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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><EM>boletín solidario de información -
edición internacional</EM><BR><FONT color=#800000 size=5><U>Correspondencia de
Prensa<BR></U>Agenda Radical - Colectivo Militante</FONT><BR><U>22 de mayo
2009</U><BR>suscripciones y redacción: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Haití/República Dominicana
<BR> <BR>La dulce esclavitud en el paraíso dominicano <BR> <BR>Frank
Séguy *</FONT></STRONG> <BR> <BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>La Breche/Alencontre<BR></STRONG><A
href="http://www.alencontre.org/"><STRONG>http://www.alencontre.org/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de
Prensa</STRONG><BR> <BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Un video de los foros haitianos, inicio de mayo 2009. Muestra
a una muchedumbre de dominicanos reunidos en el barrio Buenos Aires de Herrera -
en Santo Domingo, República Dominicana - asistiendo a lo que parece ser una
corrida. ¿El toro? Uno de los numerosos esclavos haitianos que viven en
República Dominicana. ¿El torero? Un dominicano musculoso proveído de un hacha.
De un solo golpe, corta la cabeza del haitiano Carlos Merilus. Y el delirio se
apodera de la muchedumbre. Los niños inmortalizan el momento grabando
fotografías con ayuda de sus aparatos celulares. Los adultos aplauden. El
éxtasis alcanza su clima. Se diría que la República Dominicana acaba de ganar
una copa del mundo. <BR> <BR>A finales 2008, uno de mis amigos que vive en
República Dominicana había enviado las imágenes de un video que mostraban como
un dominicano cortaba la mano a un haitiano con un machete, después de haberle
forzado a desnudarse completamente. Luego, obligándolo a extender su mano sobre
una piedra, sirviendo de altar para el sacrificio, el dominicano corta la mano
de un solo golpe de machete. ¡Una escena definitivamente común en
República Dominicana! <BR> <BR>Yo mismo había presentado este video en un
foro haitiano muy frecuentado, con un objetivo preciso: probar el grado de
cinismo y perversión de las clases dominantes haitianas y sus abominables
capacidades para dirigir a las clases dominadas-explotadas. Yo lo hice por mi
cuenta. Los medios de comunicación burgueses - en Haití no hay otros actualmente
- se dedicaron a un curso desenfrenado de emisiones libres-tribunas y de
“análisis”, exactamente para evitar que se busquen las raíces del problema. Y
como siempre, después de algunas emisiones, todo volvió a entrar en el mismo
orden. ¡Se lograba el objetivo! <BR> <BR>El video que muestra la
decapitación del esclavo haitiano en la tierra vecina, el sábado 2 de mayo de
2009, suscita mucha emoción. Nuestros profesionales liberales, misioneros de
ONG, cuadros de administración y comercio, pequeños-burgués profesionales de
comunicación… en corbatas y cuellos blancos, generalmente designados por el
concepto borroso de clases medias, se muestran choqueados. ¿Por qué cientos de
millares de haitianos son reducidos - y matados - en esclavitud? ¡Oh! No. Porque
esta muerte espectacular corre el riesgo de deteriorar su imagen en el
extranjero. <BR> <BR>Ninguna sociedad (o incluso ningún individuo) nunca ha
conseguido solucionar un problema que ella no se plantea o que coloca mal. De
modo que, si se prevé la condición de esclavos cientos de millares de haitianos
explotados-oprimidos en República Dominicana como un problema, no se tienen
otras elecciones que de analizar esta condición, en primer lugar, tomándola
desde sus raíces, luego, buscando las distintas ramificaciones que hacen al
tronco del árbol, bastante espinoso y tenaz. <BR> <BR>Un conjunto de
hechos, intrínsecamente conectados los unos a los otros, deben ser tenidos en
cuenta por la o el que desea hacer algo más que llorar. Quién quiere comprender.
<BR> <BR><STRONG>Breves consideraciones históricas</STRONG>
<BR> <BR>Se conoce que los haitianos representan el único pueblo, del
llamado tiempo moderno, donde un puñado de antiguos esclavos se rebelaron. Por
respeto a la sensatez, no se debería hablar de esclavos, sino de cautivos que se
rebelaron, ya que el esclavo es por definición uno sometido. Saliendo de las
vísceras de la esclavitud y el colonialismo, Haití se experimenta
necesariamente. Sin embargo, es necesario incluir que esto no es un peso de la
herencia: se trata de una elección que consiguió imponerse entre muchas
posibles. <BR> <BR>Dessalines, líder principal de la Revolución que condujo
a la Independencia en 1804, se proponía compartir las riquezas según el
principio comunista “a cada uno según sus necesidades”. Su frase reivindicativa:
“¿Y los pobres negros cuyos padres están en África, no tendrán pues nada?” pasó
a la posteridad. Sin embargo, se evita destacar el hecho de que ésta constituía
la contraparte a la interrogante de los generales y demás grandons (grandes
latifundistas) que estipula: “¿No es constante que después de haber gozado desde
hace 10, 20 y 30 años de un bien debían ser supuesto al verdadero proprietario?”
(Thomas Madiou, Historia de Haití, t. 3, ED. Deschamps, 1989, p. 391).
<BR> <BR>El análisis de estas dos posiciones revela toda la naturaleza
irreconciliable de las contradicciones sobre las cuales debía construirse el
nuevo Estado independiente. Por una parte, Dessalines y toda la masa de los
antiguos agricultores se preguntaban: ¿“Qué recompensa concedida a los que, por
su heroísmo, habían restablecido al imperio de la Libertad (...) si los antiguos
opresores, amos de todas las grandes y ricas propiedades, seguían gozando
pacíficamente? ¿Se preguntaba por otro lado a que resto pertenecían estas
tierras? ¿No era de los que durante dos siglos las habían cultivado, que no
habían gozado nunca y que sólo habían sufrido los tratamientos más crueles como
precio de su sudor? (Madiou, p. 141)” <BR> <BR>Para impedir que la cuestión
esté regulada según este principio, “los de los generales del Imperio de Haití
que sólo habían tomado las armas contra los franceses para gozar, después del
triunfo de la causa santa de la Libertad, de los derechos políticos más amplios,
de Dessalines], incitarán a la insurrección las masas que se han convertido en
descontentas… (p.140)”. <BR> <BR>La masa de los agricultores había tomado
las armas para establecer al imperio de la Libertad que, a sus ojos, significaba
el bienestar colectivo para todos, principalmente para las y los que habían
sufrido los tratamientos más crueles durante dos siglos de sudor y sangre. Los
generales y demás grandons también habían tomado las armas contra los franceses,
pero solamente para expulsarlos y tomar su lugar. Con el fin de gozar como
únicos amos y dominadores. Es pues, sobre una constante capitalista-esclavista
que reconoce el derecho de propiedad solamente a aquéllos que ya habían sido
propietarios durante el tiempo colonial-esclavista, que estos últimos
construyeron el Haití independiente. <BR> <BR>Dos ontologías sociales
radicalmente antagónicas cruzan aquí los hierros. La de Dessalines y la masa de
los campesinos, que querían el final de la opresión y el reparto equitativo, y
la de los generales y grandons que sólo se proponían expulsar a los antiguos
opresores, dejando intacto el sistema opresivo. De aquí resulta el retorno de
los campesino-agricultores hacia los mornes (tierras montañosas) a menudo áridas
y desecadas. Toda la producción desarrollada por estos miserables será recogida
por los burgueses-grandons de las ciudades que tenían necesidad, entre otras
cosas, para pagar el precio - falsamente llamado deuda - de la independencia.
<BR> <BR>Se conoce el resto. De 1804 a 1920, las cajas del Estado burgués
haitiano se llenaron exclusivamente con el sudor y con la sangre de los
campesinos-agricultores. Fue necesaria la primera ocupación estadounidense de
1915 para empujar a los grandons-burgueses haitianos al doloroso ejercicio de
contribuir a las cajas de su Estado. Toda la castración operada en las venas de
los agricultores sirvió en primer lugar para pagar a Francia su autorización
para que el pueblo haitiano viva. A esta imposición, se concedió el bonito
nombre de deuda de independencia. Se emplea, otra parte, rentas en gastos
ostentosos. Se roba directamente y se coloca otra parte aún en los grandes
bancos europeos. La reserva se la llevaron los inquilinos yanquis que, en su
día, habían desvalijado abiertamente el banco central. <BR> <BR>Así pues,
se comprende fácilmente que los centenares de millares de haitianos esclavos en
las grandes plantaciones azucareras de República Dominicana, sean campesinos
esencialmente y trabajadores agrícolas. Son empleados también por la industria
de la construcción. En la medida que en Haití que “el trabajo de la tierra no
recompensa”. Esta es la razón por la que todo agricultor haitiano sabe que debe
encontrarse otra actividad, si no desea estancarse en la más aplastante de las
miserias. <BR> <BR>Pero es sólo un aspecto de la cuestión. La cuestión
fundamental reside incluso en la posesión de las tierras. Es la propiedad del
burgués que vive en las ciudades: los grandons-burgueses. Éstos no los explotan
según la pura racionalidad capitalista que consistiría en practicar una
agricultura a gran escala.<BR> <BR>¡No! Los dividen para confiarlos mejor a
campesinos que se encargan de hacerlos fructificar según el principio de las dos
mitades (demwatye). La perfidia de este principio permite que, en todos los
golpes y los casos, el -burgués grandon juega a ganador. Mientras que el
campesino nunca gana. Ya que al recibir una parcela que debe trabajarse, él toma
nuevamente la carga de todo el trabajo: preparación del suelo, semilla,
organización del trabajo, mano de obra… <BR> <BR>Con todo, en la cosecha,
debe llamar al propietario que tiene oficialmente derecho a la mitad pero
que a veces retira hasta las tres cuartas partes. Se desprende bastante a
menudo, que la parte que corresponde al campesino ni siquiera cubre los
numerosos gastos que había acordado para realizar la producción.
<BR> <BR>La relación de este agricultor con esta tierra y el cultivo que
practica, está incluida pues en la más pura objetivación. Se entiende así el
hecho de que este agricultor así como la tierra que trabaja, sólo representa
otro de los medios para que el burgués-grandon aumente sus riquezas. De
modo que el trabajo, elemento universal de socialización de la humanidad, fue
pervertido por el imperativo de la actividad productiva capitalista de tipo
burgués-grandon, que es la ley absoluta en Haití. El resultado se comprueba en
la devastación de nuestra ecología, en los antecedentes del fenómeno del éxodo
rural hacia Panamá (para la construcción del canal, iniciado en 1880 por
Francia, luego parada, y finalizada por los Estados Unidos), hacia las
plantaciones azucareras estadounidenses en Cuba (final del siglo XIX y primera
mitad del siglo XX), y hacia República Dominicana (los bateys, o la fórmula de
explotación puede resumirse “mejor” por la siguiente ecuación: 15 horas de
trabajo al día = una tonelada de caña =1 euro al día).
<BR> <BR><STRONG>Racismo-capitalismo a la
dominicana</STRONG><BR> <BR>En 1937, la burguesía de dominicana ya había
organizado la masacre de más de de 50 mil de trabajadores haitianos, con la
complicidad de la burguesía haitiana. Ya que el racismo de dominicano abastece
constantemente el temor que la presencia haitiana no se haga demasiado
significativa, cuantitativamente, en República Dominicana. <BR> <BR>Esta
presencia se estima actualmente en 800.000 haitianos y haitianas. Más de 50.000
serían estudiantes. La constitución haitiana estipula claramente: “El Estado
debe financiar el funcionamiento y el desarrollo de la Universidad de Estado de
Haití y las escuelas superiores públicas. Su organización y su localización
deben ser previstas en una perspectiva de desarrollo regional (artículo 209)”.
El dinero de los trabajadores haitianos se utiliza preferiblemente para
abastecer las cajas del FMI: Fondo de la miseria, perdón monetario,
internacional. Y el haitiano, en vez de exigir el desarrollo de su propia
universidad, prefiere hacerse sangrar en blanco fuera de sus fronteras.
<BR> <BR>Este éxodo rural previamente mencionado, resultado de las
relaciones sociales burguesas-grandons, no se hace solamente hacia el exterior.
Se refleja, sobre todo, en las ciudades. Dado que no se planeó esta
urbanización, los centros urbanos se transforman en extensos barrios de
chabolas. Una de sus consecuencias reside en que este ejército de trabajadores
de reserva, tiene la reputación de “mano de obra barata”. <BR> <BR>Esta
mano de obra barata, se explota desde hace un siglo en la tierra vecina. Los
datos proporcionados por el Grupo de Apoyo a los Refugiados y Repatriados
(GARR), señalan que un 90% de la mano obra agrícola de República Dominicana está
constituida por trabajadores haitianos (garr-haiti.org). <BR> <BR>No es
superfluo recordar que este proceso comenzó cuando, en 1915-1916, los ocupantes
yanquis decidían instalar sus fábricas azucareras en República Dominicana,
considerando que la parte Este de la Isla de Haití ofrece mejores condiciones al
desarrollo de tal actividad. Pero, para mantenerlo, habían decidido que la mano
de obra haitiana era a la vez más rentable y menos costosa. El final de la
ocupación en 1934 no terminó con este proceso. Durante la segunda mitad del
siglo XX hasta la caída de la dictadura de Duvalier en 1986, el Estado haitiano
se había comprometido, por acuerdo escrito con el Estado de República
Dominicana, a proporcionarle los trabajadores que la burguesía tenía necesidad
para mantener sus plantaciones agrícolas. Ya en 1980, la OIT (Organización
Internacional del Trabajo) había reconocido que la única expresión susceptible
de traducir la situación de estos trabajadores haitianos en República
Dominicana era la de “esclavitud moderna”. <BR> <BR>Algunas décadas después
de la gran masacre de 1937, después de que los Estados Unidos habían procedido a
la castración de la economía campesina destruyendo sistemáticamente el ganado
porcino, se vio con qué dedicación la burguesía haitiana y sus administradores
en el Estado, reconstruían su riqueza como agentes en el reclutamiento de
trabajadores haitianos en dirección a las plantaciones de caña de azúcar de
República Dominicana. Pueden derramar algunas lágrimas cocodrilos. Lo que no
impide señalarlos como los primeros verdugos por haber hecho rodar la cabeza de
Carlos Merilus. <BR> <BR>El final de la dictadura en 1986 sólo puso fin
oficialmente a este acuerdo. Ya que los industriales de República Dominicana,
mantienen contratos con algunos pasadores de fronteras que están encargados de
ir a buscar haitianos en las montañas para traerlos a las plantaciones de cañas.
Se conoce a estos pasadores de fronteras con el nombre de buscones (del verbo
español buscar). <BR> <BR>¿Es necesario recordar que el tráfico de seres
humanos se impuso, junto al tráfico de la droga y a las armas, como el más
rentable negocio en la actual globalización del
patriarcado-capitalismo-racismo?<BR> <BR>El tráfico de trabajadores
haitianos y trabajadoras haitianas es una empresa organizada a sabiendas.
Implica al menos a: los soldados dominicanos encargados de la vigilancia de la
frontera de República Dominicana; los propietarios de las fábricas azucareras y
grandes plantaciones de caña de azúcar; los agentes de la migración, y de otros
sectores no menos importantes de los dos lados de la frontera. <BR> <BR>El
trabajador y la trabajadora son sobornados por el buscón que le hace ver montes
y maravillas. Así pues, el buscón consigue sacar dinero al trabajador y a la
trabajadora a cambio de pasarlo por la frontera. Realmente, el buscón se arregla
para abandonar su presa en plena carretera, en un lugar donde está seguro que
ésta será capturada por los guardias fronterizos. <BR> <BR>Inútil de decir
que trabajadores de dominicanos son también víctimas de esta caza organizada
sobre la base del color de la piel. Ésta no se practica solamente en el lugar de
trabajo. Se captura a las personas a menudo en su domicilio propio, a cualquier
hora del día… o de la noche. Y son desplazadas, sin preaviso, hacia Haití. Al
llegar a Haití, muchas de ellas no saben dónde ir, puesto que no nacieron en
Haití y nunca habían estado antes. <BR> <BR><STRONG>Algunas consideraciones
sobre la actualidad</STRONG> <BR> <BR>Actualmente, existe en Haití una
extensa mano obra que sólo pide explotarse. ¡Paradoja! El problema es que a la
imagen de todas las sociedades capitalistas, el capitalismo haitiano ni siquiera
está en condiciones de explotar directamente el conjunto de los trabajadores.
Como es sabido, eso no hace otra cosa que deteriorar las condiciones de vida de
la persona desempleada. Las condiciones de supervivencia de los asalariados
también son dadas por el ritmo de una precarización cada vez más espantosa.
Basta con observar que el precio de un día de trabajo a mayo 2009, es de 70
gourdes (1 dólar = 41 gourdes). En 1986, era de 3 dólares. <BR> <BR>En
marzo 2007, un diputado había tomado la iniciativa de introducir una propuesta
de ley con el fin de ajustar el salario mínimo. Hace solamente una semana, el 5
de mayo 2009, esta propuesta fue votada, ajustando así el salario mínimo a 200
gourdes (es decir, menos de 4 euros). Demás está decir que las organizaciones
patronales emplearon estos 26 meses para ejercer presión sobre el legislativo y
el ejecutivo con el fin de bloquear este voto. De modo que las organizaciones de
los trabajadores esperan, vigilantes, que el Presidente de la República pide
(puesto que es a él que incumbe esta obligación) la promulgación de dicha ley en
el Diario Oficial. Pero ya, los patrones amenazan a sus obreros para que estos
últimos acepten recibir solamente 160 gourdes. <BR> <BR>Procede pues
observar, que cuando el trabajador haitiano va a hacerse cortar la cabeza en la
República Dominicana, no hace más que elegir entre dos muertes brutales. Ya que,
en 2009, no se conoce ningún país donde un padre o una madre de familia puede
responder a sus necesidades con 3,73 euros (4,87 dólares). En ese caso, el
trabajador ya sabe que el patrón haitiano sólo ofrece la muerte. Mientras que,
mal informados, se imaginan que la hierba podría ser verde del lado del cercano
vecino. Por eso no duda en emigrar, sin papel, hacia República Dominicana,
donde, como se acaba de verl, no gozará de ningún derecho. <BR> <BR>El
asesinato indecente de Carlos Merilus no le sirvió a Préval por del gobierno
dominicano. Su embajador en Haití se convierte en una estrella en la prensa
haitiana. Es el invitado de emisiones radiofónicas. Pronuncia incluso una rueda
de prensa en el Ministerio Haitiano de Asuntos Exteriores. Posiciones
diplomáticas de condena. De los dos lados, pero sin ir más lejos.
<BR> <BR>René Préval (presidente entrado en función en mayo 2006), no puede
ser más claro al respecto: no hay violación de los derechos humanos de haitianos
en República Dominicana. No hace falta compadecerse de esta declaración del jefe
del Estado para calificado de irresponsable. <BR> <BR>Pero parece que nadie
aún ha destacado el verdadero sentido de la declaración del Presidente haitiano:
los haitianos que se asesinan en República Dominicana no tienen derechos.
Por otra parte, la mayoría ni siquiera tienen un certificado de nacimiento. No
se puede robar lo que no se tiene. <BR> <BR>El gobierno de República
Dominicana, menos cínico que el actual gobierno haitiano, prometió rápidamente
justicia para el crimen de Carlos Merilus. La única justicia que nosotros,
trabajadores, podemos esperar es la nuestra, la que destruirá el capitalismo.
Mientras no construyamos esta victoria revolucionaria que pondrá fin a la
dominación-explotación del patriarcado-racismo-capitalismo que por todas partes
se establece, seguirán humillándonos por un tiempo todavía más largo.
<BR> <BR>* Frank Séguy es un sociólogo haitiano.</DIV>
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Uruguay</FONT></STRONG><BR></DIV>
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