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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><EM>boletín solidario de información -
edición internacional</EM><BR><FONT color=#800000 size=5><U>Correspondencia de
Prensa</U><BR>Agenda Radical - Colectivo Militante</FONT><BR><U>25 de junio
2009</U><BR>suscripciones y redacción: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Debates<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Paradojas butlerianas
</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>En el fondo del pensamiento de
Judith Butler no se encuentra la búsqueda de la realización del socialismo, sino
la insistencia en la necesidad de reformar al capitalismo
</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Andrea
D’Atri</FONT></STRONG> </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Lucha de
Clases</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><A class=spip_out
href="http://www.andreadatri.blogspot.com"><FONT face=Arial
size=2><STRONG>www.andreadatri.blogspot.com</STRONG></FONT></A></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>La
Haine</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.lahaine.org/"><STRONG>http://www.lahaine.org/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2> </DIV>
<DIV align=justify>Con la presencia de Judith Butler, se presentó en Buenos
Aires, durante la 35° Feria del Libro, ¿Quién le canta al Estado-nación?
Lenguaje, política, pertenencia, un diálogo entre Judith Butler y Gayatri
Chakravorty Spivak con prólogo de Eduardo Grüner, editado por Paidós.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Judith Butler estuvo en Buenos Aires, para deleite de su
público —exiguo pero entusiasta—, dictando un seminario de doctorado en la UBA y
presentando su último libro, donde se transcribe el diálogo que mantuvo con
Gayatri Chakravorty Spivak en una universidad californiana, en mayo de 2006. El
tema: "las nuevas condiciones asociadas a las ideas de Estado, nación y
pertenencia, y sus variables expresivas político-culturales"(1). Ambas
profesoras de Literatura Comparada discu­rrieron, en aquel entonces, acerca
de la interpretación del himno de los EE. UU. en castellano, un hecho acaecido
en medio de las movilizaciones multitudinarias de inmigrantes ilegales y que
suscitó el rechazo del entonces presidente George W Bush, en estos términos:
"Pienso que el himno nacional debe ser cantado en inglés", para añadir: "La
gente que quiera ser un ciudadano de este país debe aprender inglés, y deben
aprender a cantar el himno nacional en inglés".</DIV>
<DIV align=justify><BR>En Buenos Aires, la presentación de Judith Butler en la
Feria del Libro estaba auspiciada, paradójicamente, por la revista cultural del
diario La Nación. Quizás nadie le haya advertido a la autora que nunca mejor
dicho aquello de traduttore, traditore si, a la ilustre visitante, se le tradujo
La Nación por The Nation. Porque resulta paradójico que el oligarca diario
golpista argentino auspiciara la charla de esta probablemente fiel lectora del
progresista semana­rio norteamericano homónimo de más antigua tradición
demócrata. Además, para regodeo de fanáticos deconstruccionistas y nueva
paradoja de la noche, esta conferencia sobre Estados y naciones, se dictó en la
sala que lleva el nom­bre del célebre escritor argentino nacido en Palermo,
más british que el Big Ben y enterrado en Ginebra. Y por último, para
perplejidad de la conferencista y risas cómplices del público presente, en medio
de su charla sonó, también paradójica y estrepitosamente, una banda marcial que
—fuera del predio— ensayaba una marcha que bien podía confundirse con un himno
nacional.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Finalmente, la conferencia terminó con una pequeña
rebelión del audito­rio ante la firme decisión de la presentadora de La
Nación de no dar la palabra al público (corroborado, no era The Nation, no). Un
reclamo con abucheos que, sin que mediara traducción alguna, Butler supo
interpretar y resolver haciendo caso omiso de su auspiciante y pidiendo que la
hicieran responsable a ella misma por las demoras en entregar la sala.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero, más allá de la licencia de bromear que se atribuye
quien suscribe, ¿de qué habló Judith Butler?</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Y usted pregunta por qué cantamos </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Como señalamos en la introducción, Judy! —como supo
homenajearla su alumnado californiano— vino a presentar el libro que reflexiona
sobre una de las movilizaciones más importantes de los inmigrantes en EE.UU. de
los últimos tiempos; más precisamente, sobre una de esas acciones callejeras de
las masas: la entonación del himno norteamericano en castellano, seguido también
del himno mexicano.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Centrando su análisis en la idea arendtiana de ciudadanía
como el "dere­cho a tener derechos", Judith Butler discurre acerca de la
performatividad que encierra el acto de cantar el himno —algo propio de los
ciudadanos reco­nocidos por el Estado-nación—, por aquellos privados de tal
derecho. Basán­dose en la filosofía política de Hanna Arendt, se explayó
acerca de la unidad imaginaria que representaría el Estado-nación, el que, para
constituirse, ne­cesariamente precisa de poblaciones excluidas del derecho a
tener derechos: deportaciones y múltiples privaciones que no son ficticias sino
un modo violento de producción de unidad. Una unidad política que, como señalara
Arendt, sólo podía mantenerse en la coexistencia con una estructura
pre-política, la constituida por los sin-Estado. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Algo que aparece cuestionado, para Judith Butler, por la
globalización a la que hizo referencia, porque si las fronteras políticas
definen a los que tienen derecho a tener derechos, exclu­yendo a los
"otros", ¿qué sucedería hoy cuando los flujos migratorios, la deslocalización de
poblaciones enteras, el nomadismo de los refugiados, cues­tionan o
resquebrajan las contornos de los Estados nacionales?</DIV>
<DIV align=justify><BR>La primera reflexión de la conferencia, en este marco de
interpretación que se desarrolla en el libro presentado, fue entonces, una
paradoja política: "La respuesta inicial de la derecha, ejemplificada por George
Bush, consistió en insistir en que el himno nacional debía cantarse en inglés y
que cantarlo en castellano era algo absolutamente inaceptable, ofensivo e
impropio. Y de la izquierda hubo otra respuesta: que cantar el himno nacional en
sí mismo era algo impropio y ofensivo ya que constituye una forma de patriotismo
y casi nadie de la izquierda está a favor del patriotismo o del amor al
país"(2). </DIV>
<DIV align=justify><BR>La acción misma protagonizada por los inmigrantes era
paradójica —o performativa, diría Butler— ya que reclamaban derechos civiles de
los que están desprovis­tos —como el derecho a reunión, por ejemplo—,
reuniéndose por miles en las calles de Los Ángeles. Personas desprovistas de los
derechos que otorga la pertenencia a un Estado-nación —los apátridas de Hanna
Arendt— ejercían un derecho que no tenían, para peticionar su obtención.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Frente a esto, Judith Butler —que confesó su rotunda
negativa a cantar el himno nacional bajo cualquier circunstancia— se encontró
con la misma paradoja que le provoca la defensa de los derechos civiles de las
parejas de gays y lesbianas. Porque, tal como reflexionaba en Contingencia,
hegemonía, universalidad, si el derecho al matrimonio para las parejas
homosexuales tiende a universalizar un derecho hoy restricto a las parejas
heterosexuales, al mismo tiempo refuerza la legitimación que el Estado otorga a
determinadas prácticas sexuales en detrimento de otras, ahon­dando la
diferencia entre formas legítimas e ilegítimas del intercambio sexual(3).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si el hecho de que fueran gargantas de inmigrantes
ilegales las que cantaban el himno norteamericano es —desde el punto de vista de
la deconstrucción que nos propone Butler— un acto performativo que pone en
evidencia la exclusión violenta en la que se funda la unidad imaginaria del
Estado-nación, también es cierto que, en el mismo acto, se alude a cierta
confianza y expectativa de inclusión en un determinado ordenamiento social,
económico, jurídico y político que, dicho sea de paso, no sólo se basa en la
exclusión de los trabajadores extranjeros, sino también de una gran parte de la
población afroamericana condenada a los peores empleos y al desempleo, las
cárceles, la indigencia y la muerte violenta; de la existencia de no-lugares
donde, paradójicamente, el po­der del Estado (imperialista) es infinito como
en las cárceles de Guantánamo y otras(4); amén de la expoliación económica de
otros Estados-naciones de donde, precisamente, provienen los inmigrantes
ilegales que pueblan la metrópoli.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un ordenamiento que a luz vistas, se basa en la
exorbitante concentración de capitales en un extremo, mientras en el otro,
millones de seres humanos se ven obligados a vender su fuerza de trabajo por
cada vez menos si es que no han sido excluidos de ese "derecho a la esclavitud"
que les reserva la democra­cia capitalista y forman parte ya de los nuevos
contingentes de "ciudadanos" desocupados, que son una de las primeras
consecuencias de la gigantesca crisis económica mundial que estalló en el centro
del imperialismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Paradoja de las masas que cantan el himno de una América
de la cual están excluidos, reclamando su inclusión y provocando otra paradoja
en el pensamiento butleriano: la brecha que se constituiría entre la reflexión
filosófica y la práctica política. Pero según la autora, "no puede haber una
política de cambio radical sin contradicción performativa. Ejercer una libertad
y afirmar una igualdad en relación con una autoridad que excluye ambas es
mostrar cómo la libertad y la igualdad pueden y deben ir más allá de sus
articulaciones existentes. La contradicción debe ser tomada en cuenta, expuesta
y elaborada para convertirse en algo nuevo"(5). Su­mar la voz en este canto
performativo ¿es correcto o incorrecto políticamente?</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Palabras vanas</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La izquierda norteamericana no canta el himno, nos dijo
Judith Butler. Pero la derecha impone que sólo puede ser cantado en inglés. Y
ahí están los inmigrantes, desprovistos del derecho a ser ciudadanos, cantando
el himno como se les canta, pero con pocos resultados de inclusión a la vista.
Algo que también parece advertir la filósofa norteamericana que, hacia el final
de la conferencia, se preguntaba: "El hecho performativo ¿realmente induce el
derecho que buscan ejercer?" Y agregaba: "Bajo las condiciones en las que un
grupo tiene características de subalterno, la única forma de reivindicar
derechos es asimilándose a las estructuras jurídicas que fueron construidas, no
sólo borrando y explotando a las culturas originarias, sino que siguen borrando
y explotándolas"(6). Pero ¿es la única forma?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para Judith Butler la paradoja no encuentra respuesta:
ultra-radicalidad teórica y el más reformista de los fatalismos a la hora de la
acción política; divorcio obligado entre teoría y práctica porque no ve que
justamente es el programa el que debe ayudar a las masas a adaptar su conciencia
política, actualmente preñada de prejuicios conservadores, a la situación
objetiva de la crisis social que atraviesa al sistema en su totalidad. Las
contradicciones internas del capitalismo están mucho más maduras para una
revolución que la propia conciencia de las masas que sufren las peores
consecuencias de estas mismas contradicciones. Ese hiato sólo puede superarse a
través de un puente de reivindicaciones transitorias que, partiendo de las
condiciones actuales conduzca a la única conclusión verdaderamente realista, que
es el ataque al corazón del capitalismo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Es sólo en esa perspectiva que el reclamo de ciudadanía
—en boca de millones de inmigrantes ilegales, hoy esclavos de segunda y tercera
categoría en el corazón del imperio— encierra aún un potencial subversivo. Para
los defensores de la democracia radical, sin em­bargo, parece que bastara
con reducir el programa a algunas reformas en el marco de la sociedad burguesa
—las que, de conseguirse, sólo permitirán la inclu­sión y cooptación de
ciertas elites y aún de manera provisoria y circunstancial, ya que la
profundización de la crisis volverá a barrer con ellas— y, por otra parte,
prometer en términos teóricamente abstractos e indeterminados un futuro
socialista.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Que los subalternos reivindiquen sus derechos en los
marcos normativos que le impone el dominio que asimismo los priva de derechos.
En esa encrucijada se encuentra Judith Butler porque su horizonte libertario no
va más allá de la demo­cracia que denomina pluralista, en la que reaparecen
—con nuevos ropajes— los valores liberales de la "ciudadanía", librados
autónomamente a una esfera separa­da de las relaciones sociales de
producción en las que encuentran su fundamento. Porque, habrá que decirlo, el
Estado no es un terreno imparcial donde las masas pueden lanzarse al juego
agonístico de la democracia plural, donde los significantes pueden imponer o
perder su hegemonía frente a los adversarios que pretenden hacer lo suyo con los
propios. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La propia crisis capitalista ha dejado al
descubier­to, más que nunca antes, el carácter de clase de los Estados:
cinco billones de dólares para el salvataje financiero de los grandes bancos y
empresas y ¿cuántos millones de trabajadores desocupados? La democracia sin
dominio de clase con la que sueña Butler no es más que un ejercicio retórico
apto para estudiantes progresistas californianos, pero que se demuestra
brutalmente falaz para millones de seres humanos sometidos a la explotación.
Defender "incansablemente los derechos democráticos de los obreros y sus
conquistas sociales, pero [realizando] este trabajo cotidiano en el marco de una
perspectiva correcta, real, vale decir, revolucionaria"(7), decimos
nosotros.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No por casualidad los dardos de la teoría de la
democracia pluralista son arrojados, antes que a nadie, contra el marxismo.
Contra aquellos que, según Chantal Mouffe, tienen una visión antipolítica porque
"su objetivo es el estable­cimiento de un mundo más allá de la izquierda y
la derecha, más allá de la hegemonía, más allá de la soberanía y más allá del
antagonismo", los que aspira­mos a un mundo "en el cual se haya superado la
discriminación nosotros/ellos"(8). Claro que, para el marxismo, el binomio
nosotros/ellos sólo puede eliminarse en tanto tiene un fundamento económico y
Chantal Mouffe quiere revelar que es un binomio esencial y necesario porque lo
considera estrictamente político, enfren­tando a la derecha que insiste en
que ese binomio es indisoluble porque es cabalmente moral(9). Es que el objetivo
de una política democrática de cuño posmarxista "no es erradicar el poder, sino
multiplicar los espacios en los que las relaciones de poder estarán abiertas a
la contestación democrática"(10).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Una discusión académica sobre la democracia que encontró
su telón de fondo en la caída de la ex Unión Soviética, la contraofensiva
imperialista que se denominó </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>"¿Despliega aún su hermosura estrellada, sobre
tierra de libres, la bandera sagrada"(11)</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>"Está muy claro que Barak Obama constituye una mejora
enorme respec­to de lo que hemos tenido en décadas recientes y, en ese
sentido, yo también comparto el agrado y la emoción ante su elección. Pero creo
que también hay que tener algo de cuidado y recordar ciertas cositas sobre
algunas de sus políticas, por ejemplo el hecho de que ahora él se encuentre
dando dinero a los bancos y no a las personas. Él cree que darle dinero a los
bancos es una forma de llegar a las personas"(12). Así opinó Judith Butler ante
la pregunta de la moderadora sobre el "acontecimiento" de la elección
presidencial que llevó al primer afroamericano a la Casa Blanca. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Luego se despachó con que Obama no ha reconocido los
derechos de las personas que permanecen detenidas en Guantánamo y otros lugares
semejantes y que no se ha pronunciado enfática­mente por el derecho al
matrimonio de las parejas homosexuales. "Así que, resumiendo, diría que,
efectivamente, él genera esperanzas y expectativas en la gente y está bueno que
genere esperanzas, pero no que prometa una reden­ción. Si promete esperanza,
está todo bien; ahora, si promete redención, rescate, ahí creo que muchos de
nosotros vamos a quedar decepcionados"(13).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Gotcha! (¿se atrevería el excelente traductor de la
conferencia a decir que aquí, cerca del final, "saltó la laucha"?). Aplaudir las
esperanzas que generaba Obama entre los sectores más oprimidos de las masas
norteamericanas, durante su campa­ña electoral, es una cosa —cuestionable,
también, cuando esos aplausos provienen de una filósofa que se pretende de
izquierda. Pero algo peor es aplaudir esas espe­ranzas, cuando Obama en el
poder ha empezado a dar muestras de cuál es su verdadero programa de gobierno:
restablecimiento de los tribunales militares para los detenidos acusados —en
gran parte, sin pruebas— de terrorismo; defensa de los métodos de escuchas y
espionaje; renuencia —en nombre de la seguridad nacional— a publicar fotografías
que muestran las torturas que la CIA y el Ejército ejercen durante los
interrogatorios.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Una política que incluye el aumento del presupuesto de
Defensa y el reagrupamiento de las tropas norteamericanas en Afganistán que,
bajo el gobierno de Obama, se ha convertido en el territorio privilegiado para
librar la "guerra contra el terrorismo", el "plan de inversión público-privada
en activos here­dados" que no es otra cosa que un mero maquillaje del plan
Paulson y la recapitalización del FMI. Mucho menos que cien días fueron los que
necesitó el presidente de la esperanza para aclarar que no tiene previsto
levantar el embargo comercial contra Cuba hasta tanto La Habana no dé "muestras
de democratización" y, por otra parte, asesinar a 93 niñas y niños en una
masacre en la que perecieron 143 personas bajo los bombardeos aéreos de EE. UU.
sobre el norte de Pakistán, en los que se sospecha el uso de fósforo
blanco.<BR>Para Butler, sin embargo, son buenas las esperanzas porque, en última
ins­tancia, cualquier redención (¿emancipación?), en esta revisión
deconstruccionista de Hanna Arendt, implicaría el peligro del totalitarismo: si
queremos escapar al monstruo del nazismo y del stalinismo, debemos conformarnos
con las miga­jas de la democracia liberal, donde la hegemonía no es una
necesidad transito­ria de la clase explotada para establecer las alianzas
ineludibles en su lucha contra la clase dominante, sino la forma permanente que
adquiere el juego político de inclusión y exclusión en el que, los
"izquierdistas" pueden bregar a lo sumo, porque no queden cristalizados los
significantes de lo abyecto.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ante la pregunta de una joven del público, Judith Butler
fue clara: que el Estado incorpore algunas de las demandas de los movimientos
sociales en sus agendas políticas, pero que éstos sigan existiendo por fuera de
los parámetros de las organizaciones estatales, para apuntar permanentemente a
esta contra­dicción agonística que daría lugar a la radicalidad. "No se
trata de transformar todo lo abyecto en algo intachable, respetable, sino que
hay que desplazarlo para poder así formular la crítica de la forma en la cual el
Estado fija los términos para su reconocimiento"(14), remató. En términos de
otro de sus colegas, la política de la izquierda sólo debería reducirse a
"minimizar la crueldad"(15). Eliminarla de la faz del planeta es un sueño no
sólo imposible de realizarse, sino uno que no deberíamos soñar a riesgo de caer
en la pesadilla del totalitarismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Palabras más, palabras menos </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El viejo Rorty ya les había dicho, a los amigos de la
democracia pluralista, que la sobrefilosofización de los deconstruccionistas
sólo había ayudado a crear una izquierda enroscada en sí misma, en las
universidades norteameri­canas y británicas, pero que cada vez era más
irrelevante para la discusión política(16). Podríamos agregar ¿era tan necesaria
semejante sofisticación lin­güística que hace imperiosa la aparición de
exegetas por encima de los tra­ductores, para terminar diciendo, en otras
palabras, lo que el revisionismo socialdemócrata ya dejó planteado hace más de
un siglo?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Mucha sangre ha costado al movimiento obrero
internacional la banal idea de que la progresiva democratización de las
instituciones del Estado, por la participación de la clase obrera a través de su
partido en el parlamento, o la consecución de reformas legislativas, por su peso
social en las luchas por reivindicaciones mínimas, iban a terminar convirtiendo
al Estado en una "cáscara vacía" que atendiera "el bien común", aboliendo su
carácter de apa­rato de dominación de una clase sobre otras. La estrategia
del movimiento obrero debía ser, entonces, ampliar la ciudadanía, en
contraposición a abolir el trabajo asalariado, porque en los hechos, la
progresiva igualdad política permitiría ir disolviendo la desigualdad
social.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero como señalara Rosa Luxemburgo en su célebre polémica
con el revisionista Eduard Bernstein: "Toda constitución legal no es más que un
producto de la revolución. En la historia de las clases, la revolución es el
acto político creador, mientras la legislación sólo expresa la pervivencia
política de una sociedad. La reforma legal no posee impulso propio,
independiente de la revolución, sino que en cada período histórico se mueve en
la dirección marcada por el empujón de la última revolución y mientras ese
impulso dure. O dicho más concretamente: sólo se mueve en el contexto del orden
social establecido por la última revolu-ción"(17). Esto significa entonces que
elegir el camino de la reforma en vez de la revolución, no es marchar al mismo
objetivo por distinta senda, sino dirigirse hacia un destino diferente: "en
lugar de la implantación de una nueva sociedad, elige unas modificaciones
insustanciales de la antigua"(18).</DIV>
<DIV align=justify><BR>En el fondo del pensamiento butleriano no se encuentra la
búsqueda de la realización del socialismo, sino la insistencia en la necesidad
de reformar al capitalismo; no existe el anhelo de suprimir el mecanismo
esencial de su funcionamiento basado en la explotación asalariada, sino el más
sencillo de atenuar algunos de sus más brutales abusos. Pero mal que le pese a
los deconstruccionistas de la democracia plural, la dominación de la burguesía,
como ya señalamos, se fundamenta en relaciones económicas y no meramente
jurídicas. Más bien todo lo contrario, la forma jurídica de la "ciudadanía"
encubre la esencia socio-económica de la "esclavitud asalariada" bajo su
apariencia de participación democrática igualitaria.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si la clase obrera no se convence de la necesidad de
superar las contra­dicciones del capitalismo a través de una revolución
social, no hay destino para la humanidad que no sea más barbarie. Si se rechaza
esta perspectiva, no hay otro horizonte que el de las migajas para los
"abyectos" que agonizan miserablemente, al pie de la mesa de la democracia
burguesa; migajas que caen cada vez con menor frecuencia mientras arrecia una
crisis descomu­nal del sistema capitalista que subyace bajo los parlamentos.
Esa clase tiene un himno que, paradójicamente, no responde a ninguna nación,
porque la explotación, a diferencia de los derechos civiles, no reconoce
fronteras. ¿Judith Butler se atreverá, entonces, a entonarlo?</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>* Nota de Correspondencia de Prensa.</STRONG> Es
licenciada en Psicología (UBA) y especialista en Estudios de la Mujer. Se
desempeñó como docente universitaria en Buenos Aires, Córdoba y La Plata y
consejera del programa Cono Sur de la School of International Training (USA). Es
autora de Pan y Rosas. Pertenencia de género y antagonismo de clase en el
capitalismo (2004) y editora y co-autora de Luchadoras. Historias de mujeres que
hicieron historia (2006). También ha publicado “Nuevas encrucijadas para el
feminismo del siglo XXI” en Los ‘90: fin de ciclo. El retorno de la
contradicción, de José Henríque (comp.); Ed. Final Abierto, Bs. As. (2007);
“Repolitization of the Women’s Movement and Feminism in Argentina” en Building
Feminist Movements: Global Perspectives, de L. Alpizar, A. Durán y A. Russo
Garrido (ed.); Zed Books, London (2006); y “Obreres, moviment de dones i
moviment feminista” en Nosaltres les dones, de Aurora Mora (comp.), CEPC,
Barcelona (2005). Otros artículos han sido publicados en diversos medios, en
español, inglés, francés, portugués y griego. Actualmente integra el consejo
asesor del Instituto del Pensamiento Socialista “Karl Marx”, donde coordina el
Departameneto de Género y dicta seminarios y charlas sobre los temas de su
especialidad. Blog: <A class=spip_out
href="http://www.andreadatri.blogspot.com">www.andreadatri.blogspot.com</A><BR><BR><STRONG><U>Notas</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>1. Comentario en contratapa de la edición de Butler y
Spivak, ¿Quién le canta al Estado-nación?, Bs. As., Paidós, 2009.<BR>2.
Desgrabación de la conferencia dictada por Judith Butler en la 35° Feria del
Libro, Buenos Aires, 30 de abril de 2009.<BR>3. J. Butler, E. Laclau, S. Zizek,
Contingencia, hegemonía, universalidad, Bs. As., FCE, 2003, p. 182.<BR>4. Dice
Butler "se trata de una vida saturada de poder. Lo cual nos recuerda, de modo
crucial, que el poder no es lo mismo que la ley", en Butler y Spivak, op.cit.,
p. 49.<BR>5. Butler en Butler y Spivak, op.cit., p. 89.<BR>6. Desgrabación ya
citada.<BR>7. León Trotsky, El Programa de Transición y la fundación de la IV
Internacional, Bs. As., IPS, 2008, p. 70.<BR>8. Chantal Mouffe, En torno a lo
político, FCE, Bs. As., 2007, p. 10.<BR>9. Ibídem, p. 12.<BR>10. Chantal Mouffe,
El retorno de lo político: comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia
radical, Paidós, Bs. As., 1999, p. 24.<BR>11. Estribillo del himno nacional de
los Estados Unidos.<BR>12. Desgrabación ya citada.<BR>13. Ídem.<BR>14.
Ibídem.<BR>15. Simon Critchley, "Deconstrucción y pragmatismo. ¿Es Derrida un
ironista privado o un liberal público?" en Chantal Mouffe (comp.),
Deconstrucción y Pragmatismo, Bs. As., Paidós, 1998, p. 81.<BR>16. Richard
Rorty, "Respuesta a Ernesto Laclau" en Chantal Mouffe (comp.), op.cit., p.
137.<BR>17. Rosa Luxemburgo, Reforma o Revolución, Madrid, Ediciones Ex Libris,
2005, p.31.<BR>18. Ibídem, p.32.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000
size=4>Correspondencia de Prensa</FONT><BR>boletin solidario de información -
edición internacional<BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000 size=4>Agenda Radical - Colectivo
Militante</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT
size=3>Gaboto 1305 - Teléf: (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT></STRONG><BR></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify><BR></DIV>
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