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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><EM>boletín solidario de información -
edición internacional</EM><BR><FONT color=#800000 size=5><U>Correspondencia de
Prensa</U><BR>Agenda Radical - Colectivo Militante</FONT><BR><U>23 de abril
2009</U><BR>suscripciones y redacción: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Mujeres</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El peor enemigo de la mujer soldado,
su camarada</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Un libro publicado en EEUU revela
violaciones y acosos en Irak y Afganistán</FONT></STRONG> </DIV>
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<DIV align=justify><STRONG>Yolanda Monge, desde Washington</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>El País, Madrid, 21-4-09</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.elpais.com/"><STRONG>http://www.elpais.com/</STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><BR>La soldado estadounidense Mickiela Montoya no llevaba un
puñal amarrado a su pierna para defenderse del enemigo, al menos no del enemigo
iraquí. Lo llevaba para protegerse de sus compañeros. "¿Sabes qué? Podría
violarte ahora mismo y nadie te oiría gritar, nadie sabría lo que ha pasado", le
dijo un soldado una noche tras acabar su turno de guardia. "¿Qué harías?", le
preguntó desafiante el soldado a Montoya. "Apuñalarte", respondió ella sin
dudarlo. "No tienes un cuchillo", prosiguió la conversación el compañero. "Sí
que lo tengo", dijo tajante la soldado.<BR><BR>Mickiela Montoya no tenía un
puñal aquella noche. Pero lo tuvo y lo llevó pegado a su cuerpo todas y cada una
de las siguientes jornadas de los 11 meses que vivió en Irak. "Llevaba el
cuchillo para protegerme de los míos".</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Para los soldados una mujer es sólo una de estas tres
cosas: un bicho, una puta o una lesbiana", explica Montoya. "Los hombres no nos
quieren aquí". Uno de los militares que sirvió con Montoya le explicó la razón
por la que había mujeres en el Ejército: "Envían chicas sólo para alegrarnos la
vista", le dijo. La teoría es que en Vietnam había prostitutas, pero no las hay
en Irak, así que esa función la suplen las soldados. "Ésa es la razón por la que
hay mujeres en el Ejército", le dijo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En Irak han luchado y han muerto más mujeres
estadounidenses que en ningún otro conflicto desde la II Guerra Mundial. Más de
206.000 mujeres han servido en Oriente Próximo desde el inicio de la guerra en
2003. Este número representa cinco veces más mujeres que en la guerra del Golfo
y 26 más que en Vietnam. Más de 600 han sido heridas y 104 han muerto en
Irak.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero a pesar de crecer en presencia, las mujeres en Irak
siguen muy solas: son una de cada 10 dentro de las tropas. En ocasiones, están
solas en un batallón.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cuarenta mujeres han relatado sus experiencias a la
profesora de periodismo de la Universidad de Columbia Helen Benedict en el libro
El soldado solitario: La guerra privada de las mujeres sirviendo en Irak. De
esas 40, 28 fueron violadas, agredidas sexualmente o acosadas. No fueron una
excepción. Diferentes estudios basados en cifras del Departamento de Veteranos
de Guerra dicen que el 30% de las mujeres han sido violadas mientras servían en
el Ejército por sus propios compañeros, el 71% han sido agredidas sexualmente y
el 90% acosadas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El Departamento de Defensa sabe del problema y en su
informe anual de 2009 sobre agresiones sexuales reconoce que el 90% de los
ataques nunca son denunciados. Y cuando lo son, las denuncias no suelen llegar a
buen puerto. Bien lo sabe Marti Ribeiro, tercera generación en la familia que
pertenece (o pertenecía) a la Fuerza Aérea. La historia que Ribeiro relata en el
libro incluye una violación y varios ataques en Afganistán. Fue violada por un
soldado mientras guardaba una posición, lugar que no abandonó hasta que acabó su
turno para ir, sin ducharse (para no borrar las pruebas de la agresión) a
presentar una denuncia. Entonces le dijeron que si la presentaba le podían
acusar de haber dejado su arma abandonada (¡durante la violación!). "Dejé el
Ejército. Soñaba con convertirme algún día en oficial, como mi padre y mi
abuelo, pero debido a que soy mujer ese sueño nunca se hará realidad".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Terrible debe ser el acoso cuando una mujer declara lo
siguiente: "Me daban menos miedo los morteros que caían a diario que los hombres
con los que compartía mi comida". Ésa es la experiencia de Chantelle Henneberry,
quien sufrió un intento de violación por parte de un compañero en Irak. Cuenta
Henneberry en un capítulo del libro que a partir de media tarde nunca bebía
nada, a pesar de que hubiera 40 grados de temperatura y se desmayara por
deshidratación. "Tenía pánico de ir a las letrinas sola". Sabía lo que le
esperaba.</DIV>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000
size=4>Correspondencia de Prensa</FONT><BR>boletin solidario de información -
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size=3>Gaboto 1305 - Teléf: (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT></STRONG><BR></DIV>
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