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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><EM>boletín solidario de información -
edición internacional</EM><BR><FONT color=#800000 size=5><U>Correspondencia de
Prensa</U><BR>Agenda Radical - Colectivo Militante</FONT><BR><U>1º de junio
2009<BR></U>suscripciones y redacción: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Capitalismo</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>¿Salvará China al mundo de la
depresión?<BR><BR>Walden Bello *</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Zmag/Foreign Policy in Focus</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.zmag.org/znet/viewArticle/21574"><STRONG>http://www.zmag.org/znet/viewArticle/21574</STRONG></A><STRONG>
</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducido del inglés para
Rebelión por Germán Leyens</STRONG><BR><BR><BR>¿Será China la “palanca de
crecimiento” que arrancará al mundo de las garras de la depresión? Esa pregunta
se ha convertido en un tema favorito mientras el heroico consumidor
estadounidense de clase media, aplastado por sus masivas deudas, deja de
representar el estímulo esencial para la producción global.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><BR>Aunque la tasa de crecimiento del
PIB chino cayó a un 6,1% en el primer trimestre – la más baja en casi una década
– los optimistas ven “brotes de recuperación” en un aumento de un 30% en la
inversión de bienes de capital urbanos y un salto en la producción industrial en
marzo. Esos indicadores prueban, dicen algunos, que el programa de estímulo
chino de 586.000 millones de dólares – que, en relación al PIB, es mucho mayor
en proporción que el paquete de 787.000 millones del gobierno de Obama – está
teniendo efecto.</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿El campo como rampa de lanzamiento de la
recuperación?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Como las áreas urbanas costeras de China, orientadas
hacia la exportación, sufren por el colapso de la demanda global, muchos dentro
y fuera de China cifran sus esperanzas de recuperación global en el campo chino.
Una parte importante del paquete de estímulo de Beijing va destinado a gastos
sociales y de infraestructura en las áreas rurales. El gobierno está destinando
20.000 millones de yuan (3.000 millones de dólares) en subsidios para ayudar a
residentes rurales a comprar televisiones, refrigeradores y otros
electrodomésticos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero con la baja de la demanda para la exportación,
¿funcionará esta estrategia de reforzar la demanda rural como un motor para la
inmensa maquinaria industrial del país?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hay motivos para ser escéptico. Para empezar, incluso
cuando la demanda para la exportación era elevada, un 75% de las industrias de
China ya estaban plagadas por la sobrecapacidad. Antes de la crisis, por
ejemplo, se proyectaba que la capacidad instalada de la industria automotriz
produciría 100% más vehículos de los que podían ser absorbidos por un mercado
creciente. En los últimos años, los problemas de sobrecapacidad han llevado a la
reducción a la mitad de la tasa anual de crecimiento de los beneficios de todas
las principales empresas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hay otro problema mayor en la estrategia de hacer que la
demanda rural sea un sustituto para los mercados de exportación. Incluso si
Beijing lanza otros cien mil millones de dólares, no es probable que el paquete
de estímulo contrarreste de alguna manera significativa el impacto depresivo de
una política de 25 años de sacrificio del campo a favor de un crecimiento
industrial urbano orientado a la exportación. Las implicaciones para la economía
global son considerables.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La subordinación de la agricultura a la
industria</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Irónicamente, el ascenso chino durante los últimos 30
años comenzó con las reformas rurales que Deng Xiaoping inició en 1978. Los
campesinos querían un fin de las comunas de la era de Mao, y Deng y sus
reformistas los complacieron introduciendo un “sistema de contratos de
responsabilidad casera.” Bajo este sistema, cada grupo familiar recibió un trozo
de tierra para su cultivo. Se permitió que cada grupo familiar retuviera lo que
quedara de la producción después de vender al Estado una proporción fija a un
precio determinado por el Estado, o pagara simplemente un impuesto en efecto.
Podía consumir el resto o venderlo en el mercado. Fueron años maravillosos para
el campesinado. Los ingresos rurales crecieron en promedio más de un 15% por
año, y la pobreza rural disminuyó de un 33% a un 11% de la población.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esos días de oro del campesinado terminaron, sin embargo,
cuando el gobierno adoptó una estrategia de industrialización basada en las
costas, orientada a la exportación apoyada en la rápida integración a la
economía capitalista global. Esa estrategia, que fue lanzada en el 12 Congreso
Nacional del Partido de 1984, construyó esencialmente la economía industrial
urbana sobre “las espaldas de los campesinos” como lo describieron los
especialistas rurales Chen Guidi y Wu Chantao. El gobierno buscaba una
acumulación primitiva del capital sobre todo mediante políticas que afectaron
fuertemente el superávit campesino. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Las consecuencias de esa estrategia de desarrollo
industrial orientada hacia las ciudades fueron severas. El ingreso campesino,
que había crecido en un 15,2% por año de 1978 a 1984, bajó a un 2,8% por año de
1986 a 1991. Hubo una cierta recuperación a comienzos de los años noventa, pero
el estancamiento del ingreso fue la marca de la segunda mitad de la década. En
contraste, el ingreso urbano, que ya era mayor que el de los campesinos a
mediados de los años ochenta, llegó a ser en promedio seis veces el de los
campesinos en el año 2000.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El estancamiento del ingreso rural fue causado por
políticas que impulsaban costes crecientes de los insumos industriales a la
agricultura, una baja de los precios de los productos agrícolas, y aumentos de
los impuestos, todo lo cual se combinó para transferir ingreso del campo a la
ciudad. Pero el mecanismo principal para la extracción del excedente del
campesinado fue la tributación. En 1991, las agencias centrales del Estado
impusieron impuestos a los campesinos sobre 149 productos agrícolas, pero
resultó que esto no era más que una parte de un bocado mucho mayor, ya que los
niveles más bajos del gobierno comenzaron a imponer sus propios impuestos,
aranceles y cargas. En la actualidad, los diversos niveles del gobierno rural
imponen un total de 269 tipos de impuestos, junto con toda suerte de cargas
administrativas impuestas a menudo de manera arbitraria.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Se supone que los impuestos y los aranceles no excedan un
5% del ingreso de un agricultor, pero la cantidad real es a menudo muy superior.
Algunos estudios del Ministerio de Agricultura han informado que la carga
tributaria del campesino es de un 15%, tres veces el límite oficial
nacional.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Posiblemente el aumento de la tributación habría sido
soportable si los campesinos hubieran obtenido a cambio una mejora de la salud
pública y de la educación, y más infraestructura agrícola. A falta de semejantes
prestaciones tangibles, los campesinos consideraron que sus ingresos
subvencionaban lo que Chen y Wu describieron como el “monstruoso crecimiento de
la burocracia y la cantidad metastatizante de funcionarios” que no parecían
tener otra función que arrebatarles cada vez más.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Aparte de ser sometidos a mayores precios de los insumos,
precios más bajos para sus productos, y una tributación más intensiva, los
campesinos han soportado el peso del enfoque urbano-industrial de la estrategia
económica de otras maneras. Según un informe, “40 millones de campesinos han
sido obligados a abandonar sus tierras para construir carreteras, aeropuertos,
represas, fábricas, y otras inversiones públicas y privadas, y otros dos
millones son desplazados cada año.” Otros investigadores citan una cifra mucho
mayor de 70 millones de grupos familiares, lo que significa que hasta 2004,
calculando 4,5 personas por grupo familiar, las apropiaciones de tierras han
desplazado hasta 315 millones de personas.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Impacto de la liberalización del
comercio</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El compromiso de China con la eliminación de las cuotas
agrícolas y la reducción de aranceles aduaneros, hecho cuando se unió a la
Organización Mundial de Comercio en 2001, podría todavía superar el impacto de
todos los cambios anteriores sufridos por los campesinos. El coste de admisión
para China es inmenso y desproporcionado. El gobierno redujo el arancel agrícola
promedio de 54% a un 15,3%, en comparación con el promedio mundial de 62%,
llevando al ministro de comercio a alardear (o quejarse de que) “Ni un solo
miembro en la historia de la OMC ha hecho un recorte tan inmenso [en los
aranceles] en un período tan breve.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>El acuerdo con la OMC refleja las actuales prioridades de
China. Si el gobierno ha decidido arriesgar grandes sectores de su agricultura,
como ser soja y algodón, lo ha hecho para abrir o mantener abiertos mercados
globales para sus exportaciones industriales. Las consecuencias sociales de ese
cambio todavía no han sido totalmente advertidas, pero los efectos inmediatos
han sido alarmantes. En 2004, después de años de ser un exportador neto de
alimentos, China registró un déficit en su comercio agrícola. Las importaciones
de algodón aumentaron vertiginosamente de 11.300 toneladas en 2001 a 1,98
millones de toneladas en 2004, un aumento de 175 veces. Los agricultores
productores de caña de azúcar, frijoles de soja, y sobre todo los de algodón,
fueron arruinados. En 2005, según Oxfam en Hong Kong, las importaciones de
algodón barato de EE.UU. resultaron en una pérdida de ingreso para los
campesinos chinos de 208 millones de dólares, junto con 720.000 puestos de
trabajo. También es probable que la liberalización del comercio haya contribuido
a la dramática deceleración de la reducción de la pobreza entre 2000 y
2004.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Relajo del régimen de propiedad</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>En los últimos años, la prioridad dada a la
transformación capitalista del campo para apoyar la industrialización orientada
hacia la exportación ha llevado al partido a promover no sólo la liberalización
del comercio agrícola sino un relajo del régimen de propiedad semi-socialista
que favorece a los campesinos y pequeños agricultores. Esto involucra la
reducción de controles públicos sobre la tierra para orientarse hacia un régimen
de propiedad privada hecho y derecho. La idea es permitir la venta de derechos a
la tierra (la creación de un mercado de terrenos) de modo que los productores
más “eficientes” puedan expandir sus propiedades. En las palabras eufemísticas
de una publicación del Departamento de Agricultura de EE.UU.: “China está
fortaleciendo los derechos de los agricultores – aunque no llega a permitir la
propiedad plena de la tierra – para que los agricultores puedan arrendar
tierras, consolidar sus propiedades, y lograr eficiencias en el tamaño y la
escala.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta liberalización del derecho a la tierra incluyó la
aprobación de la Ley de Arrendamiento Agrícola en 2004, que limitó la capacidad
de las autoridades de las aldeas de reasignar tierras y dio a los agricultores
el derecho a heredar y vender arrendamientos de tierra arable durante 30 años.
Con la compra y venta de derechos a utilizar la tierra, el gobierno restableció
esencialmente la propiedad de la tierra en China. Al hablar de “granjas
familiares” y de “agricultores en gran escala,” el Partido Comunista Chino
estaba, de hecho, apoyando un camino de desarrollo capitalista para suplantar el
que se había basado en la agricultura de campesinos en pequeña escala. Como
argumentó un partidario de la nueva política: “La reforma creará no sólo una
economía de escala – aumento de la eficiencia y reducción de los costes de
producción agrícola – sino resolverá el problema de tierras inactivas
abandonadas por migrantes a las ciudades.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>A pesar de la promesa del Partido de que estaba
institucionalizando los derechos de los campesinos a la tierra, muchos temieron
que la nueva política legalizaría el proceso de apropiación ilegal que había
estado ocurriendo en gran escala. Esto, advirtieron “creará unos pocos
terratenientes y muchos agricultores sin tierra que no tendrán medios de vida.”
Esos temores venían al caso, considerando la turbulenta transformación del campo
resultante del desencadenamiento de relaciones capitalistas de producción en
otros países. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Resumiendo, es poco probable que la simple asignación de
dinero para aumentar la demanda rural vaya a contrarrestar las poderosas
estructuras económicas y sociales creadas por la subordinación del desarrollo
del campo a la industrialización orientada a la exportación. Esas políticas han
contribuido a más desigualdad entre los ingresos urbanos y rurales y detuvieron
la reducción de la pobreza en las áreas rurales. La habilitación de las áreas
rurales de China para que sirvan de rampla de lanzamiento para la recuperación
nacional y global requeriría un cambio fundamental de política, y el gobierno
tendría que ir contra los intereses, locales y extranjeros que se han
solidificado alrededor de la estrategia de industrialización orientada a la
exportación dependiente del capital extranjero.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Beijing ha hablado mucho de un “Nuevo Trato” para el
campo durante los últimos años. Pero hay pocas señales de que tenga la voluntad
política de adoptar políticas que conviertan esa retórica en realidad. De modo
que no hay que esperar que Beijing salve la economía global en el futuro
previsible.</DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>* Walden Bello, profesor de ciencias políticas y sociales en
la Universidad de Filipinas (Manila), es miembro del Transnational Institute de
Amsterdam y presidente de Freedom from Debt Coalition, así como analista sénior
en Focus on the Global South.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
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Uruguay</FONT></STRONG><BR></DIV>
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