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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><EM>boletín solidario de información -
edición internacional</EM><BR><FONT color=#800000 size=5><U>Correspondencia de
Prensa</U><BR>Agenda Radical - Colectivo Militante</FONT><BR><U>6 de octubre
2009</U><BR>suscripciones y redacción: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>México<BR><BR>República de México vs.
mafias <BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>¿Una guerra
perdida?</FONT> <BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Jean–François Boyer
*</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>Le Monde diplomatique, "el dipló" Nº
123</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Buenos Aires, septiembre
2009</STRONG> </FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>Hace tiempo ya que en México el narcotráfico dejó de ser una
historia de ladrones y policías. Desde que, a mediados de la década de 1980, los
“clanes” colombianos de Cali y Medellín negociaron con las mafias mexicanas de
Colima y Sinaloa para utilizar su territorio como trampolín hacia Estados
Unidos, el narcotráfico se ha vuelto el principal problema político del país,
poniendo en riesgo la autoridad del Estado y la soberanía nacional. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Las razones de la dimensión política del narcotráfico son
dos. La primera, que paulatinamente, y bajo diferentes modalidades, las mafias
se han enquistado en el tejido institucional, político y social, masificando la
corrupción en todos los estratos de la sociedad. La segunda, que la lucha contra
“el narco” se ha convertido en el principal objeto de discordia del país con su
vecino del norte y principal socio económico, Estados Unidos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Centenares de expedientes judiciales mexicanos,
estadounidenses y de otros países, así como numerosos libros (1), han
establecido las complicidades de las que se beneficiaron las mafias mexicanas en
los tres sexenios sucesivos de los presidentes Miguel De La Madrid, Carlos
Salinas y Ernesto Zedillo. De 1984 a 2000, generales–jefes de regiones
militares; directores de la seguridad federal y luego de la policía federal;
“zares” anti–droga; secretarios (ministros); secretarios particulares de
Presidentes de la República; gobernadores de estados federados como Tamaulipas,
Sinaloa, Morelos, Sonora y Chihuahua, han sido cómplices en la transformación
del México neoliberal en el primer narco–Estado del planeta, “honor” que
comparte con Afganistán. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Reconfiguración de los liderazgos</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero aparentemente, México seguía en paz. El narco era
discreto; casi invisible. Sus aviones y barcos, protegidos desde el más alto
nivel, atravesaban el territorio sin que el ciudadano común se diese cuenta.
Jets comerciales de tipo Caravelle o Boeing, cargados con 10 o 20 toneladas de
cocaína, aterrizaban en pistas clandestinas de los estados norteños de Baja
California, Sonora y Zacatecas. Barcos pesqueros de gran calado, transportaban
iguales cantidades directamente de Colombia o Panamá hacia los estados mexicanos
fronterizos de Estados Unidos. Con la complicidad de responsables locales del
ejército, la marina y la policía, los cargamentos llegaban rápidamente a la
frontera. </DIV>
<DIV align=justify><BR>A cambio de impunidad, el Estado había impuesto a las
mafias un acuerdo de no violencia, que solamente ciertos “capos” de Tijuana y
Juárez no respetaron. Pero el país descubrió la realidad a final del sexenio de
Ernesto Zedillo (1994–2000), cuando la Presidencia autorizó a la Procuraduría
General de la República (PGR) y a la inteligencia militar a investigar más a
fondo. Esto ocurrió después del escándalo de la caída del “Zar antidrogas”,
Jesús Gutiérrez Rebollo, un general de la República “protector” del cartel de
Juárez. La presión estadounidense para redoblar esfuerzos en la lucha contra el
tráfico y la corrupción se había intensificado. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Todo cambió luego con Vicente Fox (2000–2006). La
sustitución en la nueva administración de gran parte del personal político del
Partido Revolucionario Institucional (PRI) por elementos del Partido Acción
Nacional (PAN, derecha católica) obligó a las mafias, temporalmente huérfanas, a
reorganizarse. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Los grandes cargamentos de droga no podían ya fluir, como
antes, del sur al norte del país sin correr el riesgo de ser interceptados. Las
mafias implementaron entonces una suerte de tráfico hormiga, haciéndose del
control de nuevas rutas y plazas a lo largo del territorio. Para protegerlas se
dedicaron entonces a reclutar policías locales (municipales y estatales) y
privilegiaron la corrupción de autoridades regionales (gobernadores, secretarios
de seguridad pública estatales, alcaldes y diputados). La corrupción, que se
había concentrado en los niveles más altos del Estado, se generalizó. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En ese marco, la situación se volvió rápidamente
incontrolable, ya que recurriendo por primera vez al Ejército en forma masiva,
Fox lanzó una exitosa ofensiva contra los capos identificados del narco, en
particular contra las cúpulas de los carteles de Tijuana y del Golfo. Pero esta
“cacería” tuvo consecuencias imprevistas: se aceleraron las sucesiones en las
mafias, al ser detenidos o abatidos muchos de los capos históricos, y los
pleitos entre clanes se profundizaron. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La fuga de prisión, en 2001, de uno de los jefes
sinaloenses históricos, Joaquín Guzmán Loera, provocó además un terremoto en la
gran familia delincuencial. El prófugo reorganizó los clanes del estado de
Sinaloa, pactó acuerdos con familias del entonces cartel de Juárez y emprendió
la conquista del “reino” narco, atacando en su propio territorio a su principal
rival, el cartel del Golfo, para quitarle “plazas” importantes en la frontera
estadounidense, en el estado de Tamaulipas. Esta guerra por las “plazas” y los
liderazgos se prolonga hasta hoy. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Y una guerra no se libra sin ejércitos. Antes de este
proceso, los sicarios se limitaban a proteger a los cargamentos y a los jefes y
a eliminar a algún traidor. En adelante se trataría de controlar ciudades y
regiones enteras y de no permitir que la competencia ejerza allí el negocio.
Aumentaron dramáticamente los efectivos de las bandas de sicarios. Y se
modernizaron. Para resistir –y tratar de expandirse a su vez– el cartel del
Golfo se dotó de un brazo armado, los “Zetas”. Los fundadores de este grupo eran
desertores de las fuerzas especiales del ejército, creadas para luchar contra el
zapatismo y utilizadas para apoyar al ministerio público desde el final del
sexenio de Zedillo. Reclutaron a miles de “gatilleros”. La guerra que los
enfrentaría con los brazos armados de los clanes sinaloenses causaría miles de
muertos. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Controlar los territorios</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero aunque Fox persiguió a los capos, no enfrentó ni
reprimió la corrupción en el aparato de Estado, federal o estatal (provincial),
heredada de los sexenios anteriores. Tuvo la oportunidad de enjuiciar, al menos
políticamente y mediante una comisión de la verdad, a decenas de ex funcionarios
priistas. </DIV>
<DIV align=justify><BR>No lo hizo, porque necesitaba al PRI para gobernar y
adoptar sus reformas en el parlamento. La clase política y la opinión pública
comprobaron que, a pesar del cambio político, la impunidad seguía siendo uno de
los pilares del sistema institucional. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Fox no desarticuló tampoco las nuevas redes de
encubrimiento que se reorganizaron a nivel estatal y federal durante su mandato,
contaminando a sectores políticos no priistas. La corrupción volvió a penetrar
las cúpulas de la PGR, de la Agencia Federal de Investigación (AFI) y de la
Secretaría Federal de Seguridad Pública (SFSP). En los seis años de presidencia
de Vicente Fox, ningún funcionario de nivel sospechado por la PGR o las agencias
estadounidenses (DEA, FBI, Aduanas...) fue detenido. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En 2006, el presidente Felipe Calderón hereda así una
situación preocupante: las mafias no se dedican solamente a garantizar el seguro
tránsito de cargamentos de droga, sino que pelean para controlar territorios.
Los “Zetas”, en particular, han inventado un nuevo modelo organizacional que
sorprende a las instituciones acostumbradas a luchar contra el narcotráfico
“clásico”. Formados en las técnicas de contrainsurgencia en las escuelas
estadounidenses de fuerzas especiales, y gracias a compras masivas de armas en
el mercado libre estadounidense y en el mercado negro internacional, los ex
“gafes” (Grupos Aeromóviles de Fuerzas Especiales) que dirigen la organización
han consolidado un nutrido aparato paramilitar, tan bien pertrechado –a veces
mejor– que el propio ejército federal. Hasta la llegada de Barack Obama, las
autoridades de Estados Unidos no intervinieron para limitar el flujo de armas.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>La milicia de los “Zetas” protege los cargamentos de
droga del cartel del Golfo, pero también amplía y diversifica las actividades
delictivas de la mafia en todo el país. Por ejemplo, practica una agresiva
industria del secuestro. Y mediante la corrupción y/o amenaza de funcionarios
locales, la extorsión y el control de negocios legales e ilegales (tráfico de
CD, DVD y otros productos “piratas”; de personas; de combustibles, etc.) e
inversiones en la economía legal (taxis, transporte de carga, construcción,
night clubs, turismo) se ha apoderado de sectores enteros de la economía
regional. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La “Familia michoacana”</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Más preocupante todavía, este “modelo” ha sido imitado
por otra nueva organización delictiva en la costa del Pacífico: la “Familia
michoacana” (por el estado de Michoacán). Los “Zetas” habían entrenado a sus
primeros jefes, pensando que podrían utilizar a los michoacanos para atacar los
bastiones sinaloenses en el occidente del país. Pero la alianza fracasó y la
“Familia michoacana” se alzó pronto como una organización independiente, que
lucha por el control total de su territorio. Así, ha desatado una sangrienta
ofensiva, tanto contra la milicia del cartel del Golfo como contra los grupos
armados sinaloenses. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Mientras se profundiza la guerra entre esos distintos
grupos, el presidente Calderón, apenas electo, resuelve lanzar a las fuerzas
federales (Policía Federal, Ejército y Marina) a la reconquista de los
territorios controlados por las mafias, en particular los estados de Michoacán,
Tamaulipas, Chihuahua, Baja California y Sinaloa. Ya no se trata de perseguir a
los capos sino de destruir las infraestructuras locales de las organizaciones.
Rápidamente, la violencia alcanza niveles nunca vistos desde la Revolución
Mexicana (1910–1917). A los muertos de la guerra entre bandos armados se suman
las víctimas de las operaciones de represión lanzadas por las fuerzas federales.
A tres años del lanzamiento de la ofensiva, el balance de “la guerra contra el
narco” es aterrador: según distintas estimaciones realizadas por la prensa
mexicana (2), basadas en los escuetos datos proporcionados por la PGR, desde la
llegada al poder de Fox, en 2000, el número de muertes vinculadas a la
delincuencia organizada varía entre 11.000 y 17.000 personas. En 2008 murieron
unos 5.000 hombres entre sicarios, policías y militares. En lo que va de 2009 el
número de víctimas oscila entre 3.500 y 4.000 individuos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, la ofensiva lanzada por Calderón, aunque
permitió la detención de centenares de narcotraficantes, no parece haber
debilitado el aparato militar de las mafias. Peor, parece haber estimulado su
capacidad. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La “Familia michoacana” desafió directamente al
Presidente –originario de Michoacán– cometiendo hace diez meses un cruento
atentado contra la población civil en la capital de ese estado. En agosto de
este año, los clanes sinaloenses han amenazado públicamente de muerte al
Presidente. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Los grupos armados del narco han multiplicado en los
últimos meses ataques de tipo guerrillero contra el ejército y las fuerzas
policiales federales: ataques a cuarteles y comisarías; emboscadas a columnas de
la fuerza pública en carreteras y autopistas. Fieles a su formación paramilitar
e implementando técnicas de “guerra de baja intensidad”, han cometido atentados
de cariz netamente terrorista contra el ejército y la policía federal. Ocho
soldados aparecieron decapitados en el estado de Guerrero. El general Mauro
Enrique Tello Quiñones, responsable de la seguridad en Cancún, fue torturado y
asesinado en una carretera de Yucatán. Comandantes del Estado Mayor de la
Policía Federal han sido abatidos al regresar a su casa o tomando café en un
bar. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>“Manos limpias”, policía sucia</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El presidente Calderón ha movilizado a 40.000 militares
contra la delincuencia organizada en toda la geografía nacional, además de miles
de efectivos de la Policía Federal. Muchos de estos últimos son exmilitares. Y a
medida que ha ido aumentando la participación del ejército en la lucha contra el
narco, la cifra de desertores no ha cesado de incrementarse. Según la Secretaría
de la Defensa, 126.000 efectivos abandonaron la milicia durante el mandato de
Fox y 27.411 hicieron otro tanto de enero 2007 a mayo 2009 (3). Los servicios de
inteligencia del ejército y la policía federal han confirmado que una parte
significativa de esos desertores se integra a uno u otro de los grupos armados
del narco. Al punto que el gobierno está estudiando la posibilidad de crear
nuevas fuerzas especiales para combatir específicamente a los grupos dirigidos
por ex militares… </DIV>
<DIV align=justify><BR>El ejército mexicano puede también perder su alma en esta
guerra. Según fuentes de la propia institución, se han dado casos de ejecuciones
extra judiciales de sicarios o narcos detenidos por los comandos militares. Este
fenómeno parece ser una reacción al asesinato, en febrero pasado, del general
Tello Quiñones. Por otra parte, ONG especializadas han reportado violaciones
repetidas de derechos humanos en comunidades campesinas, particularmente en la
sierra del estado de Guerrero, región de fuerte concentración de plantíos de
marihuana. Así, un sordo rumor comienza a afectar la imagen de la única
institución que todavía goza de la confianza del pueblo mexicano. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El ejército está sin embargo condenado a seguir al frente
de la guerra, porque el Estado nacional no puede contar con su policía para
encarar a la delincuencia organizada. Desde hace varios meses, la PGR trata
desesperadamente de limpiar el ministerio público de elementos captados por el
narco. La operación “Manos limpias” ha dado ciertos resultados, pero todos los
días surgen nuevos casos de corrupción. Sobre la SFSP, que controla a la nueva
Policía Federal, pesan graves sospechas. Mediante mensajes en internet y
pasacalles colgados en las ciudades de los estados del norte, el cartel del
Golfo y el clan sinaloense de los Beltrán Leyva han acusado al entorno del
secretario federal de Seguridad Pública, Genaro García Luna, de encubrir a otra
organización sinaloense. En 2008, poco tiempo después de esas acusaciones, dos
altos comandantes de la SFSP fueron abatidos por sicarios del clan Beltrán
Leyva. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Más significativo aún: para desmantelar las estructuras
policiales de apoyo al narco en el interior del país, el ejército ha intervenido
y desarmado varias sedes policiales estatales y municipales en por lo menos 10
estados de la República. Centenares de policías corruptos han sido detenidos
pero, curiosamente, la fuerza pública ha tenido que repetir esos operativos en
varias ciudades, lo que da a entender que las redes criminales se reconstruyen
luego del paso del ejército. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Desde el final del sexenio de Ernesto Zedillo, en 2000,
todas las reformas orientadas a construir una policía limpia han fracasado.
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Lenta desagregación social</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>México está en vías de paramilitarización acelerada, sin
que el Estado pueda detener esta dinámica. El mundo de los partidos políticos no
escapa a esta lenta desagregación del tejido social. El PRI, que en épocas
pasadas demostró su disponibilidad para encubrir a las mafias, sigue en la
brecha en estados como Sonora, Tamaulipas, Chihuahua y el estado de México. Pero
desde la llegada de Vicente Fox al poder, el PAN ha evidenciado la misma
permeabilidad, en estados como Jalisco y Morelos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Faltaba comprobar la colusión de militantes del Partido
Revolucionario Democrático (PRD, izquierda), para completar este panorama
desolador. En 2009 el ejército y el ministerio público detuvieron a varios
alcaldes de ese partido en el estado de Michoacán. La secretaria de Seguridad
Pública de Leonel Godoy –el gobernador “perredista” del estado– también
trabajaba para “La Familia”... </DIV>
<DIV align=justify><BR>La corrupción del medio político ha llegado a tal punto,
que el director de los servicios de inteligencia (CISEN) de la Secretaría de
Gobernación, Guillermo Valdés, declaró en 2008 que los carteles amenazaban a las
instituciones democráticas y que existía un riesgo de “narcofiltración” en el
Congreso de la Unión. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En 2009, un observador privilegiado, el senador panista
Ramón Galindo, ex alcalde de Ciudad Juárez, urbe fronteriza con Estados Unidos,
afirmó que según sus cálculos, en el 60% de los gobiernos municipales del país
hay gente que trabaja para el crimen organizado. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El analista Carlos Flores expresa que “la clase política
en su conjunto no está dispuesta a promover las reformas necesarias para luchar
contra la corrupción y la delincuencia organizada: constituir una fiscalía
autónoma del poder federal, una policía comprometida con el Estado de Derecho y
no con los intereses propios de la institución, y acabar con los fueros
políticos para poder enjuiciar a alcaldes, diputados y gobernadores corruptos”
(4). </DIV>
<DIV align=justify><BR>Por último, la economía nacional tampoco escapa a la
influencia del narco. La delincuencia organizada mueve en México 19.000 millones
de dólares anuales, según cálculos de la revista Expansión basados en datos de
los gobiernos de México y de Estados Unidos. Se trata de una cifra comparable a
la de las remesas de los emigrantes y mayor al monto de divisas generado por el
turismo (5). </DIV>
<DIV align=justify><BR>La delincuencia saca provecho de la crisis del campo,
resultado de la importación masiva de productos agrícolas de Estados Unidos en
el marco del Tratado de Libre Comercio. En 2008 el Tribunal Agrario de la
Federación reveló que 30% de las tierras cultivables del país están dedicadas a
la producción de marihuana y amapola. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La grave recesión que afecta al país constituye además un
óptimo caldo de cultivo para el crecimiento de la delincuencia organizada.
¿Cuántos de los 700.000 mexicanos que han perdido su empleo en los últimos doce
meses serán tentados por los buenos ingresos ofrecidos por el narco? </DIV>
<DIV align=justify><BR>Last, but not least, el control creciente ejercido por el
narco sobre la sociedad pone en peligro la soberanía del país. Estados Unidos no
puede tolerar al sur de su frontera un Estado parcialmente controlado por mafias
narcotraficantes y bandas paramilitares. Barack Obama ha expresado claramente su
apoyo a “la guerra” del presidente Calderón. Pero también ha exigido que sus
propias agencias (DEA, FBI, Aduanas) puedan monitorear, en territorio mexicano,
el desempeño del ministerio público, la policía y el ejército. Y actuar, si
resulta necesario. Si la situación empeora, una hipótesis que no se puede
descartar: ¿Estados Unidos intervendrá más aun en México? <BR><BR>* Reportero y
realizador de documentales, hoy director de Le Monde diplomatique, edición para
México, Centroamérica y Estados
Unidos.<BR><BR><STRONG><U>Notas</U></STRONG><BR><BR>1) Jean–François Boyer, “La
guerra perdida contra las drogas”, Grijalbo, México, 2001.<BR>2) Los diarios
Reforma y El Universal publican regularmente balances de la “guerra contra el
narco”.<BR>3) Según información proporcionada por la Secretaría de la Defensa
Nacional (Sedena) a Milenio Televisión, México, 25–5–09<BR>4) Entrevista con
Carlos Flores, agosto de 2009<BR>5) </FONT><A
href="http://www.cnnexpansion.com/expansion/2009/07/17/narco–sa"><FONT
face=Arial
size=2>www.cnnexpansion.com/expansion/2009/07/17/narco–sa</FONT></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><FONT face=Arial><STRONG><FONT color=#800000
size=4>Correspondencia de Prensa</FONT><BR>boletin solidario de información -
edición internacional<BR></STRONG></FONT><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><FONT
face=Arial><STRONG>germain5@chasque.net</STRONG></FONT></A><BR><FONT
face=Arial><STRONG><FONT color=#800000 size=4>Agenda Radical - Colectivo
Militante</FONT><BR></STRONG></FONT><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><FONT
face=Arial><STRONG>Agendaradical@egrupos.net</STRONG></FONT></A><BR><FONT
face=Arial><STRONG>Gaboto 1305 - Teléf: (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</STRONG></FONT><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></BODY></HTML>