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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><EM>boletín solidario de información -
edición internacional</EM><BR><FONT color=#800000 size=5><U>Correspondencia de
Prensa</U><BR>Agenda Radical - Colectivo Militante</FONT><BR><U>24 de octubre
2009<BR></U>suscripciones y redacción: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Uruguay</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>El espejo
electoral...</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2><STRONG><FONT size=3>El populismo simbólico y lo
que se nos viene</FONT></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify></FONT><FONT face=Arial><STRONG>"Hermano, ha muerto una
esperanza"</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>A medida que el Frente Amplio
tradicional (alternativa ambigua al régimen burgués) se reconvierte a sí mismo y
pasa a ser sin ambigüedad un gestor del capitalismo, el sector político de
“intención revolucionaria” tanto dentro y fuera del FA deja prácticamente de
existir como alternativa política. Podríamos señalar muchos factores para ello,
pero hay uno que tiene que ver directamente con lo expuesto. El levantamiento de
una alternativa aparentemente “de izquierda” dentro del FA (candidatura de
Mujica) y además ahora como opción hegemónica, reduce drásticamente el espacio
político de esa izquierda de pretensión revolucionaria. Porque además, y este es
el gran tema, gran parte de ella no rompió a tiempo sus lazos ideológicos con el
populismo, no se preparó en nada para lo que venía.</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><FONT size=2><STRONG><FONT size=3>Fernando
Moyano *</FONT></STRONG><BR></FONT></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial
size=2><EM><STRONG></STRONG></EM></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial
size=2><EM><STRONG></STRONG></EM></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><EM>¿Quién hizo sonar
nuevamente<BR>el viejo tambor destemplado?<BR>¿Quién fue que arrimó los
barriles<BR>que aguantan el nuevo tablado?<BR>Rascá<BR>la cáscara.</EM><BR>Jorge
Lazaroff, Baile de máscaras<BR> <BR></FONT><FONT face=Arial size=2>En
Uruguay es usual hablar del “carnaval electoral” para referirse al espectáculo
mediático e incluso al ritual que regularmente aparece y moviliza las energías
de la sociedad. Desganada, escéptica, incluso indignada ante tanta mentira
descarada... pero la moviliza, captura su atención, logra renovar por un tiempo
más el crédito que la sociedad concede al sistema político metiendo de nuevo en
el paquete, refinanciando, las promesas incumplidas, aceptando ridículas excusas
para justificar los incumplimientos. En El país de la cola paja (1960) Mario
Benedetti señala que el humor irónico y cínico característico del uruguayo es
una forma de mostrar y mostrarse a sí mismo que no ha sido engañado, mientras
acepta ser engañado. De alguna forma el carnaval electoral renueva el mito del
“como si” del régimen político democrático burgués. Como si se discutiesen los
problemas del país, como si los integrantes de cada comparsa realmente creyesen
en la letra que recitan, como si hubiese habido un cambio desde el carnaval
pasado o si nos esperase otra cosa en el futuro que no sea un nuevo desfile de
carnaval. La competencia por la mejor forma de la representación desplaza a la
disputa sobre contenidos, porque al fin de cuentas todos sabemos que no hay
verdadero contenido.<BR> <BR>Representantes/representación. Como apunta
George Balandier en El poder en escenas, la representación del poder evidencia
el poder de la representación, exorciza la carga del conflicto social, la
evanece y trasfiere al escenario periódico murguero la rebeldía permitida y la
protesta social para que haga su catarsis. Luego todo podrá seguir igual un
tiempo más, pero nos habremos burlado de quienes se burlan de nosotros porque
como decía Machado: “cuando dos gitanos hablan / se mienten pero no se
engañan”.</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Es posible, si le creemos a Carlos Real de Azúa (ver por
ejemplo Uruguay, ¿una sociedad amortiguadora?, 1973), que la causa última de la
“democracia uruguaya” que tanto asombra al mundo sea la debilidad estructural de
base de los actores sociales, no más civilizados que sus similares en la
Latinoamérica convulsionada, pero que no les da el cuero para otra cosa. Ninguno
de los dos polos (burguesía/proletariado) tiene en Uruguay fuerza suficiente
como para un ataque frontal contra el otro: La “coexistencia pacífica”
democrática viene a ser un “plan B” dictado por esa debilidad que deriva de la
particular de la implantación del modo de producción capitalista (“capitalismo
sin sector I”) en esta formación social que nace ya como “estado tapón”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estas de 2009 son las elecciones al final del primer
período de gobierno de una fuerza de izquierda en toda la historia uruguaya: o
sea, ha llegado la hora de rendir dos cuentas diferentes. Del gobierno del
Frente Amplio ante la ciudadanía, y de la izquierda uruguaya ante sí
misma.<BR> <BR>“Hermano, no te vayas. Ha nacido una esperanza”, fue una de
las consignas del Frente Amplio en su fundación en 1971. El Uruguay es un país
de emigración. La débil implantación capitalista y su condición de periferia de
periferia ha encontrado también esa forma autodestructiva de amortizar el
conflicto social, motivando a salir además a los elementos más activos, mejor
preparados, e incluso más peligrosos de la clase trabajadora. El Frente Amplio
del 71 quería ofrecer una alternativa de esperanza para ese pueblo sin
esperanzas. La esperanza en un “cambio de estructuras” -según el lenguaje de los
’60- que permitiese atender a las necesidades más urgentes de los sectores
populares y abriese el camino hacia la construcción de una sociedad de justicia
e igualdad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Era un Frente que nacía con muchísimos defectos. Su
conducción mayoritaria se inclinaba a la conciliación de clases, su estrategia
buscaba un desarrollo capitalista que significase alguna mejora para los
explotados por medio de una alianza con una supuesta e inexistente “burguesía
nacional”, su táctica se centraba en la acumulación electoral, ofrecer al pueblo
una opción institucional que lo apartase de la tentación del levantamiento
violento. Pero pese a todo ello, estaba muy permeado por el medio en que crecía,
la combatividad de la militancia social, el espíritu de la época de la
Revolución Cubana y el Mayo Francés, la radicalización de los sectores
populares. De modo que su programa recogía medidas avanzadas que cuestionaban al
orden social imperante, y tenía una política antiimperialista.</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Qué ha quedado de esa esperanza fundacional? La salida
de la dictadura vio una izquierda en que la derrota había calado internamente, y
que se plantea abiertamente jugar el papel de co-gestor del capitalismo. La
transición no fue instantánea, duró aproximadamente dos décadas, y el viraje se
completó en el 2002 cuando se precipita la crisis financiero-bancaria. La
izquierda había crecido mucho en términos institucionales (40% del Parlamento,
Intendencia de Montevideo), y había rebajado más y más su programa político. En
ese momento la conducción frentista aprovecha para ofrecer garantías al poder
burgués conteniendo al movimiento popular y avalando la política del gobierno.
Sobrevino entonces el relevo y el gobierno de Tabaré Vázquez, que veremos más
detenidamente. ¿Y hoy?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Nuestra tesis es también que la parodia necesaria para la
renovación de los créditos políticos cobra hoy la forma de la representación de
un conflicto aparente entre “dos izquierdas” dentro del Frente Amplio, como si
hubiese una evolución interna de la izquierda en el poder. También aquí
podríamos traer a colación una imagen de otro cantautor uruguayo.<BR></DIV>
<DIV align=justify><EM>“Y todo así, siempre sucesivamente<BR>Cada sueño habría
las puertas del siguiente<BR>Como un espejo que refleja otro
espejo…”</EM><BR>Leo Masliah, Balada del Pocho Martínez<BR> <BR>Esa Balada
termina con una “tragedia graciosa”, el Pocho Martínez demora tanto en despertar
de sus sucesivos sueños que cuando al final despierta del todo entra en el
“sueño definitivo”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por último, resulta especialmente doloroso hablar hoy
desde un país que en su momento tuvo un pensamiento social rico y creativo, y
que hoy muestra un panorama tan desolador en ese rubro. Es otra de las cosas que
han resultado de la sucesión dictadura militar –> neoliberalismo
“democrático” –> izquierda en el gobierno.<BR> <BR><STRONG>El
pensamiento miserable</STRONG><BR> <BR>La escena política tiene hoy la
virtud de desnudar la involución ideológica y cultural de las últimas décadas,
no solo en el ambiente político, también en el pensamiento popular y en los
“cientistas sociales”. Esto puede verse si tratamos de abordar ese problema
teórico que se conoce en el marxismo como “el papel del individuo en la
Historia”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Decíamos hace diez años en Alfaguara Nº 22 (“Mejores
caciques eran los indios”):</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los partidos de izquierda histórica de este país se
denominaron a sí mismos “partidos de ideas” diferenciándose de los partidos
tradicionales que han sido en su fundación -y siguen siendo- partidos de
caudillos. Hemos rechazado siempre la esencia y estilo de organizar una
corriente política a partir de un liderazgo personal, reivindicando por el
contrario que las corrientes políticas son primero corrientes de ideas y
acciones colectivas, y los liderazgos son secundarios, incluso prescindibles.
</DIV>
<DIV align=justify>Dentro de las tradiciones políticas y culturales ha sido
siempre el pensamiento conservador y reaccionario el que ha sobredimensionado el
papel de los líderes, el verticalismo, la disciplina, la unidad monolítica, el
acatamiento. Y el pensamiento progresista en su acepción más amplia, es el que
ha privilegiado la igualdad, los vínculos horizontales, la libertad de disenso,
el respeto a las minorías, la pluralidad. Quienes en la vida política hacen
pasar todo por caciques, conflicto entre caciques, elección de caciques, son los
reaccionarios. Los progresistas siempre estuvimos con los indios<BR></DIV>
<DIV align=justify>Nada más lejos de eso que esta “izquierda” y esta “ciencia
social” de hoy que solo piensa en caciques. El marco conceptual implícito en
todos los seguimientos de la campaña electoral y en toda la conducta partidaria
es el pensamiento social reaccionario que además se ha naturalizado, se lo da
por evidente. No hay nada más que la disputa entre los candidatos en tanto
tales.<BR></DIV>
<DIV align=justify>Para los “analistas políticos” ya no hay por qués ni para
qués, en vez de análisis y relación causal hay tautología y descripción. Ya no
emulan al comentarista deportivo, ni siquiera al relator, sino al panel
electrónico del Estadio: se limitan a anunciar los tantos, y que los tantos se
expliquen por sí mismos. Miseria de la filosofía señaló Marx una vez. Hoy
podemos agregar varias “ías” de pensamiento miserable. <BR></DIV>
<DIV align=justify>Pero en esta mente en blanco hay un pensamiento implícito, la
vuelta a la interpretación carlyliana de la historia (Thomas Carlyle, Los
héroes) como sucesión de “grandes hombres”, o peor, a la historia
palaciega, sucesión de reyes, y si hay guerras es porque varios quieren ser rey
al mismo tiempo.<BR></DIV>
<DIV align=justify>Pero lo que realmente importa es que esta forma de pensar es
manifestación de una involución política y cultural, síntoma a su vez de la
decadencia y el colapso intelectual y moral de la vieja izquierda. Porque la
izquierda de los sesenta-setenta, que supo tener un proyecto histórico
explícito, vino acompañada de un pensamiento social muy diferente.<BR></DIV>
<DIV align=justify>Esta decadencia conceptual abarca a muchos. Veamos por
ejemplo Raúl Zibechi en “La mimetización de la izquierda” (La Jornada,
19/12/08), cuando acababa de ocurrir el Congreso del Frente Amplio (diciembre de
2008) que proclamó la candidatura del ex–guerrillero José Mujica dejando en
tercer lugar al ex–ministro de Economía del gobierno de Tabaré Vázquez, Danilo
Astori, que supuestamente debería ser el delfín designado por el dedo
presidencial.</DIV>
<DIV align=justify><BR>... se trata de dos concepciones opuestas que dividen a
la izquierda. Quienes defienden una fuerza integrada por militantes y comités de
base... básicamente tupamaros y comunistas, [y... ] quienes apuestan al votante
anónimo como sujeto de la política... Los primeros se sitúan más a la izquierda,
representan a los sectores populares y a los trabajadores manuales... El sector
más socialdemócrata recluta sus seguidores entre las clases medias y los
empresarios.... Hasta ahora, ambas culturas pudieron convivir en gran medida
gracias al carisma de Vázquez...</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esto es lo más que podemos encontrar en materia de
análisis político hoy día. Y llama la atención cuando recordamos que Raúl
Zibechi es un verdadero investigador social que analizó el papel del Partido
Comunista Uruguayo no como “representante” de los trabajadores sino como su
regimentador político dentro del marco capitalista. Este fue un planteo muy
marcado en su producción anterior (por ejemplo La mirada horizontal).
También es cierto que hay allí sí una continuidad en su pensamiento al ver a la
concepción organizacional como madre y no hija de la política concreta; en este
caso parecería ser que la contradicción básica es entre dos formas partidarias
distintas. Sin embargo también en eso las cosas han cambiado. Antes para Zibechi
la revolución social partía de una concepción organizacional autonomista
inspirada en el Zapatismo (Los arroyos cuando bajan). Pero como nada de eso hay
ya en escena él también debe tomar un Plan B, y lo que era su bestia negra, el
verticalismo de corte estalinista que reproduce el poder burgués, aparece allí
siendo hoy lo menos malo frente a lo peor, la izquierda tecnocrática asimilada.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero sigue sin haber una explicación de por qué pasó
esto. Hemos traído a cuento este pasaje porque como dijimos, queda allí aún un
resabio de análisis, y además para empezar por la perla de ese texto: “el
carisma de Tabaré Vázquez”. Es un ejemplo de pensamiento escénico o
impresionista, tomar lo aparente por real. Aún si fuese cierto, ¿por qué ese
“carisma” ya no existe y Tabaré es hoy un muerto político? </DIV>
<DIV align=justify><BR>Vamos a ver el misterio de la “magia” de la corta
monarquía del cacique Tabaré partiendo de su base material: la teta del Estado y
la administración de su ordeñe. Porque, como dice Le Corbusier: “Hay que decir
siempre lo que se ve. Pero sobre todo siempre hay que (y eso ya es más difícil)
ver lo que se ve”.<BR> <BR><STRONG>Tabaré Vázquez y la burocracia
frentista</STRONG><BR> <BR>Hablemos entonces de ese tema que no existe: el
carisma de Tabaré Vázquez. Hace algún tiempo se publicaron unos cuantos libros
sobre él, pero todos sabemos que Tabaré Vázquez no existe. Lo que queremos decir
es que en general no existen los dirigentes políticos, menos en Uruguay hoy, en
el sentido de que no son el deus ex machina de la política. Las cabezas
políticas visibles son casi siempre fabricadas por las agencias de maquillaje y
escenografía de la política, redactores de discursos, asesores de imagen,
directores de campaña y recaudadores. Y todo ese dispositivo depende de fuentes
de financiación, centros de decisión, negociación, intermediación y usinas de
ideas, que remiten siempre a un lugar social: la lucha de clases. Lo que importa
entonces es mirar esa “fábrica de dirigentes”. Los dirigentes son la forma
antropomórfica en que se presentan los sectores sociales en disputa en la escena
política, donde, como decía El Principito, “lo esencial es invisible a los
ojos”. Tabaré no existe, fue inventado. </DIV>
<DIV align=justify><BR>¿A qué sector social responde? Nuestro planteo es que
Tabaré Vázquez es una figura puesta allí por la burocracia política frentista,
que es una versión actualizada de la burocracia político-estatal de este país,
que nunca fue un estamento social autónomo y autodefinido, una clase social en
sentido estricto, sino un estamento de gestión del poder por cuenta de otro
sector social, un dispositivo funcional diferenciado en la lucha de clases
porque y en cuanto ha sido necesario disponer de un actor de presentación
–”frente” también en sentido de fachada- y administración. Les ha sido
necesario. A las clases sociales dominantes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Vamos a desarrollar este concepto. Pero primero prestemos
atención al Frente Amplio como fenómeno social. Demos un vistazo a los Comités
de Base de la periferia de Montevideo. Comenzando por aclarar algo acerca de
eso. Cuando el Frente Amplio nació a principios de los setenta, nacieron casi
espontáneamente los Comités de Base. El Frente siempre fue algo más que un
simple frente político entre distintos partidos al estilo de los frentes
populares, se aproximó más a aquello que la Tercera Internacional de los
primeros congresos llamó frente único por la base. Los comités de base fueron
organismos de base comunes a toda la coalición política, que además de “mezclar”
las bases de sus distintos partidos constitutivos incluía además a una gran
masa, incluso mayoritaria en muchos momentos, de militantes no sectorizados que
no pertenecían a ninguno de ellos, los llamados “independientes” o
“frenteamplistas de a pie”. Esa particularidad dio al Frente Amplio una riqueza
política singular que permitió retener abajo una parte del poder de decisión, no
mucha. Pues bien, ese fenómeno ya no existe. Cuando Zibechi se refiere a esa red
de comités de base como parte de un modelo organizativo específico (en pugna con
otro), está hablando en todo caso del pasado, de un tipo organizativo que ha
sido desplazado por otro, una pugna ya resuelta. Porque hoy los comités se han
reducido, secado y perdido toda autonomía y poder de decisión que, aún parcial,
alguna vez tuvieron.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pese a lo cual, sirve visitarlos hoy tal como existen, de
la misma forma en que se analiza un fósil para comprender al organismo vivo.
Veremos allí una población de pobrerío. Trabajadores humildes, amas de casa,
jubilados, cuentapropistas. Los cargos son ocupados por gente un poco más
estable, empleados públicos o estudiantes. En la Coordinadora encima del Comité
encontramos algún pequeño comerciante, profesionales, funcionarios de carrera. A
medida que subamos por el aparato subiremos también en la escala social
hacia los sectores medios, que están imbricados con el estado. En un país de
pobre desarrollo capitalista toda la actividad económica importante y los
servicios giran en torno al Estado, dependen o son ejercidos directamente por
éste.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El Frente Amplio es un fenómeno clasista complejo, tiene
dos bases sociales. Su base social electoral y de referencia es el pobrerío del
país, los trabajadores asalariados, trabajadores independientes, desocupados.
Pero la base social de su aparato político son los sectores medios que tienen su
centro en una articulación entre la pequeño-burguesía y la burocracia estatal,
fenómeno corriente en el capitalismo moderno pero que en Uruguay es primordial
por esa forma particular de implantación del capitalismo en nuestra formación
social a la que hicimos referencia, que determina el papel tutelar del
estado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No siempre fue así. En sus orígenes el Frente no tuvo
amplio predicamento en el pobrerío. Lo tenía sí entre los trabajadores
organizados (una parte de los trabajadores, ya que en Uruguay el nivel de
sindicalización es bajo), los modernos sectores medios y la intelectualidad. La
transformación del Frente en un fenómeno popular es reciente (unos quince años)
y va acompañada de una transformación interna de reflejo: el populismo. Estamos
hablando de “populismo” en un sentido muy lavado y tenue si lo hacemos en
términos de América Latina, donde ese término tiene una historia muy fuerte:
Pero con eso alcanza para aterrorizar al pensamiento liberal burgués, que
también es el pensamiento de la misma izquierda socialdemócrata frenteamplista.
Por eso la interna frentista vive el populismo con una relación amor-odio.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Veremos ahora el tema de la burocracia político-estatal
de gestión. En nuestra historia ha habido tres estamentos sucesivos de gestión
político-estatal capitalista, tres versiones de “clase política”. En el Siglo
XIX fue el “patriciado”, que era un estamento derivado de sectores pobres de
terratenientes que se diferencia para la administración política y cultural del
país. En el Siglo XX fue la burocracia batllista (constituida en el ciclo de
José Batlle y Ordóñez), un sector que imbrica burocracia estatal, profesionales,
intelectuales, sectores de burguesía media y agentes del capital. El batllismo
formó un “colchón” de sectores medios y un aparato estatal hipertrofiado para
compensar la debilidad de la burguesía uruguaya. Ese conglomerado social dio una
impronta ideológica y cultural al país y tuvo su expresión político-partidaria
en un partido monopólico clientelístico (el Partido Colorado, que venía de antes
pero fue fuertemente modificado por Batlle y Ordóñez) que desarrolla “punteros”
políticos hacia los sectores populares (el “Club Político” de Batlle y Ordóñez).
Ahora, el Siglo XXI ve nacer un nuevo formato de clase política. Al comenzar el
siglo termina de colapsar el centro del sistema batllista por la crisis de la
política neoliberal que lo arrastra: En ese momento son los punteros
socialdemócratas quienes heredan la función de sus precedentes batllistas, y
reproducen de afuera hacia adentro un aparato político similar. La burocracia
político-partidaria previa de la izquierda, la burocracia sindical, la
burocracia cultural, la pequeño-burguesía de las profesiones liberales y los
negocios para-estatales, las ONGs, los funcionarios de medios de comunicación,
todo un magma burocrático y pequeño-burgués (que cumplía la función de sostener
una política reformista de base popular que actuase dentro de los marcos del
“estado de bienestar” de tipo batllista) , se ha visto a partir de la crisis del
2002 como el mayordomo que debe administrar la casa del amo mientras éste está
enfermo. Por supuesto que no se inclinó en esa emergencia por alentar la
rebeldía popular, por contrario se ocupó de contenerla y dar pruebas de su
“responsabilidad” ante las clases dominantes, en ese momento en que el aparato
político de representación tradicional de esas clases (los partidos burgueses
tradicionales Colorado y Nacional) podía quedar desbordado. Así se propició el
relevo pacífico de 2004 que llevó al gobierno de Tabaré Vázquez.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esa es la burocracia frentista en sentido histórico,
producto de la llegada del Frente al gobierno, y también en sentido funcional,
porque es frente o fachada del poder burgués ante la sociedad y sectores
populares.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En la dualidad social frenteamplista señalada hay dos
conglomerados sociales con necesidades programáticas divergentes. Si queremos
entender al Frente debemos entender esa realidad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para los sectores populares la necesidad es subvertir y
superar el modo capitalista de producción. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Para los sectores medios importa el aprovechamiento de
los espacios de intermediación y pequeña gestión que puedan desarrollarse dentro
del propio sistema en tanto tenga continuidad y no colapse. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Un interés revolucionario de los que no tienen nada para
perder, y un interés contrarrevolucionario de los que tienen todo para perder.
Cómo se imbricaron la derrota de unos y el oportunismo de otros, y cómo se montó
en esa coyuntura el proyecto de gobierno frentista y Tabaré como vocero de ese
sector social es algo que analizaremos recurriendo a ese pensamiento social que
una vez tuvo tener este país. La figura intelectual a la que nos referimos más
arriba, Carlos Real de Azúa, nos aportará parte de ese marco
conceptual.<BR> <BR><STRONG>El aparato del estado como botín
político</STRONG><BR> <BR>Nos hemos ocupado de presentar este tema
complejo, donde la pérdida de hábitos de cultura política nos obliga a muchas
explicaciones de conceptos. El significado político-social del primer gobierno
frenteamplista y la era de Tabaré, la burocracia frentista y sus relaciones
sociales externas e internas. Entremos a detallar su contenido.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Situémonos en la víspera de la llegada del Frente al
gobierno, al completarse la transición del partido de la alternativa al partido
de la alternancia. Tabaré fue el instrumento del proyecto político de un
estamento social, una versión actualizada de la burocracia político-estatal de
administración y presentación (front-end) del poder burgués. Esa versión
se vehiculiza y se termina de construir a partir de ese proyecto político de
gobierno. Para ello necesitó vender y que le comprasen tres productos políticos
que formaban un paquete:</DIV>
<DIV align=justify><BR>1. A los sectores populares subalternos, imponer la idea
de que es preferible abandonar los proyectos de transformación radical en favor
del cambio mínimo (ni siquiera el cambio “posible” sino absolutamente mínimo)
que no “desestabilice” el sistema capitalista, y de que si se intentase otra
cosa serían ellos, los sectores populares subalternos, los que llevarían las de
perder.</DIV>
<DIV align=justify><BR>2. Al bloque dominante, ofrecer una forma de control
social más efectiva y eficiente que el modelo puramente represor y confrontativo
del estilo político burgués tradicional: hay momentos delicados de la lucha de
clases en que eso hubiese sido como querer apagar un incendio con nafta.
Entonces, mejor controlar a la tribu desde adentro que seguir barriendo
indios.</DIV>
<DIV align=justify><BR>3. Y hacia adentro, hacia todo ese conglomerado
burocrático y pequeño-burgués al que hicimos referencia, un disciplinamiento
mínimo que supere las disputas internas y los problemas de “hambre atrasada”. Un
padre de familia que reparta y ponga orden.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Era necesario además que tales productos fuesen comprados
por esos tres clientes y los tres a la vez, para que la operación fuese posible.
Comencemos por el último punto.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En un país de pobre desarrollo capitalista hay pocas
posibilidades de empleo en la actividad privada para profesionales, técnicos,
administradores; menos aún con recesión. Para esos sectores, apoderarse de
la plantilla del estado es cuestión de vida o muerte. Sus intereses tienen un
cierto grado de contradicción con la burguesía, que siempre quiere menos
impuestos, abatir el gasto público, y más espacio para la empresa privada.
Otro punto de fricción es su necesidad de construir una estructura
asistencialista como aparato de control político y clientelístico sobre los
sectores subalternos. Es por ello que la política frenteamplista, haciendo
hincapié en esa fricción, presentó una apariencia socialdemócrata tenue, o
social-liberal, que le permitió distinguirse del proyecto político crudamente
neoliberal precedente de los partidos Colorado y Nacional. Pero además se
necesitaba un control monopólico de la canilla presupuestal para contener las
luchas internas. El gran jefe Tabaré y su brujo Danilo fueron el precio que la
burocracia frentista estuvo dispuesta a bancar… por algún tiempo. Esa necesidad
de una jefatura bonapartista explica el fenómeno de un “culto a la personalidad
sin personalidad” hacia una persona tan mediocre y deslucida como Tabaré
Vázquez, que para algunos es “carisma”. La clave de la jefatura autoritaria de
Tabaré es simple: alguien tenía que tener la llave de la caja. Esa autoridad era
muy importante para llegar, una vez arriba ya no lo es tanto y se puede abrir el
juego. Costó un tiempo liberarse de ella, no por la gran habilidad política de
Tabaré sino por lo contrario: su estrechez mental, su avaricia de poder y ser el
primer creyente del culto a él. Pero el tiempo institucional le dio el tiro de
gracia. Durante el primer tiempo de su gobierno Tabaré logró retener un control
muy firme. Incluso hubo un intento de proclamar su reelección, pero en las
condiciones de Uruguay eso era totalmente imposible. Cuando la necesidad de la
sucesión se avizora, todo el aparato frentista le da la espalda. Esto es lo que
tenemos para decir sobre el “carisma” de Tabaré y su agotamiento en el escenario
interno del Frente Amplio.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Veamos ahora el afuera, su relación con los sectores
populares subalternos. Para poder montar sobre la derrota sufrida por estos
sectores una rendición disfrazada de triunfo (que es la realidad del gobierno de
Frente Amplio) era necesario teñir el discurso reformista socialdemócrata
de la izquierda con un matiz populista, al mismo tiempo que se lo desteñía más
aún de contenido reformista. Como no se podía levantar un proyecto de
transformación como mito movilizador, se optó por otra cosa. Se invistió a
Tabaré con el rol de líder mágico, único capaz de conseguir el milagro del
triunfo de la izquierda. El acceso al gobierno de la izquierda ya asimilada al
poder fue un simple acto de recambio mecánico del staff superior de la
administración manteniendo las mismas políticas, pero fue vestido de dramatismo
representando un conflicto aparente, como si fuese un “hito” de nuestra
historia. Lo fue, pero en el sentido de representación dramática de lo que
“podría haber sido” y no en el sentido de realidad. Y como toda ilusión, puede
ser vendida porque alguien desea comprarla. El deseo de los sectores populares
tuvo aquí una satisfacción simbólica en vez de la satisfacción real. Esto fue
posible porque la derrota de nuestra clase obrera ha sido muy profunda y
extendida. De la misma forma en que se habían vaciado los comités
frenteamplistas, también estaba en retroceso el grado de sindicalización, y más
aún el de participación efectiva en los sindicatos. Y junto con esto hubo una
serie de derrotas sucesivas, se profundizó el desmantelamiento industrial por la
entrada de Uruguay en el Mercosur, etc. Es sobre esta derrota que se justificó
el cambio mínimo, y se le dio el dramatismo de la representación de un cambio
trascendental.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cumplida la tarea, el hombre a cargo pagará el costo.
Olvidarlo, votarle todo en contra, humillar al sucesor que quiso imponer
(“cuándo manyés que a tu lado se prueban la ropa que vas a dejar…”). Dado
que Tabaré se hizo cargo, porque para eso estaba, del abandono desfachatado de
todo el contenido transformador del programa de la izquierda histórica, no podía
esperar otra cosa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La clave para del ciclo de Tabaré es también la clave de
su sucesión. No será la continuidad del gran jefe ni su recambio por el brujo,
sino por el bufón de la corte, el que cumplía el rol de la rebeldía permitida
dentro de la misma escena. Este es el papel que cumplió José Mujica durante toda
la primer parte del gobierno de Tabaré, hasta que se lo llama a cumplir otro
rol.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El populismo pasa de matiz a tono dominante, para seguir
cumpliendo la misma función de catarsis de la rebeldía de los sectores
populares. Llamaremos a esto populismo simbólico, para diferenciarlo de los
populismos reales de la historia de América Latina, porque aquí, con tan poco
pan para dar, no queda otra que dar más circo. Un estilo político que privilegia
el reparto de bienes simbólicos, a diferencia de las políticas socialdemócratas
o keynesianas que se ocuparon del reparto de bienes reales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero antes de desarrollar este tema, debemos concluir con
el balance de este primer período de gobierno del Frente
Amplio.<BR> <BR><STRONG>El espejo electoral</STRONG><BR> <BR>El 28 de
junio ocurrieron las elecciones internas simultáneas para elección de candidatos
en todos los partidos políticos. A diferencia de las elecciones generales de
octubre / noviembre, estas son de voto voluntario.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hagamos un resumen de las cifras electorales agrupadas en
“familias ideológicas”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Frente
Amplio 40.4%<BR>Derecha
tradicional (P. Nacional, Colorado e
Independiente)
57.2%<BR>Izquierda extra-frentista (Asamblea Popular, P. Trabadores,
Comuna)
0.4%<BR>Voto en blanco +
anulado 1.9%</DIV>
<DIV align=justify><BR>En realidad debemos agrupar estas dos últimas en una
única de posible “voto alternativo” que agrupa por lo tanto un 2.3%. El voto
voluntario es de un 44.5% del padrón electoral, o sea hubo abstención del 55.5%.
Debemos destacar que ese pequeño voto en blanco y anulado de 2% del total de los
votos voluntarios emitidos, apenas un 1% del padrón electoral, es en este caso
un voto militante.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Comparemos con las encuestas previas de intención de
voto. Evaluar los pronósticos con el diario del lunes en la mano es complicado
pero pueden señalarse dos cosas gruesas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A) Todas las encuestas sucesivas en los meses previos
preveían una votación superior al 50%. Pero sea respecto de esta previsión o de
las elecciones internas precedentes de hace 5 y 10 años, hay una retracción del
voto.</DIV>
<DIV align=justify><BR>B) Si agrupamos también las cifras de las encuestas en
“familias ideológicas, mostraron durante meses una oscilación en la que el FA
superaba al conjunto de la oposición, o era superado por ella, en un punto o
dos. Esta situación se mantuvo con gran estabilidad. Asumamos que el electorado
nacional se parte en dos mitades más o menos iguales, el posible electorado
frenteamplista, el posible electorado de la derecha burguesa tradicional, 50 y
50. Los elementos marginales existen pero no alteran esa distribución gruesa. Si
comparamos las cifras esperables con las cifras efectivas resultantes vemos que
no hay una “retracción” en general, lo que hay es una retracción del voto
frenteamplista. Y es muy grande, del orden del 30% del voto frenteamplista
esperable. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Si la gente se hubiese comportado como decían las
encuestas, más o menos medio país se quedaría en su casa, el otro medio iría a
votar y se repartiría en dos mitades entre derechistas y frenteamplistas. Si
todos los derechistas fueron a votar, al FA le faltaron para igualar a la
derecha algo parecido a la votación de Astori, estamos hablando de algo grande.
(El FA presenta tres posibles candidatos que quedan ordenados así: Mujica,
Astori, Carámbula).</DIV>
<DIV align=justify><BR>En las cifras de las encuestas previas el FA conserva el
50% del electorado que alcanzó en 2004, lo que vemos en el voto efectivo en las
internas es que se debilita la adhesión. No es razonable pensar que este voto se
haya perdido definitivamente porque no se percibe la contrapartida de un
verdadero fortalecimiento de los partidos de la derecha tradicional burguesa ni
en presencia política ni en cifras que son similares a la interna de 2004.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los “politólogos” uruguayos lo explican por falta de
interés en una interna ya decidida. ¿Por qué entonces en internas que estaban
mucho más claramente decididas, en 1999 y 2004, tuvo el FA una votación mayor?
Es porque era un voto militante, en aquel momento se sentía la necesidad de
expresar aquello de “Soy del Frente”. Hoy ya no.</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Qué ha pasado, entonces? Dice Luis Eduardo González: “El
gobierno del Frente rompió una esperanza… en el cambio de 2004… la gente tenía …
muchas esperanzas. Se rompió la imagen de que había una diferencia cualitativa
profunda” entre el Frente y el y los viejos partidos de la derecha tradicional
(El País, 05/07, subrayado por nosotros). González señala que pese a que Tabaré
hablaba de que no se esperasen cambios rápidos, esa cosa puntual en medio de una
campaña no podía revertir el discurso tradicional frenteamplista de 30 años de
que los cambios profundos son posibles, que la traba principal es política, que
el responsable de ella son los partidos tradicionales, y que el mecanismo hábil
para removerla es el voto. La retracción frenteamplista es, en primer lugar,
resultado de una falta de motivación, de un desencanto. Porque ese discurso o no
era cierto (en todo o en parte), o lo era y fue
traicionado.<BR> <BR>Partido de votantes, aparato de funcionarios. Los
politólogos no han señalado el otro factor. Como ya dijimos, las dos formas
organizativas de las que habla Zibechi no son formas enfrentadas en el presente
sino estados sucesivos. Para poder llevar adelante su viraje programático y
político la cúpula frenteamplista hizo un desmantelamiento sistemático, paso a
paso y durante años, de la estructura militante, los Comités de Base, para
escapar a su control y tener las manos libres. El Frente, de organización de
activistas políticos que opinaban (aunque con capacidad de decisión acotada) y
participaban e influían desde abajo en la formación de la opinión pasó a ser una
masa de votantes pasivos con un pequeño casco de militantes aparato, dirigido
por una cúpula, y con comunicación puramente mediática. Al adoptar la
metodología de cualquier partido burgués, la merma del voto frenteamplista
refleja la destrucción de su capacidad política, un crimen con premeditación y
alevosía cometido desde arriba contra la vanguardia de nuestra clase trabajadora
porque la desarma frente a la nueva embestida reaccionaria, la desmoviliza y
desmoraliza.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En los números, y coherentes con nuestra hipótesis,
supondremos que el Frente se recuperará de aquí a octubre-noviembre. El peligro
del retorno de la derecha tradicional burguesa (que además no es un rival tan
difícil porque no ha logrado renovarse y difícilmente lo haga a corto plazo por
la debilidad estructural de su base social) hará que esa vanguardia de nuestra
clase trabajadora, aún desmovilizada y desmoralizada, aún sabiéndose
traicionada, prefiera no cobrarse todavía esa cuenta con tal de impedir el mal
mayor.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Eso profundizará y consolidará el viraje reaccionario de la
cúpula frenteamplista y la transformación del Frente en un partido de estilo
burgués. Aunque no compartamos el premiar con el voto a los responsables de esta
destrucción, en los números no es esperable otra cosa. No es el tema de este
trabajo y no nos detendremos ni en las expresiones electorales de la izquierda
extra frenteamplista ni en el voto en blanco y/o anulado, pero el lector puede
ver claramente que no van a incidir en este proceso electoral. Además vemos que
la izquierda que concurre a elecciones es apenas la sexta parte del voto
“alternativo”. Un fracaso muy claro.<BR> <BR><STRONG>El populismo simbólico
y lo que se nos viene</STRONG><BR> <BR>En la historia de América Latina el
populismo es un fenómeno que expresa conflictos llevados adelante por los
sectores populares y que logran ser mantenidos dentro del marco capitalista en
virtud de: a) una política redistributiva relativamente amplia; b) una
movilización controlada de esos sectores a partir del aparato estatal y en forma
vertical. Lo que aquí llamamos “populismo simbólico” es un estilo político
populista pero sin el contenido distributivo del viejo populismo, sin
movilización social.<BR>No hay hoy en Uruguay un proyecto burgués nacional
expansivo sino un proyecto burgués exangüe y agotado, al que este populismo
simbólico está ayudando a sobrevivir. Una de las características señaladas como
invariables de la historia uruguaya por Real de Azúa es la de una clase
dominante relativamente débil, junto con los rasgos de lo que generalmente se
llama “estado tapón”. Es esa condición la que hizo necesaria la hipertrofia del
aparato estatal del batllismo. Si esto era así en las coyunturas de relativa
debilidad de las estructuras de dependencia (capacidad de maniobra para el país
y magro botín para el imperialismo) mayor debilidad relativa tiene hoy nuestra
burguesía en las condiciones actuales de reforzamiento de la dependencia y mayor
rapacidad imperialista. Ya no hay margen redistributivo posible, la
participación de los trabajadores en el producto es del 23%, mucho más bajo que
en los países vecinos, en contraste con aquella situación histórica del “estado
de bienestar de enclave periférico” que tuvo Uruguay. En cuanto al nivel de
movilización y participación popular, como ya lo explicamos, ha sido
desmantelado.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>La candidatura de este supuesto ex-guerrillero (aún aceptando
el exceso de lenguaje de llamar guerrilla a la incipiente lucha armada en el
Uruguay de los sesenta, también en términos comparativos con los países
vecinos), este candidato “desprolijo” y mal entrazado, representa la apariencia
del conflicto social. Es una redistribución de bienes simbólicos en vez de
bienes reales, una ilusión de “vuelco a la izquierda”, montaje de un aparente
“segundo período más a la izquierda” para el Frente Amplio (comparado con el
gobierno claramente continuista de Tabaré-Astori). Es solo aparente, pero cumple
su función de control y es una forma novedosa de la “amortización del conflicto
social” de que habla Real de Azúa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No por ello deja de expresar una polarización social
frente a su competidor netamente neoliberal y conservador Lacalle. Pero no por
los personajes en sí mismos, sino por el agravamiento real de la penuria de
nuestro pueblo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Y además por la crisis que se avizora. El gobierno de
Tabaré-Astori ha tirado para adelante la pelota de la deuda externa con la
colocación de bonos que comprometen al país por 30 años. El nuevo auge
agro-exportador ha sido por precios favorables coyunturales y no por crecimiento
productivo. El descenso de la edad de faena siguiendo servilmente la demanda del
mercado mundial de carne ha mermado peligrosamente la cantidad de vientres con
un peligro para la exportación futura. También podemos mencionar las graves
consecuencias del modelo forestal, etc. El país se ha hecho más débil y
vulnerable en términos de economía material y estratégica por más que Astori
señale “fortalezas” en términos financieros muy inmediatistas, que ya sabemos
que tan poco aguantan cuando las papas pelan.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A esta polarización social real se suma el ajedrez de la
política. La debilidad coyuntural de los sectores burgueses encima de su
debilidad estructural no ha permitido la recuperación política de sus
expresiones orgánicas más clásicas, los partidos de la derecha tradicional. Tal
vez la burguesía esté más expuesta en un gobierno de Lacalle que en uno de
Mujica.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es probable, entonces, que el Frente tenga un segundo
período, que lejos de ser un gobierno “tipo Chávez” será un nuevo y mayor
deschave. Pero el voto desencantado de la gente, el voto instrumental y
meramente táctico, muy parecido a nuestro propio voto crítico en elecciones
anteriores, difícilmente venga con el disciplinamiento y el crédito que cimentó
la “primavera” de Tabaré Vázquez. Sin embargo, con eso solo no alcanza.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No podemos dejar de mencionar en este cuadro, aunque sea
un tema en el que no podemos entrar aquí, a la situación de la llamada
“izquierda radical” y su decadencia continua en todo este período. A medida que
el Frente Amplio tradicional (alternativa ambigua al régimen burgués) se
reconvierte a sí mismo y pasa a ser sin ambigüedad un gestor del capitalismo, el
sector político de “intención revolucionaria” tanto dentro y fuera del FA deja
prácticamente de existir como alternativa política. Podríamos señalar muchos
factores para ello, pero hay uno que tiene que ver directamente con lo expuesto.
El levantamiento de una alternativa aparentemente “de izquierda” dentro del FA y
además ahora como opción hegemónica, reduce drásticamente el espacio político de
esa izquierda de pretensión revolucionaria. Porque además, y este es el gran
tema, gran parte de ella no rompió a tiempo sus lazos ideológicos con el
populismo, no se preparó en nada para lo que venía.<BR></DIV>
<DIV align=justify>Lo que se ve en el horizonte es un posible nuevo ciclo de
ofensiva reaccionaria fuerte en América Latina. Uruguay está muy mal preparado
para eso. Porque como dice Leo Masliah: “y mientras tanto corrían las
estaciones”.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* Militante de la izquierda radical, integró el consejo
editorial de la revista Alfaguara. </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=3><FONT color=#800000
size=4>Correspondencia de Prensa</FONT><BR>boletin solidario de información -
edición internacional<BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=3>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT size=3><FONT
color=#800000 size=4>Agenda Radical - Colectivo
Militante</FONT><BR></FONT></STRONG><A
href="mailto:Agendaradical@egrupos.net"><STRONG><FONT
size=3>Agendaradical@egrupos.net</FONT></STRONG></A><BR><STRONG><FONT
size=3>Gaboto 1305 - Teléf: (5982) 4003298 - Montevideo -
Uruguay</FONT></STRONG><BR></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>