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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><EM>boletín solidario de información -
edición internacional</EM><BR><FONT color=#800000 size=5><U>Correspondencia de
Prensa</U><BR>Agenda Radical - Colectivo Militante</FONT><BR><U>24 de abril
2009</U><BR>suscripciones y redacción: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Asia<BR><BR>Se avecina un estallido de
rabia social </FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>En Vietnam las
huelgas se están extendiendo como la pólvora. Corea, con su tradición de
protestas obreras y campesinas de carácter militante, es una bomba de
relojería.</FONT></STRONG> </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Walden Bello
*</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Foreign Policy in Focus,
9-4-09</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>La
Haine</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.lahaine.org/"><STRONG>http://www.lahaine.org/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducción para Sinpermiso de
Àngel Ferrero</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>
<BR></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>A medida que las mercancías se apilan
en los muelles de Bangkok a Shangai y los trabajadores son despedidos en números
récord, los ciudadanos del Sureste asiático están comenzando a darse cuenta de
que no solamente están experimentando un empeoramiento de sus economías, sino
que viven el fin de una época.</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Durante 40 años la vanguardia de la economía de la región
ha sido la industrialización con miras a la exportación (EOI, por sus siglas
inglesas). Taiwán y Corea del Sur fueron las primeras en adoptar esta estrategia
de crecimiento a mediados de los sesenta, cuando el dictador coreano Park
Chung-Hee convenció a los empresarios de su país que exportasen gracias a, entre
otras medidas, cortar la electricidad de sus fábricas si se negaban a acatar la
orden.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El éxito de Corea y Taiwán convenció al Banco Mundial de
que la EOI era el futuro. A mediados de los setenta, el entonces presidente del
Banco Mundial, Robert McNamara, la consagró como doctrina, manifestando que
"deben llevarse a cabo esfuerzos especiales en muchos países para alejar a sus
empresas manufactureras de los mercados relativamente pequeños asociados a la
sustitución de importaciones, y acercarlas a las mayores oportunidades que
ofrece la promoción de las exportaciones" [mano de obra barata para las
multinacionales].</DIV>
<DIV align=justify><BR>La EOI se convirtió en uno de los puntos clave del
consenso entre el Banco Mundial y los gobiernos del Sureste asiático. Ambos se
dieron cuenta de que la industrialización con miras a la importación sólo podía
continuar si el poder de compra nacional se incrementaba vía una significativa
redistribución de la renta y la riqueza, y ello era algo para lo que no cabía
duda para las élites de la región. Los mercados para la exportación,
especialmente el relativamente abierto mercado estadounidense, se presentaron
como un sustituto indoloro.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El capital japonés crea una plataforma de
exportación</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El Banco Mundial respaldó el establecimiento de zonas de
procesamiento de exportaciones, donde el capital extranjero podía casar con una
mano de obra (por lo común femenina) barata. También apoyó el establecimiento de
incentivos fiscales para los exportadores y, con menos éxito, promovió la
liberalización del comercio. No obstante, no fue hasta a mediados de los ochenta
que las economías del Sureste asiático despegaron, y no fue tanto a causa del
Banco Mundial como de la política comercial agresiva estadounidense. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En 1985, en lo que llegó a conocerse como el Acuerdo
Plaza [Plaza Accord, por el nombre del hotel en que se firmó, N. del T.], los
Estados Unidos forzaron la drástica revaluación del yen japonés en relación con
el dólar y otras divisas de importancia. Haciendo las importaciones japonesas
más caras a los consumidores norteamericanos, Washington esperaba reducir su
déficit comercial con Tokio. La producción en Japón se tornó prohibitiva en
términos de costes de trabajo, forzando a los japoneses a trasladar las partes
del trabajo más intensivo de sus operaciones manufactureras a zonas de salarios
bajos, particularmente a China y el Sureste asiático. Al menos 15 mil millones
de dólares de inversión directa japonesa fluyeron hacia el Sureste asiático
entre 1985 y 1990.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La entrada de capital japonés permitió a los "nuevos
países industrializados" del Sureste asiático escapar de la restricción
crediticia de comienzos de los ochenta provocada por la crisis de deuda del
Tercer Mundo, superar la recesión global de mediados de los ochenta y pasar a un
proceso de rápido crecimiento. La centralidad de la endaka, o revaluación de la
moneda, se reflejó en la tasa de afluencia de inversiones extranjeras directas a
la formación del gran capital, que se aceleró espectacularmente a finales de los
ochenta y en los noventa en Indonesia, Malasia y Tailandia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Donde mejor pudieron verse las dinámicas del crecimiento
impulsado por la inversión extranjera fue en Tailandia, que recibió 24 mil
millones de dólares de inversión de las naciones ricas en capital de Japón,
Corea y Taiwán en sólo cinco años, entre 1987 y 1991. Fuesen cuales fuesen las
preferencias en materia de política económica del gobierno tailandés
–proteccionista, mercantilista o pro-mercado– esta enorme cantidad de capital
llegado del Sureste asiático a Tailandia no podía más que disparar su rápido
crecimiento. Lo mismo vale para otras dos naciones favorecidas en el Noreste
asiático: Malasia e Indonesia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, no fue solamente la escala de la inversión
japonesa durante un período de cinco años lo significativo: fue sobre todo el
modo en que se hizo. El gobierno japonés y los keiretsu, o conglomerados,
planearon y cooperaron estrechamente en el traslado de las instalaciones
fabriles al Sureste asiático. Una dimensión clave de este plan fue trasladar no
únicamente a las grandes corporaciones como Toyota o Matsushita, sino también a
las pequeñas y medianas empresas que proporcionaban los componentes y otras
aportaciones al proceso de producción. Otra fue integrar las operaciones de
fabricación complementarias, que se extendieron por toda la región en diferentes
países. El objetivo era crear una plataforma del Pacífico asiático para
re-exportar a Japón y exportar a mercados de terceros países. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Ésta fue la política y la planificación industrial a gran
escala, gestionada de consuno por el gobierno japonés y las corporaciones, y
llevada a cabo por la necesidad de ajustarse al mundo post-Acuerdo Plaza. Como
expresó un diplomático japonés más bien cándidamente, "Japón está creando un
mercado exclusivamente japonés en el cual las naciones del Pacífico asiático
están siendo integradas en el así llamado sistema keiretsu [bloque
financiero-industrial]." </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>China domina el modelo</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Si Taiwán y Corea fueron pioneras en el modelo y el
Sureste asiático les siguió muy de cerca y con éxito en su despertar, China
perfeccionó la estrategia de la industrialización con miras a la exportación.
Con su ejército de reserva de mano de obra barata sin paralelo en ningún otro
país del mundo, China se convirtió en la "fábrica del mundo", consiguiendo 50
mil millones de dólares anuales en concepto de inversión extranjera durante la
primera mitad de esta década. Para sobrevivir, las empresas transnacionales no
tuvieron otra elección que transferir sus operaciones de trabajo intensivo a
China para conseguir ventaja en lo que se ha llegado a conocer como "precio
chino", provocando en el proceso una enorme crisis en las fuerzas del trabajo
organizado en los países del capitalismo avanzado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este proceso dependía del mercado estadounidense.
Mientras los consumidores estadounidenses despilfarraban su dinero, las
economías del Sureste asiático podían continuar funcionando a pleno rendimiento.
El bajo índice de ahorro de los hogares estadounidenses no suponía ningún
obstáculo desde que el crédito estuvo disponible para cualquiera, y a gran
escala. China y otros países asiáticos no dejaron escapar los bonos del tesoro
estadounidense y prestaron masivamente a las instituciones financieras
estadounidenses, que a su vez prestaron a los consumidores y compradores de
casas. Pero ahora la economía crediticia estadounidense ha implosionado, y no
parece que el mercado estadounidense vaya a generar la misma fuente dinámica de
demanda durante mucho tiempo. Resultado: las economías de exportación asiáticas
han quedado aisladas. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La ilusión de independencia
económica</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Durante varios años China ha sido presentada como una
alternativa dinámica al mercado estadounidense para las economías menores de
Japón y del Sureste asiático. La demanda china, después de todo, ha sacado a las
economías asiáticas, incluyendo Corea y Japón, de los abismos del estancamiento
y de la ciénaga de la crisis financiera asiática de la primera mitad de esta
década. En el 2003, por ejemplo, Japón rompió con una década de estancamiento al
encontrarse con el ansia china de capital y mercancías tecnológicas avanzadas.
Las exportaciones japonesas se dispararon a niveles récord. China se había
convertido para mediados de la década en "el impulsor por excelencia del
crecimiento exportador de Taiwán y Filipinas, y el mayor comprador de productos
de Japón, Corea del Sur, Malasia y Australia."</DIV>
<DIV align=justify><BR>Incluso aunque China se presentaba como un nuevo impulsor
del crecimiento a través de las exportaciones, algunos análisis aún consideraban
la noción de un "desacoplamiento" de la locomotora estadounidense una quimera.
Por ejemplo, una investigación de los economistas C.P. Chandrasekhar y Jayati
Ghosh subrayó que China estaba importando mercancías medias y componentes de
Japón, Corea y países de la ASEAN, pero sólo para colocarlos juntos
principalmente para la exportación como productos terminados hacia los Estados
Unidos y Europa, no para el mercado nacional. Así, "si la demanda de
exportaciones chinas desde los Estados Unidos y Europa se ralentiza, como
probablemente ocurra con una recesión en los Estados Unidos", afirmaban, "no
sólo afectará a la producción industrial china, sino también a la demanda de
importaciones chinas de los países asiáticos en vías de desarrollo."</DIV>
<DIV align=justify><BR>El desplome del principal mercado asiático ha hecho
olvidar cualquier posibilidad de "desacoplamiento". La imagen de locomotoras
desacopladas –una deteniéndose, la otra avanzando a empellones por otra vía- ya
no es válida, si alguna vez lo fue. Es más, las relaciones económicas entre los
Estados Unidos y el Sureste asiático hoy recuerdan a una cadena de prisioneros
encadenados que ata no solamente a China con los Estados Unidos, sino con una
multitud de economías satélites de las anteriores, y todas han de marchar a un
mismo paso: todas ellas están encadenadas al gasto de la clase media financiado
por la deuda en los Estados Unidos, que se ha desplomado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El crecimiento de China cayó en el 2008 a un 9%, cuando
el año anterior había tenido un 11%. Japón se encuentra ahora una profunda
recesión, sus poderosas industrias orientadas a la exportación de bienes de
consumo se tambalean con el desplome de ventas. Corea del Sur, de lejos la más
resistente de las economías asiáticas, ha visto como su moneda caía un 30%
frente al dólar. El crecimiento del Sureste asiático en el 2009 será
probablemente la mitad del de 2008.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Se avecina la rabia</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El fin repentino de la época de las exportaciones va a
tener desagradables consecuencias. En las últimas tres décadas, el rápido
crecimiento redujo el número de personas que vivían por debajo de la línea de
pobreza en muchos países. En prácticamente todos los países, sin embargo, la
desigualdad de renta y riqueza se incrementó. Pero la expansión del poder de
compra del consumidor evitó que los conflictos sociales llegaran al límite.
Ahora, cuando la era del crecimiento rápido llega a su fin, una creciente
pobreza en el seno de enormes desigualdades será una combinación
explosiva.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En China, cerca de 20 millones de obreros han perdido sus
trabajos en los últimos meses, muchos de ellos habiendo de regresar al campo,
donde apenas encontrarán trabajo. Las autoridades están razonablemente
preocupadas por lo que llaman "incidentes de masas", los cuales se han
incrementado en la última década, se salgan fuera de control. Con la válvula de
seguridad de la demanda extranjera para los trabajadores indonesios y filipinos
despedidos, cientos de miles de trabajadores están regresando a unos pocos
empleos y granjas moribundas. Probablemente el sufrimiento vaya acompañado de
una protesta creciente, como ha sucedido ya en Vietnam, donde las huelgas se
están extendiendo como la pólvora. Corea, con su tradición de protestas obreras
y campesinas de carácter militante, es una bomba de relojería. Más aún: puede
que el Sureste asiático esté entrando en un período de protestas radicales y
revolución social que aparentemente pasó de moda cuando la industrialización con
miras a la exportación se convirtió en tendencia hace tres décadas.<BR><BR><BR>*
Walden Bello, profesor de ciencias políticas y sociales en la Universidad de
Filipinas (Manila), es miembro del Transnational Institute de Amsterdam y
presidente de Freedom from Debt Coalition, así como analista sénior en Focus on
the Global South.</DIV>
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<HR>
</DIV>
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Militante</FONT><BR></FONT></STRONG><A
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Uruguay</FONT></STRONG><BR></DIV>
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