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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><EM>boletín solidario de información -
edición internacional</EM><BR><FONT color=#800000 size=5><U>Correspondencia de
Prensa</U><BR>Agenda Radical - Colectivo Militante</FONT><BR><U>29 de mayo
2009</U><BR>suscripciones y redacción: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Chile<BR><BR>Los estremecedores
testimonios de cómo y quiénes asesinaron a Víctor Jara
</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>El interior del
Estadio Chile - construido sólo cuatro años antes de los hechos - era un
escenario “dantesco” debido a la gran cantidad de prisioneros:
5.600.</FONT></STRONG> </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Jacmel Cuevas
P. </STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>CIPER (Chile) 26 Mayo,
2009. <BR>La Haine</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><A
href="http://www.lahaine.org/">http://www.lahaine.org/</A></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial size=2></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>En la madrugada del 11 de septiembre
de 1973, personal de varios Regimientos militares ubicados en regiones se
trasladaron a Santiago, bajo la excusa de realizar los preparativos de la Parada
Militar, para conmemorar el día de las Glorias del Ejército. Así arribaron a
Santiago las unidades de La Serena y el Maipo, las que se constituyeron en el
Regimiento Tacna. Otros efectivos provenientes de Calama y de la Escuela de
Ingenieros de Tejas Verdes – comandada por el coronel Manuel Contreras
Sepúlveda, quien a los pocos días iniciaría la organización de la Dirección de
Inteligencia Nacional (DINA)- lo hicieron en las dependencias de Arsenales de
Guerra.</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Cerca de las cinco de la mañana de ese día, las tropas
apostadas en esta última repartición fueron informadas del golpe de Estado, bajo
la arenga del teniente Pedro Barrientos, quien los emplazó a participar en la
toma del territorio capitalino bajo la premisa que en esa misión no habían
rangos, que todos eran importantes en ese crucial y patriótico acontecimiento.
El episodio ha sido relatado en las declaraciones judiciales de varios
conscriptos de los regimientos Maipo y Tejas Verdes que llegaron desde la Quinta
Región.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tras el bombardeo a La Moneda y el asesinato de Salvador
Allende, cerca de 600 estudiantes y profesores se amotinaron en la Universidad
Técnica del Estado (UTE, actual USACH) para resistir la ocupación militar. Sin
llegar a producirse enfrentamientos, ya que casi no tenían armas, fue muy poco
el tiempo durante el cual pudieron oponerse a la entrada de los
uniformados.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pasadas las dos de la tarde del 12 de septiembre comenzó
el desalojo de los académicos y alumnos. Entre escenas de gran violencia y
dramatismo fueron detenidos y trasladados al Estadio Chile. En ese grupo se
encontraba Víctor Jara Martínez, profesor de esa casa de estudios. El
procedimiento fue dirigido por el entonces capitán Marcelo Moren Brito, quien
luego se transformaría en uno de los más temidos agentes operativos de la DINA.
Al momento de ingresar al Estadio Chile, convertido en campo de prisioneros, a
los detenidos se les quitaban sus especies de valor, se les anotaba su nombre y
filiación política.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Antes de ello, durante la tarde del 11 de septiembre,
después de encargarse del funeral de Salvador Allende, el comandante César
Manríquez fue encomendado por el general Arturo Viveros -jefe del Comando de
Apoyo Logístico y Administrativo del Ejército (CAE)- para crear el primer
recinto de detención que se debía instalar en el Estadio Chile. A la mañana
siguiente, Manríquez se constituyó en el recinto. Poco después comenzaron a
llegar los miles de detenidos que arribaban en buses de la locomoción colectiva
y camiones del Ejército.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Según las propias declaraciones de Manríquez que, hasta
ahora, era el único procesado en el caso, lo ocurrido al interior del recinto
deportivo –construido sólo cuatro años antes de los hechos- era un escenario
“dantesco” debido a la gran cantidad de prisioneros (5.600, según sus cálculos).
El ex uniformado asegura que sólo contó con personal de apoyo del CAE para
custodiar el recinto, pero que en los subterráneos del edificio se constituyeron
oficiales de Inteligencia de las distintas Fuerzas Armadas, cuyas identidades
desconocía, ya que no habrían estado bajo su mando.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esa es la razón con la que justificó haber montado una
escena de terror para amedrentar a los detenidos. Colocó dos ametralladoras
punto 50 –usadas en la Segunda Guerra Mundial- en los balcones del edificio, las
que eran publicitadas por los parlantes como las “sierras de Hitler, capaz de
partir a una persona en dos”. En el segundo piso también se instalaron potentes
focos de luz, que permanecían encendidos día y noche, provocando que todos los
que permanecieron al interior del Estadio perdieran la noción del tiempo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los primeros días de encierro fueron caóticos, ya que
incluso se reventaron algunos alcantarillados, generando problemas de
insalubridad. Tampoco tenían alimentos ni para los soldados ni menos para los
prisioneros. La escasez de comida incluso provocó que los mismos militares
saquearan negocios aledaños al recinto. Sólo al cuarto día, el 16 de septiembre,
se recibieron algunas raciones para los soldados, según declaró el capitán David
González Toro, encargado de abastecimiento del recinto.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Se desconoce la hora a la que ese miércoles 12 de
septiembre arribaron los miembros de los servicios de Inteligencia de las
Fuerzas Armadas. Lo que sí se sabe es que, tras su llegada, comenzaron a
interrogar a los detenidos. Todo se anotaba en una ficha previamente
confeccionada, donde se consignaba el nombre, la cédula de identidad, domicilio,
filiación política, antecedentes de la detención y observaciones. En la parte
inferior del documento, se añadía un pronunciamiento del interrogador en el que
debía calificarlo como prisionero bajo las siguientes premisas: ley de control
de armas, marxista o comunista y sobre la necesidad o no de someterlo a Consejo
de Guerra.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Según diversos testigos que han declarado en el caso,
previo al traslado al Estadio Nacional hubo muchos hechos de violencia en contra
de los prisioneros. Se ha determinado que al menos tres personas habrían perdido
la vida en las graderías del recinto. Una persona de contextura pequeña y
delgada que muchos confundieron con un niño y que en un acto de desesperación se
abalanzó sobre un conscripto, quien reaccionó descargando una ráfaga en su
abdomen. Según testimonios, el comandante Manríquez felicitó al soldado por su
“heroica labor”. Otro prisionero se lanzó del segundo piso gritando ¡Viva
Allende!, mientras que un hombre joven fue muerto a golpes de culata en su
cabeza por haberse negado a cumplir órdenes de los militares.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A esta cifra se suman otras 15 personas que habrían sido
acribilladas junto a Víctor Jara en los subterráneos del Estadio, según la
confesión del primer hombre en ser individualizado por la justicia como uno de
los autores del asesinato del destacado folclorista.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Los hombres de Tejas Verdes</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>En sus declaraciones, todos los conscriptos que viajaron
desde la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes (dirigida entonces por el coronel
Manuel Contreras) a Arsenales de Guerra, en Santiago, coinciden en que las
tropas venían bajo el mando del capitán Germán Montero Valenzuela, sumando un
contingente de aproximadamente un centenar de soldados y una veintena de
oficiales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El 12 de septiembre, al llegar al Estadio Chile, el
contingente quedó a cargo del comandante Mario Manríquez. Entre los oficiales
que participaron en esta misión, los conscriptos mencionan a los tenientes
Nelson Haase y Rodrigo Rodríguez Fuschloger, y a un subteniente que tendrá un
papel decisivo en el asesinato de Víctor Jara.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La primera confesión que obtuvo el juez Fuentes sobre el
crimen fue la del ex conscripto José Alfonso Paredes Márquez (55 años). El
entonces joven de 18 años llegó a Santiago durante la madrugada del 11 de
septiembre de 1973, proveniente de la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes,
donde desde abril de ese año realizaba su servicio militar.<BR>Durante el día en
que la vida de los chilenos se partió en dos, su sección fue enviada, al mando
del teniente Pedro Barrientos, a custodiar el camino Padre Hurtado. Paredes dice
haber sido una suerte de guardaespaldas del teniente Barrientos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Al mediodía del 12 de septiembre, el contingente se
trasladó, primero a Arsenales de Guerra y luego a la Universidad Técnica (actual
USACH). Allí, pasadas las dos de la tarde, procedieron a trasladar a los
detenidos al Estadio Chile. El mencionado oficial, junto a Paredes, acompañaron
a bordo de un jeep la caravana de buses de la locomoción colectiva que
trasladaron a los prisioneros. Una vez la misión cumplida, regresaron a
Arsenales de Guerra.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El 16 de septiembre, cerca de las 18:00 horas, el
escuadrón de militares llegó hasta el Estadio Chile, donde se presentaron ante
un oficial de rango superior cuya identidad desconoce, quien les ordenó vigilar
las casetas de transmisión del recinto. Y en el interior del Estadio, los otros
conscriptos comentaban que ahí estaban detenidos el Director de Prisiones, Litre
Quiroga; el cantautor Víctor Jara y el Director de Investigaciones, Eduardo
“Coco” Paredes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Siempre según la confesión de Paredes, al día siguiente
fue enviado al sector del subterráneo. Y permaneció como centinela en la puerta
de uno de los camarines destinados a los detenidos. En ese camarín había 5 ó 6
oficiales de otros regimientos, con tenida de combate, cuya identidad desconoce.
Los vio escribir en unos papeles los datos que le respondía un detenido al que
observó sentado frente a un escritorio. En otro ángulo del camarín, Paredes vio
a otros prisioneros mirando hacia la pared.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Unas horas después, llegaron a la habitación el teniente
Barrientos y el subteniente que bajo las órdenes de Haase y Rodríguez estaba a
cargo de los conscriptos. Traían a un detenido. Fue entonces que dice haber sido
llamado, junto al conscripto Francisco Quiroz Quiroz (55 años), y que se les
comunicó que el detenido era Víctor Jara. El grupo lo comenzó a insultar por su
condición de comunista. Paredes lo miró y lo reconoció. Víctor Jara quedó allí,
en ese camarín, custodiado por Quiroz.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Más tarde, recordará el principal testigo, el teniente
Barrientos lo mandó nuevamente al subterráneo, al mismo camarín. Pero esta vez
Paredes no encontró a nadie: ni interrogadores ni detenidos y tampoco a Víctor
Jara. Pasaron las horas hasta que Paredes vio nuevamente llegar a los oficiales
interrogadores. La orden fue precisa: traer a los detenidos que figuraban en una
lista que uno de los oficiales le entregó a un cabo. Y nuevamente el mismo
procedimiento: interrogatorio y las anotaciones en cada una de las fichas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y llegó la noche. Paredes se encontraba de centinela en
el mismo camarín del subterráneo cuando observó el ingresó de unos quince
detenidos. Y entre ellos reconoció a Víctor Jara y también a Litre Quiroga.
Ambos fueron lanzados contra la pared. Detrás de los prisioneros, Paredes vio
llegar al teniente Nelson Haase y al subteniente que también estaba a cargo de
los conscriptos. Y fue testigo del minuto preciso en que el mismo subteniente
comenzó a jugar a la ruleta rusa con su revólver apoyado en la sien del
cantautor. De allí salió el primer tiro mortal que impactó en su cráneo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El cuerpo de Víctor Jara cayó al suelo de costado.
Paredes observó cómo se convulsionaba. Y escuchó al subteniente ordenarle a él y
a los otros conscriptos que descargaran ráfagas de fusiles en el cuerpo del
artista. La orden se cumplió. Todo lo que ocurrió fue presenciado por Nelson
Haase, quien se encontraba sentado detrás del escritorio de interrogación. Según
el protocolo de autopsia, el cuerpo del cantautor tenía aproximadamente 44
impactos de bala en su cuerpo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pocos minutos después, el mismo subteniente que le
disparó en la cabeza solicitó el retiro del cuerpo. Llegaron unos enfermeros con
camilla, lo levantaron y metieron al interior de una bolsa y luego lo cargaron
hasta la parte trasera de un vehículo militar estacionado en el patio del
recinto, al costado nororiente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No fue fácil para José Alfonso Paredes Márquez confesar
ante el juez lo que vio y protagonizó. Primero fue renuente a reconocer su real
participación en los hechos. Y finalmente se quebró, empezó su relato y ya no
paró. Este obrero de la construcción que fabrica casas en la zona del litoral
central, reveló haber guardado el secreto durante casi 36 años, sin siquiera
habérselo contado a su mujer. También hizo una aclaración ante el juez: durante
los días posteriores al golpe, y como trabajaban casi 24 horas al día, la
oficialidad les entregaba estimulantes para evitar el sueño y el hambre, por lo
cual su relato podía no ser exacto en las fechas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Lo que Paredes y otros conscriptos sí recordaron fue lo
que pasó luego que el cuerpo de Víctor Jara desapareció del camarín. Los otros
14 detenidos que venían con el cantautor y director teatral fueron acribillados
con fusiles percutados por los propios conscriptos y oficiales presentes. Entre
las víctimas cayó asesinado Litre Quiroga. Sus cuerpos también fueron cargados
en el mismo vehículo. Poco después y al amparo de la noche, todos ellos fueron
abandonados en la vía pública.<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>El último vía crucis de Víctor Jara</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Durante la reconstitución de los hechos, los testigos
pudieron recrear el miedo y el caos reinante en el Estadio Chile, clima al que
tampoco escapaban. Escenas que enlazadas permiten reconstruir en forma difusa
las últimas horas de vida de Víctor Jara y en las que aparecen nuevamente
personajes ya conocidos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Durante sus cuatro días de cautiverio, Jara fue
reconocido por un oficial de Ejército que se hacía llamar “El Príncipe”. Otros
testigos señalan que ese reconocimiento lo hizo un militar que no coincide con
las características del mítico personaje del Estado Chile (ver recuadro), quien
fue descrito como de una estura superior a 1.80 metros, rubio, de tez blanca,
cara redondeada y de contextura atlética.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En lo que sí coinciden los testimonios de los prisioneros
es en que Víctor Jara fue interrogado al menos dos veces en los camarines del
recinto, ubicados en la zona nororiente del subterráneo. Allí fue sometido a
diversas torturas, entre ellas la fractura de sus manos a golpes de
culata.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tras la segunda de esas sesiones, Víctor Jara logró
acercarse a personas que habían sido detenidas en la UTE, quienes lo limpiaron y
trataron de cambiar su aspecto cubriéndolo con una chaqueta azul y cortándole su
pelo negro rizado con un cortaúñas. Los últimos detenidos que lo vieron con vida
han dicho que estaba muy golpeado, con la cara hinchada y sus manos fracturadas.
Muchos coinciden en que durante el traslado al Estadio Nacional, que duró muchas
horas, su cuerpo sin vida fue visto en el hall del recinto, junto a otros
cadáveres.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Se estima que el cuerpo de Víctor Jara fue encontrado el
17 de septiembre en las afueras del Cementerio Metropolitano, por funcionarios
de la Primera Comisaría de Carabineros de Renca, quienes lo trasladaron como
N.N. al Instituto Médico Legal.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Un funeral sin flores y en
silencio</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>En los últimos meses de la investigación se han rescatado
reveladores testimonios inéditos que ayudan a entender por qué, a diferencia de
los otros prisioneros asesinados en el Estadio Chile, el cuerpo de Víctor Jara
fue encontrado por su familia y pudo ser enterrado de manera clandestina en el
Cementerio General.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Después de guardar silencio durante 35 años, Héctor
Herrera Olguín, ex funcionario del Registro Civil y quien actualmente reside en
Francia, relató ante el ministro Juan Eduardo Fuentes lo que vivió en esos días.
Herrera explicó que el 15 de septiembre de 1973, el oficial designado como
director interino del Registro Civil lo envió en comisión de servicio al
Instituto Médico Legal (IML), lugar en donde se le ordenó medir, tomar las
características físicas y las huellas de los cuerpos apostados en el
estacionamiento del recinto.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Herrera calcula que había unos 300 muertos apostados en
ese lugar, entre los cuales vio niños y mujeres. Unos veinticinco estaban
rapados. Todos eran jóvenes. Le dijeron que correspondían a extranjeros. Durante
todo el día Herrera vio llegar camiones del Ejército con más cuerpos. Y cada vez
los mismos movimientos: los conscriptos los tiraban al suelo al interior del
estacionamiento y luego, con algo más de delicadeza, funcionarios del IML los
recogían y los apilaban en distintas partes de ese sector.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La investigación deberá determinar la fecha exacta en que
fue asesinado Víctor Jara. Pero lo cierto es que el ex funcionario del Registro
Civil recordó ante el juez que el 16 de septiembre, alrededor de las 9.00 horas,
una persona a la que identifica como “Kiko”, oriundo de Chiloé, le señaló que
entre los cuerpos apilados parecía estar el de Víctor Jara. Y con sigilo lo
llevó frente al cuerpo. Al principio Héctor Herrera dudó que se tratara del
mismo famoso cantautor. Estaba muy sucio, con tierra en las heridas, el cabello
apelmazado entre tierra y sangre. A simple vista se le notaban heridas profundas
en ambas manos y en la cara. Y tenía sus ojos abiertos, pero con una mirada
tranquila. En una de sus muñecas vio un alambre con un pedazo de cartón donde
estaba anotado “Octava Comisaría”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para salir de la duda, Héctor Herrera a escondidas anotó
su número de ficha, sus características físicas y sus huellas dactilares. Para
ello tuvo que abrir sus manos. No fue fácil: las tenía empuñadas, muy rígidas.
Lo hizo con la ayuda de “Kiko”, comprometiéndose ambos a no decirle a nadie lo
ocurrido. Terminada la misión, dejaron el cuerpo en el mismo lugar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A primera hora del día siguiente, Herrera se fue directo
a la sección dactiloscópica del Registro Civil, en calle General Mackenna. Allí
y en la más completa reserva, le pidió a la funcionaria Gelda Leyton, que le
buscase la ficha de Víctor Jara. A eso del mediodía, ambos comprobaron que
efectivamente habían asesinado a Víctor Jara. Volvió a revisar los registros del
cantautor. Y se percató que era casado. Anotó los datos de su esposa, Joan
Turner Robert, y su dirección.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ya había amanecido cuando el 18 de septiembre, en la casa
de Víctor Jara, en calle Plazencia, en Las Condes, Joan Turner escuchó que
alguien llamaba a su puerta. Salió a mirar desde una ventana del segundo piso.
Un hombre al que no conocía le dijo que necesitaba hablar con Joan Turner. Ella
bajó y se acercó a la reja de la casa. Herrera recuerda haberla visto muy
nerviosa. Se identificó como funcionario del Registro Civil y le relató lo que
había vivido.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Poco después ambos partieron de la casa en la renoleta de
Joan Turner en dirección al IML. Entraron juntos. Pero no encontraron el cuerpo
de Víctor Jara en el lugar donde Herrera recordaba muy bien haberlo dejado la
tarde anterior. Se inició la búsqueda. Y llegaron al segundo piso del edificio,
sitio a donde habían llevado los cadáveres que estaban para las llamadas
“autopsias económicas”. En el lugar Nº 20 estaba el folclorista. El cuerpo fue
abrazado por su esposa, quien lloró en silencio tratando de no despertar
sospechas. Estaba muy consciente de que no tenía autorización alguna para estar
ahí.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El trámite del certificado de defunción lo realizaron en
el primer piso. Para poder sacar el cuerpo en día feriado, Herrera invocó su
calidad de funcionario del Registro Civil. Al ser consultado en la ventanilla
por la causa de muerte y fecha de la misma, requisito indispensable para llenar
el documento de defunción, Herrera sólo atino a decir que falleció por herida de
bala el 14 de septiembre a las 5:00 horas. Fue el apresurado cálculo que logró
hacer en esos pocos minutos al recordar que el cuerpo de Víctor Jara habría
llegado al IML antes que él lo descubriera. La hora la sacó de un poema que le
vino a la memoria sobre fusilados.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Como el cuerpo debía ser sacado en una urna y la esposa
de Víctor no tenía dinero para comprarla, Héctor Herrera se contactó con su
amigo Héctor Ibaceta Espinoza, a quien le pidió ayuda. Juntos fueron hasta calle
Agustinas, en el centro de Santiago, a buscar el dinero. Pero Ibaceta decidió
acompañarlos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Alrededor del mediodía de ese 18 de septiembre, llegaron
con el ataúd al IML. Sólo los dos hombres ingresaron a buscar el cuerpo de
Víctor Jara. Su cadáver desnudo fue trasladado en una camilla metálica con su
ropa doblada a los pies. Recogieron el cuerpo y lo pusieron dentro de la urna.
La ropa fue depositada a sus pies. Lo cubrieron con un poncho nortino que traían
y encima la mortaja. Cerraron la urna. El ataúd lo ubicaron en una sala que se
utilizaba como velatorio.</DIV>
<DIV align=justify><BR>-Nos prendieron unas cuatro ampolletas e hicimos entrar a
Joan para que se quedara a solas con él, para que se despidiera de su marido.
Estuvo alrededor de una hora –recordó el ex funcionario del Registro
Civil.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Herrera agregó: “Posteriormente, concurrí al Cementerio
General, ubicado al frente, para solicitar un carrito para trasladar el cuerpo,
ya que era muy caro hacerlo en una carroza. Una señorita me indicó que no se
podía hacer eso, pero al ver el nombre del occiso me dijo que para él sí se
podía. Volví al IML en compañía de un funcionario del Cementerio. Entre los
cuatro colocamos el ataúd en el carro y lo trasladamos al campo santo,
enterrando a Víctor Jara en un modesto nicho al final del recinto donde se
encuentra hasta hoy. Fue enterrado sin flores y con la sola presencia de
nosotros tres”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Héctor Herrera siguió trabajando en el Registro Civil
hasta 1975. Desde 1969 y hasta el día en que se fue se desempeñó en el
departamento de Carné de Identidad. Debió abandonar el país como miles de otros
chilenos llevando consigo un secreto que Joan Turner también guardó para
protegerlo y que hoy le pertenece a todos los chilenos que podrán cantar con
nuevas esperanzas “Levántate y mírate las manos. Para crecer, estréchala a tu
hermano”.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El oficial al que llamaban
“Príncipe”</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Casi como mito urbano, la figura de un despiadado oficial
de Ejército, de contextura atlética, estatura superior a 1.80 metros, ojos
claros y pelo rubio, quien habría vociferado entre los detenidos que no
necesitaba micrófono para hablar porque tenía “voz de príncipe”, ha sido
adjudicada a por lo menos dos ex militares que habrían estado entre los
uniformados que custodiaron el Estadio Chile.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Varios de los detenidos han declarado que este fue el
uniformado que más se ensañó con Víctor Jara, siendo uno de los primeros que
apartó desde el grupo de detenidos de la UTE. Algunos de los testimonios
apuntaron al ex agente de la DINA Miguel Krassnof Martchenko como el que actuó
en contra del cantautor. Sin embargo, otros lo niegan rotundamente.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Con el correr de los años, surgió otra identidad que podía
corresponder a “El Príncipe”, la del ex teniente Edwin Dimter Bianchi, quien fue
uno de los militares detenidos por la sublevación del Regimiento Tacna en junio
de 1973, movimiento golpista que fue desarticulado, dando origen al llamado
“Tanquetazo”. En ese episodio Dimter ingresó con un tanque hasta el Ministerio
de Defensa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Efectivamente, Dimter coincide con las características
del Príncipe, pero varios de los testigos que estuvieron detenidos en el Estadio
Chile también han descartado que se trate de la misma persona.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Lo importante es que fue el propio Dimter, con su primera
declaración judicial de 2006, quien dio luces sobre otros oficiales que también
podrían corresponder a la identidad de “El Príncipe”. El ex uniformado, quien
fue expulsado del Ejército en 1976 por diversos actos de indisciplina, reconoce
haber custodiado a los prisioneros de ese recinto, pero asegura no haber tenido
relación con las golpizas y el asesinato de Víctor Jara.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Acto seguido, señala que él no era el único oficial con
esas características, y que al menos habían otros dos que podían coincidir con
las señas de “El Príncipe”: los entonces tenientes Rodrigo Rodríguez Fuschloger
y Nelson Edgardo Haase Mazzei, ambos de la Escuela de Ingenieros de Tejas
Verdes. Este último oficial (R) fue mencionado en la declaración del primer
conscripto confeso de participar en el crimen.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Aunque Haase, al ser interrogado en el caso, negó
rotundamente haber estado en el Estadio Chile, declaraciones de otros oficiales
presentes en el recinto respaldan la versión de Dimter.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Haase fue uno de los hombres de confianza del ex jefe de
la DINA, Manuel Contreras, y fue jefe del recinto de detención clandestino
ubicado en calle Bilbao, conocido como “Cuartel Bilbao”. Diversos testimonios y
documentos, entre ellos el entregado por la agente de la DINA Luz Arce, indican
que el inmueble –habilitado desde 1976- tenía como fachada un aviso luminoso que
decía “Implacate”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El historial del teniente también lo registra como
miembro de la Sociedad Pedro Diet Lobos, pantalla comercial de la DINA para
encubrir actividades tanto en Chile como afuera del país. A lo largo de los
años, quienes sobrevivieron lo han descrito como arrogante, prepotente y
despiadado; de hecho se llegó a decir que se enorgullecía de llevar
permanentemente en su automóvil una picota para usarla en los allanamientos a
otros ex uniformados- manifestó públicamente su total respaldo a la sublevación
del general (r) Raúl Iturriaga Newman, quien intentó evadir la primera condena
de cárcel efectiva en su contra, por el asesinato del militante del MIR
Dagoberto San Martín Vergara, según consta en la página del “Movimiento 10 de
septiembre”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Equipo "Envasas Exportables": Guillermo Garin, Juan
Lucar, Richard Quaas y Nelson Haase (Izquierda a derecha)Tras retirarse del
Ejército, el ex uniformado formó en 1994 una empresa de cajas de madera para
vinos de exportación, llamada Envases Haase o Envases Exportables. Desde
entonces es proveedor de varias de las empresas del rubro, lo que le ha
permitido codearse con ese ambiente. De hecho, el 2007 participó en el Quinto
Campeonato de Golf “Copa Viñas de Chile”, en el Club de Golf Los Leones, a
beneficio de la Fundación Escúchame. En el website de esta última aparece una
foto del equipo de “Envases Exportables”, en la que Nelson Haase figura junto al
ex vicecomandante en jefe del Ejército, general (r) Guillermo Garin, el
brigadier general (r) Juan Lucar y el ex jefe del Estado Mayor del Ejército,
general (r) Richard Quaas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La esposa de Haase, María Isabel Blaña Lüttecke, recibió
del Ministerio de Agricultura $ 5.595.466 en febrero y abril de este año, en
virtud de un “Programa Sistema de Incentivos para la Recuperación de Suelos
Degradados”, según consta en la información de transparencia activa de esa
cartera.<BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000
size=4>Correspondencia de Prensa</FONT><BR>boletin solidario de información -
edición internacional<BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=4><FONT
color=#800000>Agenda Radical - Colectivo Militante</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT
size=3>Gaboto 1305 - Teléf: (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT></STRONG><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>