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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de Prensa
<BR></FONT><U>12 de diciembre 2009<BR></U><FONT color=#800000>Colectivo
Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Gaboto 1305 - Teléfono 4003298 - Montevideo
- Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV><STRONG><FONT size=3>Chile</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>A propósito de las elecciones
presidenciales del domingo<BR></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>De la democracia
neoliberal en Chile</FONT><BR><BR><BR>Franck Gaudichaud<BR>Rebelión<BR>Traducido
por Caty R.</STRONG><BR><BR><BR>El próximo domingo 13 de diciembre tendrá lugar
la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Chile, país del Cono Sur.
Los últimos sondeos muestran que es la indecisión, sobre todo, la que domina en
unas elecciones que darán por concluido el mandato de la socialista Michele
Bachelet. Pero, ¿cuáles son los auténticos retos después de transcurridos más de
35 años desde el golpe de Estado, y casi 20 años después de la “transición
democrática”?<BR><BR><STRONG>Democracia neoliberal «pactada» y herencias de la
dictadura</STRONG><BR><BR>Cuando en 2006 la socialista Michelle Bachelet sucedió
a Ricardo Lagos, fue la primera Presidenta de la historia chilena. Ex ministra
de Defensa, pero también víctima del régimen militar, quiso afirmar su voluntad
de personificar la unidad nacional «después de las divisiones del pasado»,
especialmente las de los años de plomo de la dictadura del general Pinochet
(1973-90). En un país donde existe un fuerte conservadurismo, el voto masivo a
favor de una mujer divorciada, agnóstica y “socialista”, fue analizado por
ciertos editorialistas como una auténtica ruptura luego de más de 30 años desde
el golpe de Estado contra Salvador Allende. Sin embargo, después de su mandato,
lo que anunciaron muchos politólogos críticos se confirmó: su gobierno se
inscribe sobre todo en la continuidad de las políticas públicas neoliberales
precedentes y en la estela de la excepcional estabilidad de la coalición que
gobierna desde 1990: La Concertación (1). <BR><BR>Efectivamente, se puede
afirmar que Bachelet es un «producto puro» de esa coalición que articula al
centro izquierda social-liberal y la democracia cristiana. Consecuencia directa
de la transición chilena «pactada», la sombra de Pinochet sigue planeando sobre
el sistema político de ese país, e incluso lo configura, lo moldea. A pesar de
las reformas de 1990 ó 2005, los dirigentes políticos renunciaron a cuestionar
la Constitución del dictador (de 1980), y también la Ley de Amnistía (1978):
¿Qué pensar, entonces, de una democracia cuya Carta Magna fue redactada por un
régimen militar? Los ejemplos que el sociólogo Manuel Garretón denomina
«enclaves autoritarios» son numerosos, empezando por el modelo económico; y
Felipe Portales concluye que “la democracia” chilena constituye únicamente un
mito (2). El modelo de los «Chicago boys» ha aportado crecimiento y
modernización neoliberal a la vez que ha asegurado a Chile uno de los primeros
puestos en la clasificación de los países más desiguales del mundo y ha
convertido a los habitantes en «ciudadanos-tarjetas de crédito» despolitizados
(3). En tales condiciones, Bachelet finaliza su mandato con una tasa de
popularidad muy elevada (el 78% de aprobación, según el Centro de Estudios
Públicos – CEP) (4) por su conducción de una política de asistencia a los más
pobres combinada con el mantenimiento de los fundamentos de una economía
orientada a las exportaciones y dominada por el capital transnacional, a pesar
de las graves consecuencias ecológicas de tal desarrollo. <BR><BR><STRONG>Los
juegos del juego electoral</STRONG><BR><BR>El cielo electoral aparece nublado
para la coalición gubernamental, que vive su mayor crisis desde hace 15 años y
sobre la que algunos se preguntan si no es simplemente una agonía terminal. En
esta campaña, la derecha está representada por un único candidato, Sebastián
Piñera, ex senador y hombre de negocios multimillonario que se enriqueció
fraudulentamente durante la dictadura. Este «Berlusconi a la chilena» ya está a
la cabeza en los sondeos, con una intención de voto en torno al 36% en la
primera vuelta. Frente a él, Eduardo Frei registra dos puntos menos en las
intenciones de los electores. Democratacristiano y ex presidente de la
República, el apoyo de una poderosa maquinaria electoral e institucional no le
permite deshacerse de la imagen de un hombre vinculado, sobre todo, a la vieja
nomenclatura política concertacionista y sus redes de clientes. Eso además de
que la Concertación es víctima de tensiones internas e incluso de una «fuga de
candidatos»: tres de los cuatro candidatos presidenciales proceden de la propia
Concertación... <BR><BR>Así, el diputado treintañero Marco Enríquez-Ominami
aparece como una nueva figura con un discurso que llama a desempolvar el sistema
político y una critica con respecto a los compromisos de la Concertación.
Atractiva para parte de los jóvenes y las clases medias urbanas, esta
candidatura también es un síntoma de una hegemonía en crisis. Su programa
combina un tono progresista con medidas que le sitúan a la derecha de Frei en el
plano económico (propuso privatizar una parte de la gran empresa pública del
cobre, CODELCO). «MEO», casado con una estrella de la televisión nacional, sobre
todo es hijo de los mass media dominantes (más que del histórico revolucionario
Miguel Enríquez, su padre biológico…), que le han convertido en su agitador
fetiche, poco peligroso para las clases altas. El 19% que podría cosechar le
convertiría en árbitro de la segunda vuelta. Finalmente, Jorge Arrate también
procede de la Concertación, de la cual fue ministro de una Educación
mercantilizada por Pinochet y mantenida como tal por la élite de la
“democracia”. En la actualidad, Arrate pretende representar a la izquierda
extraparlamentaria reagrupada en torno al Partido Comunista (PC) y ha hecho la
apuesta de romper la exclusión institucional de la que es víctima este sector
político (especialmente por culpa del sistema electoral binominal elaborado por
la dictadura), firmando un «pacto instrumental» con la Concertación. El 5% de
este partido de la izquierda iría, pues, a la Concertación en la segunda vuelta,
así como probablemente la mayoría de los votos de MEO. Por lo tanto, la derrota
de Frei es poco probable, pero en absoluto imposible, lo que significaría la
primera victoria electoral de la derecha chilena en una elección nacional libre
y abierta desde hace más de medio siglo…<BR><BR><STRONG>Cuando la
democratización podría venir de abajo…</STRONG><BR><BR>Sea cual sea el
resultado, Chile permanecerá frente a sus demonios, y ni Frei ni Piñera parecen
dispuestos a hacerles frente. El Estado neoliberal chileno es un Estado «al
mínimo» que apenas empezó las reformas sociales necesarias, si es que las
empezó. Orientado hacia un «librecambismo» desenfrenado, el país es muy
dependiente de la exportación de sus recursos naturales (cobre, madera, pescado,
etc.) mientras el capitalismo mundial está al borde del precipicio. Sin embargo,
los problemas estructurales son inmensos, empezando por la quiebra del sistema
de jubilaciones por capitalización (fondos de pensiones en manos del capital
privado); un sistema de salud a dos velocidades, que abandona a los más débiles,
y una educación que Pinochet convirtió en un enorme mercado justo antes de
marcharse. Otra cuestión esencial: los derechos negados al pueblo indígena
Mapuche, que al reivindicar su derecho a la autodeterminación se ha convertido
en objeto de represión sistemática y de terrorismo de Estado (5).
<BR><BR>Finalmente, las inmensas desigualdades en la repartición de la riqueza
(6) y el saqueo del país por grandes transnacionales, ignorados por los
principales políticos, y que se encuentran en el centro del malestar social
latente. En realidad, para muchos ciudadanos y trabajadores, las apuestas
electorales están lejos de sus problemas cotidianos. Igualmente, por esta razón,
un sector no despreciable de la izquierda anticapitalista llama a anular el
voto, como el Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores que reagrupa a varias
organizaciones de una izquierda que todavía sigue muy dividida (7). Una parte de
la juventud, aunque no vote (8), sí está activa dentro de muchos colectivos en
Santiago y en las principales ciudades. Precisamente, el país vivió en 2006
varios meses de una «revolución de los pingüinos» -se llama así a los
estudiantes de Secundaria por el color de sus uniformes- que desafió al
gobierno, pero sobre todo cuestiona la herencia nefasta de la dictadura. Si se
está iniciando un proceso de democratización en el Chile actual, éste surgirá,
seguramente, «desde abajo», desde la auto-organización popular en articulación
con una izquierda combativa que no renuncia, y también gracias a las
movilizaciones de una generación que no conoció la dictadura pero no olvida que
el viejo dictador murió sin que le juzgasen y que el sistema que él estableció
continúa rigiendo el «país alargado» del poeta Pablo
Neruda.<BR><BR><STRONG><U>Notas</U></STRONG><BR><BR>(1) La concertación de los
Partidos Políticos para la Democracia» está formada por el Partido Socialista,
el Partido para la Democracia (PPD), el Partido Radical Socialdemócrata y el
Partido Demócrata-cristiano.<BR><BR>(2) Ver: «Le Chili de Michèle Bachelet: un
pays modèle», en F. Gaudichaud (dir.), Le Volcan latino-américain. Gauches,
mouvements sociaux et néolibéralisme en Amérique latine, París, Textuel, 2008,
pp. 315-336.<BR><BR>(3) Ver T. Moulian, Chile actual. Anatomía de un mito, Lom,
Santiago, 2007.<BR><BR>(4) Los sondeos de opinión citados en este artículo
proceden del CEP, «Estudio Nacional de Opinión Pública», octubre 2009,
www.cepchile.cl/dms/lang_1/doc_4487.html. <BR><BR>(5) Así lo denuncian desde
hace años Amnistía Internacional o la Asamblea de Derechos Humanos de la ONU.
Ver al respecto los trabajos de Fabien Lebonniec, como: «La criminalisation de
la demande territoriale mapuche», 2006, www.alterinfos.org/spip.php?article686.
Ver también: www.azkintuwe.org<BR><BR>(6) El quintil más rico se apropia más del
50% del ingreso, mientras el más pobre recibe sólo el 5,38% del PIB – fuente:
editorial de Punto Final,
www.rebelion.org/noticias/chile/2009/12/despues-de-mi-el-diluvio-96803
<BR><BR>(7) Ver: MPT, “Por qué en estas elecciones es un deber votar nulo”,
www.rebelion.org/noticia.php?id=95597 <BR><BR>(8) Más de un millón de jóvenes se
niegan a inscribirse en las listas electorales porque no se sienten
representados por el sistema político actual.
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>