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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><EM>boletín solidario de información -
edición internacional</EM><BR><FONT color=#800000 size=5><U>Correspondencia de
Prensa</U><BR>Agenda Radical - Colectivo Militante</FONT><BR><U>1º de julio
2009</U><BR>suscripciones y redacción: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>América Latina <BR> <BR>Los
movimientos populares indígenas en la encrucijada <BR> <BR>Bernard Duterme
*</FONT></STRONG> <BR> <BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG>La Breche/Alencontre</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.alencontre.org/"><STRONG>http://www.alencontre.org/</STRONG></A><BR><STRONG>Traducción
de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa</STRONG><BR> <BR></DIV>
<DIV align=justify>La tendencia de fondo que se puede observar en varios países
de América Latina es suficientemente original y frágil. Original, ya que el
perfil de los movimientos populares indígenas que allí indica la crónica desde
hace unos años – de los Mapuches de Chile a los Mayas de Centroamérica pasando
por los Aymaras y Quechuas de los Andes, los Kunas de Panamá, etc. - corta con
determinación con las organizaciones revolucionarias de ayer y las crispaciones
identitarias de hoy. Pero la tendencia es tan frágil, ya que si la dinámica
india, más afirmativa que destructiva, tiene el gusto de seducir, ella es
también propensa a ciertas derivas. <BR> <BR>El contexto de aparición de
estas movilizaciones, es el fracaso en primer lugar patente, en términos
sociales y medioambientales, de veinte años de neoliberalismo sobre el
continente latinoamericano. La concentración de las riquezas en una minoría es
la más alta de todo el planeta, 230 millones de personas (44% de la población de
la región) viven bajo el umbral de pobreza. El coeficiente Gini, que mide el
grado de desigualdad, alcanza la cifra record de 0,57 (0,29 para Europa y 0,34
en los Estados Unidos). A la extrema polarización social, conde los indígenas
son las primeras víctimas, se añaden las frustraciones nacidas de una
democratización estrictamente formal de América Latina.
<BR> <BR><STRONG>Participar sin asimilarse</STRONG> <BR> <BR>Pero este
contexto no explica todo. Las movilizaciones indígenas actuales tienen también
sus razones de ser y sus originalidades de otras influencias, herencias y
mezclas. Tienen esto de innovador que combinan identidades (sociales, étnicas,
territoriales), demandas (económicas, culturales, políticas) y métodos de acción
(masivos, simbólicos, pacíficos) a menudo paradójicos en la historia de las
luchas. Identitarias sin ser reaccionarias, abiertas sin desarraigarse, estas
rebeliones a la vez indias y campesinas multiplican las sujeciones - local,
nacional y mundial - sin oponerlas. Sus aspiraciones llevan lo mismo sobre el
reconocimiento de los derechos humanos de los indígenas, que sobre la
democratización en profundidad de los Estados y la crítica del modelo de
desarrollo neoliberal. <BR> <BR>Estos movimientos “identitarios,
revolucionarios y demócratas” reivindican una integración sin asimilación y -
contrariamente a algunas elites del norte de México, del este de Bolivia o
Ecuador - autonomía sin separación. Su relación al poder y el Estado, sigue
siendo sin embargo plural y problemática, a veces impresiona la desconfianza
epidérmica respecto a la escena política tradicional, como los zapatistas del
Chiapas, a veces por la voluntad de acceder y no dejar a nadie ni a otros el
cuidado de “descolonizar”, tal como ocurre con el boliviano Evo Morales, primer
indígena que accedió a la presidencia de un país donde un 62% de la población se
define como de origen indio.<BR> <BR>La originalidad de estos movimientos
no debe idealizarse. Muchas derivas y amenazas los acechan. Internas y externas.
En reacción a las estrategias de los Estados o poderes cuestionados - que van
clásicamente de la represión a la cooptación, pasando por maniobras más o menos
lavadas de pudrición de las situaciones, de fragmentación de los protagonistas,
de institucionalización de las demandas… -, la exacerbación de una dimensión de
estas movilizaciones populares, en detrimento de las otras características,
podría serles fatales. Crispaciones culturalistas o etnicistas aparecen dadas,
al igual que de las fugas populistas cuando los líderes sucumben a una escalada
simplificadora. <BR> <BR><STRONG>Los autóctonos y el “giro a la
izquierda”</STRONG> <BR> <BR>El impacto en los movimientos indígenas del
“giro a la izquierda” que conoció América Latina desde el principio de los años
2000, difiere necesariamente según el lugar: las organizaciones indígenas
desempeñaron un papel central en el cambio a la izquierda en Bolivia; un poco
más ambiguo en Ecuador; o prácticamente nulo en Venezuela, Brasil y Argentina.
Paradójicamente, cuatro de los seis países más poblados por autóctonos
guardaron, mantienen hasta ahora, un poder más bien a la derecha: México, Perú,
Guatemala y Colombia. <BR> <BR>En Bolivia, Evo Morales goza aún de la
confianza de los movimientos indígenas, populares y sindicales que lo
confirmaron en la presidencia del país en 2008. Morales ha sostenido sus
esfuerzos conflictivos en la reapropiación y redistribución de las riquezas
nacionales (hidrocarburos, tierras…) y, a principios de 2009, en la promulgación
de una nueva Constitución. Pero esta confianza sólo durará si los indígenas
terminan por percibir los beneficios. <BR> <BR>En Ecuador, el presidente de
izquierda, Rafael Correa, portador ayer de las demandas de los movimientos, sin
embargo, acaba de ser reelegido fácilmente en abril… sin el apoyo de la
Confederación de las Nacionalidades Indígenas de Ecuador. La dinámica india
ecuatoriana, dividida y extraviada en estrategias políticas confusas, reprocha
hoy a Correa el sacrificar las riquezas naturales nacionales sobre el altar del
productivismo y de un desarrollo económico no duradero. <BR> <BR>En México,
la opción zapatista, al margen de las izquierdas mexicanas, de no apoyar al
candidato socialdemócrata, López Obrador, en la elección presidencial de 2006,
valió seguramente a los insurrectos de Chiapas una buena parte de su relativo
aislamiento político actual. Les queda por apostar por la consolidación “de
autonomía de hecho” de los cuarentena “municipios en rebelión” en los confines
de México, en un contexto social, económico y militar que les es con todo muy
desfavorable. <BR> <BR>En Guatemala, las secuelas de la larga y sangrienta
guerra entre militares y guerrilla, donde los Mayas fueron las primeras
víctimas, contribuyen aún más a la fragmentación del movimiento indígena y a la
ausencia de una izquierda política representativa. <BR> <BR>En Perú, donde
la población de origen indio es una de las más fuerte proporcionalmente del
continente, un haz de factores históricos como la emigración rural masiva y los
movimientos de personas, afectaron las capacidades de movilización, lo que
explica hasta hace poco la inexistencia de un verdadero movimiento a escala
nacional. Pero el reciente levantamiento de los indígenas de la Amazonia contra
la penetración de las “multinacionales rapaces” y los acuerdos de libre comercio
negociados por el gobierno nacional, con el Canadá en particular, está en camino
de contradecir la tendencia, tanto más si el apoyo de sus compatriotas andinos
se concreta. <BR> <BR>En Colombia, en un clima nocivo creado por la
violencia, el autoritarismo y el neoliberalismo, el activismo indígena, en toda
su diversidad y a pesar de una población autóctona muy minoritaria, se propone
también aportar su piedra a la aparición de una izquierda social y política
democrática. <BR> <BR>En todos los casos hipotéticos, el destino más o
menos feliz de estos movimientos dependerá de las respuestas estructurales que
llegarán a forzar, de la capacidad de las sociedades latinoamericanas de
compartir la riqueza y asumir la diversidad, en resumen, de su capacidad para
democratizarse verdaderamente. A la espera de, como lo precisa Yvon Le Bot “La
gran rebelión india”, libro aparecido este año, los resultados “más alentadores
y los más duraderos se obtienen a nivel local, a veces regional, en los ámbitos
de la educación, la salud, la democracia comunitaria”. <BR> <BR>* El autor
es director del CETRI de Louvain-la-Neuve en Bélgica. Es autor y coautor de
varias obras, estudios y artículos sobre las rebeliones indígenas, los
movimientos sociales en América Latina y las relaciones Norte-sur. Este artículo
fue publicado por Alternativas de Canadá el 9 de junio de 2009. </DIV>
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size=4>Correspondencia de Prensa</FONT><BR>boletin solidario de información -
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Uruguay</STRONG></FONT><BR></DIV>
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