<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META http-equiv=Content-Type content="text/html; charset=iso-8859-1">
<META content="MSHTML 6.00.2900.2523" name=GENERATOR>
<STYLE></STYLE>
</HEAD>
<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><EM>boletín solidario de información -
edición internacional</EM><BR><FONT color=#800000 size=5><U>Correspondencia de
Prensa<BR></U>Agenda Radical - Colectivo Militante</FONT><BR><U>6 de julio
2009</U><BR>suscripciones y redacción: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Honduras<BR><BR>Impiden el retorno de
Zelaya y hubo dos muertos</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>El gobierno de facto bloqueó la pista
del aeropuerto y evitó que el avión del líder depuesto aterrizara. Manifestantes
intentaron entrar en la estación aérea pero fueron reprimidos a tiros. Una de
las víctimas recibió un disparo en la cabeza</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Con palos y a pie, los campesinos
esquivan retenes y llegan a la capital</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Algunas personas recorrieron casi
600 kilómetros durante cuatro días para llegar a
Tegucigalpa</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR><STRONG>Pablo Biffi, enviado a Tegucigalpa<BR>Clarín,
Buenos Aires, 6-7-2009<BR></STRONG><A
href="http://www.clarin.com/"><STRONG>http://www.clarin.com/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR>Los peores presagios se cumplieron. El operativo
retorno a Tegucigalpa del derrocado presidente Manuel Zelaya y todos los
intentos del gobierno de facto de Roberto Micheletti terminaron ayer con dos
muertos y decenas de heridos en los alrededores del aeropuerto internacional de
Toncontín. Allí, entre 30.000 y 50.000 personas esperaron en vano que, luego de
sobrevolar esta capital, el avión de matrícula venezolana que lo traía de
regreso se posara en suelo hondureño.<BR><BR>Al mediodía, el gobierno de facto
había dicho que no lo dejaría aterrizar y había llamado al diálogo a la OEA, al
presentar un plan para reunirse con delegados de la región y miembros de segunda
línea del organismo interamericano.<BR><BR>Los dos muertos fueron confirmados
por un oficial de la policía, que se dio a conocer sólo con el apellido de
Mendoza. Fuentes hospitalarias confirmaron un muerto, un chico de 19 años
identificado como Isis Murillo, que recibió un disparo en la cabeza. La otra
víctima sería un joven de unos 30 años con un tiro en el abdomen. Nadie se hizo
responsable por esas muertes -las primeras desde que el domingo 28 de junio Mel
Zelaya fue derrocado-, pero la policía culpó al ejército de haber realizado los
disparos. En puntos estratégicos del aeropuerto, decenas de francotiradores
controlaban a los manifestantes que intentaban llegar a la pista de aterrizaje
para permitir el descenso del avión en el que Zelaya volvía acompañado por el
nicaragüense Miguel D'Escoto, secretario general de la Asamblea de la
ONU.<BR><BR>Los choques entre manifestantes y las fuerzas de seguridad -sobre
todo el ejército, ya que la policía no se opuso a que la marcha se acercara a
Toncontín- comenzaron cerca de las cuatro de la tarde, cuando un grupo de unas
mil personas intentó ingresar a la pista por la parte sur de la estación aérea.
Echados cuerpo a tierra, desde adentro del aeropuerto, apostados detrás de las
vallas de contención, los militares lanzaban gases lacrimógenos a mansalva y
disparos al aire y recibían del otro lado piedras que volaban como misiles y
pedazos de hierros retorcidos arrancados de las barandas.<BR><BR>"Nos están
tirando a matar", gritaba una mujer, atrapada en medio de la nube de
gases.<BR><BR>Los choques duraron al menos una hora, justo cuando el avión con
Zelaya a bordo comenzaba a sobrevolar esta capital.<BR><BR>Mientras volaba en
círculos por sobre los cerros, el avión debió abandonar la zona porque, además
de la prohibición para que aterrizara -una advertencia que el gobierno de facto
había hecho a través de una cadena nacional-, el ejército había bloqueado la
pista con camiones, autos, blindados y soldados para evitar que la nave tocara
suelo de Tegucigalpa.<BR><BR>Abajo, miles y miles de personas gritaban "¡Vuelve
Mel, vuelve Mel!" y agitaban pañuelos rojos y blancos, algunas banderas de
Honduras (azul y blanco) y todo lo que tuvieran a mano para que el derrocado
presidente pudiera ver a esa multitud. Desde arriba, Zelaya hablaba con la
cadena Telesur (de la que se "colgaron" algunos medios de esta ciudad, mientras
otros transmitían fútbol) y anunciaba que la torre de control no lo dejaba bajar
y que si no abandonaban la zona iba a ser obligado a retirarse por aviones de la
fuerza aérea.<BR><BR>"Soy el comandante general de las Fuerzas Armadas, electo
por el pueblo, y le pido al Estado Mayor de las Fuerzas Armadas que cumplan esa
orden de abrir el aeropuerto", dijo Zelaya. Pero nadie le hizo caso desde abajo.
Aún así, Zelaya afirmó que todos los días intentaría regresar al país, mientras
le pedía a la gente que siguiera manifestándose para lograr su regreso.
<BR><BR>El avión se desvió hacia Managua, en donde hizo una breve escala, para
luego volar a San Salvador. (Ver Cristina...)<BR><BR>El día había comenzado
cargado de tensión. Mientras los manifestantes se congregaban en la Universidad
Pedagógica para marchar al aeropuerto, el presidente de facto Roberto Micheletti
convocaba a una conferencia de prensa en la casa Presidencial para hacer varios
anuncios y una acusación contra Nicaragua de estar moviendo tropas en la
frontera común, negado por el presidente Daniel Ortega.<BR><BR>Allí, la vice
canciller Martha Lorena Alvarado dijo que tras un "consenso" de los poderes, el
gobierno de facto proponía a la OEA "la puesta en marcha de un diálogo de buena
fe entre una delegación de la República de Honduras y una delegación de
representantes de Estados miembros junto con funcionarios de menor rango de la
secretaría general". Esa propuesta fue entregada ayer al representante de la OEA
en Tegucigalpa, Jorge Miranda, pero todo hace suponer que no tendrá respuesta.
</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Con palos y a pie, los campesinos
esquivan retenes y llegan a la capital</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Algunas personas recorrieron casi
600 kilómetros durante cuatro días para llegar a
Tegucigalpa</FONT></STRONG><BR><BR></DIV>
<DIV align=justify>Horacio es un campesino de Ahuas, en el departamento de
Gracias a Dios, casi a 600 kilómetros al sur de Tegucigalpa. Anduvo más de
cuatro días en todo medio de transporte que pudo, incluso caminando por la
montaña, para llegar a esta capital, con el único fin de apoyar al derrocado
presidente Manuel "Mel" Zelaya en la marcha del sábado y en la de
ayer.<BR><BR>Con el cuerpo curtido por el sol y un palo como machete al costado
de su jean descolorido, Horacio llegó el sábado por la mañana, después de
sortear los retenes militares que fueron levantados a lo largo de las
principales carreteras del país para impedir que los campesinos del interior -en
donde esta la base de apoyo más sólida de Zelaya¿ llegaran hasta esta capital,
envuelta entre cerros y, desde ayer, rodeada de carros de asalto, tanquetas y
camiones militares.<BR><BR>"He tardado demasiado en llegar, y no me voy a ir de
aquí hasta que no dejen volver al presidente", dice Horacio a Clarín, recién
levantado en la mañana de ayer, desayuno en mano (café y pan) que le dieron en
la sede de la Universidad Pedagógica, en donde los seguidores de Zelaya
comenzaron a juntarse para marchar hacia el aeropuerto internacional de
Toncontín.<BR><BR>Ante los bloqueos que impusieron los militares en las
carreteras, Horacio y Manuel -otro campesino que llegó desde lejos¿ han
encontrado un truco que parece efectivo: armarse de pancartas con eslóganes
favorables al presidente de facto, Roberto Micheletti (o "Goriletti" y
"Pinocheletti", como lo llaman sus detractores), para hacerle creer a los
militares que vienen a demostrarle su apoyo.<BR><BR>"Si la policía no nos deja
llegar hasta el aeropuerto, no importa, ya encontraremos la forma de llegar a
nuestro presidente y decirle que estamos con él. Que fue el único que nos
defendió", agrega.<BR><BR>A su espalda, un nutrido grupo de policías monta
guardia frente a una estación de servicio, protegiéndola y formando el primer
"anillo de seguridad" que fuerzas armadas y policías armaron en círculos
alrededor del aeropuerto, en esta ciudad en la que por su estructura de avenidas
no resulta muy difícil de bloquear.<BR><BR>Más adelante, por la avenida de las
Fuerzas Armadas, un grupo de soldados desvía el tránsito hacia unas callejuelas
aledañas, en la colonia América, a un kilómetro del aeropuerto.<BR><BR>Allí, en
la puerta de una casa de ladrillos, pintados de verde agua, "Doña Rosa" (ésta es
de carne y hueso y no imaginaria), está algo asustada. Ella dice que la política
no le importa mucho, que siempre pasa lo mismo con los políticos, que se pelean
entre ellos y que "al pueblo, nunca nada". <BR><BR>Pero cuando los militares se
alejan, comenta sin dudarlo: "Yo estoy con Mel, y así como me ve, voy a
acercarme al aeropuerto a recibirlo", afirma con una mirada cómplice.<BR><BR>En
la sede de la universidad, mientras se alista para participar de la marcha al
aeropuerto y coordina con otros dirigentes sociales las acciones a desarrollar,
Rafael Alegría sostiene ante Clarín: "Llegaremos hasta donde nos permitan,
porque no queremos que haya muertes que lamentar". Aún era demasiado temprano
para saber que al menos dos personas morirían por la tarde, en los
enfrentamientos con el ejército en los alrededores de Toncontín. "Y si no lo
dejan bajar aquí hoy estamos definiendo también cómo va a seguir la lucha la
próxima semana, porque esto no termina ni hoy ni mañana", agregó
Alegría.<BR><BR>Horacio y Manuel no saben cuándo van a regresar a Ahuas, a
ocuparse de sus changas en una finca ajena. No parece preocuparles demasiado,
porque dicen que "Mel" no los va a dejar solos y que hay que tener fe. "Si él
vuelve, es por nosotros. Y nosotros no lo vamos a abandonar". No imaginaron que
horas más tarde Zelaya no lograría aterrizar en Toncontín y que su avión tocaría
tierra en Managua, capital de Nicaragua. Y tampoco sospechaban que los muertos
iban a enlutar a Tegucigalpa. </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000
size=4>Correspondencia de Prensa</FONT><BR>boletin solidario de información -
edición internacional<BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT color=#800000
size=4>Agenda Radical - Colectivo Militante<BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT
size=3>Gaboto 1305 - Teléf: (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT></STRONG><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>