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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><EM>boletín solidario de información -
edición internacional</EM><BR><FONT color=#800000 size=5><U>Correspondencia de
Prensa</U><BR>Agenda Radical - Colectivo Militante</FONT><BR><U>31 de mayo
2009</U><BR>suscripciones y redacción: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT
size=3>Argentina</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El Cordobazo,
revisitado</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial>La más importante de una serie de
puebladas</FONT> </STRONG></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><STRONG><BR></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Francisco Delich *</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Revista Ñ</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Clarín, Buenos Aires, 30-5-09<BR></STRONG><A
href="http://www.revistaenie.clarin.com/"><STRONG>http://www.revistaenie.clarin.com/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR> <BR><BR>El Che Guevara había sido asesinado en
Camirí en octubre de 1967 y la leyenda del hombre nuevo recorría el planeta
desde Bolivia. Las esperanzas de una sociedad desalienada, herencia del siglo
XIX, había recorrido a veces con pavor las horas del siglo XX sin encontrar
respuestas. <BR><BR>En América Latina las guerras calientes habían dejado una
herencia maldita, la Guerra Fría plagada de dictaduras grotescas y criminales
como las de Trujillo y Somoza o despiadadas o corruptas como Duvalier;
dictaduras reaccionarias como en Argentina y Brasil. Democracia y equidad social
a comienzos de los años sesenta eran utopías ajenas, marginales recluidas en
órdenes sociales cerrados y conservadores. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La Iglesia Católica, la más tradicional de las
instituciones desde el siglo XV en nuestra región, era conmovida por una
insurgencia interior cuestionando el orden eclesial y el orden social.
Doscientos cincuenta sacerdotes, los primeros días de mayo de 1969, se reunían
en Córdoba para predicar el Evangelio y la justicia social y acompañar la
protesta.<BR><BR>Se cuestionaba al Estado por el autoritarismo, por su
ineficacia, por su carácter oligárquico; se cuestionaba a la sociedad de consumo
en nombre de la solidaridad ausente; a la sociedad industrial en nombre de la
humanidad agredida por la racionalidad tecnológica aplicada al trabajo. Se
cuestionaba al mercado y a su implacable lógica del costo-beneficio. <BR><BR>El
espíritu del tiempo anunciaba la caducidad de los paradigmas, aun los más
sólidos heredados desde la modernidad. Un vendaval traspasaba la cultura y
reunía Córdoba con París y Bolivia con Berkeley. Antes que la globalización
financiera, la ruptura sin fronteras.<BR><BR>Para el 29 de mayo a las diez horas
había sido convocado un paro activo respaldado por las dos CGT existentes en ese
momento en el orden nacional pero decidido por los gremios locales: el sindicato
de Luz y Fuerza pequeño y combativo liderado por Agustín Tosco, los ocho mil
mecánicos de las industrias del automóvil liderados por Elpidio Torres y el
estratégico sindicato de los trabajadores del transporte liderados por Atilio
López. Tres líderes, tres estilos, tres destinos. Tosco, carismático y
socialista, moriría en la clandestinidad muy joven, afectado por un tumor
maligno. Elpidio, peronista decidido y honesto, comprometido con el regreso de
Perón, sufrió lesiones irreversibles en la cárcel que lo afectaron para siempre.
Se retiro de la conducción gremial en 1971. Atilio López, electo vicegobernador
de Córdoba en 1973 fue asesinado víctima del loperreguismo luego de ser
destituido por un golpe de estado policial.<BR><BR>Habían adherido los
estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba y de la recién fundada
Universidad Católica; apoyaban los partidos políticos proscriptos desde 1966,
cuando fueron prohibidas sus actividades y clausurados sus locales. La dictadura
de Onganía había llegado para quedarse décadas. <BR><BR>Era ministro de Economía
Adalberto Krieguer Vasena. A su iniciativa y como parte de su estrategia
socio-económica había decidido suprimir el "sábado inglés" (se trabajaba cuatro
horas y se percibían ocho), uno de los detonantes para el paro activo.
<BR><BR>La más impresionante columna obrera partió de las plantas de IKA-RENAULT
desde las proximidades de Alta Gracia para concentrarse en la antigua plaza
Vélez Sarsfield. A medida que avanzaba la columna de miles de operarios, ésta se
iba engrosando con estudiantes de la UNC cuando atravesaba la Ciudad
Universitaria. Al llegar a destino la represión cobró su primera víctima letal,
Máximo Mena. Habría tres muertos más y decenas de heridos. Trabajadores
enfurecidos respondieron y obligaron a retroceder a la policía provincial
reforzada por policías federales. Miles de cordobeses se sumaban a la
convocatoria obrera y convirtieron el paro en una insurrección urbana. La ciudad
fue tomada por los manifestantes hasta las cinco de la tarde, cuando irrumpieron
las tropas de la cuarta brigada aerotransportada. <BR><BR><STRONG>La clase
obrera</STRONG> <BR><BR>A comienzos de los años sesenta, en parte como
consecuencia de los rápidos cambios tecnológicos incorporados en las fábricas
pero también como por mutaciones en la sociedad civil, las conductas obreras y
sindicales eran analizadas en marcos analíticos diferentes. Sociólogos y
economistas italianos como Franco Momigliano, Luciano Gallino y franceses como
Alain Touraine, Pierre Belleville y el tempranamente desaparecido Serge Mallet
intentaban reformular un marco analítico para la comprensión de los
comportamientos obreros. <BR><BR>También en Córdoba, el último número de la
revista Pasado y presente, de 1965, planteaba la necesidad de revisar los marcos
teóricos. La nueva clase obrera tenía mejores salarios, más saludables
condiciones ambientales en la fábrica, relaciones jerárquicas diferentes, obras
sociales de mayor calidad, y sobre todo sindicatos capaces de organizar el
tiempo libre o la educación. Esta nueva clase ¿se orientaba por los antiguos
valores obreros o se constituía en una aristocracia ajena al resto de los
trabajadores? ¿Dónde quedaba la antigua cultura del trabajo y de solidaridad,
dónde la conciencia de clase? Krieger Vasena se había preguntado: ¿por qué los
obreros mejor pagados del país protestan así? La respuesta no se hizo
esperar.<BR><BR>Córdoba estaba en proceso de industrialización, pero también en
una nueva fase de la urbanización que dejaba atrás definitivamente la aldea
doctoral y de servicios. La protesta tuvo un eco inesperado porque una clase
media emergente demandaba un lugar en la sociedad, un espacio para la movilidad
social y para la representación democrática. <BR><BR>Fue en estas nuevas
implantaciones industriales que Córdoba conoció el surgimiento del clasismo en
Fiat (Sitrac-Sitram) e IKA-RENAULT, que en 1972 desplazaría y reemplazaría la
conducción peronista con una orientación propiamente marxista encabezada por
René Salamanca. No perduraron y no exclusivamente por la
represión.<BR><BR><STRONG>La otra orilla</STRONG> <BR><BR>"Yo intuí ese difícil
19 de mayo de 1969 que algo estaba pasando en el país, algo nuevo cuya
singularidad trataba de precisar dentro del marco de mis preocupaciones mayores.
No podía saber en qué terminaría aquello, cómo reaccionaría ante los
acontecimientos, cuáles eran sus causas mediatas y profundas. Pero empezaba a
convencerme que otros elementos inusuales por entonces, estaban entrando en la
realidad política y en la forma en que nosotros vivíamos esa realidad", escribe
el teniente general Lanusse en Mi testimonio (1977) y agrega "el 29 de mayo de
1969 es el instante crítico que marca el fracaso político de la revolución
argentina. Su prehistoria puede ubicarse en abril de 1968 o poco antes, pero fue
el 29 de mayo cuando Córdoba marcó el punto de saturación de un estado de
cosas". El Cordobazo había cambiado el curso de la historia política
nacional.<BR><BR>El Cordobazo fue una acción organizada pero también de adhesión
espontánea, fue protagonizado por la clase obrera pero envuelta y apañada en los
sectores medios, fue una reivindicación de las luchas obreras del siglo XX, de
las luchas estudiantiles, pero también de las reivindicaciones de ciudadanía.
<BR><BR>Cuarenta años después estos grandes episodios históricos se
resignifican. Córdoba es ahora una metrópolis cuyo carácter ya no se define en
el antiguo encierro sino por el Gran Córdoba que crece y atrapa a la ciudad. Las
grandes fábricas continúan pero con menos obreros y se afirman las
autopartistas. Los estudiantes universitarios han superado los ciento diez mil,
se han desplazado desde el Barrio Clínicas hasta la Ciudad Universitaria, pero
tiene más presencia en el consumo generacional que en la política de la ciudad.
La nueva clase media se aísla en los barrios cerrados, pero los barrios antiguos
como Alberdi, Alta Córdoba, San Vicente o General Paz cobran una fisonomía
distinta de viviendas de altura, negocios, actividades deportivas, con relativa
autonomía. Sociedad industrial, también sociedad urbana de masas, sociedad de
consumo, y sin embargo cualquier observador advierte que en los nuevos hábitos
perduran antiguas costumbres, antiguas culturas. La discusión continúa.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* Sociólogo.</DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>La más importante de una serie de
puebladas en la Argentina</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Ezequiel Adamovsky *<BR>Revista Ñ</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Clarín, Buenos Aires, 30-5-09</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>El Cordobazo ocupa el lugar de un mito fundante. Aunque no
fuera la primera pueblada de 1969 (antes de ese año habían tenido lugar el
primer Rosariazo y eventos similares en Corrientes, Tucumán y otras zonas), fue
la más importante. En la memoria pervivió como el inicio de una serie que
todavía no ha terminado. Sus resonancias se hicieron audibles en otros
acontecimientos a los que se llamó también "azos": un nuevo Rosariazo y un
Cipolletazo en setiembre del mismo año y todavía un Choconazo antes de que
terminara, extendiéndose hasta marzo de 1970, año que también fue testigo del
Tucumanazo. Las puebladas se sucedieron en los dos años siguientes. Del panorama
de 1971 resaltan el Viborazo y el Casildazo. El '72 fue todavía más nutrido,
sumando entre otros un Quintazo, un Mendozazo, un Rocazo y un Malarguazo. La
salida electoral que la dictadura se vio forzada a adoptar por efecto de estas
puebladas recondujo buena parte de esta energía rebelde por canales políticos.
Aunque en 1973 hubo otro Rocazo y un Devotazo y todavía un Villazo en 1974, la
intensidad y frecuencia de este tipo de acciones fueron decrecientes. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Sin embargo, la tradición inaugurada en ese ciclo fue
reactivada varias veces desde entonces. A fines de 1982, en plena dictadura,
volvió a hacerse visible en los "vecinazos", en particular en el masivo
Lanusazo. La década del '90 la trajo de vuelta a la memoria en el Santiagazo de
1993 y en otras puebladas que aspiraron a inscribirse en la misma serie, como el
Chubutazo de 1990 o el Cutralcazo que dio nacimiento al movimiento piquetero en
1996. Y naturalmente adquirió un lugar central en la significación de los
eventos de diciembre de 2001 como un "Argentinazo". <BR><BR>Las puebladas de
este tipo no comenzaron, sin embargo, en 1969. Hubo varias anteriores, algunas
bastante similares, a las que sin embargo no se llamó "azos". Por dar un solo
ejemplo, en febrero de 1909, los comerciantes minoristas de Rosario iniciaron
una huelga contra los altos impuestos, a la que pronto se sumó en solidaridad la
Federación Obrera. La ciudad quedó paralizada. Como las autoridades municipales
no cedían, una multitud ganó las calles y protagonizó intensos enfrentamientos
con la policía, apedreó al gobernador y provocó múltiples destrozos de
edificios. Tras una jornada de furia que terminó con dos muertos y numerosos
heridos, el Intendente y los concejales fueron obligados a renunciar. El
carácter inesperado y multiclasista de esa pueblada y su poder destituyente la
podrían haber convertido en un "Rosariazo", nombre por el que, sin embargo, no
pasó a la historia. Es difícil saber por qué en 1969 se inició un ciclo que
eligió filiarse como una nueva tradición. Acaso, a tono con el renovado
sentimiento antiimperialista de entonces, los nombres adoptados servían para
comunicar esas puebladas con el escenario latinoamericano, sacudido por otros
"azos" célebres, como el Bogotazo de 1948. <BR><BR>La voluntad de todas estas
puebladas de inscribirse en una misma tradición resulta paradójica. Desde el
punto de vista de los reclamos o situaciones que los detonaron, fueron
extremadamente heterogéneas y lo mismo vale para los grupos sociales que las
protagonizaron y para los efectos que tuvieron. Puede que su pretensión de
asociarse unas con otras, sin embargo, no sea del todo injustificada. Porque los
"azos" quizás sean índice de la autoafirmación de un elemento central de la
política latinoamericana: la capacidad popular de actuar por cuenta propia,
desbordando no sólo las instituciones del Estado, sino también las
organizaciones políticas y sindicales. Que los "azos" han sido efectivos a la
hora de redefinir las agendas políticas está fuera de duda. Que han sido
vehículo del antagonismo de clase a pesar de (o gracias a) su carácter
multiclasista, también. <BR><BR>Acaso los "azos", siempre inesperados e
ingobernables, atestigüen los límites de las construcciones políticas que, de
derecha a izquierda, se han propuesto encausar la acción popular en
Argentina.<BR><BR>* Historiador UBA/Conicet.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000
size=4>Correspondencia de Prensa</FONT><BR>boletin solidario de información -
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Uruguay<BR></FONT></STRONG></DIV>
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