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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><EM>boletín solidario de información -
edición internacional</EM><BR><FONT color=#800000 size=5><U>Correspondencia de
Prensa</U><BR>Agenda Radical - Colectivo Militante</FONT><BR><U>27 de abril
2009</U><BR>suscripciones y redacción: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Sudáfrica<BR><BR>Un perfil de Jacob Zuma
</FONT></STRONG></DIV>
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size=3></FONT></STRONG></FONT><FONT
face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El presidente
inesperado</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Polígamo, astuto, cambiante, imbatible en eso de
ganar internas, el primer presidente zulú es un enigma político. Veterano de la
lucha contra el apartheid, con diez años de prisión rigurosa, fue un hábil
organizador de la resistencia. En el poder, quedó en medio del peor caso de
corrupción jamás visto y hasta tuvo que zafar de una acusación por
violación.</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Sergio Kiernan</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Página/12, Buenos Aires, 26-4-09</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.pagina12.com.ar/"><STRONG>http://www.pagina12.com.ar/</STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify>Sudáfrica acaba de elegir a uno de los políticos más
pintorescos, polémicos y contradictorios que tiene este ancho mundo, alguien que
hasta en Africa sobresalta. Jacob Zuma, 67 años recién cumplidos, es un veterano
militante contra el apartheid, un hombre con muchos años de prisión en el lomo,
con cinco esposas, once hijos reconocidos y varios más que no, y la inveterada
costumbre de decirle a cada audiencia exactamente lo que quiere oír. Famoso
seductor, de mujeres y de públicos, Zuma acaba de zafar de una causa gravísima
por un negociado millonario y de otra aun peor por violar a la amiga de su hija.
Y para zafar de esa red le ganó la mayor interna jamás vista al ex presidente
Thambo Mbeki, lo hizo renunciar a la presidencia y se quedó con el partido y la
candidatura.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Jacob Zuma es el primer presidente zulú de un país
siempre gobernado por boers o por la etnia mayoritaria, los xhosa. Nació en
1942, primer hijo de la segunda esposa de Nobhekisisa, un miembro del clan Zuma
en las montañas de Nkandla, la mítica región de Kwa-Zulu-Natal que resistió al
rey Shaka y fue el último refugio del mítico Cetshwayo y de incontables
rebeldes. El pequeño Jacob estaba destinado a una vida de pastorcito nativo,
pero recibió un segundo nombre legendario, Gedleyihlekisa, que es el resumen de
la frase “no me quedo callado si alguien se hace el amigo con una sonrisa
falsa”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El pequeño Jacob era demasiado pobre como para ir a la
escuela rural pero, al terminar el día de pastorear las cabras familiares, se
juntaba con amigos más afortunados y les curioseaba los libros y los cuadernos.
Medio que jugando, le enseñaron las primeras letras. Zuma cuenta siempre que es
“autodidacta” y que su única maestra fue una pariente lejana que había terminado
el secundario y le daba clases nocturnas. Fue en Robben Island, la prisión en el
Cabo, donde Zuma terminó formalmente de alumno en la “Universidad Mandela” y el
actual canciller sudafricano le terminó de enseñar realmente a leer y escribir
en inglés.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La adolescencia de Zuma coincidió, en los años cincuenta,
con el Alto Apartheid, el momento en que lo que era racismo duro pero informal
se codificó en la ley y la Constitución. Sudáfrica era efectivamente
independiente desde 1948, cuando por primera vez los nacionalistas afrikaner
llegaron al poder, y en los años siguientes se creó el sistema de pases, el
etiquetado étnico y las prohibiciones sistemáticas, detallistas y violentas para
“apartar” a las razas. Fue cuando Zuma comenzó a despertar a la político.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Lo curioso fue que no se acercó, como la mayoría de sus
vecinos, al nacionalismo zulú que nacía y terminaría en el Partido Inkhata. Zuma
cuenta que fue por influencia de su medio hermano mayor, Muthukabongwa, que
había peleado en la Segunda Guerra con los South African Rifles y volvió
convertido a un nacionalismo mayor que el de la tribu. El paso ocurrió, como era
de rigor en la época, en un espacio urbano: los Zuma tenían familia en las
barriadas negras de Cato Manor y Greyville, en Durban, y el joven Jacob era
visita frecuente. Su madre era sirvienta en una casa blanca de la ciudad y fue
en sus calles donde Jacob habló por primera vez con militantes del Congreso
Nacional Africano, el ANC. En 1959, con 17 cumplidos, Zuma se afilió.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Así como los cincuenta vieron el endurecimiento del
apartheid, los sesenta vieron nacer la resistencia masiva y organizada. En 1960,
el ANC y otros partidos negros lanzaron una campaña de repudio a las leyes de
pases, que imponían pasaportes internos y permisos de residencia por zona para
los negros. La represión fue feroz y terminó con la policía abriendo fuego
contra una marcha en el pequeño pueblo de Sharpeville, al sur de Johannesburgo,
y matando a sesenta y nueve personas desarmadas. Al día siguiente se declaró el
estado de emergencia, dos mil militantes fueron arrestados –entre ellos el joven
Nelson Mandela– y todos los partidos negros fueron declarados ilegales y pasaron
a la clandestinidad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Al año siguiente, Sudáfrica se declaraba república y
salía de la Mancomunidad Británica de Naciones, que le criticaba el apartheid.
El ANC decidía que la lucha política no era suficiente y creaba su rama armada,
Umkhonto weSizwe, la Lanza de la Nación. El joven Zuma, que se había mostrado
como un buen organizador sindical, se unía de inmediato.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La lucha armada nunca fue el fuerte del ANC, un partido
profundamente político y poco militar, y los comienzos de la supuesta guerrilla
fueron un desastre. Las redadas fueron incesantes y la organización estaba
completamente infiltrada. Zuma fue arrestado en 1963, cuando trataba de salir
del país con un grupo de militantes para entrenarse en el extranjero. La policía
lo llevó a una notoria comisaría, la Hércules, especializada en casos políticos,
y usando las flamantes leyes antiterroristas lo tuvo noventa días en solitario,
en un ínfimo calabozo sin ventanas, en la oscuridad. Zuma recuerda que cada vez
que lo sacaban del tabique, para interrogarlo, no podía enfocar la vista y no
aguantaba la luz.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los interrogatorios eran simples y brutales. Como Zuma no
hablaba afrikaans, un policía nativo le traducía las preguntas. Nativos o
blancos, los agentes de la seguridad interior le pegaban por igual. El ahora
presidente electo recuerda que la primera frase que aprendió de la lengua boer
era algo que un interrogador le decía siempre: Kaffir, hierdie is Pretoria. Dis
is nie Durban nie. Wat dink jy, kaffir? Hier gaan jy praat. (Negro, esto es
Pretoria. Esto no es Durban. ¿Qué te parece? Aquí vas a hablar). A los tres
meses, Zuma fue a juicio en la Corte de la Vieja Sinagoga, donde el juez Steyn,
un halcón jurídico, lo condenó a diez años de prisión. Así fue que, a los 21
años, el preso I/5268 llegó a Robben Island.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La isla es hoy una atracción turística de las más
extrañas, con souvenirs como una camiseta con el número de prisionero de
Mandela, cuya celda es un altar. La terminal de ferries es un museo de la lucha
por la liberación y todo el conjunto es una suerte de templo político. A quince
años del fin del régimen blanco, no extraña: todas las grandes figuras políticas
de Sudáfrica o pasaron por Robben Island o estuvieron añares en el exilio. Zuma,
de hecho, pasó por las dos experiencias.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En prisión, los prisioneros educados enseñaban a los
analfabetos. El sistema educativo interno incluía debates, exámenes y hasta
graduaciones para los que terminaban la “primaria” y la “secundaria”. Más de uno
tuvo tiempo de “graduarse” de abogado o economista en las noches del penal. De
día, todos picaban piedras, fabricando escombro y adoquines que todavía
pavimentan calles del Cabo. El castigo por no cumplir la pena era un domingo sin
la única comida que se comía en la isla, polenta fría.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Con treinta años cumplidos, Zuma fue liberado a fines de
1973 y pasó dos años rearmando las castigadas redes del partido en su provincia.
Ya era un militante de rango, un veterano con una formación política enfocada e
ideas afiladas en debate con los grandes del ANC: Mandela, Mac Maharaja, los
hermanos Ebrahim. Exactamente qué hizo Zuma en esos años y después de 1975,
cuando básicamente se muda a Mozambique, es un misterio. Mientras otros nombres
se hacían famosos y simbólicos, como Chris Hani y Joe Slovo, el zulú se mantenía
en la mayor clandestinidad. Lo que se sabe es que logró finalmente mejorar el
sistema de entrada y salida clandestina de armas y militantes, y que se casó por
primera vez, con Sizakele Khumalu, una vecina de su pueblo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero Khumalu no lo acompañó en el exilio y para 1976 Zuma
se casaba por segunda vez, con la azafata de Aerolíneas Mozambicanas Kate
Mantsho. En 1980 volvió al altar con la pediatra Nkosazana Dlamini. Los
matrimonios del exilio terminaron mal: divorcio de Dlamini en 1987 y, peor, el
suicidio de Mantsho en 2000. Antes, durante y después, hubo toda clase de
amoríos, noviazgos y “matrimonios guerrilleros”, con varios hijos que tuvieron
un mayor o menor grado de reconocimiento.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pese a tantas mujeres –un problema real en el ambiente
más bien puritano del partido en el exilio–, Zuma fue escalando posiciones. Para
los noventa, cuando el régimen comenzó a negociar en serio, el zulú era uno de
los interlocutores principales, junto a Thabo Mbeki. Curiosamente, ambos fueron
aliados por largos años en la feroz interna que pasa por vida partidaria dentro
del ANC desde que llegaron al poder, en 1994. Diez años después, Mbeki era
presidente y Zuma uno de sus vicepresidentes. Al mismo tiempo, estallaba el
mayor caso de corrupción jamás visto en Sudáfrica, un país que puede ser injusto
hasta el asombro pero es notablemente legalista y, a su manera, honesto.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sucede que a fines de la era Mandela, el gobierno decidió
comprar cinco mil millones de dólares de armas, buena parte en fragatas y
tanques pesados. El proceso de adjudicación terminó en un escándalo trinacional
–sudafricano, alemán y británico– renuncias hasta en el Parlamento y una estela
de procesos legales que todavía continúa atormentando al partido. Con Mbeki
presidente, en 1999, Zuma terminó en el centro del problema, con su contador
personal detenido y eventualmente condenado a quince años por mediar coimas. Los
dos viejos aliados eran ahora enemigos y el presidente quería librarse de quien
percibía como un rival particularmente riesgoso. Es que Zuma tiene algo que
Mbeki –atildado, intelectual, frío– casi ni puede definir. El zulú es
carismático, seductor, un encanto. Mbeki logró hacerlo renunciar a su puesto
como uno de los vicepresidentes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En 2007, el presidente casi logra acabar con su rival
cuando una amiga de una hija de Zuma lo denunció por violarla. El caso fue a
juicio y el proceso terminó en una farsa. El acusado hacía actos y bailaba al
son de su canción personal, “Pasame mi ametralladora”, y llamaba a sus
seguidores a “influir” ante el tribunal. La corte sesionaba sitiada por
manifestantes que juraban vengarse si su líder era condenado. Terminó absuelto
porque su defensa “demostró” que el sexo extramarital había sido consensual y la
acusadora cambió su testimonio. Zuma coronó el teatro admitiendo que había
tenido relaciones sin usar preservativo y se había duchado enseguida porque “una
buena ducha evita el sida”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Lo que vino después fue la venganza. El mecanismo interno
partidario ordena que el presidente del país también sea presidente del ANC y
que, cuando designa su sucesor, éste toma la presidencia del partido como una
preparación para el poder. Mbeki, por sorpresa, se presentó para la reelección
aunque no podía tener un tercer término. Perdió de mala manera y el ANC eligió a
Zuma como su nuevo presidente. El zulú le había ganado después de una década de
interna feroz. Poco después, Mbeki renunciaba a la presidencia, que asumía otro
de los vicepresidentes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Fue entonces que la investigación comenzó a caerse a los
pedazos: días antes de las elecciones, la unidad especial de la policía –Los
Escorpiones– se presentó al juez diciendo que no tenía pruebas suficientes. Y
fue entonces que las interminables contradicciones de Zuma comenzaron a notarse.
Por ejemplo, que una mañana dijera en un acto en el campo que los homosexuales
son repugnantes y que a la noche los elogiara como “parte de la lucha” ante un
auditorio urbano.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Zuma pasó a ser uno de los hombres más poderosos de
Sudáfrica y a tener gestos de gran señor. Por ejemplo, se compró un rebaño de
cuernilargos, símbolo tradicional de riqueza, y se casó con otras dos mujeres
más jóvenes que él. Las bodas, a fines de 2007 y de 2008, fueron en el más
tradicional estilo zulú, con los novios bailando cubiertos con cueros,
esgrimiendo un escudo y una lanza de combate.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las elecciones de esta semana mostraron el formidable
poder del aparato partidario que Zuma tanto hizo por construir. También
mostraron que la oposición todavía no tiene un candidato que le haga sombra a la
mística del ANC. Ni la pobreza, ni el desempleo, ni la corrupción, ni la vida
irregular del candidato le bajaron el voto. Zuma es ahora el presidente de un
país con desempleo astronómico, 18.000 asesinatos por año y una economía en el
punto justo en que crece o cae. Ya se sabe que es un personaje, falta ver si es
un estadista.</DIV>
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<HR>
</DIV>
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Uruguay</FONT></STRONG><BR></DIV>
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