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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U><EM>boletín solidario de
información</EM></U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT> <BR><U>11 de noviembre 2009</U><BR><FONT color=#800000>Edición
Internacional de Agenda Radical<BR></FONT><U>Colectivo Militante</U><BR>Gaboto
1305 - Teléfono 4003298 - Montevideo - Uruguay<BR>redacción y suscripciones:
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV><STRONG><FONT size=3>Argentina</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Sobre los alcances de la lucha de
los trabajadores del subte </STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Con su lucha por
el reconocimiento de la inscripción gremial, los trabajadores del subte [Metro]
se han puesto a la cabeza del cuestionamiento a la elite sindical</FONT>
</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Cuestionamiento a su modelo de
organización y a sus prácticas verticalistas, es decir, una impugnación a las
lógicas mismas de la burocracia</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial size=2></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial size=2></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial size=2>Miguel
Mazzeo <BR></FONT><FONT face=Arial size=2>La
Haine</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.lahaine.org/"><STRONG>http://www.lahaine.org/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV><FONT face=Arial
size=2>
<DIV align=justify><BR>La élite sindical sufre, desde hace muchos años, un
fuerte deterioro de su credibilidad, situación que, gracias a los compromisos
con las patronales y con el Estado, no fue en desmedro del poder de los aparatos
sindicales y del poder personal de los jerarcas. Como esta modalidad estatal
tiende a perpetuar el poder de esa élite sindical, a extender su modelo y sus
prácticas incompatibles con una sociedad democrática y participativa, no puede
dejar de afectar la función misma de los sindicatos como canales de expresión
del conflicto social y minar, lenta pero ininterrumpidamente, su legitimidad.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por su puesto, nada de esto es nuevo. Ya a mediados de
los 70, frente a la crisis de representatividad de la burocracia sindical el
Estado salió en su defensa. Recurrió a un doble movimiento, por un lado buscó
fortalecer el modelo sindical tradicional en sí mismo, omitiendo sus problemas
de legitimidad y por el otro ejerció la coerción, y permitió que la burocracia y
los grupos paraestatales la ejerzan, sobre aquellos sectores que lo impugnaban y
que proponían una alternativa. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En 1974, por ejemplo, el gobierno de Perón impulsó una
nueva Ley de Asociaciones Profesionales y la Reforma del Código Penal
(combinación para nada casual) cuyos objetivos principales eran eliminar las
asociaciones de base en los sindicatos y obturar el desarrollo del clasismo. Sin
dudas el propio Perón ha sido uno de los principales “teóricos” de este modelo
sindical. El Cronista Comercial, del 14 de mayo de 1974, decía: Dentro de las
organizaciones, como caballos de Troya de dichas organizaciones, han surgido las
que se llaman de base. Como si las organizaciones sindicales no fueran la
organización de base más grande que existe. Éste es un invento nuevo, son
intentos de disolución y anarquía. Ceder es muy peligroso (…) contra eso no hay
nada más que una cosa que hacer: cada dirigente debe esforzarse en mantener la
homogeneidad de su organización despachando por las colaterales o por fuerzas
centrípetas [léase matones] a todos esos que intentan, al servicio de cualquier
causa que sea –que siempre son inconfesables, porque ninguna puede decir en qué
está– destruir la organización. Las fuerzas que de afuera trabajan contra la
organización son peligrosas aunque no tanto. Es mucho más peligrosos ese
microbio metido dentro de la organización que los que actúan desde
afuera”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La CGT reactualiza este planteo “despachador”. En su base
paranoico-conspirativa, subyace la certeza de la potencialidad de la democracia
de base y de sus posibilidades de expansión en contextos no coercitivos.
Detestan a esos hombres y mujeres que, sin los recursos que suministra el
sistema, materiales y de los otros, reconstruyen la capacidad de forjar fuerza
social y política emancipadora. Los detestan porque dicen “donde están”, porque
saben fehacientemente donde están dado que han superado la mixtificación. Por
cierto, es la burocracia la que debe recurrir a los disfraces y enmascarar su
naturaleza, una y otra vez. Por eso la violencia necesariamente aparece como el
principal procedimiento para asegurarse el control del aparato. Por eso las
patotas son plenamente funcionales a este modelo sindical. De un modo muchas
veces inconsciente, la burocracia asume la incapacidad congénita de su propia
práctica a la hora de generar lazos representativos, por eso directamente no
pierde tiempo esa faena. Esto refuerza el verticalismo, el control y las
prácticas tendientes a separar cada vez más a los dirigentes de las bases.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>La patronal, la burocracia, el Estado y las clases
dominantes en su conjunto, además de los recursos coercitivos, apelan al
aislamiento de los trabajadores, buscan enfrentarlos con el resto de la
sociedad, apelan a la impiedad de las clases medias pero también a las clases
populares, a su apatía, su disgregación social y su inmovilismo político que
fundan su indolencia, es decir, su incapacidad de sentir al otro. No en vano el
poder ha favorecido los procesos constitutivos de subjetividades de usuarios,
contribuyentes y consumidores en desmedro de las identidades plebeyas, en
particular la identidad de trabajadores. Las luchas sociales también tienen un
frente de combate contra las necesidades del capital convertidas en prejuicio de
una parte importante de la sociedad. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El accionar del Kirchnerismo en la materia no es muy
auspicioso. ¿Cuantos momentos estatales que expresaron un grado elevado de
autodeterminación social tuvieron lugar en los últimos años? ¿Estamos frente a
un Estado caracterizado por contemplar la pluralidad de las formas organizativa
y promover la autodeterminación de las mismas? El gobierno ha sido consecuente a
la hora de fijar límites a la capacidad de expresión de los intereses populares
en forma independiente de política oficial o de la política de sus principales
aliados, lo que es prácticamente lo mismo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero a pesar de los datos adversos, hay uno favorable y
no menor: La fuerza palpable de los trabajadores del subte, la calidad de sus
prácticas y la de sus dirigentes. Los trabajadores del subte han adquirido
colectivamente el conocimiento de sus posibilidades. Una praxis significativa y
no un “diagnóstico” los ha convencido de sus posibilidades.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La lucha de los trabajadores del subte es estratégica,
entre otras cosas porque tiene capacidad de multiplicarse y aportar a la
“acumulación en el seno de la clase”, porque remite a una “contrareivindicación
organizada de la legitimidad” y a un fundamento contrahegemónico. La lucha de
los trabajadores del subte contiene algo nuevo todavía inconfigurado, un momento
de alta productividad social y política. Su resolución favorable puede ser una
señal del desbloqueo de las posibilidades de expresión de los intereses de un
conjunto amplio y variado de nuevos actores sociales y políticos. Una derrota
puede servir para ratificar la línea del bloqueo, que abrirá, muy probablemente,
la posibilidad de una canalización violenta de los conflictos sociales. Está
claro que quién será la responsabilidad.
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>