contra la competencia y
subvenciones públicas a la demanda mediante el gasto militar. Ésta fue, huelga
decirlo, la respuesta que prevaleció en gran parte de Europa y Japón durante la
crisis del periodo de entreguerras. Tenemos ahora a una derecha apabullada por
los fracasos de la administración Bush y por la crisis. Pero si la
administración Obama no es capaz de impedir el hundimiento económico, podría
volver fácilmente… sobre todo porque los demócratas no ofrecen la menor
alternativa ideológica real. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Ha hablado de una crisis potencial en China. ¿Qué
piensa del estado actual de la economía china? </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Creo que la crisis china irá a peor, mucho peor de lo que
la gente espera. Por dos razones esenciales. La primera es que la crisis
norteamericana, y la crisis global más en general, es mucho más grave de lo que
la gente esperaba, y en última instancia, la suerte de la economía china depende
inextricablemente de la suerte de la economía estadounidense y de la de la
economía global. No sólo porque China depende en gran medida de sus
exportaciones al mercado estadounidense; también porque la mayor parte del resto
del mundo depende a su vez mucho de los EEUU, y eso incluye especialmente
a Europa. Si no voy errado, Europa se ha convertido recientemente en el mayor
mercado de las exportaciones chinas. Pero como la crisis originada en los EEUU
ha llegado a Europa, el mercado europeo se contraerá también para los bienes
chinos. De modo, pues, que la situación es para China mucho peor de lo que la
gente esperaba, porque la crisis económica es mucho peor de lo que se esperaba.
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>La segunda razón es ésta: el entusiasmo con el crecimiento
realmente espectacular de la economía China ha llevado a mucha gente a ignorar
el papel desempeñado por las burbujas en curso seguido por la economía china.
China ha crecido básicamente con las exportaciones, y señaladamente, merced a un
creciente excedente comercial con los EEUU. A causa de ese excedente, el
gobierno chino ha tenido que tomar medidas políticas para mantener baja su
moneda y competitiva su industria. Concretamente, ha comprado a gran escala
activos denominados en dólares estadounidenses imprimiendo enormes cantidades de
renminbi, la moneda china. Pero el resultado ha sido la inyección de enormes
cantidades de dinero en la economía china, haciendo cada vez más fácil el
crédito durante un largo periodo. Por un lado, las empresas y gobiernos locales
han utilizado este crédito fácil para financiar inversiones en masa. Pero esto
ha hecho cada vez mayor la sobrecapacidad. Por otro lado, han usado el crédito
fácil para comprar tierras, casas, acciones y otros tipos de activos
financieros. Pero eso ha contribuido a generar grandes burbujas de precios de
activos, las cuales, lo mismo que en los EEUU, han contribuido a su vez a
disparar préstamos y gastos. Cuando estallen las burbujas chinas, el calado de
la sobrecapacidad se hará más evidente. El estallido de las burbujas chinas
representará, también en gran parte del resto del mundo, un duro golpe para la
demanda de consumo e inducirá una dañina crisis dañina. En suma: la crisis china
puede llegar a ser una cosa muy seria, y podría hacer que la crisis global
tomara un rumbo todavía más grave. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Así, usted cree que la lógica capitalista de
superproducción se da también China.</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sí, como en Corea y en gran parte del Asia oriental a
finales de los noventa. No es tan distinto. Lo único que no ha ocurrido todavía
es el tipo de revaluación de la moneda que mató, que liquidó realmente a la
expansión industrial coreana. El gobierno chino está haciendo todo por evitarlo.
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Por lo tanto, no está usted de acuerdo con la
definición de la sociedad china como “economía de mercado no
capitalista”.</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>No, en absoluto. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Cree usted, pues, que China es actualmente
capitalista?</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Creo que es totalmente capitalista. Acaso pudiera haberse
dicho que China tenía un mercado no capitalista durante los ochenta, cuando
experimentaba un impresionante crecimiento merced a las empresas urbanas y
aldeanas. Eran de propiedad pública, de los gobiernos locales, pero operaban en
el mercado. Esa forma económica puede decirse que iniciaba la transición al
capitalismo. Así, tal vez hasta principios de los noventa, se mantuvo un tipo de
sociedad de mercado no capitalista, especialmente porque había un gran sector
industrial de propiedad y dirección del estado central. Pero a partir de
entonces lo que ha habido es una transición al capitalismo que, a día de hoy,
puede darse por completamente colmada. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Qué piensa de la dureza de la crisis económica
coreana que se avecina? ¿Cree que podría ser más grave que la crisis del FMI de
1997-98?</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Para hacer frente a la crisis venidera, el gobierno de Lee
Myung-bak está resucitando ahora la inversión para construir enormes
infraestructuras sociales al estilo de Park Cheng-Hee, especialmente el “Gran
Canal” de la península coreana, al tiempo que copia las políticas de crecimiento
verde de Obama. Sin embargo, el gobierno de Lee Myung-bak intenta todavía
mantener las políticas de desregulación neoliberal del período que siguió a la
crisis de 1997, especialmente mediante el Acuerdo de Libre Comercio entre los
EEUU y Corea. Podría llamársele propuesta híbrida, ya que combina lo que parece
un anacrónico retorno al método de desarrollo dirigido por el estado al estilo
de Park Cheng-Hee con el neoliberalismo contemporáneo. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>¿Servirá para combatir o paliar la crisis que se
avecina?</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Lo dudo mucho. No necesariamente porque represente una
vuelta al capitalismo organizado por el estado, al estilo de Park, ni porque
abrace el neoliberalismo. Es porque, cualquiera que sea su forma interna, sigue
dependiendo de la globalización en un momento en que la crisis global está
produciendo una extraordinaria contracción del mercado mundial. Hablando de
China daba yo hace un rato por probable que se encuentre con un grave problema.
Pero China tiene salarios bajos y un mercado interno potencial enorme, de manera
que con el tiempo es concebible que pueda tener una posición mejor que Corea
para afrontar la crisis, aunque tampoco estoy totalmente seguro de eso.
Descuento, en cambio, como seguro que Corea se verá duramente golpeada por
la crisis. Ya le ocurrió en 1997-98, pero le salvaron la burbuja del
mercado de valores estadounidense y el consiguiente crecimiento del préstamo, el
gasto y las importaciones norteamericanos. Pero cuando reventó la burbuja del
mercado de valores estadounidense en 2000-02, Corea cayó en lo que se antojaba
como una crisis aún más grave que la de 1997-98. Hete aquí, sin embargo, la
burbuja inmobiliaria estadounidense vino recientemente al rescate de Corea. Pero
ahora ha reventado esa burbuja, la segunda burbuja estadounidense, y no hay una
tercera para sacar a Corea de la crisis. No es necesariamente porque Corea lo
esté haciendo mal. Es que no creo que haya en parte alguna del mundo una vía de
salida fácil para nadie que se haya convertido en parte de un sistema
capitalista verdaderamente global e interdependiente. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Así, está diciendo que el entorno externo está
mucho peor que nunca antes.</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Ésa es la idea principal. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Cuáles son, pues, las tareas más urgentes de los
progresistas en Corea? Los coreanos progresistas son muy críticos con Lee
Myung-bak. Suelen apoyar el estado del bienestar y la redistribución de la renta
como alternativa al proyecto de Lee de invertir en la construcción del Canal,
con grandes costes sociales. Ésta es la cuestión más caliente en la sociedad
coreana de hoy. Los progresistas coreanos señalan que, a pesar de que Lee
Myung-bak hable de crecimiento verde, su proyecto de construcción destruiría
ecosistemas enteros. ¿Está de acuerdo con ellos?</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Evidentemente, hay que oponerse a esos proyectos,
ecológicamente desastrosos. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Cree que, en plena crisis económica, la
construcción de un estado del bienestar como el de Suecia sería una estrategia
razonable para los progresistas coreanos?</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Creo que lo más importante para los progresistas coreanos
es el refuerzo de las organizaciones del movimiento obrero. Sólo reconstruyendo
el movimiento obrero coreano puede la izquierda construir el poder que necesita
para obtener cualquiera de sus reivindicaciones. La única manera de que el
pueblo trabajador pueda realmente desarrollar su poder es mediante la
construcción de nuevas organizaciones en el transcurso de la lucha, y solo
mediante la lucha puede lograr el advenimiento de políticas progresistas o la
definición de lo que debería ser una política progresista en este momento. Creo
que la mejor manera de forjar una respuesta política de izquierda actualmente es
contribuir a que la gente más afectada se organice y logre poder para definir
colectivamente sus intereses. De modo que, más que intentar resolver ahora, de
modo tecnocrático, desde arriba, la cuestión de cuál sea la mejor respuesta, la
clave para la izquierda es catalizar la reconstitución del poder del pueblo
trabajador. Obviamente, el movimiento obrero coreano se ha visto debilitado
desde la crisis de 1997-98. Como mínimo, la prioridad para los progresistas
debería se plantearse qué hacer para mejorar el contexto de la organización de
la fuerza de trabajo, qué hacer, precisamente ahora, para reforzar los
sindicatos. Sin una reactivación del poder de la clase obrera, la izquierda no
tardará en descubrir que la mayor parte de cuestiones de políticas públicas se
convierten en materia de pura especulación académica. Quiero decir que si la
izquierda tiene que influir en las políticas públicas, ha de haber un cambio, un
gran cambio, en la correlación de fuerzas de clase. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Espera usted que los recientes fracasos del
neoliberalismo abran puertas a los progresistas de todo el mundo?
</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El fracaso del neoliberalismo ofrece, desde luego,
importantes oportunidades que no teníamos antes. El neoliberalismo nunca resultó
atractivo para buena parte de la población. El pueblo trabajador jamás se ha
identificado con mercados libres, finanzas libres y todo eso. Pero creo que la
mayor parte de la población se había convencido de que era la única opción, de
que no había alternativa. Pero ahora la crisis ha revelado la bancarrota total
del modelo neoliberal de organización económica, y puede vislumbrarse el cambio.
Se ha manifestado eso con vigor en la oposición del pueblo trabajador
americano a los rescates de los bancos y del sector financiero. Dicen, sobre
poco más o menos: “nos han contado que salvar las instituciones
financieras, los mercados financieros, es la clave para restablecer la economía,
la prosperidad. Pero no nos lo creemos. No queremos que ni un centavo más de
nuestro dinero vaya a aquellos que no hacen más que robarnos”. De modo que hay
un gran vacío ideológico y se ha abierto un importante flanco para la
penetración de ideas de izquierda. El problema es que hay muy poca organización
del pueblo trabajador; está solo, carece de expresión política. Así que puede
decirse que hay grandes oportunidades creadas por el contexto político o por el
clima ideológico, pero que eso, por sí mismo, no proporcionará soluciones
progresistas. De modo que, nuevamente, la máxima prioridad para los progresistas
─para cualquier activista de izquierda─, allí donde deberían ser más activos, es
en el intento de reavivar las organizaciones del pueblo trabajador. Sin
resucitar el poder de la clase obrera, poco progreso podrá hacerse, y el único
modo de revivir ese poder es la movilización para la acción directa. Sólo
mediante la acción, colectiva y masiva, del pueblo trabajador se podrá crear la
organización y acumular la energía necesaria para proporcionar la base social
para una transformación, por así decirlo, de su propia conciencia, para la
radicalización política. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><BR>* Robert Brenner es director del Center for Social Theory
and Comparative History en la Universidad de California-Los Ángeles. Es autor de
The Boom and the Bubble (Verso, Londres, 2002), un libro imprescindible para
entender la historia económica del último medio siglo, el origen de la llamada
"globalización" y la situación presente. (Hay traducción de una primera
versión de ese libro, publicada en Chile con el título Turbulencias en la
Economía Mundial --Lom, Santiago, 1999—, desgraciadamente vertida a un
castellano prácticamente ilegible.) </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><FONT color=#800000 size=3><STRONG>Correspondencia de Prensa -
Agenda Radical - Boletín Solidario<BR>Ernesto Herrera (editor):
</STRONG></FONT><A href="mailto:germain5@chasque.net"><FONT
size=3><STRONG>germain5@chasque.net</STRONG></FONT></A><BR><FONT
size=3><STRONG><FONT color=#800000>Edición internacional del Colectivo Militante
- Por la Unidad de los Revolucionarios<BR>Gaboto 1305 - Teléfono (5982) 4003298
- Montevideo - Uruguay</FONT><BR></STRONG></FONT><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><FONT
size=3><STRONG>Agendaradical@egrupos.net</STRONG></FONT></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR></DIV></FONT></BODY></HTML>