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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><EM><U>boletín solidario de
información</U></EM><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><U>9 de noviembre 2009</U><BR><FONT color=#800000>Edición
Internacional de Agenda Radical</FONT><BR><U>Colectivo Militante</U><BR>Gaboto
1305 - Teléfono 4003298 - Montevideo - Uruguay<BR>redacción y suscripciones:
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size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></FONT></DIV><FONT face=Arial
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<DIV align=justify><BR><BR><STRONG><FONT size=3>Haití<BR><BR>Cite Soleil, la
villa más pobre de Haití, el país más pobre de América Latina<BR><BR>Tierra del
hambre y de la desesperación</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT size=3><STRONG>La emblemática Cité Soleil genera
una mezcla de temor y respeto entre los haitianos. La gente vive en casas
precarias sin agua potable ni luz eléctrica que albergan cerca de diez personas
cada una. La mayoría pasa su tiempo en las calles.</STRONG></FONT><BR><BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Fernando Krakowiak, desde Puerto
Príncipe<BR>Página/12, Buenos Aires, 8-11-09<BR></STRONG><A
href="http://www.pagina12.com.ar/"><STRONG>http://www.pagina12.com.ar/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR>Supo ser la villa más peligrosa de América latina.
Hasta hace poco más de dos años estuvo controlada por bandas armadas que la
utilizaban como centro de operaciones para organizar secuestros, traficar armas
y drogas. Entre fines de 2006 y principios de 2007, estos grupos, conocidos como
gangs, resistieron allí el avance de las tropas de la ONU. Finalmente, fueron
desarticulados luego de varios operativos que les costó la vida a decenas de
mujeres y chicos que no tuvieron dónde esconderse. Todavía hoy la emblemática
Cité Soleil genera una mezcla de temor y respeto entre los haitianos y si un
extranjero quiere ingresar recomiendan hacerlo con gente del lugar o escoltados
por fuerzas de la ONU. Página/12 eligió la primera opción y, una vez adentro,
pudo contemplar la pobreza extrema que sirvió como caldo de cultivo para el
surgimiento de las gangs. La gente vive en casas precarias sin agua potable ni
luz eléctrica, que albergan cerca de diez personas cada una. La mayoría son
desocupados que pasan su tiempo en las calles, donde la basura se fue acumulando
durante años e incluso bloquea el curso de varios arroyos. A ese escenario
desolador se le suma el dato asombroso de que el 80 por ciento de la oferta
educativa es privada y los hospitales están arancelados porque el Estado es casi
una entelequia en Haití.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cité Soleil es una villa que comenzó a poblarse de manera
acelerada en la década del ’80. Por entonces, todavía gobernaba el dictador
Jean-Claude Duvalier, conocido como Baby Doc para diferenciarse de su padre, el
también dictador François Duvalier, que se hacía llamar Papa Doc. Para que todo
quedara en familia, a este barrio, ubicado en la costa norte de Puerto Príncipe,
le habían puesto Cité Simone, en homenaje a la esposa de François. Por ese
entonces los Duvalier figuraban hasta en los billetes, pero cuando el régimen
cayó, su rastro se fue perdiendo y Cité Simone fue rebautizada como Ciudad del
Sol. Los que llegaron del campo escapaban del hambre, y en Sonapi los esperaban
las maquilas donde trabajaban para contratistas de las grandes multinacionales
por sólo 2 dólares al día. Esa zona franca limita con Cité Soleil. Por eso
empezaron a radicarse allí.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En 1991 el flamante presidente Jean Bertrand Aristide se
ganó el apoyo de los pobres con un conjunto de medidas que buscaban mejorar un
poco su situación desesperante, pero la primavera duró sólo seis meses porque
luego fue derrocado por el Ejército. El golpe generó un amplio rechazo
internacional y Estados Unidos impuso un bloqueo económico que aisló a la
dictadura y destruyó a la ya débil economía haitiana, reduciendo las maquilas a
su mínima expresión. Aristide volvió al poder en 1994 de la mano de los
estadounidenses para terminar su mandato y disolvió el Ejército en represalia
por haberlo destituido. En 2001 el pueblo lo volvió a elegir, pero le resultó
imposible gobernar y tres años después fue forzado a renunciar con un juego de
pinzas que incluyó a los ex militares en las calles y una operación relámpago de
los marines estadounidenses, que esta vez no sólo no lo respaldaron, sino que lo
sacaron del país. Aristide contó con el apoyo de grupos de jóvenes excluidos
conocidos como “chimeres”, que protagonizaron hechos violentos para tratar de
resistir su salida. Algunos de esos jóvenes integraron luego las gangs, al igual
que ex militares y delincuentes comunes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La salida de Aristide dejó un clima de anarquía en las
calles y la ONU envió tropas en 2004 como parte de la Misión para la
Estabilización en Haití (Minustah). Las gangs se replegaron sobre los barrios
marginales y tomaron el control de Cité Soleil. Como en Haití el 76 por ciento
de la población es pobre y en las fortalezas de los ricos es muy difícil entrar,
el robo no era un buen negocio. Entonces, optaron por los secuestros para
financiarse. Cité Soleil pasó a ser entonces uno de los lugares donde guardaban
a las víctimas porque la policía no se animaba a entrar. Después de varios
enfrentamientos con las tropas de la ONU, Cité Soleil fue liberada, pero la
extrema pobreza sigue vigente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“La mayor dificultad es que no podemos mandar a los
chicos a la escuela porque no tenemos la plata”, afirma a Página/12 Denise
Charles, una vecina del barrio. El 80 por ciento de los colegios son privados y
esa proporción se mantiene incluso en las zonas pobrísimas. La matrícula cuesta
3600 gourdes (90 dólares) y deben abonar otros 600 gourdes por mes (15 dólares)
en concepto de cuota. Además, los vecinos afirman que los colegios públicos
también les exigen dinero a modo de “contribución” para aceptar a sus
hijos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Otro de los dramas que enfrentan es el precario e
insólitamente arancelado sistema de salud. El hospital público Isaïe Jeantry les
cobra 800 gourdes los análisis (20 dólares). “El médico te los encarga, pero si
no los podés hacer porque no tenés el dinero no te vuelve a recibir”, sostiene
Michelle Erani. Una situación similar se vive en una salita llamada Immaculee,
mientras que en el Sainte Catherine no hay doctores y los enfermos están a la
deriva.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los alimentos también son inaccesibles porque la mayoría
de los habitantes de Cité Soleil están desocupados y no reciben ningún tipo de
ayuda del gobierno. Incluso para los que trabajan comer es una odisea porque en
las fábricas maquiladoras de la zona les pagan 125 gourdes por día al empleado
común (3 dólares) y 200 (5 dólares) a los calificados. Un agravante que
obstaculiza aún más el consumo es que la gran mayoría de la oferta de alimentos
es importada debido a la falta de producción nacional. En este contexto, no es
de extrañar que el año pasado haya vuelto a haber disturbios por la suba del
precio internacional de los commodities agrícolas. De hecho, los más pobres
llegaron a comer galletas de barro para engañar el estómago.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La cooperación internacional intenta revertir esta
situación colaborando con un Estado haitiano raquítico, pero los vecinos dicen
que la ayuda no da resultado y recientemente conformaron un foro de
organizaciones de base para tener incidencia en la orientación de esos recursos.
“La gente no se siente tocada por ese dinero”, afirma Rivage Elle a este diario.
Las estadísticas avalan esa percepción. Según un reciente informe de Flacso,
entre 1990 y 2003 Haití recibió más de 4000 millones de dólares de fuentes
multilaterales y bilaterales, sin incluir remesas, y Estados Unidos aportó otros
1500 millones de manera directa entre 1990 y 2005. Sin embargo, en esos años
Haití cayó del puesto 150 al 154 en el Indice de Desarrollo Humano. Los países
latinoamericanos que integran la Minustah, más Venezuela y Cuba, afirman que los
datos reflejan el fracaso de la cooperación Norte-Sur y avanzan con acciones
para consolidar un eje Sur-Sur. Argentina, por ejemplo, implementa el programa
Pro Huerta en Haití desde hace cuatro años y recientemente puso en marcha una
experiencia piloto en Cité Soleil. El gobierno de Estados Unidos, sin embargo,
no resigna su lugar y evalúa darle énfasis nuevamente a la maquila. Incluso se
habla de convertir a Cité Soleil en una zona franca. Por ahora, las casi 400 mil
personas que viven allí están en calma, pero el hambre y la desesperación
acortan los tiempos de un pueblo que sabe lo que significa rebelarse.
<HR>
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