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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><EM>boletín solidario de información -
edición internacional</EM><BR><FONT color=#800000 size=5><U>Correspondencia de
Prensa</U><BR>Agenda Radical - Colectivo Militante</FONT><BR><U>28 de junio
2009</U><BR>suscripciones y redacción: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Brasil</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Viudas ocho meses al
año</STRONG></FONT></DIV>
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<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>Maria Vieira dos Santos crió prácticamente
sola a sus seis hijos. Durante más de una década, su marido estuvo ausente cerca
de ocho meses cada año, para cortar caña de azúcar en el estado de São Paulo, en
el sureste de Brasil.</STRONG><BR></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Mario Osava, enviado especial
</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>IPS, Araçuaí, junio
2009</STRONG></FONT></DIV>
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href="http://www.ipsnoticias.net/"><STRONG>http://www.ipsnoticias.net/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV><FONT face=Arial
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<DIV align=justify><BR>La lejana faena del campesino, 1.500 kilómetros al sur,
terminó sólo cuando las penosas condiciones del trabajo le dañaron la columna
vertebral. Desde hace ocho años le sucedió el hijo mayor, de 27, que trabaja en
la producción de azúcar y alcohol. Este año se incorporó otro hijo, de 17 años.
<BR><BR>Cortar caña es una actividad reconocida como extenuante y violadora de
derechos laborales. Pero, además, oculta un efecto perverso que afecta a las
familias de los cortadores. <BR><BR>Son hombres que, para ganar el equivalente a
500 dólares mensuales, soportan una migración temporal y un trabajo que exige
brazos fuertes y hábiles con el machete. <BR><BR>El envejecimiento precoz es la
huella más visible de las múltiples y agotadoras tareas que realizan las mujeres
de Banco de Setúbal, una comunidad rural del municipio de Araçuaí, ubicado en el
norte del suroriental estado de Minas Gerais. <BR><BR>Casi todas sus 38 familias
aportan mano de obra a la poderosa y lejana industria de la cañicultura de São
Paulo. <BR><BR>La agricultura local "sólo produce alguna cosecha cuando llueve,
hace tres años se perdió todo y el año pasado se pudo sembrar muy poco" y por
eso los hombres tienen que irse al encuentro de la caña, explicó a IPS Maria dos
Santos. <BR><BR>Araçuaí forma parte del Valle del Jequitinhonha, considerado ya
parte del semiárido Nordeste brasileño, azotado por frecuentes sequías.
<BR><BR>"Yo cuidaba todo, la siembra de maíz, frijoles y arroz, sola, en la
labranza todo el día", acotó Dos Santos, un ejemplo de las mujeres que crían a
los hijos solitariamente y sustituyen el marido en el cultivo, el transporte y
la venta de la cosecha. <BR><BR>Dos Santos, como muchas otras, fue largo tiempo
"solución de todas las cosas del hogar", acumulando tareas tradicionalmente
masculinas. <BR><BR>Muchas veces tuvo que realizar embarazada esa montaña de
tareas. Es un problema añadido de las mujeres de Banco de Setúbal y otras
comunidades proveedoras de cortadores de caña y donde la mayoría de los bebés
nacen al final del año. <BR><BR>Además del esfuerzo físico, "queda el corazón
malo por la tristeza, el llanto, la nostalgia", lamentó la mujer de 50 años, que
siempre vivió en Araçuaí y ya tiene dos hijos casados y dos nietos. También su
padre migraba al interior de São Paulo para cosechar banano, recordó.
<BR><BR>Banco de Setúbal dista 18 kilómetros de la ciudad de Araçuaí, cuya
población urbana también sale a cortar caña. <BR><BR><STRONG>Viudas
intermitentes</STRONG> <BR><BR>La ciudad, de 36.000 habitantes, es
conocida como la tierra de "las viudas de maridos vivos". Miles de hombres
abandonan a sus familias entre febrero y abril para cortar caña.
<BR><BR>"Vuelven enfermos, pierden la salud a causa del polvo, el humo y la
ceniza", señaló Dos Santos. Son los efectos del incendio provocado de los
cañaverales para quemar la paja que enlentece el corte, con graves consecuencias
ambientales en el entorno del monocultivo. <BR><BR>En diciembre, las filas
kilométricas de autobuses en el acceso a Araçuaí son la señal de que los hombres
retornan, muchos con motocicletas recién adquiridas con los ingresos obtenidos,
que también sirven para dinamizar el comercio local. <BR><BR>"Las motos son el
sueño de los jóvenes y las quieren potentes, porque aumentan su posibilidad de
conquistar enamoradas", según Viviane Neiva, coordinadora del Proyecto Camino de
las Aguas, impulsado por el no gubernamental Centro Popular de Cultura y
Desarrollo (CPCD) para proteger el ambiente rural, especialmente los ríos.
<BR><BR>Muchas mujeres aprendieron a conducirlas ante la falta de otro
transporte, sobre todo en el campo, acotó. <BR><BR>La migración definitiva no es
usual en Araçuaí, pese a la carencia de fuentes de empleo. "Acá es demasiado
bueno, mejor sólo el cielo", justificó Ornelino de Souza, que hizo reír por su
énfasis en una reunión comunitaria en la que participó IPS y donde era uno de
los pocos hombres. <BR><BR>Antonia Neusa dos Santos, de 52 años, dos hijas y un
hijo, migró joven a la ciudad de São Paulo, donde sobrevivió como trabajadora
doméstica y se casó, paradójicamente, con otro vecino de Araçuaí. <BR><BR>Doce
años atrás volvieron "para siempre" a su tierra. "No me sentía parte de São
Paulo, allá todo es bonito, cómodo, pero no me gusta", explicó a IPS. Además
"estoy muy vinculada a la naturaleza, me siento mejor acá", sostuvo.
<BR><BR>Pero el marido y el hijo no escaparon al lejano trabajo temporal.
"Tenemos poca tierra, solo unas cuatro hectáreas", justificó Antonia dos Santos.
<BR><BR>Le alivia saber que ahora la caña se corta con más seguridad y equipos
de protección que permiten a los dos "regresar bien de salud". El marido, que
"no sé cómo aguanta fumando tanto", sólo ha sufrido percances menores.
<BR><BR>Opinó que la "única solución" para retener a las personas en Banco de
Setúbal sería una fábrica de ropa, porque generaría muchos empleos,
especialmente femeninos. "Cada camisa necesita de varias mujeres para coser sus
partes", arguyó. <BR><BR>Ornelino de Souza buscó otro camino. Con 50 años y
cuatro hijos, tuvo que dejar la caña porque "me enfermé de la columna".
<BR><BR>Entonces, decidió cosechar banano en sus tierras, gracias a "la
bendición de Dios" de contar con agua de un riachuelo cercano a su pequeña
finca. Una plaga casi destruyó la primera siembra, pero el banco condonó su
deuda y pudo sostenerse con la "débil producción". <BR><BR>Sus hijos están a la
búsqueda de caña y el mayor ha sido cortador. Pero este año no repitió porque
"cuando el sol calienta le sangra la nariz, y lo primero es la salud",
sentenció. <BR><BR><STRONG>Una cooperativa para quedarse</STRONG>
<BR><BR>En la vecina comunidad Alfredo Graça, sus 21 familias crearon una
cooperativa para producir maíz, frijoles, mandioca (yuca) y hortalizas, que
venden en la feria de Araçuaí. <BR><BR>Como resultado, la mayoría de los hombres
locales dejaron de migrar. Sólo cortan la caña que producen para hacer
raspadura, una golosina de azúcar sin procesar. <BR><BR>José Claudio Francisco,
sin embargo, se aprestaba a tomar el bus para Campos, al norte de Rio de
Janeiro, para cortar caña durante "seis o siete meses". Las tierras en Banco de
Setúbal nada producen sin "regración", dijo en la manera campesina local de
referirse a irrigación. Pero el agua escasea, destacó. <BR><BR>Con cinco hijos
pequeños, el mayor de siete años, Francisco teme la mecanización. En el estado
de São Paulo, el mayor productor de caña en Brasil, la industria del azúcar y el
alcohol asumió el compromiso de mecanizar toda la cosecha antes de 2017, para
eliminar los incendios de cañaverales. La presión ambiental trata de acortar el
plazo. <BR><BR>"Estaremos rajados" si cumplen la meta, reconoció Francisco, sin
perspectivas de otro tipo de empleo en el futuro. <BR><BR>El sector de la caña
representa 7,5 por ciento del producto interno bruto (PIB) de Brasil, unos
68.000 millones de dólares, y 27 por ciento del PIB agrícola. Al mismo tiempo,
genera 800.000 empleos directos, buena parte cortadores reclutados en las áreas
más pobres del país. <BR><BR>Los niños sufren a su manera la ausencia paterna.
Pierden la referencia de los padres, "no los reconocen cuando vuelven a la casa,
los rechazan y lloran" ante los intentos de acercamiento, señaló Edilucia
Borges, coordinadora de atención preescolar del CPCD, que actúa en educación,
ambiente y desarrollo en Araçuaí y otras ciudades de Minas Gerais. <BR><BR>Para
mitigar el alejamiento de los padres y mantener sus lazos afectivos con los
hijos, el CPDC desarrolló el Proyecto de las Cartas, que promueve el intercambio
de misivas, fotos y cintas de audio. Así, el padre "no parecerá tan extraño para
los niños al regresar", explicó. <BR><BR>Pese al alejamiento durante la mayor
parte del año, las familias de Banco de Setúbal son estables, no hay casos de
separación, ni cuando se conoce el adulterio por parte de los cortadores,
aseguró Lina Barreto, cuyo marido fue muchas veces a la caña, pero se quedaba
fuera "solo tres o cuatro meses" al año. <BR><BR>Desde hace tres años la familia
no se separa, porque consiguió otras fuentes de ingreso. Una molienda que
produce harina de mandioca, la construcción de cisternas para recoger agua de
lluvia, un huerto orgánico y la siembra de arroz y frijoles producen dinero
suficiente. Además, tres de los cinco hijos ya son independientes. </DIV>
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Uruguay</FONT></STRONG><BR></DIV>
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