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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><U>7 de diciembre 2009</U><BR><FONT color=#800000>Colectivo Militante
- Agenda Radical</FONT><BR>Gaboto 1305 - Teléfono 4003298 - Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Bolivia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Las consecuencias del contundente
triunfo oficialista </STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Una hegemonía con riesgos en el
futuro</FONT></STRONG><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG>Pablo Stefanoni, desde La Paz<BR>Clarín, Buenos
Aires, 7-12-09<BR></STRONG><A
href="http://www.clarin.com/"><STRONG>http://www.clarin.com/</STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><BR>Hace cuatro años, Evo Morales llegaba a la presidencia
con casi el 54% de los votos, y pocos imaginaron que ese récord podía ser
mejorado. Pero ayer, el mandatario boliviano superó su propia marca al ser
reelecto con más del 60% de los votos. Un resultado que se explica por la
consolidación del apoyo sin fisuras de los sectores populares y de adquisiciones
más recientes entre los sectores medios, sumado al hecho de que el padrón del
occidente andino sigue definiendo los comicios bolivianos. Allí el apoyo al
oficialismo fue abrumador. Ningún presidente obtuvo semejante votación desde la
revolución de 1952, cuando el Movimiento Nacionalista Revolucionario controlaba
sin contrapesos el Estado y las elecciones. <BR><BR>Y aunque la oposición logre
ganar Santa Cruz, como se anticipaba ayer, esto ya no alcanza. "Esta elección es
nacional y la contundencia de Evo Morales no admite discusión", sostuvo el
analista cruceño Carlos Hugo Molina. La "media luna" ya no existe: en Tarija y
en Chuquisaca ganó el oficialismo, y en todo el oriente el MAS (Movimiento al
Socialismo) subió su votación.<BR><BR>"Un Morales tenía que llegar. Podía
haberse llamado Quispe, Mamani, Condori o Choquehuanca. Estaba reservado por
obvias razones el lugar de primer presidente indígena para un aymara o un
quechua", dice el ex presidente Carlos Mesa. Y Evo Morales -un animal político a
tiempo completo- ocupó ese lugar subido a una ola de rebeliones sociales entre
2000 y 2005 que pulverizó al sistema político nacido en 1985 y conocido como la
"democracia pactada". <BR><BR>Ningún candidato opositor pudo competir con el
arrollador Evo Morales, capaz de conmover las fibras más íntimas de la Bolivia
profunda en cada uno de sus discursos proselitistas. "A la gente, al final, le
gusta el discurso de pelea y confrontación de Evo Morales", dice, decepcionada,
la socióloga Susana Selema, opositora acérrima al gobierno. En verdad, el
proceso liderado por Morales se piensa a sí mismo como una revolución
antielitista, de ahí el poco apego a las formalidades institucionales. "Partido
dominante, oposición débil y confundida, sin espacio para el centro", resumió la
ex parlamentaria Erika Brockmann.<BR><BR>Pero el fin de la polarización es todo
un desafío para un gobierno que cohesionaba a su tropa ante al peligro de una
"oposición desestabilizadora al acecho". Las promesas de campaña fueron muchas,
entre ellas un ambicioso programa industrializador. Pero la realidad sigue
siendo "extractivista": gas y minería. Según el director del Centro de Estudios
para el Desarrollo Laboral y Agrario, Javier Gómez, "los esfuerzos del gobierno
se tradujeron en la captación de la renta por exportaciones de hidrocarburos y
su transformación en bonos sociales". Pero con esto no alcanza: la pobreza
sobrevivió a la abundancia de reservas internacionales y al derrame del
crecimiento económico. Y los problemas de corrupción en la petrolera YPFB
alertan sobre el nuevo capitalismo de Estado.<BR><BR>La conformación del MAS en
un inédito partido hegemónico -percibido por muchos como una agencia de empleo-
con mayoría en ambas cámaras y con capacidad de "copar" el Estado introduce no
pocos riesgos a futuro, y el desafío de saber administrar esta inédita victoria.
Fueron muchos en Bolivia quienes intentaron dejar atrás la pobreza y el
subdesarrollo y fracasaron. Con estos resultados, Evo Morales tiene una
oportunidad inédita. Y ayer eran puros festejos.
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